viernes, 26 de diciembre de 2014

Emprendiendo el regreso: Delhi, Dubai, Buenos Aires

By Sole

3 de marzo de 2014

Desayunamos tranquilos con Coca que continuaba haciendo reposo. Luego de conversar un rato nos fuimos con Rajesh a Delhi a gastar las últimas rupias. En menos de 30 minutos en Janpath  habíamos liquidado todo!!! Compramos 2 libros, 1 taj mahal en miniatura, algunos magnets y 2 cajitas de té.

Rajesh estaba aún más confianzudo respecto a la última vez que lo habíamos visto y hablaba hasta por los codos. Siembre comenzaba la conversación dirigiéndose a Seba con un “Sir…”. Estaba muy interesando en saber si en Argentina la gente tenía chofer o no, tanto a nivel personal como corporativo, etc. Nos contó que tenía un hermano, también chofer,  que estaba trabajando desde hacía 12 años en Malasia y que él había viajado 2 veces en los últimos 5 años a buscar trabajo sin éxito. Le costó contener su baba de padre cuando nos contaba que tenía un bebe de 2 meses “a boy” del que no entendí el nombre.


Seba con Rajesh
Ya en Gurgaon almorzamos empanadas caseras de carne que había preparado Margareth bajo instrucciones de Fer, quien poco a poco le había ido enseñando algunas recetas argentinas. Estaban muy ricas, y la masa era mejor que la comprada!!! Seguimos poniéndonos al día con Coca entre mate y mate, hasta que se hizo el horario de partir hacia el aeropuerto. Las vacaciones estaban llegando a su fin… sniff, sniff.


Despidiéndonos de Coca y Clarita
En el aeropuerto no despedimos de Rajesh, despachamos las valijas y confirmamos que íbamos a tener que pasar las 7 hs de espera en el aeropuerto de Dubai en el hall común; no había ningún lounge para la clase económica sin importar la cantidad de horas de espera entre vuelo y vuelo. Una vez más nos dijeron que el lounge sólo era para First Class, business y members.

El vuelo trascurrió sin problemas, sólo con deficiencia en el sistema de audio. Ante la imposibilidad de ver una película en inglés opté por una romántica india en hindi pero con subtítulos en inglés. Para mi sorpresa resultó bastante entretenida! Los indios me seguían sorprendiendo aún cuando estábamos dejando su suelo. Entre eso y la comida, también india –la última del viaje-, el vuelo se me pasó rápido. Seba recibió un Mutton Biryani y Sole un plato vegetariano con Dal, arroz y un mix de arvejas, zanahoria y choclo con especias mild spicy. El postre era feo y fue reemplazado por un Bayleys con hielo.

La espera en Dubai resultó eterna como la de la ida. Sabiendo que existían unas sillas- reposeras las buscamos y nos recostamos en ellas. Qué incómodas que eran!!! Y encima de eso estaban ubicadas en una zona donde pasaba un carrito que transportaba pasajeros dentro del aeropuerto que cada tanto tocaba la bocina!!! No logramos dormir, simplemente descansamos un poco las piernas. Hicimos un par de recorridas por el free shops, esa sucesión de negocios digna de un shopping… terminamos leyendo y escribiendo en el Starbucks, y aún sobró tiempo para seguir dando vueltas.


Escribiendo en el aeropuerto
Lo que siguió no fue mucho mejor. El viaje de regreso de 13 horas hacia Rio fue interminableee!!! Al no tomar algo para dormir apenas pegamos un ojo en toda la noche-  día o lo que fuera. Teníamos la estrategia era adaptarnos al horario de Buenos Aires; ni bien subimos al avión pusimos el horario de nuestro destino.  Fue difícil!!! Cuando subimos desayunamos –sería la cena-, nos lavamos los dientes y nos fuimos a dormir. Apenas dormimos a pesar de no haber dormido en el aeropuerto. El resto del viaje miramos películas, jugamos, descansamos un poco la vista, caminamos por el avión, y Seba se leyó gran parte del libro que compramos en Camboya. Fue eterno!!!! Lo mejor hubiera sido tomarme un clonazepam y despertarme a la llegada.

En Rio nos hicieron bajar del avión. Estuvimos una hora y algo dando vueltas por el aeropuerto descubriendo que el free-shop era más caro que el de Dubai! Aunque cueste creer había chocolates que costaban 10 U$S más!!! Una vez más tuvimos que pasar por los controles de seguridad  y el boarding.

Hubo un gran recambio de pasajeros. Salimos con unos minutos de retraso, y a las 17:15 hs llegó la cena!!! Totalmente fuera de lugar!!! Creo que si nos quedábamos más horas en el avión no pasábamos por la puerta de salida…
Para dar por terminado el viaje terminé mirando un documental sobre comida india, un especial sobre el curry de Kalkota y Chennai; resultó muy interesante ver como regiones con diferentes recursos naturales e infraestructura utilizan ingredientes tan distintos en sus platos... Ya tenía el cerebro quemado!!!

Finalmente llegamos a Buenos Aires con un solo objetivo: planear el siguiente viaje!!!!! Ya había algo en mente...

jueves, 18 de diciembre de 2014

Emprendiendo el regreso: Koh Samui - Bangkok - Delhi

By Sole

2 de marzo de 2014

A las 6:30 am sonó el despertador. Terminamos de acomodar el equipaje y con cierta melancolía tomamos el último desayuno frente al mar. Sabíamos que íbamos a extrañar la musiquita instrumental con la que el restaurant musicalizaba el momento…

El transfer nos dejó en el aeropuerto. Despachamos el equipaje y abandonamos el hall en busca del Gate donde teníamos que abordar. Era un aeropuerto muy particular, de hecho parecía más una galería comercial al aire libre con algunos negocios de expendio de comida y souvenirs.  Cerca del hall donde iba a ser el boarding –una especie de quincho con sillas y sillones junto a grandes ventiladores- había un playground y un louge de Bangkok Airway donde tomamos otro café y picoteamos alguna cosita. A qué no saben que agarro Seba??? Si!!! Pochoclo!!!


Un aeropuerto muy particular.
El vuelo salió en horario. Vimos el video institucional de Bangkok Airways por última vez (ya tarareábamos la canción a esta altura…) y recibimos una cajita feliz que esta vez no tenía ninguna variedad de salchichón, pero si algo que parecía jamón con 2 rebanadas de lomo ahumado y unos fideos fríos.

Ya en el aeropuerto de Bangkok dejamos las valijas en el “luggage left” del segundo piso por lo que abonamos 100 BTH por cada una, y tomamos el tren hacia la ciudad. En la estación Makkasan hicimos combinación con el metro hasta Silom, una zona que no habíamos caminado y de no haberla visitado no hubiésemos perdido nada.


El cronometrado arribo de las valijas.
Siendo las 12:00 hs había muchos negocios cerrados, muy mal olor por las calles y poco para hacer. Pasamos por la esquina de Patpong road, la calle roja más importante de Bangkok, que en ese momento era un desierto total.

Si queríamos comer algo la mejor opción parecía entrar a un shopping. Encontramos uno, del que ni siquiera recuerdo el nombre, que resultó minúsculo, pero basto para almorzar. En esta oportunidad conocimos el “Black Canyon Coffee”, donde vendían platos thai y occidentales. Elegimos uno y uno: un sandwich de atún con papas fritas y un guiso de cerdo con arroz.

Posteriormente tomamos el skytrain hasta Siam, donde volvimos a recorrer los mismos shoppings que ya habíamos visitado. Compramos un par de cosas que teníamos pendientes con los BHT que nos habían sobrado.  Entramos nuevamente a H&M donde había maniquíes vivientes en los escaparates, que obviamente eran fotografiados con los celulares por todos los thais adolescentes que pasaban por el lugar. Había muchísima más gente que la semana previa. Tenemos dos teorías al respecto:

1)      Era primer domingo del mes y había más dinero para gastar.

2)   El hecho de que se hubieran levantado los shutdowns distribuidos en toda la ciudad hizo que más gente circulase por zonas conflictivas como era esa.

Caos es la palabra que mejor describe lo que sucedía en ese shopping. Algunos caminaban a gran velocidad, otros vagaban como perdidos en la multitud y otros miraban atónitos lo que sucedía a su alrededor; circular sin recibir o dar un golpe era tarea difícil.

El baño de mujeres era un mundo!!! Más allá de la tradicional fila para acceder a los sanitarios, el sector de las piletas era inaccesible: las chicas se aglomeraban frente al espejo peinándose y maquillándose!!! Nunca ví tantas mujeres juntas en un baño!

Aprovechando que el local de “Au bon pain” no tenía tanta gente  nos acomodamos en un rincón, justamente en la misma mesita donde habíamos merendado siete días atrás, antes de visitar Angkor y Ko Samui. Tomamos unos capucchinos con un muffin de banana.  Estoy convencida que los locales que más atraían a los tailandeses eran los que vendían los productos más artificiales y de colores extravagantes. Los pochoclos bañados con extraños jarabes, tortas y bollerías rojas, verdes, azules y “rainbow” de varios colores eran los más elegidos!!! Grandes consumidores de chatarra a un ritmo frenético.


Yogurt sin grasa: vacio

Heladería: llena
Cuando salimos del shopping a las 16:20 hs y pasamos por un 7eleven ya que Seba quería comprar una cerveza tailandesa para llevarle de regalo a su hermano. Fue en ese momento que descubrimos que había una reglamentación que prohibía la venta de alcohol los domingos de 14 a 17 hs. Unbelievable!!!

El sector para comprar el ticket del Sky Train era un lío con gente por todos lados! Había que hacer fila para cambiar billetes por monedas en las ventanillas operadas por cajeros humanos, que a pesar del quilombo reinante no vendían pasajes, solo daban cambio. Y luego venía la fila frente a las máquinas automáticas. Y por más que tengan aires de gente del primer mundo, con tanta tecnología y consumismo, los tailandeses resultaron tan incivilizados como cualquier tercermundista. Cuando apenas teníamos 2 personas delante para acceder a la maquinita una señora se metió delante de todo como si no hubiese nadie e hizo oídos sordos al “There is a queu here!!!” que le grité. Los que estaban delante nuestro no dijeron nada, como si estuviesen acostumbrados a las injusticias y supieran que no valía la pena decir nada porque nada iba a cambiar.

De Siam fuimos a Phaya Thai para combinar con el tren que nos iba a llevar a Suvarnabhumi Airport. Antes de hacer la combinación volvimos a la calle a comprar la famosa cerveza; justo a las 17 hs estábamos en la caja!

Ya en el aeropuerto caminamos cientos de metros por diferentes pasillos y escaleras hasta llegar al 2nd floor a retirar las valijas que posteriormente fueron despachadas. Volvimos a hacer los controles de seguridad y migraciones donde el caricúlico de turno respondió con un gruñido a mi saludo. Esa noche íbamos a volar por “Thai”, aerolínea que no es tan amigable como Bangkok Airway y su lodge es exclusivo para pasajeros de primera clase, business o “members” (obviamente no pertenecíamos a ninguna de esas categorías); hicimos la larga espera con el resto de los vivientes en ese inmenso aeropuerto. Nuestro gate de salida estaba justamente en el sector más lúgubre del mismo. Picamos un par de crackers con Coca Zero, y con algo de retraso hicimos el boarding.

Si bien teníamos asignados asientos en la fila 33, resultaron estar casi en la puerta de entrada junto a la cocina. Durante todo el viaje fuimos oliendo diferentes especies. El servicio fue bastante deficiente. Cuando llegó la hora de la comida Seba optó por el menú con seafood que tenía unos shrimps, papas y una ensalada de porotos verdes. El vegetariano tenía verduras –acelga y/o espinaca con un nivel de picante desproporcionado, arroz y un guisado de porotos de soja acompañado de un chapati. El postre también tenía arroz –un pegote rectangular de arroz con coco sobre la que había una capa de una sustancia blanca insípida de consistencia de mouse-. Muy original la combinación de arroz con arroz! Una cena bastante olvidable.

El vuelo fue tranquiloy llegó a horario a pesar del retraso que tuvimos para subir al avión y en despegar porque había un “missing passenger”. Aterrizamos en Delhi a las 23:20 hs. Hicimos los trámites de migraciones super rápido y sin problemas; lo que sí tardó una eternidad fueron las valijas!!! Debemos haber estado parados casi treinta minutos mirando el carrousel buscando nuestro equipaje, que fue uno de los últimos en salir… qué nervios!

Cuando encendimos el celular ya teniamos siete llamadas perdidas de Rajesh, el chofer, que nos estaba esperando en el estacionamiento. Rápidamente llegamos al departamento de nuestros amigos, a esa hora había muy poco tránsito.

Coca nos había dejado una llave para que entráramos a su casa a la hora que llegáramos. La idea era que fuese una entrada silenciosa que no los despertara, Fer tenía que ir a trabajar al día siguiente. Pero las cosas nunca salen como deberían… Cuando entramos Roti no nos reconoció, nos miró a lo lejos… Pero no nos vino a atacar como debería hacer un perro guardián, sino que se metió en el dormitorio de sus dueños y empezó a ladrar como nunca, despertándolos a la 1 de la mañana!!!

Cuando estuvimos más cerca finalmente nos reconoció y fue tanta su alegría que se hizo pis encima ensuciando el pasillo. Pasó la noche detrás de nuestra puerta golpeándola y llorando. A pesar de eso dormimos hasta las 6 y algo –nuestro reloj biológico conservaba la hora de Tailandia…

lunes, 1 de diciembre de 2014

Se acaban las vacaciones: último día en Samui...

By Sole

1 de marzo de 2014

Desayunamos sin ningún tipo de apuro, y salimos a caminar por la playa, hasta que se nos acabó! Qué hacemos??? O regresábamos varios cientos de metros para atrás, o...nos metíamos en un hotel con salida a la calle. A pesar del cartel "Private Property" ingresamos al sector de pileta y como si conocieramos el lugar caminanos hasta la salida. No les puedo contar el stress que pasé esos minutos...
En el trayecto no nos cruzamos con nadie hasta la calle, donde nos saludó el hombre de seguridad y nos preguntó hacia donde íbamos. Cuando le contestamos que hacia el “Big Buddha”, nos indicó que tomáramos un tuk tuk, oferta que rechazamos. Nos pronosticó que caminando íbamos a tardar tres horas en llegar.

Hicimos caso omiso de la recomendación, y continuamos a pie. Por el mapa sabíamos que teníamos que seguir caminando por esa calle y girar a la izquierda en Soi 8. La tranquilidad del paseo sólo se vió interrumpida por un bicho que parecía una avispa que me picó en la espalda. Evidentemente hay que usar repelente a toda hora!

Sin dificultad encontramos el cartel que indicaba “Soi 8”, un callejón secundario con menos tránsito que se adentraba en una zona no turística (en el sentido que no había resorts ni negocios) pero sí algunas casas de veraneo en alquiler. Cada tanto pasaba algún auto o moto, pero no mucho más. Siguiendo la callejuela terminamos nuevamente en la calle principal que bordea la isla; habíamos tomado un atajo que nos ahorró una gran vuelta que da en el extremo norte.


Nuestro atajo: Soi 8
A medida que fue pasando el tiempo el sol se fue apoderando del lugar y se hacía sentir. Pasamos por el primer 7Eleven que nos cruzamos para comprar agua fresca, y seguimos hacia el Buda, el cual fue fácil de encontrar por su tamaño y ubicación.

Para alguien que no es budista no es más que una imagen imponente que merece ser fotografiada; para un budista sospecho que será mucho más que una atracción turística. Está ubicado en una zona a la que se accede por una escalinata que hay que subir descalzo; los zapatos quedan abajo vigilados por la mirada del gran Buda. La escalera de acceso tenía un sector con baldosas blancas por donde se debía circular, y el resto con baldosas rojas-bordo. “White tiles no hot” anunciaba el cartel, doy fé que no quemaban, a diferencia de las oscuras que hervían!


Big Buddha
El Big Buddha estaba rodeado de diferentes imágenes de Budas de menor tamaño, y más externamente por una galería con campanas, que algunos feligreses tocaban con un palo que le “prestaban” a cambio de tip. Realmente no era gran cosa...

A seguir caminando!!! Volvimos a la calle y unos metros más adelante nos metimos en una playa donde había botes y redes de pescadores. Esquivamos un par de hombres que estaban acomodando las redes, pasamos una zona con veleros, unos muellecitos y llegamos a las playas más aptas para sentarse y bañarse en el mar que justamente estaban delante de los hoteles. Era mucho más tranquilo que Chaweng, con menos gente, y casi ningún puesto de comida ni de thai massage.


Qué pescamos hoy?
Luego de tanta caminaba bajo el sol merecíamos un descanso y refrescarnos un poco. Dejamos la ropa en la arena y nos metimos al mar. Seba que parece un boyscout (siempre listo!), sacó del bolso sus antiparras y se fue a nadar.


Aquaman
Post- baño seguimos caminando por la playa hasta que apareció un peñasco rocoso infranqueable que nos obligó a salir a la calle por donde caminamos algunos metros. A nivel del restaurante “Orgasmic” (estaba recomendado en la guía, y completamente vacío a pesar de que ya eran las 12 del mediodía) volvimos a la playa, teniendo que obviamente atravesarlo. Ya se estaba convirtiendo en una costumbre atravesar la propiedad privada para acceder o salir de la playa; nadie parece contemplar la idea de que alguien quiera caminar o visitar una playa alejada de su hotel. Igual en este caso no me voy a quejar de la falta de accesibilidad porque este sector no me gustó para nada; la arena estaba llena de conchillas y piedritas haciendo que la caminata sea solo apta para faquires!!!

Pasamos delante de un par de bungalows que daban directamente a la playa, y tras cruzar una especie de arroyito de escasa profundidad que se conectaba con el mar llegamos a la zona de Bo Phut propiamente dicha con sus hoteles y turistas. Las características de la arena seguían siendo las mismas lo que es una gran desventaja a la hora de hacer una caminata por la orilla o bañarse en el mar.

A la altura del muelle de Bo Phut nos metimos hacia la calle que discurre paralela a la playa donde están todos los restaurantes, y lo que las guías describen como “las casitas características del pueblo de pescadores”. Había algunos locales de comida abiertos y muchos cerrados. De los abiertos casi ninguno tenía precios acordes a lo que veníamos pagando en Chaweng. Y las construcciones de la “Fishermen Village” ni siquiera las identificamos. Un fiasco este lugar!!! De mi parte recibe un “avoid”.

Continuamos caminando hasta que encontramos un cartel con la flecha que indicaba la salida hacia la main road. Sin haber encontrado ningún restaurante atractivo en aspecto y precio decidimos volver a Chaweng para almorzar y descansar tras haber estado caminando durante 2:30 hs bajo el sol.

En la calle principal tomamos un taxi-colectivo público, camionetitas con la parte trasera semi-abierta con un determinado recorrido en el que uno se puede subir o bajar en cualquier punto, sin paradas pre-establecidas. Lo paramos, le preguntamos el precio hasta Chaweng (100 BHT cada uno, sabíamos que el taxi estaba alrededor de 400 BHT), y subimos.


Taxi-colectivo
Habremos estado dando vueltas unos 30 minutos hasta que llegó un punto en el que paró y nos indicó que el recorrido había terminado. Sin identificar bien en que parte de Chaweng estábamos, bajamos. Atravesamos una galería que tenía un Mc Donald’s y llegamos a la calle paralela a la playa. Sin encontrar un acceso público, una vez más nos metimos en un hotel. Esquivamos la recepción, caminamos por un caminito que pasaba frente a las habitaciones hasta el acceso a la playa que estaba junto a la pileta. Tampoco nadie preguntó ni dijo nada.

En la playa comenzamos a caminar hacia el norte; era una zona por la que ya habíamos caminado el día previo. Respiramos aliviados, no estábamos perdidos! Comimos en un olvidable restaurante ubicado junto a la pileta de un hotel que tenía un cartel que decía “Pizza- Ham, Cheese, Bolognese, vegetarian 180 BTH”. 

Ante la escases del almuerzo Seba se tentó con un pincho de pollo agridulce en un carrito que nos cruzamos en el camino. Pagó los 20 BHT y se fue caminando feliz con su palito de brochete.


Pincho de pollo
Un baño más en el mar y llegamos al hotel donde nos ubicamos en un par de reposeras frente a la pile. Buscamos algo para leer, unos snacks y bananas, completando de esta manera el almuerzo…  Y para rematarla un par de mojitos! Seba llevaba varios días antojado con esta bebida, así que era en ese momento o nunca.  El bar del hotel con la excusa del “happy hour” te daba 2 tragos al precio de 1; era tan caro que en realidad eran 2 tragos al precio de 2.


Mojito en la pileta
La tarde de relax continuó con una caminata por el mar, más precisamente por la explanada de agua que teníamos frente al hotel –sólo estaba interrumpida por un par de bancos de arena. Tras haber caminado unos 200 metros mar adentro nos recostamos en el agua y nos quedamos mirando lo que sucedía a nuestro alrededor.

Con la piel toda arrugadita volvimos al hotel para acondicionarnos para la cena: la última de Koh Samui, y al mismo tiempo la de nuestro 47º cumple mes.

Fuimos caminando por la playa, pasando junto al lugar donde se había llevado a cabo minutos antes una ceremonia de casamiento. Estaba la novia con su vestido blanco sacándose fotos sobre un elefante en la mismísima playa. Cosas que sólo se ven en Asia.


mmm, llego en auto o elefante???
Unos metros más adelante encontramos el restaurante del Chalala Samui Resort, ubicado sobre la playa; mesas y sillas estaban acomodadas directamente sobre la arena, sólo alumbradas por la luz de las velas. Nos pareció una opción muy adecuada para esa noche. Si bien cuando llegamos (pasadas las 18:30 hs) había algo de luz, rápidamente oscureció. Era una noche sin luna, lo que hacía resaltar el brillo de las estrellas en el oscuro cielo despejado. En el restaurante de al lado había show!!! Un hombre tocaba y cantaba oldies en inglés, dándole un toque romántico extra a la cena.


Cena de cumplemes
Pedimos un mango shake (ya se estaba transformando en una costumbre), un phad thai shrimps, fried vegetables with chicken and rice, y de postre un crep con trocitos de ananá mezclado con una especie de jarabe. Yummy! 

Culminada la cena volvimos al hotel a armar las valijas ya que al día siguiente teníamos que hacer el check out a las 7:30 hs para tomar el vuelo hacia Bangkok. Se nos estaba acabando la joda…