jueves, 29 de agosto de 2013

Fin de año en San Pedro

By Sole

En 2012 decidimos hacer algo diferente para fin de año: escapar de Buenos Aires!

Luego de dar algunas vueltas y evaluar diferentes opciones decidimos ir a San Pedro.

Salimos el viernes 27 a la tarde, y en unas 2 horas y media llegamos. El viaje fue un poco estresante en algunos sectores de la ruta ya que por un carril iban camiones, y por el otro autos particulares que parecían estar corriendo en la fórmula 1. O íbamos a 80 km/hr detrás de los camiones o íbamos a la velocidad permitida, sin exceder el límite máximo, intentando que ningún coche nos pasara por encima. Ya que estamos voy a aprovechar para quejarme del estado deplorable de la ruta, con baches, banquinas en mal estado y huellas de camiones; desde ya que tuvimos que pagar peaje. Tienen el descaro de cobrar $5 por transitar por ahí! se les debería caer la cara de vergüenza!!!
La ruta de entrada a la ciudad directamente tenía un cartel que decía "Ruta en mal estado, velocidad máxima 30 Km/hr". Increíble!!!

Fuimos directamente hacia la cabaña que habíamos alquilado, que estaba ubicada en los alrededores de San Pedro, en el camino hacia Vuelta de Obligado. En esa ruta había varios complejos de cabañas, algunos construidos sobre la barranca que bordea al riacho San Pedro y otros más abajo en las inmediaciones del mismo.
Nuestro complejo, Cabañas Manantiales de Obligado, estaba emplazado a unos 150 metros del río, barranca abajo. Estaba conformado por 6 cabañas, construidas sobre pilotes de madera, a unos 2 metros del piso. El espacio que quedaba debajo de las mismas auspiciaba de cocheras. Las cabañas eran bastante sencillas, con una decoración algo rústica, más que nada valían la pena por el deck que tenían delante de la puerta y la parrilla individual. No tenían wifi ni tv por cable, y la señal de celular era prácticamente nula. Resultó un lugar interesante para descansar, y estar aislados del mundo.


Complejo de Cabañas Manantiales de Obligado

El complejo tenía un gran parque, con algunas aves sueltas como gallinas, patos y gansos, pileta, juegos infantiles, muchos árboles y hasta una zona de pesca frente al río.
La mayor parte del tiempo estuvimos dentro del complejo realizando alguna actividad, y sólo fuimos un par de veces hasta el pueblo a comprar víveres, conocer el lugar y las famosas ensaimadas.

Quiénes fueron los protagonistas durante los 4 días que estuvimos ahí?
La pileta: aprovechamos los horarios en que no había mucha gente para "nadar", como lo haría instintivamente un perro en lo que a mi refiere. No puedo incluir en la misma descripción a Seba, que es un gran nadador, que en su juventud hasta compitió en ese deporte.
La caña de pescar: fuimos varias veces a diferentes horarios al río, a pescar. No pudimos sacar más que un par de mojarritas!!! Una gran frustración.
El deck de madera del frente de la cabaña: lo más destacable del lugar. Cada cabaña tenía su deck, con mesa y sillas. Me pareció un lugar muy lindo para desayunar, almorzar, o simplemente estar tomando aire. Por la orientación de la cabaña, teníamos sol a la mañana en el desayuno,y en el almuerzo, cuando ya comenzaba a picar, teníamos sombra, haciéndolo un lugar ideal para estar.
La parrilla: todas las noches que estuvimos estuvo funcionando a full; 3 noches de asado y 1 de pizza a la parrilla, una innovación!
Las bicicletas: la mañana del 31 Seba intentó matarme sacándome a andar en bicicleta. Soy muy torpe, y hace años que no ando en bici. Mis habilidades con ese aparato son muy limitadas, y las bicis que había en las cabañas en cualquier momento se partían en 8 pedazos; la mía no tenía frenos! Accedí al paseo matutino por un camino de ripio que estaba entre la barranca y el lugar donde estábamos. La superficie era un tanto irregular y tenía zonas en subida y en bajada. Aún no sé como no me estrellé contra el piso en esas bajadas. Seba iba felíz en caída libre, sin pedalear, y yo gritándole desde atrás "me querés matar!!!! salí de mi camino que me caigo, ahhhhh!!!!!!".
Los insectos: descubrimos que los mosquitos son resistentes a todo!!! Nos pasamos los 4 días embadurnados en relepentes y a pesar de eso, se las ingeniaron para picarnos, y muuucho. También había polillas, mosquitas, cascarudos y hasta luciérnagas. A la noche se hacían insoportables!!!!
Las ensaimadas: según dicen, uno no conoce San Pedro, si no ha comido una ensaimada. En función de esto ya puedo decir que conocí San Pedro. La famosa ensaimada es una especie de masa de factura del tamaño de una figaza, partida al medio y rellena con crema pastelera o dulce de leche. Pedimos una rellena con dulce de leche, y qué nos trajeron? una bomba a punto de explotar. Creo que eso tenía un pote de medio kilo de dulce en su interior; una orgía de dulce de leche, super empalagosa!!!
Las motos: en San Pedro debe haber 1 moto cada 2 habitantes. Es impresionante la cantidad de motos que hay por la calle, y algunas eran realmente familiares. Nos cruzamos con una que llevaba 4 personas, 2 adultos y 2 niños. Si bien iban a baja velocidad, me pareció algo bastante peligroso llevar bebes o niños pequeños en esos vehículos. Además nadie llevaba casco!!!
Los duraznos: la zona se caracteriza por los cultivos de duraznos y cítricos. Realmente los duraznos me parecieron mucho más interesantes que las ensaimadas. Si van a San Pedro no dejen de probarlos. Compramos en 2 lugares distintos y ambos resultaron ser exquisitos. En la entrada hay varios locales pequeños que venden productos regionales y frutas con muy buenos precios. Conseguimos 2 kg de duraznos de muy buena calidad a $10!!!! Muchísimo mejor que los que en Buenos Aires pagamos $18 por kilo!!!!
El canto del gallo: en el predio había un par de gallos que cantaban durante todo el día. Había uno particularmente desubicado que se ponía a cantar a las 3 y algo de la madrugada!!!! En medio del silencio de la noche de repente se escuchaba "kikiriki".
Entretenimientos varios: Barajas, dados, sudokus y libros, tuvieron su lugar en los momentos de descanso o los ratos en los que estaba nublado.


Pescando al atardecer

En resumidas palabras estas fueron las actividades destacada en el lugar. En el pueblo no había demasiado para ver y ni siquiera me pareció interesante la costanera con los "miradores a la laguna de San Pedro". Desde los miradores no se veía más que árboles y apenas una franja de agua.
También pasamos por Vuelta de Obligado, un pueblito muy pequeño que tiene un parque histórico conmemorativo de la batalla de igual nombre. Al ingresar al parque, me dio la impresión de ingresar a un cementerio privado, con un camino de maderas y a los costados pasto muy bien cortado y algunos árboles y plantas dispersas, que culminaba en un monumento con cadenas y un mirador mucho más lindo que el de San Pedro.


PD: no hay fotos del mirador porque nos quedamos sin batería en la cámara!

jueves, 22 de agosto de 2013

Uribelarrea

By Sole
Julio 2012

Uribelarrea es un pequeño pueblo, de aproximadamente 1300 habitantes, ubicado a tan sólo 86 km de la ciudad de Buenos Aires. Atraídos por la cercanía y la promesa de buena comida, un domingo por la mañana partimos hacia ahí!

Si bien entre las décadas del 30 y 40, la producción de leche y quesos, de la mano de la instalación de varios tambos, constituyó la principal actividad económica del lugar, poco queda de eso, sobreviviendo básicamente en la actualidad gracias al turismo. Un pueblo que pudo adaptarse para no morir en el olvido como tantos otros.

Razones para visitar Uribelarrea:
  • Estación de tren: es imposible perderse la estación de tren, fundada en 1892, que se conserva en muy buen estado. Por lo que pudimos ver en internet, aún se encuentra en funcionamiento, siendo una parada intermedia del recorrido que realiza el tren los viernes y domingos entre Constitución y Saladillo, y Constitución- General Alvear, y los sábados y lunes en sentido contrario.



  • Túnel de árboles: si el día está lindo se puede realizar una corta caminata siguiendo las vías del tren en dirección a Lobos, en busca del túnel natural que conforman los árboles sobre el trazado ferroviario.
  • El pueblo: ya que estamos caminando, podemos continuar con las pintorescas calles de tierra del pueblo, bordeadas de casas, que conservan su fisonomía antigua. Es como hacer un viaje en el tiempo.



  • Restaurante Macedonio: no bien se sale de la estación, con tan sólo cruzar la calle, se llega a este restaurante emplazado en una construcción de 1892, que en los años 20’ supo ser un almacén de ramos generales. Llama la atención la decoración, con antiguos muebles, heladeras y estantes que albergan objetos de antaño. Más allá de lo agradable del lugar, es de destacar la comida. Si bien, varias páginas de internet recomiendan sus locros y pastas, nosotros optamos por el asado que fue muy bueno. Como todo restaurante de pueblo, sólo aceptan efectivo.
  • Plaza Centenario y Capilla Nuestra Señora de Luján: es una plaza de forma octogonal, muy bien cuidada de la que parten varias diagonales. Frente a esta se encuentra la Capilla Nuestra Señora de Luján, construida en recuerdo de la finada esposa de Miguel Nemesio de Uribelarrea –el fundador del pueblo-, inaugurada el 18 de diciembre de 1890, día del XXV aniversario del casamiento. En el año 1996, se filmaron en el interior de la misma, escenas de la película Evita dirigida por Alan Parker.El día de nuestra visita, en el atrio había puestos que vendían productos regionales artesanales: quesos, dulce de leche y mermeladas.



  • Cervecería Artesanal la Uribeña: cuando uno hace el recorrido por el pueblo reconoce fácilmente esta cervecería. Ubicada en una esquina, llaman la atención los dos muñecos de aspecto alemán que invitan a degustar una cerveza. Es otra de las opciones gastronómicas del pueblo, que ofrece picadas y pastas. Si uno no tiene ganas de tomar en ese momento, puede comprar la botellita de cerveza artesanal de diferentes variedades. Es una buena opción de “recuerdo de viaje” para los que disfrutan tomando esta bebida.




En conclusión, una opción interesante para los no que tienen ganas de viajar mucho, pero sí de disfrutar un buen almuerzo y paseo en familia fuera de la ciudad.

jueves, 15 de agosto de 2013

Villa la Angostura - Miradores de Península de Quetrihue

By Sole y Seba

Nos levantamos con la idea de ir al Cerro O’Connor, plan que fue frustrado porque me sentía mal! Villa La Angostura se estaba convirtiendo en sinónimo de gastroenteritis para mí. Iba a regresar de las vacaciones con menos peso con el que había partido con tanta dieta!
Cuando estaba un poco mejor, ya medicada, fuimos a desayunar. Otra vez el tecito negro y unos bocados de tostaditas blancas. Seba hizo un desayuno normal. Decidimos quedarnos esa mañana en la hostería leyendo porque cada tanto volvían las nauseas y el dolor de panza.
Cuando vimos que los síntomas fueron cediendo, caminamos algunas cuadras hasta el supermercado. Bastaron unos 700 metros para que Seba perdiera una lente de contacto. Entre los 2 no hacíamos 1!!! Compramos pan, queso y Gatorade® en La Anónima, y volvimos a la hostería ya que Seba no veía nada!!! No bien llegamos se puso un par nuevo de lentes, y preparamos los “sanguchitos” astringentes, que él engulló rápidamente.
No queríamos arriesgarnos a hacer ninguna caminata muy larga, así que decidimos ir a los miradores que estaban al inicio del sendero a bosque de Arrayanes. Salimos con el termo con agua caliente y el mate para Seba, y un sándwich con Gatorade® para mí. Como estaba lindo caminamos los 2 km que nos separaban del puerto. Resultó una caminata agradable, tranquila, bordeando el camino que habíamos hecho algunos días atrás en taxi. Hicimos una parada intermedia en una pequeña iglesia diseñada por el arquitecto Alejandro Bustillo que parecía salida de un cuento.




Pocos minutos después llegamos a la angostura propiamente dicha, el istmo de Quetrihue, que separa la Bahía Brava y Mansa. Al contrario de lo que ocurre habitualmente, ese día había bastante viento sudeste lo que provocaba que las aguas de la Mansa estuviesen bastante movidas
Como habíamos visto previamente en la Bahía Mansa alquilaban kayaks individuales y dobles. Seba había querido ir a dar una vuelta en uno de estos desde el momento en que los había visto. Yo le había dicho que lo iba a acompañar, pero considerando las circunstancias del día: viento y nauseas, más mi cinetosis habitual, decidimos que lo mejor era que fuese él solo. Así que se dio el gusto de remar durante 30 minutos. Fue navegando paralelo a la península de Quetrihué alejándose bastante de la costa, según mi punto de vista; apenas unos 300 metros según él.  Rápidamente se cumplió el tiempo y regresó a la orilla.


El deportista de la familia

Luego de esto, nos dirigimos hacia el sendero del bosque de Arrayanes, pero sólo para ir hasta los miradores. En primera instancia fuimos al mirador que estaba pasando unos metros el kilómetro 1, donde había un deck con un largo banco de madera con vista a parte de la Bahía Mansa, Bahía Manzano, Cerro Belvedere, Inacayal y O’Connor. A pesar de estar lindo, a la sombra estaba fresco, y tuvimos que cambiarnos varias veces de lugar siguiendo los escasos rayos de sol que llegaban ahí. Seba tomó su mate y yo mi Gatorade® diluido al 50% con agua para que no sea tan empalagoso. En ese tiempo pasaron varias personas, diría que la mitad en bicicleta, provenientes del lado del bosque de Arrayanes.
Cuando nos dio frío, decidimos pararnos e ir hacia los miradores, así que volvimos sobre nuestros pasos hasta la trifurcación: Miradores/ VLA/ Bosque de Arrayanes. Comenzamos por el mirador de Bahía la Mansa, el que para mi tenía la vista más bonita, que incluía la playa y el muelle de Bahía Mansa por un lado, el istmo, y del otro lado la Brava con su muelle más largo.


Para los que se preguntaban "Por qué Villa la Angostura?"
Luego de estar un rato en este volvimos a la bifurcación de miradores: Bahía Mansa/ Brazo norte, para seguir camino hacia este último.
Este, a diferencia de lo anterior estaba completamente soleado y con una temperatura que permitía estar en remera; descansamos un rato bajo los rayos acogedores del sol.




Cuando faltaban unos 40 minutos para el horario de partida del colectivo hacia “villa” (19:25 hs), emprendimos el descenso, que fue bastante rápido e incluyó la visualización de un pequeño roedor! Parecía un ratoncito peludo con un cuerpo de unos 5 cm de largo, y una longitud similar de cola. Voy a hacer un comentario respecto a este tema. Cuando fuimos al “museo” de la ex intendencia del parque nacional en SMA, vimos fotos de la flora y fauna de la región. Entre los animalitos había un par de roedores, de los cuales la información decía que uno tenía hábitos diurnos, cosa que le hice notar a Seba. “Qué horror!!! Mirá si nos encontramos con un ratón!!!”. El tranquilizándome me había dicho “Cuántos trekkings hicimos y nunca vimos uno???”. Dicho esto, en los últimos metros del último “trekking” (si se lo puede considerar como tal), en el que yo iba encabezando la caminata (cosa que casi nunca sucedía), el roedor hizo su aparición!!! Como era pequeñito no me dio tanto asco y no me puse a gritar como en los dibujos animados; simplemente me hice a un lado para que pasara y no pisarlo, además de hacerle notar a Seba, que venía atrás mío la presencia del animal.
Cuando llegamos a la oficina del guardaparques, que para ese entonces estaba cerrada Seba manifestó que tampoco se sentía bien. De más está decir que la mochila era una farmacia y venía equipada con crema de bismuto, Sertal® y Reliverán®. Sorteando este inconveniente, fuimos a esperar el colectivo.
Pasaron las 19:25 hs, y no había noticias del colectivo; las especulaciones eran varias. Habrían suspendido el servicio por haber terminado la temporada??? El servicio de las 20 y algo, que aparentemente ponen en el verano, ya estaba tachado en las planillas de horarios. Ya, a punto de comenzar a caminar, con más de 10 minutos de retraso llegó un colectivo viejo, trompudo y cortito, como los que había en Buenos Aires hace más de 20 años, con el asiento del chofer hecho con un entramado de plástico, y la palanca de cambio con una bocha en el extremo. Un flashback! Partimos con el colectivo lleno. Ramal Puerto- Villa (pasaje $4).
En menos de 15 minutos estábamos en el centro. Teníamos que hacer unos 30 minutos de tiempo antes de ir a cenar. Así que primero pasamos por la chocolatería, donde el día anterior habíamos tomado el helado, para comprar chocolates. Cuando entramos sólo teníamos una persona delante comprando, así que dijimos “Qué bueno, sólo una persona!!”. Grave error!!! Esta persona era una señora de unos 40 y algo de años, bronceada y con una minifalda, junto a un niño de unos 10 años vistiendo una camiseta de Independiente; tenían pensado llevarse medio negocio. Ante la primera queja de Seba, que estaba furioso, lo mandé a sentarse a un rincón, mientras yo hacía la fila. “Soy un desgraciado” masculló antes de sentarse. Sobre el mostrador había más de media docena de cajas, de varios gramajes, que estos dos individuos fueron llenando una a una, seleccionando cada uno de los chocolates según destinatario!!! Cada tanto hacían un conteo digital de cajas “para nosotros, para comer ahora, para Lucía, para Nacho, para Tomy, mmm, pero a Tomy llevémosle una grande”, y así se seguían sumando las cajas.
Cuando comenzó a formarse una fila de personas con cara de traste, y en vista que la compra no tenía fin, apareció una 2º empleada que en menos de 5 minutos nos sirvió lo que queríamos. Pagamos, nos fuimos, y la concheta con su hijo seguieron eligiendo chocolates!!!
Luego pasamos por la librería Dulcinea donde Seba compró un libro con los senderos de trekking de VLA y alrededores, el último día de las vacaciones. No sé si tendrá intensiones de volver para realizarlos…
Ya eran las 20:30 hs, así que nos dirigimos hacia el restaurante que habíamos seleccionado especialmente para esa noche: Nicoletto. Era el restaurante número 1 del ranking de tripadvisor, donde parecía que vendían excelentes pastas. No pudimos comprobarlo porque cuando llegamos notamos con mucha decepción que la puerta estaba cerrada y no parecía haber vida en el interior del local. Sólo había un cartel con horario que decía que abrían de 20 a 23 hs. En ningún lugar informaba que los lunes estaba cerrado o que terminada la temporada de verano cerraba. Con una seguidilla de insultos y otro “qué desgraciado” fuimos nuevamente a la avenida Arrayanes para ver a dónde íbamos. Prácticamente sin rumbo, terminamos en un lugar que habíamos esquivado los días previos, no dando 2 pesos por el mismo: “Gran Nevada”. Era un local de minutas que en la vidriera decía “pizzas y pastas caseras”. Era un gran ambiente, con decoración pobre, muchas mesas con mantelitos individuales de papel y algunos reservados cuyos asientos estaban “tapizados” o tal vez “forrados” con alfombra azul. Digamos, un lugar sencillo sin grandes pretensiones. De iguales características era la carta, con varias opciones de pizzas, 4 pastas con diferentes salsas, milanesas con papas fritas y puré de verdad, ensaladas y algo de parrilla. Nos atendieron super rápido. Pedimos 2 platos de spaghetti, uno con salsa napolitana y otros blancos con aceite. Había que hacer algo de dieta, si queríamos sobrevivir y tomar el avión el día siguiente! A nuestro lado pasaban grandes platos con buena pinta incluidas grandes milanesas con papas fritas a caballo, que bautizamos “milanesa a la Javier”. Pastas ricas y baratas, de hecho fue la noche más económica de las vacaciones.


En la puerta del restaurante descubrimos una parada de taxi, donde en menos de 1’ apareció uno, que tomamos hacia la hostería.

Al día siguiente, desayunamos, terminamos de armar las valijas y nos tomamos un taxi hacia la terminal. Teníamos pasajes para las 10:30 hs, Albus con destino Bariloche. No nos podemos quejar de la puntualidad del micro que salió justo a horario. Fue un viaje tranquilo, que fue bordeando el lago Nahuel Huapi. Seba con el mapa incorporado en la cabeza fue identificando cada uno de los brazos del lago, así como los cerros que iban apareciendo a nuestro paso.
A las 11:45 hs llegamos a la terminal de Bariloche. Pocos minutos después ya estábamos camino al aeropuerto, llegando temprano, como siempre.
Cuando fuimos a despachar las valijas nos informaron que el vuelo estaba retrasado 50 minutos. Que HDP!!! Los días previos nos habían mandado varios mail confirmando el horario del viaje e incluso Seba había entrado en la página de LAN esa misma mañana para ver si había algún cambio! Así que sin ninguna explicación sumamos unos 50’ más a la casi 1:30 hs que habíamos previsto.
El viaje fue tranquilo. En Buenos Aires nos reencontramos con nuestro equipaje intacto, así que salvo el retraso podría decirse que todo estuvo OK.
Fin de las vacaciones!!! A programar las siguientes!!!!

anterior

martes, 13 de agosto de 2013

De San Martín de los Andes a Villa la Angostura - Puerto Manzano

By Sole

Desayunamos por última vez en SMA. Hicimos el check out y nos fuimos con las valijas caminando hasta la terminal de micros; las pobres seguían sumando kilómetros con sus pequeñas rueditas! El día había mejorado, estaba parcialmente nublado, con resolana y no llovía. Pocos minutos de las 10:30 hs, partimos en el micro con destino: Villa La Angostura. Le veríamos sin lluvia esta vez??? 
El micro tomó la ruta 7 lagos. Volvimos a ver el Lacar, el Machónico, el arroyo Partido, el Falkner y el Villarino, pero con una iluminación diferente que le confería una coloración más atractiva. Unos metros más adelante del punto al que habíamos llegado el día previo, comenzaba el ripio. Más adelante pasamos por los lagos Escondido, Correntoso y Espejo.
La verdad, era un desastre el estado de la ruta, entre el lago Villarino y la mitad del lago Correntoso. Debería caérsele la cara de vergüenza al que le puse a ese camino de ripio en estado calamitoso el cartel de ruta nacional 40. Era un ripio con serrucho, con zonas de lodazales, sumado a las curvas y desniveles de las rutas de montaña. No me pareció que estuviese preparada para la cantidad de tránsito que circula diariamente.
Con todas estas características podría decirse que no es una ruta apta para quienes sufrimos de motion-sickness o cinetosis. Previamente hay que tomarse un Dramamine® o ir con los ojos cerrados.
El micro fue haciendo varias paradas intermedias para que ascendieran y descendieran pasajeros: desvío al lago Hermoso, lago Falkner, río Pichi Traful, lago Espejo, etc.
Cerca de las 13:00 hs llegamos a VLA. Esta vez en lugar de caminar con las valijas, tomamos un taxi hasta la hostería. Fueron $17 muy bien invertidos!
Cuando llegamos a Brisas del Cerro, el dueño lo vió a Seba y dijo “llego el hincha de Racing, hoy tenemos partido!!!!”. Nos acomodamos un poco, y partimos caminando hacia el centro para tomar el colectivo de las 14:00 hs hacia Puerto Manzano. El micro salía de la terminal todas las horas en punto entre las 07:00  y las 22:00 hs. El costo del boleto era de $4. Lo tomamos y en 15 minutos estábamos en Manzano!
No bien bajamos del colectivo tomamos una calle que nos llevó a una playita donde alquilaban kayaks dobles ($50 la media hora/ $80 la hora), y había un muelle, con gente de una excursión sacándose fotos. A pesar de que estaba sobrepoblado fuimos hacia ahí, y vimos que era un tour que había partido de SMA, y que justo estaba el guía que nos había acompañado al lago Huechulafquen. Lo saludamos, intercambiamos un par de palabras y seguimos recorriendo el lugar.
De a poco nos fuimos adentrando en un bosque de altos pinos entre los que asomaban casas y hosterías construidas en madera y piedras, de alta categoría. Sería la zona más exclusiva y linda de la ciudad, con paisajes soñados.


Cada tanto había algunas bajada hacia las pequeñas playas, por terrenos sin construcciones, pero poblados de pinos, donde era muy evidente la ausencia de sotobosque. Caminamos un poco por las playas y hasta nos sentamos un rato sobre unas piedras mirando la península de Quetrihué, por donde transcurre el sendero de Bosques de Arrayanes, que habíamos hecho una semana y algo atrás. 


Azarosamente volvimos a la calle de la cual habíamos partido; continuamos hacia la ruta tratando de encontrar algún cartel que indicara el inicio del sendero al Cerro O’Connor. Nos internalizamos en las calles que estaban al otro lado de la ruta, sin encontrar nada. Sabiendo que teníamos que tomar el colectivo de 16:15 hs, para llegar a tiempo para el partido, nos quedamos en la parada de la ruta esperando. En el horario esperado se hizo presente el ómnibus, y en menos de 15 minutos estábamos en el centro.
A las 17:00 hs ya estábamos en la hostería. Seba ya había encendido el pequeño televisor que teníamos en la habitación, cuando el dueño vino a buscarlo para que fuese al hall a ver el partido con él y su hijo. Se sentaron los tres frente a la tele de pantalla plana a sufrir en grupo. No hay mucho que decir sobre el nefasto partido, el último Racing- Independiente de la A. Dos horas después volvió al dormitorio con el ánimo por el piso.
Volvimos a salir hacia el centro, haciendo una parada en la oficina de turismo, donde mientras Seba averiguaba como llegar al sendero del O’Connor, yo dejé una queja escrita por el colectivo que nos había dejado varados en el lago Espejo el 13/02.
La segunda parada fue en la heladería- chocolatería “En el bosque de chocolate”, donde vendían el helado más económico de la ciudad; el ¼ kilo apenas costada $12,50. Toda la gente estaba ahí!!! Compartimos un cuartito de chocolate del bosque (con almendras y nueces), y frambuesa. Nada del otro mundo, pero no había demasiado que esperar por ese precio.
Caminamos un poco más por las cinco cuadras del centro, esperando que se hiciera el horario de la cena; no teníamos ganas de ir y volver de la hostería.
Ese día conocimos otro restaurante que hubiésemos deseado no conocer: “La caballeriza”. Cuando entramos, aún no eran las 21:00 hs por lo que no había nadie, el ambiente era agradable, con música flamenca de fondo. Nos sentamos en un reservado en un costado, alejados de la puerta de entrada, por donde entraba fresquete. Pedimos una cerveza Epulafquen negra, un agua, ¼ de pollo deshuesado, ½ porción de cordero al asador y ½ calabaza con queso parmesano al plomo. Luego de esperar unos 20 minutos vino el mozo con el pollo y la calabaza, dejando “el pedido”. Le dijimos que faltaba el cordero, se hizo el boludo haciendo como que se lo había olvidado en la parrilla, cuando en realidad se había olvidado que lo habíamos pedido. Retiró todo, para que se mantuviera calentito en la parrilla. Unos minutos más adelante vino con todo. El cordero era de terror!!!! Teóricamente esa ½ porción eran 500 gr de cordero, lo que no aclaraban era que 400 gr eran huesos, grasa y tendones. Además de lo malo del corte, y escasa carne extraíble, estaba super recalentado. Seba había comido cordero en varias oportunidades, pero nunca algo tan malo y encima caro como esto. La pechuga y la calabaza estuvieron bien.
De a poco se fue llenando de gente. Los caraduras ofrecían el cordero como plato recomendable!!! Pero lo que nos pareció más patético fue que los comensales de la mesa de atrás pidieron un simple puré de papas y el mozo le dijo “solo tenemos puré cheff, el de cajita”. Desde ya que tienen mi crítica lapidaria en tripadvisor, y que no hubo propina.

Con toda la bronca de la cena, nos fuimos a esperar un taxi a la calle. Qué frío que hacía!!! Fue toda una odisea tomar un taxi!!! Esperamos unos 10 minutos y nada, así que comenzamos a caminar para evitar quedar transformados en cubitos humanos. A los 200 metros, sobre 7 lagos nos encontramos con una remisería donde pedimos un “remisse”. En 5 minutos ya estábamos en un taxi hacia la hostería.

lunes, 12 de agosto de 2013

San Martín de los Andes - Ruta 7 lagos

By Sole

Amaneció nublado, y lloviznando. Luego de desayunar fuimos a buscar el auto que había quedado estacionado en el estacionamiento de la hostería. Cuando estuvimos frente a él no podíamos creer lo que veíamos “Noooooo!!!!”. La rueda trasera izquierda estaba baja!!!! La maldición de la rueda pinchada nos perseguía hasta allá!!!! Seba, que a estas alturas ya es un experto cambiador de ruedas, agarró el cricket y la rueda de auxilio del baúl, y realizó su trabajo con gran destreza.
Con la rueda de repuesto puesta buscamos una gomería, donde buscaron la pinchadura que nunca apareció; aparentemente se había metido una piedrita entre la llanta y el neumático, haciéndola perder aire. La volvieron a inflar y la colocaron. La joda costó $50.
La idea del día, era tomar la ruta 7 lagos, actualmente RN40,  e ir parando en los lagos según tuviésemos ganas. Salimos de SMA por la ruta, con el lago Lacar hacia nuestra derecha. Del lado izquierda, en la ladera del cerro, identificamos la cabaña que se construyó y utilizó para grabar la novela “Alen, luz de luna” en el año 1996, con Gustavo Bermudez y Hector Alterio, actualmente devenida en vinería- restaurante.
El tiempo seguía feo, con lloviznas intermitentes, lo que le quitaba un poco de esplendor al paisaje. No es lo mismo ver los lagos con el reflejo del sol, que un día nublado y con lluvia. Respetando carteles de señalización, sobretodo el de velocidad máxima, fuimos recorriendo esta ruta de faldeo de montaña, pavimentada, con muchas curvas y contra-curvas, por suerte no tan cerradas como las del camino a Hua Hum. Un detalle que no quiero dejar de comerntar es que en el trayecto una innumerable cantidad de autos y camionetas nos "hicieron luces" para que fuésemos más rápido!!! Debemos haber recibido muchas puteadas al no hacerle caso a todos esos suicidas, pero como estábamos dentro del auto con las ventanillas altas no nos enteramos de nada.
Pasamos los carteles que indicaban el desvío a Quila Quina y Catritre a la derecha, y la ruta a Chapelco a la izquierda, así como también los miradores del Pil Pil y del arroyo Partido (divisoria de aguas).
Recién nos detuvimos en el mirador del lago Machónico, ubicado a unos 30 km de SMA, del lado derecho del camino. Si bien se suele practicar deportes acuáticos en el lugar, ese día esta desierto! Apenas bajamos a sacar una foto. Seguía fresco, con algo de resolana por momentos y las nubes estaban muy bajas; a medida que pasaban los minutos cada vez se veía menos.




Seguimos unos 5 km más, donde nos desviamos por un camino de ripio, que conducía al lago Hermoso, que estaba unos 2 km hacia la derecha, por lo que no se veía desde la ruta. El ripio estaba en mucho mejor estado comparado con el que habíamos recorrido el día previo para llegar al lago Tromen.
Paramos cerca de la playa y área de acampe, frente al lago. Había una lancha parada frente a la costa lo que indicaba que había algo de vida en la región, aunque no vimos a nadie. Caminamos un par de metros, donde vimos un cartel que indicaba que estábamos en zona de “abeja chaqueta amarilla”. Mejor no sacar alimentos!!! No había mucho para hacer ahí en ese día desapacible, así que volvimos rápidamente a acogedor calorcito del auto.


Lago Hermoso

Retornamos a la ruta, y 10 km más adelante estacionamos en la Mirador de la cascada Vulliñanco, ya dentro del Parque Nacional Nahuel Huapi. Nos quedamos dentro del auto, donde comimos unos sándwiches, mientras mirábamos la cascada. Esta tiene un salto de unos 35 metros, y sus aguas están dividadas por una piedra en dos brazos. Fue uno de los miradores más poblados; en el tiempo que estuvimos ahí se acercaron varios autos, de donde bajaron varias personas a tomar fotografías. Antes de partir, también descendimos del auto, y bajo una tenue llovizna sacamos un par de fotos y continuamos viaje. 


Cascada Vulliñanco

Seguimos unos kilómetros más hasta el lago Villarino, donde dimos media vuelta ya que a pocos metros comenzaba el camino de ripio. Volvimos unos cientos de metros y nos estacionamos frente al lago Falkner que habíamos pasado minutos antes. 


Lago Villarino

Cada vez llovía más fuerte, así que nos quedamos un rato estacionados bajo un árbol, tomando mate. En ese rato, tuvimos un desfile de aves cuya especie no logramos identificar, aún teniendo un librito de flora y fauna de la patagonia en inglés en la mano. Alguien está pensando que sómos 2 bichos raros??? No, ni un poquito!!!


Aves en Lago Falkner

Una media hora después, iniciamos el retoro; estábamos a unos 55 km de SMA. Hicimos las paradas que nos habían quedado pendientes. Bajamos bajo la lluvia en el arroyo partido a ver el cartel con información, que lamentablemente estaba todo borroneado y no era legible. Sacamos una foto y regresamos raudamente  al auto, sin dejar de mirar las ruedas para ver si alguna estaba baja. Ante el recordatorio "fijate la goma", hicimos el mismo ritual en todas las paradas.


Arroyo Partido
Este arroyo que nace en el cordón Chapelco, a nivel de la ruta 40 se divide en 2 brazos, el arroyo Culebra, cuyas aguas van a terminar en el océano Atlántico, y el arroyo Pil Pil, cuyas aguas terminan en el Pacífico. Esto me lleva al tema de divisorias de aguas, uno de los parámetros que se tiene en cuenta en varias regiones para fijar la frontera. Habilmente Perito Moreno, en la región de SMA propuso que la división estuviese dada por las altas cumbres y no por la divisoria de aguas; de no haber sido así el lago Lacar sería chileno, ya que sus aguas terminan desembocando en el océano Pacífico.
También paramos en el mirador Pil Pil, donde no se veía casi nada por la gran cantidad de nubes bajas que había. Y aún desconozco que es lo que debería haber visto desde ahí! Tal vez algún día regresemos con sol y lo averigüemos!
Antes de regresar a la ciudad, hicimos un último desvío por el camino que conducía a Catritre, descendiendo por un camino de ripio hacia la playa, a la cual no llegamos porque nos topamos con una barrera. Por ser territorio mapuche, para acceder a la playa había que pagar peaje. Con el día que estaba tan feo, no nos pareció muy atractivo pagar $15 para estacionar el auto y sacar unas fotos en las que no se iba a ver nada. Así que como pudimos dimos media vuelta y volvimos a ascender a la ruta; maniobra no apta para principiantes!
Una parada más para sacar fotos en la ruta, y ya estábamos en SMA. Dimos una vuelta por la ciudad, y cargamos combustible y devolvimos el auto con el tanque lleno como indicaba el contrato.

Dimos una vuelta a pie por la ciudad pero como era el horario de la siesta, casi todos los negocios estaban cerrados. Sin otra opción mejor, decidimos ir a merendar en una de las chocolaterías de la ciudad, Arbolengo (San Martin 806). Pedimos un cortado, un chocolate caliente grande y una porción de tarta de manzana para compartir. Resultó un lugar acogedor, con muchas cosas ricas!
Volvimos a la hostería para que Seba mirara un partido del Barça contra algún equipo en el que ganó 2 a 1.
Pasadas las 8 de la noche salimos a cenar. Como no llovía caminamos algunas cuadras antes de ir al restaurante. Para la cena elegimos un viejo conocido: “Doña Quela”, el mismo lugar de la 1º noche.
Seba pidió un ojo de bife con papas bravas (salsa de ají picante con alioli) y yo canelones de verdura a la Rossini. Mientras aguardábamos los generosos platos, nos trajeron pan casero con  paté de berenjenas y el aceite con ají, igual que la vez anterior.
Mientras Seba comía sus papas picantes comenzó a sudar!!! Le llovía agua de la pelada, el clásico efecto de los picantes y los ácidos en él!!! Pero esta vez fue más lejos y hasta se le adormeció la lengua!!! Afortunadamente sobrevivió a la cena sin tener que hacer una visita a la guardia!!! Con un poquito de tiempo y evitando las salsa picante, la reacción desapareció, nada iba a impredir que esa noche degustara un mousse de queso con frutos del bosque que ya tenía fichado!
Cuando salimos llovía, así que volvimos rápidamente a la hostería.

Frase del día: “Fijate la goma”.

anterior/ siguiente

martes, 6 de agosto de 2013

San Martín de los Andes - Lanín cara norte y lago Tromen

By Sole y Seba

Una vez más nos levantamos y vimos que el cielo estaba nuboso, “ojala que sea nuevamente la niebla”. Y así fue, luego de un rato se despejó.
Después de desayunar, alrededor de la 9:15 hs fuimos a retirar el auto que habíamos alquilado. Nos habían asignado un Chevrolet Celta blanco de unos 2 años de edad. Seba se sentó detrás del volante y condujo hacia la salida de SMA. Tomamos la ruta nacional 40 (ex 234), hasta el desvío de la ruta 23, que tras cruzar el arroyo o tal vez río Malleo se transformó en RP 60. Nos adentramos en un camino con curvas, contracurvas y algo de desnivel, pero por lo menos pavimentado. Unos kilómetros más adelante volvimos a cruzar el río Malleo por un puente que decía “en reparación”, que sólo tenía las tablas transversales y le faltaba las longitudinales, por donde suelen ir las ruedas del auto, como si estuviese avanzando por el foso del mecánico. Ante la ausencia de las tablas longitudinales, con cada giro de rueda se escuchaban una infinidad de ruidos provenientes de las maderas que pisábamos.
A medida que avanzábamos fuimos identificando unos macizos rocosos que habíamos visto en nuestra visita anterior al Parque Nacional Lanín, que por su forma recibían el nombre de “la mesa”, “la virgen” y “la muela”. De fondo el Lanín, que nos acompañó gran parte del camino y nos fue atrayendo como un gran imán.
A poco de cruzar el río Malleo por segunda vez encontramos el portal del Parque Nacional, a partir del cual desapareció el pavimento y el camino se hizo de ripio, con bastante serrucho. Avanzamos primero entre un bosque de araucarias, donde cada tanto había lugares para detenerse y descansar, donde sólo estaba autorizada la permanencia diurna y no se podía acampar. Luego de 10 km llegamos a la seccional del guardaparques Tromen. Ahí aparcamos el carro, como diría un venezolano. Habíamos recorrido un total de 107 km desde SMA.



Bosque de araucarias con el Lanín de fondo con sus caras norte y sur de perfil.

El guardaparques nos informó los senderos que podíamos hacer, cosa que obviamente Seba ya había estudiado y sabía de antemano. Qué estudioso que es y cómo le gustan los mapas!!!!
Decidimos comenzar con la caminata por el sendero al Mirador del lago Tromen. El cartel de informes estimaba un tiempo de 2:30 hs entre ida y vuelta, con una dificultad media/alta. Así que pensamos tardar 1 hora y algo para subir, almorzar arriba y luego bajar, para posteriormente ir a la base del Lanín.
Luego de unos metros de pastizal y arbustos bajos llegamos a un gran lecho de arena oscura, casi negra, algo húmeda en algunos sectores, que culminaba en un puente de troncos sobre un pequeño flujo de agua, el arroyo Turbio.
Pasado esto, la vegetación fue haciéndose más espesa con muchas cañas colihues y sotobosque de flores y helechos. No me gustó que hubiese tantas cañas, porque en general donde hay este tipo plantas suele haber roedores. Salvo algunas decenas de lagartijas y algunos pajaritos, no vimos otros seres vivientes en nuestro camino. Todo este trayecto fue en sentido francamente ascendente; la parte más dura del sendero. Luego de estos 15 minutos de ascenso más pronunciado el camino se fue aplanando, con un desnivel más leve para culminar en una gran estructura rocosa que era el mirador, que se anunciaba con un cartel que decía  “Mirador sin barandas”. Al no ir con niños no hubo ningún riesgo, pero algún curioso podría caer fácilmente al vacío. Nos llamó la atención cuando llegamos, porque apenas habían pasado 25 minutos de caminata, “ya llegamos???”, nos preguntamos cuando vimos que el sendero se acababa.
A nuestro frente estaba el lago Tromen de un color por momentos azulado, por momentos turquesa, muy bonito.


Lago Tromen desde el Mirador
Por detrás, el gran amor de Seba… el Lanín!!!


Volcán Lanín desde el Mirador.
Luego de la correspondiente sesión de fotos, nos sentamos en unas piedras a almorzar, mirando el volcán y dándole la espalda al lago. Comimos los sándwiches de lomito y queso que habíamos llevado. Hasta hubo tiempo de mirar el Lanín en detalle con los binoculares, identificando los refugios, la espina de pescado y glaciares, casi insignificantes si uno los comprara con los de la cara sur. No lo aclaré, pero nuestra vista era la de la cara norte, por la que usualmente se hace el ascenso al volcán.
Rápidamente descendimos, en 15 minutos. En fin, tardamos muchísimo menos de lo que indicaba el cartel, 40 minutos (sin contar el almuerzo) en lugar de 2:30 hs.

Seguimos por el sendero que conducía a la base del volcán, que según el guardaparques se hacía en un tiempo estimado de 40 minutos. La primera mitad de la senda era compartida por peatones y vehículos autorizados, según informaba un cartel que prohibía el ingreso a otro tipo de automóviles. De todas maneras, apenas nos cruzamos con un par de personas que venían caminando. Parte de los árboles de este sector estaban secos, consecuencia de un incendio ocurrido en el año 2009.


Muchos árboles quemados, una gran tristeza.

La segunda parte, transcurría entre un bosque de lengas medianas, de fácil circulación. A los costados del camino varios carteles instaban a no arrojas basura y a disfrutar la experiencia. También recomendaban nos avanzar en la ascensión si el estado físico o del tiempo no eran óptimos: “la montaña siempre va a estar ahí esperando”.
A los 30 minutos salimos de la línea del bosque; ahí terminaba el trekking a la base y se iniciaba el ascenso propiamente dicho, a una altura de 1220 msnm. Seguimos avanzando unos 5 minutos siguiendo la huella. Estacas amarillas de poco más de medio metro marcaban el sendero imaginario por entre la arena y la roca volcánica, de color gris oscuro a rojizo. Luego de la 2º marca, las estacas comenzaban a estar numeradas y tenían una caña de colihue seco con un plástico que oficiaba de banderín, facilitando la visibilidad de las mismas.
El sol golpeaba fuerte al igual que el viento oeste, que dificultaba el avance y cargaba la cumbre de nubes que no podían superar el escollo de 3776 metros que encontraba en su camino hacia el este.
Luego de 15 minutos de caminata fuera del bosque, nos sentamos sobre unas piedras cerca de la estaca número 4, mirando hacia el inicio de la espina de pescado. Tratamos de seguir con la mirada la senda que ascendía a los refugios. Seba había hecho este camino en enero de 2006, en un intento de ascenso que se truncó antes de llegar a los refugios por una fuerte tormenta.


Dos pasiones: Racing y el Lanín.

Tras hidratarnos, comer frutas secas y ver como bajaban de la montaña un grupo de militares, nos sacamos más fotos y emprendimos el camino de regreso, girando el cuello para dar una (ante) última mirada al volcán. En el trayecto nos cruzamos con una pareja que estaba filmando a un pájaro carpintero que golpeaba con su pico rítmicamente el tronco de un árbol. En poco más de 30 minutos estábamos en el estacionamiento, listos para subir al autito e ir a la costa del lago Tromen. 
El lago estaba a 3 km por camino de ripio en bastante mal estado, con un arroyo en el medio que tuvimos que vadear, y sectores estrechos donde prácticamente no pasaban 2 autos a la vez. Tras sortear todos esos obstáculos, como pasar a milímetros de otro auto que venía en sentido contrario en el sector más estrecho, estacionamos a escasos metros del lago. Cuando bajamos y nos acercamos al mismo el fuerte viento nos hizo regresar raudamente al auto; no era un buen lugar para unos mates.



Emprendimos el regreso hacia el sector de guardaparques, y de ahí el camino que conducía a la ruta. Nos detuvimos cerca del bosque de araucarias que habíamos pasado cuando ingresamos al parque, donde bajamos a buscar un lugar tranquilo y sin viento para  tomar mate. Finalmente nos sentamos en unas piedras cerca de la orilla del Río Malleo. En ese momento una gran nube se posó sobre la cumbre del Lanín, no volviéndola a ver.
Un rato más tarde volvimos a subir al auto para regresar a SMA. Seba se despidió múltiples veces de su volcán, aminorando la marcha a cada ratito para “una última mirada”, hasta que lo perdimos de vista. En el viaje de regreso nos cruzamos con muchas camionetas, de todo tipo, una más grande que otra, y casi en su mayoría con patente chilena.
Esa noche cenamos en Pulgarcito. Esta vez en lugar de pastas, elegimos una milanesa a la napolitana con papas fritas y un filete de merluza a la romana con puré, con una ensalada de frutas de postres.

Síntesis de los trekkings en el sector Tromen: 
Mirador Tromen: exigente pero corto ascenso constante por bosque y cañaveral, en 30 minutos o menos se llega arriba y se tienen excelentes vistas del Lago Tromen y Volcán Lanín.
Senda al inicio del ascenso a cara Norte del Lanín: desde el estacionamiento sobre la ruta son unos 25-30 minutos bastante planos. Cuando se sale del bosque puede seguirse el camino por terreno de roca volcánica hasta el inicio de la “espina de pescado”. Ideal para la familia y para sentir la experiencia de tocar el volcán.

anterior/ siguiente

lunes, 5 de agosto de 2013

San Martín de los Andes - Rafting Río Hua Hum

By Sole

Nos levantamos y nos fuimos a desayunar, un poco más relajados que el día previo, ya que nuestra actividad empezaba recién a las 9:15 hs. A dicho horario nos pasó a buscar una combi para hacer la excursión “Rafting en el río Hua Hum”. Si bien teníamos el río Chimehuin más cerca, el ambiente de estepa que recorría no nos pareció el más atractivo, así que decidimos ir un poco más lejos con la promesa de navegar por la selva Valdiviana.
Cuando subimos ya había una pareja a bordo; en la media hora que siguió dimos muchas vueltas por la ciudad, en parte cargando pasajeros, y creo que la mayor parte del tiempo buscando algún objeto que alguien le había encargado al chofer para que comprara, y no estaba en ninguna de las casas de outdoor.
La excursión quedó conformada con 3 parejas de alrededor de 30-35 años, y 4 chicas un poco más jóvenes que venían juntas. Cuando Seba vió la composición del pasaje, dudó de la flotabilidad de los gomones!!! Casi todos los pasajeros tenían un sobrepeso importante.
Nos acompañaron 3 guías, uno de los cuales esperó a la combi, junto a un tráiler con 2 gomones cerca del inicio de la ruta 48, la misma que habíamos tomado para ir al volcán Colorado.
El viaje fue tranquilo, en un camino de ripio con muchas curvas y contracurvas. Pasamos por la entrada de las playas de Yuco (inicio de senda a laguna Las Corinas) y por Nonthué (el inicio de la senda al  cerro Mallo). Nos llamaron la atención los carteles de señalización que tenían el dibujo de una “M” que anunciaban la presencia de curvas y de ángulos muy cerrados.
A las 11:00 hs llegamos a la Hostería Hua Hum, a menos de 2 km del cruce a Chile, donde bajamos. Entregamos los DNI para hacer el trámite de migraciones, ya que el rafting comenzaba en el sector argentino del Hua Hum y terminaba del lado chileno.  El problema fue cuando dijeron “no pueden cruzar con alimentos ni medicamentos, así que todo lo que hayan traído tiene que quedar acá”. Tuve que vaciar más de media mochila! Tal vez sea un poco exagerada pero tenía hasta 1 ampolla de adrenalina en el equipaje. Dejamos todo lo que no podía  pasar a Chile en una especie de garaje, donde la empresa guardaba su material de trabajo. Nos cambiamos de ropa; aunque aún estaba fresco nos quedamos con shorts, remera y ojotas. Nos tuvimos que poner los chalecos salvavidas y cascos, siendo opcional el traje de neoprene y los rompevientos, oferta que fue rechazada por todos. Hicimos bien en no ponernos nada de esto ya que de apoco fue subiendo la temperatura, siendo prácticamente imposible permanecer al sol, llegado el mediodía.
Ya estábamos listos para salir!!!

Caminamos unos metros hasta la orilla del lago Nonthue, donde nos repartieron en 2 gomones, las tres parejas por un lado y las 4 chicas por el otro; cada grupo iba con un guía. El 3º auspiciaba de fotógrafo, y se fue a hacer los trámites migratorios con el chofer.
Nos explicaron como agarrar el remo, remada hacia adelante y hacia atrás. Flotamos los metros finales del lago, que se transformó rápidamente en río, tras pasar por debajo del puente que conducía a la cascada Chachín, ubicada unos 2,5 km más adelante. Después vino la explicación de las maniobras de rescate por si alguno caía al agua. Cada uno estaba encargado de sacar del agua al que tenía sentado al lado. Ops! Qué problema!!! La chica que estaba sentada al lado mío mínimamente me duplicaba en peso!!! Rogaba que no se cayera, porque en ese caso estaba perdida!!! No se asusten!!! Nadie cayó de la balsa durante todo el recorrido!


Río Hua Hum

El agua del río era cristalina permitiendo ver el fondo pedregoso; en algunos sectores hasta se podía ver alguna trucha nadando. Recordemos que es un pez exótico, introducido por el hombre en la región, que desplazó a la fauna marina original. No fueron los únicos animales que vimos. Un visón se asomó en la costa del lado izquierdo, y fue recorriéndola, avanzando entre la vegetación, por varios metros en nuestra misma dirección. Un Martín Pescador nos pasó por delante, y se posó sobre una rama a menos de 2 metros del gomón. Un biguá pasó volando por delante, y otro volaba en círculos en el interior de la selva. Tampoco faltaron las lagartijas, en una playa de piedras donde hicimos una parada!
Salvo Seba, nadie sabía remar! Eramos un desastre!!! De mi ya lo sabía, no me sentí tan mal cuando constaté que todos eran tan malos como yo!!! Mr deportista remó por todos!!!
Desde el punto de vista técnico el rafting era de grado II-IIB. Según el guía a principio de enero el caudal del río suele ser mayor por el agua de deshielo. Ahora el agua estaba un poco más baja, lo que provocaba que en algunos rápidos hubiese piedras que sobresalían bastante del agua, y había que ir esquivándolos para no quedar varados arriba de una.


"Rápidos" en el río Hua Hum

A medida que nos fuimos adentrando en el lado chileno del río fue aumentando la humedad ambiental, haciéndose la vegetación más espesa, con mayor cantidad de helechos. Nos detuvimos en un piletón con aguas termales que rondaban los 40ºC. Nos sentamos en el borde del mismo con los pies hacia adentro, en contacto con el agua.


Con las patas en los piletones

Antes de derretirnos, volvimos a los gomones, y unos metros más adelantes volvimos a bajar, pero esta vez en una pequeña playa de piedras, donde nos podíamos bañar. La temperatura del agua hizo imposible el chapuzón! Ni siquiera Seba que mete las patas en cualquier lado pudo tolerarla. Cuando nos parábamos en el agua, en lugar de acostumbrarnos a la temperatura de la misma, dejábamos de sentir los pies!




Alrededor de las 13:30 hs desembarcamos en Chile, donde nos recibieron con tortas fritas! Mi 2º rafting, la 2º torta frita de mi vida; la 1º había sido en el Corcovado. Cada uno subió con su torta frita, y nos sentamos sobre los chalecos salvavidas para evitar mojar los asientos, ya que en los rápidos nos habíamos mojado un poco.
Tras 5 minutos ya estábamos en el puesto de gendarmería recuperando los documentos. Un kilómetro después llegamos a la hostería. Nos dieron 1:30 hs para comer, tiempo que no nos resultaba suficiente para ir y volver cómodos a la cascada Chachin (5 km para ir y volver más 30’ de caminata por el sendero).
Inicialmente nos sentamos en un muelle a comer pero fuimos corridos por las abejas, probablemente unas chaquetas amarillas que habitaban la zona, que parecían ávidas por el fiambre que teníamos. Terminamos sentados en la playa; cuando la comida se terminó los insectos se fueron.
Caminamos unos 600 metros hasta el puente que cruzaba sobre el río para sacar unas fotos, y volvimos. Pocos minutos después subimos a la camioneta y emprendimos el regreso.
Si bien parecía una camioneta de 1º clase al lado de la Araucana que nos había llevado y sacado de Traful, tenía algún problemita que hacía que avanzara con gran dificultad en las cuestas. Llegamos un poco atontados tal vez por la temperatura, la poca ingesta de líquido durante el día, el movimiento del vehículo, etc.
Bajamos en el centro de SMA y nos fuimos a Mamusia a comer helado! Mamusia es un negocio que tiene una parte de chocolatería y otras de heladería. Compramos ¼ kg de frambuesa y dulce de leche granizado, riquísimo. Mejor que el que habíamos comido en la “Abuela Goye”.
Volvimos a la hostería, y nos dimos un chapuzón en la pileta. Si bien el agua estaba tibia, porque era climatizada, a los pocos minutos me dio frío y salí; Seba duró menos aún.
Subimos a la habitación a acondicionarnos para la cena. Mientras nos bañabamos encendimos la tele. Seba se puso un poco triste por el fallecimiento de su gran ídolo el “facha” Martel.
Fuimos a cenar a la pizzería “La Nonna”. Pedimos una fugazeta especial (muzarella, provolone, cebolla y olivas negras). Seba la acompañó con una cerveza artesanal Lacar negra. Muy rica pizza.


Frase del día en homenaje al “facha”: “Colorado el 36!!!” (piel de gallina para fanáticos de Brigada Z).