By Sole
2 de
marzo de 2014
A las
6:30 am sonó el despertador. Terminamos de acomodar el equipaje y con cierta melancolía
tomamos el último desayuno frente al mar. Sabíamos que íbamos a extrañar la
musiquita instrumental con la que el restaurant musicalizaba el momento…
El
transfer nos dejó en el aeropuerto. Despachamos el equipaje y abandonamos el
hall en busca del Gate donde teníamos que abordar. Era un aeropuerto muy
particular, de hecho parecía más una galería comercial al aire libre con
algunos negocios de expendio de comida y souvenirs. Cerca del hall donde iba a ser el boarding
–una especie de quincho con sillas y sillones junto a grandes ventiladores-
había un playground y un louge de Bangkok Airway donde tomamos otro café y
picoteamos alguna cosita. A qué no saben que agarro Seba??? Si!!! Pochoclo!!!
Un aeropuerto muy particular. |
Ya en
el aeropuerto de Bangkok dejamos las valijas en el “luggage left” del segundo
piso por lo que abonamos 100 BTH por cada una, y tomamos el tren hacia la
ciudad. En la estación Makkasan hicimos combinación con el metro hasta
Silom, una zona que no habíamos caminado y de no haberla visitado no hubiésemos
perdido nada.
El cronometrado arribo de las valijas. |
Si
queríamos comer algo la mejor opción parecía entrar a un shopping. Encontramos uno, del que ni siquiera recuerdo el nombre, que resultó
minúsculo, pero basto para almorzar. En esta oportunidad
conocimos el “Black Canyon Coffee”, donde vendían platos thai y occidentales.
Elegimos uno y uno: un sandwich de atún con papas fritas y un guiso de cerdo con arroz.
Posteriormente tomamos
el skytrain hasta Siam, donde volvimos a recorrer los mismos shoppings que ya
habíamos visitado. Compramos un par de cosas que teníamos pendientes con los
BHT que nos habían sobrado. Entramos nuevamente a H&M donde había maniquíes vivientes en los escaparates, que
obviamente eran fotografiados con los celulares por todos los thais
adolescentes que pasaban por el lugar. Había muchísima más gente que la semana
previa. Tenemos dos teorías al respecto:
1)
Era primer domingo del mes y había más dinero para gastar.
2) El hecho de que se hubieran levantado los shutdowns distribuidos en
toda la ciudad hizo que más gente circulase por zonas conflictivas como era
esa.
Caos es
la palabra que mejor describe lo que sucedía en ese shopping. Algunos caminaban
a gran velocidad, otros vagaban como perdidos en la multitud y otros miraban
atónitos lo que sucedía a su alrededor; circular sin recibir o dar un golpe era
tarea difícil.
El baño
de mujeres era un mundo!!! Más allá de la tradicional fila para acceder a los
sanitarios, el sector de las piletas era inaccesible: las chicas se aglomeraban
frente al espejo peinándose y maquillándose!!! Nunca ví tantas mujeres juntas
en un baño!
Aprovechando
que el local de “Au bon pain” no tenía tanta gente nos acomodamos en un rincón, justamente en la
misma mesita donde habíamos merendado siete días atrás, antes de visitar Angkor
y Ko Samui. Tomamos unos capucchinos con un muffin de banana. Estoy convencida que los locales que más
atraían a los tailandeses eran los que vendían los productos más artificiales y
de colores extravagantes. Los pochoclos bañados con extraños jarabes, tortas y
bollerías rojas, verdes, azules y “rainbow” de varios colores eran los más
elegidos!!! Grandes consumidores de chatarra a un ritmo frenético.
Yogurt sin grasa: vacio |
Heladería: llena |
El
sector para comprar el ticket del Sky Train era un lío con gente por todos
lados! Había que hacer fila para cambiar billetes por monedas en las
ventanillas operadas por cajeros humanos, que a pesar del quilombo reinante no
vendían pasajes, solo daban cambio. Y luego venía la fila frente a las máquinas
automáticas. Y por más que tengan aires de gente del primer mundo, con tanta
tecnología y consumismo, los tailandeses resultaron tan incivilizados como
cualquier tercermundista. Cuando apenas teníamos 2 personas delante para
acceder a la maquinita una señora se metió delante de todo como si no hubiese
nadie e hizo oídos sordos al “There is a queu here!!!” que le grité. Los que
estaban delante nuestro no dijeron nada, como si estuviesen acostumbrados a las
injusticias y supieran que no valía la pena decir nada porque nada iba a
cambiar.
De Siam
fuimos a Phaya Thai para combinar con el tren que nos iba a llevar a Suvarnabhumi
Airport. Antes de hacer la combinación volvimos a la calle a comprar la famosa
cerveza; justo a las 17 hs estábamos en la caja!
Ya en
el aeropuerto caminamos cientos de metros por diferentes pasillos y escaleras
hasta llegar al 2nd floor a retirar las valijas que posteriormente fueron
despachadas. Volvimos a hacer los controles de seguridad y migraciones donde el
caricúlico de turno respondió con un gruñido a mi saludo. Esa noche íbamos a
volar por “Thai”, aerolínea que no es tan amigable como Bangkok Airway y su
lodge es exclusivo para pasajeros de primera clase, business o “members”
(obviamente no pertenecíamos a ninguna de esas categorías); hicimos la larga
espera con el resto de los vivientes en ese inmenso aeropuerto. Nuestro gate de
salida estaba justamente en el sector más lúgubre del mismo. Picamos un par de crackers
con Coca Zero, y con algo de retraso hicimos el boarding.
Si bien teníamos asignados asientos en la fila
33, resultaron estar casi en la puerta de entrada junto a la cocina. Durante
todo el viaje fuimos oliendo diferentes especies. El servicio fue bastante
deficiente. Cuando llegó la hora de la comida Seba optó por el menú con
seafood que tenía unos shrimps, papas y una ensalada de porotos verdes. El
vegetariano tenía verduras –acelga y/o espinaca con un nivel de picante
desproporcionado, arroz y un guisado de porotos de soja acompañado de un
chapati. El postre también tenía arroz –un pegote rectangular de arroz con coco
sobre la que había una capa de una sustancia blanca insípida de consistencia de
mouse-. Muy original la combinación de arroz con arroz! Una cena bastante
olvidable.
El
vuelo fue tranquiloy llegó a horario a pesar del retraso que tuvimos para subir al
avión y en despegar porque había un “missing passenger”. Aterrizamos en Delhi a
las 23:20 hs. Hicimos los trámites de migraciones super rápido y sin problemas;
lo que sí tardó una eternidad fueron las valijas!!! Debemos haber estado
parados casi treinta minutos mirando el carrousel buscando nuestro equipaje,
que fue uno de los últimos en salir… qué nervios!
Cuando
encendimos el celular ya teniamos siete llamadas perdidas de Rajesh, el chofer, que nos estaba esperando en el estacionamiento. Rápidamente llegamos
al departamento de nuestros amigos, a esa hora había muy poco tránsito.
Coca
nos había dejado una llave para que entráramos a su casa a la hora que
llegáramos. La idea era que fuese una entrada silenciosa que no los despertara,
Fer tenía que ir a trabajar al día siguiente. Pero las cosas nunca salen como
deberían… Cuando entramos Roti no nos reconoció, nos miró a lo lejos… Pero no nos
vino a atacar como debería hacer un perro guardián, sino que se metió en el
dormitorio de sus dueños y empezó a ladrar como nunca, despertándolos a la 1 de
la mañana!!!
Cuando
estuvimos más cerca finalmente nos reconoció y fue tanta su alegría que se hizo
pis encima ensuciando el pasillo. Pasó la noche detrás de nuestra puerta
golpeándola y llorando. A pesar de eso dormimos hasta las 6 y algo –nuestro
reloj biológico conservaba la hora de Tailandia…
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