viernes, 26 de diciembre de 2014

Emprendiendo el regreso: Delhi, Dubai, Buenos Aires

By Sole

3 de marzo de 2014

Desayunamos tranquilos con Coca que continuaba haciendo reposo. Luego de conversar un rato nos fuimos con Rajesh a Delhi a gastar las últimas rupias. En menos de 30 minutos en Janpath  habíamos liquidado todo!!! Compramos 2 libros, 1 taj mahal en miniatura, algunos magnets y 2 cajitas de té.

Rajesh estaba aún más confianzudo respecto a la última vez que lo habíamos visto y hablaba hasta por los codos. Siembre comenzaba la conversación dirigiéndose a Seba con un “Sir…”. Estaba muy interesando en saber si en Argentina la gente tenía chofer o no, tanto a nivel personal como corporativo, etc. Nos contó que tenía un hermano, también chofer,  que estaba trabajando desde hacía 12 años en Malasia y que él había viajado 2 veces en los últimos 5 años a buscar trabajo sin éxito. Le costó contener su baba de padre cuando nos contaba que tenía un bebe de 2 meses “a boy” del que no entendí el nombre.


Seba con Rajesh
Ya en Gurgaon almorzamos empanadas caseras de carne que había preparado Margareth bajo instrucciones de Fer, quien poco a poco le había ido enseñando algunas recetas argentinas. Estaban muy ricas, y la masa era mejor que la comprada!!! Seguimos poniéndonos al día con Coca entre mate y mate, hasta que se hizo el horario de partir hacia el aeropuerto. Las vacaciones estaban llegando a su fin… sniff, sniff.


Despidiéndonos de Coca y Clarita
En el aeropuerto no despedimos de Rajesh, despachamos las valijas y confirmamos que íbamos a tener que pasar las 7 hs de espera en el aeropuerto de Dubai en el hall común; no había ningún lounge para la clase económica sin importar la cantidad de horas de espera entre vuelo y vuelo. Una vez más nos dijeron que el lounge sólo era para First Class, business y members.

El vuelo trascurrió sin problemas, sólo con deficiencia en el sistema de audio. Ante la imposibilidad de ver una película en inglés opté por una romántica india en hindi pero con subtítulos en inglés. Para mi sorpresa resultó bastante entretenida! Los indios me seguían sorprendiendo aún cuando estábamos dejando su suelo. Entre eso y la comida, también india –la última del viaje-, el vuelo se me pasó rápido. Seba recibió un Mutton Biryani y Sole un plato vegetariano con Dal, arroz y un mix de arvejas, zanahoria y choclo con especias mild spicy. El postre era feo y fue reemplazado por un Bayleys con hielo.

La espera en Dubai resultó eterna como la de la ida. Sabiendo que existían unas sillas- reposeras las buscamos y nos recostamos en ellas. Qué incómodas que eran!!! Y encima de eso estaban ubicadas en una zona donde pasaba un carrito que transportaba pasajeros dentro del aeropuerto que cada tanto tocaba la bocina!!! No logramos dormir, simplemente descansamos un poco las piernas. Hicimos un par de recorridas por el free shops, esa sucesión de negocios digna de un shopping… terminamos leyendo y escribiendo en el Starbucks, y aún sobró tiempo para seguir dando vueltas.


Escribiendo en el aeropuerto
Lo que siguió no fue mucho mejor. El viaje de regreso de 13 horas hacia Rio fue interminableee!!! Al no tomar algo para dormir apenas pegamos un ojo en toda la noche-  día o lo que fuera. Teníamos la estrategia era adaptarnos al horario de Buenos Aires; ni bien subimos al avión pusimos el horario de nuestro destino.  Fue difícil!!! Cuando subimos desayunamos –sería la cena-, nos lavamos los dientes y nos fuimos a dormir. Apenas dormimos a pesar de no haber dormido en el aeropuerto. El resto del viaje miramos películas, jugamos, descansamos un poco la vista, caminamos por el avión, y Seba se leyó gran parte del libro que compramos en Camboya. Fue eterno!!!! Lo mejor hubiera sido tomarme un clonazepam y despertarme a la llegada.

En Rio nos hicieron bajar del avión. Estuvimos una hora y algo dando vueltas por el aeropuerto descubriendo que el free-shop era más caro que el de Dubai! Aunque cueste creer había chocolates que costaban 10 U$S más!!! Una vez más tuvimos que pasar por los controles de seguridad  y el boarding.

Hubo un gran recambio de pasajeros. Salimos con unos minutos de retraso, y a las 17:15 hs llegó la cena!!! Totalmente fuera de lugar!!! Creo que si nos quedábamos más horas en el avión no pasábamos por la puerta de salida…
Para dar por terminado el viaje terminé mirando un documental sobre comida india, un especial sobre el curry de Kalkota y Chennai; resultó muy interesante ver como regiones con diferentes recursos naturales e infraestructura utilizan ingredientes tan distintos en sus platos... Ya tenía el cerebro quemado!!!

Finalmente llegamos a Buenos Aires con un solo objetivo: planear el siguiente viaje!!!!! Ya había algo en mente...

jueves, 18 de diciembre de 2014

Emprendiendo el regreso: Koh Samui - Bangkok - Delhi

By Sole

2 de marzo de 2014

A las 6:30 am sonó el despertador. Terminamos de acomodar el equipaje y con cierta melancolía tomamos el último desayuno frente al mar. Sabíamos que íbamos a extrañar la musiquita instrumental con la que el restaurant musicalizaba el momento…

El transfer nos dejó en el aeropuerto. Despachamos el equipaje y abandonamos el hall en busca del Gate donde teníamos que abordar. Era un aeropuerto muy particular, de hecho parecía más una galería comercial al aire libre con algunos negocios de expendio de comida y souvenirs.  Cerca del hall donde iba a ser el boarding –una especie de quincho con sillas y sillones junto a grandes ventiladores- había un playground y un louge de Bangkok Airway donde tomamos otro café y picoteamos alguna cosita. A qué no saben que agarro Seba??? Si!!! Pochoclo!!!


Un aeropuerto muy particular.
El vuelo salió en horario. Vimos el video institucional de Bangkok Airways por última vez (ya tarareábamos la canción a esta altura…) y recibimos una cajita feliz que esta vez no tenía ninguna variedad de salchichón, pero si algo que parecía jamón con 2 rebanadas de lomo ahumado y unos fideos fríos.

Ya en el aeropuerto de Bangkok dejamos las valijas en el “luggage left” del segundo piso por lo que abonamos 100 BTH por cada una, y tomamos el tren hacia la ciudad. En la estación Makkasan hicimos combinación con el metro hasta Silom, una zona que no habíamos caminado y de no haberla visitado no hubiésemos perdido nada.


El cronometrado arribo de las valijas.
Siendo las 12:00 hs había muchos negocios cerrados, muy mal olor por las calles y poco para hacer. Pasamos por la esquina de Patpong road, la calle roja más importante de Bangkok, que en ese momento era un desierto total.

Si queríamos comer algo la mejor opción parecía entrar a un shopping. Encontramos uno, del que ni siquiera recuerdo el nombre, que resultó minúsculo, pero basto para almorzar. En esta oportunidad conocimos el “Black Canyon Coffee”, donde vendían platos thai y occidentales. Elegimos uno y uno: un sandwich de atún con papas fritas y un guiso de cerdo con arroz.

Posteriormente tomamos el skytrain hasta Siam, donde volvimos a recorrer los mismos shoppings que ya habíamos visitado. Compramos un par de cosas que teníamos pendientes con los BHT que nos habían sobrado.  Entramos nuevamente a H&M donde había maniquíes vivientes en los escaparates, que obviamente eran fotografiados con los celulares por todos los thais adolescentes que pasaban por el lugar. Había muchísima más gente que la semana previa. Tenemos dos teorías al respecto:

1)      Era primer domingo del mes y había más dinero para gastar.

2)   El hecho de que se hubieran levantado los shutdowns distribuidos en toda la ciudad hizo que más gente circulase por zonas conflictivas como era esa.

Caos es la palabra que mejor describe lo que sucedía en ese shopping. Algunos caminaban a gran velocidad, otros vagaban como perdidos en la multitud y otros miraban atónitos lo que sucedía a su alrededor; circular sin recibir o dar un golpe era tarea difícil.

El baño de mujeres era un mundo!!! Más allá de la tradicional fila para acceder a los sanitarios, el sector de las piletas era inaccesible: las chicas se aglomeraban frente al espejo peinándose y maquillándose!!! Nunca ví tantas mujeres juntas en un baño!

Aprovechando que el local de “Au bon pain” no tenía tanta gente  nos acomodamos en un rincón, justamente en la misma mesita donde habíamos merendado siete días atrás, antes de visitar Angkor y Ko Samui. Tomamos unos capucchinos con un muffin de banana.  Estoy convencida que los locales que más atraían a los tailandeses eran los que vendían los productos más artificiales y de colores extravagantes. Los pochoclos bañados con extraños jarabes, tortas y bollerías rojas, verdes, azules y “rainbow” de varios colores eran los más elegidos!!! Grandes consumidores de chatarra a un ritmo frenético.


Yogurt sin grasa: vacio

Heladería: llena
Cuando salimos del shopping a las 16:20 hs y pasamos por un 7eleven ya que Seba quería comprar una cerveza tailandesa para llevarle de regalo a su hermano. Fue en ese momento que descubrimos que había una reglamentación que prohibía la venta de alcohol los domingos de 14 a 17 hs. Unbelievable!!!

El sector para comprar el ticket del Sky Train era un lío con gente por todos lados! Había que hacer fila para cambiar billetes por monedas en las ventanillas operadas por cajeros humanos, que a pesar del quilombo reinante no vendían pasajes, solo daban cambio. Y luego venía la fila frente a las máquinas automáticas. Y por más que tengan aires de gente del primer mundo, con tanta tecnología y consumismo, los tailandeses resultaron tan incivilizados como cualquier tercermundista. Cuando apenas teníamos 2 personas delante para acceder a la maquinita una señora se metió delante de todo como si no hubiese nadie e hizo oídos sordos al “There is a queu here!!!” que le grité. Los que estaban delante nuestro no dijeron nada, como si estuviesen acostumbrados a las injusticias y supieran que no valía la pena decir nada porque nada iba a cambiar.

De Siam fuimos a Phaya Thai para combinar con el tren que nos iba a llevar a Suvarnabhumi Airport. Antes de hacer la combinación volvimos a la calle a comprar la famosa cerveza; justo a las 17 hs estábamos en la caja!

Ya en el aeropuerto caminamos cientos de metros por diferentes pasillos y escaleras hasta llegar al 2nd floor a retirar las valijas que posteriormente fueron despachadas. Volvimos a hacer los controles de seguridad y migraciones donde el caricúlico de turno respondió con un gruñido a mi saludo. Esa noche íbamos a volar por “Thai”, aerolínea que no es tan amigable como Bangkok Airway y su lodge es exclusivo para pasajeros de primera clase, business o “members” (obviamente no pertenecíamos a ninguna de esas categorías); hicimos la larga espera con el resto de los vivientes en ese inmenso aeropuerto. Nuestro gate de salida estaba justamente en el sector más lúgubre del mismo. Picamos un par de crackers con Coca Zero, y con algo de retraso hicimos el boarding.

Si bien teníamos asignados asientos en la fila 33, resultaron estar casi en la puerta de entrada junto a la cocina. Durante todo el viaje fuimos oliendo diferentes especies. El servicio fue bastante deficiente. Cuando llegó la hora de la comida Seba optó por el menú con seafood que tenía unos shrimps, papas y una ensalada de porotos verdes. El vegetariano tenía verduras –acelga y/o espinaca con un nivel de picante desproporcionado, arroz y un guisado de porotos de soja acompañado de un chapati. El postre también tenía arroz –un pegote rectangular de arroz con coco sobre la que había una capa de una sustancia blanca insípida de consistencia de mouse-. Muy original la combinación de arroz con arroz! Una cena bastante olvidable.

El vuelo fue tranquiloy llegó a horario a pesar del retraso que tuvimos para subir al avión y en despegar porque había un “missing passenger”. Aterrizamos en Delhi a las 23:20 hs. Hicimos los trámites de migraciones super rápido y sin problemas; lo que sí tardó una eternidad fueron las valijas!!! Debemos haber estado parados casi treinta minutos mirando el carrousel buscando nuestro equipaje, que fue uno de los últimos en salir… qué nervios!

Cuando encendimos el celular ya teniamos siete llamadas perdidas de Rajesh, el chofer, que nos estaba esperando en el estacionamiento. Rápidamente llegamos al departamento de nuestros amigos, a esa hora había muy poco tránsito.

Coca nos había dejado una llave para que entráramos a su casa a la hora que llegáramos. La idea era que fuese una entrada silenciosa que no los despertara, Fer tenía que ir a trabajar al día siguiente. Pero las cosas nunca salen como deberían… Cuando entramos Roti no nos reconoció, nos miró a lo lejos… Pero no nos vino a atacar como debería hacer un perro guardián, sino que se metió en el dormitorio de sus dueños y empezó a ladrar como nunca, despertándolos a la 1 de la mañana!!!

Cuando estuvimos más cerca finalmente nos reconoció y fue tanta su alegría que se hizo pis encima ensuciando el pasillo. Pasó la noche detrás de nuestra puerta golpeándola y llorando. A pesar de eso dormimos hasta las 6 y algo –nuestro reloj biológico conservaba la hora de Tailandia…

lunes, 1 de diciembre de 2014

Se acaban las vacaciones: último día en Samui...

By Sole

1 de marzo de 2014

Desayunamos sin ningún tipo de apuro, y salimos a caminar por la playa, hasta que se nos acabó! Qué hacemos??? O regresábamos varios cientos de metros para atrás, o...nos metíamos en un hotel con salida a la calle. A pesar del cartel "Private Property" ingresamos al sector de pileta y como si conocieramos el lugar caminanos hasta la salida. No les puedo contar el stress que pasé esos minutos...
En el trayecto no nos cruzamos con nadie hasta la calle, donde nos saludó el hombre de seguridad y nos preguntó hacia donde íbamos. Cuando le contestamos que hacia el “Big Buddha”, nos indicó que tomáramos un tuk tuk, oferta que rechazamos. Nos pronosticó que caminando íbamos a tardar tres horas en llegar.

Hicimos caso omiso de la recomendación, y continuamos a pie. Por el mapa sabíamos que teníamos que seguir caminando por esa calle y girar a la izquierda en Soi 8. La tranquilidad del paseo sólo se vió interrumpida por un bicho que parecía una avispa que me picó en la espalda. Evidentemente hay que usar repelente a toda hora!

Sin dificultad encontramos el cartel que indicaba “Soi 8”, un callejón secundario con menos tránsito que se adentraba en una zona no turística (en el sentido que no había resorts ni negocios) pero sí algunas casas de veraneo en alquiler. Cada tanto pasaba algún auto o moto, pero no mucho más. Siguiendo la callejuela terminamos nuevamente en la calle principal que bordea la isla; habíamos tomado un atajo que nos ahorró una gran vuelta que da en el extremo norte.


Nuestro atajo: Soi 8
A medida que fue pasando el tiempo el sol se fue apoderando del lugar y se hacía sentir. Pasamos por el primer 7Eleven que nos cruzamos para comprar agua fresca, y seguimos hacia el Buda, el cual fue fácil de encontrar por su tamaño y ubicación.

Para alguien que no es budista no es más que una imagen imponente que merece ser fotografiada; para un budista sospecho que será mucho más que una atracción turística. Está ubicado en una zona a la que se accede por una escalinata que hay que subir descalzo; los zapatos quedan abajo vigilados por la mirada del gran Buda. La escalera de acceso tenía un sector con baldosas blancas por donde se debía circular, y el resto con baldosas rojas-bordo. “White tiles no hot” anunciaba el cartel, doy fé que no quemaban, a diferencia de las oscuras que hervían!


Big Buddha
El Big Buddha estaba rodeado de diferentes imágenes de Budas de menor tamaño, y más externamente por una galería con campanas, que algunos feligreses tocaban con un palo que le “prestaban” a cambio de tip. Realmente no era gran cosa...

A seguir caminando!!! Volvimos a la calle y unos metros más adelante nos metimos en una playa donde había botes y redes de pescadores. Esquivamos un par de hombres que estaban acomodando las redes, pasamos una zona con veleros, unos muellecitos y llegamos a las playas más aptas para sentarse y bañarse en el mar que justamente estaban delante de los hoteles. Era mucho más tranquilo que Chaweng, con menos gente, y casi ningún puesto de comida ni de thai massage.


Qué pescamos hoy?
Luego de tanta caminaba bajo el sol merecíamos un descanso y refrescarnos un poco. Dejamos la ropa en la arena y nos metimos al mar. Seba que parece un boyscout (siempre listo!), sacó del bolso sus antiparras y se fue a nadar.


Aquaman
Post- baño seguimos caminando por la playa hasta que apareció un peñasco rocoso infranqueable que nos obligó a salir a la calle por donde caminamos algunos metros. A nivel del restaurante “Orgasmic” (estaba recomendado en la guía, y completamente vacío a pesar de que ya eran las 12 del mediodía) volvimos a la playa, teniendo que obviamente atravesarlo. Ya se estaba convirtiendo en una costumbre atravesar la propiedad privada para acceder o salir de la playa; nadie parece contemplar la idea de que alguien quiera caminar o visitar una playa alejada de su hotel. Igual en este caso no me voy a quejar de la falta de accesibilidad porque este sector no me gustó para nada; la arena estaba llena de conchillas y piedritas haciendo que la caminata sea solo apta para faquires!!!

Pasamos delante de un par de bungalows que daban directamente a la playa, y tras cruzar una especie de arroyito de escasa profundidad que se conectaba con el mar llegamos a la zona de Bo Phut propiamente dicha con sus hoteles y turistas. Las características de la arena seguían siendo las mismas lo que es una gran desventaja a la hora de hacer una caminata por la orilla o bañarse en el mar.

A la altura del muelle de Bo Phut nos metimos hacia la calle que discurre paralela a la playa donde están todos los restaurantes, y lo que las guías describen como “las casitas características del pueblo de pescadores”. Había algunos locales de comida abiertos y muchos cerrados. De los abiertos casi ninguno tenía precios acordes a lo que veníamos pagando en Chaweng. Y las construcciones de la “Fishermen Village” ni siquiera las identificamos. Un fiasco este lugar!!! De mi parte recibe un “avoid”.

Continuamos caminando hasta que encontramos un cartel con la flecha que indicaba la salida hacia la main road. Sin haber encontrado ningún restaurante atractivo en aspecto y precio decidimos volver a Chaweng para almorzar y descansar tras haber estado caminando durante 2:30 hs bajo el sol.

En la calle principal tomamos un taxi-colectivo público, camionetitas con la parte trasera semi-abierta con un determinado recorrido en el que uno se puede subir o bajar en cualquier punto, sin paradas pre-establecidas. Lo paramos, le preguntamos el precio hasta Chaweng (100 BHT cada uno, sabíamos que el taxi estaba alrededor de 400 BHT), y subimos.


Taxi-colectivo
Habremos estado dando vueltas unos 30 minutos hasta que llegó un punto en el que paró y nos indicó que el recorrido había terminado. Sin identificar bien en que parte de Chaweng estábamos, bajamos. Atravesamos una galería que tenía un Mc Donald’s y llegamos a la calle paralela a la playa. Sin encontrar un acceso público, una vez más nos metimos en un hotel. Esquivamos la recepción, caminamos por un caminito que pasaba frente a las habitaciones hasta el acceso a la playa que estaba junto a la pileta. Tampoco nadie preguntó ni dijo nada.

En la playa comenzamos a caminar hacia el norte; era una zona por la que ya habíamos caminado el día previo. Respiramos aliviados, no estábamos perdidos! Comimos en un olvidable restaurante ubicado junto a la pileta de un hotel que tenía un cartel que decía “Pizza- Ham, Cheese, Bolognese, vegetarian 180 BTH”. 

Ante la escases del almuerzo Seba se tentó con un pincho de pollo agridulce en un carrito que nos cruzamos en el camino. Pagó los 20 BHT y se fue caminando feliz con su palito de brochete.


Pincho de pollo
Un baño más en el mar y llegamos al hotel donde nos ubicamos en un par de reposeras frente a la pile. Buscamos algo para leer, unos snacks y bananas, completando de esta manera el almuerzo…  Y para rematarla un par de mojitos! Seba llevaba varios días antojado con esta bebida, así que era en ese momento o nunca.  El bar del hotel con la excusa del “happy hour” te daba 2 tragos al precio de 1; era tan caro que en realidad eran 2 tragos al precio de 2.


Mojito en la pileta
La tarde de relax continuó con una caminata por el mar, más precisamente por la explanada de agua que teníamos frente al hotel –sólo estaba interrumpida por un par de bancos de arena. Tras haber caminado unos 200 metros mar adentro nos recostamos en el agua y nos quedamos mirando lo que sucedía a nuestro alrededor.

Con la piel toda arrugadita volvimos al hotel para acondicionarnos para la cena: la última de Koh Samui, y al mismo tiempo la de nuestro 47º cumple mes.

Fuimos caminando por la playa, pasando junto al lugar donde se había llevado a cabo minutos antes una ceremonia de casamiento. Estaba la novia con su vestido blanco sacándose fotos sobre un elefante en la mismísima playa. Cosas que sólo se ven en Asia.


mmm, llego en auto o elefante???
Unos metros más adelante encontramos el restaurante del Chalala Samui Resort, ubicado sobre la playa; mesas y sillas estaban acomodadas directamente sobre la arena, sólo alumbradas por la luz de las velas. Nos pareció una opción muy adecuada para esa noche. Si bien cuando llegamos (pasadas las 18:30 hs) había algo de luz, rápidamente oscureció. Era una noche sin luna, lo que hacía resaltar el brillo de las estrellas en el oscuro cielo despejado. En el restaurante de al lado había show!!! Un hombre tocaba y cantaba oldies en inglés, dándole un toque romántico extra a la cena.


Cena de cumplemes
Pedimos un mango shake (ya se estaba transformando en una costumbre), un phad thai shrimps, fried vegetables with chicken and rice, y de postre un crep con trocitos de ananá mezclado con una especie de jarabe. Yummy! 

Culminada la cena volvimos al hotel a armar las valijas ya que al día siguiente teníamos que hacer el check out a las 7:30 hs para tomar el vuelo hacia Bangkok. Se nos estaba acabando la joda…

jueves, 20 de noviembre de 2014

Visitando el Angthong National Marine Park

By Sole 

28 de febrero de 2014

Esa mañana reapareció el despertador. A las 7:15 hs teníamos que estar listos en el lobby esperando que nos pasaran a buscar para ir al Angthong National Marine Park. Pasadas las 7:30 hs pasó una combi en la que venían dos parejas, una anglo y una oriental. Pasamos por otro hotel donde recogimos cuatro orientales más, uno de los cuales pasó todo el recorrido jugando con el celular sin siquiera levantar la cabeza.

Existen excursiones que van al parque en lanchas pequeñas –speed boat- con pocos pasajeros (más exclusivas) o la que nosotros contratamos, más populares y de menor costo.
Unos 45 minutos después llegamos a Nathon Pier, del otro lado de la isla, y abordamos el barquito. Dentro de la excursión estaba incluído el desayuno que consistía en infusiones que resultaran de la combinación de cacao, café instantáneo, leche en polvo y azúcar, con agua caliente. Para picar había sándwiches de pan lactal y mermelada de naranja, y bananas. Apenas agarramos un sándwich y una banana; aún no teníamos hambre y además teníamos un viaje de una hora y algo por delante (no quería tentar a la suerte).


Navegando!

Bajamos en Koh Wua Talap, la isla donde estaba programado el trekking hacia el point view ubicado a unos 262 metros sobre el nivel del mar y 500 metros de distancia –un camino en franco ascenso. A pesar que el folleto de la excursión decía que había que llevar trekking shoes, no pensamos que fuese un trekking de verdad, sino que era alguna pasarela entarimada con escaleras aptas para todo público. Como somos muy aplicados y teníamos zapatillas de trekking, las llevamos (además de la ropa de playa).

Al navegar en un barco grande que no podía aproximarse a la orilla (a diferencia del speed boat) tuvimos que transbordar a botes con motor/ timón largo. Subimos y bajamos uno a uno para no desestabilizar la precaria embarcación.  Cada ascenso y descenso fue bastante interesante aunque lento, sobre todo para alguna mujer que iba con su cartera Louis Vuitton (ideal para la playa, no?).

En tierra firme nos pusimos las zapas y nos dirigimos al sendero de trekking. Sorpresa!!! No había escaleras, entarimados ni nada parecido… pero si un camino repleto de piedras y raíces, entre árboles de los que había atadas sogas que resultaban muy útiles para facilitar el ascenso y descenso. Rápidamente fuimos ganando altura y entrando en calor. A los 100 metros nos encontramos con el  primer mirador, unos 100 metros más arriba el segundo, y alrededor de los 350 metros, desvío mediante, el tercero. Hasta ahí todo había sido relativamente fácil (para nosotros que somos expertos senderistas!); el problema fue acceder al último…

Pasado cierto nivel nos encontramos con grandes afloramientos rocosos con una mezcla de piedras filosas y resbaladizas. Dudé en seguir ascendiendo luego de que pasara por mi cabeza la pregunta “si subo, cómo bajo?”. Dejé de lado mis dudas y miedos y seguí subiendo, algo de lo que no me arrepiento!!! La vista del mirador de los 500 metros es maravillosa y vale todo el esfuerzo y riesgo de raspones a los que uno se expone en el ascenso.


Trepando las piedras...
Hicimos la caminata a gran velocidad ya que Seba quería llegar primero! El siempre tiene que estar compitiendo hasta con los que no están compitiendo con él. Así que a pesar de haber parado en todos los miradores llegamos primeros para tener la foto sin gente! En realidad estoy mintiendo, no llegamos primero sino que segundos. Uno de los asistentes de la excursión nos esperaba arriba; lo más sorprendente es que el hombre hizo todo el recorrido a una velocidad asombrosa y en patas!!! No llevaba ningún tipo de calzado…

Fuimos gratificados con una espléndida vista del conjunto de 42 islas. Sacamos varias fotos, nos hidratamos, apreciamos el paisaje sin poder creer donde estábamos. Cuando fue poblándose el mirador, tomamos coraje y emprendimos el descenso que fue técnicamente más dificultoso que el ascenso. Fue imprescindible el uso de las sogas, y los pantalones de trekking reforzados en la región glútea. Una vez más utilicé mi técnica de bajar casi sentada; lamenté no haber llevado la tela de las piernas del pantalón desmontable luego de recibir un par de raspones sin importancia.


Una vista impagable!!!
En la playa tomamos nuevamente el bote. Qué calor que hacía!!! Llegamos todos mojados con un mix de transpiración, repelente y protector solar.
Cuando llegamos al barco, los que habían tomado el primer bote ya estaban almorzando. Pronto nos unimos a ellos! Agarramos las bandejas metálicas hospitalarias/ carcelarias y nos ubicamos en la fila que conducía a los compartimentos con alimentos. Un poco de arroz, una presa de pollo por persona, vegetales con salsa agridulce y ensalada de vegetales crudos fueron nuestro almuerzo, unos trozos de sandía nuestro postre.

Cuando estábamos terminando de engullir los alimentos ya comenzaron a llamarnos para realizar la siguiente actividad: kayak!!! Una vez más descendimos en los botes pero a una isla diferente donde nos repartimos en kayaks dobles. Estaba salvada con Seba ocupando el lugar de capitán de nuestra embarcación plástica! Tras una breve explicación de cómo usar el remo (estuvo de más para nosotros –ya duchos-) comenzó el paseo!!!

Remando en las aguas transparentes, dimos una vuelta por una zona cercana de acantilados y como la marea estaba baja nos pudimos meter en una especie de alero debajo del mismo. Luego de bordear parte de la isla hicimos una pequeña parada en una playa desierta para darnos un chapuzón en las cálidas aguas. Un sueño!!!


El gran maestro del remo.
En la segunda parte del trayecto, un grupo de orientales que me superaban en la incoordinación motora nos chocaron haciéndonos encallar sobre una piedra. Menos mal que estaba Seba para sacarnos del problema!!! Con ayuda del remo retomamos al agua y seguimos camino mientras el capitán me reprochaba por no haber golpeado con el remo a los causantes del incidente.  Sin agredir a nadie, esperamos que circularan y nos alejamos de ellos.

Lo que siguió fue alucinante!!! Nos metimos en una cueva con el techo muy bajo, a tal punto que en algunos sectores tuvimos que reclinarnos hacia atrás para no golpearnos la cabeza!!!

En recorrido culminó en Koh Mae Koh, donde abandonamos definitivamente los kayaks e hicimos una pequeña caminata por pasarelas de madera y una infinita sucesión de escaleras que nos condujeron a una laguna de un color entre azul y esmeralda ubicada en el interior de la isla. Una vez más puedo decir que valió la pena el esfuerzo que nos demandaron todas esa escaleras, la laguna Talay Nai es bellísima!!! A esta altura no hay dudas de que hay que estar en buen estado físico para disfrutar de esta excursión al 100% (y no llevar carteras Louis Vuitton, son innecesarias… tampoco vestidos o zapatos de taco, deberían aclararlo en el folleto en idiomas orientales)


Laguna Talay Nai
Cuando regresamos a la playa nos dieron el equipo para hacer snorkel. Seba se adaptó rápidamente a respirar por ese tubo y se fue nadando en busca de los peces y demás fauna marina. Yo que soy “bastante catrasca” para estas cosas intenté un par de veces respirar bajo el agua, pero la incoordinación severa hizo que me entrara agua por todos los orificios y desistiera de continuar con la actividad. Además en uno de esos momentos dejé de utilizar los brazos para ayudarme a flotar y apoyé los pies en el suelo raspándome el dorso con los corales del fondo. Abandoné el equipo y me limité a flotar en el agua, relajada, mirando el cielo –el anti-snorkel.




Entre una cosa y otra pronto se hizo el horario de regresar al barco. Hora de la merienda!!! Mientras emprendíamos el retorno a la costa de Samui nos dieron bebidas sin alcohol y una galletitas sándwich rellenas con margarina y azúcar por lo que pude interpretar luego de probar una (era imposible leer la etiqueta en tailandés!).

El viaje fue tranquilo, pero como todo regreso se hizo eterno!!!  Al momento del desembarco nos topamos con un puesto improvisado donde vendían porta retratos con unas fotos que nos habían sacado al subir. La foto menos estética que se puedan imaginar!!! Habiendo recorrido lugares que no les cabe otra denominación de increíbles, estos tipos vendían fotos del momento del embarque en el muelle!!! Los anti-fotos salíamos juntos en una misma, yo mirando al fotógrafo y Seba atrás mio con una cara de “no se te ocurra sacarme una foto porque no te la voy a comprar”. Está de más decir que volvimos rápidamente a ocupar nuestros lugares a la combi sin comprarla, mientras que el resto de la excursión cayó en la tentación narcisista de tener una foto más de sí mismos y subieron con los paquetitos en la mano.

Ni bien llegamos al hotel pasamos por la habitación, agarramos unos snacks, una cerveza Singha y una bebida de melón a base de vodka Smirnoff, y nos fuimos a hacer una picadita a la playa frente al mar antes del anochecer.


Chin chin!
Cuando la oscuridad se apoderó del lugar levantamos campamento y emprendimos una caminata nocturna por la playa viendo como los restaurantes se acondicionaban con velitas y faroles para recibir a sus comensales. Como estábamos cansados, esa noche fuimos a comer a un pequeño restaurante –“The Duck”- cerca del hotel, donde elegimos un green chicken curry with rice (de entre los vegetales verdes pudimos identificar chauchas, pepino y lemongrass) que resultó un tanto picante, una tuna salad, papas fritas y un mango smothie. Luego de comer nos sirvieron una bandeja con trozos de ananá y melón de cortesía que estaban riquísimos. Y para rematar el día pedimos uno segundo postre: bananas fritas! Livianito, livianito el platito con pedazos de banana rebozados y fritos.

El postre más "liviano" del viaje!

Contentos con el día que habíamos pasado nos fuimos a descansar a nuestra habitación antimosquitos…

miércoles, 12 de noviembre de 2014

Koh Samui: un paraiso terrenal!!!

By Sole 

Koh Samui, no les suena conocido??? Es una isla (la tercera en tamaño del país) ubicada en la costa este de Tailandia. Seguramente la habrán escuchando mencionar en "Meet the Parents" donde Robert de Niro habla de la "Operación Koh Samui", o tal vez en el mapa que tiene Leonardo Di Caprio en "The Beach" - aunque la peli se filmó en Koh Phi Phi en la costa oeste del país-. 


El mapa de Di Caprio

Ahora que ya saben del lugar que les estoy hablando continuo con el relato... El aeropuerto de Koh Samui era minúsculo, mimetizado con el ambiente. Un carrito de pintado de vivos colores nos llevó a una especie de quincho de madera sin ventanas donde esperamos el equipaje.


Aeropuerto de Koh Samui

En la salida nos aguardaba una camioneta del hotel; en el Baan Haad Ngam Hotel nos recibieron con una bebida que parecía un mix de té verde con jugo de alguna fruta, un brazalete con flores y nos informaron que nos habían hecho un “up-grade” de habitación: de superior a deluxe!!! Excelente!!!

De esta manera terminamos en una habitación con hidromasaje, más reservada y cercana a la pileta y la playa. Cuando nos estábamos acomodando en nuestro cuarto nos alcanzaron un plato con bananitas y mandarinas de obsequio, un lujo!!! Seba no me lleva a pasear a cualquier lado...  

La pileta y el restaurante frente a la playa eran un sueño!!! Sin dudarlo nos acercamos y fuimos a tocar el agua del mar que para nuestra sorpresa era transparente y cálida. En el sector de la playa frente a nuestro hotel era sumamente calma y con muy poca profundidad; caminamos más de 150 metros mar adentro sin que el agua alcanzara mis rodillas (ni hablar las de Seba que están a otro nivel). Hermoso!!!


Playa frente al hotel

Habiendo echado un vistazo a la playa y con el sol escondiéndose decidimos explorar Chaweng, la zona céntrica. Nos encontramos con un par de ferias que vendían souvenirs, jabones y ropa para seguir practicando el regateo, un par de cabarets  y restaurantes de diferentes categorías, y obviamente diferente precios. Había mucha menos gente de la esperada; los mozos aguardaban en las puertas la llegada de comensales, invitando a pasar a los transeúntes.

Luego de caminar, regatear en varios puestos con varias compras fallidas y apenas un par concretadas con poca rebaja a diferencia de otros lugares, fuimos a cenar. Elegimos un restaurante tranquilo en un callejón que tenía un cartel que decía “Thai Food” que resultó llamarse “15 fifiteen Bar”. Pedimos un salteado de langostinos con arroz y noodles con pollo y veggies, Seba fue con una cerveza local llamada Chang y yo opté por un agua. 

Volvimos caminando el kilómetro que nos separaban del hotel haciendo una parada intermedia en uno de los tantos mercaditos 7Eleven del lugar para comprar provisiones para los próximos días, y a dormir!


Al día siguiente, finalmente conseguimos despertarnos sin despertador; era un día de descanso, sin vuelos, sin viajes, sin visitas a ningún templo al amanecer. Desayunamos en una mesa frente a la playa, con la marea alta que hacía que literalmente no hubiera playa. El desayuno era super completo e incluía café, panes, frutas, huevos, yogurt, y papas.

Luego de desayunar  nos fuimos caminando por la playa hacia el sur recorriendo todo Chaweng. Los bares y paradores, algunos pertenecientes a los hoteles, recién estaban abriendo, y los empleados limpiaban la arena (sacaban algas y basura que se había acumulado en las últimas horas). A medida que fuimos avanzando fue aumentando la cantidad de gente, principalmente individuos de la tercera edad con bastante sobrepeso (por no decir obesos) de aspecto anglosajón.

La arena era blanca y fina, y en casi todo el recorrido el agua era limpia y clara. Al llegar al final de Chaweng encontramos un espacio de arena libre que no pertenecía a ningún hotel, donde nos sentamos a tomar sol y darnos un baño. En este sector el mar era un poco más profundo y tenía algunas olas; el agua estaba divina, ideal para nadar!!! Estaba tan linda que nos quedamos en mar hasta que se nos comenzó a arrugar la piel -un indicador de que ya habíamos estado un buen rato-. Nos pusimos protector solar, ya se sentía el calor a pesar del vientito, y lentamente emprendimos el regreso.

Habíamos visto entre los bares muchos lugares que ofrecían “thai massage” de diferentes tipo. Con un poco de curiosidad nos acercamos a uno de estos puestos playeros –unos entarimados con colchonetas en el suelo- y pedimos justamente el “thai massage” de 1 hora x 200 BTH. Nos tiramos lado a lado en las colchonetas mirando el mar mientras nos apretaban y estiraban cada músculo del cuerpo de frente y espalda. Había dos posibilidades: o salíamos duros en silla de ruedas o totalmente blanditos. Por suerte sucedió lo segundo, quedamos tan relajados que  a los pocos pasos nos sentamos en un resto playero a almorzar.


Thai massage
El lugar elegido se llamaba “Marine Bar”; nos ubicamos en una mesita a la sombra. Pedimos un Phad Thai de pollo que Seba hizo más picante siguiendo las indicaciones de un empleado del lugar que le mostró como se comía realmente el plato (arruinándolo un poco). También comimos unos fried squid mejor conocido como rabas (que resultaron bastante duras-elásticas) y para completarla una Papaya Salad, que no fue lo que esperábamos. Hasta ese momento la palabra papaya había sido sinónimo de fruta anaranjada, ahí descubrimos que existía también la "green papaya" como su nombre lo indica de color verde. Este fruto venía rallado junto a tomate y una salsa extraña de sabor agridulce; resultó una experiencia culinaria fresca.


Phad Thai en la playa

El siguiente plan era hacer kayak!!! El hotel tenía dos para uso de los huéspedes, así que pedimos uno doble, nos pusimos los chalecos salvavidas y comenzamos la aventura. Seba es un gran experimentado en el tema a tal punto que en algún momento de su vida tuvo su propio kayak. Para mí era algo totalmente nuevo, era la primera vez que me subía a uno de estos aparatos, a lo que había que sumarle mi torpeza habitual. Qué hago con el remo? Cómo lo agarro? Resumo diciendo que ni siquiera sabía sentarme en esa gran estructura de plástico, y obviamente lo hice mal! 

- “Tenés que sentarte derecha, erguida!!! No es una reposera para descansar!!!”, dijo Seba desde atrás. “Agarrá bien el remo!!! Los brazos más abiertos!!!, no estás revolviendo una jarra de jugo Tang!!! Estás remando!!! Apoyá bien los pies y cerrá las rodillas!!!” continuó.

A pesar de todo lo que hice mal, fue una experiencia muy divertida! Navegamos por aguas poco profundas (se veía el suelo y seguramente hacíamos pié en todo momento) llegando a una isla que estaba a unos 500 metros de la playa del hotel. Resultó bastante cansador para alguien que no tiene entrenamiento en canotaje.


En la islita
Habremos estado cerca de sesenta minutos entre remada, descanso arriba del kayak y desembarco en la islita. Cuando regresamos buscamos las reposeras donde habíamos dejado nuestras pertenencias (seguían ahí y nadie se las había robado), pedimos un par de toallas y nos dimos un chapuzón en la pileta. Luego de haber estado en las cálidas aguas del mar, la de la pile nos resultó fría. Nunca nos había pasado algo así, será que nos falta playas del Caribe???


Seba en la pile

Para seguir con la buena vida, post-pileta hicimos una picadita en el deck de la habitación; cerveza, un aperitivo de pineapple con alcohol, maní y papas Pringles de onion and cream. Yummy!!!

Nos acondicionamos un poco y una vez más fuimos hacia Chaweng y seguimos comiendo… está vez optamos por un comedero popular con bastante gente y precios super accesibles llamado "Mr Crab". Seba se castigó con un Fried Pork sweet and sour (tenía unos pepinitos que me recordaron a una conserva agridulce), y yo con unos fried noodles with vegetables and cashew nuts. Descubrimos los shakes de coco y mango que resultaron riquísimos!!! 


Mango Shake!
Post-cena, hicimos un poco más de regateo en un market –teníamos pendiente la compra del pareo que mi mamá nos había encargado no bien se enteró que íbamos a ir a Tailandia.

Habiendo realizado la compra volvimos caminando lentamente al hotel.

Cuando entramos a la habitación descubrimos que alguien había entrado… las cortinas estaban cerradas, había una toalla plegada formando un elefante sobre la cama y las velas de un hornito que estaba en el baño estaba encendida inundando de olor a citronela el lugar para espantar los mosquitos. Pequeños detalles que no se ven en todos los hoteles…


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