sábado, 30 de junio de 2018

As maravilhosas Cataratas do Iguaçu!

By Sole

Jueves 18 de Mayo 2017 (continuación)

Siendo las 12 del mediodía y bajo un chaparrón, cruzamos a la terminal de buses para tomar el micro hacia las Cataratas del lado brasilero.
Compramos los pasajes de ida y vuelta en la empresa “Crucero del Norte” ($80 ida y vuelta cada uno), y esperamos hasta el siguiente micro que partía 12:20 horas.




Un jueves con lluvia no parecía ser un día muy tentador para ir a las cataratas… resultamos ser los únicos 2 pasajeros del micro. Cuando el reloj marcó la hora de partida, el chofer, con el infaltable termo y mate en un costado, puso el vehículo en marcha y arrancó. Tras recorrer algunas cuadras abandonamos la zona “urbana” y pocos minutos después estábamos haciendo migraciones en el límite Argentina- Brasil. Bajamos los 3 con DNI en mano para hacer el trámite que no nos tomó más de 1 minuto, y regresamos raudamente al micro, ingresando oficialmente a Brasil luego de cruzar el río Iguazú .

Unos 25 minutos después de haber partido llegamos al estacionamiento del “Parque Nacional do Iguaçu”. El día seguía feo pero ya no llovía. Aunque el lugar estaba prácticamente vacío, a juzgar por la cantidad de boleterías y máquinas expendedoras de tickets autoservicio debe ser un lugar con mucho aflujo de turistas.




Fuimos directamente a las ventanillas donde tuvimos que presentar el DNI para constatar "origen Mercosur" y poder acceder a una tarifa levemente menor a la general (R 51,30 cada uno). No hacía falta tener Reales para pagar ya que aceptaban tarjeta de crédito.

Cuando vi las fajas organizadoras de filas y el gran gift shop tuve la sensación de estar en una atracción de Disneyworld. Desde la entrada partía un micro que terminaba en las Cataratas propiamente dichas; en el camino hacía algunas paradas intermedias para acceder a senderos donde, pago de un extra mediante, se podía hacer diferentes actividades (caminata, paseo en jeep por la selva, kayak).


La solitaria espera del bus 

Justo a las 13 horas tomamos el micro que partía cada 10 minutos; cuatro personas más completaban el pasaje. Paramos en Trilha do Poço Preto y Macuco Safari, donde no subió ni bajó nadie; todos descendimos en Trihla das Cataratas. El micro continuó vacío rumbo Espaço Porto Canoas, la última parada.


Mapa del parque
Tras caminar apenas unos pocos metros ya nos encontramos con la primera imagen de las cataratas. Con la emoción inicial sacamos el selfie stick con tanta mala suerte que nuestra primera foto coincidió con las primeras gotas de un chaparrón. Nos sentimos tan desgraciados como la Pantera Rosa con una nube personal en la cabeza... Rápidamente guardamos los electrónicos y nos pusimos las poco discretas capas de lluvia con el logo de “Universal Studios” que nos habían prestado previendo la lluvia de esos días.






Puedo asegurarles que el inicio del camino, un sector que se encontraba pintado de verde, era sumamente resbaladizo al mojarse; el raspón que me llevé en la rodilla es la prueba de lo que sucede cuando uno no está prevenido de esta situación… Luego de ese aterrizaje fuimos caminando con mucho cuidado, encontrándonos con una senda de material, de casi unos 1200 metros de extensión, parcialmente cubierta por una frondosa vegetación que nos protegió del chaparrón.

Con el día tan feo ni siquiera estaban los coatíes; apenas cruzamos 3 o 4 que rápidamente se escabulleron entre las plantas. Voy a detenerme un momentito para hacer un comentario sobre estos pequeños mamíferos que parecen estar demasiado acostumbrados al contacto con los humanos, y podrían no ser tan dulces e inofensivos como aparentan (sobre todo cuando no se respetan ciertos límites). Vimos varios carteles que anunciaban la prohibición de alimentarlos y exponían los riegos tanto para el ser humano (mordidas, rasguños, contagio de rabia) así como también para los animales (obesidad por la mala alimentación) y el ecosistema (los alimentos que les da el hombre desplazan a pequeños roedores, insectos y ofidios de su dieta).

Volviendo a la senda que estábamos recorriendo, cada tantos metros había miradores con lindas vistas de algunos saltos ubicados del lado argentino. Al no ser el punto de mayor atracción del parque el público era escaso y resultaban ideales para tomar fotos sin que se interpusiera ninguna persona. Lo negativo? La falta de carteles que indicaran que salto estábamos viendo del otro lado del río.




Cuando nos acercamos a los últimos metros del camino el mismo se adentra en la parte superior de una catarata y se transforma en una pasarela metálica. Sin dudas este fue el lugar más espectacular de toda la visita, me sentí minúscula entre tantos galones de agua corriendo incesantemente por todos lados. La vista, que incluía dos cascadas del lado brasilero y la Garganta del Diablo con sus 90 metros de altura, era insuperable.


Pasarela en medio de las cataratas

Si bien en ese momento no llovía, la cercanía a las caídas de agua hacía que las pasarelas estuvieran inmersas en una gran nube de pequeñas gotitas en suspensión que mojaban tanto como si estuviera garuando. Si quieren disfrutar de un espectáculo único sin mojarse las capas de lluvia son muy recomendables (ni hablar si van con chicos!!!).




Como era de esperar ese sector del parque concentraba la mayor cantidad de turistas. Más allá de acceder caminando por el sendero, se podía llegar directamente bajando del micro en Porto Canoas y tomando un ascensor… apto para todo tipo de público.




Con nuestra característica reticencia a utilizar cualquier medio de elevación cuando existe la posibilidad de hacerlo caminando, retrocedimos algunos metros por el mismo camino que nos había conducido hacia ahí hasta encontrar el desvío hacia Puerto Canoas, y suave cuesta arriba de por medio llegamos al mirador desde donde partía el ascensor. Desde ahí tuvimos una interesante vista con una perspectiva diferente de los saltos.




Esquivamos un pequeño grupito de coatíes que estaban en las inmediaciones de un kiosco (una cantidad mínima comparado con mi recuerdo del viaje anterior donde los intrépidos animales se colgaban de las carteras de las damas buscando comida) y recorrimos los metros que nos separaban de un local de souvenirs, del sector de fast foods y del restaurante donde sin mucho esfuerzo pude imaginar a los contingentes de turistas bulliciosos devorando los grandes platos rebosantes de comida típicos de los tenedores libres.

Como no íbamos a llegar a tomar el bus que volvía a Puerto Iguazú a las 14:50, bajamos un poco el ritmo, y aprovechamos para descansar un rato mientras comíamos una barra de semillas (próximamente vamos a salir volando si seguimos con este tipo de alimentación!) sentados en un de las mesas de uso público que había en una terracita que ofrecía una interesante vista de los alrededores.


La quietud de las aguas antes de la turbulenta caída

Luego de un rato tomamos el bus interno hacia la Estación Centro de Visitantes, la de la entrada, y como nos seguía sobrando tiempo recorrimos la exposición “Memoria das Cataratas” (basado en fotografías y objetos aportados por los descendientes de los primeros pobladores de la región), y hasta nos sentamos a ver el video que contaba el origen del parque fundado en 1939, su progresivo desarrollo, y como se llevó a cabo el proyecto que culminó en la exhibición que estábamos viendo. Nos pareció muy interesante y nos hizo volar un poco la imaginación pensando cómo habrán sido esos primeros años abriéndose camino entre la selva para acceder hacia las grandes cascadas de agua, cómo habrán tomado algunas de las fotos que parecían bastante arriesgadas con gente posando a poca distancia de las cataratas, y la sorpresa de Alvar Nuñez Cabeza de Vaca cuando se topó con esta maravilla de la naturaleza del mundo por primera vez.

Cuando salimos constatamos que seguía sin llover, pero la temperatura había bajado. Con algo de frío esperamos la llegada del micro de las 17:00 horas. A las 16:45 cuando hizo su “triunfal aparición”, prácticamente nos abalanzamos al interior del ómnibus. Esta vez no éramos 2, sino 3 pasajeros; ya había una señora que venía hablando con el chofer como si fuese una habitué del recorrido.

En 25 minutos estábamos de regreso. Cuando bajamos del micro no tuvimos la más mínima duda que la ubicación del departamento era insuperable!!! Apenas cruzamos la calle y ya estábamos preparando unos mates calentitos para merendar.

Aprovechando que no llovía, post merienda salimos a dar una vuelta por el centro donde nos sorprendió la gran cantidad de locales de comida de diferentes categorías, algunos muy bien puestos y otros más humildes con mesas y sillas de plástico, y las tiendas de souvenirs y chucherías varias. Cómo nos decepcionó encontrar que vendían máscaras muy parecidas a las que habíamos comprado en Australia… no importa a donde vayas la China se ocupa de aprovisionar las estanterías de objetos que cada país se atribuye como “típicos”. Lo que sí parecía más auténtico, y sin el toque chino, era la gran variedad de yerbas, mates y mermeladas de guayaba y mamón.

Con las pocas energías que nos quedaban volvimos al departamento a descansar y cenar mientras escuchábamos el ruido de la lluvia que había regresado para cumplir con el pronóstico al pie de la letra.

Cataratas lado argentino

sábado, 23 de junio de 2018

Porque las segundas partes pueden ser buenas: volvemos a las Cataratas!!!

By Sole

A pesar de que aún nos quedaban (y nos quedan) muchos lugares en el mundo por conocer, decidimos visitar por segunda vez las Cataratas del Iguazú. Razones? Varias. Nunca habíamos ido juntos, la visita anterior había sido más de 15 años atrás, una de las “Siete maravillas naturales del mundo” merece una segunda vuelta, y lo más importante: tenía 2 días de vacaciones para hacer fin de semana largo y los puntos acumulados en LATAM alcanzaban para canjear pasajes para ese destino.

Esta sucesión de 275 saltos de agua del río Iguazú se distribuyen en el límite de la provincia de Misiones (Parque Nacional Iguazú –Argentina-) y el estado de Paraná (Parque Nacional do Iguaçu –Brasil-). A pesar de que cerca del 80% se encuentra del lado argentino, nuestro recuerdo y la información que habíamos recabado antes del viaje indicaba que ambos lados merecían una visita. Con la vieja guía de Clarín en mano, recorriendo las webs de los parques nacionales y alguna que otra página hicimos la lista de lugares a visitar en los 3 días que íbamos a estar en la zona:

1) Puerto Iguazú con el hito de la triple frontera
3) Cataratas lado Argentina (circuito superior, inferior, Garganta del Diablo e Isla San Martín)

Habiendo comenzado a planificar la escapada más de un mes antes, organizamos las actividades y la lista de ropa (sí, así de obsesivos somos) guiados por las temperaturas máximas y mínimas, y precipitaciones promedio para el mes de Junio según www.weatheronline.co.uk … el problema surgió cuando acercándose la fecha ya teníamos el pronóstico meteorológico para esos días: jueves, viernes y sábado con lluvia!!! Recurriendo al nunca mejor utilizado “A mal tiempo, buena cara” duplicamos la cantidad de ropa en la lista, agregamos las capas de lluvia y cruzamos los dedos deseando no tener que usarlas.


Jueves 18 Mayo 2017

8:05 am. Partimos de aeroparque hacia Puerto Iguazú. Todas nuestras esperanzas estaban puestas en que una vez más los meteorólogos estuvieran equivocados.

Iguazú allá vamos!!!

9:50 am. Aterrizamos con lluvia; la misma se hizo evidente a través de la ventanilla cuando el avión comenzó a descender. Para ir del aeropuerto a la ciudad sólo existía la opción taxi o remis, con un precio que iba de los $350 a los $400.

Del trayecto poco puedo decir más allá de que llovía, y que tuvimos que parar en una garita para pagar la “tasa turística” de $25 por persona (posteriormente vimos en las noticias locales que no se sabía hacia dónde estaba yendo ese dinero).

Una vez más habíamos optado por los servicios de Airbnb, alquilando un departamento con tanta personalidad que hasta tenía nombre propio: Frida Kalho. Cuando hicimos la búsqueda nos encontramos con ese lugar con una decoración muy peculiar, wifi, muy buenas críticas y una ubicación ideal justo frente a la estación de ómnibus; casi sin dudarlo hicimos la reserva.

A pesar de que llegamos un par de horas antes del horario de check-in, como el departamento estaba desocupado pudimos acomodarnos sin problemas. Nos recibió Nicolás que muy gentilmente nos dio todas las indicaciones de rigor y sugerencias de actividades. Nos encantó el lugar!!!

Frida Kalho I

Frida Kalho II

Frida Kalho III

Luego de dejar las valijas y comprar algunos víveres para esos días nos fuimos a comer algo; aunque aún no era el horario del almuerzo teníamos hambre. No tuvimos que caminar demasiado, en el cruce de las avenidas Guaraní y Córdoba encontramos lo que buscábamos. Podemos dar fe que el cappuccino, coronado con un exquisito copete de crema, y el “Carlitos” (nombre local para el tostado de jamón y queso) de “El árbol real” estuvieron riquísimos!

Siendo las 12 del mediodía y bajo un chaparrón, cruzamos a la terminal de buses para tomar el micro hacia las Cataratas del lado brasilero.

Terminal de buses

sábado, 16 de junio de 2018

Day trip a Navarro y estancia La Candelaria


By Sole


25 Septiembre 2016 (comentarios 16 de Junio 2018)

Y una mañana decidimos seguir conociendo pueblos de la provincia de Buenos Aires…

Habíamos arreglado para pasar un día en familia a la estancia La Candelaria, en las proximidades de Lobos. Con motivo de la primavera ese fin de semana se habían organizado en sus jardines actividades entre las que se incluían venta de artesanías, “food trucks” y shows en vivo

Como siempre una cosa lleva a la otra, terminamos preguntándonos: "por qué no vamos primero a Navarro?" Estando tan cerca era una picardía no desviarnos unos kilómetros para conocer ese pueblo que aparecía cada vez con más frecuencia en los medios de difusión masiva como opción turística.

Cargamos el mate, lona, cámara de fotos y partimos. Apenas eran las 7:30 hs de un día que prometía sol y una temperatura agradable. Tranquilamente fuimos recorriendo la ciudad hasta subir a la autopista 25 de Mayo. Seguimos por la Ezeiza –Cañuelas, varios kilómetros por la ruta 6, desviándonos en la 200. Pasamos sin detenernos por Las Heras donde lo único que nos llamó la atención fue la planta de caramelos de Mondelez, y la gran cantidad de cuises, que parecían haber salido todos juntos a tomar sol a los costados de la ruta; los más osados ponían en riesgo su vida cruzando la carretera de lado a lado. Nunca había visto tantos roedores juntos!!! Al final de la ruta estaba nuestro destino: Navarro. Entre rotondas, peajes y animalitos el viaje se nos hizo rapidísimo!

Cuando llegamos al primer semáforo no tuvimos dudas de que estábamos en uno de los principales cruces de avenidas del pueblo. A nuestra derecha pasamos de largo un parque con algunas esculturas, a la izquierda el Hospital San Antonio de Padua, y terminamos en el Camping Municipal de Navarro. Tal como nos había pasado en el vecino pueblo de Lobos, para acceder a la laguna había que pagar la entrada al camping.

Considerando que sólo estábamos de pasada en el pueblo, decidimos no entrar. De haber ido a pasar el día hubiésemos pagado los $40/ persona; desde la entrada se veía que el predio estaba bastante cuidado y que tenía algunas parrillitas y mesas de camping. Así que nos quedamos sin ver la laguna… Si estas entradas generan ingresos para el pueblo son un arma de doble filo porque ahuyentan a algunos visitantes que optan por otros pueblos con lagunas de libre acceso.




Sin siquiera bajar del auto fuimos en busca de la Plaza San Lorenzo, que tal como esperábamos, estaba rodeada por la Municipalidad, la iglesia y el museo. Un deja vu de… todos los pintorescos pueblos de la provincia de Buenos Aires. Si bien ya eran pasadas las 9 de la mañana el lugar estaba prácticamente desierto. Tras dar una vuelta y sacar las fotos de rigor, nos sentamos en uno de los bancos a tomar mate mientras escuchábamos el canto de los pájaros entre los que había cotorras de color verde muy ruidosas que volaban entre araucarias y cipreses. No saben lo lindo que estaba al solcito!!!

La iglesia

Municipalidad de Navarro

Como no podía ser de otra manera el recorrido continúo hacia la abandonada estación de tren. Teniendo en cuenta que la misma albergaba al Museo Ferroviario de Navarro, esperaba encontrarme con un edificio mejor conservado con los clásicos carteles que indicaban “Sala de espera” y demás salones… Me decepcionó ver esa construcción tan venida a menos, sin carteles (salvo los que decían “Navarro” junto a las vías) y el techo lleno de agujeros en los que las palomas habían construido sus nidos. (Ojalá que la hayan arreglado porque realmente es una lástima)
Rodeando el edificio encontramos la puerta al museo al cual no entramos… Será que todos los visitantes hacen lo mismo y por eso no hay dinero para mantenimiento?



Pasamos frente a un par de almacenes de campo que figuraban entre las atracciones turísticas, pero que no me parecieron lo suficientemente pintorescos como para sacarles foto… A esta altura sólo nos quedaba ver la réplica del Fortín de San Lorenzo. En las calles 22 y 121 se encontraba este conjunto de ranchos de madera y paja que fueron construidos en 1997 recordando los 230 años del primer asentamiento en Navarro cuyo objetivo era defender la línea de frontera.


Réplica del Fortín de San Lorenzo

Con esto concluíamos nuestra visita a Navarro, un tranquilo pueblo al que creo que aún le queda grande el nombre de “polo turístico”. (Esta fue la impresión que nos llevamos en Septiembre de 2016, no se cómo estará ahora).

Y ahora qué??? Siguiendo el plan original tomamos la ruta 41 hacia el sudeste. Pasamos de largo la entrada a Lobos, y tomamos la ruta 205 que nos condujo hacia el desvío a la estancia La Candelaria.

Esta estancia con un hermoso castillo y un parque de más de 100 hectáreas ofrece distintas actividades como días de campo, estadías de fin de semana y eventos especiales como casamientos. Los precios no suelen ser accesibles para el público en general haciéndose de esa manera la selección natural de visitantes. Sin embargo, ese fin de semana, en el que el acceso era gratuito, todos tuvimos la posibilidad de visitar ese escenario de un cuento de hadas. 

Un castillo de cuentos
Fieles a nuestras costumbres llegamos temprano, cuando el predio llevaba apenas 30 minutos abierto. Cuando uno concurre a un de evento popular con "food trucks", llegar temprano es la clave! Aprovechando la relativa tranquilidad matinal recorrimos el parque diseñado originalmente por el paisajista francés Carlos Thays. Con sus más de 200 variedades de árboles, esculturas y hasta puentecitos, nos resultó un lugar encantador. Más atractivos aún eran los senderos y galerías formadas por las copas de los árboles que bordeaban el lugar; en minutos nos teletransportamos a un bosquecito que podría haber formado parte de cualquier sendero de hiking –salvo por el detalle de la bosta que tapizaba gran parte del suelo-.





Hace un par de meses descubrimos que en esa estancia se filmaron algunas escenas de la película "Sin hijos" de Diego Peretti y Maribel Verdú.

A medida que se acercaba el horario del almuerzo, los aromas en los carritos se hacían más intensos y tentadores. A las 13 hs ya estábamos haciendo la pequeña fila para comprar unos sándwiches de carne asada y unas exquisitas papas belgas. De a poco nos fuimos encontrando con familiares –apostando a la suerte y al azar porque los celulares no tenían señal-. Los últimos en llegar tuvieron que optar entre ayunar o hacer filas que superaban los 30 minutos para comprar un sándwich; un tiempo de espera excesivo, sólo apto para masoquistas. En este caso nunca mejor aplicado el refrán “al que madruga, Dios lo ayuda”.

Terminamos pasando una linda tarde primaveral de sol al aire libre en buena compañía!!! Antes de que se iniciara el éxodo masivo de visitantes nos despedimos y emprendimos el regreso hacia casa.

domingo, 10 de junio de 2018

Una mañana por La Candelaria, el barrio antiguo de Bogotá

By Seba

Enero 2017

Una vez más, mis viajes laborales me permiten conocer lugares nuevos. En este caso, estuve casi una semana en Bogotá, mayormente en oficinas y salas de reuniones, pero tuve la oportunidad de aprovechar una mañana libre y me escapé al centro histórico de la ciudad.

El recorrido se inicia en la Plaza Bolívar, la más representativa de la ciudad por los edificios que la rodean. Parándose en el centro, cerca del monumento al Libertador, y mirando hacia el este nos encontramos con la silueta de la Catedral Primada y la capilla del Sagrario, ambos edificios declarados Monumento Histórico Nacional. La Catedral es la más grande, y fue construida a principios del siglo XIX, mientras que el Sagrario es más pequeño, aunque más antiguo, ya que data de finales del siglo XVII. A pesar que tienen estilos arquitectónicos diferentes (uno es neoclásico y el otro es barroco) a los ojos de un ignorante en la materia ambas fachadas resultan similares a las de catedrales e iglesias coloniales de América Latina. En los interiores de la Catedral hay varias capillas pequeñas y un gran órgano, en tanto que el Sagrario se destaca por la ornamentación del techo y las pinturas religiosas en las paredes.

Plaza Bolivar + Catedral (con el Espíritu Santo)


Interior del Sagrario


El edificio que domina el lado sur de la plaza es el Capitolio Nacional, la sede del poder legislativo. Lo más llamativo son sus columnas neoclásicas y la bandera flameante, que le dan un marco imponente. Si bien no ingresé por falta de tiempo, al haberse tardado 79 años en su construcción, tiene diversos estilos arquitectónicos en sus patios y salas. Mirando al frente desde sus escalinatas observamos en el extremo norte de la plaza un edificio muy lindo pero que tal vez desentona un poco con el entorno: el Palacio de Justicia.

Capitolio Nacional

La sede del poder judicial fue inaugurada en el año 2004, y no es que antes no había lugar para la corte y los magistrados… había un palacio, pero fue destruido por la guerrilla M-19 en el año 1985, en pleno apogeo del terrorismo narco. La historia se narra con claridad en la serie Narcos, o en cualquier documental de Pablo Escobar; las consecuencias del ataque fueron trágicas, ya que no sólo el edificio ardió en llamas, sino que los miembros de máximo tribunal fueron asesinados.

Afortunadamente, hace varios años que en Colombia se respira otro clima, de paz y prosperidad. Como cualquier nación latinoamericana, tiene muchas deudas pendientes en cuanto a desarrollo e infraestructura, pero en Bogotá se percibe a un país pujante y con gran potencial.

Dejemos de hablar de política e historia y hablemos de arte. A pocas cuadras de la plaza Bolívar hay una manzana marcada por edificios coloniales blancos que dependen del Banco de la República y albergan museos interesantes, que además son gratuitos!

El más conocido de todos es el museo de Fernando Botero, el pintor y escultor colombiano contemporáneo cuya obra se distingue por la gordura de sus protagonistas. En realidad, Botero dice que no pinta o esculpe gordos, sino que es una particular visión del mundo donde no sólo las personas sino también los objetos son rechonchos, de aspecto algo grotesco. La obra de este artista es fácilmente identificable, y está desparramada por todo el mundo (el parque Thais de Buenos Aires tiene un busto característico, frente al museo de Bellas Artes de Santiago de Chile está la escultura del caballo, en Cartagena de Indias está la Mujer reclinada…). En este lugar se concentran obras que el artista donó al museo, entre las que llama la atención su peculiar versión de la Mona Lisa, junto con obras de otros autores como Miró, Picasso, Monet y demás.

Museo de Fernando Botero I

Museo de Fernando Botero II

Museo de Fernando Botero III

Museo de Fernando Botero IV

Más allá de la calidad de la expresión artística, toda la colección está en un hermoso edificio de dos plantas con un patio interno, que se conecta con otro museo contiguo, el de la antigua Casa de la Moneda.

Casa de la Moneda
En la Casa de la Moneda no sólo hay una gran colección de monedas y billetes desde el virreinato hasta la actualidad, sino que también se pueden ver explicaciones muy didácticas acerca de cómo se acuñaban las monedas, el funcionamiento de las distintas maquinarias, y cómo la evolución de la moneda estaba marcada por la inestabilidad política del país. En la segunda planta hay una sala muy interesante que explica el rediseño de los billetes en los últimos años, incluyendo a las diferentes regiones del país con sus animales y plantas, y a personalidades relevantes y destacadas. A partir de este cambio en los billetes, el papel de 50 mil pesos lleva la imagen del genial escritor Gabriel Garcia Márquez, junto con un fragmento del discurso que dio al recibir el premio Nobel de Literatura en 1982.

En el mismo edificio se encuentran diferentes galerías destinadas en su mayoría a artistas colombianos contemporáneos, con obras de un estilo más moderno, en general muy colorido pero tal vez algo complicadas de comprender.

Necesitaba terminar la caminata “modo museo” y poner las piernas en verdadero movimiento, así que volví a las calles del barrio, para deambular sin rumbo y sacar fotos en la parte más antigua de la ciudad. Las calles –algunas todavía con un rústico empedrado- suben y bajan, los colores de las casas contrastan con el oscuro verde de las montañas y con los modernos edificios bogotanos. Los típicos balcones coloniales de madera están muy presentes y le dan al entorno una atmósfera bohemia y relajada, muy placentera para los turistas que disfrutan de los alojamientos y cafés que se mimetizan con la arquitectura del lugar. Luego de dar unas cuantas vueltas por las calles me encontré con la iglesia de la Candelaria, que da nombre al barrio. Lamentablemente estaba cerrada y no pude ingresar, así que volví sobre mis pasos hacia la Plaza Bolívar para sacar más fotos con el sol más alto.

Callecitas 💕
El próximo destino de la mañana era el Museo del Oro, ubicado a unas pocas cuadras de allí. Así que tomé la carrera 7, que a esa altura es una calle peatonal, y caminé hacia el norte unos 500 metros, hasta identificar de mano izquierda a la Iglesia de San Ignacio, y de mano derecha la sede del Banco de la República. Eso significaba que ya estaba en la plaza Santander, casi en las puertas del museo.

El Museo del Oro, tal como su nombre lo indica, contiene numerosas piezas de metales preciosos, pero más allá de eso nos regala dos recorridos muy atractivos: por un lado, un repaso por las técnicas con las que se trabajaban el oro, la plata y el bronce. Pero por otro lado, una historia acerca de la cosmovisión de los pueblos prehispánicos, y como la misma marcaba las pautas de la organización de la sociedad, las costumbres y los rituales. Como era de esperarse, el oro era un claro símbolo de poder perdurable, y era muy utilizado como ornamentación de gobernantes y chamanes. Los metales venían de la Tierra, se trabajaban y los utilizaban los humanos, pero luego regresaban a su origen, ya sea en forma de ofrenda o en las sepulturas de los poderosos. Esa era la forma de mantener el equilibrio con el universo, balanceando lo terrenal con lo que está más allá, y devolviéndole a la Tierra lo que nos ofrece.

Pieza del Museo del Oro
De manera didáctica pero entretenida,  la muestra va narrando la forma de ver el mundo y de vivir la vida de estas comunidades, ilustrándolas con brazaletes, aros, pecheras y otros tipos de instrumentos del brillante metal. En conclusión, por la módica suma de 4000 pesos (menos de dos dólares) no sólo se puede observar una riquísima colección arqueológica precolombina de piezas doradas, sino que se puede aprender mucho de la concepción del mundo de quienes habitaron América antes de la llegada de unos codiciosos que se dedicaron a saquear y fundir el oro para subirlo a los barcos.

La mañana ya había dado paso al mediodía, había que emprender el regreso. Quedaban cosas por hacer en Bogotá, como subir al teleférico de Monserrate, visitar el Museo Nacional o el de Arte Moderno, pero ya no tenía más tiempo… Excepto para ir hasta la carrera 10 y calle 12, y en medio de la muchedumbre, los vendedores ambulantes y el tránsito, observar el mural que homenajea al genio de Aracataca, el que nos contó cómo era la soledad de los Buendía, como el amor triunfó en los tiempos del cólera y como se ponía el coronel cuando nadie le escribía. Gracias Gabo.



miércoles, 6 de junio de 2018

Cabildo abierto: todo el año!

By Sole

25 de Junio 2016 (comentarios 06 Junio 2018)

Mañana fría, bien de invierno. A las 10:50 hs ya estábamos en el Cabildo pagando el bono contribución de $15, con intensiones de realizar la visita guiada que comenzaba a las 11 hs.

En los siguientes minutos se fue juntando gente (incluidos varios niños), y puntualmente comenzó la visita que estuvo a cargo de Elena, una guía muy entusiasta con reminiscencias de maestra jardinera. Siendo el Cabildo uno de los edificios más antiguos de la ciudad y con un papel remarcable en la génesis del país, había que comenzar con la historia. En una de las paredes había varias fotos en las que se mostraban las modificaciones había ido sufriendo la construcción hasta llegar a ser lo que es hoy. Si bien el edificio inicial fue construido en el 1600, recién hay registros fotográficos de la edificación que lo sustituyó. De hecho, esa foto tomada en 1852, es la imagen colonial que recordamos de las figuritas y libros cuando estudiábamos la Revolución de Mayo en la escuela primaria: un cabildo más grande que el actual, con la torre central y 5 arcos por lados con techitos de tejas a dos aguas.

Allá por 1852 (foto de Wikipedia)

Llama mucho la atención la foto en que la torre “creció” unos 10 metros, época en que albergó al Poder Judicial. Varios años después la torre fue demolida por ser inestable y correr riesgo de derrumbe, y varios arcos laterales fueron eliminados para dar paso a las calles Avenida de Mayo y diagonal Julio Rocca o Sur. Para esa época ya no cumplía funciones oficiales, y había sido abandonado. Tras varias idas y vueltas, discusiones y protestas, se decidió reconstruir el Cabildo intentando recuperar su aspecto original –aunque con dimensiones menores por el espacio cedido a las calles circundantes-, resultando en el edificio actual que fue inaugurado en 1940.

La inestable torre (foto de "arcondebuenosaires.com.ar")

Tras ese interesante relato sobre la historia edilicia, pasamos a la sala contigua donde estaban expuestos varios objetos que formaron parte del mobiliario original como el arca de caudales y un gran baúl de madera (arca concejil que guardaba documentos y libros administrativos que debían quedar bajo llave), una silla y una escribanía, una antigua imprenta de la época del virrey Vertiz, el estandarte real (una especie de bandera) y el traje del último alférez real (representante del rey en ceremonias encargado de portar el estandarte). Del relato de Elena, rescato un hecho en el que nunca había pensado: el valor de la ropa en la época colonial. Lejos de la masiva producción de indumentaria actual, en esa época era considerada un objeto casi de lujo; sólo la gente de la alta sociedad podía acceder a un traje de una buena tela y con toda la pomposidad como los que vemos en los libros de historia. La plebe apenas podía conformarse con un chiripá y un poncho.

Continuamos por la sala destinada a objetos que pertenecieron a la cárcel, otra de las funciones que tuvo cuando era ayuntamiento. Ahí pudimos observar algunos grilletes de manos y pies, un cepo de 12 bocas de hierro y madera en la que se sujetaba al reo por las muñecas, tobillos o cuello, y un catre que como bien observo uno de los niños del grupo, no parecía para nada cómodo.

Volvimos a la sala prologal –el hall de ingreso- rumbo a la escalera para subir al primer piso, desembocando en una galería donde estaban expuestas un par de rejas y ventanas originales; las que actuales puertas y ventanas son réplicas.

Seguimos por una sala que tenía expuestos varios cuadros; la explicación de la guía fue fundamental para poder interpretarlos, y que no fuesen simplemente bonitas pinturas que adornaban las paredes. Una era la representación de la reconquista de Buenos Aires en 1806 tras la 1º Invasión Inglesa, que mostraba al General Beresford rindiéndose ante el Brigadier Santiago Liniers. Siguiendo la cronología, estaba el cuadro de la defensa de Buenos Aires durante la 2º Invasión Inglesa en 1807, con el General Whitelocke rindiéndose ante Liniers montado a caballo. Otro de los objetos remarcables era la lámina de Oruro confeccionada en plata y oro otorgada por el cabildo de esa ciudad con motivo de la victoria de 1807 frente a los ingleses, y un par de trofeos de guerra tomados de los “Highlanders” que incluían un catalejo y un banderín. Y por último el cuadro del cabildo abierto del 22 Mayo, donde los hombres ilustres de la ciudad incluyendo algunos representantes del clero y militares discutían sobre el rumbo que debían tomar al estar preso el rey de España Fernando VII.

Cabildo abierto del 22 de Mayo

Siguiendo con la revolución de Mayo, pasamos a la sala donde la Primera Junta tomó juramento y se firmó el petitorio del 25 de Mayo, y terminamos en el salón que da al famoso balcón. Antes de salir nos detuvimos a observar un par de originales de la Gaceta de Buenos Aires, el escritorio de Mariano Moreno, uno de sus títulos universitarios, y una prensa portátil.



La frutilla del postre fue el balcón, el mismísimo lugar donde tuvo lugar el Cabildo abierto del 22 de Mayo que previamente habíamos visto en la pintura. En lugar de los expectantes ciudadanos que aguardaban novedades, los carruajes y la recova que estaba en la mitad de la plaza –centro comercial de la época donde el pueblo se abastecía de víveres-, nos encontramos con un paisaje totalmente diferente: turistas que caminaban por la plaza ajenos a nuestra mirada curiosa, autos y colectivos, y la pirámide de Mayo con las calles Reconquista y Defensa sin rastros de la antigua construcción con arcos.

Desde el balcón

Luego de unos 50 minutos terminaba el interesante recorrido por el Cabildo de Buenos Aires. Antes de salir dimos una vueltita por el sector que se podía visitar del patio trasero donde se encontraba un antiguo aljibe y el edificio donde antaño estuvo la cárcel. El frío nos limitó el tiempo en este lugar obligándonos a ponernos en movimiento.



Justo a las 12 horas estábamos cruzamos la calle hacia la plaza de Mayo a sacar las últimas fotos de la fachada, cuando fuimos sorprendidos por una sucesión de campanadas. Tratando de localizar su procedencia descubrimos en la esquina de la diagonal sur y Bolivar al edificio Siemens con una curiosidad en su parte superior: un reloj y dos figuras de bronce que se movían en forma alternada golpeando la campana ubicada estaba entre ellas. Un espectáculo totalmente inesperado!!!

El Cabildo en la actualidad

Edificio Siemens

Qué podemos concluir de todo esto?

  • Si bien pueden visitar el Cabildo por su cuenta, la visita guiada nos parece una opción interesante que vale la pena.
  • Es una visita apta para todas las edades para hacer en familia. 
  • Si la organizan con tiempo pueden combinar esta visita con la de la Casa Rosada.

Les dejamos los horarios (rechequeen en la web porque pueden cambiar o estar cerrado en caso de manifestaciones en la plaza de Mayo)