sábado, 25 de junio de 2016

Nos vamos a China!!!

By Sole

Octubre 2015

Una vez más, desafiando a la imaginación, elegimos el itinerario de nuestro siguiente viaje. Barajamos varias opciones, incluyendo un par más tradicionales, pero por finalmente nos animamos al destino más exótico. Las razones fueron varias, aunque no encuentro ninguna como decisiva. Alguna vez viendo imágenes de la muralla dije ´Algún día voy a recorrer la muralla China´, como quien dice ´Un día voy a escribir un libro´ o `Algún día voy a aprender alemán´; digamos, una expresión de deseo, no un objetivo concreto y mucho menos a corto plazo.

El hecho que sea aún un lugar exótico para los occidentales le dio un atractivo especial. Queríamos aprovechar a conocerlo antes de que se hiciera un destino popular para todo el mundo (más allá de muy popular que es para el numeroso turismo interno). Además, nos daba la oportunidad de hacer una pequeña parada en un lugar mágico que nos quedó pendiente en nuestro anterior viaje a Asia: Vietnam! Habíamos quedado impactados con las fotos de unos amigos que habían hecho un mini-crucero de 2 días en la paradisíaca Halong Bay.

Teniendo elegido el destino, aparecieron muchas preguntas. Cómo llegamos a la muralla? Qué ciudades vamos a visitar? Cómo llegamos hasta ahí? Es posible realizar este viaje o es una completa locura? Cómo nos vamos a comunicar? 

Como primer paso compramos una guía bastante básica y económica (National Geographic editada por el diario Clarín). Como si fuésemos niños fuimos dando vueltas las cientos de página mirando las imágenes y eligiendo los lugares que nos parecían atractivos. De esta manera Seba hizo su lista y yo la misma; ahí ya descubrimos lo difíciles que son los nombres de las ciudades, que todas tienen Y, J, H o X en su pronunciación y que en algunos nombres solo variaba el orden de las letras. Tras cotejarlas, fuimos seleccionando los lugares que que teníamos en común. Teniendo los "pre seleccionados" complementamos la información con la guía "Lonely Planet" que nos acompañaría durante el viaje. El siguiente paso, del que se ocupó más que nada Seba, fue ver la factibilidad de unirlas entre sí, sin que el viaje entre ellas fuese ´un chino´. Así surgieron Beijing, Xian, Guilin vs Yangshuo, Suzhou vs Hangzhou, Tong Li vs Luzhi… De alguna manera terminó resultando un recorrido bastante standard que incluyó las típicas ciudades de los tours que ofrecen algunas agencias de turismo.

Para comprar los pasajes evaluamos distintas opciones encontrando una particularmente económica y más rápida que fue un vuelo de American Airlines con escala en Dallas, que llegaba a Beijing vía Pacífico/Ártico, y que mostraba una diferencia sustancial en precio respecto a Emirates, Qatar y otras que atraviesan casi todo el planeta! El único inconveniente fue tener que tramitar una visa más para poder hacer la escala en USA.

Leyendo blogs e intercambiando algunos e-mail con los empleados de los alojamientos, fuimos comprobando que el inglés no es particularmente popular en la República Popular de China… No obstante, hemos contratado todos los hoteles, un par de excursiones y sacado los pasajes de avión y tren vía on-line (estos últimos a través de unas de las páginas en inglés que ofrecen el servicio de compra de pasajes comisión mediante https://www.travelchinaguide.com/china-trains).

Instrucciones para llegar al hotel...


Tickets de tren!

Si el inglés no iba a ser suficiente para comunicarnos... comenzamos con las clases virtuales de "Chino Básico" con los simpáticos Carlos Li y Carolina Hsu -la chinita que moría aplastada por una vaca caída del cielo en la escena inicial de "Un cuento chino". Ya en los primeros programas comprendimos que iba a ser muy difícil entender las múltiples pronunciaciones que tiene cada vocal según el acento, y que un simple "ma" según la entonación puede significar "mamá", "caballo", "cáñamo", "reprochar", o simplemente transformar una oración en una pregunta al colocarlo al final de la misma. Con mucho esfuerzo, aprendimos los números, a saludar, agradecer, y lo más útil de todo: "wǒ yào níng méng" (quiero un limón).

Nuestro teacher de chino!

Además de mi visa para pisar suelo estadounidense, tuvimos que tramitar las visas de China y Vietnam. El destino ha sido cruel con los chinos y ha ubicado su embajada en la esquina de las calles Crisólogo Larralde y Triunvirato, obligando al oriental que habla en el contestador a pronunciar un par de veces estas palabras cargadas de letras ´r´. Sin turno, con pasaporte, copias de pasaje, alojamiento, una foto y dinero solicitamos la visa. En 5 días ya estaban listos los pasaportes con la visa de doble entrada (están las opción de única, doble y múltiples entradas). Paso siguiente vino el turno de Vietnam. Si van a averiguar por teléfono como hacer el trámite, no se sorprendan si le dicen “Hello” y encuentran un vietnamita dispuesto a mantener una conversación enteramente en inglés. Habiendo sido advertido de la insignificante puertita y el pasillo, Seba entró a la oficina pequeña donde se completa el formulario y se dejan los pasaportes junto a la siempre requerida foto y varios dólares (el trámite es cash y en billetitos verdes). Ese día volvió a casa con una fotocopia de los pasaportes y un remito (como esos que venden en las librerías) como comprobante para retirar la visa. En menos de una semana recuperamos los documentos con la visa válida por un mes.

Como antes de viajar a cualquier destino poco convencional hicimos la visita de rigor a medicina del viajero, donde sólo nos dieron las clásicas recomendaciones de prevención y tratamiento de gastroenteritis. Tras chequear los carnets de vacunación, nos confirmó que no nos faltaba ninguna vacuna. Seguimos amortizando el costo de las vacunas pre viaje a India! 

Con todo esto, ya estábamos listos para partir!!! 

El itinerario final:

sábado, 18 de junio de 2016

Descubriendo San Isidro

By Sole

27 de febrero 2016

Cómo resolver el conflicto entre los limitados días de vacaciones en el trabajo y las ganas de viajar? Si bien aún no tengo la respuesta, una solución inmediata fue aprovechar los fines de semana para visitar las atracciones turísticas de Buenos Aires y alrededores.
El destino elegido en esta oportunidad fue San Isidro.

Aprovechando el día despejado de verano fuimos a tomar el tren a la estación “Belgrano R” del Mitre. Hacía tanto que no tomaba un tren que había olvidado la experiencia del constante desfile de vendedores ambulantes, artistas y mendigos. Lo que me sacó un poco de contexto fue el aire acondicionado y la presencia de extranjeros que hablaban inglés, una situación totalmente nueva y que no esperaba.

Nuñez, Rivadavia, Vicente López, Olivos, La Lucila, Martínez, Acassuso y finalmente San Isidro. Al salir de la estación fuimos hacia la derecha por la avenida Belgrano encontrándonos con un área comercial. Al ser el sábado del último fin de semana previo al inicio de clases había bastante gente con chicos comprando útiles escolares y calzados; muchas parejas, sobretodo entradas en años ajenas a las responsabilidades escolares, tomaban café y leían el diario en las mesas exteriores de los bares.

Siguiendo por Belgrano terminamos en el casco histórico de San Isidro donde aún sobreviven varias casas coloniales centenarias. La primera que llamó nuestra atención fue la quinta La porteña. Su jardín con plantitas y un aljibe de mármol nos cautivó; fue inevitable el comentario “qué lindo sentarse acá un atardecer de verano”. Cuando leímos la placa de la entrada descubrimos que ahí había vivido Luis Vernet, quien fuera gobernador de las islas Malvinas en 1829.

Encantador patio de La Porteña

Efectivamente habíamos llegado al paseo de los Tres Ombúes, el sector del casco histórico donde está La Porteña, la quinta Los Naranjos y la famosa Quinta Los Ombúes donde vivió Mariquita Sánchez de Thompson.

Al final de la calle se encuentra uno de los miradores de la barranca desde donde se logra ver el río a lo lejos. Pese a ser un lugar público donde debe pasar bastante gente estaba impecable en total sinfonía con los alrededores. En ese momento un hombre paseaba a sus perros, y una pareja de extranjeros en un bike tour escuchaba atentamente las explicaciones de su guía.

Cuando giramos en la calle Béccar Varela, dándole la espalda al río, divisamos a unos cientos metros la torre de la catedral. En ese corto recorrido pasamos junto a la Quinta Los Ombúes donde actualmente está el museo “Dr. Horacio Béccar Varela”. Apenas pudimos pispear los jardines que se veían a través de las rejas perimetrales ya que en ese momento se encontraba cerrado; nos quedamos con las ganas de visitarlo… viéndolo desde una perspectiva positiva nos quedó algo pendiente para regresar a San Isidro.

Los Ombúes

Esquivamos un vecino de treinta y algo de años de la zona que con gran orgullo mostraba a sus allegados su nueva "nave espacial" –aunque lamentaba que no fuese roja porque era uno de los colores que faltaban en su gran historial de colores de autos-. Al levantar la vista, ahí estaba la imponente la catedral de estilo neogótico con su torre principal de más de 65 metros. A pesar de haber sido inaugurada en 1898, al menos el exterior estaba tan bien conservada como si hubiese sido construida la semana pasada. Si bien no entramos, las fotos que vimos del interior no desentonan con la belleza exterior.

La catedral

Frente a la iglesia identificamos a la plaza Mitre, mejor conocida como la plaza de San Isidro. Al ser sábado tuvimos la oportunidad de recorrer la feria de artesanos que se instala ahí cada fin de semana. Seba estaba en la gloria!!! En lo que se refiere a feria él es el que insiste en ir, y yo la que le digo “terminaste de mirar? Vamos? Vas a seguir comprando?” ;-)


Plaza Mitre

Siguiendo las recomendaciones de algunas páginas de Internet fuimos hasta “el centro comercial” de la estación del tren de la Costa. No sabemos si era por el día o el horario, pero nos pareció que el lugar estaba bastante muerto y descuidado. Tal vez el hecho que el gran café que da a la calle estuviese de vacaciones con sus ventanales tapados con papel madera ayudaba a crear esa imagen. Un tanto decepcionados seguimos hasta Primera Junta tomando esta calle en dirección al río. Cruzamos las vías y luego de andar varias cuadras, donde había un par de locales que vendían kayaks, divisamos una dársena del río con varios veleros amarrados. Luego de observar los alrededores decidimos dar media vuelta y regresar; el lugar no se veía muy seguro.

Ya era el mediodía y el hambre se hacía notar… sin haber sido tentados por ninguno de los restaurantes que cruzamos en el camino regresamos a la zona más céntrica donde terminamos haciendo una breve parada de almuerzo en el bar “La bicicleta”. Optamos por dos de los tres platos del día, aunque un poco pequeña la porción estuvieron aceptables considerando que se trataba de un bar.

Nos había quedado para el final lo que habíamos ido a ver a San Isidro: Villa Ocampo. Caminamos un par de cuadras hasta encontrar la Av del Libertador y por ahí fuimos caminando hasta la calle Uriburu. Lejos de lo que uno esperaría de Libertador, la imagen era más parecida a una descripción de Gabriel García Márquez de una tarde en Macondo que al de una de las principales avenidas de la zona. Calle desierta, con calor, sin una mísera ráfaga de viento donde solo encontramos un mínimo de alivio en la escasa sombra de los árboles de las veredas.

Cuando giramos en Uriburu, bordeamos parte de la manzana hasta encontrar el ingreso a la villa sobre la calle Elortondo. A pocos metros de la entrada había una chica sentada frente a una mesita que informaba sobre las actividades del lugar y vendía los bonos contribución de $45. "La siguiente visita guiada era en 45 minutos, pueden aprovechar ese teníamos ese tiempo para recorrer la planta baja de la casa y los jardines, o tomar algo en la confitería" nos dijo.

Guiados por un folleto que nos entregó fuimos identificando en el jardín el sector romántico con sus ombúes y una estatua de mármol, el lawn donde antiguamente estaba la cancha de tenis -ahora hay un par de ginkgos-, y la “pelouse afrancesada” con su fuente de hierro fundido, los gansos que caminaban por el pasto y un templete.

Villa Ocampo

A las 15 horas nos juntamos en la entrada principal de la casa con Román, el guía, y el grupo que se había ido formando.

Victoria Ocampo fue la primogénita de las seis hijas que tuvieron Ramona Aguirre y Manuel Ocampo, el ingeniero que estuvo a cargo de la construcción de la casa que estábamos visitando. La propiedad que inicialmente perteneció a Francisca Ocampo, la tía abuela y madrina de Victoria, fue un lugar donde la familia solía pasar los veranos.

En 1912, a los 22 años, Victoria se casó en un intento de librarse de la rigidez del padre. Tras una larga luna de miel por Europa de casi dos años, volvió desencantada de su marido quien resultó ser tan estructurado y convencional como su familia. La pareja se separó pero para guardar las apariencias convivieron en el mismo edificio, aunque en distinto piso.
Victoria era una transgresora para la época siendo pionera en varios aspectos: fue la primera mujer en obtener una licencia de conducir, utilizaba pantalones cuando lo habitual era que usaran polleras, fumaba en público y hasta bailaba tango. Totalmente desubicada en una sociedad machista y conservadora! 

Cuando falleció la tía Pancha, Victoria heredó en 1930 la hectárea del terrero que albergaba la casa; el resto de la propiedad que era básicamente parque quedó en manos de otros familiares que con el tiempo fueron vendiéndola. Sin dudas la mejor parte se la llevó la ahijada de la difunta. Inicialmente su uso continuó siendo el de casa de fin de semana.

En las décadas del 20 y 30, con ayuda de los más renombrados arquitectos de la época (con los que la señora se codeaba) diseñó y construyó las dos primeras casas modernas de la Argentina, una en Palermo y otras en Mar del Plata.

Al principio de la década del 40, se mudó a Villa Ocampo. Una vez más sus acciones fueron controvertidas cuando decidió remodelar la casa: sacó varias de las arañas que colgaban de los techos (en la actualidad solo quedan dos), despojó las paredes de los tapizados victorianos y pintó el interior del edificio de blanco. Dentro del mobiliario, conservó parte de los muebles originales, que combinó con otros de su elección que tenía en sus viviendas previas.

Además de su labor como escritora, dejó un legado fundamental a la cultura argentina con la creación de la revista Sur, la cual impulsó la difusión de obras de prominentes escritores de la época y promoción de actividades culturales. Justamente Villa Ocampo fue un lugar frecuente de reunión de personalidades de las distintas ramas de las artes. Si esas paredes hablaran…

A medida que nos iba contando la historia de la casa y de su visitantes más famosa recorrimos los distintos ambientes, incluyendo el comedor donde tenían lugar los “tés” que reunían a personajes ilustres tanto nacionales como extranjeros, la sala de música donde resalta el piano de cola, el escritorio y dormitorio en suite de Victoria, y la biblioteca. Sin dudas esta última fue la que más llamó mi atención por la gran cantidad de libros tanto en castellano, francés como inglés, idiomas que Victoria dominaba a la perfección. Si nos remontamos a más de medio centenar de años atrás es fácil imaginar que si uno quería leer determinados autores u obras debía hacerlo en el idioma original; no era tan frecuente encontrar ediciones en español.

Balcón terraza en el primer piso. DIVINO!!!

Varios años antes de morir decidió donar Villa Ocampo y Villa Victoria, la casa de verano de Mar del Plata, a la UNESCO con la condición de que fuesen usadas para promover actividades culturales.

Recluida en Villa Ocampo luego de una larga agonía producto de un cáncer en la boca que la había aquejado durante los últimos años, Victoria termina muriendo el 27 de enero de 1979.

En 2003 la acción conjunta de la UNESCO, el estado argentino, la municipalidad de San Isidro, la Asociación de Amigos de Villa Ocampo, patrocinadores y donantes permitió la restauración de la casa y el inicio de las actividades del lugar entre las que se incluyen las visitas guiadas que estábamos realizando. Realmente una experiencia muy interesante y enriquecedora, totalmente recomendable.


Tras casi una hora de recorrido por el interior de la casa, emprendimos el camino de regreso. Con todas las cuadras que habíamos caminado para llegar a este lugar, nos encontrábamos más cerca de la estación de Beccar, hacia la que fuimos a tomar el tren para volver a Buenos Aires.


viernes, 10 de junio de 2016

Fin de semana extra-large!!! Sugerencias de escapadas!!!

By Sole

Cada vez que se viene un fin de semana largo en el que no trabajos hay una pregunta que anda dando vueltas: "a dónde nos vamos?" Tras evaluar la cantidad de día disponible, presupuesto y el pronóstico del tiempo seguramente llegamos a una respuesta. Hay veces que surgen visitas de un día a algún pueblo cercano, otras viajes un poco más largo con pernocte, y otras simplemente es quedarnos en Buenos Aires y disfrutar de algunas de sus tantas bellezas o actividades culturales.

Si están pensando en tomar un pequeño descanso acá van algunas sugerencias:


Uribelarrea

Lobos
San Miguel del Monte


Chascomús

San Antonio de Areco

San Pedro

Mar del Plata

Miramar
Colon



Puerto Yerua



Villa Ventana


Tandil

Colonia del Sacramento (Uruguay)

Santiago y Valparaíso (Chile)




sábado, 4 de junio de 2016

Un imperdible de Valparaiso: La Sebastiana

By Sole

Atrás quedó la tranquilidad que habíamos experimentado en la casa de Santiago. Este lugar está lleno de gente, no solo tenemos que hacer fila para comprar las entradas, sino que una vez en la recepción tenemos que esperar a que haya audioguías disponibles. Mientras aguardamos que devuelvan estos aparatitos electrónicos aprovechamos para descansar cómodamente sentados en el pequeño reciento donde se exhibe un video sobre la vida de Neruda y la historia de la casa. Pronto está todo listo para comenzar con el recorrido que justamente se inicia en la entrada de la casa donde llama la atención el gran mural en piedras realizado por la vecina y amiga Maria Martner. Ya habíamos visto uno pequeño en un patio de La Chascona.

La Sebastiana
Proseguimos subiendo la escalera que lleva al primer piso donde estaba ubicado el living comedor de la casa. Al entrar al gran ambiente con grandes ventanales que dan hacia el mar no puedo quitar mis ojos de ahí!!! Qué vista impresionante!!! Más allá del diseño que puede gustar o no, nadie puede negar el inmenso valor que le otorga la visión panorámica de los alrededores. La audioguía cuenta que además de mirar el mar, Pablo se entretenía con sus binoculares pispiando secretamente a los vecinas, más especialmente a alguna que otra que acostumbraba tomaba sol con pocas ropas. Pícaro el hombre...

Si bien no se puede sacar fotos en el interior de la casa, con asentimiento del guardia de seguridad, tomamos estas fotitos que compartimos con ustedes; el resto las tomé prestadas de otras páginas.


Linda vista, no?

El gusto del dueño de casa por los objetos de colección hace que la decoración del gran ambiente compita con la vista. Cada cosa parece haber sido colocada aquí por una razón que en la mayoría de los casos se relacionaba con el disfrute, como los sillones con aspecto confortable, la mesa donde acostumbraba compartir sus comidas con amigos -era una regla de oro comer acompañado-, la vajilla, sus copas de colores -según Neruda el agua sabía mejor ahí- , y el hogar para calefaccionar el lugar en los duros inviernos. Como no podía de ser otra manera, en un rincón hay un barcito donde antaño el único autorizado a pararse detrás de la barra era el dueño de casa. A su lado llama la atención la curiosa puerta del baño que es tallada, y que seguramente haya hecho dudar a más de un invitado entre si usar o no el sanitario. Cada rincón de cada ambiente nos hipnotiza y hace que nos quedemos varios minutos observando minuciosamente cada detalle.

El comedor (https://commons.wikimedia.org)

Bar con la puerta del año a la derecha (http://www.annataliya.ru)

Como el tiempo no es infinito seguimos subiendo hacia el próximo piso donde nos encontramos con el dormitorio. Es otro de los ambientes con una vista privilegiada. En el armario aún se conservan un par de prendas de Matilde. Qué pies grandes tenía esa mujer!!! Pero lo que me llama más aún la atención es la altura de los tacos y lo incomodo que debe haber sido circular por la casa y los alrededores con esos calzados. Más allá de la elegancia al vestir, la señora de la casa también cuidaba de su cabello y maquillaje coo refleja su tocador personal, como los que suelen ver en las películas de época.

El dormitorio (http://www.debate.com.mx)

El resto del piso está ocupado por un baño compartimentalizado donde estaba la bañadera por un lado y el resto de los artefactos por otro para evitar conflictos relacionados con el tiempo que cada habitante de la casa tardaba en estos aposentos.

El baño (https://www.tripadvisor.com.pe)

Concluyendo la visita subimos un piso más donde está el estudio de Pablo, justo arriba del dormitorio con el que comparte la vista. Qué lindos sentarse a leer o a escribir viendo el mar, los barcos, y todo lo que sucede en los alrededores. Lovely!!! Nos detenemos a ver en las paredes fotos anteriores y posteriores a uno de los terremotos que azotó la ciudad provocando desgarradores destrozos. Lo que llama aún más la atención de Seba son los mapas especialmente uno antiguo que cuelga de la pared.

Qué lindo tener un lugar así para escribir (http://www.turismomaranata.cl)

Una vez más salimos muy complacidos con de la casa de Pablo Neruda. Tanto esta como la de Santiago tienen un encanto especial, y sin dudas son lugares que uno no debe dejar de visitar si está por la zona. Dos must! Nos quedó pendiente para el futuro visitar la tercera casa que esta ubicada en Isla Negra... 

Cuando salimos quedan menos 2 de horas para que parta el micro de regreso a Santiago. A pocos metros de la casa, nos detenemos en la pequeña plazoleta "de los poetas" donde hay un par de estatuas justamente de los más reconocidos poetas del país, Pablo Neruda, Gabriela Mistral y Vicente Huidobro, con las que los niños se entretienen. Como un niño más me saco una foto de la mano de Neruda.


Una puerta en el camino...

Aún nos queda tiempo, qué podemos hacer? Por moción general: shopping! De camino a la terminal nos encontramos con un Falabella y un Ripley, este último desconocido por nosotros hasta este momento. Si uno tiene un poco de tiempo y paciencia puede encontrar productos buenos a muy buen precio. Al escaso tiempo le sacamos el máximo provecho posible y nos hacemos de un regalito cada uno.

Ya agotados de tanto caminar emprendemos el trecho final hacia la terminal. La actividad en los alrededores es más intensa que durante la mañana y cada vez nos recuerda más a las inmediaciones de las estaciones de tren de Buenos Aires. Aún quedan huevos de pascua por vender y afortunadamente para los vendedores, que se tienen que deshacer de la mercadería en lo que queda de la tarde, también hay compradores de última hora!
A pesar de todo lo que hicimos llegamos con más de 20 minutos de anticipación. El aire acondicionado es algo ajeno a esta atestada y diminuta estación de buses. Qué calor que hace! El sol que entra por las ventanas hace que el interior sea un hervidero! Contamos uno a uno los minutos que faltan para que llegue el micro… solo ruego que no haga tanto calor como acá!!!

Finalmente nuestra plegarias son escuchadas y aparece el micro con aire acondicionado! Qué placer! Con una puntualidad digna de Inglaterra el bus abandona el estacionamiento y observamos a través de la ventana las últimas imágenes que nos vamos a llevar de Valparaiso. Saliendo de la ciudad, aún se pueden ver las consecuencias del último incendio que afectó la zona. Triste lo rápido en mueren los árboles que tardaron tanto tiempo en crecer, y el tiempo que va a tardar en recuperarse.

Antes de que lleguemos a destino ya es de noche. El micro debe haber ido rápido porque a pesar de las múltiples paradas, para el ascenso y descenso de pasajeros, llegamos a horario. Es tanto el apuro que tenemos en llegar que decidimos bajar en la estación Pajaritos, y tomar desde ahí el subte.

En nuestra última noche apenas queda comida en la heladera para el desayuno del día siguiente. Tras evaluar los locales abiertos en los alrededores terminamos en un pizza Hut con una orgía de comida: pizza + papas fritas con lluvia de no sé cuántas cosas. Comimos hasta quedar pipones!!! Todo acompañado por un vino carmenere, una uva recuperada recientemente por viñedos chilenos.

Auspicia la cena: "La Angioplastía"

Sólo nos quedan unas horas en Chile por delante una rápida visita al shopping la mañana siguiente -limitado por el horario en que abren los locales y el horario de partida de nuestro vuelo-; las mini vacaciones se están acabando. 

Fue una escapada cortita, pero sumamente interesante a la que le sacamos todo el jugo posible! Gracias Seba por esta tan linda sorpresa!!!!