By Sole
A medida que fue anocheciendo, las oscuras nubes fueron cubriendo el cielo. La lluvia anunciaba su llegada de un momento a otro.
A medida que fue anocheciendo, las oscuras nubes fueron cubriendo el cielo. La lluvia anunciaba su llegada de un momento a otro.
Eran las 9 de la noche, estábamos en
nuestra cabaña cocinando la cena, pizza. El calor era sofocante, sumado al calor
ambiental con el que habíamos convivido todo el día estaba el que despedía el
horno. Teníamos abiertas las ventanas por donde entraba una suave brisa
proveniente del este. Reinaba la calma...
De repente, fuimos sorprendidos por
un fuerte viento proveniente del oeste. Volaban las cortinas, los árboles y
plantas que veíamos por las ventanas se zarandeaban de un lado a otro. En medio
del vendaval comenzaron a caer las primeras gotas, que en pocos segundos se
convirtieron en cataratas que caían desde el cielo.
Ahí estábamos, a metros del arroyo,
en una cabaña que no tenía persianas, solo los vidrios de las ventanas nos
separaban del exterior. Cerramos todo lo que pudimos, pero el ruido del viento y
la lluvia era intenso. El espectáculo era tal, que en un momento Seba decidió
ponerle fin y cerró las cortinas mientras decía "Solo falta George Clooney y
tenemos la tormenta perfecta"...
Con un nudo en el estómago nos
dispusimos a comer la espectacular pizza con provolone que había amasado con mis
propias manos. La comida había pasado a un segundo plano y creo que comíamos
mecánicamente sin prestarle demasiada atención.
Haciendo honor a mi neurosis "por las
dudas" agarré mi pequeña linterna y sacamos del cajón unas velas que habíamos
visto el día en que llegamos. No vaya a ser que nos quedemos a oscuras... y qué
pudo pasar? Se cortó la luz!!!
Terminamos de cenara las luz de las
velas; podría haber dicho románticamente, pero creo que terroríficamente es la
palabra más adecuada.
Cuando nos paramos, notamos que el
piso estaba mojado... terminaríamos tapados por el agua? Hicimos el recorrido
del agua y vimos que las ventanas del living no eran totalmente herméticas y a
pesar de estar cerradas filtraban. Hicimos un recorrido por la cabaña y
descubrimos que lo mismo estaba sucediendo en el dormitorio. Llovía afuera y se
inundaba adentro.
Para este momento ya serían las 10 de
la noche, pero la lluvia y el viento parecían no tener intenciones de amainar,
seguían tan vivos como en el primer momento. Ni nos atrevíamos a mirar para
afuera, igual poco podríamos haber visto porque todo el complejo estaba en la
oscuridad.
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