sábado, 28 de enero de 2017

Buenas noches Vietnam!!!

By Sole

Habiendo pagado el pasaje del pasajero que faltaba la combi arrancó y partimos hacia el centro de Hanoi.
Ya era de noche; de hecho ya era de noche cuando aterrizamos. De la primera parte del recorrido más allá de que cruzamos un río no puedo decir mucho, sólo se veía lo poco que estaba iluminado con luz artificial.

El panorama cambió completamente al ingresar a la ciudad con las miles de luces, las motos, las marquesinas con carteles de neón y la gran cantidad de gente. De repente todo el lugar cobró vida! Parecía que todo el mundo estaba cenando en la calle sus tazones de sopa y noodles sentados en pequeños banquitos o sillitas que le provocaron dolor de espaldas a Seba de tan solo mirarlos. Viendo eso y luego leyendo un poco rápidamente comprendimos porque había tanta gente comiendo en la calle: muchas de las casas no cuentas con un lugar para cocinar y comer por lo que suelen hacerlo en precarios puestos callejeros.


Restaurantes callejeros

Una hora después llegamos a la parada final del shuttle que era justamente donde teníamos que bajar. Al poner un pie en la calle tuvimos la primera muestra del caos vehicular. Intentamos caminar por la vereda los 400 o 500 metros que nos separaban de la agencia de viaje, lo que fue prácticamente imposible por la cantidad de motos que había estacionadas en el lugar que teóricamente era para peatones y la gente sentada en las puertas de sus casas y negocios… así que fuimos por la calle pegaditos al cordón donde a su vez teníamos que tener cuidado de que no nos atropellara algunas de las cientos de miles de motos que circulaban y que cada tanto nos tocaban bocina.

Casi eran las 20 hs cuando llegamos al callejón Ngo Huyen donde estaba Lily’s Travel Agency en el número 18 y varios metros más adelante nuestro hotel. Ahí nos recibieron dos chicas muy amables que enseguida nos entregaron dos botellas de agua mineral; no sé si fue parte de una cortesía habitual o por el aspecto deplorable que teníamos. Luego de chequear muchos e-mails antiguos  –habíamos contratado y pagado la excursión unas cuentas semanas antes del viaje- y un llamado telefónico nos fuimos con el voucher y confirmamos el punto de encuentro para la mañana siguiente. Valijas en mano seguimos caminando hasta el número 62 de Ngo Huyen donde estaba el Splendora Hotel. Fue de casualidad que los dos lugares estuviesen en la misma calle; la agencia nos la habían recomendado unos amigos que habían contratado la excursión ahí el año anterior, y el hotel resultó de una dificultosa búsqueda de Tripadvisor/ Booking. Por qué digo dificultosa búsqueda? Realmente la selección nos costó bastante porque había muchos hoteles que se veían muy bien, con muy buenas críticas a precios excelentes; era imposible basarse en el clásico análisis de pros y contras, la elección estuvo basada en las fotos que más nos gustaron.

Volvamos al relato… Con cuidado de no pisar a un grupo de niños que jugaban en la escalinata del hotel ingresamos al mismo, donde tuvimos que esquivar el mini altar con ofrendas de comida y bebidas que estaba junto a la entrada. Nos recordó mucho a los templos de los muertos de Tailandia; no queríamos tener a los dioses en contra por haber destruido el santuario con las valijas! Casi instantáneamente apareció la empleada del front desk que nos recibió una gran sonrisa y un “Welcome to my hotel”. Nos acomodamos en unos sillones mientras nos refrescábamos con un par de jugos de bienvenida y llenábamos la habitual planilla de check in. Tras haber sacado fotocopia de los pasaportes se sentó al lado nuestro y nos dio un mapa de la ciudad donde nos marcó algunos puntos de referencia, nos recomendó un par de lugares para comer y hasta nos explicó como cruzar la calle!!! Un rato más adelante comprobamos porque nos había hablado de ese tema.
Más allá de su amabilidad nos llamó la atención el sentido de pertenencia que tenía con el hotel en su discurso; en lugar de decir “el hotel ofrece…” como sería común escuchar en cualquier lado, siempre habló de “mi hotel ofrece…”. Sinceramente no creo que fuese la dueña del lugar.


Altar en la entrada del hotel

Además de la excelente recepción nos hicieron un upgrade! No le faltaba nada a la habitación familiar que contaba con dos camas grandes, televisor plano, notebook, complementary tea and coffee, agua mineral, productos de aseo y hasta un sector de ducha correctamente limitado (algo que había escaseado en los últimos días).


Una para cada uno!!!

Estábamos cansados y con hambre; aún no habíamos hecho una comida decente en todo el día. Optamos por uno de los dos restaurantes que nos había recomendado la chica de la recepción. No tuvimos que caminar demasiado, tan solo recorrimos los casi 200 metros que teníamos para salir del callejón y tras girar a la derecha unos 100 metros más, justo en la esquina, estaba “Pho 10”. Nos encontramos con un local muy sencillo, con unas 10 mesas sin manteles que como elemento especial al lado de cada una había un tachito para ir arrojando la basura. Los comensales eran bastante variados incluyendo locales, turistas y algunos hombres con aspecto musulmán. Si hay tanta gente local malo no debe ser, pensamos. Nos acomodamos en uno de los pocos lugares libres que había y rápidamente elegimos los platos de un muy escueto menú. Haciendo honor a su nombre, lo único que se vendía en el lugar era “pho”, o sea la típica sopa del lugar con noodles de arroz, carne (con distinto grado de cocción) y algunos vegetales. En menos de 5 minutos arribaron los dos platos de sopa que habíamos pedimos. En lugar de queso rallado había trocitos de lima para exprimirle, rodajitas de chile picante y ajo. Estuvo más que bien; una comida rápida, rica, simple y económica.


Tradicional Pho vietnamita

Terminado el plato, pagamos y nos fuimos a recorrer los alrededores. Las escasas calles que habíamos caminado previamente con las valijas eran una pequeña muestra del caos de la ciudad, que a medida que nos fuimos acercando al lago Hoan Kiem mostraba su mayor esplendor. Motos, motos y más motos en todas direcciones entre las que circulaban algunos autos y bicicletas. A esto se sumaba la casi ausencia de veredas que estaban plagadas de más motos estacionadas, personas comiendo en los improvisados “restaurantes callejeros”, vendedores varios y gente que simplemente estaba sentada disfrutando de una calurosa noche otoñal (con unos 29ºC) en la puerta de su casa. Y eso no era todo… casi no había semáforos!!! La combinación de todos estos factores hacía que fuese casi imposible caminar y más aún cruzar las calles. Sin dudas la explicación de cómo cruzarlas que habíamos leído en Internet y nos habían dado en el hotel cobraba sentido. La técnica de la India de ir frenando autos haciendo una seña con la mano no funcionaba. La idea era ir avanzando lentamente, en forma constante sin correr ni detenerse bruscamente, confiando en la habilidad para esquivar gente de los motoqueros. Los turistas teníamos que tomar bastante coraje antes de poner un pie en la calle; los locales lo hacían con una increíble naturalidad.


Aves asadas

Si bien eran pasadas las 9 de la noche, casi todos los negocios y puestos estaban abiertos. De hecho hasta había un par de calles cortadas para el tránsito donde estaba armado el night market, una feria con las más diversas chucherías chinas y ropa. Merecen especial mención los locales que vendían posters, la mayoría replicas de propagandas políticas la época de Ho Chi Minh con todo tipo de mensajes comunistas, muchos anti norteamericanos. Resultan atractivos como curiosidad y por lo coloridos; pero si uno piensa seriamente en el contenido de los mismos y en lo que vivieron muchos de los vietnamitas duda mucho en comprar o no una imagen del "tío Ho" rodeado de niños felices…

Otros de los negocios que abundaban eran los de café en granos y molido. La verdad es que desconocíamos totalmente el lugar que ocupa el café en la economía del país, y mucho menos aún sabíamos que es el segundo exportador mundial. Producto de nuestra ignorancia no compramos. Pero el destino quiso, aunque tal vez un poco tarde, que degustásemos este café que resulto tener un sabor agradable muy particular…

Luego de tomar valor cruzamos la avenida que nos separaba del lago; es un milagro que hayamos sobrevivido. Sin dudas uno de los momentos más estresantes de la noche! A pesar de las luces, no se apreciaba demasiado el Hoan Kiem, por lo que no le dedicamos demasiado tiempo. Apenas pispeamos un poco y volvimos a poner nuestras vidas en manos de los motoqueros.




Lago Hoan Kiem

Tras tener una idea general de las inmediaciones volvimos al hotel donde antes de ir a dormir nos pusimos al día con los e-mails de gmail, Facebook e Instagram. El que más sintió nuestra falta de conexión fue Facebook, que obsesivamente mientras estuvimos en China nos mandó una e-mail diario informándonos la cantidad de mensajes, notificaciones, invitaciones y sugerencias de amistad que teníamos pendientes. Finalmente esa noche le dimos el gusto y entramos a las respectivas cuentas tranquilizando los sentimientos de abandono de la red social.

lunes, 23 de enero de 2017

Taxi, tren, subte, avión, minibus...el largo camino a Hanoi

By Sole

23 de Octubre

Madrugón! Aún medio dormidos bajamos las escaleras con las valijas a cuesta para encontrarnos con un hall sin vida; ni siquiera estaban encendidas las luces. Parece que en China confían mucho en la gente y no dejan a nadie a cargo del front desk... Como no teníamos deudas pendientes con el establecimiento cuando vino el taxi dejamos las llaves y nos fuimos…

La ciudad estaba bastante tranquila a esa hora, recién estaba comenzando a cobrar vida. Si bien no abundaban los taxis creo que podríamos haberlo tomado directamente en la calle. Como era de esperar no había mucho tránsito y antes de las 7 ya estábamos en la estación. Una vez más nos encontramos con un edificio de mayores dimensiones de lo esperado, que resultaba excesivo por lo menos para la cantidad de trenes que partían a esa hora.



Ilusos, habíamos pensado que al menos habría un lugar para tomar un café... Salvo por un local de “delicatesen” y souvenirs, y un fast food que vendía sopas –el típico desayuno callejero- todo el resto estaba cerrado. La idea del cafecito caliente se esfumó rápidamente y no tuvimos más opción que reemplazarlo por un yogurt bebible y una botella de Nescafé frío que encontramos en las heladeras del negocio de souvenirs. Para darle un toque exótico extra al desayuno lo acompañamos con galletitas de té verde que veníamos arrastrando desde Xi'an. Nuestro pic nic en la sala de espera pasaba totalmente desapercibido entre tanta gente que tomaba té en sus termos y sopas recientemente hidratadas con el agua hirviendo que ofrecía el lugar.

Una media hora antes del horario de partida vimos que se estaban formando filas. Como estábamos con las valijas y queríamos encontrar un lugar para colocarlas en el vagón nos unimos al grupo de ansiosos. Ya no éramos tan naivës y sabíamos lo desafiantes que eran esas filas, en las que hay que poner todo el cuerpo para que no se cuele nadie.




Quince minutos antes de la partida, se abrieron las puertas y fuimos pasando lentamente luego de que nos checkearan el ticket. El tren que partía de ahí ya estaba esperando en el andén. Creo que por primera vez en nuestra historia de viajes entramos en el bagón de primera clase. Dos cómodos asientos bastante anchos por lado, con espacio para colocar las valijas por encima de los mismos nos esperaban. Sorprendentemente,  todo el mundo se ubicó en su lugar sin inconvenientes y partimos con una puntualidad casi inglesa.


Primera clase por primera vez!!!

Se trataba de un tren rápido que por momentos alcanzó los 240 y 250 km/hora; apostaría que fue el más veloz de los que hemos tomado hasta el momento. No tuvimos tiempo de aburrirnos entre las paradas intermedias con algo de movimiento de pasajeros, las azafatas que vendían café, helados y snacks y el paisaje que fue cambiando de montañas a parcelas con cultivos de distintos colores que determinaban bonitos mosaicos intercalados con espejos de agua que parecían criaderos de patos y peces. Respecto al tema cultivos nos llamó la atención lo poco mecanizado que estaba; todo el trabajo parecía ser manual. La aparición de una ciudad en el horizonte y el horario nos indicaron que estábamos llegando a Guangzhou.

A las 11:45 hs ya estábamos en la estación. Como en cualquier país del primer mundo, había un subte que conectaba esta terminal de tren con el aeropuerto y hasta estaba muy bien señalizada en inglés! Sin problemas, y modestia aparte, sacamos los tickets que hasta incluían una conexión intermedia –entre la línea 2 y 3- con muchísima más habilidad que muchos de los locales que estaban en las máquinas expendedoras aledañas.



Pocos minutos después estábamos sentados en el subte con un largo viaje por delante. En la 1:10 hs que estuvimos bajo tierra debemos haber atravesado la ciudad de punta a punta, terminando en el interior del aeropuerto. Qué conocimos de Guangzhou? Estación de tren, subte y aeropuerto, con conexiones super aceitadas. O sea, no contamos a Guangzhou en la lista de ciudades visitadas.

El aeropuerto era más grande de lo que habíamos imaginado. En el uno de los niveles había locales de comida que iban desde restaurantes hasta fast foods incluyendo un KFC y un Mc Donald's. En el nivel superior estaban los mostradores para hacer el check in y locales varios, algunos para gente con alto nivel adquisitivo como un exclusivo Emporio Armani.



Al mirar las pantallas con los datos de las partidas y aterrizajes, descubrimos que nuestro vuelo había sido retrasado a las 17:05 horas, y aún teníamos 4 horas por delante en el aeropuerto…. Decidimos comer algo y descansar porque obviamente, con tantas horas por delante, no estaba habilitado el check in de ese vuelo. Luego de tanto salteadito, chow fan y chow mien, Seba tenía ganas de comer algo occidental… Mc Donald's o KFC? Entre malo y re-malo, optamos por el primero. Si bien podría tratarse de una visita más a Mc Donald’s en este caso no lo fue, y me voy detener unos minutos para ilustrarlos al respecto.

En primer lugar era un local take away; no había mesas en los alrededores para sentarse, solo los asientos del aeropuerto. El menú había sido adaptado al lugar y solo había 3 menues: uno con un sándwich que parecía pollo grillado, y los otros dos con algo rebozado y frito. Y para peor no había fotos de papa fritas… los combos venían acompañados de dos “cosas” que parecían fritas, y gaseosa que sólo podía ser Coca Cola o Sprite regular. That was all! Desde ya que todo estaba en chino... Una vez más recurrimos a los dedos y sonidos guturales para hacer el pedido; como no nos convencía mucho lo que veíamos compramos un solo combo. Creo que dentro de la malísima idea de comer en ese lugar, fue la mejor decisión.

Y las papas???

Nos acomodamos en dos asientos separados por una mesita donde pusimos la comida. Con algo de curiosidad abrimos el paquete… comenzamos con el sándwich que efectivamente era de pollo, pero a diferencia de la esperada pechuguita por el color y consistencia apostaría que se trataba de un churrasquito de pata muslo (ni quiero pensar que pudo haber sido cualquier otra cosa); la abundante mayonesa tapaba parcialmente el sabor. Podría decir que zafaba. El acompañamiento que reemplazaba a las papas fritas resultaron ser dos piezas de alitas de pollo rebozadas, picantes y fritas… no le cabe una calificación mejor que desagradable!!! Y el otro paquetito era el postre: pineapple pie. Era una masa fritas rellena con una jalea artificial que parecía un caramelo Sugus® de ananá derretido y caliente en el que nadaban unos trocitos de fruta. Todo esto acompañado de una gaseosa de sabor muy particular –supongo que por no estar acostumbrados a tomar gaseosas con azúcar-. En ese momento le dimos el premio a la peor comida de las vacaciones!!!

Terminamos comiendo parte de combo –las alitas volaron a la basura- quedándonos con una sensación bastante fea. Habiendo terminado el almuerzo más rápido de lo deseado, nos fuimos a recorrer los negocios de los alrededores para distraernos y no padecer tanto la espera. Finalmente teníamos tiempo de sobra para ver los locales de “souvenirs delicatesen” que nos habían llamado la atención en Xi an. Básicamente su mercadería se basaba en galletitas con un aspecto muy graso (nos recordó a las que habíamos comprado en Camboya que tenían un porcentaje de grasa tan alto que se nos partían en la mano antes de morderlas), bombones gelatinosos de fruta, galletitas de té verde, y barritas de semillas de sésamo y maní; todo en distinto tamaño, formas y presentaciones pero con un factor común que era el alto precio.

Unas 3 horas antes del vuelo hicimos el check in y despachamos las valijas. El control de seguridad posterior fue uno de los más exhaustivos que recuerdo con cacheo (sonara o no el detector de metales) y un escaneado milimétrico de mochilas y valijas de mano; las pasaban, una vez que salían de la máquina, la volvían a pasar, adelantaban y retrocedían la cinta intermitentemente y finalmente salían. Si quedaba alguna duda, también hacían una revisión manual y ocular directa del contenido.

Ilusos, esperábamos encontrar un Pacific Cafe o un Starbucks del otro lado del security check para sentarnos a disfrutar un cafecito con una bollería y olvidar el almuerzo, pero nada de esto sucedió… Apenas había 3 o 4 locales de comida con precios extravagantes donde un café pequeño costaba 50 Yn, y varios negocios de souvenirs y confituras como las que habíamos visto un rato atrás. 

En pocos minutos recorrimos y vimos todo lo que había para ver. No podíamos usar el wifi gratis del aeropuerto al no tener habilitados los datos del celular (había que registrar un número de teléfono al que mandaban un código para conectarse). Lo único que quedaba era leer un poco y comer los maníes especiados que aún seguíamos paseando por toda China –el hecho que durasen tanto es un claro indicio de lo feo que eran- ya que no estábamos dispuestos a pagar por un solo café lo que pagábamos en una cena para los dos.

Recuerdo esta tarde como de larga espera y ansiedad porque teníamos que estar en Hanoi antes de las 21 hs para recoger los vouchers de la excursión a Halong Bay del día siguiente. Iban pasando los minutos y no nos llamaban para embarcar; ya nos habían retrasado el vuelo una hora... Casi con los minutos contados, 30 minutos antes del horario de partida comenzó el embarque que fue más rápido de lo esperado. Ya listos para el despegue tuvimos que esperar que despegaran y aterrizaran otros aviones que tenían prioridad. Lo único positivo fue que nos enteramos que el vuelo duraba 1:30 hs en lugar de los 1:55 anunciados; por lo menos teníamos 25 minutos a nuestro favor entre todo el tiempo que llevábamos de atraso.




Como de suele pasar con los vuelos de menos de dos horas, entre que despegamos y comimos el snack que nos dieron, cuando nos quisimos dar cuenta ya estábamos iniciando el descenso. Unos minutos antes de las 18 hs aterrizamos en Hanoi (Vietnam tenía 1 hora menos que China; 60 minutos a nuestro favor).

Mientras esperábamos para bajar del avión, fue muy curioso ver como los vietnamitas sacaron sus celulares y se conectaron masivamente a Facebook –una de las tantas redes sociales a las que no se puede acceder desde China-. Estaban abstinentes!!! Hubiésemos querido hacer lo mismo, pero tendríamos que esperar a tener una conexión de wifi...

Como ya teníamos la visa el trámite para ingresar fue rápido. Cambiamos U$S 200 para tener algo de efectivo; tampoco era un tema tan importante como en China tener cash de la moneda local porque los hoteles eran más flexibles y aceptaban dólares y tarjeta de crédito.

Para ir al hotel teníamos dos opciones: tomar un taxi cuyo precio variaba entre U$S 18 y 25, o tomar el minibus-shuttle con un recorrido pre establecido por poco menos de U$S 3 por cabeza. Nos habíamos dormido y no habíamos contratado el servicio de transfer del hotel de U$S 15, que hubiese sido la mejor opción.

Dada la diferencia de precio, optamos por el shuttle que paraba a pocas cuadras del hotel. El único problema era que este recién partía cuando se llenaba con 16 pasajeros. Cuando llegamos ya había 5 personas, con nosotros sumamos 7, en los minutos siguientes cayeron un par más, pero el tiempo iba corriendo y ya casi no salía gente del aeropuerto... La tensión iba creciendo; luego de 20 minutos de espera, cuando estábamos por abandonar el vehículo e ir a tomar un taxi cayeron un par más de personas y entre todos los pasajeros acordamos pagar el pasaje que faltaba y salir de una vez. Así que terminamos pagando U$S 3 por persona y partimos rumbo a la ciudad!

sábado, 14 de enero de 2017

Un recorrido fugaz por Guilin

By Sole

Justo 1:30 hs luego de partir de Yangshuo, y tras un viaje mucho más placentero de lo esperado, llegamos a Guilin. Descendimos del micro y entre empujones fuimos avanzando con nuestras valijas hacia la salida. La estación nos hizo acordar a los alrededores de Retiro, con sus locales de comida de dudosa higiene a los que se sumaban otros más dudosos aún que no tengo idea de que eran, en cuyos interiores había varios hombres mirando tele –el pensamiento más inocente es que eran remiseros esperando que les saliera un viaje-.

Como el hotel estaba “walking distance” de la estación, una vez en la calle seguimos caminando sin necesidad de tomar otro transporte. Tal como habíamos visto en la rápida pasada que habíamos hecho días atrás, se trataba de una ciudad con mucho movimiento que nada tenía de "apacible pueblo" como las guías las promocionaban. Una vez más los autos, motos y bicicletas estaban por doquier –incluidas las veredas-. Tras cruzar un puente sobre el río giramos a la izquierda buscando el Guilin Riverside Hotel. El establecimiento resultó tener un sector de hostel y otro de hotel en dos edificios independientes en la misma cuadra.

En el front desk nos recibió una chinita muy conversadora que en pocos minutos nos entregó un mapa de la ciudad donde nos marcó cual era la zona céntrica y el night market más cercano, nos informó que nos había hecho un upgrade de la habitación y hasta nos pidió que le tradujéramos una opinión de tripadvisor bastante negativa que le habían dejado unos argentinos escrita en castellano. Entre los problemas que mencionaba este turista estaba la falta de taxis a la mañana… Al día siguiente teníamos que estar a las 7 am en la North train station (Guilinbei) para lo que teníamos que tomar un taxi a las 6:30 hs. Basado en ese comentario decidimos reservar un taxi aunque nos saliera casi el doble que los que circulan en la calle (60 yn en lugar de 35 yn); no queríamos correr el riesgo de no encontrar vehículo y tener que literalmente correr más de 40 cuadras con las valijas para llegar a tiempo.

Estábamos bastante cansados y acalorados, queríamos llegar de una vez a la habitación, bañarnos, y con las pocas energías que teníamos aprovechar lo que quedaba de la tarde. Así que le leímos rápidamente en inglés las partes menos ofensivas dando por terminado el pedido con un “that is all” y enfilamos hacia la habitación asignada que estaba en el segundo piso escalera mediante; menos mal que no teníamos exceso de equipaje…

La habitación no estaba mal para el corto tiempo que íbamos a pasar y lo poco que habíamos pagado. La “gran vista” a la calle incluía las ventanas del edificio de enfrente a corta distancia, y cualquier adjetivo positivo respecto al tamaño de la habitación y del baño quedaba opacado por el olor que salía de este último; nos recordó al hedor matutino del mismo ambiente del hotel de Bangkok. Apuesto que tenía alguna relación con la cercanía al río. Nos bañamos en la “no ducha” del baño; era el tercer lugar donde nos alojábamos donde no había un espacio delimitado para bañarse en el baño.

Y la bañera???

A las 17hs, Un poco más frescos post ducha, salimos a caminar por las caóticas calles de Guilin. Para cruzar las calles había que mirar para la derecha, para la izquierda, para atrás y adelante; sólo faltó mirar hacia arriba para ver si caía algo del cielo. Sin importar el color del semáforo los vehículos se movían en todas direcciones. Si bien pasamos junto a varios negocios que ofrecían productos a muy bajo precio no nos detuvimos a hacer compras, teníamos poco tiempo y queríamos visitar lo único que nos había parecido interesante en la ciudad: las pagodas del sol y la luna.

Pronto llegamos a destino; una vez más tuvimos la sensación de haber encontrado un oasis de tranquilidad en medio del caos. Ni bien ingresamos al parque nos encontramos con el lago donde estaban emplazadas las pagodas. Lo primer que llamó nuestra atención fue un grupo de hombres de la tercera edad que pescaban en el lago… mmm, pesca deportiva de carpas? Apuesto a que algo debían sacar porque cada tanto se veía a los peces saltando fuera del agua...

Los pescadores del lago

Dejando atrás a los pescadores, seguimos avanzando quedando sorprendidos con lo que estábamos viendo. La pagoda del sol con su cobertura de bronce en la que se reflejaban los rayos del astro rey nos resultó realmente impresionante; mucho más hermosa de lo que habíamos imaginado. A su lado, un tanto opacada por el brillo de su hermana dorada, estaba la pagoda de la luna. Si bien se podían visitar decidimos sólo observarlas a lo lejos y continuar con la caminata por el parque disfrutando de la relativa tranquilidad del lugar.

Pagoda del sol


Pagodas del sol y de la luna

Bordeando el lago había bastantes bancos, algunos con curiosas formas de animales; muchos de estos ya estaban ocupados por lugareños que charlaban, tomaban alguna gaseosa o simplemente descansaban. Ya les voy adelantando que este parque fue lo más lindo que vimos en la ciudad.

Seba sentado en un banco chancho



Al salir del parque tuvimos la brillante idea de querer cruzar una calle sin semáforo por la senda peatonal... Hace falta aclarar que nadie la respetaba y tuvimos que avanzar cual juego del sapito esquivando todo tipo de vehículos? Habiendo sobrevivido al cruce nos encontramos frente a frente con el famoso río Li. Este curso de agua nos generó una gran decepción, se lo veía sucio, y sin nada de atractivo a tal punto que nos recordó más al río Yamuna de Agra –pero sin el bello Taj Mahal de fondo-, que al Yulong por el que habíamos navegado en Yangshuo. En lugar de las pintorescas balsas en este sólo circulaban algunos “cruceros” de los que suelen llevar contingentes de turistas. Luego de estar varios minutos parados en la costanera tratando de encontrar la belleza confirmamos que habíamos tomado la decisión correcta al ir a los alrededores de Yangshuo en lugar de quedarnos en Guilin.

Río Li

A esta altura ya estaba anocheciendo, así que enfilamos hacia el centro. No tuvimos que caminar mucho, giramos 180º y visualizamos el edificio del Sheraton. Nos volvimos a transformar en “sapitos” y cruzamos la calle. Fuimos caminando por la vereda que estaba frente al hotel, donde había varios restaurantes destinados a turistas anglosajones con sus carteles en inglés que anunciaban “Irish bar” y “American restaurant”. Si bien éramos turistas y teníamos en mente cenar en un rato, ni siquiera consideramos la posibilidad de sentarnos en uno de estos lugares en los que en general no nos sentimos a gusto por su poca autenticidad y los precios que exceden nuestro presupuesto.

Tardamos poco tiempo para encontrarnos con el cruce de calles peatonales llenas de negocios de todo tipo donde predominaban las luces de neón y el ruido. Una característica de los locales céntricos chinos es tener empleadas con voces muy agudas e irritantes que “hablan” constantemente con un micrófono y el sonido se amplifica con grande parlantes acompañado de música que suena “punchi punchi punchi”. Hicimos unas breves visitas a los locales de Adidas y Nike -saliendo prácticamente espantados por los precios que tenían- y terminamos en una feria de “artesanos” con precios más acordes a nuestros bolsillos. Podríamos haber aprovechado a comprar algo, pero con el cansancio, el calor y el aturdimiento del “punchi punchi” lo que menos tenía ganas de hacer era ponerme a regatear...

Peatonal de Guilin

Habíamos leído que las pagodas se veían muy bonitas a la noche, así que movidos por la curiosidad volvimos al parque. Sin dudas, se veían hermosas iluminadas, contrastando con el oscuro cielo. Voy a admitir que en este caso los chinos hicieron un muy buen uso de las luces, haciendo resaltar la belleza de ambas torres. Fuimos rodeando el predio, sacando varias fotos cuando el ángulo permitía obtener una buena toma. No éramos los únicos visitando el lugar... ademas de la gente que uno esperaría encontrar por estos lares había bastantes murciélagos sobrevolando la zona. Esos horribles animales con alas y el hambre hicieron que no nos quedáramos sentados frente al lago disfrutando de una muy agradable noche.



Pasamos por varios locales de comida, desde uno bien autóctono que ofrecía carne de tortuga y garritas de pollos hasta otro comunista con una gran foto de Mao en la pared con comensales fumadores y menú solo en chino. Finalmente terminamos en el restaurante del hostel Riverside, donde nos estábamos alojando: bueno, barato y sin grandes pretensiones. Por 50 Yn comimos un rico salteado de pollo con maní –el ingrediente ideal para todo tipo de platos- y un chaw fan con huevo, todo acompañado por agua y cerveza. 
Las paredes del hostel estaban adornadas por los grafitis y las firmas de los huéspedes; Seba no dejó pasar la oportunidad de dibujar un lindo escudito de Racing con la firma del príncipe Milito... 

Ese día nos fuimos a la cama tempranito, padeciendo una noche de sueño entrecortado producto del calor, el reflejo de las luces del neón y el miedo a quedarnos dormidos y no llegar a tomar el tren.

sábado, 7 de enero de 2017

Bicleteada entre dragones y serpientes

By Sole

22 de Octubre 2015

A las 6:30 hs ya estábamos arriba, acomodamos las valijas y nos fuimos a desayunar. Habíamos quedado tan conformes con el desayuno del día anterior que decidimos pedir casi lo mismo salvo por el té que en lugar de ser verde fue de jazmín.

Teníamos esa mañana para seguir recorriendo los alrededores. En el mapa habíamos visto que había un sendero que iba paralelo al río hacia un antiquísimo puente –Dragon Bridge- que estaba recomendado como lugar a visitar en la Lonely Planet. Alquilamos un par de bicis, en este caso mountain bikes por recomendación de la encargada del hotel; debía haber sospechado como iba a ser el camino basado en ese consejo...

Tomamos la calle, continuación de la ruta que venía de Yangshuo, sentido río arriba. A esa hora al no haber demasiado tránsito no se sentí tan insegura a pesar de ser una carretera. Atravesamos el parking que en ese momento estaba casi vacío, siguiendo por la ruta que salía de ahí hasta una bifurcación que identificamos por la presencia de un cartel rojo con letras amarillas (referencia que nos habían dado en el hotel). Si bien sabíamos que teníamos que tomar el camino que salía hacia la izquierda, avanzamos un poco por el de la derecha para echar un vistazo a la pequeña village de Jiu Xian Cun. Tuvimos la impresión que esta no había sido ajena al paso del tiempo y la modernización, y había perdido el encanto de pueblito tradicional; nos decepcionó encontrar tantas construcciones de aspecto precario hechas de ladrillo hueco sin revestimiento.

Unas de las casas tradicionales

Volvimos a la bifurcación, tomando esta vez el camino de la izquierda dejando atrás rápidamente el placer del pavimento. Ahí entendí porqué nos habían recomendado las mountain bikes… el sendero bordeado por cultivos parecía más de trekking que de biking con algunos sectores bastante angostos y piedras de todos los tamaños. Una vez más vamos a disentir en opinión con Seba. Desde mi parte, puedo resumir este tramo del paseo con una sola palabra: terrorífico! Cada pedaleada resultaba dolorosa producto del rebote contra el duro asientito de la bici, y lo que era aún peor era la constante sensación de que me iba a caer de cabeza en alguna zanja, cultivo o el mismísimo pedregullo.
Sinceramente pude disfrutar muy poco del paisaje, conformado por cultivos varios y las montañas de fondo. Para gente como yo que tiene menos bicicleta que un cuadripléjico no le recomendaría tomar este camino.

Una anciana de la zona



Recién sentí cierto alivio cuando desembocamos en una pequeña carretera de ripio que pasaba por un pueblo que ni siquiera tengo idea si tenía nombre; en este sector ya nos cruzamos con un par de vehículos. Varios cientos de metros después con la aparición del pavimento llegó el alivio! Tras pasar por par de caserios terminamos desembocando en la ruta donde ya el tránsito era más intenso. El miedo de terminar debajo de los buses de turistas duró poco porque unos metros más adelante abandonamos la ruta metiéndonos en una calle que nos condujo hacia el río.

Esperábamos encontrarnos con un lindo puentecito de piedra sobre el río, rodeado por plantas y árboles. La realidad fue bastante diferente… El lugar resultó ser un embarcadero de balsas con puestos de comida y chucherías en los alrededores, repleto de gente gritando, y lo poco que había de naturaleza había tomado un lugar secundario. Bici en mano cruzamos el puente para poder llegar a una mesita de piedra con taburetes bajo un árbol que habíamos visualizado al otro lado del río; fue lo más cercano a naturaleza que encontramos en la zona. Ahí nos sentamos a descansar un rato y hacer nuestra colación de media mañana que incluyó lo que quedaba del mega pomelo y algunos trocitos de crocante de maní y semillas de Xi an que habían sobrevivido.

Balsas pasando por Dragon Bridge

Como el camino de ida había sido un tanto traumático (para mí), para el regreso decidimos tomar el que corría paralelo a la otra margen del río. Desde donde estábamos vimos una calle en muy buen estado que parecía una ruta aún no inaugurada por la escasísima cantidad de vehículos que pasaban por ahí. Dado que los carteles indicativos estaban completamente ausentes comenzamos a pedalear apostando que estábamos en el camino correcto; siempre podíamos volver para atrás. Avanzamos cerca de un kilómetro sin cruzarnos con otros seres vivos, salvo por los restos de un roedor y de una serpiente con rayas circulares blancas y negras que estaban tan aplastados que parecían formar parte del pavimento; desagradables criaturas de Dios. Fue lo único que nos llamó la atención en este solitario camino que descubrimos que no era el correcto cuando visualizamos unos metros más adelante un puente con bastantes vehículos.

Dimos media vuelta y regresamos hasta un desvío que habíamos visto cuyo ingreso estaba parcialmente bloqueado por ramas secas de árboles. “Tal vez es por acá y las ramas están puestas para que no entren los autos” comentamos. Por el espacio que quedaba podían pasar fácilmente las motos y bicicletas. Seguimos jugando a elije tu propia aventura y avanzamos por ahí; no sabíamos si era el camino correcto o no, pero al ser de pavimento era un placer.

Fuimos pedaleando entre cultivos y montañitas, pasando por pequeños poblados donde para evitar el paso de vehículos a gran velocidad había lomos de burro. Con mis escasas habilidades de ciclista no me molesté en esquivar ninguno y las pasé justo por el centro; Seba haciendo alarde de su dominio de la bicicleta los fue esquivando, pasando por el diminuto espacio que quedaba entre estos y la margen del camino.

Sin tener que evaluar ninguna estrategia para evitar las lomadas iba tranquilamente mirando el camino cuando de repente ví algo que atravesaba la ruta en forma zigzagueante. Pensando que Seba que iba delante ya la había visto le dije “Una bicha cruzando!!!”. Él iba tan concentrado evaluando por donde iba a pasar que cuando levantó la vista se encontró con el ofidio de poco más de un metro a muy poca distancia. Estaba tan cerca que no atinó a esquivarla y la pasó por arriba pisándole alguna parte del sector posterior. Gracias a todos los Dioses del universo el animal reaccionó huyendo rápidamente hacia los cultivos que estaban al costado de la ruta y desapareció de nuestra vista. Los corazón latían aceleradamente mientras nos dábamos cuenta de lo que había pasado. Menos mal que la serpiente no intento defenderse...

Leyendo sobre los ofidios que habitan la zona estamos casi convencidos que se trataba de una krait rayada o bungarus multicintus, una de serpientes del top 10 de las más venenosas. Suelen frecuentar zonas muy húmedas como arrozales, siendo un verdadero peligro para los trabajadores de esas áreas; una mordida puede ser mortal en menos de 24 horas!!!

De ahí en adelante fuimos con mucha más precaución, super atentos a cualquier movimiento o ruido proveniente de los alrededores. Más allá de este hecho que afortunadamente sólo terminó siendo anecdótico y un trecho irregular de unos 500 metros repleto de temibles piedras, el sendero fue muy agradable y entretenido al ir mezclando cultivos con pequeños conjuntos de casas bastante pintorescas con carteles y adornos chinos. En estos últimos había niños pequeños que saludaban desde las puertas de las casas. Imposible negarles un saludo a esas criaturas de aspecto tan tierno e inocentes.



Finalmente desembocamos en uno de los puentes que cruzan el río reencontrándonos con los turistas que habían llegado hasta ahí en micros. Ya en terreno conocido tomamos la ruta y en pocos minutos llegamos al hotel donde devolvimos las bicis.

Sobreviví a la bicicleteada!!!

Eran las 11:30 hs, aun teníamos tiempo para recorrer un poco más; tras descansar unos minutos emprendimos una pequeña caminata por un sendero que partía desde la parte trasera del hotel, en sentido contrario a la calle; teóricamente terminaba en un plateau entre dos montañas. El terreno del hotel parecía no tener fin. La primera parte del camino, que discurría entre vegetación por momentos bastante espesa, estaba bien delimitada y bastante pisada; parecía ser un lugar de frecuente circulación.



Terminamos en un claro conformado por grandes rocas de un color oscuro casi negro. Siguiendo las indicaciones del precario, pero bastante acertado mapa que teníamos, giramos a la izquierda pasando por el costado de la granja que estaba representada en el mismo. Al llegar a la puerta del establecimiento volvimos a girar la izquierda visualizando a pocos metros un senderito poco definido que subía a la montaña. Ascendimos algunos metros por ese camino casi salvaje con piedras, barro y plantas con espinas; la presencia de esta vegetación tan agresiva y la falta de tiempo suficiente para perdernos y volver a encontrar el rumbo nos hicieron dar por concluido el trekking. Supongo que el camino estaba tan definido hasta la granja porque debe ser la principal, o tal vez la única vía de acceso al lugar para los pobladores y/o trabajadores del lugar.



Antes de regresar caminamos unos metros hacia la derecha de granja deteniéndonos cuando escuchamos a lo lejos ladridos de perros; de hecho el mapa era tan preciso que marcaba la presencia de perros peligrosos al final de ese camino. Habíamos zafado de la víbora, no íbamos a ir a probar suerte con los canes. Esos ladridos me hicieron retroceder raudamente, volviendo a una velocidad sorprendente a la zona rocosa. A esa altura ya estaba más tranquila, ya no se escuchaban los ladridos… Nos sentamos en unas piedras dispuestos a disfrutar un rato del silencio, no sabíamos cuando íbamos a volver a encontrar un lugar así en los próximos días. Volvieron a escena los maníes salados y especiados; cuando estas frutas secas sobreviven tantos días en nuestro poder solo pueden significar una cosa: no son ricos! Aun así me negaba a tirarlos, ya que siempre nos podían sacar de una situación de emergencia sobretodo en pueblitos pequeños donde no hay mini market en cada esquina. Aun me carcome la cabeza la duda de cómo metieron la sal sin romper la cáscara exterior… agradecería si alguien puede darme la respuesta.

La paz no duró mucho… a los pocos minutos aparecieron dos chinos de no más de veinte años con sus mountain bikes. Justamente ahí donde estábamos dejaron sus bicis, se sacaron varias fotos y se sentaron a una distancia prudencial de nosotros, cada uno con la vista fija en su celular sin articular palabra. Una vez más la tecnología “conectando” gente entre sí y con su alrededor.

Con esto estaba concluyendo nuestra visita a los alrededores de Yangshuo. Volvimos a la hostería a buscar las valijas y a esperar el transfer que nos iba a llevar hasta la North bus station de Yanshuo. Esta vez no tuvimos que regatear, simplemente pagamos la tarifa fija de 30 yuanes, la cual era menor a lo que habíamos pagado a la ida.

En menos de 15 minutos estábamos en la estación de buses. Ni bien nos acercamos una china que parecía poseída por el diablo comenzó a saltar y a gritarnos “Guilin!!! Guilin”. Haciendo caso omiso a su llamado seguimos caminando hacia la ventanilla donde venían los tickets. Para nuestra sorpresa el pasaje costaba 22 Yn y no 30 Yn como habíamos pagado a la ida. Tuvimos tanta suerte que pudimos tomar el micro que estaba saliendo en ese momento. De hecho subimos, cerró la puerta y arrancó. De no haber tomado este tendríamos que haber esperado unos 15 minutos al siguiente.

Cuando nos sentamos y comprobamos el estado del micro y la presencia de aire acondicionado no tuvimos la más mínima duda de que nos habían timado en el viaje da la ida. No solo habíamos tomado un micro lechero sin aire que paró en cuanta esquina que encontró, sino que habíamos pagado de más…