lunes, 29 de julio de 2013

San Martín de los Andes - Pasada por Junín de los Andes rumbo al Lanín

By Sole

Nos levantamos a las 7:20 hs, y preparamos todo para la excursión. A las 8:00 hs, bien puntuales, ya estábamos desayunando.
A las 8:45 hs una combi con un guía llamado Marcos, nos pasó a buscar por la hostería. Ya habían subido una pareja de unos 65 años de Lanús, acompañados de su hijo, que no debía tener menos de 35 años. Luego de recogernos a nosotros en Monteverde, siguió hacia el hostel Sequoia donde subió una señora francesa de unos 50 años, que viajaba sola y hablaba castellano.

Salimos de la ciudad por la ruta 234 devenida en ruta nacional 40. Cuando estábamos en una distancia intermedia de SMA y Junín de los Andes, el guía nos indicó que a unos metros de ahí estaba el aeropuerto. Según nos contó, este fue construido en un valle, y es muy frecuente que lo cierren, desviando los vuelos a Bariloche, por bancos de niebla. La verdad no me extraña para nada que suceda esto! Siempre suele haber un gran cráneo detrás de las obras públicas.

Unos 45 km luego de haber salido de SMA llegamos a Junín, un pueblo pequeño con 14000 habitantes, con casas bajas de diferentes estilos. La principal atracción del lugar es la Parroquia Nuestra Señora de las Nieves, que tiene un diseño muy particular producto de la conjunción de varias culturas. Es una iglesia católica con mucha influencia mapuche. Tanto en la entrada como en el interior tiene muchos arcos ojivales típicamente góticos, aunque obviamente el edificio no es de esa época, sino de los años 50. No bien entramos nos encontramos con un oratorio en el que había una estructura de madera, una especie de mesa circular, que representaba al cultrum, el instrumento sagrado mapuche que toca la machi en las ceremonias. En el interior del mismo estaba la reliquia de la Beata Laura Vicuña: una vértebra; rodeándola, había papeles con oraciones y peticiones que deja la gente que pasa por el lugar. Este cultrum, en el que estaban representados los 4 puntos cardinales, el bien vs el mal, estaba ubicado sobre una estrella de 12 puntas grabada en el suelo que aparentemente representa al sol,  los 12 apóstoles, las 12 tribus de Israel así como los 12 ciclos lunares.
El interior de la iglesia es austero sin grandes ornamentaciones. Tenía sencillos vitrales, los de la derecha con imágenes de la vida de Laura Vicuña, los de la izquierda de Ceferino Namuncurá. En las paredes por debajo de estos, había telares mapuches. En el altar llama la atención la imagen de un Cristo con rasgos mapuches. En un costado una virgen embarazada parada junto a una niña, Laura. En varios lugares como el altar y ventanales, se repite la imagen del cultrún.

Una iglesia muy particular

Cuando salimos de la iglesia, vimos que estaban llegando más combis. De ahí caminamos 150 metros hasta el Paseo de artesanos, que recién estaba abriendo. Dimos una vuelta por ahí, sin que nada nos llamase demasiado la atención. Las artesanías eran bastante pobres y carentes de gusto. Apenas compramos un minúsculo alfajor de $4, hecho con harina de piñón, el fruto de la araucaria o pehuén, uno de los principales alimentos del pueblo mapuche. Confesaré que me quedo con un Terrabusi de chocolate!

Seguimos caminando por las calles aledañas a la plaza principal que para variar se llamaba San Martín, no creo que haya ciudad sin una plaza con ese nombre. Un perro, la versión de Seba en perro, negro, flaco y largo, nos siguió durante algunas cuadras. En algunas calles había instalados vendedores ambulantes que lejos de vender productos artesanales, vendían ropa trucha (Nike, Adidas, Columbia, etc), una versión local de la Salada.

















Luego de 40 minutos volvimos a subir a la combi para seguir camino. Tomamos la ruta 40 por unos metros, y cuando terminaba el cuartel del Regimiento de Infantería de Montaña –RIM- giramos a la izquierda, siguiendo por la ruta 61.
El paisaje fue cambiando de a poco, a nuestra derecha teníamos el río Chimehuín, rodeado de vegetación esteparia: neneos (plantitas verde-amarillentas bajas y redondeadas), coirones y maitenes.
Pasamos al lado de un centro de investigación de preservación de especies, que según el guía realizaba trabajos en 3 áreas:
-          Salmónidos: crían truchas para repoblar los ríos, estimulando la pesca deportiva, una fuente de ingresos económicos para la región.
-          Camélidos: crianza de llamas con el objetivos de reemplazar el ganado ovino y caprino que no son autóctonos del lugar, y traen grandes prejuicios para los terrenos que erosionan.
-          Fauna salvaje: protección del puma, zorro, mara o liebre patagónico, etc.

Del lado izquierdo del camino, se ubicaban grandes estancias que desarrollan diferentes actividades como ganadería, alojamiento para turistas, excursiones de caza de ciervo colorado y jabalí, entre otros.

En un momento nos desvíamos de la ruta, girando a la izquierda e ingresando en un camino de ripio que se dirigía hacia el lago Huechulafquen, el tercero más grande de la Argentina, luego del Lago Argentino y el Nahuel Huapi.
Inmediatamente visualizamos el lago y por detrás el majestuoso volcán Lanín, uno de los representantes del cinturón de fuego del Pacífico; un volcán “dormido”. Se considera que aún no está extinto, y que de entrar en erupción explotaría de tal manera que destruiría todas las ciudades vecinas incluyendo SMA.
Hicimos una parada para sacar fotos, y para que los viciosos fumaran sus puchos.
La francesa nos sorprendió cuando sacó de su mochila dos muñecos de plástico, uno de Mario Bros y el otro un dragón del mismo videojuego; los colocó en la arena delante del Lanín y los fotografió.

Lago Huechulafquen con el volcán Lanín de fondo


Una vez en la combi, fuimos bordeando el lago por su margen norte, viendo su desembocadura en el río Chimehuin; esta es una zona de pesca, a la que se puede acceder sacando varios permisos.
Luego giramos a la derecha y entramos al Parque Nacional Lanín.

martes, 23 de julio de 2013

San Martín de los Andes - Islita y Mirador Bandurrias

By Sole y Seba

Ya en la ruta, giramos a la izquierda, y caminamos unos 200 metros hasta encontrar un camino de tierra que se internalizaba en las tierras de la comunidad Cayún en dirección al lago. A nuestra derecha quedó la gran Piedra Trompul, paraíso de escaladores en roca. El camino era de ripio en bastante buen estado en los primeros kilómetros, pero a medida que nos fuimos adentrando se transformó en tierra con muchas irregularidades.

El solitario camino en tierra mapuche. Arriba a la izquierda se ve el cono del volcán Colorado

Pasamos por al lado de pequeñas casas, con unas estructuras que parecían ser invernaderos, y corrales con ovejas. En algunos sectores las ovejas blancas y negras, estaban sueltas y pastaban a ambos lados de la ruta. También vimos algunas gallinas que iban seguidas por pollitos y varios caballos que eran guiados por un baqueano. En un momento nos tuvimos que replegar a un lado de la ruta para que pasaran 2 bueyes de grandes dimensiones amarrados a una estructura de acarreo; o nos movíamos o nos pasaban literalmente por arriba. Fue un camino totalmente diferente a los que veníamos haciendo. Fueron aproximadamente 6 km, zigzagueantes, con ascensos y descensos, que culminó en un desnivel total de -300 metros.

Luego de 1:20hs llegamos a la playa. Bajamos y fuimos bordeando la costa, hasta encontrar “la islita”, que no es más que una pequeñísima isla en el lago Lácar ubicada a muy pocos metros de la costa, a la que se llega nadando. Nos sentamos en la playa, se superficie pedregosa, frente a la isla.

La islita

El día estaba precioso, el sol brillaba y no había nubes. No pusimos cómodos, nos sacamos las zapatillas y preparamos el mate, que acompañamos de galletitas y una banana. A las ampollas de los muslos, que aún tenían un aspecto calamitoso, sumé una ampolla en cada dedo gordo del pie producto del roce contra la zapatilla durante el descenso del volcán; ya me vendaría los dedos cuando estuviésemos por seguir camino más tarde.
Cerca nuestro había una pareja mayor, con una perra- oveja marrón llamada “Pepa”. A cada ratito le decían “Pepa vení para acá!”, “Pepa no te acerques al perro!!”. La rebelde poco caso hacía a sus castradores padres humanos, haciendo todo lo contrario. También estaba el “trío torta frita”, conformado por 3 hombres entre 25- 30 años que junto al mate se devoraron una bolsa con tortas fritas. Y para completar el paisaje un trío de boludos, que dejaron sus pertenencias en un tronco casi encima del lago, que cuando se dieron cuenta tenían el termo nadando por el Lácar. Cada uno estaba en lo suyo, sin prestarle demasiada atención a lo que pasaba alrededor. 

Pepa, la dama de la derecha, y el vagabundo

Apenas metimos los pies y parte de la piernas en el agua porque estaba bastante fría!!! Además no habíamos llevado las ojotas, y las piedras resultaban muy resbaladizas para estar caminando por ahí. Tuvimos que tener mucho cuidado para no resbalar y caer.
Luego de un rato nos calzamos y empezamos a caminar, buscando el camino por el que accedían los autos a estas playas. Tomamos la ruta- camino de ripio que nos condujo al mirador Bandurrias. A este mirador, se puede acceder caminando o en auto, tanto desde donde lo hicimos, como desde la ciudad. Cuando uno va en auto tiene que pasar por una barrera, y pagarle un “peaje” a los mapuches del lugar. Parece que algo similar ocurre cuando uno va caminando, pero no puedo asegurarlo porque cuando pasamos estaban entretenidos cobrándole a un auto, y nadie se nos acercó.
A diferencia del mirador Arrayanes, este era 100% natural, sin intervención de la mano del hombre. No había ningún deck, no había ninguna baranda, así como tampoco bancos para sentarnos. Realmente no sé en virtud de qué se cobra un acceso. Es más, está todo tan poco señalizado, que uno puede acceder a la zona del mirador por múltiples senderos de pedregullo. Desde acá se tiene una vista hacia el oeste del Lácar en casi toda su extensión, de un lado, y de la ciudad, del otro. Como es de esperar por las características del terreno, los únicos árboles que había en este lugar, eran cipreses que crecían entre las piedras.

Desde el Mirador Bandurrias

Volvimos al inicio del sendero al mirador – estacionamiento de autos, y tomamos uno de los tantos senderos peatonales de la ladera del cerro que se iban bifurcando y uniendo de forma muy irregular, erosionando el terreno.
Según la información del mapa de Seba, entre la isla y el Bandurrias había 3 km, con un desnivel de 150 metros, que hicimos en 40 minutos.
Del Bandurrias (822 metros) a la playa de SMA había 2 km, con un desnivel -150 metros, distancia que cubrimos en 25 minutos. En este último recorrido nos cruzamos con muchísima gente, comparado con lo que había sido el resto del día.
Antes de pasar por el C.I.E. a avisar que habíamos llegado, pasamos por una fiambrería llamada “Fiambres de la montaña” (Tte Gral Roca 756), que nos había tentado el día previo. Tenían mucha variedad de fiambres, quesos, productos ahumados, cereales de desayuno, productos regionales, etc. Nada que ver con el paupérrimo lugar al que habíamos ido a comprar previamente. Terminamos comprando un lomo ahumado de excelente calidad, al mismo precio que el pésimo jamón cocido que habíamos comprado en el entrerriano. Así que como recomendación para el que vaya, camine un poco más y busque esta fiambrería en lugar de caer en cualquier almacén de barrio.

En el camino decidimos contratar una excursión de “jubilados” que iba al lago Huechulafquen, para el día siguiente.
Volvimos a la hostería, donde nos arreglamos un poco para ir a cenar. De camino al restaurante elegido para esa noche y habiendo chequeado una vez más el pronóstico, contratamos el rafting en el río Hua Hum para el jueves 21.

La cena fue en “Pulgarcito” (San Martín 461), un pequeño restaurante que había descubierto Seba en un viaje anterior. Lo que había llamado su atención era la decoración que incluía un cuadro de “Pulgarcito” con la camiseta de Racing. Esta vez había todo un sector, como una especie de santuario, dedicado al club, conformado por banderines, gorros, pañuelos, posters, fotos, entradas, etc. Luego de analizar la carta que incluía minutas y una gran selección de pastas caseras, elegimos unos sorrentinos de cordero y unos capelinis (unos ravioles triangulares grandes) de verdura y ricota, con tuco. Muy ricos!!! De postre fuimos por un flan casero con dulce de leche.

Pulgarcito

Volvimos, con algo de frío a la hostería.

La frase del día fue del filósofo Sebastiano que expuso la teoría de la bisectriz aplicada a las vacaciones: “si las vacaciones fuesen un ángulo, ya hubiésemos pasado la bisectriz”. Quedando menos días de vacaciones de los que habían pasado nos fuimos a dormir.

Síntesis del trekking al Volcán Colorado: desde la ruta (cartel de inicio de senda) son unos 3,5km en línea recta y 800 mts de desnivel hasta la cima. Nos tomó aprox 1:45 la subida, y 1:15 la bajada. Una vez que se cruza la pampa la clave es encontrar las marcas rojas y no cruzar el arroyito. Si encontraron la senda, es muy sencilla de seguir, aunque requiere un esfuerzo físico importante porque hay 1 hora (dependiendo el ritmo) de ascenso continuo. Como la cima del volcán no supera los 1800 mts s.n.m y la ladera de ascenso mira al sudeste, tenemos vegetación durante el 95% del recorrido, y la parte de trekking de altura (pedregullo y acarreo) no tiene grandes dificultades técnicas, y es relativamente sencillo llegar desde ahí a la cima (especialmente si hubo trekkers que hicieran cumbre en los días recientes y colaboraran en la erosión del terreno).

Desde la ruta a la islita: unos 6km con 300 metros de desnivel negativo, es simplemente seguir el ripio y tirarse al lago en cuento lo ven.
De la islita al pueblo: unos 5 km sin alejarse mucho del lago, con una subida moderada (150 mts) al subir al mirador Bandurrias.

lunes, 22 de julio de 2013

San Martín de los Andes - Volcán Colorado

By Sole y Seba

Febrero 2013

Amaneció nuboso. Seba estaba furioso porque había chequeado la noche anterior el pronóstico, el cual decía que los próximos 2 o 3 días iban a estar lindos. Nos vestimos y bajamos al desayunador. El salón tenía varias mesas con manteles blancos y amarillos, una larga mesa en un costado donde estaban presentados los alimentos para que uno se sirviera, y grandes ventanales que permitían ver el exterior y el ingreso de luz. El desayuno incluía café, variedad de tés, leche fría y caliente, yogurt, jugo de naranja, corn flakes, ensalada de fruta, jamón, queso, pan blanco y negro, manteca, queso untable y mermelada. Ese día había además alfajorcitos de maicena y mini muffins. Realmente muy bueno, tanto el lugar como la variedad de alimentos!
Mientras desayunamos buscamos una vez más el pronóstico meteorológico del día, que era igual a lo que habíamos leído la noche anterior. Pudimos comprobar a través de la ventana que a medida que fue subiendo la temperatura, el cielo se fue despejando; lo que pensamos que eran nubes, era simplemente niebla matutina. Finalmente el cielo quedó casi despejado por completo.
Fuimos a la terminal a tomar el colectivo que iba a Hua Hum, cuyo horario de salida era 9:15 hs. Cuando llegamos tuvimos que esperar un ratito, porque el chofer que estaba asignado a ese recorrido no sabía si el micro iba a ir a ese destino o iba a ser utilizado para ir a otro lugar en reemplazo de un coche averiado. Finalmente enfiló hacia el micro, y todos los que estábamos por ahí nos acercamos y fuimos subiendo. El pasaje se sacaba directamente en el colectivo, con diferente valor según el destino. Sacamos 2 a Piedra Trompul, con un costo de $19 cada uno. Junto al vuelto no entregó un boleto como el que daban en los colectivos de Buenos Aires antes de la instalación de las máquinas electrónicas.
A las 9:45 hs partimos. El pasaje era bastante variado, e incluía a varios mochileros y un gendarme. Salió de la ciudad y tomó la ruta 48, que va al paso internacional Hua Hum. En 25 minutos, tras haber recorrido 13 km llegamos!
El micro nos paró justo en el cartel de inicio de la senda. Había 2 autos estacionados, lo que nos dio el indicio de que algunas personas ya estaban caminando por el sendero. 


Cartel junto a la ruta

Cruzamos el alambrado y arrancamos! Los primeros metros fuimos siguiendo una huella vehicular, por una pampita plana, que se dirigía hacia el Colorado; desde ahí se veía perfectamente el cono colorado del Volcán. En un momento la huella se hizo difusa, y buscamos los postes o troncos que formaban una línea imaginaria, que estaban a la derecha de nuestro camino. Caminamos unos cuentos metros entre pastizales, con coirones y neneos, minados de bosta de vaca de diferente antigüedad. En ente sector no existía un sendero claro; había varias huellas con diferente dirección que parecían ser producto del ganado que pastaba por el lugar, más que una senda de trekking. Es importante ir siguiendo con atención los postes para no perder la continuación del sendero, que se interna luego en el bosque.
Afortunadamente no nos perdimos! Cuando estábamos perdiendo el rumbo, vimos un cartel de Parques Nacionales que nos sirvió de guía y nos condujo al sendero que se metía en el bosque. Desde la tranquera a este lugar habremos caminado unos 10 minutos.
La senda se metía en el bosque, bordeando un arroyito, pero sin cruzarlo. Este quedó ubicado a la izquierda del camino. En los árboles cada tanto había marcas rojas, que junto con las huellas de pisadas, nos aseguraban que estábamos yendo por el lugar correcto.
La senda tenía un ascenso constante y bastante cansador. Cada tanto había algunos claros con “balcones” desde donde se veía la ruta por la que habíamos venido, la pampa de Trompul con su piedra y un poco más adelante el lago Lácar. Fuimos caminando por diferentes ambientes, desde bosque con árboles altos, hasta sectores con vegetación arbustiva, para terminar en un terreno rocoso.
Al cabo de 1 hora de caminar en subida hicimos la parada técnica para hidratarnos. A pesar de que aún estaba fresco y la ladera tenía sombra, estábamos empapados!!!
Caminamos unos 10 minutos más en ascenso, hasta que llegamos a un bosque de lengas más altas, con muchas flores amarillas, Amancay! La guía Sendas y Bosques estimaba 1:30 hs para llegar a ese lugar, nosotros tardamos 15 minutos menos, así que veníamos bien!


Sector del sendero con flores Amancay

El terreno se aplanaba y la senda iba hacia el oeste. La salida del bosque de lengas daba a una zona rocosa muy linda para sacar fotos, pero que miraba hacia el noroeste por lo que no se veía el lago. Seguimos por una zona de lengas achapararrada, que aún estaban presentes por encima de los 1500 metros de altura. Las piedras y la vegetación de altura (similar a la de la estepa) iban cubriendo el paisaje. La senda era cruzada por pequeñas lagartijas: no le decía nada a Sole para que no se asuste! Qué considerado!




Empezamos a ver las rocas volcánicas de color rojizo- violáceo y en unos minutos vimos el cono colorado a nuestra derecha: cumbre a la vista! Ya teníamos la cima al alcance de la mano! Ya se veía en el horizonte el único macizo nevado: el Tronador, a unos 180 km al sudoeste.
En un pique final al estilo Rocky IV llegamos arriba: “Drago!!!!!” Sole llegó más cansada, caminando, 30 segundos después. Tardamos 1:47 hs desde la ruta, cuando pensábamos tardar unas 2:30 hs.
El premio mayor desde la cima era una vista privilegiada de la cara sur del volcán Lanín (3776 mts) y sus glaciares (a unos 80km de distancia en línea recta).


No podía faltar la foto del Volcán Lanín

Arrojamos cada uno una piedra roja al montículo que había en la cima, sacamos fotos, nos hidratamos y hasta comimos unos sándwiches de jamón y queso sentados en un sector en que la pirca de piedras rojas nos protegía del viento. Qué lugar para almorzar!!! Estuvimos unos 30 minutos ahí arriba, hasta que llegaron los siguientes aventureros.

Espectacular contraste de colores. Al fondo el Lacar, la piedra Trompul y la ruta.

La bajada fue más rápida, tardando 1:00 hs hasta el cartel de Parques Nacionales, donde elongamos y cargamos agua del arroyo; 10 minutos más tarde estábamos nuevamente en la ruta.

Comentario: los párrafos en azul son aportes que Seba fue haciendo a mi texto.

jueves, 18 de julio de 2013

San Martín de los Andes - Mirador Arrayán

By Sole

Próximo destino: Mirador Arrayán!
Caminamos nuevamente hacia el lago, sin dejar de apreciar los rosales y plantas de lavanda, estas últimas llenas de abejas, que había en las veredas. Preciosas.


Rosales en las veredas

Tomamos la ruta vieja, pavimentada hasta llevar al desvío hacia un viejo hotel abandonado, lugar en el que giraba a la derecha y continuaba ascendiendo, pero de ahí en adelante el camino era de ripio. En forma aislada se veían algunos desvíos hacia propiedades ubicadas entre esta ruta y la ladera del cerro, que deberían tener una linda vista al lago. Luego de 45 minutos, en el que recorrimos 4,5 km y ascendimos unos 200 metros, llegamos! Había 2 miradores, separados por unos escasos metros. En cada uno había un deck de madera, con un banco para sentarse a apreciar el paisaje. Nos ubicamos en el segundo, con el termo y el mate. Además de la vista panorámica de la ciudad y el lago, vimos un desfile de personas que llegaban con sus autos hasta el lugar, se tomaban algunas fotos y seguían viaje. Cuando estuvimos solos, aprovechamos para sacar algunas fotos. Cuando Seba me pidió que me ubique, naturalmente me coloqué de espaldas a la ciudad, ya que para mí esa era la vista del mirador. Se sorprendió ya que para él, el mirador estaba ahí para que la gente mirase hacia el lago, no hacía la ciudad. Mismo lugar, 2 puntos de vistas opuestos, urbanidad vs naturaleza.


La vista según Sole

La vista según Seba




































Cuando comenzó a desaparecer el sol, pero antes de que anochezca, regresamos. Pasamos por “El entrerriano” a comprar el jamón y queso más caro de la ciudad, pero no el de mejor calidad. Como teníamos heladera en la habitación, compramos fiambre para hacer sandwichs para los almuerzos de los próximos días. Regresamos a la hostería!
Cuando llegamos, no podía creer lo que mis ojos veían!!! El school bus estaba estacionado enfrente!!!! Las sospechas se confirmaron cuando en el front desk estaba el guía del tour de ciclistas. Lo recordaba perfectamente porque cuando estábamos en el desayunador le había comentado a Seba que tenía cara de asesino serial. Habiendo tantos lugares en SMA, justo tenían que estar ahí, no podía ser posible!!! Esto nos pasa por elegir muy buenos lugares! Casi programo el despertador en ese mismo momento para ir a desayunar antes que ellos!!!
Caminamos un poco más por el centro, buscando los lugares que Seba había preseleccionado para comer basados en el ranking y opiniones de tripadvisor. Algunos fueron descartados mientras que otros permanecieron en la lista de elegibles. Como no teníamos ninguna preferencia esa noche, hicimos un sorteo, quedando seleccionado “Doña Quela”.
Antes de ir a cenar, pasamos por la oficina de “Incendios, Comunicación y Emergencias”, el I.C.E., para registrarnos para hacer al día siguiente el ascenso al Volcán Colorado.
De ahí nos fuimos a “Doña Quela” (San Martín 1017), un restaurante que funciona en lo que fue el comedor del “Hotel Lacar”, el primero de SMA, construido en el año 1910. Con decoración de época, detalles en madera y elegancia, nos pareció un lugar muy agradable para comer. Mientras esperábamos los platos que habíamos ordenado nos trajeron pan de campo, con un paté de berenjenas, delicioso y aceite de jalapeño, picante! Seba comió ciervo con hongos y puré de papas con lluvia de almendras tostadas, y yo trucha grillada con vegetales al wok; para beber una cerveza Lacar y un agua mineral.



De postre nos compramos, camino a la hostería, 2 chocolatitos en Abuela Goye, un marroc y un semiamargo con pasas al ron.


Cuando volvimos a la hostería le pregunté a la encargada por los ciclistas, sus palabras fueron sumamente tranquilizadoras! Sólo un par estaban alojados ahí, el resto estaba repartido en otros alojamientos porque ellos no tenían más lugar. Íbamos a poder desayunar tranquilos!!!

lunes, 15 de julio de 2013

De Villa Traful a San Martín de los Andes

By Sole

Febrero 2013

Nos levantamos alrededor de las 8:00 hs, nos bañamos, y fuimos hacia el desayunador! Ups, había olvidado el comentario que le había hecho a Seba la noche anterior. El comedor estaba repleto!!! Todo el grupo de ciclistas estaba ahí devorando su desayuno para poder seguir pedaleando! No nos íbamos a quedar parados ahí para ver como comían los ingleses. Era evidente que el lugar no estaba preparado para contingentes grandes. Volvimos a la habitación a terminar de acomodar la valija.
Cuando regresamos, unos 20 minutos después ya se estaban levantando. El lugar parecía haber sido arrasado por una manada. De a poco se fueron retirando a buscar sus cosas para seguir viaje. Algunos dejaban propina a los encargados del lugar por los huevos revueltos que les habían preparados, que no formaban parte del desayuno habitual. Tuvimos que esperar un ratito para que fuesen reponiendo las cosas, tanto alimentos como vajilla.
A las 10:00 hs salimos con las valijas hacia la “terminal” a esperar a la Araucana. Ya estábamos super acostumbrados a caminar por el ripio con y sin equipaje. Cuando llegamos estaba estacionada con el motor encendido la misma combi que nos había llevado de la Angostura a Traful, no había rastros del chofer. Teníamos la teoría de que si apagaba el motor, no iba a volver a arrancar.


Esperando en la "terminal"

Nos sentamos sobre una mini-cerca de troncos a esperar. Si bien estaba fresco, el día estaba hermoso, soleado y prácticamente sin nubes. Era el día ideal para ir al cerro Negro, pero no había tiempo…
A las 10:30 hs, subimos a la camioneta; éramos los únicos pasajeros. Prácticamente todo el recorrido, salvo los últimos 45 km, la ruta era de ripio, en algunos sectores en muy mal estado. Una vergüenza el estado de la ruta 7 lagos! Es un milagro que los autos que circulan por ahí no terminen sumergidos en alguno de estos lagos! Y encima ahora forma parte de la ruta nacional 40!!!
El efecto batidora del primer viaje se repitió en este, ya que la combi estaba tan sucia y destartalada como en ese momento. Con cada salto que daba por las irregularidades del terreno caía una dosis de polvo del techo! Tuve que sacudir 2 veces la mochila en el tiempo en que estuvimos sentados en esa lata de sardinas.
Luego de 2:30 hs de viaje llegamos a San Martín de los Andes (SMA). El día estaba lindo, y la temperatura parecía estar ascendiendo. Cómo deseábamos algunos días soleados y un poco más cálidos luego de tantos de garúa!!! Caminamos las 4 cuadras que separaban la terminal de micros de la hostería Monteverde. Esta fue la que más nos gustó, quedamos muy conformes con la elección!
Dejamos las valijas y salimos. Fuimos a dar una vuelta por la ciudad. Pasamos por la oficina de parques nacionales ubicada en la plaza San Martín. En este antiguo edificio diseñado por Alejandro Bustillo, ofrecían información, y había un pequeño museo. Fuimos por lo primero. Seba que tenía todo el cronograma de los siguientes días en la cabeza, consultó todas sus dudas. Las explicaciones fueron acompañados de algunos sencillos mapas que indicaban como llegar a los distintos lugares. Yo creo que Seba sabía tanto o más que la empleada del lugar con todo lo que había leído antes de ir, más su experiencia previa en el lugar. Uno de los planes que teníamos se cayó! El camino que llevaba al escorial de lava, era de ripio y estaba en muy mal estado y sólo se podía acceder con 4x4. Ya veríamos como modificaríamos los planes.




Si bien SMA es una pequeña ciudad, tiene todo el espíritu de un pueblo. Como estábamos en horario de siesta, casi todos los negocios estaban cerrados. Encontramos una librería abierta, donde entramos! Tenía un sector con libros con temas relacionados con la Patagonia, desde la flora y fauna, hasta la historia de los primeros pobladores; algunos muy interesantes.  Compramos 3 libritos que nos parecieron atractivos; 3 miembros más para la gran familia de libros, que algún día habitará una biblioteca como Dios manda.
Dimos una vuelta por la zona del lago Lacar, y tras caminar algunas cuadras reconociendo alguno de los hoteles que habíamos tenido en cuenta en la selección, hicimos una parada en “La abuela Goye” donde compramos ¼ kg de helado. Los sabores elegidos fueron chocolate con pasas y almendras, y melón con cassis. Rico, sin ser nada de otro mundo.
Pasamos por la hostería a buscar agua caliente, antes de seguir viaje. Había que aprovechar el día soleado!!!

jueves, 11 de julio de 2013

Villa Traful - Arroyo Catarata

By Sole y Seba

Tras caminar unos 300 metros llegamos al "centro de la villa". Sacamos algunas fotos de los alrededores, la capilla, el salón de usos múltiples, la comisaría, el centro sanitario, etc.

Centro de Salud del pueblo

Retornamos a la ruta, nos esperaban 8 km hasta el inicio de la senda del Arroyo Catarata. Pasamos la hostería y restaurante Villa Traful, cabañas, campings, la nueva hostería “Alto Traful” (la más lujosa del lugar), convirtiéndose el paisaje poco a poco en campos con bosquecitos hacia la izquierda, y más árboles con el lago de fondo hacia la derecha.
El camino de ripio consolidado estaba en bastante buen estado a pesar de las lluvias de los días anteriores. En un momento, a nuestra izquierda apareció una vaca que nos miró fijamente y mugió! “Agarrá una piedra, por las dudas!”, pero la vaca no se movió y no fue necesario apedrearla. Unos metros más adelante apareció otra vaca y algunas gallinas. Además de estos animalitos, nos cruzamos con algunos autos que iban y venían; algunos los vimos ir en ambas direcciones como si hubiesen salido a pasear por la ruta.
Intercambiamos unos “hola!”, con un grupo de ciclistas con aspecto de gringos que iban en sentido contrario al nuestro, que fueron seguidos de un school bus, amarillo y negro, como el de las películas nortemericanas. Después descubrimos que era un micro soporte del tour de ciclistas.
El camino se hizo largo, por no decir eterno. Prácticamente no había ningún cartel que nos indicase dónde estábamos y cuanto faltaba. Seba iba con su mapa, con el que estimaba la distancia recorrida por los accidentes geográficos que iba identificando, todo un explorador!!!
En un momento vimos a lo lejos un cartel que indicaba la presencia de un arroyo!!! Me ilusioné en vano!!! No habíamos llegado, simplemente era el arroyo Medialuna!
Era terrible, y lo peor era que sabíamos que aún no habíamos llegado a la mitad del recorrido!!! Teníamos que llegar hasta el inicio del sendero, caminar la distancia que había hasta la cascada y después volver!!! Al cansancio que ya teníamos, el sólo pensar en esto nos agregaba un peso abrumador en la espalda, que hacía que cada paso costase un poco más!
Unos minutos después vislumbramos el camping “Catarata”, y unos metros más adelante el estacionamiento del arroyo Catarata, que estaba lleno de autos. Casi todos los autos, por no decir todos, nos habían pasado por al lado en nuestra interminable caminata. Muchos de los propietarios de estos autos que fuimos cruzando todo el tiempo que estuvimos ahí, parecían ser habitantes locales que iban a pasar el domingo a la tarde al arroyo, como una salida familiar.



Nos adentramos en el sendero ancho, algo ondulante, que trascurría en un bosque de altos coihues, con el arroyo a la derecha. Era un arroyo bonito, de aguas claras con piedras en el fondo.
A mitad del camino nos sentamos en un par de troncos caídos, mirando hacia el arroyo. Olvidé comentar que la principal motivación que tuvimos para caminar los últimos kilómetros, más allá de ver la catarata, era comer lo que teníamos en la mochila!!! Nada muy diferente a la caricatura que corre en una cinta con un pollo colgando delante! Sacamos lo que había sobrado de salame de la picada, que Seba cortó con ayuda de una cortapluma. Acompañamos el embutido con maníes, que habíamos comprando con cáscara, y unos mates. Un plan alimentario muy saludable!

Seba pensativo frente al arroyo

En el tiempo que estuvimos ahí sentados pasaron varias personas, incluso un par que habían bajado hasta el arroyo, y tuvieron que pasar justo por delante nuestro, como si el bosque fuese tan chico! No les convidamos nada!
Habiendo repuesto energías, guardamos todo y emprendimos lo que quedaba de camino hacia la cascada; en menos de 10 minutos llegamos. De un punto a otro del sendero debe haber unos 15 a 20 minutos de caminata.
Cuando estábamos llegando, nos cruzamos con un par de personas que estaban regresando. Nos llamó la atención que una se estaba llevando un helecho!!! Siii!!! Así, impunemente como si nada, había elegido un helecho cercano a la cascada y se lo estaba llevando!!! Pero eso no fue lo único vergonzoso del lugar, sino la suciedad que había dejado alguno de los grupos de visitantes. Justo enfrente a la cascada había tirados en el suelo una caja de chicles Beldent vacía, varios envoltorios individuales y hasta un chicle masticado!!! Quienes hayan sido, son unos mugrientos que no son capaces de cuidar su tierra. Seba con su conciencia ecológica, a favor de la preservación de los espacios naturales, recogió la caja de cartón vacía para tirarla a la basura más tarde. “Qué sucios son tus consumidores”, le dije. Fue algo que me llamó mucho la atención, siempre pensé que la gente que más cuida el lugar es el poblador local, al que realmente le pertenece esa tierra, que la vive y la disfruta día a día. Si ellos no la cuidan, que queda para los que simplemente la visitan?
De las 3 cascadas que vimos en Villa Traful, esta fue la más impactante, tal vez porque tenía más flujo de agua, o tal vez porque fue a la que nos acercamos más. Es un lugar que esta bueno para ir, obviamente en el caso de que uno vaya en auto y no tenga que caminar los 8 km desde el centro!

Cascada a la que debe su nombre el arroyo

Sacamos las fotos pertinentes y volvimos caminando hacia la ruta. Ahí estaba gran parte de los últimos individuos que habíamos cruzado en el sendero, que se distribuyeron en cinco autos y tomaron la ruta en caravana en dirección a la villa.
Si bien habíamos llegado arrastrándonos al lugar, en una caminata que se hizo sumamente extensa y extenuante, el regreso nos tomó con más energías! Sin apresurar la marcha, y casi sin detenernos, salvo unos 5 minutos a mitad del camino para tomar agua, los kilómetros fueron pasando y en las 2 horas esperadas llegamos.
Nos detuvimos en el muelle a sacar unas fotos, pero pronto el viento nos hizo retirarnos. El sol desapareció, y el frío se hizo notar.



Cuando llegamos a la hostería descubrimos que el school bus y las bicicletas estaban aparcados en los alrededores, y los gringos en el interior. Oh, no! “vamos a tener que levantarnos temprano a desayunar, antes de que vengan tooodos!”, le dije a Seba.


Nos arreglamos un poco, y 20:40 hs salimos a cenar. Caminamos unos 300 metros a la derecha, hacia el “Complejo Aiken” donde entramos al restaurante “Julia Irene”. Aún era temprano para cenar, la cocina recién abría a las 21:00 hs según nos informó la dueña del lugar cuando llegamos. Pero sin embargo, fue hospitalaria, y nos dejó entrar, para que no estemos esperando en el exterior, donde la temperatura continuaba bajando. Nos ubicamos en un rincón del local, dónde nos sentamos a escribir lo que habíamos hecho durante el día, y comimos unos palitos salados, mientras tomamos una cerveza artesanal Andina Traful roja y una Coca Cola light. Seguimos con una fugazeta, que Seba acompaño con una cerveza negra. Mientras comíamos entró una pareja con un niño pequeño que estaban alojados en uno de los campings, y se sentaron a esperar su pizza en una mesa frente a la salamandra que estaba encendida dando calorcito al ambiente. Nos fuimos muy conformes del lugar por la cálida atención recibida.
Volvimos caminando rápidamente, tiritando del frío. El lago estaba iluminado por la luna creciente y el cielo estrellado.

Frase del día: cuanto falta???

Síntesis del trekking al Cerro Negro: es una caminata exigente, con más de 1000 metros de desnivel, que se hace en unas 3 horas (ida). Por mi experiencia de 2006, es recomendable hacerla en grupo y llevar mucho agua, sobre todo porque una vez que se sale del naso hay poca vegetación que repare del sol. En nuestro caso, ascendimos 1:30 minutos aprox, casi llegando a la pampita al pié de las torres. Nos faltaba rodearlas, esquivar el mallín y subir por el acarreo hasta la cima. Pero el frío, el viento y la nubosidad (que nos iban a impedir disfrutar del paisaje desde la cumbre), junto con la falta de huellas por el nulo tránsito de los días previos nos hizo abstener de correr cualquier riesgo.