domingo, 27 de agosto de 2017

Loma del pliegue tumbado, otra razón para regresar a El Chaltén!!!

By Sole

4 de enero 2016

Fieles a la rutina nos levantamos temprano, desayunamos y nos aprontamos a salir bajo un cielo parcialmente nublado –con El Chaltén oculto-, pero con una temperatura más agradable que el día anterior. El plan de la fecha era “La loma del pliegue tumbado”, un sendero de 10 km y unos 1000 metros de desnivel. Ninguna nube nos iba a detener el último hiking de esas minivacaciones.




El camino se iniciaba en el mismo punto que el de los miradores de los Cóndores y del Águila, pero en lugar de ir hacia la izquierda, se dirigía hacia la derecha. Fuimos ascendiendo suavemente, al principio por una zona de estepa con su típica flora acostumbrada a vivir con poca agua. Al ir subiendo pasamos por un área más húmeda con pasto y vegetación más abundante. Por suerte, en un momento el terreno se hizo plano, transformándose en una pampita en la que pastaban las vacas; ya habíamos notado su presencia en forma indirecta por la bosta distribuida en el sendero.


A la loma!!!

El pueblo desde la estepa

Vacas pastando en el camino

Para hacer el camino más entretenido había un área de mallín en la que tuvimos que ir saltando de tronquito en tronquito para no meter los pies en el barro. Fue un momento de distensión y diversión que nos hizo bajar un poco el ritmo de la marcha.

Luego vino un bosque con altos árboles donde él único sonido era el crujido de las ramas con el viento y el canto de algún pájaro; es uno de los ecosistemas que más me gusta de los senderos patagónicos. Es un lugar que me llena de paz, y pone a prueba todos los sentidos. En esa ocasión fue Seba el que estuvo más agudo y avistó a lo lejos una liebre que rápidamente salió de nuestro campo visual.


Me encantan los bosques como este!!!

A medida que fuimos avanzando y subiendo lentamente el ambiente fue cambiando… pasado el bosque continuamos por una gran pampa con pasto que parecía una gran alfombra verde, y montañas de fondo; sólo le faltaba la vaca violeta para ser una publicidad de Milka.


La pampita

Unos metros más arriba la vegetación desapareció abruptamente y nos encontramos con una gran superficie cubierta de piedras de diferentes tamaños, y algunas plantitas muy aisladas incluidas “zapatitos de virgen” (también llamados por mí "zapallitos de virgen", que fue como pensé que se llamaban tras haber leído mal la información sobre la flora local). Cortando la monotonía cruzamos un arroyito que debía ser la fuente de vida de la escasa flora existente.


Zapatitos de virgen

Al ser la superficie del suelo de pedregullo el camino comenzaba a estar demarcado por estacas; ya no era posible seguir una huella. Llegamos a un punto donde teníamos dos opciones, seguir las marcas de madera que cambiaban de rumbo dirigiéndose hacia la zona más alta, o seguir por un sendero dibujado por el tránsito de gente hacia una especie de mirador. Optamos por esta última ya que teníamos ganas de hacer una parada. Nos encontramos con una vista espectacular de la laguna Torre con el glaciar y el cerro por detrás, que junto al Poincenot y Fitz Roy que estaban a la derecha se encontraban en el interior de una nube. Habíamos encontrado el lugar ideal para sentarnos a almorzar. Nos acomodamos detrás de una roca que nos hacía a la vez de respaldo y cortaviento, y ahí comimos unos riquísimos sándwiches de lomito ahumado y queso. Disfrutamos muchísimo esa comida con una hermosa vista.



Mate + espectacular vista!!!

Culminado el almuerzo, empujados por las ráfagas de viento y las nubes que intermitentemente nos tapaban el sol haciéndonos sentir frío, levantamos campamento. Fuimos tras las marcas de madera que nos iban a guiar hasta el punto donde el camino se continuaba en forma azarosa por la ladera de la montaña. Ahí ya no existían marcas, era cuestión de ir buscando huellas y guiarse por el instinto. Caminamos unos 30 minutos por una superficie de pequeñas lajas sueltas con una pendiente francamente ascendente. Sería un problema para la Sole del futuro ver cómo bajarla; ni el Seba del presente ni del futuro lo consideraba un desafío.


Hacia allá vamos!!!

Subiendo (apuesto que Seba me iba cantando "la que en la montaña camina lento")

Sin dudas fue una magnífica idea hacer ese trekking y llegar hasta el final del mismo. La vista desde ahí era simplemente maravillosa!!! Realmente no podíamos creer lo que teníamos frente a nuestros ojos, ninguna foto que hayan visto de El Chaltén y alrededores puede igualar lo que estábamos viendo. Las cámaras de fotos no son capaces de retratar la sensación de inmensidad y surrealismo que provoca. Las imágenes más lindas las tenemos en nuestra memoria, y no en un archivo jpg ni en el álbum de fotos. No dudaría un minuto en volver a hacer todo el camino de nuevo para volver a vivir un momento como ese... quedamos realmente extasiados!!!


ESPECTACULAR, nada más que agregar...

Para hacer el panorama más espectacular las nubes se fueron desplazando quedando el Cerro Torre totalmente descubierto, y el Fitz Roy con una pequeña aureola algodonosa en su parte superior. Sacamos muchas fotos y nos quedamos un rato sentados admirando ese regalo de la naturaleza. De a poco fue llegando más gente interrumpiendo el silencio que habíamos disfrutado durante un buen rato; eso marcó el momento de nuestra partida.


Ahora a bajar!!!

La bajada fue más rápida, sin caídas ni tropiezos, tomándonos apenas 20 minutos. Nos reencontramos con las estacas que fuimos siguiendo hasta regresar a la pampita donde al volver a mirar hacia las montañas notamos que el Fitz Roy estaba completamente descubierto!!! No lo veíamos así desde la mañana del 1° de enero. Qué gran despedida nos estaba dando El Chaltén!!!


Y se hizo un día precioso!!!

Aspectos técnicos de la senda Loma del Pliegue Tumbado.

A las 16:30 horas ya estábamos en el pueblo. Aprovechamos para visitar la capilla construida en memoria de los escaladores fallecidos en el área; un lugar sencillo pero muy significativo para todos los apasionados del alpinismo. Encabezaban la lista Jacques Poincenot y Tony Egger, cuyos nombres pasaron a la historia y a los mapas de la zona.


Capilla "de los escaladores"

Con una pasada intermedia a la panadería preferida regresamos a merendar al hotel donde tomamos unos mates con un vigilante, almendras y fruta. Una cosa curiosa de la panadería era que según el momento en que uno iba encontraba distintos productos, había que ir con la mente abierta y no con una idea predefinida de lo que uno quería comer. Tal vez a las 8 de la mañana solo había pan y medialunas, pero si uno pasaba dos horas después ya no había medialunas y había vigilantes y galletas marineras, y así sucesivamente. Entendemos que al ser un pueblo, no pueden tener todo el tiempo todo como un local de una gran urbe.

Estábamos bastante cansados, ese día habíamos caminado más de 20 km con buena parte en desnivel, así que nos quedamos leyendo y descansando el resto de la tarde. Aunque nos cueste entenderlo a veces hay que descansar (aunque sea un rato) en vacaciones... 

En la noche de despedida del pueblo fuimos a cenar a “Tejado Negro”, uno de los restaurantes con buena crítica. Seba se animó a un locro y yo fui poco más conservadora terminando con una suprema a la napolitana con puré de papas. Digamos que fue apenas aceptable, es difícil hacer una milanesa desabrida pero lo lograron.

Antes de que se pusiera el sol estábamos regresando de cenar. Los picos continuaban despejados, parecía que habíamos entrado en una ventana de buen tiempo.

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