jueves, 22 de mayo de 2014

Benvenuti a Pushkar!!!!

By Sole

15 de febrero de 2014

La cena de la noche anterior no tuvo ninguna consecuencia negativa, así que nos levantamos con energías renovadas para visitar Pushkar. Si bien teníamos previsto visitar la ciudad de Ajmer en el camino, luego de escuchar la opinión de Ravi y de haber realizado una extensa lectura de opiniones en Tripadvisor decidimos cancelarla.

Partimos a las 9 de la mañana hacia la zona más desértica de Rajastán. Saliendo de Jaipur nos fuimos cruzando con habituales escenas de la vida diaria entre las que no puedo dejar de resaltar la gran cantidad de hombres orinando contra paredones en la vía pública.

Ya que estamos en el tema de "necesidades fisiológicas" pasaré a comentarles algo muy curioso. Los indios cuando van al baño no suelen usar papel higiénico porque justamente no lo consideran muy "higiénico". Junto al inodoro es común encontrar un duchador (incluso en shoppings) o un recipiente con agua con la que se lavan "sus partes" con ayuda de la mano izquierda, la mano impura. Por este motivo es de mala educación y hasta repulsivo comer con la mano izquierda y ni hablar de intentar saludar a alguien si uno tiene ocupada la derecha...
Para ilustrar el asunto les dejo un videito very, very, very important (no tiene desperdicios)...


Volvamos a nuestro viaje...

Pronto tomamos una autopista con auto zigzagueantes, algún que otro peatón y bastante camiones que ocupaban todos los carriles, la mayoría con la inscripción “Blow horn” en su parte trasera. Según Ravi eso significa que si uno quiere adelantarse al camión tiene que tocar la bocina en forma sostenida hasta que la mole se mueva y de paso.

También tuvimos la oportunidad de experimentar una vez más cómo funcionan los peajes. Es bastante  complicado pasar por la cabina para pagar, muchas veces hay 2 hileras de autos que convergen en una. Y como si eso fuera poco, también hay autos que aparecen de la nada por el costado y se te meten adelante. Deben estar tan acostumbrados a que esto suceda ya que nadie se queja.

A la altura de Ajmer, la ciudad que había decidido obviar y que es uno de los lugares de peregrinaje islámico más importante de la India, nos desviamos hacia una carretera de doble mano con curvas y contracurvas. Las características de la ruta sumado a que también había animales hizo que el viaje se enlenteciera bastante.

Luego de unas tres horas, en las que recorrimos unos 145 km, llegamos a Pushkar. A pesar de ser pequeña tiene ciertas características que la hacen un lugar especial: es un sitio sagrado de peregrinaje para las hindúes ya que alberga a uno de los pocos templos del mundo construido en honor al dios Brahama. Otro de sus atractivos es el lago rodeado de ghats en el que los peregrinos toman baños purificadores, los lugareños utilizan para su higiene personal y a su vez se llevan a cabo ceremonias crematorias. Y por último, en el mes de noviembre se realiza la feria de camellos más importante del país a la que concurren pobladores de la región para comprar, vender y permutar animales.

Resultan muy divertidas las leyendas sobre el origen del pueblo y porque está justo ahí el templo más importante dedicado al dios de la creación. Paso a contarles las que me parecieron más interesantes.

Por un lado la historia cuenta que Brahma mató a un demonio que atemorizaba a la región utilizando un pétalo de una flor de loto como arma; cuando este cayó al suelo creo el lago de Pushkar.

Otra narra que Brahma se preparaba para realizar una puja para lo que requería la presencia de una mujer. Como la ofrenda sólo podía realizarse en un determinado momento y su esposa, Savitri, tardaba mucho se casó con una mujer de Pushkar. Esto volvió furiosa a Savitri, quien lo maldijo y juró que no se lo volvería a venerar en ningún otro lugar de la India, siendo esta la razón de los pocos templos que existen en honor a Brahma.

Cuando estábamos ingresando a la ciudad se nos unió el guía; este también dijo llamarse Boby! A esta altura creo que Boby es un genérico para guía y Ravi para chofer… Según nuestro itinerario no teníamos contratado un guía en Pushkar, aunque Ravi insistió en lo contrario y de hecho apareció.

Su primera palabra fue “Benvenuti!!”. Ups, idioma incorrecto!!! Ibamos a tener que parlar il italiano??? El hombre no hablaba castellano, y parecía saber 5 palabras de italiano y 10 de inglés… a esto sumemos que nosotros sabíamos otras 5 palabras de italiano…

El auto se detuvo a unos 150 metros de la entrada al templo de Brahma, el lugar más próximo al que podían acceder los vehículos. Todavía seguíamos un poco paranoicos por lo que habíamos leído en Trip, por lo que teníamos decidido no visitar el interior del templo y habíamos seguido el consejo de llevar una pulsera roja y la frente tapada para evitar que nos hicieran una “bendición” en forma forzosa en al entrecejo. Con esos recaudos nos dispusimos a aprovechar el día.

Templo de Brahma

Le hicimos entender al guía que sólo queríamos ver el lago con los ghats y alrededores, sin meternos en ningún templo ni negocio. Tras pasar por el ingreso al templo, donde la gente dejaba hasta la cámara de fotos, enfilamos hacia la calle llena de locales que iba paralela a la que bordeaba el lago. Nos metimos por una pequeña callejuela que nos llevó a una terraza (en la que había algunas vacas) con una gran vista del lago y sus ghats, donde la gente del lugar estaba bañándose o lavado sus ropas. Si queríamos caminar por la orilla debíamos quitarnos los zapatos, así que nos limitamos a caminar por el sendero que iba conectando estas terrazas. Si bien había un cartel pintado en la pared que prohibía las fotos, ni bien estuvimos ahí el guía nos pidió la cámara para retratarnos. Estábamos incumpliendo lo que decía el cartel, pero la idea no fue nuestra!!!



Alrededor del lago había una importante cantidad de animales, desde palomas y perros hasta las sagradas vacas y monos. Se cree que alimentar a los animales es bueno para el karma, así que nunca faltan las ofrendas: un poco de maíz para las palomas, pasto para las vacas y bananas para los monos.

Una vez más el guía no resultó de ayuda para enriquecer nuestro conocimiento previo del lugar, pero si fue un buen fotógrafo y espantador de timadores; no tuvimos que lidiar con nadie que nos viniera a bendecir o a vendernos una flor de loto para ofrendar.

Los ghats de Pushkar y su gente

Seguimos con una caminata por el resto de las calles del pueblo en las que nos cruzamos con algunos monos, varios camellos, vacas, perros callejeros y algunos sadhus (estos sólo se nos acercaron cuando nos despedimos del guía, pero con un “no” rápidamente se iban). Visitamos el exterior de un templo dedicado a Visnú al cual caímos de casualidad ya que no suele publicitarse como una atracción.



Llegado el mediodía nos despedimos del guía y arreglamos el horario de encuentro con Ravi; necesitábamos un tiempo para recorrer por nuestra cuenta, hacer algunas compras y almorzar. Repartimos mitad del tiempo para caminar nuevamente la calle principal, en la que había una gran variedad de locales en los que se podían negociar muy buenos precios, tal vez más bajos que en el resto de los lugares que visitamos. Compramos unas fundas de almohadones, una kurta y algún té.



El tiempo que nos sobró lo utilizamos para almorzar en el restaurante “Out of the Blue”, que había sido recomendado por el guía. Subimos por escalera unos cuantos pisos hasta llegar a la terraza, que tenía una muy linda vista del lago y alrededores. El lugar era un poco “fumado” con un sector con almohadones y mesas bajas, y la infaltable música funcional de fondo que generaba un ambiente especial, pero sinceramente luego de estar más de una hora ahí nos quemó el cerebro!!!

Desde la terraza de "Out of the blue"

En Pushkar la mayoría de los restaurantes eran vegetarianos, lo que realmente no representaba un problema para nosotros. Pedimos un Mix Vegetables, un plato con arroz que venía acompañado de papa y paneer, dos chapatis y un agua. Todo eso por sólo 300 Rp!!! Es muy barato comer en Pushkar!!! Lo que no resultó fue rápido… tardaron 40 minutos en sacar el pedido, al punto que tuvimos que reprogramar nuestro horario de encuentro con Ravi. El inocente Mix Vegetables resultó ser un plato más elaborado que unos simples vegetales hervidos o al vapor; venían en una salsa muy aromática y picante, que al mezclarla con el arroz del otro plato se toleraba bastante bien.

Terminado el almuerzo nos encontramos con el chofer, con quien dimos vueltas por el pueblo tratando de encontrar la filial en India de Racing Club. Un grupo de hinchas de Racing se asoció con una institución benéfica de origen británico para llevar los valores racinguistas a la india y colaborar con la educación de chicos de bajos recursos. Parte del proyecto incluye llevar camisetas y pelotas de futbol para que los chicos practiquen deporte y se identifiquen con los colores. Lamentablemente, nadie registraba el lugar, y la información que nos pasaron en Facebook era poco precisa. La falta de nombres y numeración de las calles no ayudaba en la búsqueda, y por más que nos metimos en callejuelas que podrían resultar tenebrosas (pero a las que nos habíamos acostumbrado sin problemas) y que Ravi habló en hindi con muchos vecinos, nadie nos pudo indicar donde quedaba… Así que emprendimos el largo viaje de regreso a Jaipur, con un Ravi más silencioso que de costumbre.

Camello saliendo de Pushkar

La cena de despedida fue en el hotel. Para no perder la costumbre seguimos incursionando en la comida india… un Mutton Curry (mutton cooked in onion, tomato thick gravy and indian herbs with traditional style –no tenía descripción el plato-) y un Dal Lahsumi (mix lentis cooked in garlic flavor-) fueron los elegidos para acompañar el ya clásico roti. La atención del mozo no fue nada particular, el único recuerdo que tengo de él es el eructo que despachó en medio del salón sin ningún tipo de inhibición (nada que fuera extraño para las tradiciones locales).


Sin darnos cuenta llevábamos ya una semana en la India y se nos acababa la recorrida. Nos habíamos adaptado muy bien a la comida, las costumbres y a aquellas imágenes que pensábamos que nos iban a horrorizar; ya empezábamos a sentir nostalgia incluso antes de partir…

jueves, 8 de mayo de 2014

Jaipur: la ciudad rosa que no es rosa

By Sole

En el camino de regreso a Jaipur paramos frente al Palacio del agua o Jal Mahal para tomarle una foto. Este  edificio, ubicado en el medio del lago artificial de Man Sagar, tiene 5 pisos pero por la altura del agua sólo pudimos ver dos. Se dice que cuando el lago se seca es posible verlo en su totalidad. Mientras nos sacábamos la foto aparecieron los vendedores y hasta un mago, que fueron ahuyentados rápidamente. Del otro lado de la calle se veían un par de camellos para alquilar y dar una vuelta por la zona.


Jal Mahal

Aun teníamos dos visitas más para esa mañana. La primera fue al observatorio o Jantar Mantar, un complejo con varias formas geométricas de grandes dimensiones, construido en 1728 por el maharajá Jai Singh II. Este hombre que además de ser maharajá era astrónomo construyó en total cinco observatorios siendo este el más importante a tal punto que en el año 2010 fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.



Creo que si uno va por su cuenta no entiende absolutamente nada, y se limita a ver un grupo de figuras sin sentido. Por suerte teníamos a nuestro guía que nos explicó el funcionamiento de algunas de estas estructuras, que cuando había sol, permitían calcular la hora en la ciudad (unos 40 minutos más que la hora oficial de la India).



La segunda visita dentro del casco histórico de Jaipur fue al City Palace. Para ingresar tuvimos que pagar una entrada aparte de 300 Rp; no estaba incluida en el combo que compramos en Amber. Es el palacio donde vive el maharajá de Jaipur, que en forma lucrativa ha convertido parte de los edificios que lo integra en salón de fiesta, museo y escuela de arte, con sus respectivos gift shops.

City Palace

Se pueden visitar el museo de indumentaria con trajes que pertenecieron a diferentes generaciones de maharajás, obviamente que eran sumamente ornamentados con bordados en hilos de seda. Llama la atención el gran pantalón pijama que perteneció a Jai Singh II. Un detalle que había olvidado comentar es que el hombre medía casi 2 metros de alto y pesaba más de 250 kg. En un momento que me distraje, el guía se acercó a Seba y le contó al oído (conversación exclusiva de hombres) que el maharaja era tan gordo que cuando mantenía relaciones se quedaba tumbado en la cama y las mujeres tenían que ir arriba…

La recorrida por el City Palace continuó con la sala de armas, que incluía una interesante colección de armas blancas y de fuego de todo tipo y de lo más originales. De ahí fuimos a la escuela de arte, donde una vez más tuvimos que seguir el juego del guía que mientras nos invitaba a sentarnos delante de un pintor nos dijo: “él les va a explicar la técnica de pintura con pincel de pelo de ardilla sobre papel de arroz”. Nos sentamos en unas banquetitas y comenzó la explicación de cómo había heredado la profesión (su padre y abuelo hacían las mismas pinturas) y los elementos que usaba al tiempo que iba dibujando. El hombre hacía un trabajo precioso, con tan pocas cosas lograba verdaderas obras de arte. Miramos las láminas que tenía a la venta, pero al ver los precios de las que nos gustaban (aunque no eran excesivamente caros) desistimos de comprar.

No dejamos de visitar el salón que se alquila para fiestas de bodas al módico precio de U$S 40000, sin contar comida, animación, etc, etc, etc. Lo único destacable del lugar son los dos jarrones de plata de 345 kg y capacidad de 9000 litros, que utilizó el maharajá de turno en 1902 para llevar agua del río Ganges a Inglaterra para realizar baños purificadores durante su viaje a dicho país. Son tan grandes que figuran en el libro Guinness de los Records como los objetos de plata más grandes del mundo.

A tener en cuenta los que se están por casar...

En las inmediaciones de este salón visitamos un patio con cuatro puertas alrededor de las cuales había pinturas con diferentes motivos, muy pero muy lindas. Me gustó mucho una con pavos reales, las aves nacionales de India.



Concluimos la recorrida pasando por una gran sala donde se llevan a cabo las coronaciones y eventos importantes. En las paredes hay retratos de todos los maharajás que impusieron su poder desde ese palacio. La mayoría fueron retratados con rosarios hindúes en sus manos, otra demostración más de la importancia de la religión en el pueblo indio.

Nos llamó la atención que el guía hablaba con mucha admiración y respeto de estos hombres e incluso justificaba su bondad en el hecho de que había donado algún edificio para hacer escuelas. A pesar de estos comentarios nos llevamos la sensación de que eran una elite que vivió y continúa viviendo en la opulencia rodeada de pobres que viven en la indigencia, a los que muy cada tanto en alguna celebración popular les da algo de comida y tan sólo con eso mantienen la idolatría.
A modo de balance del City Palace, si bien es un lugar muy pintoresco no lo voy a poner entre los must de Jaipur, sobre todo si no sobra el tiempo y el dinero.

A esta altura del día estábamos muertos de hambre así que fuimos a comer al restaurante escogido por Ravi y el guía. Caímos en un lugar llamado “DURG (the fort)”, una especie de carpa en un gran patio en las que estaban dispuestas mesas de diferentes tamaños (algunas largas preparadas para tours) y otras más pequeñas alrededor de una tarima central donde se desarrollaba el show. Nooo!!!! Había show!!!! La mayoría de las mesas estaban ocupadas por grupos de turistas clásicos que comían mientras observaban como un hombre y un niño disfrazados tocaban instrumentos de percusión y cuerda. En la parte delantera había otra carpa más pequeña en la que comían los choferes y guías como comisión.

Luego de una larga espera llegó nuestro pedido: bhuna gosht (trocitos de cordero con jengibre y cilantro en gravy), el clásico vegetable biryani (especias, verduras al curry y arroz basmati cocido en horno de barro) y agua. La comida estuvo bien, sin demasiado picante lo que era esperable por ser un lugar 100% preparado para el turismo. Y siempre donde hay turistas hay posibilidad de pedir tip por todo… en el baño del lugar también estaba el hombre que reclamaba propina!

A pesar de sutiles intenciones de llevarnos de compras, aprovechamos el ticket combinado que pagamos en el Amber Fort para visitar el Hawa Mahal o Palacio de los vientos.

Hawa Mahal
El edificio, construido en 1799, es básicamente una fachada con 365 ventanas que eran utilizadas por las mujeres para observar lo que sucedía en la calle sin ser vistas. Subiendo a lo alto del mismo se tiene una vista muy bonita de la ciudad, incluyendo el City Palace y el Jantar Mantar. Ahi van algunas fotos, imposible no ponerlas...

Por una de las ventanas del Hawa Mahal
Vista panorámica desde el Hawa Mahal I

Vista panorámica desde Hawa Mahal II

Viendo que no teníamos mucho espíritu de compradores para meternos en algún emporio de piedras o telas, el guía nos llevó a recorrer las calles de los alrededores del Hawa Mahal que estaban repletas de locales comerciales. Pasamos por un sector de vendía todo tipo de latas y cacharros de acero, un mercado callejero de frutas, verduras y flores, y varios locales de fideos sueltos y aceite (muchísimas variedades desconocidas para nosotros). 





Sólo paramos en un negocio de especias “recomendado” donde vendían lo mismo que en el Spice market de Old Delhi. La venta infructuosa incluyó hasta una demostración de cómo comer las semillas de anís con azúcar post-comida; tuve que comer el mix que el vendedor había depositado en mi mano, siguiendo las instrucciones del guía. “Espero no intoxicarme con esto” fue lo que pensé mientras masticaba el anís azucarado. Sobreviví!!!.

Terminamos el recorrido cerca de un templo hindú donde fuimos a comprar más malas; teniendo un precio de referencia conseguimos un mejor trato que en Old Delhi. Con esto concluyó el servicio del guía, de quien nos despedimos y seguimos viaje con Ravi, a quién le pedimos que nos lleve a un autoservicio. En el pequeño supermercado predominaban los arroces y una amplísima variedad de legumbres y productos importados (golosinas y galletitas).  Con algunos víveres y algunos condimentos para llevar a casa regresamos al hotel donde pasamos el resto de la tarde leyendo un poco sobre lo que haríamos al día siguiente.

Como queríamos probar otra opción para la cena (diferente al restaurante del hotel) hicimos una búsqueda por tripadvisor descubriendo un lugar llamado “Krishna Palace Rooftop”. El lugar tenía buenas críticas y estaba justo a la vuelta de Shahpura House. Llegada la hora de la cena, hacia allí fuimos!

Sin muchas dificultades encontramos el edificio, exteriormente era igualito al que habíamos visto en las fotos. Ingresamos al jardín donde estaba el cartel que confirmaba que estábamos en el lugar correcto, terminando en un lugar raro: un porche con una máquina de expendio de cigarrillos y gaseosas, una mesa alta que parecía un mostrador, un pasillo y una escalera al frente, y una puerta que daba a un dormitorio en el que había un colchón en el suelo y  se divisaba el reflejo de la tele. No se veía a nadie por ningún lado!!! Cuando estábamos por gritar “Hello!” salió de la habitación una pareja de fisonomía india y edad incierta, tal vez 60 o 70 años. Ni bien comencé a hablar el hombre nos dijo que esperáramos, y en forma casi simultánea apareció del fondo una chica que nos indicó que debíamos subir la escalera para llegar al restaurante.

Ni bien comenzamos a subir tuvimos la impresión de que se trataba de un lugar sucio sin nada del glamour que reflejaba la fachada. Nos recordó a la película “The Best Exotic Marigold Hotel”, que habíamos visto antes de viajar. En el tercer piso encontramos el rooftop con un par de mesas en el exterior (estaba fresco como para sentarnos ahí) y un espacio techado con unas 6 o 7 mesas más. Dudamos entre quedarnos o salir corriendo al ver la soledad y el aspecto de fonda!!! Apenas se veían 3 hombres jóvenes desalineados que parecían ser los encargados del lugar. Ya que habíamos llegado hasta ahí, le dimos una oportunidad!


Elegimos dos diet Coke, un plain chapatti, un Kashmiri Dum Alu (Potatoes stuffed with cottage cheese in an onion and tomato gravy) y un Dal Fry (lentis in sauce); los precios eran bajos comparados con lo que habíamos venido pagando. Luego de una espera de unos 20 minutos,  en la que permanecí atenta viendo si aparecía una laucha por alguna parte, llegó el pedido. A esta altura ya no estábamos solos en el salón, había dos comensales más y afortunadamente ningún roedor. Qué nos había tocado en suerte??? Una papa en una salsa con el mismo olor de siempre y una sopa en la que flotaba una capa de aceite, unos vegetalitos y unas pocas lentejas. Eso sí, lo que no le faltaba era picor!!! Comimos un poco temerosos, sin saber si al día siguiente estaríamos vivos…