sábado, 27 de enero de 2018

El trekking más esperado de las vacaciones: Tongariro Alpine Crossing!!!

By Sole

Martes 6 de Diciembre 2016

A las 5:45 ya estábamos levantados, listos para arrancar el día del trekking más esperado de todas las vacaciones. Ni bien puse los pies en el piso sentí la molestia de la rodilla: mala señal, se me vinieron todos los fantasmas a la cabeza. Me sentía como el protagonista de un libro de running que estuvo entrenando meses para correr la maratón de su vida y justo el día de la competencia se lesiona, pero aun así corre adolorido sin importar las consecuencias. Desde ya que la rodilla no me iba a detener; iba a caminar los 19.4 km como fuera.


Cómo nos preparamos para la aventura?

Desayunamos unos huevos revueltos con queso, tostadas y leche chocolatada, nos vendamos los dedos ampollados y zonas de roce de los pies, nos pusimos las 3 capas de ropa (remera Dri Fit, una 2° capa liviana pero con capacidad de contener el calor, y campera con algo de abrigo y cubierta windproof parcialmente impermeable), zapatillas de trekking con buena puntera, y buff en el cuello. Cargamos las mochilas con agua (la de los arroyos no se puede tomar por la presencia de minerales tóxicos y cenizas), sándwiches de queso, manzanas, frutos secos, guantes y gorros de abrigo, brújula, mapa, botiquín de montaña (gasas, vendas, cinta adhesiva y desinfectante) y botiquín general. Estábamos preparados para todo! Se pronosticaba un día parcialmente nublado con muy bajas chances de lluvia. Aún así, por las posibilidades de cambios bruscos de tiempo y la altura a la que llega la senda había que llevar ropa abrigada por más que no pareciera necesaria cuando salimos del hotel.


Hacia allá vamos!!!

A las 6:45 horas ya estábamos esperando ansiosamente al transfer. De a poco se fue formando un grupito, principalmente jóvenes de diferentes parte del mundo que no parecían llegar a los 30 años, y a las 7:00 horas ya estábamos todos en el bus.
El día estaba nublado, pero menos que la mañana anterior. Durante parte del trayecto el monte Ruapehu nos acompañó a la derecha del camino. Este es uno de los volcanes más activos de Nueva Zelanda que al tener varios picos (el más alto de 2797 metros) termina formando una gran mole de piedra sin la característica forma de volcán. Los dioses de la meteorología estaban de nuestro lado, y esa zona del horizonte estaba despejada, pudiendo observarlo en su totalidad sin las ya habituales cortinas de nubes. Gran manera de comenzar la aventura del día!!!

En 30 minutos llegamos al estacionamiento de Mangatepopo. Parecía ser horario pico! Buses, combis y autos no dejaban de llegar dejando a sus pasajeros. Antes de bajar del micro, el conductor nos entregó tarjetas con un número de contacto para avisar si no llegábamos a las 17 horas al otro extremo del sendero (se podía arreglar un pick up por $50, como alternativa a pasar la noche en la intemperie del parking), nos recomendó utilizar protector solar, no tomar agua de arroyos y lagos, y caminar con cuidado por el riesgo de lesiones de tobillos en la zonas de piedras sueltas; en caso de emergencias 111 (el 911 local).


La planificación ante todo

Cuando vamos a hacer un trekking de muchos kilómetros estimamos cuanto tiempo nos puede llevar recorrer cada parte del trayecto según las pendientes y dificultad del terreno, y de esa manera más o menos sabemos dónde vamos a hacer paradas más cortas de hidratación o más prolongadas para comer algo, y fundamentalmente sabemos si nos tenemos que apurar o no para no perder los transfers.
En este caso particular, al ser uno de los senderos más populares y por las características del lugar, grandes extensiones de terreno sin árboles que den algo de privacidad, también había que planificar donde hacer pis; fundamental tener en cuenta la ubicación de los baños!!! A saber… hay sanitarios en los parkings de la salida y la llegada, y en dos puntos del sendero a aproximadamente 1:30 horas de estos quedando un intermedio de 4 horas en los que hay que contener las ganas de hacer pipi…
Con toda esta información y la planificación de la caminata en mente, buscamos el inicio de la senda.

19,4 Km por delante!!!

A caminar!!!

A las 7:30 horas comenzamos a caminar bajo un cielo despejado que nos permitía tener una excelente vista del Ruapehu tal como lo habíamos visto desde el micro; mirar hacia el Monte Ngauruhoe que estaba justo delante se complicaba un poco más porque teníamos el enceguecedor sol de frente. “Estábamos caminando hacia el este” diría Seba.

Volcán Ruapehu

Monte Ngauruhoe

El primer sector del sendero era plano, con escasa vegetación esteparia. Un poco por la molestia en la rodilla y otro poco por la gran cantidad de gente (íbamos caminando en fila como si fuese una procesión), arrancamos a un ritmo algo menor de lo habitual. Algunos más apurados pasaban ansiosos por la derecha… tuvimos la sensación que se seguían las reglas de tránsito locales, como en el país se manejaba por izquierda todos íbamos caminando por ese lado.

Entre el sol matutino y la marcha sostenida, antes del primer kilómetro ya habíamos entrado en calor y nos sacamos las camperas. En algún momento que no puedo precisar comenzamos a ver por la izquierda un arroyito que bajaba con sus aguas claras pero con cierta turbidez.

Entre una cosa y otra, la primera hora se nos pasó rapidísimo, y fue realmente muy placentera por lo regular del terreno que estaba bastante consolidado (apenas había algunas piedras sueltas en sectores limitados), y sobretodo porque los casi 200 metros de desnivel que subimos fueron progresivos y casi ni se notaron.

A las 8:30 horas llegamos a Soda Springs, a 4,4 Km de la partida. Era uno de los puntos importantes del camino porque justamente ahí estaban los sanitarios. Teniendo en cuenta que para los siguientes faltaban a 9 km, podría decirse que es una parada obligatoria. La caravana de peatones que se había ido dispersando un poco con el avance de los kilómetros, volvía a formarse en una fila delante de los dos cubículos con pozos ciegos. Eso sí, para usarlos había que estar dispuesto a no respirar por unos minutos, su pestilencia era solo comparable a la de un baño de China.

Los más buscados en la zona!!!

Luego de la escala técnica reiniciamos la marcha junto a varias personas que llevaban distintas velocidades; a medida que fuimos avanzado se fueron redistribuyendo de acuerdo a su ritmo. La parada hizo que la rodilla, que había dejado de doler al levantar temperatura, volviera a molestar. Ya nos estábamos comenzando a entender… por unos 500 metros molestaba, al calentarse la zona el dolor desaparecía haciéndose eventualmente evidente ante la presencia de algún escalón descendente. Justo en ese momento se venía todo lo contrario: el ascenso!

Luego de unos pocos metros de terreno plano que acalló a la rodilla pasamos junto a un cartel que decía “STOP!” y detallaba algunas recomendaciones; nada que no supiéramos. Ahí comenzó el gran ascenso al South Crater… se venían varios metros de desnivel ininterrumpidos, un excelente tamizador de caminantes según su capacidad aeróbica.!!! Para hacer el asunto más fácil en la ladera de la montaña había una sucesión de escaleras y rampas.
En pocos kilómetros subimos de 1400 a 1600 y algo de metros. No voy a negar que nos incrementó bastante la frecuencia cardíaca y se nos mojaron las remeras, pero llegamos enteros, sin parar y con la frente bien alta. Al final tantas horas de spinning y natación servían para algo!!!

Al ir ganando altura, a cada paso que dábamos todo lo que habíamos dejado atrás se iba viendo más pequeño y alejado, hasta que terminamos teniendo una imagen panorámica del valle como si fuese una gran maqueta. Es ascenso estaba valiendo la pena! Si bien había gente, la cantidad era bastante menor y se podía caminar sin pisarle los tobillos a nadie.

Lo que habremos subido para ver todo tan lejano...

A pesar de la altitud, el esfuerzo físico y la resolana hicieron que sintiéramos muchísimo calor, a tal punto que quedamos en remera. Debe ser verdad que el país está cerca del agujero de la capa de ozono del polo sur, ya que por momento teníamos la sensación de estar friéndonos!!! A no olvidar el protector solar!!!



Con el Ngauruhoe a la derecha fuimos avanzando por un gran plateau lleno de piedras de color amarronado y diferentes tamaños que mi frondosa imaginación comparó con una imagen lunar…  Fue un grato descanso después de tanta trepada. A partir de acá hubo un cambio abrupto en cuanto a las características sendero que pasó a estar demarcado por postes celestes, más allá de la gruesa huella dejada por los miles de caminantes, y desaparecieron todos los rastros de los entarimados y escaleras. De hecho, el siguiente ascenso fue por pedregullo flojo, de ese que resbala y puede provocar caídas si uno no está muy bien balanceado.

Caminando por la luna

Cuando llegamos al South Crater, a unos 1659 metros de altura, apenas nos quedamos unos minutos sacando fotos; el viento y la altura hicieron que el frío comenzara a sentirse. Había llegado el momento de volver a ponernos las camperas, a las que sumamos guantes. Si bien habíamos pensado hacer una parada ahí, preferimos avanzar unos metros más y hacerla en un lugar más resguardado. Así que seguimos subiendo unos cuantos metros más, teniendo en ese sector al negro volcán Tongariro a la izquierda; estábamos tan alto que sus 1967 metros nos parecían alcanzables. Esos 300 metros de altitud y vaya uno a saber cuántos de distancia que nos separaban eran algo posible de recorrer tomando un desvío. El summit del Tongariro se veía tentador, pero no teníamos el tiempo suficiente para visitarlo.



Si bien el Tongariro llamaba la atención, el Red Crater que teníamos a la derecha competía cabeza a cabeza. La coloración rojiza de esa montaña era increíble, parecía pintada!
Continuamos abrigándonos ya que el frío cada vez se sentía más… pasé el buff al cuello y me puse el gorro de lana; ya no tenía más ropa para ponerme. Hay que estar preparado para estar a 1886 metros!!! Habíamos alcanzado el punto de mayor altura del sendero. La vegetación era casi nula, apenas había algunos pequeños ramilletes de pasto duro muy aislados. Justo ahí, en la “cima del mundo” hicimos la parada pendiente para hidratarnos y picar unas frutas secas y trocitos de zanahoria (si! Leyeron bien! Estábamos innovando en snacks saludables).

Red Crater

Tras caminar unos metros tuvimos delante una de las imágenes más icónicas del sendero: los Emerald Lakes. Esas tres lagunas tenían unos colores espectaculares que combinaban un halo externo amarillento con un centro verdoso. Un lugar increíble que sin dudas era el ideal para sentarnos a tomar mate tal como lo habíamos planificado.

Lagos Esmeralda

Pero para llegar hasta ahí teníamos que bajar… al ver la larga pendiente de pedregullo suelto que tenía delante casi entro en pánico! Mi cara lo debe haber dicho todo, porque Seba enseguida me sugirió “apoyá bien los talones con el cuerpo hacia atrás, y no te vas a caer, no pasa nada!!!”. Dicho esto, una señora que estaba a pocos metros se resbaló y cayó de espaldas (la caída fue en el lugar y apenas se dio un golpe). Excelente imagen para ganar confianza!!! Como no podía quedarme a pasar la noche y ansiaba tomar unos mates calientitos comencé a bajar, no había opción. Los primeros metros me parecieron un poco resbaladizos al pisar algunas piedras que terminaron rolando hacia abajo, pero después el asunto mejoró.

Distraída con la vista de los lagos Esmeralda, sumado al hecho que la capa de pedregullo tenía el espesor suficientemente como para hundir un poco los pies, rápidamente fuimos avanzando montaña abajo pisando con los talones como si estuviéramos bajando una duna de arena. Resultó ser más fácil, rápido y divertido de lo que imaginaba al principio. Y encima la rodilla no se había quejado!!!



Ya a nivel de los lagos, elegimos unas piedras junto a la orilla de uno de ellos e hicimos otra parada. Como íbamos bien con el tiempo –ya habíamos hecho la parte más dura en 3 horas y de seguir a ese ritmo íbamos a llegar al transfer de las 15:30 horas-, tomamos mate sin apuro en el lugar más lindo del Tongariro Alpine Crossing.

Lugar ideal para unos mates!!!

La bajada anterior nos había dejado en los 1700 metros. Desde ahí nos faltaba un pequeño ascenso de 100 metros hasta el Blue Lake y luego comenzar el largo descenso de unos 10 km.
La chatura del Central Crater les dió un respiro a las piernas para que se prepararan para la última cuesta arriba del sendero.



Tras un ascenso de varios metros que no sé cuántos fueron ni con cuanta pendiente, pero que no los recuerdo como muy traumáticos, llegamos al lago de aguas azules. Al tratarse de un lugar sagrado para los maoríes teóricamente era una falta de respeto beber o comer en los alrededores; de todas maneras, no había ningún cartel que impidiera la ingesta de alimentos y había gente comiendo. Habiendo hecho nuestra parada pocos minutos antes ni siquiera se nos ocurrió sacar comida y exponernos a algún maleficio de los primeros habitantes de la zona. Además luego de ver los lagos Esmeralda, este no nos pareció para nada impactante. Fotito y seguimos viaje.

Lago Azul

A lo lejos, entre las rocas, se comenzaban a ver y sobretodo a oler los vapores termales como los que habíamos apreciado en Rotorua; por momento el olor a yema de huevo duro era tan intenso que invadía el ambiente.

Montañas humeantes

Si bien el descenso involucró muchos kilómetros, las pendientes eran suaves y sin dificultades técnicas gracias a los entarimados y escaleras que habían regresado. Continuamos caminando tranquilos, haciendo varias paradas para fotos. Los vapores, los manchones de nieve en algunas laderas y la vista de los lagos Taupo y Rotoaira a lo lejos (muuuchos kilómetros) fueron las grandes atracciones de la zona, resaltado entre la monotonía de piedras y aislados ramilletes de pastos duros.



En el kilómetro 13 aparecieron los tan esperados toiletes de Ketetahi Hut y una aglomeración de gente que estaba haciendo su parada de comida justo ahí. Lejos de lo esperado apenas tuvimos que aguardar para usar los sanitarios. Como las inmediaciones de los baños no nos pareció el lugar más feliz para hacer un descanso, avanzamos unos metros más e hicimos una parada para hidratarnos y comer una manzana (seguíamos con las colaciones healthies).

Toiletes a la vista!!!

Cuando nos paramos la rodilla comenzó a molestar nuevamente, pero ya no me preocupaba mucho porque solo faltaban 6 kilómetros para el parking; de alguna manera íbamos a llegar antes de las 17 horas. Esta vez el dolor tardó más en desaparecer pero finalmente cesó, reapareciendo cuando faltaban 2 km. Lo recuerdo bien porque en ese punto nos metimos en un bosquecito húmedo tras haber caminado el trecho anterior entre arbustos achaparrados. El cambio de ambiente había sido tan súbito como la reaparición del dolor. A medida que avanzamos y continuamos bajando, fue aumentando aún más la humedad y con eso la vegetación, terminando en un paisaje muy parecido al de los días previos lleno de helechos y líquenes en árboles que en algunos casos hacían que los troncos duplicasen su diámetro.


Un kilómetro y algo antes de llegar al estacionamiento, en un sector que debía ser el punto más bajo del valle, nos llamó la atención un cartel que decía “You are entering a 700 m HIGHER RISK LAHAR HAZARD ZONE. Move quickly through. No stopping”. Chan! Sin saber que era un lahar lo imaginamos como un mar de lava… y muy lejos de su definición no estuvimos “flujo de sedimento y agua que se moviliza desde las laderas de volcanes”.

No hace falta decir más...

Poniéndonos en las manos de todos los dioses conocidos fuimos avanzando sin detenernos por el camino que a ese sector se transformaba en un entarimado. A pesar de la humedad ambiente y la presencia de un arroyo, que por momento pasó por debajo nuestro, la vegetación era mucho más escasa que en la zona anterior; nos preguntamos si se debía a que cada tanto el lahar destruía todo a su paso o si alguna sustancia había dejado la zona menos fértil. Recorrimos los 700 metros tan rápido que llegamos a dudar que esa extensión fuese cierta.

En los últimos metros del sendero había un desvío a una cascada, pequeña pero simpática. Si están con tiempo de sobra vale la pena visitarla.



Una hora y media después de haber dejado atrás Ketetahi hut llegamos al parking enteros y sin dolores!!! El trekking había sido un éxito!!! Más no podíamos pedir!!!

Objetivo superado!!! Ahora a recuperarnos...

A veces debo tener demasiada imaginación… el parador que estaba frente al estacionamiento distaba mucho de lo que esperaba. Apena consistía en un entarimado de madera abierto, semitechado, y un par (exactamente dos) baños… No sé si existe alguna restricción en cuanto a la explotación económica de la zona, pero… hay algún lugar mejor que ese para poner un puesto que venda agua y helados en verano, y bebidas calientes con bollerías en invierno?  Como nosotros había mucha gente que esperaba sentada bajo los rayos intermitentes de sol (estaba parcialmente nublado y según iban moviéndose las nubes el sol aparecía y desaparecía) la llegada de sus shuttles.

Caminante en patas. Aclaración: ese pie no es nuestro.

Habiendo llegado a las 14:00 hs, teníamos 1:30 horas de espera… como primera medida elongamos (queríamos poder caminar al día siguiente), engullimos todos los alimentos que nos quedaban, recorrimos el lugar y nos sentamos a hacer lo único que quedaba por hacer: esperar. Qué felicidad cuando vimos llegar puntualmente al bus!!! Estimo que fue una alegría compartida, porque antes de que estacionara todos los pasajeros ya estábamos parados junto a la puerta.
En 30 minutos estábamos en el hotel. Teníamos lo que quedaba de tarde para descansar, bañarnos y programar la cena. 


Una merecida cena

Bajo los rayos del sol, a las 18 horas nos fuimos a cenar. El elegido de la noche había sido “Schnapps”, un lugar que ofrecía cerveza y algunos platos calientes, en un ambiente muy relajado con reminiscencias de rutero. Pedimos unas patas de corderos con puré de papa y batata, un tradicional fish & chips con ensalada, cerveza y agua.

En menos de 20 minutos llegó el pedido… en un plato una montaña de puré, rodeada de salsa, y encima las dos patas de cordero, y en el otro una base de papas fritas, ensalada donde predominaba el repollo colorado y sobre esto tres filetes de pescado a la romana. Dos porciones más que generosas!!! Los platos estaban tan llenos que tuvimos que pedir un plato extra para apoyar parte de la comida y poder comer más cómodos. Estuvo todo tan rico que no quedó nada!!!

A recuperar energías!!!

A las siete y algo de la tarde salimos de cenar; el sol no había terminado de ponerse.
Aprovechamos el rato antes de dormir para escribir un rato, ver algo de televisión local y acomodar las valijas de modo que quedaran listas para el vuelo a Queenstown que iba a ser 2 días después. Concluidas las actividades nos fuimos a dormir!!!


Conclusiones del Tongariro Alpine Crossing:


  • Es fundamental planificar la caminata teniendo en cuenta las distancias, desniveles, características del terreno y capacidad física personal.
  • Es recomendable llevar varias capas de ropa para ponerse y sacarse según necesidad. El tiempo puede cambiar a lo largo del camino y se alcanza bastante altura, en los puntos más altos suele hacer varios grados menos que en las zonas más bajas. No olvidar el protector solar.
  • Hay que llevar agua y comida para todo el día. No hay negocios en los parkings de salida y llegada, por lo que sólo van a contar con lo que tengan en las mochilas. Recuerden traer de regreso toda la basura que generen!!!
  • Nuestro lugar ideal para descansar y comer algo: Lagos Esmeralda.
  • Con constancia y determinación se completa sin problemas. Requiere un poco de esfuerzo en las subidas, pero no tiene gran dificultad técnica.

sábado, 20 de enero de 2018

Taranaki Falls & Tama Lakes Tracks: cascadas, volcanes, lagos y musculosos atletas!

By Sole

5 de diciembre 2016

A pesar de estar a pocas semanas de comenzar el verano estaba fresco; las nubes en el cielo no ayudaban demasiado para que subiera la temperatura. Hacía más de una semana que veníamos chequeando diariamente el pronóstico para National Park, el constante ícono de lluvia y rayos nos había desanimado un poco. No podíamos tener tanta mala suerte de que lloviera todos los días en el lugar donde teníamos pensado hacer el trekking más importante de las vacaciones! A medida que se fue acercando la fecha de arribo, si bien la probabilidad de precipitaciones no era nula había disminuido considerablemente y sólo estaba distribuida en una horario acotado del día. Así que partiendo de ese background, estábamos más que contentos de tener un día sin precipitaciones aunque nublado.

A las 8:30 ya estábamos en la combi. Apenas éramos nosotros y el chofer, nadie más había decido tomar con el shuttle de Plateau lodge hacia Whakapapa Village esa mañana. Tras un corto viaje de unos 15 minutos, en el que hicimos un esfuerzo sobre humano para tratar de entender al chofer que nos daba consejos en un inglés con un acento muy particular, llegamos a destino.


Caminamos unos pocos metros hasta el Tongariro National Park Visitor Center, donde hicimos una escala técnica antes de iniciar la actividad del día; prometimos volver más tarde a recorrerlo y leer detenidamente la información que tenía sobre los volcanes y fauna local.

Tongariro National Park Visitor Centre


Desde ahí caminamos unos 100 metros hasta la calle Ngauruhoe Terrace donde un cartel indicaba claramente que había que girar ahí para tomar el sendero a Taranaki Falls. Este track era un loop de 6 km, con dos ingresos o salidas (upper y lower tracks). A su vez, en la cercanía de la cascada estaba la posibilidad de tomar un desvío hacia la senda a los Tama Lakes. Nosotros iniciamos la caminata por el upper (comenzaba 100 metros más adelante que el lower) con intención de seguir hasta el Lower Tama Lake.


1. Wakapapa Village; 2.Taranaki Falls; 3.Lower Tama Lake
Inicio del Taranaki Falls via upper track


Nos encontramos con un paisaje nuevo (al menos en este viaje) en el que predominaban los pastos duros y los arbustos achaparrados típicos de la estepa. En el primer tramo era lo único que se veía a ambos lados del sendero. Luego de caminar unos metros apareció a nuestra derecha un arroyo donde nos llamó la atención algunas piedras con unos parches anaranjados-rojizos que nos hicieron acordar al pimentón. No pudimos determinar si formaba parte de la composición lítica o si era algún musgo firmemente adherido, pero hicieron que de aquí en adelante fueran las “piedras pimentón”. De pronto nos encontramos con un pequeño bosque que desapareció tan abruptamente como había aparecido, regresando el paisaje estepario cruzado por algún que otro arroyo. Toda esta primera parte la recuerdo bastante plana, tal vez con algún desnivel no muy pronunciado que no me hicieron agitar ni un poquito. Desde el punto de vista técnico también nos resultó sencillo; en las zonas de piedras estas eran pequeñas y bien asentadas, en los sitios con riesgo de resbalones el suelo estaba recubierto por una malla plástica antideslizante, y las pequeñas pendientes tenían escaleras de madera. Todo muy pro, apto todo público.









En unos 45 minutos nos encontramos con el cartel que indicaba la bifurcación hacia Tama Lakes, o la posibilidad de seguir hasta las falls que estaban a pocos metros de distancia. Optamos por la segunda opción, encontrándonos con una sucesión de escalinatas descendentes que pusieron en evidencia que mi rodilla no estaba en óptimas condiciones. Ups! El dolor reapareció y parecía tener intenciones de quedarse. Con un poco más de esfuerzo del habitual llegue a la tan esperada caída de agua que debe reconocer que me sorprendió gratamente, tenía una altura y un caudal mayor a los que esperaba. Nos sentamos unos minutos en uno de los bancos de los alrededores a picar unas galletas antes de volver a subir las escaleras y tomar el desvío hacia Tama Lakes.


Taranaki Falls


El paisaje que continuó fue muy parecido al anterior, principalmente llano, con algunas escaleras aisladas. Sin dudas el gran protagonista que se llevaba todas las miradas y fotos era el Monte Nguaruhoe de 2287 metros que estaba a nuestra izquierda. Se dice que el Monte del Destino de Lord of the Rings estuvo inspirado en esa montaña. Si bien no es el volcán más alto de la zona, si es el más perfecto en cuanto a lo cónico de su forma. Estábamos tan distraídos mirando esta maravilla natural que casi nos pasa por arriba un grupo de hombres jóvenes y atléticos,vestidos con camisetas rojas y shorts negros, que venían a toda prisa… parecía un equipo de algún deporte. Desde ya que nos hicimos a un costado y los dejamos pasar.


Monte Nguaruhoe

Qué equipo era? Qué deporte practicaban? Cuántas dudas… y mi experto en deportes no tenía la respuesta. Mientras los veíamos alejándose, algo que sucedió rápidamente por el buen ritmo que llevaban, comenzamos a hacer hipótesis sobre los posibles deportes basándonos en las características físicas… Para básquet eran bajos, aunque la mayoría parecía estar en 1,80 y 1,95 metros. Para vóley tenían músculos muy marcados en las piernas, y para fútbol estaban demasiado marcados en los brazos. Al tener cuerpos tan uniformes y no haber morruditos tachamos también al rugby, actividad tan común por esa zona…


Los muchachos...

Mientras estábamos en medio de esas disquisiciones apareció otro pelotón, que también nos pasó. Nos hicimos a un lado, y esta vez además de saludarlos les prestamos más atención confirmando que estaba uno mejor que el otro! Aclaro que no me fui detrás de ellos porque no podía seguirles el ritmo, así que continué detrás de Seba que es al único al que puedo seguirle la velocidad de marcha.

Al único que puedo (y quiero) seguir 😉

Un par de chicas que estaban en el camino también quedaron impactadas exclamando reiterados “Oh, my God” y “I love you so much!”. Hablando seriamente, les prestamos atención a las inscripciones de sus camisetas para después googlearlas: “St KFC”. Cómo acordarnos de eso? Fácil! Desde ese momento era el equipo “Saint Kentucky Fried Chicken”. Posteriormente hicimos la búsqueda en Internet recordando el acrónimo por la grasosa regla  nemotécnica. Se trataba del St Kilda Football Club (conocidos como los Saints), un equipo de Melbourn de “Australian rules football” que juega en el AFL. Les propongo que hagan la búsqueda y vean las fotos de los muchachos que aparecen… 



Con tanta belleza en los alrededores el camino se hizo más ameno y olvidé el dolor de la rodilla. El paisaje descampado se continuó por varios kilómetros, apenas surcado por pequeños cursos de agua, algunos de los cuales tuvimos que vadear (por suerte eran angostos y no tenían mucho caudal).

Más pastos duros por todos lados...

Luego de una hora y cuarto llegamos al mirador del Lower Tama Lake (1240 metros). Ahí esquivamos a todos los muchachos que estaban descansando y comiendo frutas y snacks, y nos sentamos en un costado a comer una barra de frutos secos mirando el lago que teníamos enfrente. Si bien al principio con todo el calor de la caminata estuvimos muy a gusto, luego de un rato de estar quietos en un lugar tan alto y sin ningún tipo de protección del viento comenzamos a sentir frío. Eso marcó el momento para pararse y continuar caminando.

Lower Tama Lake I

Lower Tama Lake II

Antes de emprender el regreso, avanzamos unos 10 minutos por el camino que iba a el Upper Lake buscando la zona con la mejor vista del lago. Con el descanso el cuerpo se había enfriado, y la rodilla comenzaba a molestar nuevamente. Esto, sumando a que el día siguiente íbamos a hacer el Tongariro Alpine Crossing nos hizo descartar definitivamente la opción de seguir hasta el otro lago. Desde ahí se veía claramente que el sendero ascendía por una pendiente pronunciada con muchas piedras sueltas... la distancia entre los dos lagos era poca pero con 200 metros de desnivel!!!

Camino al Upper Tama Lake

Tras sacar varias fotos del lago azulado emprendimos el regreso que iba a ser por el mismo camino que habíamos hecho a la mañana hasta llegar a la cascada; desde ahí pensábamos continuar por el lower track . Esta vez en lugar de mirar hombres, nos distrajimos jugando a los exploradores buscando animales.

Luego de tantos hikings y los safaris en África, una cosa que aprendimos es que si uno quiere ver animales tiene que estar bien atento, mirando hacia todos lados tratando de distinguir pequeños movimientos, siendo lo más silencioso posible. Esta vez, a pesar de seguir metódicamente esta técnica no pudimos identificar más que algún pajarito… lo que sí encontramos evidencia de que había más habitantes de los que estábamos viendo.

A poco de emprender el retorno, en un entarimado de madera nos llamó la atención la presencia de unos 6 soretitos oscuros y alargados de unos 3 cm de largo ("Evidencia I"). Si bien no somos biólogos ni expertos en materia fecal de animales, nos encanta seguir pistas y ser Sherlock Holmes por un rato. En función del tamaño de las deposiciones y de la zona en que estábamos comenzamos a pensar qué animal podría haberlas dejado… en este caso todas las fichas estuvieron puestas al pósum (Brushtail possum). Estos marsupiales fueron introducidos por el hombre por sus pieles, transformándose como suele suceder por la ausencia de predadores en una plaga con un impacto muy negativo sobre la flora y fauna local.

Evidencia I

La caminata continuó, huellitas no vimos ninguna pero sí más materia fecal. En ese caso se trataba de bolitas de aproximadamente 1 cm de diámetro de un color claro pajizo (Evidencia II). Por el tamaño y abundancia (al prestar atención notamos que había muchos grupitos distribuidos a lo largo del camino), los principales candidatos fueron conejos y liebres… Esto fue todo lo que pudimos avistar de la fauna, y encima no autóctona!

Evidencia II

Una hora y algo después estábamos de nuevo en la cascada donde había muchas más gente que a la mañana. Parecía que todos habían tenido la misma idea: hacer un picnic en contacto con la naturaleza; picnic es una forma de decir, había gente que hasta tenía tuppers con macarrones con salsa. Para no ser menos, nos unimos a la muchedumbre y nos sentamos a descansar en una de las pocas piedras libres y comimos un par de nuestras galletitas de granos preferidas.

Hidratados y con un par de crackers adentro seguimos caminando. Esta vez tomamos el lower track para regresar a Whakapapa, completando de esta manera el loop. Al iniciar la marcha nos metimos en un bosque que iba paralelo a un arroyo el cual, un par de metros más adelante, terminaba cayendo en forma de cascada. Justo en ese lugar el camino se transformaba en un puente que cruzaba el arroyo que a ese nivel estaba encajonado entre piedras. A partir de ahí el camino continuaba bordeando el río, pero por la margen opuesta. A la izquierda teníamos un bosque sumamente húmedo con muchos helechos y musgos, y a la derecha el lecho de agua del que estábamos apenas separados por algunos árboles.



De un momento a otro, el camino dio un giro y la vegetación cambió 100% reapareciendo los arbustos achaparrados y los pastos duros. La presencia de la village a lo lejos, donde resaltaba el tejado celeste del Chateau Tongariro Hotel, nos indicó que ya no faltaba tanto.

A las 14:30 horas habíamos completado los 3,2 km finales del sendero, trayecto que nos había tomado casi una hora. Si bien habíamos avanzado a paso sostenido durante casi todo el regreso, apenas deteniéndonos para sacar fotos, la rodilla continuaba molestando… lo que más me preocupaba era el trekking del día siguiente.

Como aún teníamos una hora y media por delante antes de tomar el shuttle recorrimos el visitor centre del que remarco como interesante la información didáctica sobre las erupciones de los volcanes de la zona, los kiwis (incluyendo sus riesgos y porque son tan protegidos), y los pósum. Además, había ejemplares de varias aves y hasta un pósum embalsamados. Es un lugar que merece una visita sobre todo si uno tiene tiempo muerto y ni hablar si quiere resguardarse un rato del viento y el frío.

Arte maorí en la puerta del visitor centre

A falta de kiwis vivos... veamos uno embalsamado

Pósum

Si bien en las inmediaciones había algunos senderos cortos, no pudimos recorrerlos por la falta de tiempo y el dolor. A las 16:00 horas nos pasaron a buscar para regresar al lodge; nos desconcertamos un poco cuando en lugar de la combi apareció un micro. El bus que venía del Ketetahi Car Park con la gente que había completado el Tongariro Crossing track se había desviado a Whakapapa a recogernos. Esperábamos volver a tomar el mismo micro al día siguiente luego de haber cumplido nuestro objetivo!!!

Tan rápido como habíamos ido, regresamos al hotel. Aprovechando que era temprano nos preparamos unos capuccinos que acompañamos con unos galletones de jengibre, y a las 18:30 horas nos fuimos a hacer uso de los 30 minutos de “hot tub”… fuese lo que eso fuera. En realidad no teníamos idea de que se trataba, así que nos pusimos los trajes de baño y fuimos a lo desconocido… El hot tub resultó ser un hidromasaje con capacidad para 6 personas, cuyo exterior estaba rodeado por una “cerca de madera” como si fuese un barril. A pesar de que cabían más personas, el uso era personal y no se compartía con otros huéspedes. Así que disfrutamos de media hora en esa bañadera que propulsaba potentes chorros de agua de caliente; muy relajante! Pequeños placeres de los que uno disfruta en vacaciones.

Sin ganas de salir y teniendo que madrugar al día siguiente, nos quedamos en el departamento y preparamos unos fideos para cargar de energía los músculos. Pipones preparamos las mochilas y nos fuimos a dormir.

Conclusiones del día:
  • Taranaki Falls - Tama Lakes tracks: una interesante opción para activar un poco los músculos para los que están en la zona para completar el Tongariro Alpine Crossing. Es un sendero sin dificultad técnica ni desniveles pronunciados (salvo que completen el trayecto entre lower y upper Tama lakes) que ofrece una gran vista del Monte Nguaruhoe y bastante tranquilidad (sobretodo entre la cascada y los lagos). 
  • Tongariro National Park Visitor Centre: nos resultó muy interesante la forma didáctica en la que estaba organizada la información sobre la fauna y actividad volcánica de la zona. Eso sumado a sus toilettes limpios y calorcito, lo hacen un lugar de visita obligada (sobre todo en un día de frío).
  • Aunque las probabilidades de encontrarse un equipo entero de hombres lindos y musculosos "en medio de la nada" es de 1 en 1.000.000 nunca pierdan las esperanzas: puede suceder!!!

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sábado, 13 de enero de 2018

En micro lechero a National Park...un pueblo fantasma?

By Sole

Domingo 4 de diciembre 2016

A las 7:10 ya estábamos en la calle arrastrando las valijas. A esa hora el pueblo estaba más desierto aún que durante las tardes y apenas encontramos un local abierto (Lotus Café & Bakery) para comprar el desayuno.

Cuando llegamos a la terminal el micro ya estaba cargando pasajeros pero... el chofer recién nos dejó subir cuando terminamos de tomar el café y tiramos los vasos. Si bien la empresa de buses era siempre la misma parecía que las reglas iban cambiando o se hacía cumplir en mayor o menor medida dependiendo de quien estuviese a cargo del vehículo. Luego nos enteramos de que la restricción no sólo incluía bebidas calientes, sino también helados y comidas con olor fuerte; ya me imagino un indio comiéndose un curry o un chino con una pata de pollo o sopa perfumando todo! El hombre también era estricto respecto al uso de cinturones de seguridad (hasta ahora nunca los habíamos usado y ni siquiera estoy segura de que todos los micros los tuviesen). Antes de arrancar hizo todo varios anuncios por el altavoz incluyendo la amenaza de tener que pagar una multa si nos paraba la policía y no teníamos los cinturones abrochados…

Puntualmente a las 7:45 horas partimos rumbo a Hamilton donde teníamos que bajar para hacer un transbordo. Durante el corto trayecto pasamos por un par de pueblos pequeños tan iguales a todos por los que habíamos pasado en otros viajes. Minutos antes de las 9:20 llegamos a destino.

Curiosa edificación en un pueblito (ni idea el nombre)

Teníamos dos horas por delante hasta la salida del siguiente micro en este contexto: domingo por la mañana, temperatura alrededor de 10ºC y equipaje a cuestas. Quedaban descartados el shopping (abría después de las 10 horas) y la caminata a la vera del río (no era la mejor opción con las valijas). La mejor idea fue ir a buscar un lugar calientito donde sentarnos y recargar cafeína: Starbucks!

Siendo el único café abierto en los alrededores, cuando entramos apenas quedaban un par de mesas libres. Nos sentamos en un rincón, reparados del viento que entraba por la puerta,… y sacamos unas “Gingernut biscuits” para acompañar el capuchino que compramos. Estas galletas típicas de Nueva Zelanda, Australia y su madre Reino Unido no eran más que galletitas con sabor a jengibre… no sé a qué se debe el “nut” porque no tienen ninguna fruta seca entre sus ingredientes. Al dar el primer bocado notamos que eran bastante duras… mientras rogábamos que no se nos rompiera ningún diente continuamos con la cata cuya conclusión fue que de sabor estaban bien pero no eran lo que esperábamos. Varios días después, cuando terminamos el paquete y se me dio por leerlo, descubrimos que eran para mojar en leche o infusiones; la consistencia dura tenía una explicación.

Café + diario de viaje + valija

Alrededor de las 11 horas regresamos a la terminal a esperar el micro que había partido un par de horas antes desde Auckland. A las 11:25, con apenas unos minutos de retraso, logramos subir y encontrar dos asientos libres. Hamilton fue uno de los últimos pueblos en los que subió gente, prácticamente de ahí en adelante la mayor parte de las paradas fue para el descenso de pasajeros. No puedo ni siquiera estimar en cuantos pueblitos y caseríos paramos; parecía un micro rojo de los “Hop on- hop off”.

Para hacer el viaje más movido, al llegar a Taumarunui tuvimos que bajar del micro; había que cambiar de chofer y el que tenía que "tomar la posta" aún no había llegado. Pasada la media hora, y ya habiendo recorrido de punta a punta la minúscula estación de buses y usado los toilettes (y en nuestro caso también haber caminado varias cuadras por la calle principal) la ansiedad del pasaje iba en ascenso. Cuando apareció el chofer y abrió la puerta del micro, todos subimos a velocidad récord y pocos minutos después partimos.

Calle principal de Taumarunui

En el último tramo del viaje, además de los verdes campos ondulados con ovejas y vacas, se sumaban a lo lejos algunas montañas con sus cubres nevadas, una imagen que tranquilamente podría haber sido de Suiza o de la Patagonia.

Tras parar en un par de pueblos más, a las 15 horas llegamos a National Park, una pequeña village que apenas tenía unas 10 manzanas. Ante la ausencia de terminal de buses la parada de referencia era “Ski Haus”, un local en Carroll Street que parecía abandonado (por el nombre tal vez abre en la temporada invernal). Bajamos junto a otras 3 personas que se dispersaron en distintas direcciones. Nosotros tomamos esa misma calle en dirección a la ruta; tuvimos que regresar unos 250 metros de los 400 que el micro había recorrido del pueblo.

Si Rotorua nos había parecido un pueblo fantasma, este ni siquiera tenía fantasmas! Pasamos frente a varios negocios cerrados incluido un gimnasio que sólo abría en invierno, un par de alojamientos en los que no había nada de movimiento y la escuela que al ser domingo tampoco tenía actividad. Las veredas estaban desiertas y por las calles tampoco circulaban autos…

Pocos minutos después llegamos al Plateau Lodge que resultó ser más grande de lo que habíamos imaginado. Tenía una zona para casas rodantes con fuentes de energía, área de acampe, un sector de habitaciones compartidas y privadas, y apartamentos. Su bien habíamos reservado una habitación con baño privado nos hicieron un upgrade a un departamento. Las energías del universo se volvían a equilibrar… de la habitación sin baño de los días previos pasamos a tener living, dos habitaciones, cocina y baño; más ambientes que nuestra propia casa! Estábamos como queríamos!!! Y encima en el costo de la habitación estaban incluidos 30 minutos gratis en el “hot tub”. Lo que sí tenía un costo adicional era el uso de Internet ($5 cada 24 horas con 10 GB de navegación). Aprovechamos el check in para contratar los transfers a Whakapapa village para el lunes y el Tongariro Alpine Crossing para el martes que era el día en que las chances de lluvia eran menores (el pronóstico para los siguientes días no era para nada prometedor... lluvia, nubes y más lluvia). Nos costó $35 cada ticket con retorno.

Nuestro departamento

A pesar de estar pronosticada lluvia para esa tarde, apenas estaba nublado –eso sí algunas nubes eran bastante negras-, así que rápidamente acomodamos las cosas que traíamos y nos fuimos al supermercado a comprar provisiones para los siguientes días.

Rumbo al super

En la caminata hasta el minimercado, que estaba junto a la estación de servicio, notamos que había un poco más de vida en ese sector del pueblo. No necesariamente me refiero a que había gente, pero si al menos había un par bares o restaurantes que parecían estar abiertos. Al menos no íbamos a morir de hambre! Como todo caserío neozelandés este también tenía una escultura de un animal: un gran kiwi.



Hechas las compras, dejamos las bolsas del super en el hotel, agarramos las mochilas con y nos fuimos a buscar un sendero de hiking que comenzaba cerca del pueblo. Tomamos Carroll Street en dirección a donde nos había dejado el micro hasta chocar con las vías del tren. Tras cruzarlas y girar a la izquierda encontramos el inicio de Fisher Road claramente señalizado con un cartel. Se trataba de un camino de ripio algo irregular, tapizado por pequeñas piedras sueltas, por el que podían circular peatones, caballos, bicis y autos.



Bajo un cielo con nubes de todos los colores que dejaban pasar algunos rayos de sol aislados fuimos avanzando sin tener mucha certeza a que distancia hallaba el inicio del sendero a Tupapakurua Falls; sólo sabíamos que estaba a unos 30 minutos de caminata. Si bien esos tiempos suelen ser simplemente orientativos, en este caso se cumplió al pie de la letra. Basado en eso estimamos que habíamos caminado unos 2 km. En todo ese trayecto no nos cruzamos con nadie; el canto de algunos pájaros eran los únicos signos de vida.

Fisher Road

Al final de Fisher Road nos encontramos con un pequeño parking, que en ese momento tenía un auto estacionado, y a la izquierda el cartel de la senda. Teníamos pensado hacer sólo la primera parte, hasta el Taranaki Lookout; llegar a las falls requería un par de horas y habíamos leído que era un camino difícil y no bien demarcado. Con apenas dar un par de pasos ingresamos a los ya conocidos bosques húmedos, esos que dan la sensación de estar caminando por la selva. No faltaban los helechos de varios tipos, incluidos el ponga con forma de árbol y algunas subespecies que no habíamos visto antes (es increíble pero siempre terminábamos identificando alguno nuevo), líquenes en abundancia, hongos y plantas que crecían en los delgados troncos de árboles.

Tupapakurua Falls I

Tupapakurua Falls II

Tupapakurua Falls III



Luego de caminar unos 20 minutos por un terreno con muy poco desnivel y sin dificultades técnicas llegamos al lookuotJusto cuando llegamos un par de personas estaban yéndose; aunque cueste creer el sendero fue el lugar más populoso en el estuvimos esa tarde!

El mirador consistía en una estructura de madera desde la cual teóricamente se podía ver a unos 100 km de distancia el Monte Taranaki. Si bien sobre nuestra cabeza había algunos rayos de sol, el horizonte estaba cubierto de nubes que nos limitaban la visión. Como ya era habitual, dependiendo hacia dónde mirásemos podíamos encontrar cielo despejado con sol, celeste con nubes blancas inocentes o totalmente tapado por nubes blancas y grises oscuras. La zona parecer ser todo un desafío para la meteorología!!!

Vista desde el mirador

A pesar de no ver nada, nos sentamos un rato en uno de los bancos a descansar y hacer una mini merienda con banana y unas galletitas crackers de "10 granos" que fueron un gran hallazgo (buenísimas en cuanto sabor, consistencia y calidad nutricional). La falta de vista fue totalmente compensada por lo tranquilo y lindo del sendero; realmente había valido la pena ir hasta ahí.

Con energías renovadas emprendimos el regreso, caminando sobre nuestros pasos. A pesar de no haber hecho ningún mal movimiento súbitamente reapareció la molestia en la rodilla derecha, la misma que había tenido en Rangitoto. Al menos no era con todos los movimientos y ni siquiera llegaba a ser un dolor que me impidiera caminar... de todas maneras agregué en mi lista mental de cosas para hacer "tomar un ibuprofeno". Si el tiempo lo permitía teníamos 2 días con muchos kilómetros de caminata por delante.

Una hora después estábamos de regreso en el hotel dispuesto a descansar y preparar las mochilas para el hiking del día siguiente mientras se cocinaba la cena.


Conclusiones del día:
  • Se puede llegar prácticamente a cualquier lado con Intercity, pero hay que estar dispuesto a entrar y parar en todo pueblo habido y por haber.
  • National Park es un pueblo muy tranquilo y solitario, en el que mucha gente (incluídos nosotros) se queda un par de noches por estar a pocos kilómetros del punto de partida del Tongariro Alpine Crossing.
  • Tupapakurua Falls es un sendero muy lindo y tranquilo de baja dificultad que está walking distance de National Park. Nos encantó!