sábado, 14 de abril de 2018

Sidney: amor a primera vista!!!

By Sole

Luego de las dos horas de tren habíamos recorrido todo el trecho entre Katoomba y Sidney.

Antes de salir de Sydney Central nos tomamos unos minutos para mirar el gran edificio de estilo inglés que alberga la estación; realmente es muy pintoresco. El imponente árbol de Navidad en el hall nos recordó que estábamos a 10 días de la nochebuena.

Christmas is in the air...

Teníamos reservado un departamento en el barrio Darlinghurst, precisamente a 1 kilómetro y 100 metros de ahí. Ni bien pusimos un pie en la calle notamos el calor que hacía… los 37°C pronosticados para ese día se estaban haciendo realidad. Con el recorrido que debíamos hacer en mente comenzamos a caminar… Lo que no nos había dicho Google Maps era que las calles tenían pendiente… y mucho menos que eran en subida!!! Otra vez estábamos arrastrando valijas cuesta arriba!!! Así que fuimos caminando lentamente por un lindo vecindario que combinaba casas modernas intercaladas con algunas de estilo colonial de fines del 1800 (como característica común tenían un pequeño porche y un balcón con rejas trabajadas en el primer piso), varios restaurantes étnicos y un par de cafés muy palermitanos donde me veía sentada en cualquier momento. Muy buena primera impresión.

Con mi “hombre mapa” llegamos a destino en tiempo y forma. Scott nos estaba esperando para entregarnos las llaves del studio y darnos algunas recomendaciones. Resultó ser un anfitrión super correcto y cordial, un divino! También quedamos encantados con nuestro pequeño monoambiente que contaba con kitchenette integrada, con horno eléctrico y muchos implementos de cocina; muy bien equipado!

Dejamos el equipaje, nos cambiamos parte de la ropa –habíamos llegado empapados-, y volvimos a salir al horno. La idea era recorrer lo máximo que pudiéramos ese día ya que en los siguientes estaba pronosticada lluvia. Considerando el horario, el principal objetivo de la siguiente hora era comer! 

Ni bien salimos giramos en Oxford Street, una calle comercial con bastantes negocios, y algunos bares, y fuimos hasta College Street donde encontramos el famoso Hyde Park.
Como me suele pasar, me encantó encontrar ese gran parque, de 16 hectáreas, en medio de la ciudad. Si bien, lo que las guías resaltan como atracción principal es el Anzac Memorial, un monumento que recuerda a los australianos que sirvieron a su país en las fuerzas armadas tanto en tiempos de guerra como de paz, lo que más captó mi atención fueron las flores y árboles con todo el esplendor primaveral, unos tentadores bancos para sentarse a la sombra y la Archibald Fountain que conmemora la asociación de Australia y Francia en la Primera Guerra Mundial. Ya habría tiempo para mirar todo en detalle más adelante… en ese momento teníamos hambreee!!!

Hyde Park

Las calles que lo circundaban tenían muchos edificios históricos llamativos, pero nada de locales de comida; habíamos elegido la calle equivocada para caminar. Pasamos junto al Australian Museum, el Cook + Phillip Park con sus piletas de natación subterráneas (el olor a cloro de los alrededores ponía en evidencia su presencia), la catedral de St Mary, y el Hyde Park Barracks, el antiguo presidio devenido en museo que pensábamos visitar uno de los días de lluvia.

Catedral St Mary

Parque mediante divisamos la Sydney Tower Eye, quedándonos con la sensación de que era un edificio que sobraba en una ciudad con tantas imágenes icónicas; sólo se puede entender la presencia de esas torres en ciudades como Auckland o Seattle que no tienen nada característico que las identifique en una vista panorámica.

Archibald Fountain + Sydney Tower Eye

En algún momento giramos hacia el downtown propiamente. En las primeras calles encontramos muchos edificios de oficinas, algunos más nuevos que otros, y locales de los más variados, pero apenas algún café perdido. Habiendo tantas oficinas y oficinistas con un look muy formal (ellos iban con camisas de vestir y en muchos casos corbatas, y ellas muy arregladas con camisas, polleras y tacos altos) dando vueltas por los alrededores en algún lugar tenían que estar los restaurantes!

Casi de casualidad caímos en un patio de comidas en el subsuelo de un edificio del oficina, el MLC center. Como si se tratara de un shopping había varios puestos con opciones de comida muy diversas: café con bollerías, ensaladas, sándwiches, hamburguesas, salteados asiáticos, sushi, pescados, pastas y mucho más. Justo caímos en el peor horario… todos los trabajadores de la zona parecían estar ahí eligiendo sus almuerzos. Abrumados por tanta variedad, terminamos con un par de sándwiches, lo más sencillo y rápido para comer al paso. A pesar de la gran cantidad de mesitas que había en el interior del salón, terminé sentada en una mesa comunitaria en el exterior del edificio, a metros de la vereda, mientras Seba hacía el pedido. La mayoría de los comensales eran personas solas que estaban abstraídas en su plato y/o celular (esa mala costumbre no conoce fronteras). Mi observación sociológica fue interrumpida rápidamente por la llegada de Seba con los deliciosos sándwiches. Finalizado el almuerzo, y sin tiempo para descansar, seguimos adelante.

Siguiendo derecho por George Street llegamos a The Rocks, una de las zonas más antiguas de la ciudad que aún conserva algunas casas coloniales, bares y restaurantes, gran parte de ellos con sus fachadas originales. Antes de recorrer el barrio, tomamos Argyle Street y siguiendo los carteles indicativos llegamos unas escalinatas que nos terminaron conduciendo al “Sydney Harbour Bridge”, el tradicional puente metálico que aparece en las fotos de la ciudad.

The Rocks

Escalinatas para subir al puente

Este puente que conecta el sector financiero con la costa norte, inaugurado 1932, resultó más ancho de lo que esperábamos, no sólo tenía un sector peatonal, sino que también al menos dos manos de autos y vías de tren! Aunque no entiendo nada de ingeniería me resultó muy interesante observar todos los detalles de esa estructura metálica; pensar cómo se diseñó y construyó es todo un desafío para la imaginación.
Todos los tornillos y vigas de metal perdieron protagonismo cuando apareció la vista panorámica de la ópera de Sidney, el puerto y la ciudad de fondo. Estábamos frente a esa imagen que siempre se me había venido a la cabeza escuchaba “Sidney”.


La Opera desde el puente

El puerto desde el puente

De todas maneras, para mi gusto tenía un enrejado muy tupido que limitaba un poco la visibilidad y dificultaba la toma de fotografías… apuesto a que se trataba de una “suicide barrier” de las que se suelen instalar en los puentes más populares para evitar que la gente se tire desde ahí. Recorrimos poco más de la mitad del puente y dimos media vuelta. Hacía demasiado calor, a la alta temperatura ambiente se sumaba la del pavimento que reflejaba el sol y la generada por los autos que circulaban muy lentamente por ahí. Sacamos varias fotos, pero la selfie fue imposible!

Las fotos de arriba las sacamos a través de espacios como ese

Para los que buscan un poco de adrenalina, no sufren vértigo y tienen un presupuesto  más abultado que el nuestro, está la posibilidad de hacer el “Bridge climb”, o sea caminar por la zona más alta de la estructura metálica atado con un arnés de seguridad. Como no cumplíamos con esos criterios, la actividad quedó descartada.



Regresamos sobre nuestros pasos y volvimos a The Rocks, donde no pudimos evitar detenernos a sacar varias fotos a sus viejas casas; realmente un lugar encantador. Mientras caminábamos por sus calles sin un rumbo fijo nos metimos en el “Nurses Walk”, un pasaje peatonal que se mete en el interior de la manzana y conduce a un patio rodeado por locales comerciales. Antiguamente en ese sito estuvieron los dos primeros hospitales de Sydney (1788- 1816) construido por y para los convictos que vivían por esos lares del mundo. Un par de datos curiosos:

  • El hospital original, con capacidad máxima para 8 pacientes, tenía un jardín con hierbas nativas y exóticas que eran utilizadas como tratamiento ante la poca disponibilidad de drogas.
  • El segundo hospital fue prefabricado en madera y cobre en Inglaterra arribando con la Segunda flota en 1790. Su construcción estuvo terminada en 7 días e inmediatamente se lleno de pacientes. A pesar de tener mayor capacidad que el primero, también resultó insuficiente agregándose 100 carpas en los alrededores.
  • El segundo hospital prestó servicios hasta 1816 momento en que los pacientes fueron trasladados al nuevo hospital de Sydney en Macquarie St.

Nurses Walk

De todo esto nada queda en la actualidad, y las tierras fueron posteriormente ocupadas por viviendas y comercios. Tal vez me extendí un poco con este tema, pero me pareció una historia interesante que da una idea de las condiciones en que vivían los primeros habitantes hace más de 200 años.

Como ya habíamos tenido una primera imagen de The Rocks sin lluvia, decidimos seguir hacia Circular Quay; teníamos pensado volver otro día a tomar una cerveza en Lord Nelson Brewery Hotel.

Caminamos por la explanada que está frente al Museum of Contemporary Art desde donde se pueden sacar lindas fotos de la ópera sin las rejas del puente (hay que hacerlo en el momento en el que no esté pasando un barco!) Es una zona con mucho movimiento, en los minutos que estuvimos pasaron varios ferries que iban y venían.

Ahí sí hubo selfie

Tras atravesar Circular Quay –sería el embarcadero-, llegamos a la península de la Opera… cada vez la teníamos más cerca!!! Escalinatas mediante llegamos hasta tenerla tan cerca que podíamos tocar sus paredes exteriores y observar con lujo de detalles sus majestuosos techos recubiertos de cerámicos en diferentes disposiciones. Si bien estaba la posibilidad de hacer la visita guiada y hasta disfrutar de alguna ópera, ya habíamos decidido no hacer ninguna de esas actividades; nuestro interés por la arquitectura y las obras musicales es bastante limitado.

Techo de la Opera

Como si se tratase de una carrera de postas ingresamos al Royal Botanic Garden por la entrada que estaba en las inmediaciones de la ópera. Se trataba de un hermoso jardín con gran variedad de especies vegetales (algo bastante obvio tratándose de un jardín botánico), algunos ibis caminando por el césped, bancos para sentarse, bebederos y senderos para recorrerlo.

Ibis

La Opera desde el jardín botánico

Teníamos el dato que desde ese parque se tenía la mejor vista de la ópera y el puente juntos. Con la intención de chequear si eso era cierto fuimos bordeando la bahía en dirección a Mrs Macquarie’s chair, el extremo de la península… cuando nos íbamos acercando notamos que el sendero estaba cerrado por los preparativos de un evento… Nooo!!! Sin perder las esperanzas continuamos caminando y respiramos aliviados cuando encontramos un desvío. Confesaré que el alivio fue parcial porque en ese mismísimo momento nos dimos cuenta que se podía acceder al punto panorámico en micro… antes de que pudiéramos siquiera pensar en los tours vimos pasar el primer bus. Toda la tranquilidad del parque desapareció abruptamente cuando chocamos con los representantes mundiales del turismo langosta. Fueron tan maleducados que nos dijeron varias cosas en su propio idioma mientras nos hacían un movimiento con la mano que interpretamos como “muévete que me quiero sacar una foto ahí”. “No entendo” les respondí mientras seguía posando para la foto.

Desde Mrs Macquarie’s chair point

Habiendo sacado las fotos huimos del lugar!!! Saben lo que encontramos en medio del parque??? Baños públicos limpios!!! Esto sumó un par de puntos más al jardín botánico que a esta altura ya formaba parte de mi lista de lugares que no deben faltar en un itinerario de Sidney!!!

El cielo continuaba nublado y cada tanto caían algunas gotas, no sabíamos si se trataba de una nube pasajera o si en cualquier momento se largaba a llover; la temperatura era agobiante.

Con calor y sed salimos del parque y nos fuimos al Starbucks que estaba enfrente de Circular Quay. Nos sentamos en una de las mesas exteriores a tomar un refrescante Frapuccino mocha, y de paso descansamos un poco. Qué placer!!!



Algo recuperados y con un poco de azúcar en la sangre, nos encaminamos hacia el centro financiero. Tomamos George St pasando por el Queen Victoria’s building, el City hall y el Barrio Chino, terminando en la estación central de trenes a la que habíamos llegado aquella mañana. El objetivo de ese momento era encontrar el supermercado para comprar algo para la cena y días subsiguientes.

Queen Victoria’s building

Barrio Chino

La pasada por el super fue bastante rápida principalmente por su pequeño tamaño y el cansancio que teníamos. Reconfirmamos ahí que los supermercados no vendían bebidas alcohólicas; para suplir esa función existían los “liquor places” dedicados exclusivamente a vender alcohol. Cuando salimos la amenaza de lluvia se había transformado en realidad, y garuaba con cierta intensidad, lo que nos hizo acelerar el regreso al departamento.

Mientras preparábamos la cena Seba dijo “Me parece que en el barcito de la vuelta hay una banda que hace covers de Coldplay”. Cenamos, y la música seguía escuchándose a lo lejos... En un momento se nos pasó por la cabeza “no estará tocando Coldplay?”. Efectivamente, era 14 de diciembre y la banda estaba dando un show a unas 20 cuadras de distancia. Concluimos la cena comiendo un sabroso mango con “Hymn for the weekend” de fondo.

Esa noche nos fuimos a dormir sin activar el despertador escuchando el sonido de la lluvia que en ese momento se había hecho más intensa.

Algunas recomendaciones:
  • Estación central de tren: recorrer su hall principal.
  • The Rock y alrededores: caminar sin rumbo por sus calles y sacar tantas fotos como tengan ganas. No incluiría "Nurses walk" en el itinerario.
  • Sydney Harbour Bridge: caminar por el sector peatonal para ver de cerca esa gran estructura metálica.
  • Para tener las mejores vistas de la Opera de Sidney: ir a la explanada que está frente al Museo de Arte Contemporáneo.
  • Royal Botanic Garden: dedicarle un buen rato para recorrerlo sin apuro, e ir hasta el Mrs Macquarie’s chair a sacar la foto de la Opera con el puente de fondo.

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