jueves, 20 de noviembre de 2014

Visitando el Angthong National Marine Park

By Sole 

28 de febrero de 2014

Esa mañana reapareció el despertador. A las 7:15 hs teníamos que estar listos en el lobby esperando que nos pasaran a buscar para ir al Angthong National Marine Park. Pasadas las 7:30 hs pasó una combi en la que venían dos parejas, una anglo y una oriental. Pasamos por otro hotel donde recogimos cuatro orientales más, uno de los cuales pasó todo el recorrido jugando con el celular sin siquiera levantar la cabeza.

Existen excursiones que van al parque en lanchas pequeñas –speed boat- con pocos pasajeros (más exclusivas) o la que nosotros contratamos, más populares y de menor costo.
Unos 45 minutos después llegamos a Nathon Pier, del otro lado de la isla, y abordamos el barquito. Dentro de la excursión estaba incluído el desayuno que consistía en infusiones que resultaran de la combinación de cacao, café instantáneo, leche en polvo y azúcar, con agua caliente. Para picar había sándwiches de pan lactal y mermelada de naranja, y bananas. Apenas agarramos un sándwich y una banana; aún no teníamos hambre y además teníamos un viaje de una hora y algo por delante (no quería tentar a la suerte).


Navegando!

Bajamos en Koh Wua Talap, la isla donde estaba programado el trekking hacia el point view ubicado a unos 262 metros sobre el nivel del mar y 500 metros de distancia –un camino en franco ascenso. A pesar que el folleto de la excursión decía que había que llevar trekking shoes, no pensamos que fuese un trekking de verdad, sino que era alguna pasarela entarimada con escaleras aptas para todo público. Como somos muy aplicados y teníamos zapatillas de trekking, las llevamos (además de la ropa de playa).

Al navegar en un barco grande que no podía aproximarse a la orilla (a diferencia del speed boat) tuvimos que transbordar a botes con motor/ timón largo. Subimos y bajamos uno a uno para no desestabilizar la precaria embarcación.  Cada ascenso y descenso fue bastante interesante aunque lento, sobre todo para alguna mujer que iba con su cartera Louis Vuitton (ideal para la playa, no?).

En tierra firme nos pusimos las zapas y nos dirigimos al sendero de trekking. Sorpresa!!! No había escaleras, entarimados ni nada parecido… pero si un camino repleto de piedras y raíces, entre árboles de los que había atadas sogas que resultaban muy útiles para facilitar el ascenso y descenso. Rápidamente fuimos ganando altura y entrando en calor. A los 100 metros nos encontramos con el  primer mirador, unos 100 metros más arriba el segundo, y alrededor de los 350 metros, desvío mediante, el tercero. Hasta ahí todo había sido relativamente fácil (para nosotros que somos expertos senderistas!); el problema fue acceder al último…

Pasado cierto nivel nos encontramos con grandes afloramientos rocosos con una mezcla de piedras filosas y resbaladizas. Dudé en seguir ascendiendo luego de que pasara por mi cabeza la pregunta “si subo, cómo bajo?”. Dejé de lado mis dudas y miedos y seguí subiendo, algo de lo que no me arrepiento!!! La vista del mirador de los 500 metros es maravillosa y vale todo el esfuerzo y riesgo de raspones a los que uno se expone en el ascenso.


Trepando las piedras...
Hicimos la caminata a gran velocidad ya que Seba quería llegar primero! El siempre tiene que estar compitiendo hasta con los que no están compitiendo con él. Así que a pesar de haber parado en todos los miradores llegamos primeros para tener la foto sin gente! En realidad estoy mintiendo, no llegamos primero sino que segundos. Uno de los asistentes de la excursión nos esperaba arriba; lo más sorprendente es que el hombre hizo todo el recorrido a una velocidad asombrosa y en patas!!! No llevaba ningún tipo de calzado…

Fuimos gratificados con una espléndida vista del conjunto de 42 islas. Sacamos varias fotos, nos hidratamos, apreciamos el paisaje sin poder creer donde estábamos. Cuando fue poblándose el mirador, tomamos coraje y emprendimos el descenso que fue técnicamente más dificultoso que el ascenso. Fue imprescindible el uso de las sogas, y los pantalones de trekking reforzados en la región glútea. Una vez más utilicé mi técnica de bajar casi sentada; lamenté no haber llevado la tela de las piernas del pantalón desmontable luego de recibir un par de raspones sin importancia.


Una vista impagable!!!
En la playa tomamos nuevamente el bote. Qué calor que hacía!!! Llegamos todos mojados con un mix de transpiración, repelente y protector solar.
Cuando llegamos al barco, los que habían tomado el primer bote ya estaban almorzando. Pronto nos unimos a ellos! Agarramos las bandejas metálicas hospitalarias/ carcelarias y nos ubicamos en la fila que conducía a los compartimentos con alimentos. Un poco de arroz, una presa de pollo por persona, vegetales con salsa agridulce y ensalada de vegetales crudos fueron nuestro almuerzo, unos trozos de sandía nuestro postre.

Cuando estábamos terminando de engullir los alimentos ya comenzaron a llamarnos para realizar la siguiente actividad: kayak!!! Una vez más descendimos en los botes pero a una isla diferente donde nos repartimos en kayaks dobles. Estaba salvada con Seba ocupando el lugar de capitán de nuestra embarcación plástica! Tras una breve explicación de cómo usar el remo (estuvo de más para nosotros –ya duchos-) comenzó el paseo!!!

Remando en las aguas transparentes, dimos una vuelta por una zona cercana de acantilados y como la marea estaba baja nos pudimos meter en una especie de alero debajo del mismo. Luego de bordear parte de la isla hicimos una pequeña parada en una playa desierta para darnos un chapuzón en las cálidas aguas. Un sueño!!!


El gran maestro del remo.
En la segunda parte del trayecto, un grupo de orientales que me superaban en la incoordinación motora nos chocaron haciéndonos encallar sobre una piedra. Menos mal que estaba Seba para sacarnos del problema!!! Con ayuda del remo retomamos al agua y seguimos camino mientras el capitán me reprochaba por no haber golpeado con el remo a los causantes del incidente.  Sin agredir a nadie, esperamos que circularan y nos alejamos de ellos.

Lo que siguió fue alucinante!!! Nos metimos en una cueva con el techo muy bajo, a tal punto que en algunos sectores tuvimos que reclinarnos hacia atrás para no golpearnos la cabeza!!!

En recorrido culminó en Koh Mae Koh, donde abandonamos definitivamente los kayaks e hicimos una pequeña caminata por pasarelas de madera y una infinita sucesión de escaleras que nos condujeron a una laguna de un color entre azul y esmeralda ubicada en el interior de la isla. Una vez más puedo decir que valió la pena el esfuerzo que nos demandaron todas esa escaleras, la laguna Talay Nai es bellísima!!! A esta altura no hay dudas de que hay que estar en buen estado físico para disfrutar de esta excursión al 100% (y no llevar carteras Louis Vuitton, son innecesarias… tampoco vestidos o zapatos de taco, deberían aclararlo en el folleto en idiomas orientales)


Laguna Talay Nai
Cuando regresamos a la playa nos dieron el equipo para hacer snorkel. Seba se adaptó rápidamente a respirar por ese tubo y se fue nadando en busca de los peces y demás fauna marina. Yo que soy “bastante catrasca” para estas cosas intenté un par de veces respirar bajo el agua, pero la incoordinación severa hizo que me entrara agua por todos los orificios y desistiera de continuar con la actividad. Además en uno de esos momentos dejé de utilizar los brazos para ayudarme a flotar y apoyé los pies en el suelo raspándome el dorso con los corales del fondo. Abandoné el equipo y me limité a flotar en el agua, relajada, mirando el cielo –el anti-snorkel.




Entre una cosa y otra pronto se hizo el horario de regresar al barco. Hora de la merienda!!! Mientras emprendíamos el retorno a la costa de Samui nos dieron bebidas sin alcohol y una galletitas sándwich rellenas con margarina y azúcar por lo que pude interpretar luego de probar una (era imposible leer la etiqueta en tailandés!).

El viaje fue tranquilo, pero como todo regreso se hizo eterno!!!  Al momento del desembarco nos topamos con un puesto improvisado donde vendían porta retratos con unas fotos que nos habían sacado al subir. La foto menos estética que se puedan imaginar!!! Habiendo recorrido lugares que no les cabe otra denominación de increíbles, estos tipos vendían fotos del momento del embarque en el muelle!!! Los anti-fotos salíamos juntos en una misma, yo mirando al fotógrafo y Seba atrás mio con una cara de “no se te ocurra sacarme una foto porque no te la voy a comprar”. Está de más decir que volvimos rápidamente a ocupar nuestros lugares a la combi sin comprarla, mientras que el resto de la excursión cayó en la tentación narcisista de tener una foto más de sí mismos y subieron con los paquetitos en la mano.

Ni bien llegamos al hotel pasamos por la habitación, agarramos unos snacks, una cerveza Singha y una bebida de melón a base de vodka Smirnoff, y nos fuimos a hacer una picadita a la playa frente al mar antes del anochecer.


Chin chin!
Cuando la oscuridad se apoderó del lugar levantamos campamento y emprendimos una caminata nocturna por la playa viendo como los restaurantes se acondicionaban con velitas y faroles para recibir a sus comensales. Como estábamos cansados, esa noche fuimos a comer a un pequeño restaurante –“The Duck”- cerca del hotel, donde elegimos un green chicken curry with rice (de entre los vegetales verdes pudimos identificar chauchas, pepino y lemongrass) que resultó un tanto picante, una tuna salad, papas fritas y un mango smothie. Luego de comer nos sirvieron una bandeja con trozos de ananá y melón de cortesía que estaban riquísimos. Y para rematar el día pedimos uno segundo postre: bananas fritas! Livianito, livianito el platito con pedazos de banana rebozados y fritos.

El postre más "liviano" del viaje!

Contentos con el día que habíamos pasado nos fuimos a descansar a nuestra habitación antimosquitos…

miércoles, 12 de noviembre de 2014

Koh Samui: un paraiso terrenal!!!

By Sole 

Koh Samui, no les suena conocido??? Es una isla (la tercera en tamaño del país) ubicada en la costa este de Tailandia. Seguramente la habrán escuchando mencionar en "Meet the Parents" donde Robert de Niro habla de la "Operación Koh Samui", o tal vez en el mapa que tiene Leonardo Di Caprio en "The Beach" - aunque la peli se filmó en Koh Phi Phi en la costa oeste del país-. 


El mapa de Di Caprio

Ahora que ya saben del lugar que les estoy hablando continuo con el relato... El aeropuerto de Koh Samui era minúsculo, mimetizado con el ambiente. Un carrito de pintado de vivos colores nos llevó a una especie de quincho de madera sin ventanas donde esperamos el equipaje.


Aeropuerto de Koh Samui

En la salida nos aguardaba una camioneta del hotel; en el Baan Haad Ngam Hotel nos recibieron con una bebida que parecía un mix de té verde con jugo de alguna fruta, un brazalete con flores y nos informaron que nos habían hecho un “up-grade” de habitación: de superior a deluxe!!! Excelente!!!

De esta manera terminamos en una habitación con hidromasaje, más reservada y cercana a la pileta y la playa. Cuando nos estábamos acomodando en nuestro cuarto nos alcanzaron un plato con bananitas y mandarinas de obsequio, un lujo!!! Seba no me lleva a pasear a cualquier lado...  

La pileta y el restaurante frente a la playa eran un sueño!!! Sin dudarlo nos acercamos y fuimos a tocar el agua del mar que para nuestra sorpresa era transparente y cálida. En el sector de la playa frente a nuestro hotel era sumamente calma y con muy poca profundidad; caminamos más de 150 metros mar adentro sin que el agua alcanzara mis rodillas (ni hablar las de Seba que están a otro nivel). Hermoso!!!


Playa frente al hotel

Habiendo echado un vistazo a la playa y con el sol escondiéndose decidimos explorar Chaweng, la zona céntrica. Nos encontramos con un par de ferias que vendían souvenirs, jabones y ropa para seguir practicando el regateo, un par de cabarets  y restaurantes de diferentes categorías, y obviamente diferente precios. Había mucha menos gente de la esperada; los mozos aguardaban en las puertas la llegada de comensales, invitando a pasar a los transeúntes.

Luego de caminar, regatear en varios puestos con varias compras fallidas y apenas un par concretadas con poca rebaja a diferencia de otros lugares, fuimos a cenar. Elegimos un restaurante tranquilo en un callejón que tenía un cartel que decía “Thai Food” que resultó llamarse “15 fifiteen Bar”. Pedimos un salteado de langostinos con arroz y noodles con pollo y veggies, Seba fue con una cerveza local llamada Chang y yo opté por un agua. 

Volvimos caminando el kilómetro que nos separaban del hotel haciendo una parada intermedia en uno de los tantos mercaditos 7Eleven del lugar para comprar provisiones para los próximos días, y a dormir!


Al día siguiente, finalmente conseguimos despertarnos sin despertador; era un día de descanso, sin vuelos, sin viajes, sin visitas a ningún templo al amanecer. Desayunamos en una mesa frente a la playa, con la marea alta que hacía que literalmente no hubiera playa. El desayuno era super completo e incluía café, panes, frutas, huevos, yogurt, y papas.

Luego de desayunar  nos fuimos caminando por la playa hacia el sur recorriendo todo Chaweng. Los bares y paradores, algunos pertenecientes a los hoteles, recién estaban abriendo, y los empleados limpiaban la arena (sacaban algas y basura que se había acumulado en las últimas horas). A medida que fuimos avanzando fue aumentando la cantidad de gente, principalmente individuos de la tercera edad con bastante sobrepeso (por no decir obesos) de aspecto anglosajón.

La arena era blanca y fina, y en casi todo el recorrido el agua era limpia y clara. Al llegar al final de Chaweng encontramos un espacio de arena libre que no pertenecía a ningún hotel, donde nos sentamos a tomar sol y darnos un baño. En este sector el mar era un poco más profundo y tenía algunas olas; el agua estaba divina, ideal para nadar!!! Estaba tan linda que nos quedamos en mar hasta que se nos comenzó a arrugar la piel -un indicador de que ya habíamos estado un buen rato-. Nos pusimos protector solar, ya se sentía el calor a pesar del vientito, y lentamente emprendimos el regreso.

Habíamos visto entre los bares muchos lugares que ofrecían “thai massage” de diferentes tipo. Con un poco de curiosidad nos acercamos a uno de estos puestos playeros –unos entarimados con colchonetas en el suelo- y pedimos justamente el “thai massage” de 1 hora x 200 BTH. Nos tiramos lado a lado en las colchonetas mirando el mar mientras nos apretaban y estiraban cada músculo del cuerpo de frente y espalda. Había dos posibilidades: o salíamos duros en silla de ruedas o totalmente blanditos. Por suerte sucedió lo segundo, quedamos tan relajados que  a los pocos pasos nos sentamos en un resto playero a almorzar.


Thai massage
El lugar elegido se llamaba “Marine Bar”; nos ubicamos en una mesita a la sombra. Pedimos un Phad Thai de pollo que Seba hizo más picante siguiendo las indicaciones de un empleado del lugar que le mostró como se comía realmente el plato (arruinándolo un poco). También comimos unos fried squid mejor conocido como rabas (que resultaron bastante duras-elásticas) y para completarla una Papaya Salad, que no fue lo que esperábamos. Hasta ese momento la palabra papaya había sido sinónimo de fruta anaranjada, ahí descubrimos que existía también la "green papaya" como su nombre lo indica de color verde. Este fruto venía rallado junto a tomate y una salsa extraña de sabor agridulce; resultó una experiencia culinaria fresca.


Phad Thai en la playa

El siguiente plan era hacer kayak!!! El hotel tenía dos para uso de los huéspedes, así que pedimos uno doble, nos pusimos los chalecos salvavidas y comenzamos la aventura. Seba es un gran experimentado en el tema a tal punto que en algún momento de su vida tuvo su propio kayak. Para mí era algo totalmente nuevo, era la primera vez que me subía a uno de estos aparatos, a lo que había que sumarle mi torpeza habitual. Qué hago con el remo? Cómo lo agarro? Resumo diciendo que ni siquiera sabía sentarme en esa gran estructura de plástico, y obviamente lo hice mal! 

- “Tenés que sentarte derecha, erguida!!! No es una reposera para descansar!!!”, dijo Seba desde atrás. “Agarrá bien el remo!!! Los brazos más abiertos!!!, no estás revolviendo una jarra de jugo Tang!!! Estás remando!!! Apoyá bien los pies y cerrá las rodillas!!!” continuó.

A pesar de todo lo que hice mal, fue una experiencia muy divertida! Navegamos por aguas poco profundas (se veía el suelo y seguramente hacíamos pié en todo momento) llegando a una isla que estaba a unos 500 metros de la playa del hotel. Resultó bastante cansador para alguien que no tiene entrenamiento en canotaje.


En la islita
Habremos estado cerca de sesenta minutos entre remada, descanso arriba del kayak y desembarco en la islita. Cuando regresamos buscamos las reposeras donde habíamos dejado nuestras pertenencias (seguían ahí y nadie se las había robado), pedimos un par de toallas y nos dimos un chapuzón en la pileta. Luego de haber estado en las cálidas aguas del mar, la de la pile nos resultó fría. Nunca nos había pasado algo así, será que nos falta playas del Caribe???


Seba en la pile

Para seguir con la buena vida, post-pileta hicimos una picadita en el deck de la habitación; cerveza, un aperitivo de pineapple con alcohol, maní y papas Pringles de onion and cream. Yummy!!!

Nos acondicionamos un poco y una vez más fuimos hacia Chaweng y seguimos comiendo… está vez optamos por un comedero popular con bastante gente y precios super accesibles llamado "Mr Crab". Seba se castigó con un Fried Pork sweet and sour (tenía unos pepinitos que me recordaron a una conserva agridulce), y yo con unos fried noodles with vegetables and cashew nuts. Descubrimos los shakes de coco y mango que resultaron riquísimos!!! 


Mango Shake!
Post-cena, hicimos un poco más de regateo en un market –teníamos pendiente la compra del pareo que mi mamá nos había encargado no bien se enteró que íbamos a ir a Tailandia.

Habiendo realizado la compra volvimos caminando lentamente al hotel.

Cuando entramos a la habitación descubrimos que alguien había entrado… las cortinas estaban cerradas, había una toalla plegada formando un elefante sobre la cama y las velas de un hornito que estaba en el baño estaba encendida inundando de olor a citronela el lugar para espantar los mosquitos. Pequeños detalles que no se ven en todos los hoteles…


Detalles...


jueves, 6 de noviembre de 2014

Ultimas imágenes de Camboya

By Sole 

Cerca de las 14 hs estábamos de regreso. Nos llamó la atención la cantidad de gente que había en la piscina, igual o más que en la tarde previa.
Varios estaban “desparramados” como lobos marinos en las reposeras desde donde pedían comidas y bebidas, o fumaban, intercalando su actividad ociosa con algún chapuzón en la pile. Prontamente Seba se mimetizó con los franceses y rusos, se preparó un gin tonic y se tiró en una reposera que culminó en una siesta que fue interrumpida por la invasión de pequeñas hormigas provenientes de las plantas de los alrededores.

Post- pileta nos fuimos a caminar por los senderos que estaban junto a las márgenes del río donde el pasto estaba prolijamente cortado y había varios bancos de cemento y faroles que generaban una imagen pintoresca. Estaba todo tan bien cuidado que invitaba a recorrerlo… y justamente eso hicimos!!!

Paseo junto al río
Como no podía ser de otra manera después hubo visita al supermercado donde para mi decepción predominaban los productos importados. Apenas encontramos unas galletitas locales que tenían la forma de Angkor Wat que compramos para traer de recuerdo. No saben la cantidad de grasa que tenían, cuando las comimos nos cayeron como bombas atómicas.

Apenas pasadas las 18:00 hs nos acercamos a la calle de los restaurantes para ver cuanta gente había en el que habíamos pre-seleccionado para cenar. A pesar de ser muy temprano para nuestros hábitos, apenas quedaba una mesa libre, así que sin pensarlo dos veces la ocupamos. El restaurante estaba entre los más económicos de la zona, no era casualidad la cantidad de gente. Tras analizar el menú del Khmer Kitchen Restaurante BBQ pedimos una cerveza Angkor (para Seba que estaba dispuesto a probar todas las cervezas de cada ciudad), papas fritas, un curry de pollo (la versión local no picaba ni un poquito comparado con los curries indios) y una especie de sufflé de zapallo bajo el cual había un mix de pescado, cebolla y hongos (era un plato local del cual no recuerdo el nombre); como acompañamiento nos trajeron el infaltable arroz. Comimos super bien y rico por sólo 14 U$S!!! 


A la hora de pedir la factura tuvimos un problemita… "Cuál era nuestro mozo?" le pregunté a Seba quien respondió: “uno de remera gris, achinado”. Todos los empleados cumplían con esas dos características!!! Así que decidimos pedirle la “bill” al primero que dirigió la vista hacia la mesa sin tener idea si era quien nos estaba atendiendo.

Como aún era temprano para ir a dormir hicimos un último recorrido por Pub Street con todas sus luces y el night market para comprar unos regalitos que nos faltaban, consiguiendo tras intensos regateos descuentos del 50% del precio original.

Pub Street en todo su esplendor
La mañana siguiente nuevamente tuvimos que madrugar, pero esta vez para ir al aeropuerto. Teníamos reservado un tuk tuk para las 7 hs. Unos 15 minutos antes de ese horario nos acercamos al comedor a desayunar. Qué ricos que estaban el mango y la papaya!!! Volvería allá tan sólo para comer frutas!!! 

El aeropuerto internacional de Siem Reap es pequeño (adecuado al tamaño de la ciudad) pero prolijo y ordenado. Teníamos que tomar un vuelo a Bangkok y de ahí a Samui con una espera de 3 horas y algo en el medio.

Estuvimos menos de 48 hs en Camboya, pero fue más que suficiente para tomarle cariño a su gente tan sufrida, y a los lugares maravillosos que ofrece.
Luego de un retraso, abordamos la nave y ocupamos nuestros lugares. De un lado tenía sentado a Seba (mirando por la ventanilla como siempre), y del otro un francés alérgico al jabón y al desodorante, y por ende muy oloroso. No me quedó otra que inspirar lo menos hondo posible para evitar que la oleada de hedor ingresara en mis fosas nasales, oler cada tanto la toalla perfumada para limpiarnos las manos, y respirar permanentemente hacia el lado que estaba Seba.

Junto a las normas de seguridad que exponían en las pantallas, vimos una vez más el video institucional de Bangkok Airways, y durante el vuelo nos volvieron a dar la cajita feliz con salchichón versión gourmet con champignon (que se quedaba entre lo top y lo popular). En 45 minutos ya estábamos de regreso en Tailandia.

En el aeropuerto de Bangkok nos indicaron que debíamos ir al sector “transfer”, pero como sudacas tuvimos que pasar previamente por el control de salud para mostrar otra vez el carnet de vacunación. A pesar de las promociones que dicen que los tailandeses siempre sonríen, nos volvimos a encontrar con empleados sin rastros de la sonrisa eterna.

En esta espera hicimos la visita al lounge de la aerolínea. Fue la perdición!!! Si están a dieta absténganse!!! Más allá de sillones, sillas, revistas y un par de computadora con servicio de internet nos encontramos con varias opciones de bebidas y snaks: rodajitas de banana y batatas fritas, bizcochitos de arroz inflado, sándwiches de salchichón –a esta altura el fiambre oficial de la empresa-, empanaditas de espinaca, mini-muffins de chocolate y pochoclos. Justamente los pochoclos son la tentación de Seba; perdí la cuenta de cuantas veces se paró regresando con una bolsita repleta de maíz inflado. Parecía Forest Gump comiendo helado!

El siguiente vuelo fue a horario y tranquilo. A qué no saben que nos dieron??? Otra cajita más con salchichón!!! Noooo!!! Y encima no me gusta el salchichón!!! Como ya habíamos comido en la espera apenas tocamos el almuerzo. Estábamos llegando al último destino de nuestras vacaciones, luego de largas y cansadoras jornadas…la playa!

Estaba en marcha la Operación Ko Samui…