By Sole
1 de marzo de 2014
1 de marzo de 2014
Desayunamos
sin ningún tipo de apuro, y salimos a caminar por la playa, hasta que se nos acabó! Qué hacemos??? O regresábamos varios cientos de metros para atrás, o...nos metíamos en un hotel con salida a la calle. A pesar del cartel "Private Property" ingresamos al sector de pileta y como si conocieramos el lugar caminanos hasta la salida. No les puedo contar el stress que pasé esos minutos...
En el trayecto no nos cruzamos con nadie hasta la calle, donde nos
saludó el hombre de seguridad y nos preguntó hacia donde íbamos. Cuando le
contestamos que hacia el “Big Buddha”, nos indicó que tomáramos un tuk tuk,
oferta que rechazamos. Nos pronosticó que caminando íbamos a tardar tres horas en llegar.
Hicimos
caso omiso de la recomendación, y continuamos a pie. Por el mapa sabíamos que
teníamos que seguir caminando por esa calle y girar a la izquierda en Soi 8.
La tranquilidad del paseo sólo se vió interrumpida por un bicho que parecía una
avispa que me picó en la espalda. Evidentemente hay que usar repelente a toda hora!
Sin
dificultad encontramos el cartel que indicaba “Soi 8”, un callejón secundario
con menos tránsito que se adentraba en una zona no turística (en el sentido que
no había resorts ni negocios) pero sí algunas casas de veraneo en alquiler.
Cada tanto pasaba algún auto o moto, pero no mucho más. Siguiendo la callejuela
terminamos nuevamente en la calle principal que bordea la isla; habíamos tomado
un atajo que nos ahorró una gran vuelta que da en el extremo norte.
Nuestro atajo: Soi 8 |
Para
alguien que no es budista no es más que una imagen imponente que merece ser
fotografiada; para un budista sospecho que será mucho más que una atracción
turística. Está ubicado en una zona a la que se accede por una escalinata que
hay que subir descalzo; los zapatos quedan abajo vigilados por la mirada del
gran Buda. La escalera de acceso tenía un sector con baldosas blancas por donde se debía circular, y el resto con baldosas rojas-bordo. “White tiles no hot” anunciaba el cartel, doy fé que no quemaban, a diferencia de las oscuras que hervían!
Big Buddha |
A
seguir caminando!!! Volvimos a la calle y unos metros más adelante nos metimos
en una playa donde había botes y redes de pescadores. Esquivamos un par
de hombres que estaban acomodando las redes, pasamos una zona con veleros, unos muellecitos y llegamos a las playas más aptas para sentarse y
bañarse en el mar que justamente estaban delante de los hoteles. Era mucho más
tranquilo que Chaweng, con menos gente, y casi ningún puesto de comida ni de
thai massage.
Qué pescamos hoy? |
Aquaman |
Pasamos
delante de un par de bungalows que daban directamente a la playa, y tras cruzar
una especie de arroyito de escasa profundidad que se conectaba con el mar
llegamos a la zona de Bo Phut propiamente dicha con sus hoteles y turistas. Las
características de la arena seguían siendo las mismas lo que es una gran
desventaja a la hora de hacer una caminata por la orilla o bañarse en el mar.
A la
altura del muelle de Bo Phut nos metimos hacia la calle que discurre paralela a
la playa donde están todos los restaurantes, y lo que las guías describen como “las casitas
características del pueblo de pescadores”. Había algunos locales de comida abiertos
y muchos cerrados. De los abiertos casi ninguno tenía precios acordes a lo que
veníamos pagando en Chaweng. Y las
construcciones de la “Fishermen Village” ni siquiera las identificamos. Un
fiasco este lugar!!! De mi parte recibe un “avoid”.
Continuamos
caminando hasta que encontramos un cartel con la flecha que indicaba la salida
hacia la main road. Sin haber encontrado ningún restaurante atractivo en
aspecto y precio decidimos volver a Chaweng para almorzar y descansar tras
haber estado caminando durante 2:30 hs bajo el sol.
En la
calle principal tomamos un taxi-colectivo público, camionetitas con la parte
trasera semi-abierta con un determinado recorrido en el que uno se puede subir
o bajar en cualquier punto, sin paradas pre-establecidas. Lo paramos, le
preguntamos el precio hasta Chaweng (100 BHT cada uno, sabíamos que el taxi
estaba alrededor de 400 BHT), y subimos.
Taxi-colectivo |
En la
playa comenzamos a caminar hacia el norte; era una zona por la que ya habíamos
caminado el día previo. Respiramos aliviados, no estábamos perdidos! Comimos en un olvidable restaurante ubicado junto a la pileta de un hotel que tenía un cartel que decía “Pizza- Ham,
Cheese, Bolognese, vegetarian 180 BTH”.
Ante la escases del almuerzo Seba se tentó con un pincho de pollo agridulce en un carrito que nos cruzamos en el camino. Pagó los 20 BHT y se fue caminando feliz con su palito de brochete.
Un baño
más en el mar y llegamos al hotel donde nos ubicamos en un par de reposeras
frente a la pile. Buscamos algo para leer, unos snacks y bananas, completando
de esta manera el almuerzo… Y para
rematarla un par de mojitos! Seba llevaba varios días antojado con esta bebida,
así que era en ese momento o nunca. El
bar del hotel con la excusa del “happy hour” te daba 2 tragos al precio de 1;
era tan caro que en realidad eran 2 tragos al precio de 2.
Pincho de pollo |
Mojito en la pileta |
Con la
piel toda arrugadita volvimos al hotel para acondicionarnos para la cena: la
última de Koh Samui, y al mismo tiempo la de nuestro 47º cumple mes.
Fuimos caminando por la playa, pasando junto al lugar donde se había llevado a cabo minutos antes una ceremonia de casamiento. Estaba la novia con su vestido blanco sacándose fotos sobre un elefante en la mismísima playa. Cosas que sólo se ven en Asia.
mmm, llego en auto o elefante??? |
Cena de cumplemes |
Culminada
la cena volvimos al hotel a armar las valijas ya que al día siguiente teníamos
que hacer el check out a las 7:30 hs para tomar el vuelo hacia Bangkok. Se nos
estaba acabando la joda…
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