jueves, 28 de febrero de 2013

Villa Ventana - Alrededores

By Sole


Ultimo día en Villa Ventana. Estábamos un poco cansados físicamente por lo caminado el día previo, así que aprovechamos para recorrer las localidades vecinas.

Tomamos la ruta 76, pasamos por el parque, esta vez sin detenernos, hasta llegar a Villa Serrana La Gruta. Era una villa mucho más pequeña que Ventana, siendo la única edificación que llamaba la atención La Capilla Nuestra Señora de Fátima. Está ubicada en medio de un gran predio verde, y resulta imponente en un pueblo tan chiquito. Dimos una vuelta por el lugar, sin bajar del auto, y volvimos a salir a la ruta 76, para continuar camino hacia Tornquist.



La ciudad de Tornquist, es la cabecera del partido; esta ya tiene calles pavimentadas, estación de servicio, hospital (el que tiene los sueros antiofídico) y la típica plaza principal con iglesia y municipalidad. Justamente el edificio de la municipalidad es una de las atracciones destacadas del lugar, construido con estilo Art Déco por el arquitecto Francisco Salamone.
La plaza principal Ernesto Tornquist, en cuyo centro está emplazada la iglesia, cuenta con la distinción de haber sido diseñada por el paisajista Carlos Thays. En un sector de esta hay un lago artificial que cuando fuimos estaba siendo restaurado.



Nuestro próximo destino: Saldungaray y Sierra de la Ventana. Volvimos a tomar la ruta 76, esta vez en sentido contrario al que habíamos venido. Luego de transpasar unos kilómetros de Villa Ventana, nos desviamos por la ruta 72 hacia Sierra de la Ventana. En lugar de detenernos ahí, continuamos 9 km más hasta Saldungaray.
Este pueblito fue un viaje en el tiempo. Construcciones antiguas, algunas parecían de principios del siglo pasado, que aun conservaban sus materiales originales, la vieja estación de tren, la plaza principal, con iglesia, y municipalidad, tenía todo lo que tiene un pueblito. Paramos en la estación, la cual aún se encuentra en funcionamiento (2 veces por semana pasa el tren) y está muy bien conservada. En ese momento estaba absolutamente deshabitada, ni siquiera los fantasmas estaban ahí! 



Llegamos a la plaza principal en busca de la oficina turística, siguiendo carteles que nos fueron conduciendo hacia ahí. Hubo un detalle que no calculamos, que eran las 12 del mediodía y estábamos en un pueblo! La oficina estaba cerrada!!! Así que sin siquiera haber encontrado el cementerio, atractivo del lugar, por haber sido su portal una obra de Francisco Salamone, volvimos para Sierra. 

En Sierra de la Ventana, buscamos un lugar para almorzar. Antes de encontrarnos con los alimentos dimos unas vueltas en auto por el lugar. Pasamos por el Barrio Parque Golf, construido frente al Campo de Golf, donde las calles no tenían nombre, pero sí las manzanas (Los aromos, Los robles, Los zorzales, Las acacias, etc). Un lugar bastante pintoresco, con algunas casas de categoría; había dinero invertido en la zona! Atravesamos las vías del tren, pasando al costado de la estación local, y nos detuvimos cerca de la calle principal, Av. Libertador Gral San Martín para almorzar. Terminamos en un resto-bar llamado Don Quijote, con mesas de madera rústica, y una minibiblioteca, con libros que uno podía leer durante su visita al local.



Luego de comer, y chequear los e-mails, el lugar tenía wifi, pasamos por la estación de servicio a cargar combustible, y volvimos a Villa.

Al día siguiente regresamos a Buenos Aires.

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Villa Ventana - Museo Histórico Villa Ventana

By Sole

Una vez que volvimos a la cabaña, merendamos algo y nos preparamos para salir nuevamente, esta vez a visitar el Museo Histórico Villa Ventana "Sendero de los Recuerdos".

Este museo abre los días domingo de 15 a 19 hs, salvo en época de vacaciones que se encuentra abierto algunos días más. Si no íbamos en ese momento, no íbamos más.
Salimos de la cabaña, caminamos poco menos de 2 cuadras al final de la calle Las Piedras, y ahí agarramos un camino de ripio de un 1 km hasta el pié del Cordón Ventana, bordeado por campos con algunas vacas y caballos.
Es un museo que está administrado por pobladores locales, que según manifiestan no reciben apoyo económico de las autoridades. Tiene 3 salas, y cada hora comienza una visita guiada, en la que con mucha pasión la encargada del lugar, relata la historia del pueblo, del Ex Club Hotel de la Ventana y de los primeros pobladores.
La primera sala tiene fotografías e información sobre la formación de las sierras, geografía, flora y fauna, y los Tornquist.
En la segunda sala, la que me resultó más interesante, hay objetos que pertenecieron al Ex Club Hotel. Acá nos contó la historia de la construcción, los años de esplendor, el cierre, el paso de algunos alemanes del Graf Spee, los últimos años y el incendio del hotel.
Por último la tercera sala, dedicada a la historia de Villa Ventana, el parcelamiento del terreno, las primeras familia que habitaron el lugar y la fiesta de la Golondrina. Como parte del material tenían afiches, recortes de diarios, documentación y algunos objetos antiguos pertenecientes a los pobladores.
Para culminar la visita, nos mostraron un video sobre la Comarca Turística Sierra de la Ventana.
El costo de la entrada fue de $8, excesivo por lo que era, pero que se vio justificado por toda la explicación y dedicación de la guía.
Culminada la visita, se vio un éxodo de autos por el camino de tierra, por el cual volvimos caminando a la cabaña. Mientras caminábamos algunos autos se detuvieron y se ofrecieron a llevarnos hasta el pueblo, agradecimos el ofrecimiento y continuamos caminando. Ya estaba anocheciendo, y una redonda luna llena brillaba en el cielo.



Llegamos bastante cansados, ya con molestias en las piernas a pesar de haber elongado. Las piernas se estaban quejando por todo el esfuerzo que habían realizado a lo largo del día. La más quejosa de todas era mi rodilla izquierda a quien no le había gustado ni un poquito el descenso del cerro. Tomé un paracetamol y acalle sus gritos prometiendo realizar una visita que aún está pendiente al traumatólogo.

Seba preparó otro asado ultralento con el carbón local que no calentaba. Estuve a punto de armar una pseudoparrilla en el hogar a leña, principal atractivo de la cabaña, y cocinar ahí la carne!!!
Comimos y nos fuimos a dormir!!!!!!

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Villa Ventana - Cerro Ventana

By Sole

Tercer día en Villa Ventana.
La noche anterior rogamos a todos los dioses que el día estuviese lindo para poder hacer la actividad que teníamos planeada para ese día: ascenso al hueco de la ventana del Cerro Ventana.
Esta vez nos escucharon y amaneció, un poco nublado, pero sin lluvia ni viento. Desayunamos rapidito, nos vestimos y partimos nuevamente al Parque Provincial Ernesto Tornquist, pero esta vez ingresamos por el sector "Base Cerro Ventana". Fuimos a la oficina de guardaparques para registrarnos en el sendero "Hueco de la Ventana". El horario límite para iniciar el ascenso era de las 11 hs, estábamos bien en tiempo porque apenas eran pasadas las 9 de la mañana. Esperaban que el tiempo mejorase, así que nos anotaron. Nos indicaron que fuésemos siguiendo los carteles numerados del 1 al 10.
Tal vez por haber sido un día de fin de semana o por la popularidad del lugar, nos fuimos cruzando en todo el camino con unas cuantas personas, algunas menos normales que otras.
Salimos de la oficina, y enseguida encontramos el cartel que indicaba el camino. Cruzamos un vadén, y avanzamos unos metros por terreno plano, para proseguir un ascenso de unos cuantos metros en un terreno pedregoso, con piedras pequeñas sueltas y raíces de árboles, hasta llegar al pequeño bosque de pinos. Ascendimos tratando de pisar en las zonas donde había menos piedras y la tierra estaba bien asentada. No se que distancia habremos recorrido, pero por el esfuerzo físico que implicaba la pendiente se sintió como varios cientos de metros. Llegamos al punto 1! Giramos a la derecha para alcanzar el punto 2, ubicado a pocos metros; el recorrido no ofreció dificultades dado que era un pastizal plano.
En este punto nos pasó una pareja que iba muy apurada hacia arriba. No se si estaban entrenando o simplemente eran unos dementes que querían batir su propio récord de tiempo.
Del punto 3 no tengo muchos recuerdos así que no debe haber sido traumático.
Llegamos al 4, el último en el que vimos bien la ventana. Ya nos lo habían advertido abajo, que no nos extrañásemos cuando dejásemos de ver la ventana, ya que es lo que pasa cuando uno sigue el camino correcto. Acá hicimos un pequeño stop y tomamos algunas fotos.



A partir de este momento comenzamos a ascender nuevamente. A medida que avanzábamos la cosa se iba complicando, sobretodo entre los puntos 5 y 7. Había zonas donde el camino ya no estaba bien delimitado y uno tenía que ir encontrándolo o haciendo el propio. Había muchas piedras, pero ya más grandes, separadas unas de otras por pequeñas porciones de tierra y yuyos. Por un lado teníamos que tener cuidado de no resbalarnos, pisar bien, y también evitar pisar los matorrales, no nos olvidemos que es una región donde habita la yarara! En el camino hicimos unos pequeños descansos para hidratarnos.
Finalmente llegamos al punto 8, la cumbre del cerro! Entre el 8 y el 9 caminamos por el filo, un terreno plano con algo de pasto, y alguna que otra piedra. En esta zona el viento se hacía sentir, ya no teníamos ninguna pared que nos protegiera. Fue un tramo de descanso para las piernas para prepararnos para el tramo final...
Entre el 9 y el 10 solo teníamos piedras!!!! algunas de estas formaciones rocosas eran bastante grandes, y para llegar al hueco no le quedaba otra que trepar como sea. Con ayuda de las manos, los pies, y cualquier otra parte del cuerpo que quisiese participar fuimos subiendo. Como en otras oportunidades he dicho, no soy muy habilidosa para estos asuntos, pero no tuve muchos problemas; mi mayor preocupación era ¿cómo voy a bajar esto?. Pero no me perturbó mucho, era algo que tendría que resolver después.
Peleando contra el viento y la adversidad del terreno, llegamos!!!! Siii!!! estábamos frente al hueco de la ventana, ese mismo, de unos 8 metros de alto y 5 de ancho que tan pequeñito se veía desde la ruta.



El hueco estaba congestionado, había una grupo de personas sacándose fotos, que en pocos minutos se retiró y una pareja que muy cómodamente estaba tomando mate, molestando un poco. La idea es llegar, tomar alguna foto, descansar, y dejar lugar para que otros hagan lo mismo, no hacer un picnic en el punto panorámico. Esquivándolos tomamos algunas fotografías, nos sentamos unos minutos y tomamos agua. La gente siguió llegando de a parejas o en pequeños grupitos de 3 o 4.
A través del hueco se veía el Cerro Tres Picos, el más alto de la provincia de Buenos Aires con sus 1239 metros.
Emprendimos el regreso. El tramo 10 a 9, fue divertido, pese a mis preocupaciones, y que las rodillas no dijesen lo mismo y comenzaran a quejarse! Cuando las piernas no me daban por el largo (por algo Seba dice que soy "pati-corti"), me ayudaba con la cola y la espalda, deslizándome hacia abajo.
Antes de llegar al punto 7, en un lugar protegido del viento hicimos la parada de almuerzo. Nos sentamos en una piedra y comimos los sandwichs que habíamos llevado. En ese momento comencé a escuchar a mi celular, me entró un mensaje!!! Tenía señal en la cumbre del Cerro!!!!! En Villa Ventana no había señal, pero en una zona más alta del medio de la nada, sí!
Con el estómago apenas distendido, seguimos bajando con bastante cuidado, para evitar resbalarnos y caer. Seguramente no íbamos a caer muy bajo, pero el golpe iba a ser importante por la dureza e irregularidad del terreno. Fuimos siguiendo los números de manera invertida, o sea, del 10 a 1.
Aparentemente esto que hicimos fue un recorrido de 10,69 km, con un desnivel de 890 metros.
Cuando llegamos al punto 1, en lugar de seguir descendiendo, nos desviamos hacia el sendero de los "Piletones Naturales", que compartía el primer tramo de ascenso con el Hueco. Esta descripta como una caminata de esfuerzo moderado que toma unas 2 horas.
El camino comienza con un descenso de unos cuantos metros sobre una superficie cubierta con piedras pequeñas y sueltas, que bajamos con cuidado. Ya en terreno plano, seguimos caminando por rocas, en un camino que se iba encajonando, y en el que iba apareciendo un pequeño curso de agua, bastante estática, o sea, los piletones.
Al regreso tuvimos que volver a subir todo lo que habíamos descendido, para después volver a descender por el primer tramo del sendero al Hueco. En los carteles informativos recomendaban realizar el descenso en "zig zag" y no en forma recta para evitar caídas. Fue bastante más fácil de lo esperado.
Tras tardar en total 5 horas volvimos a la oficina de guardaparques a avisar que habíamos regresado.
En este momento, el día ya estaba divino. Las nubes matutinas se habían disipado y brillaba el sol. Nos sentamos en un tronco de árbol caído al sol y nos tomamos un helado Epa con chocolate y dulce de leche, muy merecido!
Como era temprano y nos quedaba un poco de energía, decidimos hacer la caminata a "Garganta Olvidada". El inicio del camino estaba para el lado contrario al que habíamos ido a la mañana, con superficie plana de tierra firme, con algo de vegetación a los costados. Luego se iba internando entre dos macizos rocosos, uno la ladera oriental del Cerro Ventana y el otro que no que cerro era, que se utiliza para la práctica de escalada (previa autorización y utilizando el equipo correspondiente), haciéndose de a poco el camino rocoso. Uno va de roca en roca, al principio plano y luego tiene que ir trepando, hasta llegar a la garganta olvidada, una caída de agua, sobre la pared que se encuentra a la izquierda del camino. Por ser un recorrido de "poca dificultad", cosa en la que difiero, porque trepar piedras implica una dificultad y no lo puede hacer cualquiera, había bastante gente, incluso niños. Había una señora que había encontrado en el lugar unmanantial de energía, y se encontraba sentada en una roca, con las piernas cruzadas, ojos cerrados, en posición de meditación...
Me resultó mucho más atractiva la vista que había desde el lugar encajonado hacia el lado por el que habíamos venido caminando, que la caída de agua en si.



Volvimos haciendo equilibrio, y cuando ya estábamos en las rocas planas, y como prueba de que un sendero baja dificultad no está exento de riesgos, Seba se resbaló de una manera que ni él logra entender y cayó. Por suerte fue solo un susto y no se rompió ningún hueso, aunque quedó un poco dolorido en el cuello y rodilla izquierda.
Ya cansados de caminar volvimos al auto y emprendimos el retorno a la cabaña.

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miércoles, 27 de febrero de 2013

Villa Ventana - Cerro Bahía Blanca

By Sole

Segundo día en Villa Ventana.
Cuando nos levantamos ya no llovía pero estaba nublado y había refrescado considerablemente. El día anterior había sido un día de remera, salvo en los momentos donde soplaba el viento.
Teníamos planeado subir al Cerro Bahía Blanca, una elevación de 739 metros ubicada en el Parque Provincial Ernesto Tornquist. Tomamos la misma ruta que lleva al Cerro ventana, pero ingresamos al parque por el sector "Base Cerro Bahía Blanca". Fuimos a la oficina del guardaparque donde pagamos la entrada para los NO residentes de la zona ($10 x 1 día, $20 x 3 días) y nos registramos para realizar el ascenso. Como en ese momento sólo estaba nublado con viento, pero no llovía nos permitieron entrar al sendero con la condición que a la primera gota de lluvia emprendiéramos el regreso, sin importar que tan lejos hubiésemos llegado. Era un ascenso autoguiado de unas 2 horas de duración, para mayores de 5 años.
Comenzamos a subir por un camino pedregoso, totalmente distinto al de los trekkings que habíamos realizado en el sur. Cuando habíamos caminado unos 20 o 25 minutos, comenzó a chispear. Mmm, seguimos o volvemos??? Retrocedimos unos metros, pero suspendimos el retroceso cuando vimos que solo habían sido unas gotas aisladas y ya había cesado.
Avanzamos un poco más, intercalando zonas de ascenso más pronunciado y otras más planas. A medida que fuimos subiendo fue aumentando la intensidad del viento. Cuando llegamos al filo de la montaña, desde donde se podía ver el parque y el Abra, comenzó de nuevo a lloviznar. El día estaba cada vez más feo, las nubes más bajas y el viento en aumento, por lo que faltando unos metros para llegar emprendimos el regreso sin mayores dificultades. El mayor problema con la lluvia era que había bastantes piedras en el camino y con el agua se tornan resbaladizas. Al llegar, en la entrada al sendero ya había una soga impidiendo el ingreso con el cartel de "no habilitado".



Pasamos nuevamente por el centro para visitantes donde había unas vitrinas con información geológica y sobre la flora y fauna del lugar, incluyendo fotos y piel de una yarara, y un par de pájaros embalsamados.

Volvimos a la cabaña a comer algo rápido. Ya era el mediodía, había hambre y no el suficiente tiempo ni elementos para preparar algo muy elaborado. Comimos una sopa de sobre, y pan con queso saborizado. Parecía una naturaleza muerta el conjunto de esos alimentos sobre una mesa de madera rústica.

A la tarde, el tiempo siguió nublado, con momentos en los que salía el sol y otros en los que lloviznaba. Decidimos caminar de todas maneras hacia la zona de las ruinas del Ex Club Hotel Villa Ventana, ubicado a 1,7 km de la villa, pero el camino se vio interrumpido al inicio del sendero. La senda se iniciaba tras cruzar el arroyo Belisario, por una tranquera cerrada y un cartel que decía "no avanzar". Después nos enteramos que tras muchas idas y vueltas, decretos y disposiciones, en la actualidad el terreno donde están las ruinas es propiedad privada y solo se permite el ingreso de las excursiones organizadas por la oficina de turismo local.

Dimos media vuelta y nos dispusimos a caminar un poco por el pueblo. Pasamos por una casa de alfajores donde pudimos constatar que eran realmente artesanales, la mujer que atendía, también rellenaba los alfajores. Antes de acercarse al mostrador a atendernos, se encontraba en un rincón, frente a una mesa con una bandeja con tapitas y un gran tacho de dulce de leche desempeñando su labor. Alfajores 100% artesanales, ricos (nos dio de probar un trocito), con un precio similar al de los Havanna.

Seguimos caminando, sin acercarnos a los márgenes del camino para no provocar la ira de ningún can de los que había sueltos en las entradas de algunas casas. Entramos en la media docena de locales de artesanías que había y volvimos caminando a la cabaña para merendar leche chocolatada con facturas que habíamos comprado en la panadería del pueblo.

A la noche amasé pizza, y Seba miró el partido Racing-Olimpo. Racing ganó, con un gol de penal de Teo, por lo que hubo paz en el lugar!!!

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Villa Ventana -Final del primer día

By Sole


Estuvimos dando vueltas hasta las 16:30 hs, horario en que abrió el "Supermercado". Este tenía un sector de verdulería con carteles que decían "NO TOCAR"; evidentemente algunas cosas no eran autoservicio, como estamos acostumbrados en la ciudad. La misma empleada del sector fiambrería dispensaba los vegetales y frutas. Pegado a estos estaba la carnicería.
Había pocos productos de marcas de la zona, la mayoría eran los mismo que se podían encontrar en un super de Buenos Aires, pero con un costo mayor (entre $1 y $3 más caro cada uno de estos, lo que al final de la cuenta hacían una diferencia importante). La mayor parte de los productos tenía su precio pegado en una pequeña etiqueta como en el pasado y no utilizaban lector de barras. Y por el tamaño del lugar era esperable que hubiese 1 sola caja para pagar.  Parecía más un supermercado chino...
Decía un cartel que "razones ecológicas", estaba prohibida la entrega de bolsas plásticas en la zona, no se si será verdad o era simplemente para ahorrar dinero. Cada uno tenía que llevarse su propia bolsa o comprar una de las que vendían en el lugar. Para los pobladores locales tenían el decoro de buscarles alguna caja de cartón para el transporte de su mercadería. Zafamos del asunto porque de casualidad teníamos en el auto 2 bolsitas del "Monarca", el super de Tandil. Metimos lo máximo que pudimos ahí y las cosas más grandes en la mano. Tratamos de hacer las compras para toda la estadía, ya que el "super" cerraba los domingos a la tarde y todo el día lunes.
Para volver tomamos ya las calles internas, que si bien su velocidad máxima era de 20 km/hora estaban en mejor estado que Cruz del Sur.
A pesar de haber pasado el horario de siesta, la paz siguió reinando en el lugar. Mucho silencio, apenas se oía el canto de los pájaros, el ruido de los ramas y hojas agitándose con el viento, nada más.



Volvimos a la cabaña con las provisiones y tuvimos una merecida merienda. De ahí en más comimos todo lo que no habíamos comido durante todo el día... la picada, que fue seguida de un asadito. Bue, pasó mucho tiempo hasta que comimos el asado, que fue calificado como uno de los más lentos de la historia! El carbón que compramos en el super, no compensaba el precio con su calidad, no calentaba!!! A duras penas se cocinó la carne...

Esa noche llovió! Qué miedo! Lluvia y viento en "el medio de la nada", sin medios de comunicación y rodeados de calles de tierra sin asfalto!!! No sabía si íbamos a volver a la civilización en auto o en balsa!!!

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Villa Ventana -Primera impresión

By Sole

Septiembre 2011

Luego de nuestra estadía de 4 días en Tandil, partimos hacia nuestro siguiente destino: Villa Ventana.

Villa Ventana es un pequeño pueblo de 76 manzanas, construido entre el arroyo Belisario y el arroyo de Las Piedras, lo que determina que tengo una forma parecida a un embudo, cuya zona más angosta es la de ingreso. La verdad, no había leído mucho sobre el lugar y su tamaño antes de emprender el viaje...

A continuación pueden ver el mapa:



Llegamos al mediodía, pasadas las 13:30 hs. En la entrada al pueblo, lo primero que vimos fue la oficina de información turística, ahí giramos a la derecha y tomamos la calle principal: Cruz del Sur. Esta recorre de punta a punta el lugar; no está pavimentada y la velocidad máxima es de 30 km por hora.
Avanzamos más lentamente de lo que decía la señal buscando la administración de las cabañas Piuquelom; la encontramos sin mayores dificultades. Más que administración era un polirubro: alquiler de cabañas, venta de artesanías, alfajores, mermeladas, objetos de madera, etc. Desde ahí el administrador nos guió hacia la cabaña que habíamos alquilado vía Internet llamada "La Malena".
Lo seguimos por Cruz del Sur hasta la calle Paloma, 2 calles más y se acababa el mundo. Como particularidad del lugar, todas las calles trasversales tenían nombres de aves. Las longitudinales más externas tomaban el nombre de los arroyos aledaños (Belisario y Las Piedras), y existen otras 2 entre las externas y Cruz del Sur cuyos nombres eran Pillahuinco y Curamalal. Para que se den una idea de la pequeñez, solo existían 5 calles longitudinales y 18 transversales.
La zona céntrica estaba delimitada por la oficina de turismo y la Plaza Salerno, unas pocas cuadras que incluían 2 "supermercados", 2 locutorios, 1 panadería, un par de negocios de venta de artesanías y productos regionales y un par de restaurantes.
La mayoría de las construcciones eran cabañas o casas de 1 o 2 plantas, sin rejas, pero sí con perros guardianes en sus entradas.



Nuestra cabaña estaba ubicada casi en el extremo derecho superior del mapa; desde esta podíamos ver las sierras. Tal como habíamos visto en las fotos, era de madera, de 2 plantas con una parrilla y cochera semitechada en la parte posterior. Los límites de todo eran difusos; había varios metros de pasto hacia la zona posterior y a los costados de la cabaña, los que se comunicaban libremente con la calle sin estar separados por pared, alambrados ni rejas.
La primera sensación en el lugar fue de estar en el medio de la nada! De hecho con desesperación y angustia dije "estamos en el medio de la nada!!!!!". Y para completar la sensación de aislamiento del mundo no teníamos conexión a Internet ni señal de celular, tampoco había línea de teléfono en la cabaña como para hacer un llamado de emergencias. Hay gente que encanta esta desconexión del mundo, pero a mi NO! Seba en cambio estaba contento con el aislamiento...

La cabaña estaba bien, tenía un gran living-comedor con un hogar a leña, principal atractivo del lugar, con un sillón, un par de puffs, y una mesa con 4 sillas. Estaba integrado a su vez con la cocina, de la que solo estaba separado por un desayunador con 2 bancos altos. Tenía un dormitorio con cama matrimonial, baño completo con hidromasajes, y en la planta alta 2 camas de una plaza. Todo era de madera, paredes, revestimiento, mesa, sillas, adornos, etc.

Por el horario en que llegamos, el pueblo dormía la siesta. Todo estaba cerrado salvo el restaurante y el locutorio. Llamamos por teléfono a Buenos Aires avisando que habíamos llegado bien y nos fuimos a dar una vuelta con el auto. Tomamos la ruta hacia el Parque Provincial Ernesto Tornquist, viendo desde la misma el Cerro Tres picos (el más alto de la provincia de Buenos Aires con 1239 metros) y el Cerro Ventana, que le sigue en altura, con su característica ventanita.



Al costado de la ruta, frente al Cerro Ventana había un mirador, que consistía en un deck de madera con bancos del mismo material, y algunos carteles informativos. Una buena idea para evitar que la gente se vaya parando en cualquier punto de la ruta a sacar fotografías.

De ahí recorrimos unos 13 km hacia Sierra de la Ventana a cargar combustible, dado que era el lugar de expendio de nafta más cercano. Este resultó ser un pueblo pequeño, pero un poco más civilizado con calles pravimentadas y algún negocio más. No había tanta paz como en villa.

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domingo, 10 de febrero de 2013

Tandil (día 4)

By Sole

Septiembre 2011

El cuarto día en Tandil amaneció lindo, por lo que luego de un rápido desayuno, nos fuimos para la Reserva Natural Sierra del Tigre. Caminamos derecho por la calle Suiza, aproximadamente 1 km, hacia el lado contrario al que habíamos caminado para ir a ver la cascada días atrás. Camino bastante solitario en el que solo nos cruzamos con una liebre que pasó de un lado al otro de la calle.
Al final de la calle nos topamos con la Reserva. En la entrada estaba el cartel que indicaba que los días de lluvia y los miércoles permanecía cerrada. Tal vez por la temprana hora y/o no encontrarnos en época de vacaciones el lugar estaba prácticamente desierto. Pagamos la entrada de $14 cada uno y emprendimos la caminata por un sendero de ripio, el mismo de circulación vehicular. A pocos metros nos topamos con las ruinas de piedra de una vieja construcción, y a la distancia ya aparecieron los primeros animales. El primero en darnos la bienvenida fue un burro que estaba parado a la izquierda del camino. Tengo que reconocer que la cercanía con el animal me puso un poco ansiosa. No soy muy amiga de los animales y menos cuando están sueltos y a pocos metros. Pasamos al lado del burro, ignorándonos mutuamente. Ya me había advertido el administrador de las cabañas que la reserva estaba llena de burros y que algunos estaban tan acostumbrados al contacto con humanos que se acercaban en busca de comida.
Ascendimos un poco y llegamos al primer estacionamiento con su mirador correspondiente (a lo largo del camino había estacionamientos numerados del 1 al 7 para que la gente que iba en auto, aparcase y diera una vuelta por el lugar). Desde ahí se veía el Cerro Animas y La Blanca, la calle Don Bosco y distintos campos cercanos con plantaciones. Tomamos algunas fotos y continuamos caminando. A estas alturas el sol brillaba en el cielo, subiendo la temperatura del lugar.
Seguimos ascendiendo hasta llegar al Cerro Venado (389 metros), desde donde vimos más burros, caballos, pájaros amistosos y hasta un zorrito.
Continuamos caminando, parando, caminando y hasta nos metimos en un desvío peatonal de la senda (Sendero de los Picapedreros) que nos trasportó a una cantera abandonada. Cuántas cosas se pierde el sedentario que hace todo el recorrido sentado cómodamente en su auto -o zarandeándose como en una licuadora por las irregularidades del camino-.
A los pocos metros comenzamos a descender, llegando al punto desde el cual habíamos partido.



En la entrada de la reserva estaba el serpentario con un par de ejemplares de la especie del lugar: la yarará de la cruz (Bothrops alternatus). Este es un ofidio venenoso que habita en el sur de la provincia de Buenos Aires. Ya habíamos leído al respecto antes de viajar, y que hacer en caso de mordedura, además de rezar! Incluso Seba antes de viajar me había dicho "¿Por qué no me conseguís suero anti-ofídico?", como si me estuviese pidiendo una aspirina. Afortunadamente ninguna se interpuso en nuestro camino, y si lo hizo no nos dimos cuenta.
Además de las serpientes, había un sector, delimitado por rejas donde se encontraban 2 ejemplares de puma, que impresionaban ser pequeños. No sé porque los tenían metidos en una pequeña jaula, teniendo un sector bastante amplio y parecido a su hábitat natural que estaba destinado a ellos...
Para el otro lado, había algunas jaulas con animales varios que me pareció como un mini zoo: faisanes, un gato montés, gansos, carpinchos, ñandúes, gallinas de guinea y hasta una lechuza! Tal vez en algún lado estaba la explicación de porque esos animales estaban ahí encerrados, pero es chocante ver eso justo en una "reserva natural".

Ya, siendo el mediodía emprendimos el regreso a pie, por la misma ruta por la que habíamos ido. Volvimos a almorzar a nuestra casita.
Luego de comer, mientras Sebas merodeaba por el jardín del complejo en el que estábamos divisó una lechuza parada en el cerco, igual a la que habíamos visto enjaulada a la mañana, la única diferencia era que esta estaba en libertad!



A la tarde, tras un descanso y por recomendación del administrador del lugar fuimos al Valle del picapedrero, un terreno privado donde algunas personas pago de por medio van a practicar escalada. Esta vez salimos en auto porque estaba a varios kilómetros, haciendo parte del recorrido que habíamos hecho el día anterior para llegar al Cerro Centinela.
En la entrada del predio nos comunicamos telefónicamente con el número de la dueña que estaba anotado en la tranquera del lugar; para entrar en forma particular hay que pedir autorización a ella. Tras un interrogatorio de que íbamos a hacer, cuantos éramos y si teníamos niños o no, nos permitió (siempre vía telefónica) el ingreso, con la condición de que no nos apartásemos del sendero principal. Tuvimos que trepar y traspasar las dos tranqueras que estaban cerradas. No bien las pasamos nos encontramos con un grupo de niños que estaban de excursión en el lugar. Como habíamos pactado tomamos el camino principal, el cual va bordeando un cerro, en el que hay varios miradores: oeste, sur y este. A lo lejos vimos un grupo de chicos con algunos adultos que estaban escalando. El caminito fue corto, no creo que nos haya llevado más de media hora, incluidas un par de paradas para tomar fotos.

Como aún era temprano y teníamos el termo con agua caliente, nos fuimos al Lago del Fuerte a tomar mate. En uno de los costados del lago, hay una gran playa de estacionamiento y traspasándola, un espacio con bancos que miran al lago. En uno de estos nos sentamos y permanecimos un buen rato tomando mate y mirando todo lo que nos rodeaba: los deportistas que pasaban corriendo, las señoras que caminaban alrededor del lago, los que remaban en los kayaks, y hasta un grupo de gansos agresivos, que patoteramente pedían comida a la gente que estaba sentada en la orilla. Era una tarde soleada con una agradable temperatura, salvo por los momentos en que soplaba el viento.


Al día siguiente nos levantamos temprano para seguir nuestro camino hacia Villa Ventana...

viernes, 8 de febrero de 2013

Tandil (día 3)

By Sole

Septiembre 2011

El tercer día en Tandil amaneció un poco fresco y nublado. Inicialmente teníamos la idea de ir a la Reserva Natural Sierra del Tigre, pero... era miércoles y estaba cerrada!
Tras un desayuno con café con leche y medialunas, partimos hacia nuestro primer destino del día...

Cerro Centinela
Es un cerro con una piedra o "monumento granítico" de casi 7 metros que se mantiene en posición vertical sobre una pequeña base, de la cual recibe su nombre. Dejamos el auto en el estacionamiento donde para variar no había nadie; no era justamente temporada alta. Hicimos una extremadamente corta caminata en ascenso, y en pocos minutos llegamos a la piedra. Tomamos un par de fotos y volvimos a bajar.
En la bajada nos cruzamos con las aerosillas, del cerro; no estaban habilitadas. Por los carteles que vimos, solo funcionaban en época de vacaciones, con un costo de $30 por persona. Según consta en folletería, "recorren unos 1200 metros sobre pinares, canteras y sierras". Un poco caro por tan corto recorrido, no???
En las inmediaciones había un par de negocios que vendían artesanías y productos regionales. En uno había remeras y buzos con la inscripción "Cerro Centinela", no sé si sería una extrapolación regional del "Cerro Catedral" con sus aerosillas...



Volvimos a almorzar a la cabaña. El día se había puesto bastante lindo y soleado. Sebas aprovechó el solcito del exterior y se sentó a leer en el pasto. Su tranquilidad se vio interrumpida por la presencia de un can vecino, rebautizado Puchie, que vino en busca de cariño.

A la tarde fuimos al Parque Independencia. Estacionamos el auto cerca del dique, caminamos sobre el mismo, y cruzamos la calle Saavedra Lamas. Ya en el parque, lo fuimos rodeando siguiendo una senda, al costado de la cual había una estación aeróbica. Continuamos caminando hasta llegar a la portada (donada por la comunidad italiana), una estructura de granito ubicado en el ingreso de autos al cerro para los cuales hay un camino asfaltado helicoidal.



Decidimos subir por las escaleras de piedra, rústica, con escalones de diferente altura. Luego de un ascenso agotador llegamos al castillo Morisco (donado por la comunidad española), un mirador de la ciudad, ubicado a 286 metros.
Bajamos por el camino asfaltado vehicular, hasta el desvío al "mirador del lago" donde continuamos por un camino peatonal. Terminamos tomando mate en una piedra cerca del mirador.

Cuando comenzó a caer el sol volvimos para la cabaña donde Seba se encargó de la cena: asado! Por supuesto, con su correspondiente picada de quesos, embutidos y maní!

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Tandil (día 2)

By Sole

Septiembre 2011 

Luego de una reconfortante noche de sueño, nos levantamos decididos a continuar con nuestro recorrido por Tandil.
Nos subimos al auto y GPS mediante nos dirigimos a los destinos seleccionados para ese día:

Monte Calvario
Dejamos el auto estacionado en la entrada, donde no podía falta un cuidacoches con un par de perros y enfrente un par de negocios de artesanías.
Comenzamos a caminar recorriendo las distintas estaciones del Vía Crucis, construidas en piedra, de tamaño real en el año 1943 (según consta en un cartel del lugar). El recorrido con escalinatas ascendentes concluía en una imponente cruz alrededor de la cual la gente deja pañuelos, estampitas, y placas de agradecimiento.



Cerro La Movediza
Es el cerro donde estaba la característica piedra movediza de Tandil. Era una piedra de casi 300 toneladas, de 7 x 13 metros (máximo vértice y extensión) que se encontraba haciendo equilibrio sobre otra piedra. La historia cuenta que el 29 de febrero de 1912, cayó, quedando partida en 3 fragmentos, que aún se pueden ver al pie de la ladera.
En el año 2007, fue reinaugurado el paseo que lleva hasta la piedra, como Parque Lítico de la Piedra Movediza de Tandil. Emplazada donde se encontraba la piedra, actualmente hay una réplica compuesta por un entramado metálico con una cobertura de fibra sintética con la misma textura, forma, color y tamaño que la original. Para acceder a la misma, hay que subir largas escalinatas de piedra. Subir hasta ahí es como hacer una ergometría!



La Cascada
Esta fue una mini-excursión que hicimos caminando. Partimos de nuestra casita en la calle Suiza hasta la av. Don Bosco, y de ahí volvimos a alejarnos de la civilización metiéndonos en la calle Yugoslavia. En el recorrido hacia el ingreso al paseo pasamos por la puerta de la Hostería de la Cascada. Zona muy tranquila donde solo nos cruzamos con algunos cuises, que iban de un lado al otro del camino.
Llegamos a un estacionamiento, donde solo había un auto, y pasamos un molinete; el terreno es propiedad privada pero esta abierto al público. El camino se bifurcaba, uno iba hacia una cruz y otro hacia la cascada. Caminamos esquivando bosta que supongo que era de vaca, ya que a pocos metros y del otro lado del alambrado había un grupo de ellas pastando. Vimos bastantes pájaros confianzudos que se quedaban a corta distancia, acostumbrados a la presencia humana. Llegamos hasta un punto más elevado, donde había una muy buena vista de los campos circundantes; la cascada que fuimos a buscar, era un diminuto chorrito de agua que apenas se distinguía a muchísimos metros en la pared de un cerro.

Cerro del Libertador
No es gran cosa, ni siquiera es un cerro... Es un monumento, en medio de un parque en el casco urbano de la ciudad, de San Martín mirando al noroeste (Andes), con su caballo y por detrás un nido de cóndores.
Lo más curioso fue que cuando regresábamos por el parque al estacionamiento nos cruzamos con un trío de borrachines que iban con sus botellas hacia la zona de la estatua. Los siguientes visitantes, seguro que vieron una imagen mucho más pintoresca...

Época de Quesos
Es una especie de pulpería que vende quesos y fiambres, en la casa más vieja de la ciudad, un rancho de 1860, que fue reacondicionado para tal fin en 1990. En su interior se expende al público gran variedad de quesos, embutidos, fiambres, para llevar o consumir en cualquiera de los ambientes de la antigua casa. Uno puede sentarse en la cocina, en alguna habitación o bien en el patio. Permiten recorrer el lugar y tomar fotos sin realizar ninguna consumición. Compramos un trozo de queso y algún fiambre para la picada de la noche.


Terminamos el día comiendo una tradicional picada (¿Qué otra cosa se puede hacer en Tandil?) y una pizza casera.

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jueves, 7 de febrero de 2013

Mar del Plata - Tandil (día 1)

By Sole

Septiembre 2011

Iniciamos un nuevo viaje en Mar del Plata, para posteriormente seguir hacia Tandil.
Era la segunda vez que íbamos juntos. La primera había sido el año anterior en contexto del Congreso de Diabetes, donde la estadía había incluido un día en el Sheraton, disfrutando de su variado desayuno y gimnasio con vista al mar.
Esta vez la visita había sido un poco más modesta, pero incluyó un desayuno en la confitería Boston de la costa, la que está a dos cuadras de Torres de Manantiales. De hecho, creo que es lo único que recuerdo de ese viaje a la ciudad.
Mañana del domingo, café con leche con media lunas (inigualables), y Clarín del domingo con todos sus suplementos. Cuando hojeamos la sección de Turismo, nos llamó la atención una nota sobre el cuadrilátero de Bohemia. "Por qué no vamos ahí???", "pero si vamos ahí, pasamos por Praga, quiero ir al Cementerio Judío", "y si vamos a Europa, pasemos por Dubrovnik"... y ahí comenzamos a barajar la idea del  próximo destino de vacaciones.

Al día siguiente emprendimos el viaje hacia Tandil.
Si tuviese que describir a Tandil en una palabra elegiría: deporte. Lo que más me llamó la atención del lugar desde que llegamos es la gran cantidad de gente haciendo actividad física en todo momento y todo lugar. La gente corre, camina, anda en bicicleta, hace remo, y la ciudad le facilita la actividad mediante sendas aeróbicas, puestos con distintos aparatos sencillos de gimnasia para ejercitar determinados músculos, sumado a los desniveles naturales del terreno. No es casualidad que en cualquier carrera de aventura nos pasen por encima!
Acorde a esto los kioskos en lugar de tener los tradicionales carteles de "Coca Cola", en sus marquesinas tenían la publicidad de "Powerade".

Es una ciudad bastante tranquila, y más grande de lo que imaginaba, hasta con edificios en la zona céntrica. Uno puede alojarse en un hotel de esa zona, o en las cabañas ubicadas en zonas aledañas a las rutas de ingreso a la ciudad en contacto con la naturaleza.
Nosotros habíamos reservado una cabaña en Casas de Campo La Candelaria. Era un complejo de 6 o 7 casitas amarillas, con una disposición que guardaba la privacidad de cada una. Entre ellas un jardín con algunos árboles y el sendero para ingreso de autos. Todos los detalles tanto del exterior como del interior de la casa estaban muy cuidados. Teníamos un living comedor, integrado a la cocina, de la que estaba separada por una especie de mesada que bien podría haberse utilizado de desayunador. Contaba con un adecuado sistema de calefacción (estufa, salamandra y aire frío/calor), cocina completa (con heladera/ microondas, cocina a gas, vajilla para 3), un baño inmenso con hidromasaje, una parrilla individual con un deck de madera con una mesa y un banco en el frente y un techito bajo el cual guardar el auto en la parte trasera.  Por la ubicación resultó un lugar muy tranquilo y silencioso. (Actualización 2016: en su momento estuvimos muy conformes con el servicio brindado; la administración cambió en noviembre 2015 así que no puedo asegurar como es el servicio en la actualidad).

Lugares para visitar:

Paseo de los pioneros- Cerro el Mate
Es un paseo que cuenta con un sendero de ripio vehicular y/o peatonal. Nosotros dejamos el auto estacionado en la entrada del lugar y lo hicimos caminando. El ascenso es suave, sin dificultad. En el medio del camino nos encontramos con mis queridas amigas: las vacas. Como deja vú, de la pampita del sendero del Hielo Azul, las vacas estaban en el camino! Al parecer ellas tenían aún más miedo que yo, y rápidamente se pusieron a un lado, incluido un ternerito que seguía a las vacas más grandes. Otros animales que vimos en la caminata, fueron cuises que atravesaban el camino de lado a lado, escondiéndose en matorrales donde debían estar sus madrigueras.
El camino, que a medida que avanzábamos se iba haciendo más pedregoso, nos llevaba a un mirador de piedras, desde el cual se podía ver la av. Don Bosco, el complejo de cabañas amarillas que resaltaba a lo lejos por su color, y tras estas los cerros, entre los que estaba el Cerro Animas.
Cuando nos desviamos del camino, hacia el mirador del Cerro Balcón, vimos a unos metros un perro sarnoso, al que no le generamos mucho interés y siguió con su vida. Volvimos al auto sin problemas, bastante alerta con un bastón de trekking en la mano, esperando tener que defenderme de una vaca o el perro del cerro.



Monumento de Don Quijote y Sancho Panza
Emplazado en la cima de otro cerro nos encontramos con un molino y dos estatuas de hierro de Don Quijote (4,6 mtrs de alto) y Sancho Panza (3,5 mtrs de alto, vaya uno a saber cuanto tenía de ancho). Se puede llegar al mismo mediante auto en un camino mix de ripio y pavimento destruido, o bien caminando. Si podemos caminar, para qué exponer el auto??? El ascenso es espiralado, con algunas zonas más pronunciadas.
Detrás de este monumento, encontramos la gruta de la Virgen del Cerro. Más allá de las esculturas del lugar, vale la pena subir por la vista nos ofrece. Podemos ver el lago del fuerte, el hipódromo, la av. Don Bosco que vimos desde el Cerro el mate, pero desde el otro lado. Hay varias piedras donde uno se puede sentar a apreciar el paisaje, a descansar luego de la subida o tomar unos mates. 

domingo, 3 de febrero de 2013

Comodoro Rivadavia

By Sole

Marzo 2011

Con motivo del casamiento de un amigo de Seba, nos fuimos a pasar un fin de semana largo a Comodoro Rivadavia. Era la primera vez que íbamos a esta ciudad costera ubicada en el sudeste de la provincia de Chubut. 


Algunos puntos a resaltar del lugar:


  • El viento!!! y cuando sopla el viento puedo asegurar que hace frío!!! Tal vez íbamos caminando por alguna calle soleada y nos teníamos que sacar las camperas, pero de repente comenzaba a soplar viento y la temperatura que percibíamos cambiaba sustancialmente teniendo que ponernos nuevamente los abrigos. Así pasamos los días poniendo y sacando el sweater!

  • Las calles, veredas y césped de las aceras estaban llenas de vidrios de botellas rotos. No sé si tendrán como costumbre romper los envases que encuentran tirados... En otros lugares es frecuente observar botellas de cerveza, vino, o gaseosas vacías tiradas en la calle, pero en general enteras, acá estaban siempre rotos!
  • Las peluquerías barriales de allá, son más caras que las peluquerías "no top" de Recoleta (me refiero a las que no pertenecen a grandes cadenas, que suelen ser bastante caras en cualquier lugar). El corte de cabello que en Buenos Aires estaba $40, allá estaba a $70, lo mismo el planchado! 
  • Los precios de los supermercados y los hoteles no se quedaban atrás. 
    No voy a dejar la oportunidad de hablar de nuestro hotel. Luego de una búsqueda por Internet descubrimos que no teníamos demasiadas opciones. Había un par de hoteles de 4 estrellas, a un precio parecido a un Sheraton, incluido el hotel donde era la fiesta de casamiento. Para el resto de los vivientes había algunos hoteles de 2 o 3 estrellas con opiniones poco atractivas en tripadvisor. Terminamos en el "Comodoro Hotel", que decía tener 3 estrellas, o al menos el precio lo decía. Ya en ese entonces pagamos $440 por noche! Lo único positivo que le encontramos fue su ubicación y la atención del personal; el aspecto edilicio dejaba bastante que desear. La habitación que nos tocó en desgracia era pequeña, y oscura con una pequeña ventana a un oscurísimo pozo de ventilación. No bien entramos vimos los dos pequeñas camas de una plaza, una contra cada pared con un espacio entre ambas, donde estaba ubicada la mesa de luz. En lo que quedaba de espacio un escritorio y colgando de la pared un viejo televisor. El piso tenía una alfombra, que supongo que era la causante de mis "descargas eléctricas" y el erizamiento de mi cabello. El baño, un capítulo aparte. Además de pequeño, tenía un receptáculo para ducha multifaz que impresionaba ser de plástico, es decir, un cuadrado que auspiciaba de bidet y de ducha; un asco! El desayuno sin ser nada del otro mundo, dentro de todo zafaba.
  • Las carreras de calle son distintas a las que había conocido hasta el momento. Justo lo días que estuvimos allá hubieron al menos dos carreras, una de 5 km y otra de 10 km, que pudimos presenciar. 
    Cuando llegamos nos cruzamos con la de 5 km donde participaban sólo mujeres. Cuando íbamos caminando por una de las calles céntricas comenzamos a ver algunas mujeres con remeras rosa-fucsia que corrían por el lado izquierdo de la calle, con autos que le pasaban por el lado derecho y esquivando a los estacionados del izquierdo. Dijimos "deben ser las últimas y por eso corren entre autos". 
    Al día siguiente escuchamos que a las 14 hs había una carrera de 10 km organizada por una cadena de ropa deportiva local, Hans Sachs. De casualidad en ese horario también estábamos caminando por la calle y nuevamente nos volvimos a cruzar con corredores, en este caso también había hombres y llevaban remeras de algodón rojas. También corrían entre los autos, y algunos conductores manejaban como si nada estuviera pasando. En un momento un corredor tuvo por más de media cuadra un auto que lo seguía a menos de 1 metro de distancia; el hombre se tropezaba y quedaba debajo del automovil!
    Otra cosa que me llamó la atención, fue que en el puesto de hidratación, que era de una pobreza extrema! En lugar de ofrecer botellitas o vasos con agua mineral, unos chicos entregaban bolsas de nylon transparente con agua de dudosa procedencia en su interior, que almacenaban en un bolso.
    En ningún momento vimos señalización de kilometraje ni calles cortadas, como suele ocurrir en este tipo de competiciones. Recordaré no ir a correr a Comodoro...

viernes, 1 de febrero de 2013

Esquel - Últimos días

By Sole

Enero 2011

A las 20:30 llegamos a Esquel. Estaba fresco y nublado. Fuimos con las valijas por el ripio, pasto y cada tanto por alguna vereda hasta la hostería “El Coirón”. Seba llevo la suya un tramo sobre la cabeza, yo fui peleando con las rueditas siempre en contacto con el suelo.
La habitación era más grande que las otras, cama grande con almohadas altas y duras, frigobar, el baño que tenía el sector de lavatorio por un lado conectado a la habitación y el sector inodoro- bañadera con puerta. Estaba ubicada en la planta baja, con ventana a la calle. Igual tenía una mejor relación calidad/ precio Sur Sur, que El Coirón.
Fuimos a cenar al “Almacén Patagónico”. Un local pequeño ubicado a unas 2 o 3 cuadras de la hostería, con muy poca concurrencia. Comimos una picada, con ingredientes a elección: queso pategras especiado ahumado, jamón de cordero, salmón ahumado, pancitos, cerveza, agua, maní, escabeche de vegetales (con ají extrapicante que no estaba especificado en la carta, incomible!) $55.
Esa noche, nunca supimos porque, aunque estaba la teoría del ají picante, a Seba le aparecieron unas petequias y lesiones púrpuricas palpable en tórax y brazos. Tal vez una reacción alérgica? Aparecieron un par más durante la noche. Si seguían apareciendo ya íbamos a ir al hospital! Nunca más un escabeche de vegetales!!!

Al día siguiente nos despertamos muy temprano, cerca de las 6:30. Las almohadas eran incómodas, muy altas y duras; el colchón estaba bien.
A las 8:45 nos fuimos a desayunar. Había café, leche, agua caliente, pan de molde tipo casero blanco e integral, cereales, yogures, mermeladas, manteca, queso untable, dulce de leche, queso barra y jamón cocido feteados, tarta de coco y tarta de almendras, budín, jugo de naranja. Bastante variedad, pero de todos los desayunos hoteleros este fue el que menos me convenció.
Salimos a caminar sin rumbo por Ameghino, llegando a la zona más céntrica. El tiempo continuaba nublado y fresco. No había mucho para hacer en la ciudad.
Entramos en un par de locales que vendían artesanías, conservas y chocolates.
Fuimos a almorzar a La luna. Pedimos pechuguita grillada con puré mixto, pollo con salsa de vegetales con arroz blanco y agua.
Volvimos caminando hasta El Coirón. Nos quedamos haciendo nada. Siesta, tv, mate, chocolate y lectura en el hall.
Volvimos a dar una vuelta por el centro y comprar algunas cosas que teníamos pendientes, al regreso nos fuimos a cenar a Don Chiquino.
Este restaurante estaba ubicado en la parte de atrás del Almacén Patagónico que habíamos ido la noche anterior, en el mismo terreno. Era un lugar extraño por su decoración. Colgando de las paredes y en estanterías: fotos antiguas de la familia, banderines de Racing Club, posters, botellas, sifones, cuernos, barandas, bombas de agua, y hasta un juego del sapito (para embocar fichines, chapitas de gaseosa en la actualidad, en los distintos agujeros obteniendo distintas puntuaciones).
Durante el tiempo que esperamos los platos jugamos con el sapo (1 solo partido en el que gané!), y nos trajeron juegos de ingenio (cubo y especie de almendra de madera para armar). Fue divertido, algo fuera de lo habitual. Pedimos fetuccini y sorrentinos de jamón, queso y muzarella con salsa pomarola, pancitos, tiramisú de postre y 2 aguas ($134).
Mientras comíamos, el nieto de Chiquino (un señor de unos 50 años) hablaba con los comensales, hacía adivinanzas, trucos de cartas y continuaba repartiendo juegos. Una opción interesante para ir a comer.


El último día, nos levantamos sin demasiado apuro, desayunamos y armamos las valijas.
Había amanecido lloviendo, y de igual manera permaneció hasta pasadas las 11 hs, momento en que pudimos salir. Por el viento que había era inútil utilizar el paraguas, si salíamos nos mojábamos si o si. Hasta esa hora estuvimos leyendo en el hall del hotel y por momento Seba mirando un partido de tenis de Nalbandian vs Hewitt.
Apenas dimos una vuelta por el centro y la estación de La Trochita, y regresamos.

A las 13:45 tomamos un remis hacia el aeropuerto. Este era super pequeño, mal diseñado, mucha gente en poco espacio.
A las 15:45, con 17 minutos de retraso subimos al avión. Era el mismo que había llegado un rato antes de Buenos Aires, pero nadie se encargaba de limpiarlo. Así que el avión que iba de Buenos Aires a Esquel iba limpio y el que volvía era una mugre.
Estaba sucio! Los guardarevistas estaban destruidos, faltaban revistas, en su lugar había un vasito de café, que aun tenía parte del contenido en el fondo. Como estábamos en la última fila, teníamos un baño cerca, del que salía olor a orina desde el mismísimo momento en que ingresamos. Nadie se había tomado el trabajo de tirar un poco de Lysoform o limpiador similar, aunque sea para aplacar el olor. Cuando llegué a Buenos Aires mandé una queja a Aerolíneas Argentinas, recibiendo aproximadamente 6 meses después un mail de respuesta diciendo que agradecían que me contactara con ellos para poder mejorar su servicio. Bla, bla, bla.
Adelante teníamos sentados a 2 franceses que habíamos olido en el hall de la hostería. El olor a orina del baño lograba aplacar su hedor a transpiración. Una sinfonía de olores super agradables.
Sacando el problema de los olores, el viaje fue tranquilo sin inconvenientes. Nos dieron la misma lunch box que a la ida.
Fue muy curioso el carrousel de las valijas en aeroparque. Algunas personas habían viajado con sus mascotas. Entre el equipaje había cuchitas transportables. En una venía un perro negro, grande, que ya habíamos visto en el aeropuerto de Esquel. De este fuimos testigo de todo el proceso de “drogado” del animal para que viajase tranquilo. Pero no era el único ser viviente de la bodega del avión. Lo acompañaba un caniche, que miraba asustado para todos lados, y un gato siamés.
Tomamos un taxi en aeroparque, teniendo que soportar la mafia de los abrepuertas.

PD: tenemos pendientes las fotos de Chiquino, que están perdidas en el disco rígido de alguna computadora.