sábado, 21 de noviembre de 2015

Comencemos recorriendo el lado asiático de Estambul!

By Sole

Diciembre 2014

Otra vez en suelo asiático! Lejos de ser un destino exótico como los previos nos dirigimos a la populosa y últimamente de moda Estambul.

Las primeras 48 horas del viaje fueron una gran experiencia, al menos para mí! Seba tenía que trabajar y yo iba a estar recorriendo por primera vez sola una ciudad extranjera! Mi objetivo era conocer la zona menos turística de la ciudad valiéndome de un mapa (con los que suelo tener algunos problemitas), mis piernas y la cámara de fotos.

El 10 de diciembre amaneció como un típico y desapacible día otoñal, nublado, frío y con una llovizna fina y persistente; en pocas palabras mi anti-día ideal! A pesar de esto me puse la campera, bufanda, gorro, guantes y acompañada del paraguas salí a recorrer los alrededores del hotel.

Inmediatamente pude comprobar que no estaba en un lugar turístico. La gente, en su mayoría hombres, se agolpaba en las paradas de colectivo -seguramente rumbo al trabajo-. Si bien la mayoría de las mujeres con las que me crucé llevaban vestimentas occidentales, muchas tenían la cabeza cubierta por pañuelos motivado más por la religión que por la condición climática adversa.

Caminé un rato por una avenida con varios negocios, que aún estaban cerrados, y cuyas marquesinas tenían carteles en turco. Me llamó la atención la falta de carteles en inglés que eran habituales en todos los países que habíamos visitado en otras oportunidades; después recordé que no estaba en una zona turística y no había razón para que estuvieran en un idioma distinto al local.

Ni bien abrió el shopping entré para resguardarme de la lluvia y el frío; el Capitol Shopping Centre era la gran atracción de la zona. En todas las puertas de acceso había arcos detectores de metales y un empleado de seguridad que revisaba carteras y mochilas. Resultó un centro comercial como cualquier otro, con un patio de comidas y negocios de distintas marcas incluida una tienda departamental multi-marca. Aproveché que estaba sola para recorrer todos los negocios que tuve ganas e invirtiendo para esto todo el tiempo necesario (sin tener un hombre atrás quejándose!).


Capitol Shopping Centre

Hice una primera parada en el patio de comidas para tomar algo calentito. Esperaba encontrarme con el típico “café turco”, pero para mi sorpresa lo más popular era el té!!! Pasé de largo el Starbucks que ofrecía lo mismo que en cualquier país y fui por mi té. Pedí un “tea” –la única opción para comunicarme era el inglés-. El empleado me miró como si le hubiese pedido vaya a saber qué cosa, volví a repetir mi pedido y el gesto fue el mismo. No quedó otra opción que recurrir al dedo y señalar una foto a lo que el hombre contestó “çay”, que se pronunciaba “chai” como en la India... Siguiendo con el dedito, hice el gesto de “uno” y le señalé una masita que se llamaba “fistikli kurabiye”. Cargó el gasto en la registradora y me señaló el precio.

Feliz con mi té y mi galletita de pistacho (por la consistencia y cómo se desgranaba parecía tener más manteca que harina) me senté. Mientras degustaba mi masita me dispuse a escribir y a planificar la tarde: no podía quedarme todo el día metida en un shopping!

Té y galletita de pistacho

Cuando me quise dar cuenta se hizo el horario del almuerzo y poco a poco el patio de comida se fue llenando. Por un lados estaban los que optaban por los menúes de las tradicionales cadenas de comida rápida (Mc Donald’s, Burger King, KFC) cuyos combos en muchos casos en lugar de salir con gaseosas eran acompañados por Ayran –el clásico yogurt turco-. También había varios fast food locales que ofrecían albóndigas de carne de vaca y cordero en sus más diversas formas, o trozos de pollo con pan “pide”, tomates y pimientos asados, wraps de pollo o vaca con papas fritas, lehmeyun –como las empanadas armenias-, y ensaladas. Había opciones para todos los gustos!

Di una vuelta más y ante las pocas opciones para almorzar que había visto en los alrededores del shopping una vez más me dirigí al patio de comidas, más precisamente al local de Köfteci Ramiz, toda una experiencia culinaria que ya les contaré!

Curiosidad: mientras almorzaba encontré uno de los trabajos más inútiles del mundo! En el patio de comida había una pobre chica cuya tarea era caminar en círculos arrastrando un carrito con aderezos!!!

Antes de abandonar el centro comercial no aguanté la tentación de visitar el supermercado. Más allá de los productos Premium –esperable por estar dentro de un shopping- me llamó la atención los grandes paquetes de 1kg de té en hebras!!! De haber estado en Argentina los hubiese confundido con paquetes de yerba. Casualidad o no, los productos de higiene femenina estaban junto a las ollas y sartenes… no sé si estarían recordándoles a las mujeres cuál era su lugar dentro de la casa…

A la tarde la lluvia amainó y se hizo intermitente lo que me animó a alejarme un poco más del hotel y caminar hacia Üsküdar, uno de los dos barrios más conocidos del lado asiático.

Con el recorrido del mapa en la cabeza fui siguiendo la avenida Kisiklic que estaba puente peatonal de por medio del hotel. Los nombres de las calles como era de esperar eran impronunciables!!! Sabía que si seguía derecho en algún momento me iba a chocar con el Bósforo, así que le di derecho unas 30 cuadras.

Las primeras cuadras no tenían nada en particular, algunos bancos y ferreterías, un par de restaurantes –bastante aislados-, y una que otra verdulería que vendía unos repollos inmensos!!! Luego de pasar junto al cementerio armenio la calle cambiaba de nombre y se estrechaba. Me dio la sensación de que estaba ingresando en una zona más urbana y pintoresca. A ambos lados había una sucesión de edificios de entre 3 y 5 pisos, muchos con sus mini-antenas parabólicas para ver TV y ropa colgada. Si bien no tenían el glamour de las grandes urbes europeas tenía su encanto. Intercalados con las entradas y pequeños callejones había un par de panaderías con un aroma exquisito, pequeños locales de comida, mezquitas y un par de bares precarios donde los hombres jugaban a las cartas y al dominó. A falta de palomas, los cuervos negros y los gatos parecían haberse apoderado del lugar.

En búsqueda del Bósforo

Fue una caminata muy interesante en la que pude observar como pasaban los habitantes del lugar una tarde de otoño. Tal vez por el horario o la inclemencia del tiempo eran pocos los que se atrevían a salir; de hecho fue un recorrido bastante solitario hasta que la calle tomó una pendiente descendente y el sobrevuelo de las gaviotas me indicó que me estaba acercando a destino.

Terminé desembocando en una callejuela adoquinada peatonal llena de gente, incluidos vendedores de vegetales que exponían sus productos en puestos improvisados hechos con dos caballetes y una tabla. Unos metros más adelantes varios negocios de ropa, electrónicos y chucherías, y el ingreso al mercado de Üsküdar.

Mercado de Üsküdar

Aunque era más pequeño de lo que lo imaginaba, tenía todo lo que un mercado debe tener! Un par de pescaderías, carnicerías, verdulerías, panaderías y puestos que incluían entre sus productos tés, especias, legumbres, frutas secas, confituras y halva –un postre de sémola con consistencia de Mantecol® tradicional de la región de sémola -.

Pescadería en el mercado

Tras atravesar la feria llegué a la calle que corre paralela a la costa –ni siquiera puedo escribir el nombre con el teclado de la compu porque me faltan algunas letras- donde había bastantes autos circulando. Es terrible como manejan los turcos!!! Es frecuente encontrar autos estacionados en las ochavas, verlos realizar maniobras de lo más creativas con una falta de respeto total hacia el peatón. Esta calle que me disponía a cruzar era bastante importante y la autoridades había tenido el recaudo de colocar un par de semáforos para facilitar el cruce peatonal.

Finalmente llegué al Bósforo!!! A pesar de la bruma el paisaje era increíble!!!! A lo lejos se veía el Bosforo Bridge, y enfrente toda la costa del lado europeo, donde se distinguía entre las construcciones al imponente Dolmabahçe Palace. Ahí estaba la Estambul que todos tenemos en el inconsciente luego de haberla visto en tantas oportunidades a través de fotos de amigos, revistas y guías de viaje (y en el momento en que estoy escribiendo esto, a través de imágenes de la novela “Las mil y una noches”).

Bósforo y lado asiático de Estambul

Junto a la costa había un par de perros callejeros con chips con números en las orejas; esto último me llamó mucho la atención… investigando descubrí que la municipalidad de Estambul hace un seguimiento de estos animales y mediante esos chips puede saber el estado de vacunación, tratamientos recibidos, y zona en que se mueven. Es una forma de proteger a los cánidos y a las personas que circulan por la calle y están en contacto con ellos.

Además de los perros había un grupo de intrépidos pescadores que a pesar de la garúa habían salido con sus cañas y señuelos a probar suerte. Algunos tenían recipientes con agua en los que nadaban unos peces del tamaño de una sardina. Junto con los botes y ferris que surcaban las aguas creaban una imagen de lo más pintoresca.

Pintoresca Estambul
En las inmediaciones estaba la estación de subte, ATM de infinidad de bancos y el puerto de Üsküdar desde donde parten los ferris –una opción más de transporte para locales y turistas- hacia varios puertos vecinos. No faltaban como en cualquier “zona de estación” los puestos de comida callejera, en este caso de “simits” especie de bagels con semillas de sésamo, panes en general y sándwiches.


Bollerías!

Para evitar perderme volví sobre mis pasos y tomé una vez más la avenida que terminaba en el hotel.

jueves, 12 de noviembre de 2015

Las múltiples caras de Estambul

By Sole

Estambul, con un pie en Asia y otro en Europa, es una ciudad difícil de definir. En ella conviven las tradiciones talladas durante miles de años con la vertiginosa influencia del mundo globalizado. En menos de una hora podemos pasar por los más diversos escenarios desde un shopping mall con locales de costosísimas marcas europeas y americanas a un bazar de especias y tés donde el regateo es la regla. Esta diversidad la hace tan atractiva que sería un pecado no perderse un par de días caminando por sus calles y descubriendo esta mezcla de pasado, presente y un futuro por definir.

Nosotros iniciamos nuestro viaje por el lado asiático. Lejos de las recomendaciones de amigos, lecturas de libros o artículos de turismo o enamoramiento de fotos de paisajes que motivaron los viajes anteriores este destino fue casi fortuito. Cuando viajamos a Asia habíamos evaluado la posibilidad de viajar con Turkish Airlines y pasar un par de días en Estambul aprovechando la escala. Tras evaluar el costo de las distintas opciones de pasajes y el frío que suele hacer en febrero desistimos de esa opción. Había quedado ahí latente como un lugar que sabíamos que en algún momento íbamos a visitar.

En octubre surgió la posibilidad de que Seba tenga que viajar a Turquía por trabajo. Mis probabilidades eran menores porque estaba en un período de transición laboral… Los planetas se fueron alineando y finalmente el viaje se hizo realidad para todos. Seba iba a trabajar durante 48 horas en el lado asiático y después íbamos a tener 4 días para recorrer juntos la ciudad, partiendo desde el lado europeo.

Fue un viaje un tanto particular porque fue la primera vez que no viajamos juntos; en realidad viajamos en el mismo avión pero en diferente categoría, ya pueden imaginar quien lo hizo en “business” y quien en “económica”. Tuvimos una idea de cómo viajan los que tienen mucho dinero respecto a los que sólo tienen dinero para viajar. Creo que esto requiere una entrada especial por parte de Seba.

Así que poco a poco les iremos contando nuestra experiencia recorriendo las distintas caras de Estambul: su lado asiático y su lado europeo, su parte tradicional y su parte moderna, sus shoppings y sus bazares, sus puestos de comida callejera y sus restaurantes.


sábado, 7 de noviembre de 2015

El largo regreso: Windhoek - Johanneburg - San Pablo - Buenos Aires

By Sole

Lunes 20 de octubre

A las 5:30 hs sonó por anteúltima vez “Hangover”; antes de las 6:00 ya estábamos en el transfer yendo al aeropuerto. Despachamos la valija y nos fuimos a la zona de embarque. Apenas habíamos recorrido un par de negocios y tomado unos sorbos del café que auspiciaba de desayuno cuando nos llamaron para embarcar –unos 30 minutos antes del horario que figuraba en el pasaje y 60 del horario de salida. Café en mano caminamos por la pista hacia el avión por un “camino” delimitado por empleados del aeropuerto. Seba tiene la teoría de que embarcamos tan temprano porque 10 minutos después de nuestro vuelo salía uno hacia Cape y necesitaban la misma puerta y el mismo “cordón humano” para direccionar a los pasajeros del otro vuelo.

Esta vez el avión era más grande, pero apenas estaban la mitad de las plazas ocupadas. Fue un vuelo tranquilo y puntual; a las 10:00 hs ya estábamos en Jo’burg. Rápidamente encontramos al chofer con un cartel con mi nombre en la mano y fuimos hacia nuestro alojamiento “Outlook Guesthouse” en Benoni, un barrio cerrado en las inmediaciones del aeropuerto, en las afueras de la ciudad.

Estábamos advertidos de que Johannesburgo es una de las ciudades más peligrosas del mundo y que siempre debíamos movernos en taxi. Aún así nos llamó la atención el nivel de medidas de seguridad en el barrio. Para ingresar tuvimos que atravesar una barrera luego de que el chofer se diera a identificar con su huella digital; vigilando había un hombre con una itaca. En el camino hacia la casa nos cruzamos con un auto de la empresa de seguridad que daba vueltas, y notamos que las casas tenían rejas y paredones coronados con alambres de púa o electrificados.


Ni bien entramos en la guesthouse nos encontramos con un living con sillones y una gran mesa ratona, un bar y al costado un área como cuatro mesas con sus respectivas sillas. Enseguida vino a recibirnos Francois, nos informó que estaban terminando de prepara nuestra habitación y quiso saber cuáles nuestros planes para el resto del día y la cena. Teníamos dos opciones: ir al museo del Apartheid o al shopping. La decisión fue fácil cuando nos informó que sólo el transfer para ir al museo costada 800 R ya que había que atravesar toda la ciudad. Optamos por el shopping ubicado a unos 15 minutos.




Cuando entramos a la habitación encontramos la encontramos muy moderna, a tal punto que tenía la ducha y bañera incorporadas en el mismo ambiente que la cama. Esta vez ni siquiera estaba la pared de vidrio que habíamos visto en los hoteles asiáticos. Estaba la cama, una pared que no llegaba al metro y medio de respaldar, y del otro lado una bañera, una ducha y una mesada con dos piletitas. Desde la ducha se podía ver la tele!!!

Cama con ducha de fondo

Luego de acomodarnos partimos con el chofer hacia el shopping! A las 13 hs llegamos al East Rand Mall. Entre los restaurantes de junk food optamos por el clásico de la región –presente tanto en Sudáfrica como Namibia: Wimpy. Seba fue por la hamburguesa de promoción –una bomba atómica con bacon y un huevo en su interior- acompañada de papas fritas, y yo por un wrap de pollo que chorreaba mayonesa y salsa chili dulce. Con eso tuvimos comida chatarra para cubrir la cuota anual.

La Big Deal Burger de Seba

El resto del tiempo recorrimos varios de los locales comprando un par de cosas con precios convenientes; la verdad pasó rapidísimo. Cuando nos quisimos dar cuenta eran las 4 de la tarde, hora en que nos teníamos que encontrar con Moses –parece que todos los choferes se llaman igual en la región-. En pocos minutos estábamos en el lodge donde pasamos el resto de la tarde leyendo, escribiendo y reacomodando las cosas en las valijas para el viaje.

A las 19:30 hs bajamos a cenar. Como aún faltaba para la comida nos sentamos en los sillones del living. Poco a poco fueron llegando otros turistas, algunos habían regresado del Kruger y otros partían hacia ahí el día siguiente. Descubrí ahí que el inglés de los australianos era aún más inentendible que el de los sudáfricanos!!! Intercambiamos un par de palabras con una pareja de honeymooners de ese país que recién habían llegado a Sudáfrica –directo desde la fiesta de casamiento- y que tenían programado Kruger, Victoria Falls, y safaris en Kenia y Tanzania. Costó pero algo les entendimos…

Momentos después estuvo lista la cena y nos acomodamos en las mesas. Fracois en persona se había encargado de la cocina! El plato consistía en una hamburguesa casera en pan con palta, tomate, cebolla salteada y queso brie; el sándwich era tan alto que ni siquiera entraba en la boca! Venía acompañado de ensalada griega y papas al horno. Una versión gourmet de un simple plato. De postre helado de vainilla con obleas. Con el estómago feliz nos fuimos a dormir!


Martes 21 de octubre

Ya estábamos tan acostumbrados a madrugar que nos despertamos antes de que sonara el despertador. El canto de los pájaros ayudó un poco al desvelo.
A las 7:00 hs bajamos a desayunar. Ya le habíamos avisado a Fracois que no queríamos huevos ni panceta; no queríamos que con gran entusiasmo preparara algo que no íbamos a comer. Esta vez nos sorprendió con un bol con granola y frutas, yogurt, queso untable y un par de rodajas de fiambres. A esto agregamos un café con leche y una rebanada de pan negro. Fue un gran desayuno!

Yummy!!!

Casi a las 8:00 hs partimos hacia el aeropuerto donde aprovechamos las 2 horas que teníamos antes del embarque para hacer las últimas compras. Sorprendentemente y a diferencias de otros aeropuertos los locales tenían precios accesibles y en algunos casos hasta menores que en la calle.

Cosas lindas!

Nuestro avión

El viaje en avión fue un poco particular por los personajes que teníamos alrededor. En medio de esa seguidilla de horas, cargadas de comida, películas y una terrible confusión de horario vimos una de las cosas más extrañas que habíamos presenciado en un viaje: un hombre durmiendo arrodillado en el piso apoyando su tronco, brazos y cabeza en el asiento… Hemos volado en avión pero nunca habíamos visto algo parecido; por la cara de uno de los miembros de la tripulación que pasó por ahí creo que él tampoco podía creerlo…

Intentamos no dormir durante el viaje para hacerlo cuando llegásemos a Buenos Aires; esto hizo que el vuelo se hiciera eterno!!! Ya no teníamos posición para estar, y los ojos estaban super cansados después de tantas horas de tele. Sólo recuerdo haber visto “The secret life of Walter Mitty”, una película de la que nunca había oído hablar pero que me resultó muy entretenida.

Cuando llegamos a San Pablo descendimos del avión; teníamos que hacer combinación con uno de Turkish (vuelo que provenía de Istanbul y terminaba en Buenos Aires con escala en Brasil). Tras salir con retraso y recibir un servicio mediocre por parte de esta última aerolínea llegamos a Buenos Aires a las 21:30 hs. Sólo atinamos a tomar un taxi a casa e irnos a dormir… Seba durmió pero yo fui una vez más víctima del Jet Lag… a las 3:30 AM estaba horneando pan en la cocina!

Ahora a preparar el siguiente viaje!!!!