miércoles, 30 de agosto de 2017

Senda a la Loma del Pliegue Tumbado: aspectos técnicos

By Seba

La senda se inicia en la oficina de Parque Nacionales que está saliendo del pueblo, 200 metros después de cruzar el puente del río Fitz Roy, sobre la ruta que viene desde El Calafate.

Los primeros metros son compartidos con el sendero al Mirador de los Cóndores. La bifurcación es clara y es imposible perderse.

A los 5 minutos se cruza un arroyito por un puente de troncos y se lo empieza a bordear (queda a nuestra izquierda), siempre en ascenso por una pequeña cañada. El terreno es arenoso, con vegetación propia de la estepa (coirones, neneos, y paramelas -"la planta antiinflamatoria"-).

A los 15 minutos de caminata cruzamos un pequeño bosque de lengas, y desde allí se ve una piedra parada que se parece a El Centinela de Tandil. El sendero sigue subiendo en sentido SSW (sur-sudoeste), de manera constante pero no agotadora. No está marcado con estacas o pintura, pero se sigue sin dificultades.

"El Centinela" de El Chaltén

De a poco, los bosquecitos de lengas empiezan a hacerse más frecuentes. Luego de una hora, ya estamos en terreno más plano y hay algunas zonas barrosas en las que puede haber algunas vacas pastando. Poco después, en una pampita con pasto pero sin árboles, está la bifurcación a Laguna Toro (a la izquierda, sentido SW -sudoeste-). El cartel indica que para ir a la loma seguimos por la derecha (sentido oeste), y que estamos a dos horas del destino. A nosotros nos llevó 1:15 horas llegar a este punto.

Pampita con vacas

Momento "elige tu propia aventura"

A pocos metros de la bifurcación entramos a un bosque de lengas medianas que nos van a acompañar durante unos 40 minutos, mientras ganamos algo de altura.


Al salir del bosque hay una pradera que nos hace acordar a un comercial de Milka, con pastito, florcitas y alguna vaca. Ya tenemos las primeras lindas vistas del Fitz Roy y el Torre.



Desde la pradera tenemos 40 minutos hasta el mirador, ahora por un terreno rocoso con nula vegetación con la excepción de algunas flores de altura, como los zapatitos de virgen. Caminamos en sentido NW (noroeste), siguiendo una senda marcada con estacas amarillas.


Zapatitos de la virgen

Al llegar al mirador (no hay un punto formal, sino una amplia explanada plana de rocas sueltas) se ve todo el valle del río Fitz Roy, los dos gigantes de granito y sus agujas circundantes, sus glaciares, las lagunas…



Hacia el oeste se eleva la loma, bien oscura. Luego de 30 minutos de zigzag en ascenso se llega a la cumbre, a casi 1500 msnm.




Summary:
Dificultad media.
Desnivel total: 1000 metros.
Distancia: 10 kilómetros (sólo ida).
La senda no está tan marcada, pero es fácil de seguir. Fuera del bosque hay estacas o palitos amarillos, en temporada alta la huella es clara. Si los cerros no están despejados, no tiene mucho sentido seguir hasta el final. En la última etapa estamos muy expuestos al sol, lluvia, viento, frío…
Desde el inicio al desvío Laguna Toro: 1:15 horas. Desde allí hasta el final del bosque de lengas: 40 minutos. Desde allí al mirador: 40 minutos. Desde mirador a la cumbre 30 minutos. Para el regreso estimar un 25% menos de tiempo en cada etapa.

domingo, 27 de agosto de 2017

Loma del pliegue tumbado, otra razón para regresar a El Chaltén!!!

By Sole

4 de enero 2016

Fieles a la rutina nos levantamos temprano, desayunamos y nos aprontamos a salir bajo un cielo parcialmente nublado –con El Chaltén oculto-, pero con una temperatura más agradable que el día anterior. El plan de la fecha era “La loma del pliegue tumbado”, un sendero de 10 km y unos 1000 metros de desnivel. Ninguna nube nos iba a detener el último hiking de esas minivacaciones.




El camino se iniciaba en el mismo punto que el de los miradores de los Cóndores y del Águila, pero en lugar de ir hacia la izquierda, se dirigía hacia la derecha. Fuimos ascendiendo suavemente, al principio por una zona de estepa con su típica flora acostumbrada a vivir con poca agua. Al ir subiendo pasamos por un área más húmeda con pasto y vegetación más abundante. Por suerte, en un momento el terreno se hizo plano, transformándose en una pampita en la que pastaban las vacas; ya habíamos notado su presencia en forma indirecta por la bosta distribuida en el sendero.


A la loma!!!

El pueblo desde la estepa

Vacas pastando en el camino

Para hacer el camino más entretenido había un área de mallín en la que tuvimos que ir saltando de tronquito en tronquito para no meter los pies en el barro. Fue un momento de distensión y diversión que nos hizo bajar un poco el ritmo de la marcha.

Luego vino un bosque con altos árboles donde él único sonido era el crujido de las ramas con el viento y el canto de algún pájaro; es uno de los ecosistemas que más me gusta de los senderos patagónicos. Es un lugar que me llena de paz, y pone a prueba todos los sentidos. En esa ocasión fue Seba el que estuvo más agudo y avistó a lo lejos una liebre que rápidamente salió de nuestro campo visual.


Me encantan los bosques como este!!!

A medida que fuimos avanzando y subiendo lentamente el ambiente fue cambiando… pasado el bosque continuamos por una gran pampa con pasto que parecía una gran alfombra verde, y montañas de fondo; sólo le faltaba la vaca violeta para ser una publicidad de Milka.


La pampita

Unos metros más arriba la vegetación desapareció abruptamente y nos encontramos con una gran superficie cubierta de piedras de diferentes tamaños, y algunas plantitas muy aisladas incluidas “zapatitos de virgen” (también llamados por mí "zapallitos de virgen", que fue como pensé que se llamaban tras haber leído mal la información sobre la flora local). Cortando la monotonía cruzamos un arroyito que debía ser la fuente de vida de la escasa flora existente.


Zapatitos de virgen

Al ser la superficie del suelo de pedregullo el camino comenzaba a estar demarcado por estacas; ya no era posible seguir una huella. Llegamos a un punto donde teníamos dos opciones, seguir las marcas de madera que cambiaban de rumbo dirigiéndose hacia la zona más alta, o seguir por un sendero dibujado por el tránsito de gente hacia una especie de mirador. Optamos por esta última ya que teníamos ganas de hacer una parada. Nos encontramos con una vista espectacular de la laguna Torre con el glaciar y el cerro por detrás, que junto al Poincenot y Fitz Roy que estaban a la derecha se encontraban en el interior de una nube. Habíamos encontrado el lugar ideal para sentarnos a almorzar. Nos acomodamos detrás de una roca que nos hacía a la vez de respaldo y cortaviento, y ahí comimos unos riquísimos sándwiches de lomito ahumado y queso. Disfrutamos muchísimo esa comida con una hermosa vista.



Mate + espectacular vista!!!

Culminado el almuerzo, empujados por las ráfagas de viento y las nubes que intermitentemente nos tapaban el sol haciéndonos sentir frío, levantamos campamento. Fuimos tras las marcas de madera que nos iban a guiar hasta el punto donde el camino se continuaba en forma azarosa por la ladera de la montaña. Ahí ya no existían marcas, era cuestión de ir buscando huellas y guiarse por el instinto. Caminamos unos 30 minutos por una superficie de pequeñas lajas sueltas con una pendiente francamente ascendente. Sería un problema para la Sole del futuro ver cómo bajarla; ni el Seba del presente ni del futuro lo consideraba un desafío.


Hacia allá vamos!!!

Subiendo (apuesto que Seba me iba cantando "la que en la montaña camina lento")

Sin dudas fue una magnífica idea hacer ese trekking y llegar hasta el final del mismo. La vista desde ahí era simplemente maravillosa!!! Realmente no podíamos creer lo que teníamos frente a nuestros ojos, ninguna foto que hayan visto de El Chaltén y alrededores puede igualar lo que estábamos viendo. Las cámaras de fotos no son capaces de retratar la sensación de inmensidad y surrealismo que provoca. Las imágenes más lindas las tenemos en nuestra memoria, y no en un archivo jpg ni en el álbum de fotos. No dudaría un minuto en volver a hacer todo el camino de nuevo para volver a vivir un momento como ese... quedamos realmente extasiados!!!


ESPECTACULAR, nada más que agregar...

Para hacer el panorama más espectacular las nubes se fueron desplazando quedando el Cerro Torre totalmente descubierto, y el Fitz Roy con una pequeña aureola algodonosa en su parte superior. Sacamos muchas fotos y nos quedamos un rato sentados admirando ese regalo de la naturaleza. De a poco fue llegando más gente interrumpiendo el silencio que habíamos disfrutado durante un buen rato; eso marcó el momento de nuestra partida.


Ahora a bajar!!!

La bajada fue más rápida, sin caídas ni tropiezos, tomándonos apenas 20 minutos. Nos reencontramos con las estacas que fuimos siguiendo hasta regresar a la pampita donde al volver a mirar hacia las montañas notamos que el Fitz Roy estaba completamente descubierto!!! No lo veíamos así desde la mañana del 1° de enero. Qué gran despedida nos estaba dando El Chaltén!!!


Y se hizo un día precioso!!!

Aspectos técnicos de la senda Loma del Pliegue Tumbado.

A las 16:30 horas ya estábamos en el pueblo. Aprovechamos para visitar la capilla construida en memoria de los escaladores fallecidos en el área; un lugar sencillo pero muy significativo para todos los apasionados del alpinismo. Encabezaban la lista Jacques Poincenot y Tony Egger, cuyos nombres pasaron a la historia y a los mapas de la zona.


Capilla "de los escaladores"

Con una pasada intermedia a la panadería preferida regresamos a merendar al hotel donde tomamos unos mates con un vigilante, almendras y fruta. Una cosa curiosa de la panadería era que según el momento en que uno iba encontraba distintos productos, había que ir con la mente abierta y no con una idea predefinida de lo que uno quería comer. Tal vez a las 8 de la mañana solo había pan y medialunas, pero si uno pasaba dos horas después ya no había medialunas y había vigilantes y galletas marineras, y así sucesivamente. Entendemos que al ser un pueblo, no pueden tener todo el tiempo todo como un local de una gran urbe.

Estábamos bastante cansados, ese día habíamos caminado más de 20 km con buena parte en desnivel, así que nos quedamos leyendo y descansando el resto de la tarde. Aunque nos cueste entenderlo a veces hay que descansar (aunque sea un rato) en vacaciones... 

En la noche de despedida del pueblo fuimos a cenar a “Tejado Negro”, uno de los restaurantes con buena crítica. Seba se animó a un locro y yo fui poco más conservadora terminando con una suprema a la napolitana con puré de papas. Digamos que fue apenas aceptable, es difícil hacer una milanesa desabrida pero lo lograron.

Antes de que se pusiera el sol estábamos regresando de cenar. Los picos continuaban despejados, parecía que habíamos entrado en una ventana de buen tiempo.

sábado, 19 de agosto de 2017

Varios senderos y lagunas pero ningún huemul en "Los Huemules"

By Sole & Seba

3 de enero 2016

Rutina matutina de por medio, a las 9:30 horas estábamos listos en el hall del hostel, esperando la combi para ir a Los Huemules. Si bien continuaba nublado no había pronóstico de lluvia. Cuando se hicieron las 9:45 horas y no pasaba nada pensamos que se habían olvidado de nosotros… justamente unos minutos después cuando estábamos contactándonos telefónicamente con la empresa llegaron. Entre que seguimos recogiendo pasajeros, y recorrimos los aproximadamente 20 km de ripio que nos separaban del destino, llegamos a las 11 horas. Casi todos fuimos bajando por el camino, salvo unas cuatro personas que seguían hasta Laguna del Desierto, lugar donde terminaba el recorrido.

Luego de traspasar el cartel que indicaba que estábamos en “Los Huemules” (está a pocos metros después de cruzar el río Eléctrico, en la mano izquierda de la ruta) caminamos menos de 5 minutos por un camino interno hasta encontrar la administración del lugar. Entramos, pero no parecía haber nadie. De hecho había un sector con infografía sobre la reserva, y flora y fauna del lugar con las luces apagadas. Decidimos esperar unos minutos mientras observábamos detenidamente el mapa de la pared con los senderos que partían desde ahí. Habíamos pensado hacer “a loma del Diablo” pero comprobamos que requería guía; así que fue rápidamente descartado y nos quedamos con los de laguna Azul, laguna Verde y la Diabla, un circuito que nos iba a llevar varias horas. En ese ínterin apareció el administrador, a quien pagamos los $100 de admisión. Ya estábamos informados, registrados y listos para disfrutar de otro día de hiking.


Tomamos el camino que conducía a los senderos, que luego de unos metros se bifurcaba en uno que iba hacia las lagunas que mencioné previamente y otro que iba a la loma del diablo y la laguna del Cóndor. Enfilamos por el primero encontrándonos con un sendero corto pero intenso... luego de cruzar el río por una pasarela el comenzamos a subir en forma ininterrumpida por un bosque alcanzando unos 30 minutos después la costa de la laguna Azul. Fuimos bordeándola hacia el norte, caminamos unos 10 minutos más para divisar desde lo alto de un peñasco la laguna Verde. Desde allí había una linda vista de la cara norte del Fitz Roy (sólo pudimos ver lo que la nubosidad nos permitieron, parecía tener nube propia en la cima que me recordó porque los locales los llamaban "el Chaltén" o "montaña que humea"), el cerro Eléctrico y el cerro 30 Aniversario. Apuesto que la vista debe ser espectacular en un día despejado con sol.

Puentecito sobre el río!!!

Laguna Azul con el Fitz Roy de fondo

Luego la senda baja y se llega a la orilla de la laguna Verde donde hay un pequeño mirador donde hicimos una parada de dos minutos para hidratarnos y buscar animales en las inmediaciones, aunque algunos carteles indicaban la presencia de patos, no vimos ninguno. Tampoco vimos otros seres humanos, de hecho en todo ese trayecto apenas nos cruzamos con una familia que venía caminando en el otro sentido; lugar idea para disfrutar del silencio.


Laguna Verde


Desde allí caminamos 10 minutos más hasta la pasarela que cruza el río Diablo, encontrándonos con la bifurcación “laguna Diabla” (hacia la izquierda) vs “regresar” (a la derecha). Habíamos completado la parte más sencilla del recorrido… no hubo dudas sobre la opción que escogimos.

Cruzando el río Diablo

La laguna nos esperaba!!! Luego de varios ascensos y descensos por una zona boscosa, la senda iba remontando el río Diablo por su margen izquierda. Fue un camino más que interesante por lo variado. Primero pasamos un bosque húmedo muy lindo (45 minutos) y luego por una zona de mallines y arroyitos -había piedras en los lechos para cruzarlos- (30 minutos) hasta llegar a la morrena glaciariaSorteando todas estas dificultades, luego de una hora y cuarto llegamos a destino.

Arroyito +

Bosque +

Mallin =

Sendero a la Diabla

Desde la orilla de la laguna, se observaba el glaciar Cagliero y la cumbre del cerro Neumeyer. Nos sentamos sobre unas rocas en este lugar tan lindo a tomar mates y comer cremona (la especialidad del día de nuestra panadería favorita). La parada no duró demasiado; con el reloj en contra y el viento sur que helaba los huesos, unos veinte minutos después levantamos campamento.

Laguna la Diabla
No podía faltar el mate!!!
Con marcha sostenida, pero prestando atención a todos los sonidos y eventuales movimientos de los alrededores –aún teníamos la ilusión de cruzarnos con otro huemul- avanzamos hasta la bifurcación de la laguna Azul, llegando una hora y 20 minutos después. Habíamos ido a tan buen ritmo que apenas eran las 15:30 horas y nos quedaba una hora por delante.

Y el huemul dónde está???

Barba de viejo en los troncos= aire limpio
Resumen:
Laguna Azul/Verde: 1:30 horas ida y vuelta (circuito circular, ida laguna Azul, vuelta por pasarela río Diablo). 250 metros de desnivel total.
Laguna Diabla: 3 horas ida y vuelta a ritmo tranquilo. Dificultad moderada, senda fácil de seguir pero poco transitada. 250 metros de desnivel.

Teníamos dos opciones, volver a la zona de la administración a hacer tiempo o caminar un poco más… a pesar del cansancio y ante la insistencia de Seba (a veces tengo el sí fácil) decidimos ir hasta el mirador que se encuentra en el sendero a la loma del Diablo.

Tras unos 25 minutos de ascenso sostenido llegamos al “mirador”, una zona rocosa plana con vista al Fitz Roy que continuaba tímido y no se dejaba ver. Sacamos un par de fotos, y emprendimos el descenso que apenas nos llevo 10 minutos.

Vista desde el mirador
Habiendo usado 35 minutos de los 60 que nos quedaban, hicimos una rápida recorrida por el centro de interpretación, vaciamos vejigas, y a las 16:45 horas ya estábamos en la ruta esperando la combi, sentaditos en el banco de la entrada. Aun había algunos rayos de sol, pero el viento intermitente hacia que el frío se sintiera bastante. Pasaron 5 minutos, y nada. Un par de vehículos pasaron en ambas direcciones levantando polvo. Seguimos esperando 10, 15, 20 minutos… poco a poco comenzábamos a impacientarnos, no teníamos ganas de caminar 20 kilómetros o ponernos a hacer dedo. Cuando ya estábamos evaluando un plan B, habiéndose cumplido los 30 minutos de espera, sin ninguna justificación ni disculpa por el retraso apareció la combi.

Cuarenta y cinco minutos después estábamos en el pueblo, cansados y con hambre. Sin dudarlo enfilamos hacia Patagonicus, donde nos sentamos en un rincón a merendar una muy merecida porción de torta de chocolate rellena con ganache de chocolate y naranja (capa 1), y mermelada de frambuesa (capa 2), bañada de chocolate blanco. Acompañamos esa bomba atómica con un café con leche y un capuchino. Riquísimo!!! Como nos sentamos en un rincón del salón pudimos disfrutar en tranquilidad de las fotografías que adornaban las paredes ilustrando las primeras expediciones a esas tierras inhóspitas por parte de rudimentarios alpinistas europeos.

Bomba atómica by Patagonicus
Con el estómago feliz, compramos unas provisiones en el pueblo y volvimos al hostel a bañarnos, leer y escribir durante un rato. Como habíamos quedado bastante llenos con la merienda y cansados sin ganas de salir, nos preparamos una modesta cena y culminamos con un delicioso pedazo de postre Mantecol y nos fuimos a dormir con la esperanza de que el día siguiente amaneciera despejado y sin viento.

domingo, 13 de agosto de 2017

Día de descanso: caminatas, mates y un huemul!

By Sole

2 de enero 2016

Habiéndonos acostado temprano a las 7 de la mañana estábamos levantados y a las 7:30 horas desayunando. Al mirar por el gran ventanal del comedor notamos que seguía nublado con garúa y mucho viento. Con esto se confirmaba que el día iba a ser de “descanso”… una forma de decir, descanso a nuestro estilo.

Cuando salimos sentimos la ráfagas de viento que habíamos escuchado y visto sacudir los árboles a través de la ventana. Fuimos caminando hacia la seccional de guardaparques donde además de recibir información (la excelente predisposición y pasión de los guardaparques es admirable) recorrimos las instalaciones donde había maquetas con los cerros y senderos, e infografías de la flora y fauna de la zona y de las principales escaladas del Fitz Roy y el Torre. En el exterior estaba armado un pequeño jardín con ejemplares de la flora local y carteles informativos sobre la misma.




Aprovechamos para preguntar por el sendero que iba al glaciar y laguna Piedras Blancas, informándonos que era muy peligroso y que lo habían cerrado el año anterior tras que dos persona murieran al ser arrastradas por el río. Información que después corroboramos en Internet en publicaciones de diarios. 

Como ya no garuaba iniciamos la actividad del día tomando el sendero del Mirador de los Cóndores. Si bien el recorrido es corto, al inicio hay un ascenso bastante pronunciado hasta llegar a una bifurcación donde se continúa por  terreno plano, culminando en una gran formación rocosa: el mirador. Aunque no vimos ningún cóndor, tuvimos una linda vista panorámica del pueblo.


Inicio de la senda a metros de la seccional de guardaparques

Derecha o izquierda???

El pueblo desde el mirador

Cuando volvimos a la bifurcación, en lugar de bajar tomamos el sendero que iba hacia el Mirador de las Águilas (el cartel indicaba 30 minutos a partir de ahí). Tras recorrer unos cientos de metros de terreno plano llegamos al mirador propiamente dicho. Desde ese lugar se puede ascender unos metros más entre rocas para tener una mejor vista. De más está decir que hacia ahí fuimos; realmente la panorámica del pueblo, la ruta, el lago Viedma con pequeños témpanos de hielo flotando… e imagino que del Fitz Roy (si hubiese estado despajado) valió la pena el pequeño esfuerzo en llegar hasta ahí. Una vista que no tiene desperdicios!






Lago Viedma

Buscamos entre las rocas un rinconcito protegido del viento, y nos sentamos a ver el paisaje mientras picamos un poco de crocante de maní y almendras. Disfrutar de estos momentos sin tener el apuro de llegar a algún lado forma parte de lo que llamamos “descansar”.

Cuando regresamos al pueblo compramos los tickets del transfer que al día siguiente nos iba a llevar al campo Los Huemules (Ida: 9:30 hs desde El Chaltén; Regreso: 16:45 hs desde la estancia -$160 cada tramo-). Ya teníamos organizado el siguiente día!

El tiempo había mejorado notablemente. No llovía y el cielo se estaba despejando. Cargamos el mate, y salimos hacia “El Chorrillo del salto”, una cascada ubicada a unos 3 km del pueblo. Tardamos bastante en salir hasta la ruta porque hicimos un par de paradas en el medio incluyendo el supermercado para comprar algo de fiambre, un par de negocios de artesanías y la casa de alfajores artesanales “El Chalteño” a la cual nos prometimos volver más tarde.

Tras salir del pueblo, caminamos 2 km por la ruta de ripio que va hacia el lago del Desierto. Fueron los más duros de todo el recorrido por la pendiente ascendente –leve pero pendiente al fin- y las fuertes ráfagas de viento en contra. Duro de remontar!




El último kilómetro era por un sendero peatonal que discurría entre vegetación hasta llegar al estacionamiento de autos; unos 500 metros más adelante se encontraba el Chorrillo del Salto, una sucesión de cascadas del río Salto cayendo. Justamente en el lugar donde terminaba el camino había mucha más gente que la deseable. Es bastante esperable este gentío desde el momento que se puede llegar en el auto hasta el parking y sólo requiere el “esfuerzo” de caminar 500 metros por terreno plano. Parecía la playa Bristol en enero… gente por todos lados con sus sillas de playas, heladeritas portátiles y equipos de mates.


Sendero apto todo público

Fóbicamente huimos del lugar... A uno de los lados del chorrillo había una gran formación rocosa a la que se podía subir “salvajemente” sin seguir ningún sendero bien delimitado como estamos acostumbrados. Fuimos ascendiendo instintivamente, a veces avanzando y otras retrocediendo cuando se nos acaba el camino, siguiendo las zonas desgastadas y desmalezadas del terreno producto de la circulación de otros que había pasado antes que nosotros. Una vez más, el esfuerzo valió la pena y fue recompensado con silencio y una vista privilegiada de la cascada. Nos sentamos en una piedra solitaria donde preparamos los sándwiches con el jamón y queso que habíamos comprado en el camino, almorzamos, y tomamos unos mates en medio de un tiempo absolutamente cambiante que incluyó sol, viento, garúa, frío y calor. Nos pusimos y sacamos las camperas, guantes y el buff no se cuantas veces!!!





No les puedo decir lo que era la “playita” cuando bajamos; la gente ya estaba aglomerada, uno encima de otro. Sacamos una foto y volvimos a escapar, recuperando una vez más la tranquilidad en el sendero. Ya en la ruta, el viento había amainado y el calor se comenzaba a sentir aunque no lo suficiente como para sacarnos las camperas.


A caminar!!!

Pasamos junto al cartel que indicaba “Zona de Huemules” y la prohibición de traspasar ese punto con perros. No faltó el comentario de que la próxima íbamos a traer a Raulito (el bulldog francés negro que nos gustaría tener pero no tenemos) a jugar con el huemul. No pasaron 5 minutos de esto vemos varios autos y personas en la ruta mirando algo. Dijimos “habrá un cóndor?”. Un muchacho nos hizo señas para que nos apuráramos y fuésemos hacia ahí –en la misma dirección en la que estábamos yendo-. “Qué hay?” le preguntamos cuando íbamos acercándonos, recibiendo la respuesta menos esperada “Un huemul”. WTF? Efectivamente al costado de la ruta, entre los árboles había un huemul hembra. Con cierta curiosidad nos miró, se escondió parcialmente detrás de un árbol, y fue subiendo lentamente por la pendiente haciendo pequeñas paradas para observarnos mientras se alejaba. Unos minutos después terminó desapareciendo en el bosque.


Huemul hembra I

Huemul hembra II

No lo podíamos creer!!! Pensábamos que los huemules eran un mito; de hecho el día anterior le había preguntado a mi wikipedia andante –o sea Seba- si alguien alguna vez había visto uno de estos animales en la zona. Según su lectura previa al viaje había muy pocos, pero en un blog había leído de una pareja había visto uno cerca del río Eléctrico. En la exposición que había en el edificio de guardaparques esa mañana habíamos visto un par de fotos de avistamientos de los últimos años, y la advertencia de avisar si se llegaba a ver alguno en la zona.

El día oscuro y lluvioso que no prometía nada, se estaba transformando en un día increíble!!! Estábamos más que felices con la oportunidad que habíamos tenido de ver un ejemplar de esa especie en peligro de extinción. Con toda la excitación producto de la situación nos fuimos hacia la oficina de guardaparques donde ya se habían enterado que había un huemul cerca de la ruta porque un remisero había avisado unos minutos atrás. Pero nosotros teníamos la primicia de las fotos!!! Muy amablemente nos hicieron pasar a una oficina donde bajaron las imágenes a una computadora, y llenamos una planilla con la información del avistamiento. El guardaparques confirmó lo que pensábamos: se trataba de una hembra. Aprovechando la oportunidad nos mostró la foto de otra hembra vista cerca de la laguna del Pato, y nos contó que se estaba filmando un documental sobre este animal y que el equipo de filmación había logrado ver cuatro ejemplares. Cuando salimos ya había terminado el horario de atención al público –estaban esperando que nos fuéramos de ahí-.

Al final, el día de “descanso” había sido bastante movido, y con unos cuantos kilómetros de caminata. Merecíamos unos mates con facturas de nuestra panadería favorita, que una vez más no nos decepcionó. Siguiendo con la glotonería también pasamos por la casa de alfajores donde compramos unos deliciosos recuerdos del lugar para llevar a casa y a familiares cercanos.

Otra vez apenas el reloj marcó las 8 de la noche, estábamos listos para cenar. Esa noche nos tocó “Ahonikenk”, una casita de madera acogedora con una decoración muy particular que incluía recortes de revistas viejas, billetes argentinos antiguos y de otras partes del mundo, camisetas y banderines de equipos de fútbol, y algunas antigüedades por mencionar algo. Rápidamente se fue llenando hasta no quedar ningún lugar libre. Adaptado a los comensales, que este caso incluía hasta indios, el menú estaba en castellano e inglés. Pedimos una cazuela de cordero, canelones de verdura y queso con salsa de tomates, agua y cerveza. Mientras esperábamos los platos entretuvimos el estómago con pancitos y tostadas con un escabeche de lentejas, en medio de un desfile de platos de muy buen aspecto y un delicioso olor a pizza. Finalmente llegó nuestra comida que estuvo muy sabrosa.




Esta vez no estábamos tan cansados, así que antes de ir a dormir aprovechamos para escribir y leer un rato completando de esta manera el "día de descanso".

Ir a la senda Fitz Roy/ Ir a Los Huemules