sábado, 27 de agosto de 2016

Redescubriendo Beijing: Dashilar & Tian anmen Square

By Sole

Era nuestro último día en Beijing, y se venía el fin de semana… sabiendo donde había un ICBC y cómo funcionaba decidimos interrumpir el paseo para hacer el último cambio de dinero de China y sacarnos esa preocupación por el resto de las vacaciones. Si bien el horario de atención es más extenso que en Argentina, de 9 a 17 hs, tienen una hora de almuerzo en el medio en el que no hay atención al público. Tras esperar los 5 minutos que faltaban para que terminara el horario de comida nos hicieron pasar a una caja que como la vez anterior tenía delante una silla. No sé si formaba parte de algún protocolo del banco o la cajera tenía un trastorno obsesivo compulsivo, pero contó en forma reiterada los escasos billetes que le entregamos tanto en forma manual como en una máquina. Otra vez nos fotocopiaron el pasaporte y la visa, firmamos varios formulario, y la cajera hasta se rió al ver el nombre del país –no sabemos si le pareció graciosa la palabra Argentina o se rió recordando los Yuanes que China les metió en una turbia negociación al Banco Central argentino. Este trámite lleno de burocracia y nada de practicidad nos consumió casi media hora de las vacaciones.

Compramos unas frutas para picar y volvimos por enésima vez al subte para ir hacia la plaza Tian anmen. No sé porque salida salimos, pero al emerger en la superficie nos encontramos con el Front Gate, también conocido como Zhengyangmen gate. Esta imponente puerta formaba parte de la ya inexistente muralla de Beijing. Tras un par de fotos, nos dirigimos hacia Dashilar, una zona comercial al sur de Tian anmen Square.

Zhengyangmen gate

En este lugar descubrimos otra faceta de esta ciudad. Nos encontramos con una calle peatonal con varios negocios, incluidos un Zara y un Swatch, casas de té y restaurantes cuya especialidad era el pato pekinés; el contraste con la China clásica con sus palacios y hutongs que habíamos recorrido los días previos era más que evidente. Me pareció un paseo muy lindo que combinaba los clásicos comercios occidentales con elementos locales como faroles y estatuas de figuras humanas de tamaño real y color bronce que representaban imágenes de la vida diaria.



Pato Pekinés

Al girar en una de las calles perpendiculares nos encontramos con otro tipo de negocios y bastante ruido o mejor dicho música proveniente de los locales. Finalmente nos encontramos con las baratijas tan características de chinas, esas que cuando las vemos en los negocios de cualquier parte del mundo enseguida las asociamos a ese país. Igual nos decepcionamos un poco porque esperábamos encontrar mucha más cantidad y variedad; será que ni ellos las quieren y las exportan todas? Dimos una vuelta por una galería llena de puestos con estos productos sin encontrar nada que nos llamara demasiado la atención, lo que en cierta manera fue un alivio porque recién estábamos comenzando el viaje y no queríamos acarrear peso extra en la valija por todo China.



Además de la galerías de chucherías, en esta calle abundaban unos locales muy grandes con muchas luces y música... la curiosidad nos llevó al interior de uno a ver de qué se trataba. Nos encontramos con galletitas y confituras –estas nos hicieron acordar a los turkish delights-, unos paquetes que parecían contener pato cocido y  muchos envases pequeños escritos en chino y sin dibujos que resultaron en un completo misterio. Fuese lo que fueran, nos parecieron demasiado caros como para comprar sin tener la menor idea de que se trataba; el bolsillo le puso límite a la curiosidad! Así que salimos con las manos vacías y seguimos caminando, encontrándonos con el primer Mc Donald's del viaje. Como no somos partidarios de este tipo de comida, nos dijimos “el capitalismo llegó a China”, y continuamos viaje.


Pedite un Big Mac!

También había perritos...

Como no habíamos almorzado y ya estábamos un poco cansados después de tanta caminata fuimos en busca de un lindo café… y lo encontramos! De hecho fue un gran descubrimiento, a tal punto que quedamos enamorados del “Pacific coffee” –un estilo Starbucks pero más tranquilo-. Pedimos un capuccino con tiramisú y nos sentamos en unos cómodos silloncitos junto a la ventana. El ambiente era muy agradable con música de Laura Paussini de fondo. Nos pareció muy interesante la presencia de un par de salas de estudio o de reuniones separadas del ambiente general, dando cierta privacidad y a la vez evitando molestar al resto de los clientes.



Con energías renovadas volvimos a Tian anmen. Tras dar varias vueltas encontramos el cruce peatonal para llegar hasta ahí ya que varias calles estaban valladas y no se podían cruzar. Pasamos el control de seguridad encontrándonos con una agradable sorpresa: poca gente! En esa gran explanada de cemento sin un mísero banco para sentarse sobresalía el Mausoleo de Mao que según el cartel de la puerta abría 2 veces a la semana por la mañana. Como no teníamos intensiones de visitarlo, respiramos aliviados al comprobar que no estábamos en un día y momento del día en que se podía visitar. No quiero imaginar lo que debe ser el lugar en un día de visita.

Mausoleo de Mao

Más allá del del monumento “A los héroes del pueblo” -una imponente torre de piedra-, una escultura con forma de muralla con plantas y una gran canasta con flores que recordaban los 66 años de la revolución, que ocupaban parte de la plaza, el Museo Nacional de China –hacia el este- y el Gran Palacio del pueblo –hacia el oeste- (ambos calles de por medio),  lo que más llamaba la atención eran los faroles repletos de cámaras de seguridad al mejor estilo Gran Hermano. Con cada paso que dábamos nos sentíamos más observados…

Monumento a los Héroes del pueblo



Gran hermano conoce todos tus movimientos...

Seguimos avanzando en dirección norte, encontrándonos con un grupo de personas sentadas frente a una bandera que estaba custodiada por varios guardias. Al mirar la hora nos dimos cuenta que aguardaban la ceremonia de arriado de la bandera que tiene lugar cuando el sol se pone. Por detrás estaba la famosa avenida donde se suelen realizar los desfiles militares, y del otro lado el edificio con la clásica imagen de Mao flanqueado por las gradas para que nadie pierda detalle. Enseguida se nos vinieron a la cabeza los videos que habíamos visto en el tren y el subte en los que mostraban a los soldados marchando por ese mismísimo lugar.


 
Como aún teníamos un poco de tiempo y la puesta del sol estaba cerca, nos unimos a la gente que estaba esperando. Vimos como venían más guardias con sus uniformes verdes con vivos amarillos, y se ubicaban estratégicamente rodeando la bandera. Una vez que se ubicaron, vino otro oficial que debía tener un puesto superior y reacomodó a algunos unos centímetros más adelante o atrás, o más a la derecha o izquierda de donde estaban originalmente. Nos resultó extraña la manera poco profesional y hasta errática en la que se llevó a cabo esta parte de la ceremonia sobre todo teniendo en cuenta que hacen lo mismo cada día.

Alistándose para la ceremonia de la bandera

Pasaban los minutos y nada sucedía. Los soldados seguían paraditos –algunos perdiendo su “posición de firme”-, los mandamás seguían dando vueltas y reacomodando soldaditos como si fuesen piezas de ajedrez. La ansiedad de gente parecía ir en aumento, y comenzaba a empujar, sobretodo algunos con niños pequeños en brazos que iban pateando a diestra y siniestra. En vista de esta situación, luego de 15 minutos de espera y recibir varios golpes, decidimos abandonar nuestro lugar y tomar el subte hacia el hostel para buscar las valijas.

Caminamos por última vez el callejón arreando las valijas y esquivando las bicicletas destartaladas... tras una cuidadosa observación descubrimos que no estaban ahí olvidadas y que como su aspecto sugería ya no cumplían la función para la que habían sido diseñadas. De hecho se encontraban ahí, unidas con una candado a un gancho en el suelo, reservando el lugar para que habitantes del lugar que tenían la posibilidad de tener uno pudieran estacionarlos en la puerta de sus casas.

Bici "guarda lugar"

Como no podía ser de otra fuimos a tomar el subte que como siempre venía casi lleno, pese a tener una ejemplar frecuencia de una formación cada 3 minutos! Fuimos con la línea 4 de Xisi hasta National Library donde combinamos con la línea 9 hasta West Railway Station. Las primeras estaciones no era muy amigables para los que íbamos con equipaje teniendo que cargar escaleras arriba y abajo las valijas. Por lo menos West Railway Station tenía escaleras mecánicas... alguien había pensado un poco en los viajeros!

Cuántas veces habremos pasado por ahí???


La salida del subte daba a una gran explanada donde estaba la entrada a la estación de trenes. A pesar de ser las 18 hs, ya era de noche. Las luces de neón de colores de los edificios de los alrededores contrastaban con el cielo azul oscuro, casi negro. Mirásemos para donde miráramos había algún cartel o una silueta de edificio iluminado de rojo, verde, amarillo, violeta, azul, etc. Muy impactante, una imagen que hubiésemos esperado de un lugar como Shanghai o Bangkok. Como podrán imaginar había gente por todos lados!!!

Beijingxi Railway Station o estación oeste

sábado, 20 de agosto de 2016

Summer Palace: un lugar donde convive el caos y la tranquilidad

By Sole

15 de Octubre 2015

Esta vez dormimos hasta las 4 de la mañana, cuando los vecinos nos despertaron con sus voces y música. Sin embargo, el cansancio era tan grande que pudimos seguir durmiendo hasta las 7.
Tras desayunar, con el estómago feliz, acomodamos las cosas en las valijas, hicimos el check out y nos fuimos a pasear dejando el equipaje en el hostel.

Una vez más tomamos el subte, esta vez rumbo al Summer Palace –la residencia de verano del emperador-. Desde 1998 es considerado por la Unesco Patrimonio de la humanidad… si la Unesco le dio tal mención había que visitarlo!

Otra vez nos encontramos con el gran aluvión de chinos en tours o grupitos de familiares que parecía que iban a pasar el día por el tamaño de las bolsas con alimentos que llevaban –algunos iban incluso acompañados del changuito de las compras-. Luego de hacer una pequeña fila compramos la entrada de 30 Yn que nos iban a permitir ingresar a los espacios abierto del complejo de casi 300 hectáreas; para entrar a cada uno de los templos y construcciones del interior había que optar por la de 60 Yn. Hasta ahora no nos hemos arrepentido de la decisión.

A comprar la entrada!!!

El palacio es un gran parque que tiene varias construcciones y un lago artificial por el que se pueden hacer paseos en botes. El lugar que se visita actualmente no es el palacio original construido en 1750 que fuera destruido en 1860, sino la reconstrucción que utilizó como residencia temporal de verano la emperatriz Cixi (la de la película el último emperador) a partir de 1901.

Al entrar nos encontramos con un grupo de vendedores que insistentemente (no tanto como los indios) intentaban vendernos selfy-sticks y unas narices de plásticos con anteojos de lo más ridículas que hasta dudaría de usarlas en un carnaval carioca con varios daiquiris encima.

Vendedor de chucherías

Del lado izquierdo, Suzhou Market street –teóricamente imitando una calle comercial a orillas del río de esa ciudad-. A la derecha, un jardincito donde un grupo de mujeres bailaban. En el centro, la masa de turistas chinos que avanzaba en procesión. Recordando Forbidden City nos desviamos por uno de los caminos laterales terminando en un parque donde reinaba el silencio y la quietud; parecía un milagro habiendo tanta gente en el predio!!!

Suzhou Market Street




Camino secundario! Añorado silencio y tranquilidad!

Así fuimos caminando por un camino con desnivel en el que las piernas pasaron factura por el esfuerzo del día previo haciendo que cada paso ascendente o descendente fuera un tanto doloroso. A pesar de esto disfrutamos mucho de esa caminata sin gente.

Igual la paz no duró demasiado porque al llegar al centro del palacio nos reencontramos con todos los tours, repitiéndose todas las escenas habituales de empujones, gritos, fotos a todo lo que se mueve y a lo que no. También había grupos de chicos con uniformes de colegios, personajes de los más bizarros y mucha gente mayor con niños pequeños; apuesto que eran abuelos que tenían a cargo a sus nietos mientras la generación del medio trabajaba. Un sociólogo se hace un festín en un lugar como este.

Todos fotografiando a la misma persona???

Usuaria de hebillas de brotes...

Sin dudas, uno de los grandes atractivos del lugar es su lago central, que hasta tiene una pequeña isla y puente propio. No faltaban los barquitos, lanchas y botes a pedal para ver el palacio desde otra perspectiva. Decidimos no explorar esta alternativa y nos sentamos a descansar un rato y a comer una barra de semillas mientras mirábamos la gente pasar.

Lago con barquitos

Tower of Buddhist Incense
Otras de las construcciones destacadas son un gran barco de mármol y el Gran Corredor, un pasillo techado de más de 750 metros de longitud cuyo techo está decorado con pinturas sobre la historia de China. Obviamente que el interior del corredor estaba atestado de gente tanto caminando –parecía que todos querían pisar el mismo suelo que había pisado antaño la emperatriz- como sentada en sus bajas paredes laterales mientras que en los alrededores se podía caminar tranquilamente.

Barco de mármol


En un sector más despejado del corredor

En el interior del complejo había muchas más construcciones que apenas vimos de afuera, y no podría decir algo sobre ellas. Nuestra visita de casi 2 horas y media se limitó a los espacios abiertos que a medida que iba avanzando la hora se iban cargando de personas dispuestas a almorzar con una gran variedad de alimentos que incluían frutas –sobre todo la gente mayor-, salchichas, otros embutidos y encurtidos envasados al vacío, snacks salados, panes, choclos, y huevos.

"Pequeño emperador"

Como resumen de este paseo matinal podríamos decir que es un lugar que combina bellas obras arquitectónicas -atestadas de gente- con un lindo parque que invita a sentarse a descansar, leer un libro, comer algo o hasta disfrutar de una gran preciada tranquilidad en los sectores más periféricos.

sábado, 13 de agosto de 2016

Llegamos a la muralla!!!

By Sole

Con el estómago lleno, las mochilas en la espalda y una generosa capa de protector solar, pocos minutos pasadas las 12 estábamos listos para partir.

Salimos de la casa y caminamos unos cientos de metros por un callejón, mientras escuchábamos el cacareo de unas gallinas alborotadas de un gallinero de la ladera de la montaña, hasta terminar desembocando en un sendero de hiking. Si bien voy a continuar utilizando de manera indistinta las palabras trekking y hiking, voy a aclarar que no son lo mismo. En el hiking se camina por senderos o caminos marcados por el hombre, mientras que en un trekking se camina a campo traviesa, lo que lo hace más desafiante. Hecha la aclaración, esto era un hiking, al igual que todas las caminatas que he descrito como trekking en entradas anteriores. 

Avanzamos???

El camino discurría por la ladera de la montaña entre árboles. Estando en otoño pudimos disfrutar de un paisaje muy particular por la combinación de colores de las hojas que iban desde el verde, pasando un cobrizo-anaranjado y llegado al rojo. Cada tanto había claros en el camino, donde la ausencia de árboles nos permitían ver las montañas de los alrededores. Más allá de los colores y la belleza del lugar, lo que más recuerdo del sendero es su inclinación! Fuimos ascendiendo casi en forma constante; apenas había unos trechos planos en los que aprovechamos para respirar. Al ser un grupo de cinco personas con distinto estado físico -siempre el más lento marca el ritmo- no lo sufrí tanto… el compañero norteamericano fue el que peor la pasó. En algún momento llegué a pensar “por favor, que no se infarte acá”…



A medida que fuimos ascendiendo fue cambiando la perspectiva de las montañas que teníamos enfrente. “Eso no es una torre?” nos preguntamos señalando a lo lejos. Siii! Ya estábamos viendo la parte más sobresaliente de la muralla que eran justamente sus torres. Luego fueron apareciendo las paredes, y desde esa vista de perfil de la muralla finalmente terminamos con una panorámica desde arriba. Realmente una imagen de ensueños!!!

La torre desde abajo!!!

Torre y muralla desde la misma altura!!!

Torre y muralla desde arriba!!!

Esa parte de la muralla estaba a cientos o tal vez algunos miles de metros de distancia; nosotros íbamos hacia un sector que estaba apenas un par de metros por delante. Estábamos tan deslumbrados con esa maravillosa vista, deteniéndonos cada dos pasos para sacar fotos, que cuando levantamos la vista nos llevamos una sorpresa! Teníamos una torre a menos de 10 metros! Tras 1:30 horas de caminata, casi en ascenso permanente, llegamos a la muralla! Habíamos llegado al ícono que había motivado el viaje!!!

Cuando llegamos a la torre nos encontramos con una precaria escalera de madera de troncos amarrados entre sí “concesionada” por una mujer que cobraba 4 Yn/ persona... según Heidi eso era lo que decía el cartel que estaba junto al peldaño más bajo. No sé cuantas personas pasarán por ahí por día para justificar la presencia de esa mujer en ese inhóspito lugar considerando que durante todo el ascenso apenas cruzamos 4 individuos que venían en sentido contrario.



Este sector de la muralla –Jiankou- no estaba restaurado, conservando parcialmente su aspecto natural. Producto de la lucha de la naturaleza por recuperar el lugar que el hombre le había quitado, parte de la superficie estaba cubierta por vegetación; el resto había sido “desmalezado” conformando un sendero por el que fuimos avanzando.

Sector claramente no restaurado

Desde ahí fuimos caminando en dirección a Mutianyu –un sector restaurado de la muralla-, por la senda sin vegetación y suelo muy irregular por la disposición errática de las piedras. Cada tantos metros nos encontrábamos con alguna torre, teniendo que bajar varios escalones para ingresar a la misma y poder traspasarla. El interior de estas me pareció más grande y sofisticado que lo que había imaginado; cada una tenía 3 niveles: basal, entrepiso y terraza. Mientras caminábamos, además de sacar muchas fotos, tratamos de imaginar como se habían construido tantos kilómetros de muralla teniendo en cuenta la  ubicación y tecnología disponible en el momento. Cuanta inversión, trabajo, familias desmembradas y vidas perdidas en pos de la construcción de esta gran estructura para evitar invasiones… 



Durante los kilómetros recorridos apenas nos cruzamos con un par de personas, casi todas de aspecto caucásico. Habíamos puesto a prueba nuestra máxima: "existe una relación inversamente proporcional entre la dificultad para acceder y/o recorrer un lugar y la cantidad de turistas chinos". Confirmadísima!

Cerca de las 3 de la tarde llegamos a Mutianyu encontrándonos con la clásica imagen de la muralla, con todas las piedras en su lugar, suelo sin irregularidades y una montaña de botellas de plástico "olvidadas" por algunos visitantes. Para completar el paisaje civilizado había un vendedor que intentó en forma insistente vendernos cerveza al vivo grito de “Beer, beer”.

Alguien olvidó su basura???

Muralla restaurada
Racinguista descansando

Luego de descansar un rato y picar algún snack iniciamos el descenso… lejos de lo imaginado, este resultó mucho más doloroso que el ascenso por lo constante. Durante poco más de una hora pusimos en uso varios músculos que no estaban muy acostumbrados a trabajar.

Qué felicidad cuando vimos que el sendero concluía en una superficie plana!!! Mientras esperábamos que el señor proveniente de Washington DC llegara nos llamó la atención un gran grillo al costado del camino. Nos sorprendió aún más la pregunta de Heidi:
- "lo quieren agarrar?"
Antes de que pudiéramos responder algo ya estaba agachada haciéndolo entrar en una botella vacía. Por qué íbamos a querer agarrar un grillo??? Mientras rechazábamos “tan tentadora” sugerencia recordamos una imagen de "El último emperador" y algo que habíamos leído en una guía: los niños suelen tener este tipo de insectos como mascotas. Una cosa más que a nosotros nos resulta extraña y para ellos es lo más común del mundo.



El camino plano no había sido una simple ilusión, era una realidad que se prolongó por algunos cientos de metros llevándonos a un pequeñito pueblo con dos polirubros, baños y una precaria estación de buses coronada con una gran piedra que tenía pintados la hoz y martillo comunistas.



Continuando con la clásica visita de baños públicos me llevé una grata sorpresa por el poco olor, la limpieza de los squat toilets asiáticos y la presencia de duchas!

Antes de subir a la combi, Heidi compró una bolsa llena de pequeñas frutas rojas que parecían manzanitas. Tenían el tamaño y un carocito central como una ciruela, la consistencia y color de manzana y un sabor levemente dulce, agradable que no puedo compararlo con otra fruta. Posteriormente comprobamos que eran muy populares entre los chinos: las vimos frescas en verdulerías, acarameladas en parques y desecadas como si fuese dátiles. Sin tener 100% de certeza digo que podrían llamarse “haws”.

Estábamos totalmente agotados luego de tan lindo y espectacular trekking. Como suele suceder en los regresos de las excursiones, tuvimos que luchar durante todo el viaje para que no se nos cerraran los ojos; ya iba a haber tiempo para dormir a la noche. Unos minutos antes de las 18:30 horas llegamos a Lama Temple donde nos despedimos del grupo y tomamos el subte de regreso.

A las 19 horas ya estábamos en “nuestro barrio” dispuestos a buscar un lugar para cenar. Queríamos innovar y probar otro restaurant. Entramos en uno ubicado a menos de 100 metros del de la noche anterior que tenía varias mesas con mantel de plástico, en su mayoría ocupadas con gente que comía sopa. Nos acomodamos a la espera que venga alguien a atendernos… cri, cri, cri… nada. Cuando miramos un poco mejor el lugar descubrimos que al final del local había un mostrador con varios carteles totalmente en chino y sin fotos: era un fast food autoservicio! Desistimos y volvimos a lo seguro: nuestro habitual restaurante. No íbamos a innovar en restaurante, pero si en menú, así que fuimos por una empanaditas chinas de vegetales –muy ricas-, una especie de omelette/ buñuelo de zucchini, y chaw fan.

A pesar del sueño y el cansancio, al volver al hostel nos quedamos leyendo y escribiendo un rato para evitar acostarnos tan temprano. Con todo el esfuerzo apenas pudimos aguantar hasta las 22 hs… a dormir!!!

domingo, 7 de agosto de 2016

Muralla China!!! Allá vamos!!!

By Sole

14 de Octubre de 2015

Tras una noche de sueño entrecortado que culminó a las 5 y algo de la mañana cuando llegaron unos españoles hablando a viva voz al cuarto de al lado, una vez más a las 7:30 horas estábamos paraditos en la recepción esperando el desayuno. No sé si es porque estoy envejeciendo o porque estoy modificando mis hábitos, pero cada vez disfruto más esa comida matinal.

El gran día había llegado! Finalmente íbamos a conocer lo más maravilloso y conocido que tiene China: la muralla!!! Inmensa, inabarcable, se extiende por más de 6000 kilómetros (algunos afirman que ese número se queda muy corto) a lo largo del país. Lejos de lo que alguna vez imaginé, no se trata de una sola muralla, sino de cientos de murallas, algunas unidas entre sí, otras no. Cuando estábamos planificando el viaje descubrimos que había varios sectores para visitar a distinta distancia de Beijing, en distinto estado de conservación y con diferente tipo y cantidad de público. Para sumar opciones, el recorrido se podía hacer por cuenta propia o con agencias de viaje que ofrecían tours privados o grupales a muy diversos precios. Entre todas estas posibilidades buscamos los que más se ajustaba a nuestro perfil: una excursión que combinaba trekking y caminata por un sector no remodelado de la muralla de acceso limitado, y a un buen precio.

A diferencia de las excursiones tradicionales, en lugar de que nos pasaran a buscar por el hotel, nos encontramos con el resto del grupo a la salida de la estación de metro Lama Temple. Luego de esquivar un puesto de frituras en el que una muchedumbre compraba su desayuno nos encontramos con Heidi, la única persona con ropa de trekking en esa esquina. En los siguientes minutos se nos unieron un suizo y un norteamericano, y se formó otro grupete que iba a pernoctar en la muralla y estaba a cargo de Fred, el otro guía de China Hicking (http://www.chinahiking.cn). Heidi & Fred eran una pareja multirracial, ella china y él belga, apasionada por el trekking que había materializado su pasión en este proyecto turístico.

Rumbo a Lama Temple Station

Minutos antes de las 9:30 ya estábamos en la combi intentando avanzar entre el caos de autos. Pronto nos desviamos y tomamos una carretera sobreelevada que empalmaba con una autopista. El tránsito era bastante fluido, hasta que llegamos al peaje… la constipación de las autopistas en este punto parece ser una constante en todos lados. Qué mejor distracción que mirar por la ventanilla mientras se avanza tan lento? En primer plano nos encontramos con una impresionante cantidad de autos de alta gama, cada uno más grande y lujoso que el otro. Y en un segundo plano, más allá de la carretera, los edificios. Como luego veríamos en otras ciudades, a medida que nos alejamos de la zona urbana comenzaron a aparecer los fantasmagóricos complejos de edificios, separados unos de otros por descampados. Torres y torres de más de 20 pisos, mucho ladrillo, muchas ventanas, pero nada color, nada de vida. De apoco las construcciones fueron desapareciendo y cuando nos quisimos dar cuenta estábamos en un área agreste con árboles y pequeñas granjas con huertas, gallinas y colmenas.

Luego pasamos por un complejo vacacional que nos recordó a los que habíamos visto desde el tren que iba entre Zagreb y Budapest, algunos años atrás. Al no ser época de vacaciones el lugar estaba tan vacío como el canal que corría frente al mismo. Aparentemente en verano se abren las compuertas de una represa y el canalcito se llena de agua.

Pronto dejamos atrás la civilización y terminamos en un camino ascendente y zigzagueante de montaña, con muchas curvas y contra curvas. Una de esas situaciones en las que hay que tener una confianza plena en el chofer y repetir como un mantra “el chofer tiene experiencia, él conocer el camino; el chofer tiene experiencia, él conocer el camino, el chofer…”.

Casi 2 horas después paramos en un pequeño poblado de montaña, con modestas casas en las que no faltaban las gallinas y huertitas con cultivos de maíz y zapallo. Habíamos llegado al punto de partida del trekking!!!

Maíz seco

Paramos junto a la entrada de la casa donde íbamos a almorzar. Feliz, moviendo su pequeño rabo, nos esperaba un perrito negro –el primer can sociable que veíamos en China-. Entramos en un patio, el corazón de la casa, que estaba rodeado por ventanas a través de las cuales se veía los dormitorios con grandes “camas”: entarimado de material que contactaba con la pared del fondo y los dos laterales, totalmente cubierta por colchones y ropa de cama. Me dio la impresión que cada dormitorio pertenecía a una familia, y que se trataban de “camas familiares”. En los alfeizares de las ventanas se secaban pequeños ajíes, choclos, hongos y porotos. Una de las puertas daba a una diminuta cocina, desde donde emanaba una mezcla de tentadores aromas.


Ají picante secándose al sol

Heidi sirviendo el té

Ya estábamos acomodados alrededor de la mesa redonda del patio, cada uno con un par de palitos y un pequeño bowl, cuando comenzó el desfile de platos. La primera en llegar fue la gran cacerola con arroz “sticky” –esta pegajosidad es una gran ventaja cuando hay que agarrar el arroz con palitos- un infaltable en cualquier comida! Luego fueron viniendo, a medida que salían del wok, el resto de los platillos: rodajas de extraños embutidos, revuelto de huevos y tomate, chauchas de grandes dimensiones con trozos de carne de cerdo, salteado de cebolla, morrón y hongos, ensalada de verdes y tofu, y un salteado de un vegetal cortado en bastones que no sé que era, pero me gustó. Todo lo que probamos estaba muy sabroso.

Un almuerzo delicioso!!!



Aunque estábamos disfrutando mucho de toda esta experiencia, el más feliz de todos era el perro que no podía más de alegría mientras seguía con la vista a la señora de la casa juntando las sobras en un plato… más feliz aún fue cuando enfiló con el plato hacia el fondo y lo apoyó en el piso…

"Me tocan las sobras, me tocan las sobras!!!" 


Habiendo recargado energías ya estábamos listos para iniciar el ascenso a la muralla!!!