By Sole & Seba
3 de enero 2016
Rutina matutina de por medio, a las 9:30 horas estábamos listos en el hall del hostel, esperando la combi para ir a Los Huemules. Si bien continuaba nublado no había pronóstico de lluvia. Cuando se hicieron las 9:45 horas y no pasaba nada pensamos que se habían olvidado de nosotros… justamente unos minutos después cuando estábamos contactándonos telefónicamente con la empresa llegaron. Entre que seguimos recogiendo pasajeros, y recorrimos los aproximadamente 20 km de ripio que nos separaban del destino, llegamos a las 11 horas. Casi todos fuimos bajando por el camino, salvo unas cuatro personas que seguían hasta Laguna del Desierto, lugar donde terminaba el recorrido.
Luego de traspasar el cartel que indicaba que estábamos en “Los Huemules” (está a pocos metros después de cruzar el río Eléctrico, en la mano izquierda de la ruta) caminamos menos de 5 minutos por un camino interno hasta encontrar la administración del lugar. Entramos, pero no parecía haber nadie. De hecho había un sector con infografía sobre la reserva, y flora y fauna del lugar con las luces apagadas. Decidimos esperar unos minutos mientras observábamos detenidamente el mapa de la pared con los senderos que partían desde ahí. Habíamos pensado hacer “a loma del Diablo” pero comprobamos que requería guía; así que fue rápidamente descartado y nos quedamos con los de laguna Azul, laguna Verde y la Diabla, un circuito que nos iba a llevar varias horas. En ese ínterin apareció el administrador, a quien pagamos los $100 de admisión. Ya estábamos informados, registrados y listos para disfrutar de otro día de hiking.
Tomamos el camino que conducía a los senderos, que luego de unos metros se bifurcaba en uno que iba hacia las lagunas que mencioné previamente y otro que iba a la loma del diablo y la laguna del Cóndor. Enfilamos por el primero encontrándonos con un sendero corto pero intenso... luego de cruzar el río por una pasarela el comenzamos a subir en forma ininterrumpida por un bosque alcanzando unos 30 minutos después la costa de la laguna Azul. Fuimos bordeándola hacia el norte, caminamos unos 10 minutos más para divisar desde lo alto de un peñasco la laguna Verde. Desde allí había una linda vista de la cara norte del Fitz Roy (sólo pudimos ver lo que la nubosidad nos permitieron, parecía tener nube propia en la cima que me recordó porque los locales los llamaban "el Chaltén" o "montaña que humea"), el cerro Eléctrico y el cerro 30 Aniversario. Apuesto que la vista debe ser espectacular en un día despejado con sol.
Puentecito sobre el río!!! |
Laguna Azul con el Fitz Roy de fondo |
Luego la senda baja y se llega a la orilla de la laguna Verde donde hay un pequeño mirador donde hicimos una parada de dos minutos para hidratarnos y buscar animales en las inmediaciones, aunque algunos carteles indicaban la presencia de patos, no vimos ninguno. Tampoco vimos otros seres humanos, de hecho en todo ese trayecto apenas nos cruzamos con una familia que venía caminando en el otro sentido; lugar idea para disfrutar del silencio.
Laguna Verde |
Desde allí caminamos 10 minutos más hasta la pasarela que cruza el río Diablo, encontrándonos con la bifurcación “laguna Diabla” (hacia la izquierda) vs “regresar” (a la derecha). Habíamos completado la parte más sencilla del recorrido… no hubo dudas sobre la opción que escogimos.
Cruzando el río Diablo |
La laguna nos esperaba!!! Luego de varios ascensos y descensos por una zona boscosa, la senda iba remontando el río Diablo por su margen izquierda. Fue un camino más que interesante por lo variado. Primero pasamos un bosque húmedo muy lindo (45 minutos) y luego por una zona de mallines y arroyitos -había piedras en los lechos para cruzarlos- (30 minutos) hasta llegar a la morrena glaciaria. Sorteando todas estas dificultades, luego de una hora y cuarto llegamos a destino.
Arroyito + |
Bosque + |
Mallin = |
Sendero a la Diabla |
Desde la orilla de la laguna, se observaba el glaciar Cagliero y la cumbre del cerro Neumeyer. Nos sentamos sobre unas rocas en este lugar tan lindo a tomar mates y comer cremona (la especialidad del día de nuestra panadería favorita). La parada no duró demasiado; con el reloj en contra y el viento sur que helaba los huesos, unos veinte minutos después levantamos campamento.
Laguna la Diabla |
No podía faltar el mate!!! |
Con marcha sostenida, pero prestando atención a todos los sonidos y eventuales movimientos de los alrededores –aún teníamos la ilusión de cruzarnos con otro huemul- avanzamos hasta la bifurcación de la laguna Azul, llegando una hora y 20 minutos después. Habíamos ido a tan buen ritmo que apenas eran las 15:30 horas y nos quedaba una hora por delante.
Y el huemul dónde está??? |
Barba de viejo en los troncos= aire limpio |
Resumen:
Laguna Azul/Verde: 1:30 horas ida y vuelta (circuito circular, ida laguna Azul, vuelta por pasarela río Diablo). 250 metros de desnivel total.
Laguna Diabla: 3 horas ida y vuelta a ritmo tranquilo. Dificultad moderada, senda fácil de seguir pero poco transitada. 250 metros de desnivel.
Teníamos dos opciones, volver a la zona de la administración a hacer tiempo o caminar un poco más… a pesar del cansancio y ante la insistencia de Seba (a veces tengo el sí fácil) decidimos ir hasta el mirador que se encuentra en el sendero a la loma del Diablo.
Tras unos 25 minutos de ascenso sostenido llegamos al “mirador”, una zona rocosa plana con vista al Fitz Roy que continuaba tímido y no se dejaba ver. Sacamos un par de fotos, y emprendimos el descenso que apenas nos llevo 10 minutos.
Vista desde el mirador |
Habiendo usado 35 minutos de los 60 que nos quedaban, hicimos una rápida recorrida por el centro de interpretación, vaciamos vejigas, y a las 16:45 horas ya estábamos en la ruta esperando la combi, sentaditos en el banco de la entrada. Aun había algunos rayos de sol, pero el viento intermitente hacia que el frío se sintiera bastante. Pasaron 5 minutos, y nada. Un par de vehículos pasaron en ambas direcciones levantando polvo. Seguimos esperando 10, 15, 20 minutos… poco a poco comenzábamos a impacientarnos, no teníamos ganas de caminar 20 kilómetros o ponernos a hacer dedo. Cuando ya estábamos evaluando un plan B, habiéndose cumplido los 30 minutos de espera, sin ninguna justificación ni disculpa por el retraso apareció la combi.
Cuarenta y cinco minutos después estábamos en el pueblo, cansados y con hambre. Sin dudarlo enfilamos hacia Patagonicus, donde nos sentamos en un rincón a merendar una muy merecida porción de torta de chocolate rellena con ganache de chocolate y naranja (capa 1), y mermelada de frambuesa (capa 2), bañada de chocolate blanco. Acompañamos esa bomba atómica con un café con leche y un capuchino. Riquísimo!!! Como nos sentamos en un rincón del salón pudimos disfrutar en tranquilidad de las fotografías que adornaban las paredes ilustrando las primeras expediciones a esas tierras inhóspitas por parte de rudimentarios alpinistas europeos.
Bomba atómica by Patagonicus |
Con el estómago feliz, compramos unas provisiones en el pueblo y volvimos al hostel a bañarnos, leer y escribir durante un rato. Como habíamos quedado bastante llenos con la merienda y cansados sin ganas de salir, nos preparamos una modesta cena y culminamos con un delicioso pedazo de postre Mantecol y nos fuimos a dormir con la esperanza de que el día siguiente amaneciera despejado y sin viento.
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