viernes, 25 de diciembre de 2015

Hagia Sophia, la vedette de Estambul

By Sole

Espero que no me maten por lo que voy a decir, pero estando parada entre Hagia Sophia y Blue Mosque me resultó mucho más impactante y bonita esta última. La iglesia devenida en mezquita y posteriormente en museo, si bien es imponente no ostenta gran belleza desde el exterior; tal vez por la falta de simetría y por los contrafuertes construidos hace cientos de años para soportar el peso del gran domo.


Hagia Sophia a la izquierda, Blue Mosque a la derecha

Con sólo dos personas delante en la fila de la boletería compramos los tickets de 30 TL cada uno. Estuvimos en la duda de comprar una tarjeta de tres días (85TL) que incluía otras atracciones, pero teniendo en cuenta los lugares que queríamos visitar no ahorrábamos dinero. Decidimos que nuestro interés determinara los lugares a visitar y no una tarjeta…

Tras presentar las entradas pasamos por el detector de metales y las mochilas por el scanner, y a qué no saben lo que pasó??? El trípode de Seba no tenía permitido el ingreso!!! Otra vez nos encontrábamos con una regla absurda!!! Habiéndonos pasado lo mismo en India, entregamos el trípode que retiraríamos a la salida. Los “palitos” para sacar selfies pasaban sin problema!!!

Caminamos raudamente bajo la lluvia los metros que nos separaban del atrio y tras pasar dos puertas bastante imponentes nos encontramos con el interior de la iglesia. Inmensidad suele ser una de las palabras que mejor describen este lugar. Ni siquiera el andamio que cubría la mitad izquierda de la misma permitía ocultar las dimensiones de la construcción. Seguramente no es el edificio más grande que visité, pero tal vez sí el más grande con tantos años de historia atrás. Para que se den una idea, mide unos 100 metros del atrio externo al altar, con un ancho de casi 70 metros. El domo, una de las partes más impactantes, tiene una altura de 55 metros y un radio de 31 metros. Grande, no?

En el interior de Hagia Sophia

Una breve reseña histórica para ponernos en situación: Supo ser la iglesia más grande construida en el Imperio Romano de Oriente. La que vemos actualmente es de hecho la tercera construcción, la cual tomó 5 años y fue iniciada en el año 532 bajo las órdenes del emperador Justiniano.  Las anteriores fueron destruidas y/o quemadas en revueltas populares. Parece que como bien se dice la tercera es la vencida y afortunadamente tenemos la posibilidad de tenerla aún en pié y poder visitarla.
Durante la época de las cruzadas sufrió un gran deterioro, y recién en el año 1453, luego de la conquista del Sultán Mehmed fue remodelada y transformada en mezquita. Se reforzó la estructura, se agregaron pilares y con el tiempo se fueron agregando los característicos minaretes.
Tras varios siglos de funcionar como mezquita, en 1935 fue convertida a museo; la función que tiene en la actualidad.

No voy a detenerme a hablar de estilos arquitectónicos, en los materiales empleados en la construcción ni en los numerosos emperadores y sultanes que pasaron por ahí porque sería bastante tedioso –sin contar de que estaría escribiendo sobre temas que desconozco –. Simplemente voy a hacer mención a las cosas que llamaron nuestra atención:

  • Los paneles caligráficos son sin duda los elementos más icónicos de las fotos que circulan de Hagia Sophia. Esos ocho grandes círculos de 7,5 metros de diámetro con inscripciones en árabe son los más grandes del mundo islámicos. Todos se preguntarán que significarán esas grandes figuras doradas sobre un fondo de madera verde tan oscuro que casi parece negro… no son ni más ni menos que los nombres de Ala, Mahoma, los nietos de este último (Hasan y Husain) y los primeros cuatro califas (Abu Bakr, Umar, Uthman, Ali). Existen además otros paneles de menor importancia cerca del altar que llevan los nombres de algunos sultanes otomanos.
  • Los mosaicos con imágenes de Cristo me llamaron la atención por dos razones. La primera fue la tolerancia que tuvo el islamismo hacia imágenes representativas de otra religión. Pero al leer un poco descubrí que Jesús fue una de los profetas del islam como los fueron también Noé, Abraham, y Moisés –personajes en común también con el judaísmo–. Teniendo en cuenta esto podría entender que conservaran esos mosaicos porque en algún punto eran representaciones de un personaje que también era parte de su religión. Lo segundo que me llamó la atención fue la manera en que estaban realizados. Estas verdaderas obras de arte fueron realizadas entre los siglos IX y XIII; en la mayoría están presentes Jesús, la virgen María, ángeles y los mismísimos emperadores (hombres modestos y para nada vanidosos, no?).
    El que nos resultó más impactante y el que retuvo más la atención –apuesto que por la cercanía con la que se podía apreciar– fue el “Mosaico Deesis” en el que está representado Jesús, la virgen María a su izquierda y San Juan el Bautista a su derecha, quienes rezan para que Cristo tenga piedad de la gente durante el juicio final. Se encuentra ubicado en la galería norte del primer piso, y aunque es uno de los mosaicos más nuevos del lugar –siglo XIII– apenas se conserva la parte superior del mismo. Ese pequeño segmento es suficiente para apreciar con todo detalle las pequeñas piezas –en su mayoría doradas– que como si fuera un gran collage de papel glasé metalizado van delimitando con gran precisión las figuras humanas. Vale la pena dedicarle unos minutos de la visita.
  • La escritura vikinga es la evidencia de que el “vandalismo” no distingue épocas ni culturas. En una de las barandas de mármol del primer piso se pueden ver un par de “garabatos” tallados en la piedra que según la traducción dice “Havdan estuvo aquí”. Aparentemente fue escrito en el siglo XIII por un vikingo que formo parte de la guardia imperial que peleaba en nombre de la corte en esa época.
  • La columna de los deseos! Donde hay una leyenda ahí estamos leyéndola! Cerca de la escalera que conduce al primer piso nos encontramos con una columna con un orificio cubierto de placas de bronce. Se dice que la columna tiene el poder de curar enfermedades… hay que meter el dedo en el orificio, dar una vuelta de 360º (se complica si lo que duele es el hombro) sin sacarlo de ahí, y si sale mojado la enfermedad se curará o el deseo de cumplirá. Esta vez sólo nos detuvimos a mirar, no nos atrevimos a meter el dedo…
Panel caligráfico


Mosaico cristiano

El frío que hacía en el interior de Santa Sofía no tenía nombre! Es más no sé si no hacía más frío en el interior que en el exterior… las paredes y pisos recubiertos con mármol –en algunos sectores tan gastado que tenía huellas como las rutas por donde pasan muchos camiones– no ayudaban ni un poquito…  Mis zapatillas mojadas y el trench más primaveral que otoñal tampoco eran de ayuda!

Tantas cosas para fotografiar... pero su particular iluminación, o la presencia del andamio, o una combinación de ambos factores hicieron que nos resultara bastante difícil encontrar el ángulo con la luz ideal para sacar fotos. Probamos distintos modos de la cámara, alturas, focos, etc. tratando de plasmar de la forma más veraz lo que estábamos viendo. Quedamos un poco decepcionados con nuestro trabajo fotográfico…



Luego de casi una hora y media de recorrido, en el exterior nos reencontramos con la lluvia! Nada había cambiado! Las inclemencias del tiempo hicieron que no le dedicásemos a los alrededores de Hagia Sophia el tiempo que merecían. Apenas pispeamos un poco el exterior de las tumbas de sultanes y princesas que imponentemente se erigían como edificios secundarios en los jardines tapando parcialmente a la iglesia.

Al elevar la vista no pudimos dejar de prestar atención a los minaretes, esa estructura arquitectónica distintiva de las mezquitas utilizadas para anunciar el horario de la oración. Sumando a la asimetría externa de Santa Sofía producto de los arbotantes adicionados para evitar que se venga abajo y las tumbas que la rodean los minaretes son diferentes entre sí! Uno llama particularmente la atención por ser de ladrillo rojo desentonando con toda la estructura.

Antes de salir retiramos el trípode y nos fuimos a cambiar el calzado mojado al hotel para continuar recorriendo esta enigmática ciudad. Nuestro siguiente punto de interés a recorrer era el Grand Bazaar.

martes, 15 de diciembre de 2015

Con un pie en Asia y el otro en Europa!

By Sole

Diciembre 2014

Habiendo concluido las tareas de Seba comenzaban las verdaderas vacaciones, cortitas pero vacaciones al fin. Atrás quedó el lado asiático de Estambul cuando nos subimos a un taxi para ir hacia el europeo…  un viaje que fue toda una aventura.

Antes de subir al taxi, el chofer (con indiscutible cara y bigote de turco) ya nos avisó que uno de los puentes estaba colapsado de tránsito y que debía tomar el “segundo puente”. Aún no sé a qué se refería con primero  o segundo puente… Durante las primeras cuadras todo fluyó bien, pero a menos de 5 minutos de haber salido nos encontramos con uno de los tan temidos atascamientos descriptos en todas las guías y blogs que hablan de la ciudad. Parece que es inevitable subirse a un vehículo y llegar a destino sin caer en un “traffic jam”!!! Sin exagerar un 90% del trayecto fuimos casi a paso de hombre!!! La pasividad con la que avanzábamos en un par de oportunidades fue interrumpida por maniobras intempestivas comunes a los taxistas de cualquier parte del mundo. De repente divisaba un pequeño hueco y se cruzaba los tres carriles que tenía la autovía para avanzar unos 15 o 20 metros más rápido, y después volvía a repetir la maniobra en sentido contrario. No sé como hizo para esquivar todos los autos que teníamos al lado sin chocar…

Para hacer el viaje más interesante, el señor canoso de unos 60 años y ojos negros que conducía el auto estaba lleno de secreciones respiratorias… se pasó todo el trayecto “gargajeando”, bajando la ventanilla para escupir sus pollitos. Más allá del asco rogábamos que tuviese cualquier cosa menos una tuberculosis!!! Lo que faltaba, habiendo zafado de la malaria, el ébola y la mosca tse tse en África y Sudeste asiático, agarrarnos una tuberculosis en un taxi!!!

Además del ruido del moco, el ambiente estaba musicalizado con música local incluido el clásico “habibi…”. Completito!!!



Del recorrido lo único remarcable es que Seba pudo ver el exterior del estadio del equipo local Galatasaray. No podría decir si el camino tomamos era el más directo o si el hombre nos paseo por media ciudad… un misterio que nunca develaremos.

No bien entramos en la zona de Sultanahmet el ambiente cambió completamente, fue como pasar de un país a otro. Por todos lados había locales de venta de vistosos souvenirs –muy bonitos por cierto–  y no faltaban los Mc Donald’s y Burger King con sus marquesinas contaminando visualmente el lugar. Giramos para un lado, para otro y finalmente llegamos al Dosso Dossi, un hotel muchísimo más coqueto y turístico que el Ramada de dónde veníamos. Fue aquí nuestro primer contacto con los “lokum” o “turkish delight”, una especie de bombón de fruta gelatinoso que en esta oportunidad tenía pistachos.

Luego de dejar el equipaje en recepción, agarramos los paraguas y bajo la persistente llovizna nos fuimos a descubrir lo que tenía para ofrecernos esta parte de la ciudad. No tuvimos que caminar mucho, a menos de 200 metros nos encontramos con uno de los edificios más icónicos de Estambul: Hagia Sophia!


jueves, 3 de diciembre de 2015

El lado asiático de Estambul: de Üsküdar a Kadiköy

By Sole

Diciembre 2014

Al día siguiente amaneció lloviendo. Entre chaparrones caminé nuevamente hacia el puerto de Üsküdar, giré a la izquierda y fui recorriendo la costa hacia el lado de Kadiköy –el otro barrio conocido por esos lares. Para ese entonces había dejado de llover y el sol hacía inútiles intentos por asomarse.

Pescadores del Bósforo

Luego de caminar entre pescadores –había bastante más que el día anterior- localicé a lo lejos una especie de pequeño faro llamado “Maiden’s Tower” ubicado en el Bósforo a pocos metros de la costa. A medida que me fui acercando divisé los bares junto a la costa característicos por sus sillones de almohadones donde la gente se sienta a ver el atardecer mientras degusta alguna bebida en el verano. Mañana otoñal, sólo estaban las estructuras donde se colocan los almohadones, y  varias mesitas  de madera con sillas; evidentemente no era el momento indicado para tomar algo ahí. Del otro lado de la calle había varias confiterías y restaurantes que también parecían cerrados –en este caso estimo que era más por el horario. Apostaría a que debe ser una muy linda experiencia ver desde ahí como el sol se va poniendo detrás de los edificios más emblemáticos del lado europeo de la ciudad: Hagia Sophia, la mezquita Azul y el palacio Topkapi.

Maiden´s Tower con lado europeo de Estambul de fondo

Ideal para un atardecer de verano...mañana de otoño casi invierno

Detrás de Maiden’s Tower hay varias leyendas; la que más me gustó es digna de un cuento de los hermanos Grimm. Cuenta la historia que había un emperador que tenía una hija que según la profecía del oráculo moriría a los 18 años mordida por una serpiente. En un intento de protegerla del fatídico vaticinio el padre mandó a construir esta torre en el Bósforo donde alojó a su pequeña. Cuando esta cumplió 18 años el emperador le llevó de regalo una canasta con frutas en la que el destino quiso que se ocultara una serpiente cumpliéndose la profecía. Mmm, creo que lo acabo de escribir es más parecido a una película de terror que a un cuento de hadas…

Tenía intenciones de tomar el bote que recorre los 200 metros que separan a esta construcción de la costa pero me pareció un exceso pagar 20 LT por tan corto recorrido, así que desistí. Según mi guía en el interior de la torre había un restaurante y un mirador con lindas vistas de los alrededores...

Aunque uno no tenga intensiones de visitar la torre vale la pena la caminata desde Üsküdar; es un sendero que discurre paralelo al Bósforo con lindas vistas panorámicas del lado europeo de la ciudad. Recomendable!

Camino junto a la costa

Tras pasar Maiden’s Tower me encontré con un par de amarraderos de lanchas y botes. Digamos que hasta ahí es la parte pintoresca del camino. Después comenzaba una zona portuaria con una estación de micros identificada en el mapa como “Harem”, un par de calles que se internaban en la ciudad y un gran estacionamiento de autos. Un lugar mal señalizado y bastante solitario en el que recomendaría tomar uno de los mini-buses azules que pasan por ahí con el cartel de “Kadiköy”.

Acercándome al puerto

Se acabó la zona turística...

Con ayuda del mapa y sin la certeza de que estuviese yendo para el lado correcto seguí caminando. Apuesto a que pasé junto al complejo militar donde está el museo de Florence Nightingale, antes de encontrarme con el cementerio militar de Haydarpaşa. Por la cantidad de seguridad, scanners, detectores de metales  y los carteles que prohibían sacar fotos y filmar dude de que se tratara de un cementerio; con el mapa y lenguaje de señas confirmé con uno de los guardias de seguridad mi ubicación. Si uno quiere puede visitar este predio donde descansan varios soldados británicos de la guerra de Crimea y la segunda guerra mundial. Obvio que no hay foto!

Fui bordeando el cementerio y giré en una calle que se transformaba en un puente pasando sobre las vías abandonadas del tren; a lo lejos divisé la vieja estación hacia la que me dirigía. Qué alivió, no estaba perdida!!!

Estación Haydarpaşa

En el primer desvió hacia ahí salí terminando en una calle un tanto solitaria que pasaba junto a una mezquita que justo en ese momento estaba llamando a orar, y terminaba en el Bósforo junto a Haydarpaşa Gari– la estación. Esta se encuentra fuera de servicio y por lo que leí el gobierno aún no ha decidido el destino que va a tener. Pasé junto a dos hombres de seguridad que ni siquiera me miraron e Ingresé por una entrada lateral que daba justo a los andenes. Una curiosidad en Turquía y en Croacia se usa el mismo término para designar al andén -peron- y a la estación -gari-. Da cierta nostalgia ver esos largos andenes vacíos con los antiguos relojes que ya no le informan a nadie el horario y los vagones estacionados que no van a ningún lado.

Andenes y trenes abandonados

Como si conociera el lugar seguí avanzando e ingresé en un gran y lujoso hall con varios relojes, puertas de madera con vidrios, mármoles y techos pintados, y después a otro de iguales características en el que estaba la boletería y algunos asientos de madera.
Apenas habiéndome cruzado con algún otro curioso y alguna persona que se dirigía a un restaurante que estaba cerca de los andenes, volví a la calle donde otra vez estaba garuando. Haciendo malabares entre el paraguas y la cámara saqué un par más de fotos y seguí viaje.

Interior de la estación I

Interior de la estación II

Regresé a la calle principal –la continuación del puente que pasa sobre las vías- y caminé varias cuadras sin encontrar nada que me llamase mucho la atención, varios puestos de comida callejera. Si bien era el mediodía no me detuve en ninguno de estos ya que eran demasiado precarios y no tenían conexión a Internet. Seba esperaba noticias mías y me había pedido que me conectara al whatsapp en “una confitería con wifi”; había olvidado que estaba recorriendo un lugar tan anti-turístico donde la gente ni siquiera hablaba inglés… Así que habiendo visto todo lo que quería decidí regresar hacia el hotel para dar señales de vida.

Con ayuda del mapa fui siguiendo el recorrido que tenía planificado. Continué por la calle del puente, pero en lugar de bordear el cementerio por el que había pasado previamente seguí derecho. Pasé junto a una escuela y a la universidad donde llamativamente la mayoría de los jóvenes que estaban en las inmediaciones eran hombres, las mujeres eran tan pocas que se podían contar con los dedos de las manos… Sospecho que la sociedad debe tener un pensamiento machista como el presidente de turno.

Luego siguió el cementerio, donde giré en la calle equivocada. Luego de caminar por un par de cientos de metros entre paredones y lápidas dudé del rumbo que había tomado. Al encontrar un cartel con el nombre de la calle me dí cuenta de mi error y volví para atrás tomando posteriormente la avenida correcta. Era imposible que no me perdiera con mi limitada capacidad para interpretar mapas! Como corresponde cerca del cementerio estaba el hospital; por lo menos son prácticos y el proveedor de cuerpos está cerca…

RIP

El resto del camino trascurrió sin nada memorable y sin equivocaciones. Avisé que estaba bien y me fui al shopping a comer, esta vez con lápiz y papel para escribir mi pedido y evitar los problemas de mi mala pronunciación del turco. Quién sabe cómo se pronunciaría “Piliç Dürüm”???


“Piliç Dürüm”

Con esto concluye mi recorrida por el lado asiático de Estambul. Creo que sólo merece una visita la zona de Üsküdar si tienen medio día libre, sobre todo si es una linda tarde de primavera- verano y tienen ganas de tomar algo viendo el atardecer.

sábado, 21 de noviembre de 2015

Comencemos recorriendo el lado asiático de Estambul!

By Sole

Diciembre 2014

Otra vez en suelo asiático! Lejos de ser un destino exótico como los previos nos dirigimos a la populosa y últimamente de moda Estambul.

Las primeras 48 horas del viaje fueron una gran experiencia, al menos para mí! Seba tenía que trabajar y yo iba a estar recorriendo por primera vez sola una ciudad extranjera! Mi objetivo era conocer la zona menos turística de la ciudad valiéndome de un mapa (con los que suelo tener algunos problemitas), mis piernas y la cámara de fotos.

El 10 de diciembre amaneció como un típico y desapacible día otoñal, nublado, frío y con una llovizna fina y persistente; en pocas palabras mi anti-día ideal! A pesar de esto me puse la campera, bufanda, gorro, guantes y acompañada del paraguas salí a recorrer los alrededores del hotel.

Inmediatamente pude comprobar que no estaba en un lugar turístico. La gente, en su mayoría hombres, se agolpaba en las paradas de colectivo -seguramente rumbo al trabajo-. Si bien la mayoría de las mujeres con las que me crucé llevaban vestimentas occidentales, muchas tenían la cabeza cubierta por pañuelos motivado más por la religión que por la condición climática adversa.

Caminé un rato por una avenida con varios negocios, que aún estaban cerrados, y cuyas marquesinas tenían carteles en turco. Me llamó la atención la falta de carteles en inglés que eran habituales en todos los países que habíamos visitado en otras oportunidades; después recordé que no estaba en una zona turística y no había razón para que estuvieran en un idioma distinto al local.

Ni bien abrió el shopping entré para resguardarme de la lluvia y el frío; el Capitol Shopping Centre era la gran atracción de la zona. En todas las puertas de acceso había arcos detectores de metales y un empleado de seguridad que revisaba carteras y mochilas. Resultó un centro comercial como cualquier otro, con un patio de comidas y negocios de distintas marcas incluida una tienda departamental multi-marca. Aproveché que estaba sola para recorrer todos los negocios que tuve ganas e invirtiendo para esto todo el tiempo necesario (sin tener un hombre atrás quejándose!).


Capitol Shopping Centre

Hice una primera parada en el patio de comidas para tomar algo calentito. Esperaba encontrarme con el típico “café turco”, pero para mi sorpresa lo más popular era el té!!! Pasé de largo el Starbucks que ofrecía lo mismo que en cualquier país y fui por mi té. Pedí un “tea” –la única opción para comunicarme era el inglés-. El empleado me miró como si le hubiese pedido vaya a saber qué cosa, volví a repetir mi pedido y el gesto fue el mismo. No quedó otra opción que recurrir al dedo y señalar una foto a lo que el hombre contestó “çay”, que se pronunciaba “chai” como en la India... Siguiendo con el dedito, hice el gesto de “uno” y le señalé una masita que se llamaba “fistikli kurabiye”. Cargó el gasto en la registradora y me señaló el precio.

Feliz con mi té y mi galletita de pistacho (por la consistencia y cómo se desgranaba parecía tener más manteca que harina) me senté. Mientras degustaba mi masita me dispuse a escribir y a planificar la tarde: no podía quedarme todo el día metida en un shopping!

Té y galletita de pistacho

Cuando me quise dar cuenta se hizo el horario del almuerzo y poco a poco el patio de comida se fue llenando. Por un lados estaban los que optaban por los menúes de las tradicionales cadenas de comida rápida (Mc Donald’s, Burger King, KFC) cuyos combos en muchos casos en lugar de salir con gaseosas eran acompañados por Ayran –el clásico yogurt turco-. También había varios fast food locales que ofrecían albóndigas de carne de vaca y cordero en sus más diversas formas, o trozos de pollo con pan “pide”, tomates y pimientos asados, wraps de pollo o vaca con papas fritas, lehmeyun –como las empanadas armenias-, y ensaladas. Había opciones para todos los gustos!

Di una vuelta más y ante las pocas opciones para almorzar que había visto en los alrededores del shopping una vez más me dirigí al patio de comidas, más precisamente al local de Köfteci Ramiz, toda una experiencia culinaria que ya les contaré!

Curiosidad: mientras almorzaba encontré uno de los trabajos más inútiles del mundo! En el patio de comida había una pobre chica cuya tarea era caminar en círculos arrastrando un carrito con aderezos!!!

Antes de abandonar el centro comercial no aguanté la tentación de visitar el supermercado. Más allá de los productos Premium –esperable por estar dentro de un shopping- me llamó la atención los grandes paquetes de 1kg de té en hebras!!! De haber estado en Argentina los hubiese confundido con paquetes de yerba. Casualidad o no, los productos de higiene femenina estaban junto a las ollas y sartenes… no sé si estarían recordándoles a las mujeres cuál era su lugar dentro de la casa…

A la tarde la lluvia amainó y se hizo intermitente lo que me animó a alejarme un poco más del hotel y caminar hacia Üsküdar, uno de los dos barrios más conocidos del lado asiático.

Con el recorrido del mapa en la cabeza fui siguiendo la avenida Kisiklic que estaba puente peatonal de por medio del hotel. Los nombres de las calles como era de esperar eran impronunciables!!! Sabía que si seguía derecho en algún momento me iba a chocar con el Bósforo, así que le di derecho unas 30 cuadras.

Las primeras cuadras no tenían nada en particular, algunos bancos y ferreterías, un par de restaurantes –bastante aislados-, y una que otra verdulería que vendía unos repollos inmensos!!! Luego de pasar junto al cementerio armenio la calle cambiaba de nombre y se estrechaba. Me dio la sensación de que estaba ingresando en una zona más urbana y pintoresca. A ambos lados había una sucesión de edificios de entre 3 y 5 pisos, muchos con sus mini-antenas parabólicas para ver TV y ropa colgada. Si bien no tenían el glamour de las grandes urbes europeas tenía su encanto. Intercalados con las entradas y pequeños callejones había un par de panaderías con un aroma exquisito, pequeños locales de comida, mezquitas y un par de bares precarios donde los hombres jugaban a las cartas y al dominó. A falta de palomas, los cuervos negros y los gatos parecían haberse apoderado del lugar.

En búsqueda del Bósforo

Fue una caminata muy interesante en la que pude observar como pasaban los habitantes del lugar una tarde de otoño. Tal vez por el horario o la inclemencia del tiempo eran pocos los que se atrevían a salir; de hecho fue un recorrido bastante solitario hasta que la calle tomó una pendiente descendente y el sobrevuelo de las gaviotas me indicó que me estaba acercando a destino.

Terminé desembocando en una callejuela adoquinada peatonal llena de gente, incluidos vendedores de vegetales que exponían sus productos en puestos improvisados hechos con dos caballetes y una tabla. Unos metros más adelantes varios negocios de ropa, electrónicos y chucherías, y el ingreso al mercado de Üsküdar.

Mercado de Üsküdar

Aunque era más pequeño de lo que lo imaginaba, tenía todo lo que un mercado debe tener! Un par de pescaderías, carnicerías, verdulerías, panaderías y puestos que incluían entre sus productos tés, especias, legumbres, frutas secas, confituras y halva –un postre de sémola con consistencia de Mantecol® tradicional de la región de sémola -.

Pescadería en el mercado

Tras atravesar la feria llegué a la calle que corre paralela a la costa –ni siquiera puedo escribir el nombre con el teclado de la compu porque me faltan algunas letras- donde había bastantes autos circulando. Es terrible como manejan los turcos!!! Es frecuente encontrar autos estacionados en las ochavas, verlos realizar maniobras de lo más creativas con una falta de respeto total hacia el peatón. Esta calle que me disponía a cruzar era bastante importante y la autoridades había tenido el recaudo de colocar un par de semáforos para facilitar el cruce peatonal.

Finalmente llegué al Bósforo!!! A pesar de la bruma el paisaje era increíble!!!! A lo lejos se veía el Bosforo Bridge, y enfrente toda la costa del lado europeo, donde se distinguía entre las construcciones al imponente Dolmabahçe Palace. Ahí estaba la Estambul que todos tenemos en el inconsciente luego de haberla visto en tantas oportunidades a través de fotos de amigos, revistas y guías de viaje (y en el momento en que estoy escribiendo esto, a través de imágenes de la novela “Las mil y una noches”).

Bósforo y lado asiático de Estambul

Junto a la costa había un par de perros callejeros con chips con números en las orejas; esto último me llamó mucho la atención… investigando descubrí que la municipalidad de Estambul hace un seguimiento de estos animales y mediante esos chips puede saber el estado de vacunación, tratamientos recibidos, y zona en que se mueven. Es una forma de proteger a los cánidos y a las personas que circulan por la calle y están en contacto con ellos.

Además de los perros había un grupo de intrépidos pescadores que a pesar de la garúa habían salido con sus cañas y señuelos a probar suerte. Algunos tenían recipientes con agua en los que nadaban unos peces del tamaño de una sardina. Junto con los botes y ferris que surcaban las aguas creaban una imagen de lo más pintoresca.

Pintoresca Estambul
En las inmediaciones estaba la estación de subte, ATM de infinidad de bancos y el puerto de Üsküdar desde donde parten los ferris –una opción más de transporte para locales y turistas- hacia varios puertos vecinos. No faltaban como en cualquier “zona de estación” los puestos de comida callejera, en este caso de “simits” especie de bagels con semillas de sésamo, panes en general y sándwiches.


Bollerías!

Para evitar perderme volví sobre mis pasos y tomé una vez más la avenida que terminaba en el hotel.

jueves, 12 de noviembre de 2015

Las múltiples caras de Estambul

By Sole

Estambul, con un pie en Asia y otro en Europa, es una ciudad difícil de definir. En ella conviven las tradiciones talladas durante miles de años con la vertiginosa influencia del mundo globalizado. En menos de una hora podemos pasar por los más diversos escenarios desde un shopping mall con locales de costosísimas marcas europeas y americanas a un bazar de especias y tés donde el regateo es la regla. Esta diversidad la hace tan atractiva que sería un pecado no perderse un par de días caminando por sus calles y descubriendo esta mezcla de pasado, presente y un futuro por definir.

Nosotros iniciamos nuestro viaje por el lado asiático. Lejos de las recomendaciones de amigos, lecturas de libros o artículos de turismo o enamoramiento de fotos de paisajes que motivaron los viajes anteriores este destino fue casi fortuito. Cuando viajamos a Asia habíamos evaluado la posibilidad de viajar con Turkish Airlines y pasar un par de días en Estambul aprovechando la escala. Tras evaluar el costo de las distintas opciones de pasajes y el frío que suele hacer en febrero desistimos de esa opción. Había quedado ahí latente como un lugar que sabíamos que en algún momento íbamos a visitar.

En octubre surgió la posibilidad de que Seba tenga que viajar a Turquía por trabajo. Mis probabilidades eran menores porque estaba en un período de transición laboral… Los planetas se fueron alineando y finalmente el viaje se hizo realidad para todos. Seba iba a trabajar durante 48 horas en el lado asiático y después íbamos a tener 4 días para recorrer juntos la ciudad, partiendo desde el lado europeo.

Fue un viaje un tanto particular porque fue la primera vez que no viajamos juntos; en realidad viajamos en el mismo avión pero en diferente categoría, ya pueden imaginar quien lo hizo en “business” y quien en “económica”. Tuvimos una idea de cómo viajan los que tienen mucho dinero respecto a los que sólo tienen dinero para viajar. Creo que esto requiere una entrada especial por parte de Seba.

Así que poco a poco les iremos contando nuestra experiencia recorriendo las distintas caras de Estambul: su lado asiático y su lado europeo, su parte tradicional y su parte moderna, sus shoppings y sus bazares, sus puestos de comida callejera y sus restaurantes.


sábado, 7 de noviembre de 2015

El largo regreso: Windhoek - Johanneburg - San Pablo - Buenos Aires

By Sole

Lunes 20 de octubre

A las 5:30 hs sonó por anteúltima vez “Hangover”; antes de las 6:00 ya estábamos en el transfer yendo al aeropuerto. Despachamos la valija y nos fuimos a la zona de embarque. Apenas habíamos recorrido un par de negocios y tomado unos sorbos del café que auspiciaba de desayuno cuando nos llamaron para embarcar –unos 30 minutos antes del horario que figuraba en el pasaje y 60 del horario de salida. Café en mano caminamos por la pista hacia el avión por un “camino” delimitado por empleados del aeropuerto. Seba tiene la teoría de que embarcamos tan temprano porque 10 minutos después de nuestro vuelo salía uno hacia Cape y necesitaban la misma puerta y el mismo “cordón humano” para direccionar a los pasajeros del otro vuelo.

Esta vez el avión era más grande, pero apenas estaban la mitad de las plazas ocupadas. Fue un vuelo tranquilo y puntual; a las 10:00 hs ya estábamos en Jo’burg. Rápidamente encontramos al chofer con un cartel con mi nombre en la mano y fuimos hacia nuestro alojamiento “Outlook Guesthouse” en Benoni, un barrio cerrado en las inmediaciones del aeropuerto, en las afueras de la ciudad.

Estábamos advertidos de que Johannesburgo es una de las ciudades más peligrosas del mundo y que siempre debíamos movernos en taxi. Aún así nos llamó la atención el nivel de medidas de seguridad en el barrio. Para ingresar tuvimos que atravesar una barrera luego de que el chofer se diera a identificar con su huella digital; vigilando había un hombre con una itaca. En el camino hacia la casa nos cruzamos con un auto de la empresa de seguridad que daba vueltas, y notamos que las casas tenían rejas y paredones coronados con alambres de púa o electrificados.


Ni bien entramos en la guesthouse nos encontramos con un living con sillones y una gran mesa ratona, un bar y al costado un área como cuatro mesas con sus respectivas sillas. Enseguida vino a recibirnos Francois, nos informó que estaban terminando de prepara nuestra habitación y quiso saber cuáles nuestros planes para el resto del día y la cena. Teníamos dos opciones: ir al museo del Apartheid o al shopping. La decisión fue fácil cuando nos informó que sólo el transfer para ir al museo costada 800 R ya que había que atravesar toda la ciudad. Optamos por el shopping ubicado a unos 15 minutos.




Cuando entramos a la habitación encontramos la encontramos muy moderna, a tal punto que tenía la ducha y bañera incorporadas en el mismo ambiente que la cama. Esta vez ni siquiera estaba la pared de vidrio que habíamos visto en los hoteles asiáticos. Estaba la cama, una pared que no llegaba al metro y medio de respaldar, y del otro lado una bañera, una ducha y una mesada con dos piletitas. Desde la ducha se podía ver la tele!!!

Cama con ducha de fondo

Luego de acomodarnos partimos con el chofer hacia el shopping! A las 13 hs llegamos al East Rand Mall. Entre los restaurantes de junk food optamos por el clásico de la región –presente tanto en Sudáfrica como Namibia: Wimpy. Seba fue por la hamburguesa de promoción –una bomba atómica con bacon y un huevo en su interior- acompañada de papas fritas, y yo por un wrap de pollo que chorreaba mayonesa y salsa chili dulce. Con eso tuvimos comida chatarra para cubrir la cuota anual.

La Big Deal Burger de Seba

El resto del tiempo recorrimos varios de los locales comprando un par de cosas con precios convenientes; la verdad pasó rapidísimo. Cuando nos quisimos dar cuenta eran las 4 de la tarde, hora en que nos teníamos que encontrar con Moses –parece que todos los choferes se llaman igual en la región-. En pocos minutos estábamos en el lodge donde pasamos el resto de la tarde leyendo, escribiendo y reacomodando las cosas en las valijas para el viaje.

A las 19:30 hs bajamos a cenar. Como aún faltaba para la comida nos sentamos en los sillones del living. Poco a poco fueron llegando otros turistas, algunos habían regresado del Kruger y otros partían hacia ahí el día siguiente. Descubrí ahí que el inglés de los australianos era aún más inentendible que el de los sudáfricanos!!! Intercambiamos un par de palabras con una pareja de honeymooners de ese país que recién habían llegado a Sudáfrica –directo desde la fiesta de casamiento- y que tenían programado Kruger, Victoria Falls, y safaris en Kenia y Tanzania. Costó pero algo les entendimos…

Momentos después estuvo lista la cena y nos acomodamos en las mesas. Fracois en persona se había encargado de la cocina! El plato consistía en una hamburguesa casera en pan con palta, tomate, cebolla salteada y queso brie; el sándwich era tan alto que ni siquiera entraba en la boca! Venía acompañado de ensalada griega y papas al horno. Una versión gourmet de un simple plato. De postre helado de vainilla con obleas. Con el estómago feliz nos fuimos a dormir!


Martes 21 de octubre

Ya estábamos tan acostumbrados a madrugar que nos despertamos antes de que sonara el despertador. El canto de los pájaros ayudó un poco al desvelo.
A las 7:00 hs bajamos a desayunar. Ya le habíamos avisado a Fracois que no queríamos huevos ni panceta; no queríamos que con gran entusiasmo preparara algo que no íbamos a comer. Esta vez nos sorprendió con un bol con granola y frutas, yogurt, queso untable y un par de rodajas de fiambres. A esto agregamos un café con leche y una rebanada de pan negro. Fue un gran desayuno!

Yummy!!!

Casi a las 8:00 hs partimos hacia el aeropuerto donde aprovechamos las 2 horas que teníamos antes del embarque para hacer las últimas compras. Sorprendentemente y a diferencias de otros aeropuertos los locales tenían precios accesibles y en algunos casos hasta menores que en la calle.

Cosas lindas!

Nuestro avión

El viaje en avión fue un poco particular por los personajes que teníamos alrededor. En medio de esa seguidilla de horas, cargadas de comida, películas y una terrible confusión de horario vimos una de las cosas más extrañas que habíamos presenciado en un viaje: un hombre durmiendo arrodillado en el piso apoyando su tronco, brazos y cabeza en el asiento… Hemos volado en avión pero nunca habíamos visto algo parecido; por la cara de uno de los miembros de la tripulación que pasó por ahí creo que él tampoco podía creerlo…

Intentamos no dormir durante el viaje para hacerlo cuando llegásemos a Buenos Aires; esto hizo que el vuelo se hiciera eterno!!! Ya no teníamos posición para estar, y los ojos estaban super cansados después de tantas horas de tele. Sólo recuerdo haber visto “The secret life of Walter Mitty”, una película de la que nunca había oído hablar pero que me resultó muy entretenida.

Cuando llegamos a San Pablo descendimos del avión; teníamos que hacer combinación con uno de Turkish (vuelo que provenía de Istanbul y terminaba en Buenos Aires con escala en Brasil). Tras salir con retraso y recibir un servicio mediocre por parte de esta última aerolínea llegamos a Buenos Aires a las 21:30 hs. Sólo atinamos a tomar un taxi a casa e irnos a dormir… Seba durmió pero yo fui una vez más víctima del Jet Lag… a las 3:30 AM estaba horneando pan en la cocina!

Ahora a preparar el siguiente viaje!!!!