sábado, 30 de julio de 2016

Día ajetreado en Beijing recorriendo parques, templos, hutongs y hasta un banco!!!

By Sole

Tras haber visitado la Ciudad Prohibida del emperador cruzamos la avenida  que estaba frente a la salida por un túnel y salimos en la entrada del Jingshan Park. Pagamos el ticket de 20 Yn y fuimos en busca de la zona más elevada desde donde íbamos a tener una vista panorámica de Forbidden City. Ni bien entramos nos llamó la atención la tranquilidad del parque; no había tours en los alrededores!!! Pronto descubrimos la razón de su ausencia… para acceder al mirador había que subir una sucesión interminable de escaleras y rampas que requerían esfuerzo físico!!! Como regla general, si algo requiere esfuerzo las chances de que haya un tour son bajas.

Jingshan Park -Wanchun Pavilion

Subimos, subimos y subimos hasta llegar al Wanchun Pavilion, un pabellón ubicado en la zona más elevada del parque con un Buda en el interior. La vista panorámica valió todo el esfuerzo!!! Desde esta posición estratégica no sólo se puede ver la distribución de todas las edificaciones que componen Ciudad Prohibida desde arriba, sino también los alrededores con una combinación de parques, construcciones bajas intercaladas con edificios modernos de mayor altura. Como es de esperar la mayor parte de la gente se agolpaba en el lado que miraba hacia Forbidden City, mientras que el lado opuesto era un páramo silencioso y con sombra ideal para descansar escapando del bullicio y los rayos de sol del mediodía.

Panorámica de Ciudad Prohibida

Los alrededores

Si bien la vedete del parque es ese pabellón, el resto del lugar -una especie de jardín botánico con plantas y árboles con cartelitos, y pájaros revoloteando- también merece una recorrida. La gente que caminaba lentamente o picaba algo sentada en los bancos parecían vecinos del lugar en búsqueda de un momentáneo contacto con la naturaleza. Tuvimos la sensación de haber encontrado un oasis de tranquilidad en medio del caos, el ruido y la efervescencia de la masa de turistas. Una visita recomendable!!! Un must en el recorrido por Beijing.



La siguiente atracción era el recorrido por los Hutongs recomendado por Lonely Planet. Para llegar al punto de partida del paseo tuvimos que bordear el parque, cuya vereda había sido tomada por los autos y micros; era prácticamente un estacionamiento. Digamos que nadie se preocupa por el peatón. Luego seguimos por una avenida Di'anmenwai Dajie y giramos a la derecha en Di'anmen Dongdajie hasta encontrar la estación de metro Nanluoguxiang. Justo ahí comenzaba el "walking tour" por el Hutong menos auténtico de China! No voy a negar que las calles que recorrimos eran pintorescas y entretenidas. La calle principal estaba repleta de locales de comida al paso y negocios de chucherías varias de diseño al estilo Palermo mientras que las transversales eran más tranquilas pero con muy poco atractivo. Es un lindo paseo, pero está a años luz de ser un tradicional hutong como el que albergaba nuestro hostel. Acá fue nuestro primer contacto con la comida "callejera top" que incluía conos de papas fritas, pollo y calamares rebozados y fritos, manzanas acarameladas, licuados, yogurt helados y hasta churros!!! Si!! Churros con ese mismísimo nombre tal cual los conocemos acá!!! Quien espera encontrar churros en Beijing??? Si bien nos llamaron la atención, fuimos por un yogurt helado. Puede sonar naif pero este fue nuestro primer yogurt helado de la vida! Nos acercamos a uno de los puestos de "Ei Mio" y con ayuda del "dedo indicador" hicimos el pedido. Elegimos el tamaño, una fruta seca, una fruta fresca y una salsa, y terminamos con un frozen yogurt con almendras, mango y salsa de frutilla por 22 Yn. Aprovechamos que el lugar tenía un par de mesitas y nos sentamos a descansar mientras degustábamos este descubrimiento… aunque nunca le tuve fé a los yogures helados tengo que reconocer que este estaba rico.

Calle principal del hutong

Calle lateral del hutong

De las chucherías ofrecidas merecen una especial mención las hebillas de brotes y florcitas. Antes de viajar habíamos leído en un blog que en Shanghai estaba de moda llevar este tipo de adminículo ridículo en la cabeza… acá comprobamos que la costumbre trascendía los límites de esa ciudad y también estaba en Beijing. En China hay clientes para todo!!!

Hebillas de brotes y flores

Concluido el recorrido por el hutong seguimos caminando hacia Drum & Bell Towers, dos torrecitas ubicadas a pocas cuadras de distancia de donde estábamos. Como sus nombres lo indican, en una había tambores y en la otra campanas. En el pasado se utilizaron para dar la hora; en la actualidad sólo tienen fines turísticos. Justo cuando les estábamos sacando fotos sonaron los tambores, evento que sucede varias veces al día. Habíamos evaluado visitar una para tener una vista panorámica de los alrededores, pero al verlas tan bajitas desistimos…

Bell Tower

Durante toda la mañana, desde que salimos de Jingshan Park habíamos estado buscando casas de cambio… el dinero que habíamos cambiado en el aeropuerto no nos alcanzaba para todos los gastos cash que teníamos, incluido el hostel de Beijing y Xi’an, y la excursión a la muralla. Estábamos mal acostumbrados a otros países asiáticos donde era muy fácil cambiar dólares… pero China no es como cualquier país… Si no encontrábamos ningún lugar, como última opción habíamos considerado ir hasta el aeropuerto.

Con esa preocupación latente seguimos adelante, apenas era la tardecita y había tiempo. Próximo destino: Confucius & Lama Temples. Si bien las distancias parecen cortas en el mapa, en la realidad no lo son, así que esta vez en lugar de caminar decidimos tomar el subte hasta la estación Lama Temple. Tras caminar unos cuentas metros encontramos el cartel de Guozijian, calle en la que había que girar a la derecha y seguir caminando un poco más para encontrar la entrada al templo de Confucio. Tras pagar los 30 Yn de entrada ingresamos al Templo o mejor dicho al predio que alberga al conjunto de construcciones y jardines que conforman el “Templo”. Nos encontramos con un lugar muy tranquilo, con muy pocos turistas y en consecuencia, bastante silencioso. Recuerdo un edificio principal con varios instrumentos musicales de lo más exóticos y tamaño descomunal, los cipreses de los patios, unos pabellones semiabiertos con grandes tortugas en su interior y el Imperial College. Si bien disfruté de la tranquilidad del lugar, no me pareció particularmente deslumbrante.

Confucio

Selfie en Confucio Temple

Al salir volvimos a pasar por la boletería para ver si la empleada sabía donde podíamos cambiar dinero… Aún no sé cómo, pero de alguna manera entre señas y alguna palabra en inglés logramos comunicarnos y conseguir una información fundamental: a pocas cuadras había una sucursal del banco ICBC. Ups, eran las 15 hs! Guiados por los horarios argentinos había altas chances que estuviese cerrado… no perdíamos nada probando suerte.

Caminamos por Guozijian, pasando raudamente por los negocios que vendían sahumerios, cuencos y malas budistas, y tras girar a la izquierda en la avenida buscamos el banco. Se nos iluminaron los ojos cuando comprobamos que aún estaba abierto!!! Los bancos al menos en Beijing tienen un horario de atención al público más extenso que en Argentina. Primer obstáculo superado: habíamos encontrado un banco y estaba abierto!

El paso siguiente fue el cambio de dinero. Tras ingresar e intercambiar un par de palabras con la mujer de informes que no hablaba inglés llegamos al primer piso donde estaba la “caja” de money exchange. A diferencia de lo que estamos acostumbrados acá, frente a cada caja había una cómoda silla. En ese momento no había nadie, e inmediatamente nos ubicamos frente a la caja especializada en cambio de dinero. Mediante un trámite muy pero muy burocrático que involucro la presentación de pasaporte con visas para que le saquen fotocopias, completar un extenso formulario, firmar varios papeles en chino y más de 20 minutos, logramos cambiar dólares por yuanes. Ahí entendimos la presencia de las sillas frente a las cajas… Lo importante era que el objetivo estaba cumplido! Teníamos el dinero cash para vivir los próximos días!!!

Ya relajados decidimos visitar Lama's Temple, uno de los templos budistas más importante de Beijing, por no decir el más importante. Los 25 Yn de la entrada fueron muy bien invertidos. Lo primero que se me viene a la cabeza cuando pienso en este lugar es el olor y el humo de los sahumerios que me hicieron recordar los templos que habíamos visitado en Nepal. En medio de esa nube con olor a incienso, los devotos oraban arrodillados y se inclinaban hacia delante, de una manera similar a la que lo hacen los musulmanes. Completando esta escena tan especial, estaban los budas, las ofrendas de alimentos, algunas ruedas de oración y la versión local de las banderas de oración. Si bien estaban estos elementos típicos de los templos budistas, la cultura china hacía su aporte con sus características estatuas de parejas de leones guardianes; la hembra con su cría y el macho con la pelota bajo su garra. Si están en la zona y tienen que elegir entre los dos templos, sin dudas Lama's Temple es la mejor opción. Más allá de la parte edilicia nos hizo vivir una experiencia muy linda.

Gran foto tomada por Seba!


Mujeres orando en Lama's Temple

Ya estábamos físicamente agotados! Merecíamos un descanso… hay algo mejor que un cafecito? Ya habíamos fichado un Costa Café en el camino, hacia el cual nos dirigimos a tomar un capuccino. Si bien tratamos de no ser monótonos siempre terminamos tomando capuccino! No importa donde uno esté, el interior de este tipo de locales siempre es muy parecido, parecen inmunes a la influencia del estilo local.

Ni bien salimos de merendar, aprovechamos que estábamos prácticamente a metros de  Wudaoying Hutong y fuimos a recorrerlo. Creo que es pretencioso llamarlo hutong… era una angosta calle peatonal con más locales de diseño y lindos bares; un lugar muy top dedicados 100% a mochileros extranjeros. De chino no tenía nada!

Antes de que se hiciera de noche tomamos el subte para regresar al hotel. Si bien estaba comenzando el otoño, a la 5 de la tarde el sol ya estaba poniéndose… a las 6 ya era de noche! Para aprovechar bien el día había que acostarse y levantarse temprano, algo que no nos suele costar mucho.

El lugar elegido para la cena fue el mismo de la noche anterior. Ya teníamos en mente lo que queríamos probar ese día: dumplings! Es una pasta rellena cocida al vapor, serían como nuestros deliciosos sorrentinos o más específicamente como los momos que habíamos comido en Nepal. El restaurante parecía tener cierta experiencia en el tema; una carilla del menú era sólo de dumplings… había muchas opciones para elegir! Así que sacamos nuestro diccionario y fuimos buscando los idiogramas hasta identificar unos de cordero y unos de verdura. Habíamos encontrado lo que queríamos, pero la moza una vez más nos tuvo que hacer complicado el pedido… cuántas porciones? De alguna manera que no recuerdo, entre señas y señas, terminamos con dos porciones de cada uno…. Terminamos con 12 dumplings de cada variedad. Menos mal que estaba Seba para comer mis sobras! Seba acompaño la comida con cerveza -lo más caro de todo el pedido-. 

Comiendo dumplings


Una vez más volvimos tempranito al hotel a descansar. Habíamos tenido un día largo y agotador, habíamos caminado kilómetros, subido escaleras, golpeado chinos defendiendo nuestro lugar en la fila… merecíamos un sueño reparador!

sábado, 23 de julio de 2016

Visitando la Ciudad Prohibida del emperador

By Sole

13 de octubre 2015

Antes que sonara el despertador ya estábamos arriba! Ansiedad? Cambio de horario? O habernos acostado a las 9 de la noche? No importa, lo importante es que no nos había costado levantarnos. Ducha mediante, estábamos listos para desayunar.

Fuimos hacia la recepción donde nos encontramos con un cartel con 4 opciones de desayuno. Pedimos granola con fruta y té de jazmín, y nos sentamos en una de las mesas que formaba parte del espacio común del hostel dedicado a las artes a juzgar por los instrumentos musicales que había en el lugar. Enseguida nos trajeron una bandeja con varios potecitos con manzana, corn flakes, yogurt y maní picado (toque super especial para los adictos al maní). Quedamos muy satisfechos con este riquísimo desayuno.

A las 8 ya estábamos en la calle, caminando por nuestro hutong con rumbo al metro. Nos sorprendió la cantidad de gente que pasaba caminando con bolsas transparentes con alimentos en su interior incluyendo unos panes con aspecto húmedo y muy blancos, frutas e infusiones. En un par de locales vimos como cocinaban esos bollos de masa rellenos al vapor y como la gente se deleitaba al comerlos.

Fuimos a la estación de metro más cercana (Xisi), y tras hacer combinación con la línea 1 bajamos en ´Tian’ amen West’. No fue difícil elegir la salida, solo seguimos al malón y llegamos… a un caos! Otra vez, en menos de 24 horas, nos enfrentábamos a una caótica aglomeración de seres humanos de pobres modales. Para ingresar a la Ciudad Prohibida había que pasar un control estricto de seguridad que más allá del detector de metales y escaneo de mochilas, incluía la revisación de documentos –en nuestro caso de pasaportes-. Para acceder al puesto de control había un esbozo de 3 filas bastante informes, que apenas avanzaban porque muchos recién llegados sin respetar nada ni a nadie, pasaban empujando gente y se metían delante… Había que poner el cuerpo si uno quería respetar su lugar, sin importar los golpes!!! El descaro de esta gente para colarse era tan grande que me sorprendió, partamos de la base que estamos acostumbrados a ese tipo de “vivezas” en los argentinos, pero los chinos los superan ampliamente!!! Campeones mundiales!!!

Esperando el subte 

De alguna forma logramos avanzar y pasar el control, accediendo a la gran explanada donde está la foto de Mao. Apostaría a que lo más sorprendente no fue estar frente a frente a una de las imágenes más características de Beijing, sino ver la cantidad de gente que había en los alrededores a tan tempranas horas!!! Esperábamos que hubiese gente, pero la cantidad de grupos de tours de chinos superó todas las expectativas!!! Parecía que en un intento de no perderse, más allá de ir amalgamados con el guía, muchos iban con gorros, bolsos o algún otro accesorio de la empresa de turismo. En medio de toda esta muchedumbre apenas vislumbramos dos o tres occidentales de aspecto europeo. Vale hacer la aclaración que se trataba de un martes a la mañana de una semana cualquiera; no era feriado y ya habían pasado varios días del “national holiday” –la semana de vacaciones que tienen a principio de Octubre durante la que se recomienda evitar todas las atracciones en China justamente por gran cantidad de gente-.

La foto más famosa de Mao

Siguiendo nuestro decálogo de vacaciones y pensando en positivo, continuamos caminando en búsqueda de la boletería. Tras dar un par de vueltas la encontramos, guiados más por la cantidad de gente que por los carteles indicativos que eran bastante escasos. De hecho después de seguir de largo los carteles que decían “Palace Museum” nos dimos cuenta que era justamente hacia ahí donde teníamos que ir. Nos colocamos en una de las filas delimitadas por vallas metálicas y tras esperar unos minutos, presentar los pasaportes y pagar 60 Yn por cabeza conseguimos las entradas!

Ticket office

Si alguno vio la peli “El último emperador” podrá tener una idea del lugar que estábamos a punto de visitar. Ciudad prohibida, o “Forbidden City” fue el palacio imperial entre las dinastías Ming y Qing, aproximadamente entre 1420 y 1912. Esta ciudad, era el palacio donde vivía el emperador y su corte, donde se llevaban a cabo todas las ceremonias, y se tomaban todas las decisiones políticas del imperio sin que el pueblo pudiera ni siquiera acercarse. Es un lugar en el que se desarrolló casi 500 años de la historia del país, por lo que estimo que debe tener más allá de lo arquitectónico un valor muy importante para los chinos. Lo imagino como uno de los lugares que tienen que visitar antes de morir.

Para que tengan una idea de las dimensiones de esta ciudad, en dirección norte- sur tiene una longitud de casi 1 km y unos 700 y algo de metros en el otro sentido. Dentro de la muralla que rodea todo el lugar, nos encontramos con una sucesión de edificios muy ornamentados y muy bien mantenidos a tal punto que todos los detalles de los techos parecían recién pintados.



La procesión humana caminaba empujándose por el centro del complejo hacia el norte. Lo más curioso de todo era que si nos alejábamos un par de metros hacia los costados estaba casi vacío!!! De modo que fuimos recorriendo el lugar, caminando tranquilamente por fuera de la línea central. De esta forma pudimos disfrutar de los edificios, los patios, los techos recargados de detalles, las esculturas y todos los recovecos de esta fascinante "ciudad". Así que mi recomendación es que hagan lo mismo si quieren disfrutar del paseo y sacar fotos con pocos chinos (sin chinos creo que es imposible porque asomaban hasta por debajo de las baldosas).

Por el centro

Por el costado

Sin siquiera haberlo esperado nos encontramos con una de las figuras más icónica de la cultura china: los perros de Fu o leones de Buda. Esas esculturas de animales de raza incierta se suelen encontrar en parejas en los umbrales de templos y palacios a los cuales protegen. Es fácil identificar cual es el macho y cual la hembra: él tiene una esfera bajo su pata -una pelota según el pensamiento sesgado por el fútbol de Seba-, y ella una cría. 

Un perro-león machito

Un interesante momento fue cuando llegamos al Hall of Supreme Harmony donde está el trono del emperador. Si bien no se podía visitar el interior del edificio, si se podía ver el trono desde la entrada. Movida por la curiosidad intenté acercarme a mirar, pero mi escasa altura y la falta de ganas de salir lesionada en el primer día de vacaciones me hicieron desistir. Sin embargo no fue en vano el desvío, ya que ver a los chinos empujándose y golpeándose (incluidas algunas piñas) en el afán de llegar a la abertura para sacar una foto fue un espectáculo en sí mismo. Una muestra más de la falta de respeto hacia el prójimo.

Horda de turistas

Durante la recorrida no faltó tiempo para descansar. En un sector encontramos varios bancos, donde la gente aprovechaba para recuperar energías comiendo unos snacks. Nos unimos a ellos y degustamos una de las riquísimas barras de semillas que habíamos llevado -siempre hay que tener provisiones en las mochilas- mientras veíamos la gente pasar. Tengo que reconocer que los chinos son totalmente desprejuiciados en lo que respecta al aspecto físico y su vestimenta. En China todo vale! Pelo rojo, violeta, verde o del color que quieran. Toda prenda de vestir y todo color se puede combinar. Pollera con zapatillas de correr? Si! Jogging rosa aterciopelado con zapatos con taco? Si! Camiseta musculosa de algodón, pantalón de vestir y zapatillas? Si! Las combinaciones son infinitas, el único límite es la imaginación del usuario.

Pink panther style

No todos los recintos están incluidos en la entrada general y su ingreso requiere sacar otro ticket adicional. Decidimos limitarnos a ver lo que habíamos pagado que ya era bastante. Luego de recorrer una sucesión de halls llegamos a una parte muy bonita: Imperial Garden. Era nuestro primer contacto con un jardín chino en vivo y en directo; esperábamos ver muchos más cuando visitásemos Suzhou un par de semanas después. La combinación de caminitos, arbustos, cipreses, pasto y grandes piedras ornamentales creaban un ambiente muy armónico, agradable y sobretodo refrescante en los sectores con sombra.

Los jardines del palacio

No puedo dejar mencionar como parte del paseo la visita al baño! Luego de haber escuchado varios comentarios y haber visto videos de viajeros en Internet antes del viaje, el tema de los sanitarios me tenía un poco preocupada. El mayor miedo era encontrar con una gran habitación con una canaleta en el suelo sin ningún tipo de separación… La experiencia comenzó con una fila de más de una docena de mujeres, que sobresalía un par de metros de la puerta de ingreso –ninguna novedad, algo esperable en cualquier baño de mujer de cualquier parte del mundo-. Al traspasar la puerta pude comprobar que había cubículos con puertas como cualquier baño. Alivio! De no haber estado atenta y dispuesta a poner el cuerpo para respetar mi lugar en la fila se me hubiesen colado varias chinitas que tenía detrás. Literalmente tuve que abalanzarme hacia el baño y casi golpear a la que tenía detrás para que no se colara. En menos de 24 hs ya había descubierto las reglas de juego locales… a lo rugbier hice respetar mi lugar y gané el acceso a la letrina! Salvo en los aeropuertos, la mayoría de los lugares son “squat toilets” cuyo nombre hace referencia la posición “squat” o de cuclillas. No sé si por era por el tipo de artefacto sanitario, pero el olor a orina era tan intenso (tanto en este baño como en otro del mismo estilo) que a pesar de estar acostumbrada a olores desagradables cuando trabajaba en el hospital salí con nauseas…


Habiendo visto infinidad de edificios con llamativos techos ornamentados, esculturas y jardines, sacado fotos, descansando, comido, y vivido la primera “experiencia sanitario”, dimos por terminada la visita a Ciudad Prohibida. El camino nos fue llevando hacia la puerta norte donde estaba la salida. Ni bien traspasamos el dintel nos encontramos con una nube de humo que emanaba de los fumadores que habían contenido sus deseos de encender un cigarrillo desde el momento en que habían ingresado a Forbidden City. Dejando atrás a los adictos al tabaco nos encontramos con los choferes de tuk-tuk con sus carteles que decían “hutongs”. Entre un poco de indiferencia, algunos “no” y varios “pu” (una de las pocas palabras de chino básico que aprendimos) los esquivamos sin problemas. Por lo que habíamos leído hay que tener cuidado con estos individuos salvo que quieran ser víctimas de algún timo.

sábado, 16 de julio de 2016

La primera cena china!!!

By Sole

Volvamos al viaje del aeropuerto a la ciudad... Habíamos tomado el tren que salía del aeropuerto hasta Dongzhimen, donde tomamos la línea 2 de metro y posteriormente hicimos combinación con la  4 y bajamos en la estación Xisi. Puede sonar algo complicado pero al estar todo muy bien señalizado en inglés no presenta grandes dificultades.

Siguiendo las instrucciones que nos habían mandado por mail desde el hostel, giramos a la izquierda y fuimos caminando por una avenida hasta encontrar la entrada a nuestro hutong, uno de los típicos callejones de la zona más antigua de la ciudad. Era una especie de calle sin vereda, algo estrecha con algunos locales y más que nada puertas que conducían a pasillos o patios, que nos recordaron a las viejas casas chorizo y a los conventillos de Buenos Aires. Caminamos entre personas que paseaba sus perros –incluido un pequinés rengo- y otras que parecían volver de trabajar, haciéndonos a un lado cada vez que escuchábamos el timbre de las bicicletas, los bocinazos de las motos eléctricas y de algún que otro auto que apenas pasaba por el diminuto espacio. Nos llamó la atención la cantidad de bicicletas destartaladas, varias sin ruedas, que estaban atadas con cadenas a ganchos del suelo; ya descubriríamos el misterio... 

Bicis amarradas al piso

Identificamos la higuera que nos habían marcado como punto de referencia, y unos cuantos metros más adelante la inconfundible puerta roja del Chinese Box Courtyard. Al elegir alojamiento nos encontramos con dos grandes opciones: grandes hoteles (como los de las reconocidas cadenas) o pequeños hoteles/ hostels emplazados en los hutones. Optamos por esta última opción más que nada porque nos pareció más atractiva y con un estilo más tradicional. Sin duda, fue una excelente decisión.

Hicimos el check-in, y respiramos aliviados al comprobar que los pasajes de tren que habíamos comprado por Internet a través de www.travelchinaguide.com estaban ahí. Tras pasar por un par de patios, llegamos a nuestra habitación con baño privado. Llamaba particularmente la atención la cama, que consistía en un colchón sobre una gran tarima de material contra una pared.

Cama chinese style

A pesar de que apenas habían pasado las 18 hs, daba la impresión de ser más tarde por lo temprano que había anochecido. Antes de ir a cenar caminamos un par de cuadras por la avenida entrando en una verdulería que tenía varias frutas que nunca habíamos visto y en un minisuper al estilo "7-eleven" donde nos aprovisionamos de agua.

Cansados, y con algo de hambre decidimos ir a cenar a un restaurante que nos habían recomendado en el hostel. El nombre se los debo ya que sólo estaba en caracteres chinos al igual que la carta… cosa que no es de extrañar ya que no estábamos en una zona turística y más del 90% de los comensales eran locales. Qué necesidad había de tener una carta en inglés? Si extrapolamos la situación a un restaurante de barrio de Buenos Aires, lo más probable es que sólo tengan carta en castellano. El problema no fue tan grave, porque el menú estaba ilustrado con fotos de los platos.

El restaurante

Empezamos a pasar las páginas tomando como referencia las fotos y los precios; sabíamos que los animales raros, incluido perro, costaban caros. De esta manera quedaron descartados primero los platos más costosos, quedándonos básicamente algunos salteados de carnes, pastas y arroz. El siguiente paso fue identificar alguna palabra, guiándonos con el diccionario de chino mandarín y un par de hojas de la Lonely Planet donde estaba el vocabulario de comida en caracteres chinos, pinyin (transcripción de la fonética china en alfabeto latino) e inglés. Había que chequear que los platos más económicos no vinieran con carne de rata (la gran leyenda urbana de los restaurantes chinos que no sé si alguien pudo comprobar). Tras todo este análisis, finalmente seleccionamos dos platos: un salteado de carne de cerdo y unos fideos.

Racinguista estudiando el menú

Vino la camarera y al ver que no nos íbamos a entender en chino, trajo a otra para que se hiciera cargo del problema. Cuando le señalamos lo que queríamos comer nos tiró abajo toda la idea. Al señalarle el salteado, en un inglés muy rudimentario nos dijo “hot” mientras marcaba con el dedo unos trocitos de vegetales rojos de la foto… entendimos, era picante y tenía chile. Y no sé porque razón el plato de fideos no estaba disponible.

Ok, tachemos todos los salteados con “cositas rojas” y volvamos a la búsqueda. Terminamos con un salteado de cerdo con algo que parecía de origen vegetal pero que no logramos identificar en ese momento (después descubrimos que era bambú), arroz blanco, y unos fideos que venían con zanahoria, pepino y apio cortado en juliana, porotos de soja y un concentrado de carne (parecía como un caldo de carne apenas disuelto).

Vamos con este que no tiene nada rojo...

El siguiente problema fue comer los fideos con los palitos!!! Por favor, la próxima vez que coman tallarines intenten comerlos con palitos chinos y van a comprobar lo difícil que es!!! Una vez que lograba engancharlos, si tiraba débilmente el fideo no se movía y se me terminaban deslizando del palito. Si tiraba con ganas me salpicaba y me quedaban los fideos colgando. Mirando a otros comensales descubrimos que la segunda opción era la correcta, y que había que tirar para desengancharlos de la maraña de pasta, y luego ir succionando poco a poco -no era muy estético pero parecía ser lo más efectivo-. Tardamos tanto comiendo con nuestra paupérrima técnica que llegamos a experimentar saciedad, algo difícil de lograr cuando se come en la forma habitual con tenedor. No puedo negar que fue una cena entretenida!!!

Por dónde empiezo???

Satisfechos, regresamos a nuestro callejón. La gente aún seguía dando vueltas y paseando a sus perros; el lugar tenía más vida y parecía más seguro de lo que había imaginado tras verlo por primera vez. Creo que el mayor peligro era que nos pasara por encima una moto o un Mercedes Benz.

A las 21 hs ya estábamos en la cama. Más allá del cansancio del viaje, al día siguiente queríamos madrugar para llegar temprano a Forbidden City, nuestra primera atracción turística de China!

viernes, 8 de julio de 2016

Descubriendo la potencia mundial del siglo XXI

By Seba

¿Cómo se habrá sentido Marco Polo, el mercader veneciano, cuando llegó a China hace 700 años? ¿Cuales habrán sido sus impresiones, siendo uno de los primeros europeos en recorrer la Ruta de la Seda llegando al Lejano Oriente?
Si en pleno 2015 -siendo China el país más poblado con el segundo PBI del mundo-  sigue resultando un enorme choque cultural, no queremos imaginarnos lo que habrá sido para Marco Polo llegar en la Edad Media a una tierra tan grande, con una cultura tan antigua, con unas formas de comunicarse muy difíciles de comprender y aprender, y con costumbres tan particulares.

Arroz y montañas, postales de China

Lo primero que se nota al llegar a China, es que está llena de chinos. Parece obvio, pero hay que tomar literalmente el significado de “llena”: hay chinos en todos los rincones, es difícil sacar una foto y que no se te cruce uno. Desde tiempos inmemoriales los chinos piensan que son el centro del mundo, y en parte puede ser que tengan razón. Esto los lleva a vivir en una especie de gran isla, con una cultura que no se “contaminó” de la influencia extranjera, y que los vuelve muy singulares. Esa singularidad se plasma en cada elemento de la vida cotidiana, se empieza a sentir ni bien llegado al aeropuerto y se vive en cada momento, al punto que luego de unos días puede llegar a ser agobiante y cansador.

Muchos chinos

Desde el prejuicio que cualquier occidental puede tener antes de viajar, asumimos que la moderna economía capitalista china le abría las puertas al turismo global y ponía a su disposición a grandes masas de chinitos muy trabajadores moldeados y amansados por años de dictadura comunista. Nada más alejado de la realidad.

Y no lo digo porque el régimen de Mao Zhedong no haya sido una dictadura nefasta*, sino porque nos encontramos con un país donde el turismo florece, pero impulsado fundamentalmente por el turismo interno: en las grandes atracciones, como la Ciudad Prohibida o los Guerreros de Terracota, no menos del 95% de los turistas son chinos en masa arrasando con todo cual langostas.

El común del ciudadano chino suele ser bastante tranquilo e incluso amable, tal vez un poco parco o tímido, seguramente intimidado por seres de ojos redonditos. Es usualmente sencillo, tanto en sus formas de vestir, como en sus comidas y gustos. No podríamos llamarlo irrespetuoso, a pesar que se la pase gargajeando y tirándose pedos en público sin el menor pudor. 

El verdadero problema viene con el chino turista, aquel que sigue estoicamente al guía del tour, no pierde de vista el paraguas o la banderita que lo identifica y avanza por sobre todo lo que se interpone entre él y la atracción turística, sacando innumerable cantidad de fotos a las cosas más ridículas, esforzándose por vestir la campera y el gorro del color más feo que pueda existir, arruinando paisajes magníficos. El turista chino sólo sabe viajar en grupo, y sólo le importan las atracciones (si no son auténticas, o han sido restauradas sin respetar la estructura original, o tienen luces de neón, tanto mejor). No le vengan con el off the beaten track, porque no quiere conocer una galería de arte secreta, sólo quiere la torre Eiffel o el equivalente del lugar, y sacarse la foto haciendo la V de la victoria (todos los chinos turistas son K).


Turismo langosta

Al viajar por China hay un montón de cuestiones grandes o pequeñas que irritan en el momento pero terminan siendo anecdóticas vistas en perspectiva, desde la polución hasta las motos circulando por las veredas, pasando por los megáfonos de los vendedores. Hay otras que terminan siendo risueñas, como su obsesión por la piel blanca que se evidencia en el uso de paraguas cuando hay sol, o el hábito que los nenes no usen pañales y tengan un tajo en el pantalón para hacer pis y caca.

Pero China también tiene muchos niños muy simpáticos con los que el lenguaje universal del picabú funciona perfectamente; tiene ancianos que se reúnen en los parques a hacer tai chí o a jugar a las cartas y al bádminton; tiene una gastronomía variada y sabrosa si se evita comer caninos, ofidios o insectos; tiene templos tranquilos y murallas infranqueables; tiene paisajes salidos de una película fantástica. En definitiva, tiene todas las cosas con las que se encontró Marco Polo hace 700 años…

Niño feliz en Xi'an

Lo que Marco Polo no llegó a ver es a una población gigante metida de lleno en el mercado de consumo; complejos de enormes edificios que proliferan a cada día en todos los rincones del país; una infraestructura de transporte aéreo y ferroviario que cualquier país de Europa envidiaría, y un potencial económico que hace pensar que al final de la Ruta de la Seda hay un imperio que va a imponer las reglas de las próximas décadas.

Tren de alta velocidad

*No es la idea del blog discutir sobre razones políticas, pero un gobierno que no fue elegido democráticamente, que limita las libertades individuales y el acceso a la información, que prohíbe toda clase de oposición, y que destruyó el patrimonio histórico en aras de la auto proclamada “revolución cultural”, solo merece el calificativo de dictadura nefasta, más allá de cualquier logro social o económico que se pretenda adjudicar y que no justifica lo anterior.

Culto a Mao

sábado, 2 de julio de 2016

El largo viaje a China

By Sole

10 de Octubre 2015

Estábamos a horas de comenzar una nueva aventura!!! China nos esperaba!!!

Tras un check in bastante caótico y poco efectivo de American Airlines en Ezeiza, apenas estuvimos media hora esperando para abordar. Tal vez suene raro que hayamos optado por esa aerolínea para llegar a Asia, pero la diferencia de precio era importante respecto a las de primer nivel de medio oriente, sin grandes diferencias en tiempo total de viaje. Viendo el viaje en retrospectiva concluyo que resignamos calidad por precio.

Siendo este mi primer vuelo hacia los Estados Unidos de los últimos 15 años, me sorprendió la revisión del equipaje de mano previo a ingresar al avión. Parece que con el control de seguridad con scanner del aeropuerto no es suficiente… No estarán un poco paranoicos? Cada uno sabrá porque hace las cosas.

Tuvimos un vuelo tranquilo, aunque un poco tedioso ya que con el objetivo de adaptarnos al horario de China intentamos dormir lo mínimo posible de Buenos Aires a Dallas, para hacerlo posteriormente en el vuelo de Dallas a Beijing. Durante las 11 horas que duró el primer tramo nos “agasajaron” con pollo con vegetales, ensalada y un postre super elaborado: 1 bon o bon. Se esmeraron aún más en el desayuno con los 5 trocitos de fruta, una mini medialuna maltrecha y un café con leche al estilo americano. Todo con la amabilidad y delicadeza de las azafatas que me recordaron a las camareras ruteras de películas yankees.

A las 4:55 aterrizamos en Dallas Forthworth. Como aún era temprano y los empleados de inmigraciones no habían comenzado a trabajar tuvimos que permanecer un rato en el avión. No les puedo decir las ganas que tenía de bajar de ahí y estirar un poco las piernas! Respondiendo a mi petición de estar parada, Estados Unidos nos recibió con unos 40 minutos de fila para sellarnos el pasaporte y permitirnos el ingreso al país.

Dallas Forthworth Airport

Teníamos más de 4 horas por delante en el aeropuerto, tiempo que fue más que suficiente para conectarnos a Internet con el wifi gratuito del lugar (era nuestra última oportunidad de chequear el e-mail de Gmail, Instagram y Facebook antes de que las restricciones chinas nos lo impidieran), tomar un cappuccino en Starbucks (ya un clásico de nuestras esperas en los aeropuertos) con un muffin, recorrer todos los locales del sector incluyendo una librería (una de mis debilidades) y comprar un par de almohadillas cervicales con el objetivo de hacer un poco más ameno el siguiente vuelo. No habíamos llegado a destino y ya estábamos comprando cosas!



Con algo de retraso –sin explicación por parte de American- iniciamos el último tramo del viaje con un tiempo estimado de vuelo de 13:07 hs… con esto íbamos a cumplir 24 hs de vuelo. Creo que es el viaje más largo que hemos hecho hasta el momento. El pasajes estaba conformado por un mix de norteamericanos de más de 40 años y orientales, que en algunos casos parecía ser su primer vuelo –uno intentó abrir en medio del viaje una de las puertas de emergencias para tirar el vaso que tenía en la mano-.

On time???

El vuelo se hizo bastaste largo… dormimos un rato, miramos pelis, y comimos. El único buen recuerdo que tengo de la comida de los 2 vuelos es un helado sabor caramel (una especie de dulce de leche) que nos dieron como snack durante la tarde o noche o el momento que fuese. Luego de tantas horas y atravesar tantos husos horarios estábamos totalmente desorientados. 

Beijing desde el aire

A las 14:15 hs aterrizamos en Beijing en un estado era deplorable: cansados, con algo de sueño y con la misma ropa desde hacía más de 36 hs! Cero glamour! Al poner un pie en el aeropuerto ya tuvimos la impresión de que los chinos hacen las cosas a lo grande, o al menos los aeropuertos. No estábamos tan errados, tras una ampliación en 2008 con motivo de la organización de los Juegos Olímpicos se convirtió en el aeropuerto más grande del mundo con alrededor de 1.000.000 de metros cuadrados. Caminamos, caminamos y caminamos innumerable cantidad de metros por grandes halls luminosos con un estilo muy moderno, terminando en migraciones. Ahí tuvimos la segunda impresión: la no regla es la regla en China.

Al final del camino nos encontramos con una gran embudo humano sin ningún tipo de organización. Mientras tratábamos de ver como salíamos de ahí descubrimos que teníamos que llenar un formulario para ingresar al país. Gracias American por entregarnos los papelitos para llenarlos durante el viaje (o al menos avisarnos que teníamos que buscarlos cuando bajáramos del avión)! De manera errática fuimos avanzando y concluimos en una gruesa y caótica fila que llevaba a las ventanillas donde estaban los empleados de migraciones. 

Y la fila??? Dónde está la fila???

Poco más de una hora después de haber bajado del avión estábamos oficialmente en China! Pero no fuera del aeropuerto… aún faltaba retirar la valija, cambiar algo de dinero, tomar un trencito interno y buscar la estación del “Beijing Airport Express”. Justo habíamos coincidido con un vuelo procedente de Korea… no hace falta describir los golpes que recibimos cuando el grupo de turistas se aglutinaba tras una señal del líder. Acataban al pie de la letra el “Follow the leader”.

Sin dificultad encontramos la salida que nos llevó hacia el sector donde estaba la boletería y las máquinas expendedoras de tickets de la terminal 3. Pagamos los 25 Yn correspondientes a cada pasaje y en menos de 5 minutos subimos a un moderno tren con pantallas planas en las que se transmitía un desfile militar. Nos acomodamos con las valijas, tratando de obstaculizar lo mínimo posible el pasillo ya que no había un lugar específico para el equipaje pese a ser el tren que iba y venía del aeropuerto.

El primer trayecto de viaje no tuvo gran atractivo, ya que discurría entre la terminal 3 y la 2 del aeropuerto, donde subieron más pasajeros. Ya en el exterior, nos encontramos con grandes espacios descampados intercalados entre complejos de edificios –imagen que ya habíamos visto desde el aire antes de aterrizar-. Otra de las cosas que nos llamó la atención fue ver la cantidad de autos de alta gama que transitaban por una autopista que corría paralela a las vías del tren.

Parte de la gente bajó en la siguiente parada, y todo el resto en la cuarta y última: Dongzhimen. Siguiendo los carteles llegamos hacia la línea 2 del metro. Está de más decir que ya teníamos super estudiado todo el recorrido hacia el hotel y sabíamos todas las conexiones que teníamos que hacer y en que estación teníamos que bajar.

El sistema de metro de Beijing está bastante extendido – durante nuestra estadía nos permitió llegar a todos los destinos- y podría compararse al de cualquier país del primer mundo. Las estaciones cuentan con una boletería y varias máquinas expendedoras de pasajes con la opción de utilizarla en inglés, y aceptan monedas y billetes. Ya desde el primer momento no tuvimos problemas para usarlas, y de hecho nos resultaron muy prácticas. El costo del pasaje variaba dependiendo la distancia a recorrer. Por ejemplo, en esta oportunidad nos costó 4 Yn por persona.

Antes de llegar al andén pasamos por un control de seguridad que incluyó el scaneado de las mochilas y valijas al estilo aeropuerto. Ni bien llegamos venía el subte de la línea 2, una de las 2 circulares que interconectan con el resto de las líneas. Ni bien entramos al vagón ya comenzamos a conocer a los chinitos con sus peculiaridades. En esos pocos minutos pudimos observar que nivel de uso de celulares era realmente impresionante! Casi todos en el vagón parecían absortos mirando los grandes equipos que llevaban en sus manos. Y lo otro que me sorprendió, y casi me deja sorda, es el volumen de voz cuando atienden el teléfono o cuando hablan entre ellos. Parece que siempre están peleando a los gritos!

La primera impresión fue bastante diferente de la imagen que tenía pre-formada en mi cabeza sobre los chinos antes de comenzar a organizar el viaje. Pensaba que por haber vivido tanto tiempo bajo un régimen comunista eran un pueblo ordenado, silencioso y sin tanta tecnología... una idea que no podía estar más alejada de la realidad.