sábado, 16 de junio de 2018

Day trip a Navarro y estancia La Candelaria


By Sole


25 Septiembre 2016 (comentarios 16 de Junio 2018)

Y una mañana decidimos seguir conociendo pueblos de la provincia de Buenos Aires…

Habíamos arreglado para pasar un día en familia a la estancia La Candelaria, en las proximidades de Lobos. Con motivo de la primavera ese fin de semana se habían organizado en sus jardines actividades entre las que se incluían venta de artesanías, “food trucks” y shows en vivo

Como siempre una cosa lleva a la otra, terminamos preguntándonos: "por qué no vamos primero a Navarro?" Estando tan cerca era una picardía no desviarnos unos kilómetros para conocer ese pueblo que aparecía cada vez con más frecuencia en los medios de difusión masiva como opción turística.

Cargamos el mate, lona, cámara de fotos y partimos. Apenas eran las 7:30 hs de un día que prometía sol y una temperatura agradable. Tranquilamente fuimos recorriendo la ciudad hasta subir a la autopista 25 de Mayo. Seguimos por la Ezeiza –Cañuelas, varios kilómetros por la ruta 6, desviándonos en la 200. Pasamos sin detenernos por Las Heras donde lo único que nos llamó la atención fue la planta de caramelos de Mondelez, y la gran cantidad de cuises, que parecían haber salido todos juntos a tomar sol a los costados de la ruta; los más osados ponían en riesgo su vida cruzando la carretera de lado a lado. Nunca había visto tantos roedores juntos!!! Al final de la ruta estaba nuestro destino: Navarro. Entre rotondas, peajes y animalitos el viaje se nos hizo rapidísimo!

Cuando llegamos al primer semáforo no tuvimos dudas de que estábamos en uno de los principales cruces de avenidas del pueblo. A nuestra derecha pasamos de largo un parque con algunas esculturas, a la izquierda el Hospital San Antonio de Padua, y terminamos en el Camping Municipal de Navarro. Tal como nos había pasado en el vecino pueblo de Lobos, para acceder a la laguna había que pagar la entrada al camping.

Considerando que sólo estábamos de pasada en el pueblo, decidimos no entrar. De haber ido a pasar el día hubiésemos pagado los $40/ persona; desde la entrada se veía que el predio estaba bastante cuidado y que tenía algunas parrillitas y mesas de camping. Así que nos quedamos sin ver la laguna… Si estas entradas generan ingresos para el pueblo son un arma de doble filo porque ahuyentan a algunos visitantes que optan por otros pueblos con lagunas de libre acceso.




Sin siquiera bajar del auto fuimos en busca de la Plaza San Lorenzo, que tal como esperábamos, estaba rodeada por la Municipalidad, la iglesia y el museo. Un deja vu de… todos los pintorescos pueblos de la provincia de Buenos Aires. Si bien ya eran pasadas las 9 de la mañana el lugar estaba prácticamente desierto. Tras dar una vuelta y sacar las fotos de rigor, nos sentamos en uno de los bancos a tomar mate mientras escuchábamos el canto de los pájaros entre los que había cotorras de color verde muy ruidosas que volaban entre araucarias y cipreses. No saben lo lindo que estaba al solcito!!!

La iglesia

Municipalidad de Navarro

Como no podía ser de otra manera el recorrido continúo hacia la abandonada estación de tren. Teniendo en cuenta que la misma albergaba al Museo Ferroviario de Navarro, esperaba encontrarme con un edificio mejor conservado con los clásicos carteles que indicaban “Sala de espera” y demás salones… Me decepcionó ver esa construcción tan venida a menos, sin carteles (salvo los que decían “Navarro” junto a las vías) y el techo lleno de agujeros en los que las palomas habían construido sus nidos. (Ojalá que la hayan arreglado porque realmente es una lástima)
Rodeando el edificio encontramos la puerta al museo al cual no entramos… Será que todos los visitantes hacen lo mismo y por eso no hay dinero para mantenimiento?



Pasamos frente a un par de almacenes de campo que figuraban entre las atracciones turísticas, pero que no me parecieron lo suficientemente pintorescos como para sacarles foto… A esta altura sólo nos quedaba ver la réplica del Fortín de San Lorenzo. En las calles 22 y 121 se encontraba este conjunto de ranchos de madera y paja que fueron construidos en 1997 recordando los 230 años del primer asentamiento en Navarro cuyo objetivo era defender la línea de frontera.


Réplica del Fortín de San Lorenzo

Con esto concluíamos nuestra visita a Navarro, un tranquilo pueblo al que creo que aún le queda grande el nombre de “polo turístico”. (Esta fue la impresión que nos llevamos en Septiembre de 2016, no se cómo estará ahora).

Y ahora qué??? Siguiendo el plan original tomamos la ruta 41 hacia el sudeste. Pasamos de largo la entrada a Lobos, y tomamos la ruta 205 que nos condujo hacia el desvío a la estancia La Candelaria.

Esta estancia con un hermoso castillo y un parque de más de 100 hectáreas ofrece distintas actividades como días de campo, estadías de fin de semana y eventos especiales como casamientos. Los precios no suelen ser accesibles para el público en general haciéndose de esa manera la selección natural de visitantes. Sin embargo, ese fin de semana, en el que el acceso era gratuito, todos tuvimos la posibilidad de visitar ese escenario de un cuento de hadas. 

Un castillo de cuentos
Fieles a nuestras costumbres llegamos temprano, cuando el predio llevaba apenas 30 minutos abierto. Cuando uno concurre a un de evento popular con "food trucks", llegar temprano es la clave! Aprovechando la relativa tranquilidad matinal recorrimos el parque diseñado originalmente por el paisajista francés Carlos Thays. Con sus más de 200 variedades de árboles, esculturas y hasta puentecitos, nos resultó un lugar encantador. Más atractivos aún eran los senderos y galerías formadas por las copas de los árboles que bordeaban el lugar; en minutos nos teletransportamos a un bosquecito que podría haber formado parte de cualquier sendero de hiking –salvo por el detalle de la bosta que tapizaba gran parte del suelo-.





Hace un par de meses descubrimos que en esa estancia se filmaron algunas escenas de la película "Sin hijos" de Diego Peretti y Maribel Verdú.

A medida que se acercaba el horario del almuerzo, los aromas en los carritos se hacían más intensos y tentadores. A las 13 hs ya estábamos haciendo la pequeña fila para comprar unos sándwiches de carne asada y unas exquisitas papas belgas. De a poco nos fuimos encontrando con familiares –apostando a la suerte y al azar porque los celulares no tenían señal-. Los últimos en llegar tuvieron que optar entre ayunar o hacer filas que superaban los 30 minutos para comprar un sándwich; un tiempo de espera excesivo, sólo apto para masoquistas. En este caso nunca mejor aplicado el refrán “al que madruga, Dios lo ayuda”.

Terminamos pasando una linda tarde primaveral de sol al aire libre en buena compañía!!! Antes de que se iniciara el éxodo masivo de visitantes nos despedimos y emprendimos el regreso hacia casa.

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