sábado, 28 de abril de 2018

Sidney, sigue lloviendo, sigue lloviendo

By Sole

16 de diciembre 2016

Viernes. Nos levantamos sin despertador cuando la espalda comenzaba a doler; lo que es la edad!!! Otra vez estaba pronosticada lluvia durante todo el día, la actividad iba a ser similar a la del día anterior.

Fuimos hacia el distrito financiero haciendo una parada en el Queen Victoria Building, una suntuosa galería comercial que estaba en George St. Ni bien entramos dijimos “es el equivalente a las Galerías Pacífico de Buenos Aires”. Fue construida en 1898 y restaurada en 1986, elegante, con pisos de mosaicos pequeños formado diferentes patrones, vitrales, y negocios con carteles y fachadas en composé con el resto del lugar.

Queen Victoria Building

Locales de ropa y accesorios muy top, de los que justamente nosotros no éramos su target, se distribuían en los diferentes pisos. En la zona central de la planta baja había varios cafés, y colgando del techo un gran reloj mecánico que impresionaba por su tamaño (tenía 10 metros de alto!) y por las imágenes que ilustraban distintos momentos de la historia del país, como los primeros pobladores y el descubrimiento de la isla. Además de llamar la atención por todos los detalles, a cada hora atraía la mirada de los curiosos al activar unas campanas.





Al ser diciembre, el espíritu navideño también era evidente en el interior del centro comercial donde no faltaban las luces, un gran arbolito ni Papá Noel que se sacaba fotos con los niños. La navidad estaba en el aire!!!
Aunque, como nosotros, no piensen comprar ni consumir nada, es uno de los lugares que merece una visita por el edificio en sí.

Aprovechamos el resto de la mañana para comprar ropa, actividad que solemos reservar para el último destino para no tener que cargarla en la valija todo el viaje. Como si fuese Cenicienta, cuando el reloj marcó las 12:00, el horario permitido para hacer compras se acabó...

Teníamos hambre, pero era tarde para colación de media mañana y un poco temprano para almorzar así que decidimos hacer un brunch en el patio de comidas del MLC (el mismo lugar del primer día). Compramos capuchinos, un baguel de salmón, queso crema, tomate y pepino, y un banana bread. Riquísimo!!!

La actividad post almuerzo iba a ser cultural: visita al museo contemporáneo de arte. Todo lo que lean a continuación va a estar sesgado por nuestro limitado conocimiento del arte y poca atracción especialmente por lo que califican de “moderno”. Dicho esto, entremos al museo cuyas principales salas eran gratuitas. Dejé la mochila, bolsas y paraguas en el “Clothing” de la planta baja; Seba tuvo la feliz idea de llevar su mochila con él. Sin exagerar, cada vez que se la ponía en la espalda aparecía un empleado de seguridad pidiéndole que se la ponga al costado o adelante, o la deje en el lugar correspondiente… así que si quieren caminar relajados les recomiendo que hagan uso del guardarropa.

No sé si nos perdimos de algo, pero el sector que era gratis nos pareció demasiado pequeño, más allá de inentendible. Mientras lo recorríamos aparecieron las típicas preguntas “Qué tiene de arte estas cintas aisladoras de colores pegadas en la pared?” o “esto es el monumento al albañil?” cuando nos encontramos con una pared de ladrillos... luego descubrimos que la obra no se limitaba a eso e incluía también un túnel de colores en goma EVA en el interior que interpretamos como un “volcán”; creatividad a full por parte del observador, y un festín para un psicólogo si analiza las interpretaciones… Ni hablar de los cuadritos con dibujos que nos recordaron mucho a los "trabajitos" de jardín de infantes. Siguieron los cuadros hechos con diferentes tonalidades de blanco, y las 3 bicis ensambladas en una sola estructura que impulsivamente fue calificada de “forrada atómica” por parte de mi compañero de viajes… De más está decir que la sala que tenía una muestra paga, con una módica entrada de $22, fue pasada por alto. Voy a concluir diciendo que lo mejor fue el wifi y desde el punto de vista artístico las puertas de colores de los cubículos del baño, super alegres! Somos los herejes del arte moderno!


La mejor obra: el baño
Con un bolso (lleno de bolsas), alguna bolsa en mano, las mochilas y los paraguas continuamos el recorrido… fuimos hacia Argyle St, pero esta vez en lugar de subir al puente lo cruzamos por debajo y continuamos hacia el museo del Sydney Observatory. Al estar sobre una de las colinas frente al puerto, tenía una excelente vista del puente y The Rocks. De hecho, en las inmediaciones había una especie de templete ideal para sacar fotos. El complejo, cuya construcción había comenzado 1858, incluía a la torre de la “bola del tiempo” -para marcar la hora- y el observatorio propiamente dicho -para determinar la posición de las estrellar y hacer observaciones meteorológicas-.

Vista desde Sydney Observatory

Sydney Observatory

Como afuera continuaba lloviendo y el acceso al museo era gratuito, decidimos visitarlo. En el recorrido nos encontramos con varios objetos usados por astrónomos como telescopios y otros que no tengo idea como se llamaban ni para que servían… En este tema también hacemos agua! En otras salas había registros de cuando el capitán Cook viajó a la isla de Tahiti para observar el tránsito de Venus –evento astronómico en el que Venus se ubica entre la tierra y el sol como en un eclipse-, y una representación didácticas del sistema solar. Supongo que debe ser muy interesante para el que sabe algo del astronomía; a pesar de toda la información que había en el lugar y el folleto para la visita self-guided que nos dieron quedé mentalmente perdida entre cronómetros, planetas y constelaciones.

Cuando salimos la lluvia nos dio unos minutos de tregua y pudimos caminar un rato por The Rocks, y ver un sector del puerto, con edificios y restaurantes que seguían una concepción similar a los docks de Puerto Madero en Buenos Aires, que no habíamos visitado previamente. A pesar de que eran las 15:00 hs los locales de comida estaban llenos de gente bien vestida con coronas de papel en la cabeza; asumimos que eran oficinistas en su almuerzo de fin de año. También cruzamos varios individuos caminando por la calle disfrazados de super héroes, ninjas y hasta de hawaianas. Aún me resulta un misterio el por qué de esos disfraces…



En The Rocks aún se veían varias casas de estilo colonial en bastante mal estado e incluso con aspecto de abandonadas que se resistían a desaparecer; algunas tenían carteles que sugerían la existencia de grupos protectores que se oponían a la demolición de ese museo urbano viviente.

The Rocks

La indulgencia del día fue de Seba! Desde hacía varios meses tenía una cita arreglada con una pinta de cerveza en Lord Nelson Brewery, uno de los bares más tradicionales de la ciudad. Creo que elegimos el peor horario del peor día del año; otra vez nos encontramos con grupos de oficinistas brindando!!! Eso no fue una limitante para que se comprara "a pint of Old Admiral Pale Ale" y se sentara a tomarla, leeentamente, en un rinconcito.

Lord Nelson Brewery I

Lord Nelson Brewery II

Seba con su pinta de "Old Admiral Pale Ale"
Al salir había comenzado a garuar nuevamente y ya eran pasadas las 16:00 Hs… tea time!!! Casi de causalidad vimos el cartel del Lindt de George St que decía que con la compra de un café venía gratis una “Lindor ball”; la perdición!!! Tras evaluar la situación menos de dos minutos decidimos ir a conocer la sucursal que “regalaba bolitas de chocolate”. Nos encontramos con una cafetería de aspecto más relajado y self-service, sin la paquetería europea de la otra. Esta vez pedimos la promo “brownie + café” y un capuchino grande que acompañamos con los dos chocolatitos esféricos. Haciendo el pedido de manera inteligente como en esa oportunidad, la relación precio/ calidad resultó muy buena y conveniente. El brownie de raspberry reconfirmó que la combinación de chocolate y frutos rojos es infalible! Mientras estuvimos ahí comenzó a llover un poco más fuerte, nuestras esperanzas de que amainara se iban esfumando… No nos quedó otra que salir con el paraguas y todos los bártulos que veníamos arrastrando desde hacía varias horas.

Lindt Cafe de George St
Tras una rápida pasada por el supermercado donde nos reabastecimos de chocolates (varios para traer de regalo), volvimos al studio donde nos recluimos hasta el día siguiente…

Todo estuvo ok hasta que me empecé a sentir mal teniendo que recurrir al combo Reliveran + Sertal (fundamental tener esos productos en el botiquín de viaje!!!). Después de eso a la cama a dormir con el deseo de pasar una noche tranquila y amanecer como nueva…

AFRICA



Viaje a Africa 2014

Namibia



Sudáfrica

viernes, 20 de abril de 2018

Qué hacer un día lluvioso en Sidney?

By Sole

15 de diciembre de 2016

Ni bien despertamos comprobamos que seguía lloviendo tal como estaba pronosticado… iba a ser un día de shopping y museos.

Paraguas en mano comenzamos caminando hacia Hyde Park Barracks Museum, un lugar que había captado mi atención cuando hojeé por primera vez la guía de Sidney. No sólo era un museo, era un lugar cargado de historias; esas paredes y techos habían alojado a más de 50000 convictos (1819- 1848), así como también mujeres solteras que emigraban en búsqueda de un futuro mejor o simplemente siguiendo a familiares o esposos presos al otro lado del mundo.


Hyde Park Barracks Museum

Fuimos tan puntuales que apenas tuvimos que esperar 1 minuto para que abriera sus puertas (xxhs) . Sacamos dos entradas (12$ cada una, se podía pagar con tarjeta de crédito), recibiendo con ellas un folleto y una audioguía en castellano. El relator nos fue llevando por las diferentes salas dispuestas en tres pisos mientras nos contaba cómo había sido la convivencia con los pueblos que habitaban la isla antes de la llegada de los ingleses, las actividades que se desarrollaban en el edificio, cómo era la vida diaria de los convictos, y fruto de todo esto como se fue gestando la nación que se convertiría con el tiempo en Australia.

Pintura de los convictos de Hyde Park Barracks

Si bien no tenía la clásica apariencia de un prisión con celdas y rejas, los convictos tenían que seguir reglas estrictas con largas jornadas de trabajo, una hora de recreación al día y sólo dos breaks para comer: uno para el desayuno a base de porridge con maíz y azúcar, y el otro a las 2 de la tarde para la cena que consistían en pan y sopa. Si quebraban las reglas de conducta eran castigados con azotes, atados a grilletes o puestos a trabajar en las treadmills –molinos a tracción de sangre en los que los hombres subían y subían escalones manteniendo el sistema activo en movimiento-. Y pensar que algunos pagamos la cuota del gimnasio todos los meses para usar el escalador...

- Otra vez sopa?

Fue un recorrido sumamente interesante, sumado a lo que íbamos escuchando, había mucha información escrita, maquetas, cuadros que mostraban distintas situaciones en la isla, y objetos encontrados en la basura (cacharros, carozos de frutas e incluso ratas desecadas) que daban una dosis de humanidad en un lugar como este donde las personas eran catalogadas por números y oficios que desarrollaban. Descubrimos ahí quien fue Lachlan Macquarie, el primer gobernador del asentamiento, que junto con su esposa tenían el propósito de reformar a los reos transformándolos en personas útiles para la sociedad naciente. Se podría decir que al menos cumplieron en parte su objetivo ya que muchos, cumplida su condena, se convirtieron en pequeños empresarios exitosos. Durante mucho tiempo era una vergüenza ser descendiente de una persona desterrada del Reino Unido por su condición de delincuentes… a medida que fueron pasando los años eso cambió y ahora es un orgullo tener como antepasados a estos individuos que fueron los pilares del país actual.

En uno de los pisos superiores había una representación de las habitaciones de los convictos, una con 30 y otra con 70 hamacas colgantes que auspiciaban de camas; todo se podían tocar e incluso era posible recostarse para tener una idea de cómo era dormir ahí… unos minutos estaba bien, pero ni quiero imaginar el dolor de espalda que tenían después de dormir algunas horas ahí.



En otros de los cuartos encontramos las camitas donde dormían las mujeres hasta que eran ubicadas en casas como empleadas –en general de limpieza o niñeras-, retiradas por sus familiares o solicitadas como esposas. Baúles con objetos y pantallas interactivas permitían profundizar en la historia de algunas de estas pobres almas que habían pasado por el lugar.


Luego de una hora dimos por concluida la visita. Si uno tiene paciencia y no va con Seba o con niños (lo que en este caso es prácticamente lo mismo) puede dedicarle un rato más al museo. Nos pareció una linda visita, didáctica y muy interesante tanto para adultos y chicos.

Cuando salimos aún llovía, así que nos fuimos hacia el H&M. Saciado el hambre de compras, pero no el de comida nos fuimos al Food Court del Town Hall, donde hicimos la parada de almuerzo. Al no ser la hora pico de oficinistas hasta pudimos elegir donde sentarnos!

Concluido el almuerzo nos fuimos al barrio chino, muy parecido al de otras ciudades. Habiendo ido a China y teniendo uno en Buenos Aires no nos llamó particularmente la atención, fue más de lo mismo. Recorrimos Dixon Street, cuyas dos cuadras peatonales se encontraban delimitadas por los  característicos arcos custodiados por los perros/leones de Budda. En esa calle y en Hay y Sussex Street estaban la mayor parte de los negocios y restaurantes.

Chinatown

Más allá de la curiosidad que nos generó ver cómo era Chinatown, fuimos ahí en busca del Hay Market. Este extraño centro comercial combinaba un par de pisos con locales de diferentes marcas (varios eran outlets), como uno puede encontrar en cualquier shopping, y un subsuelo con puestos de chucherías, souvenirs, ropa trucha, y hasta comida: el Paddy Market. Esa feria de cachivaches por lo que leímos en la guía se arma de miércoles a domingo y es el lugar para comprar recuerdos del viaje a menor precio que en los locales del centro; tras haberlo recorrido y haber comparado los precios de ambos lugares damos fe de que esa última aseveración era cierta! Eso sí, no esperen nada glamoroso, y tienen que tener tiempo y paciencia para recorrer un poco y preguntar por el mismo producto en distintos stands (algunos tienen algunas cosas más caras que otros), y cuando encuentran casi todo lo que quieren en un mismo lugar… a comenzar el regateo!!! Por ejemplo, un magnet que ahí estaba a $1, en un local a la calle del barrio chino estaba a $2 y en el centro podría llegar a $4 o 5. La desventaja es que algunos solo aceptaban cash, y en otros había que llegar a un valor mínimo a partir del cual se podía pagar con tarjeta. Aprovechando que llovía, estuvimos un buen rato dando vueltas y compramos varios regalitos.

Hay Market

Paddy Market I

Paddy Market II

Para la tarde teníamos una de las actividades de mi lista de “must” de la ciudad, en realidad era más un capricho… merienda en el café Lindt, mi marca preferida de chocolates. Cuando organizábamos el viaje y descubrí que existían esos cafés dije “ahí quiero ir, cueste lo que cueste!”. Así que fuimos caminando bajo la garúa hasta Martin Street, donde encontramos en la planta baja de un antiguo edificio un salón con cierta elegancia digna de un café clásico europeo donde iba a hacer ese dulce sueño realidad. 
Tal como esperaba el lugar no era para nada barato, pero basados en la teoría de que en las vacaciones uno tiene que darse ciertos gustos hicimos el pedido… elegimos un doublé black –un café negrísimo al gusto de Seba-, un cappuccino, un chocolate orange brownie y una porción de celebration du chocolate. El brownie estaba muy buen con un sabor intenso a chocolate que contrastaba con la naranja; una combinación mágica! La mini porción de torta de chocolate amargo con mousse de chocolate con leche cubierta con ganache de chocolate me decepcionó un poco, esperaba algo con un sabor más fuerte y de un tamaño más acorde al precio. Globalmente fue una linda experiencia.



Antes de salir dimos una vuelta por el sector de chocolates donde había una increíble variedad de trufas que jamás había visto en mi vida… Además de los habituales chocolate con leche, amargo, blanco y caramel, había con hazelnut, coco, frutilla, naranja y muchos más que no recuerdo. Seleccionamos un par de los sabores que nos resultaron más atractivos y cerrando los ojos entregué la tarjeta de crédito… salimos felices con una pequeña bolsa con deliciosas “bolitas” de chocolate.



Cuando salimos seguía lloviendo… así caminamos unas cuadras y que dimos una vuelta por UNIQLO (que en verano, sin sus clásicas camperas plegables, nos resultó un local sin mayor atractivo), Forever 21 (mi primera vez en 36 años) y Zara Home. Esos no eran los únicos locales, casi todas las marcas conocidas tenían a su representante en la zona. A pesar de ser un país relativamente caro, en varios había productos en sale a precios muy convenientes. No esperen una visita a Gucci o a Louis Vuitton en nuestros viajes...

Durante el recorrido del día notamos que el espíritu navideño era muy evidente en algunas calles como Pitt que estaba completamente adornada con luces que formaban una especie de techo, o el gran árbol de Martin Street. Era tal la sensación de Navidad de películas que casi me tocan una fibra sensible…

Volvimos otro día, sin lluvia, a sacar la foto

Regresamos bajo una garúa intermitente que cesó durante algunas cuadras permitiéndonos atravesar el Hyde Park, convirtiéndose unos metros más adelante en lluvia.

Cuando llegamos al departamento nos pusimos cómodos e iniciamos la parte del día de relax con una picadita de maní, doritos y hummus, que fue seguida de comida mexicana que compramos en el Zambrero de la vuelta. Esa noche no hubo Coldplay, sólo nos acompañó el ruido de la lluvia.

Conclusiones del día:
  • Hyde Park Barracks Museum: nos encantó. Interesante, didáctico y entretenido para adultos y niños. Un must del itinerario!
  • Patios de comida/ Food Court del Town Hall u otros edificios: conviene ir apenas pasadas las 12 del mediodía para poder elegir tranquilos y encontrar lugar para sentarse.
  • Barrio Chino: "lo dejo a tu criterio" como diría Karina Olga. Mi opinión está sesgada por tener uno a 20 minutos de mi casa y haber visitado China.
  • Hay Market/ Paddy Market: lugar ideal para comprar souvenirs a buen precio. Requiere tiempo, pacientes y ganas de regatear.
  • Cafés Lindt: Los brownies son espectaculares y tienen mejor relación calidad precio que otras bollerías del lugar. Si viajan, recuerden que amamos las trufas Lindt de chocolate amargo (son las de envoltorio azul)!!!

sábado, 14 de abril de 2018

Sidney: amor a primera vista!!!

By Sole

Luego de las dos horas de tren habíamos recorrido todo el trecho entre Katoomba y Sidney.

Antes de salir de Sydney Central nos tomamos unos minutos para mirar el gran edificio de estilo inglés que alberga la estación; realmente es muy pintoresco. El imponente árbol de Navidad en el hall nos recordó que estábamos a 10 días de la nochebuena.

Christmas is in the air...

Teníamos reservado un departamento en el barrio Darlinghurst, precisamente a 1 kilómetro y 100 metros de ahí. Ni bien pusimos un pie en la calle notamos el calor que hacía… los 37°C pronosticados para ese día se estaban haciendo realidad. Con el recorrido que debíamos hacer en mente comenzamos a caminar… Lo que no nos había dicho Google Maps era que las calles tenían pendiente… y mucho menos que eran en subida!!! Otra vez estábamos arrastrando valijas cuesta arriba!!! Así que fuimos caminando lentamente por un lindo vecindario que combinaba casas modernas intercaladas con algunas de estilo colonial de fines del 1800 (como característica común tenían un pequeño porche y un balcón con rejas trabajadas en el primer piso), varios restaurantes étnicos y un par de cafés muy palermitanos donde me veía sentada en cualquier momento. Muy buena primera impresión.

Con mi “hombre mapa” llegamos a destino en tiempo y forma. Scott nos estaba esperando para entregarnos las llaves del studio y darnos algunas recomendaciones. Resultó ser un anfitrión super correcto y cordial, un divino! También quedamos encantados con nuestro pequeño monoambiente que contaba con kitchenette integrada, con horno eléctrico y muchos implementos de cocina; muy bien equipado!

Dejamos el equipaje, nos cambiamos parte de la ropa –habíamos llegado empapados-, y volvimos a salir al horno. La idea era recorrer lo máximo que pudiéramos ese día ya que en los siguientes estaba pronosticada lluvia. Considerando el horario, el principal objetivo de la siguiente hora era comer! 

Ni bien salimos giramos en Oxford Street, una calle comercial con bastantes negocios, y algunos bares, y fuimos hasta College Street donde encontramos el famoso Hyde Park.
Como me suele pasar, me encantó encontrar ese gran parque, de 16 hectáreas, en medio de la ciudad. Si bien, lo que las guías resaltan como atracción principal es el Anzac Memorial, un monumento que recuerda a los australianos que sirvieron a su país en las fuerzas armadas tanto en tiempos de guerra como de paz, lo que más captó mi atención fueron las flores y árboles con todo el esplendor primaveral, unos tentadores bancos para sentarse a la sombra y la Archibald Fountain que conmemora la asociación de Australia y Francia en la Primera Guerra Mundial. Ya habría tiempo para mirar todo en detalle más adelante… en ese momento teníamos hambreee!!!

Hyde Park

Las calles que lo circundaban tenían muchos edificios históricos llamativos, pero nada de locales de comida; habíamos elegido la calle equivocada para caminar. Pasamos junto al Australian Museum, el Cook + Phillip Park con sus piletas de natación subterráneas (el olor a cloro de los alrededores ponía en evidencia su presencia), la catedral de St Mary, y el Hyde Park Barracks, el antiguo presidio devenido en museo que pensábamos visitar uno de los días de lluvia.

Catedral St Mary

Parque mediante divisamos la Sydney Tower Eye, quedándonos con la sensación de que era un edificio que sobraba en una ciudad con tantas imágenes icónicas; sólo se puede entender la presencia de esas torres en ciudades como Auckland o Seattle que no tienen nada característico que las identifique en una vista panorámica.

Archibald Fountain + Sydney Tower Eye

En algún momento giramos hacia el downtown propiamente. En las primeras calles encontramos muchos edificios de oficinas, algunos más nuevos que otros, y locales de los más variados, pero apenas algún café perdido. Habiendo tantas oficinas y oficinistas con un look muy formal (ellos iban con camisas de vestir y en muchos casos corbatas, y ellas muy arregladas con camisas, polleras y tacos altos) dando vueltas por los alrededores en algún lugar tenían que estar los restaurantes!

Casi de casualidad caímos en un patio de comidas en el subsuelo de un edificio del oficina, el MLC center. Como si se tratara de un shopping había varios puestos con opciones de comida muy diversas: café con bollerías, ensaladas, sándwiches, hamburguesas, salteados asiáticos, sushi, pescados, pastas y mucho más. Justo caímos en el peor horario… todos los trabajadores de la zona parecían estar ahí eligiendo sus almuerzos. Abrumados por tanta variedad, terminamos con un par de sándwiches, lo más sencillo y rápido para comer al paso. A pesar de la gran cantidad de mesitas que había en el interior del salón, terminé sentada en una mesa comunitaria en el exterior del edificio, a metros de la vereda, mientras Seba hacía el pedido. La mayoría de los comensales eran personas solas que estaban abstraídas en su plato y/o celular (esa mala costumbre no conoce fronteras). Mi observación sociológica fue interrumpida rápidamente por la llegada de Seba con los deliciosos sándwiches. Finalizado el almuerzo, y sin tiempo para descansar, seguimos adelante.

Siguiendo derecho por George Street llegamos a The Rocks, una de las zonas más antiguas de la ciudad que aún conserva algunas casas coloniales, bares y restaurantes, gran parte de ellos con sus fachadas originales. Antes de recorrer el barrio, tomamos Argyle Street y siguiendo los carteles indicativos llegamos unas escalinatas que nos terminaron conduciendo al “Sydney Harbour Bridge”, el tradicional puente metálico que aparece en las fotos de la ciudad.

The Rocks

Escalinatas para subir al puente

Este puente que conecta el sector financiero con la costa norte, inaugurado 1932, resultó más ancho de lo que esperábamos, no sólo tenía un sector peatonal, sino que también al menos dos manos de autos y vías de tren! Aunque no entiendo nada de ingeniería me resultó muy interesante observar todos los detalles de esa estructura metálica; pensar cómo se diseñó y construyó es todo un desafío para la imaginación.
Todos los tornillos y vigas de metal perdieron protagonismo cuando apareció la vista panorámica de la ópera de Sidney, el puerto y la ciudad de fondo. Estábamos frente a esa imagen que siempre se me había venido a la cabeza escuchaba “Sidney”.


La Opera desde el puente

El puerto desde el puente

De todas maneras, para mi gusto tenía un enrejado muy tupido que limitaba un poco la visibilidad y dificultaba la toma de fotografías… apuesto a que se trataba de una “suicide barrier” de las que se suelen instalar en los puentes más populares para evitar que la gente se tire desde ahí. Recorrimos poco más de la mitad del puente y dimos media vuelta. Hacía demasiado calor, a la alta temperatura ambiente se sumaba la del pavimento que reflejaba el sol y la generada por los autos que circulaban muy lentamente por ahí. Sacamos varias fotos, pero la selfie fue imposible!

Las fotos de arriba las sacamos a través de espacios como ese

Para los que buscan un poco de adrenalina, no sufren vértigo y tienen un presupuesto  más abultado que el nuestro, está la posibilidad de hacer el “Bridge climb”, o sea caminar por la zona más alta de la estructura metálica atado con un arnés de seguridad. Como no cumplíamos con esos criterios, la actividad quedó descartada.



Regresamos sobre nuestros pasos y volvimos a The Rocks, donde no pudimos evitar detenernos a sacar varias fotos a sus viejas casas; realmente un lugar encantador. Mientras caminábamos por sus calles sin un rumbo fijo nos metimos en el “Nurses Walk”, un pasaje peatonal que se mete en el interior de la manzana y conduce a un patio rodeado por locales comerciales. Antiguamente en ese sito estuvieron los dos primeros hospitales de Sydney (1788- 1816) construido por y para los convictos que vivían por esos lares del mundo. Un par de datos curiosos:

  • El hospital original, con capacidad máxima para 8 pacientes, tenía un jardín con hierbas nativas y exóticas que eran utilizadas como tratamiento ante la poca disponibilidad de drogas.
  • El segundo hospital fue prefabricado en madera y cobre en Inglaterra arribando con la Segunda flota en 1790. Su construcción estuvo terminada en 7 días e inmediatamente se lleno de pacientes. A pesar de tener mayor capacidad que el primero, también resultó insuficiente agregándose 100 carpas en los alrededores.
  • El segundo hospital prestó servicios hasta 1816 momento en que los pacientes fueron trasladados al nuevo hospital de Sydney en Macquarie St.

Nurses Walk

De todo esto nada queda en la actualidad, y las tierras fueron posteriormente ocupadas por viviendas y comercios. Tal vez me extendí un poco con este tema, pero me pareció una historia interesante que da una idea de las condiciones en que vivían los primeros habitantes hace más de 200 años.

Como ya habíamos tenido una primera imagen de The Rocks sin lluvia, decidimos seguir hacia Circular Quay; teníamos pensado volver otro día a tomar una cerveza en Lord Nelson Brewery Hotel.

Caminamos por la explanada que está frente al Museum of Contemporary Art desde donde se pueden sacar lindas fotos de la ópera sin las rejas del puente (hay que hacerlo en el momento en el que no esté pasando un barco!) Es una zona con mucho movimiento, en los minutos que estuvimos pasaron varios ferries que iban y venían.

Ahí sí hubo selfie

Tras atravesar Circular Quay –sería el embarcadero-, llegamos a la península de la Opera… cada vez la teníamos más cerca!!! Escalinatas mediante llegamos hasta tenerla tan cerca que podíamos tocar sus paredes exteriores y observar con lujo de detalles sus majestuosos techos recubiertos de cerámicos en diferentes disposiciones. Si bien estaba la posibilidad de hacer la visita guiada y hasta disfrutar de alguna ópera, ya habíamos decidido no hacer ninguna de esas actividades; nuestro interés por la arquitectura y las obras musicales es bastante limitado.

Techo de la Opera

Como si se tratase de una carrera de postas ingresamos al Royal Botanic Garden por la entrada que estaba en las inmediaciones de la ópera. Se trataba de un hermoso jardín con gran variedad de especies vegetales (algo bastante obvio tratándose de un jardín botánico), algunos ibis caminando por el césped, bancos para sentarse, bebederos y senderos para recorrerlo.

Ibis

La Opera desde el jardín botánico

Teníamos el dato que desde ese parque se tenía la mejor vista de la ópera y el puente juntos. Con la intención de chequear si eso era cierto fuimos bordeando la bahía en dirección a Mrs Macquarie’s chair, el extremo de la península… cuando nos íbamos acercando notamos que el sendero estaba cerrado por los preparativos de un evento… Nooo!!! Sin perder las esperanzas continuamos caminando y respiramos aliviados cuando encontramos un desvío. Confesaré que el alivio fue parcial porque en ese mismísimo momento nos dimos cuenta que se podía acceder al punto panorámico en micro… antes de que pudiéramos siquiera pensar en los tours vimos pasar el primer bus. Toda la tranquilidad del parque desapareció abruptamente cuando chocamos con los representantes mundiales del turismo langosta. Fueron tan maleducados que nos dijeron varias cosas en su propio idioma mientras nos hacían un movimiento con la mano que interpretamos como “muévete que me quiero sacar una foto ahí”. “No entendo” les respondí mientras seguía posando para la foto.

Desde Mrs Macquarie’s chair point

Habiendo sacado las fotos huimos del lugar!!! Saben lo que encontramos en medio del parque??? Baños públicos limpios!!! Esto sumó un par de puntos más al jardín botánico que a esta altura ya formaba parte de mi lista de lugares que no deben faltar en un itinerario de Sidney!!!

El cielo continuaba nublado y cada tanto caían algunas gotas, no sabíamos si se trataba de una nube pasajera o si en cualquier momento se largaba a llover; la temperatura era agobiante.

Con calor y sed salimos del parque y nos fuimos al Starbucks que estaba enfrente de Circular Quay. Nos sentamos en una de las mesas exteriores a tomar un refrescante Frapuccino mocha, y de paso descansamos un poco. Qué placer!!!



Algo recuperados y con un poco de azúcar en la sangre, nos encaminamos hacia el centro financiero. Tomamos George St pasando por el Queen Victoria’s building, el City hall y el Barrio Chino, terminando en la estación central de trenes a la que habíamos llegado aquella mañana. El objetivo de ese momento era encontrar el supermercado para comprar algo para la cena y días subsiguientes.

Queen Victoria’s building

Barrio Chino

La pasada por el super fue bastante rápida principalmente por su pequeño tamaño y el cansancio que teníamos. Reconfirmamos ahí que los supermercados no vendían bebidas alcohólicas; para suplir esa función existían los “liquor places” dedicados exclusivamente a vender alcohol. Cuando salimos la amenaza de lluvia se había transformado en realidad, y garuaba con cierta intensidad, lo que nos hizo acelerar el regreso al departamento.

Mientras preparábamos la cena Seba dijo “Me parece que en el barcito de la vuelta hay una banda que hace covers de Coldplay”. Cenamos, y la música seguía escuchándose a lo lejos... En un momento se nos pasó por la cabeza “no estará tocando Coldplay?”. Efectivamente, era 14 de diciembre y la banda estaba dando un show a unas 20 cuadras de distancia. Concluimos la cena comiendo un sabroso mango con “Hymn for the weekend” de fondo.

Esa noche nos fuimos a dormir sin activar el despertador escuchando el sonido de la lluvia que en ese momento se había hecho más intensa.

Algunas recomendaciones:
  • Estación central de tren: recorrer su hall principal.
  • The Rock y alrededores: caminar sin rumbo por sus calles y sacar tantas fotos como tengan ganas. No incluiría "Nurses walk" en el itinerario.
  • Sydney Harbour Bridge: caminar por el sector peatonal para ver de cerca esa gran estructura metálica.
  • Para tener las mejores vistas de la Opera de Sidney: ir a la explanada que está frente al Museo de Arte Contemporáneo.
  • Royal Botanic Garden: dedicarle un buen rato para recorrerlo sin apuro, e ir hasta el Mrs Macquarie’s chair a sacar la foto de la Opera con el puente de fondo.