domingo, 30 de octubre de 2016

Un paseo por los arrozales

By Sole

15 de Octubre 2015

En algún horario de la madrugada comenzó a cantar el gallo recordándonos que estábamos a cientos de kilómetros de la urbe más cercana. Para las 6 de la mañana se sumó el ruido de unas pisadas que se detuvieron a corta distancia de donde estábamos. Desde la cama le dije a Seba “Creo que abajo están cargado un burro”. Al rato cuando nos levantamos y miramos por la ventana comprobamos que efectivamente había un burro con dos grandes bolsa encima, una de cada lado.




Apenas pasadas las 7 bajamos dispuestos a desayunar. Sorprendentemente seguía sin haber nadie en el front desk y alrededores. En todas las horas que llevábamos en el hotel tampoco nos habíamos cruzado con otros huéspedes… estamos casi seguros que éramos los únicos.

En los locales de los alrededores tampoco  había vida, así que decidimos caminar un poco hasta que encontrásemos un lugar abierto. Tranquilamente emprendimos la caminata pueblo arriba siguiendo uno de los senderos que conducía al otro mirador de la zona: “Seven stars and the moon”. Justamente la gran ventaja de pasar la noche en la villa es poder disfrutar de esas horas de la mañana en las que hay pocos turistas. Algunos lugareños comenzaban a preparar sus sopas para desayunar, otros barrían, mientras que otros ya se encaminaban a seguir con la cosecha. Alrededor de las 7:30 llegamos hasta un punto, que sin ser el mirador, proporcionaba una magnífica vista de los arrozales. Sacamos las fotos pertinentes y guiados por los estómagos que rugían como leones furiosos emprendimos el regreso teniendo en mente un lugar para desayunar que estaba por abrir cuando habíamos pasado a la ida.



Seven stars and the moon

Cuando llegamos a “Green Garden Café”, si bien no había comensales, ya estaba abierto. Nos sentamos en una de las mesas exteriores, desde donde la vista de los alrededores era inmejorable. Mientras esperábamos los desayunos continentales nos entretuvimos contemplando la lenta actividad matinal de Ping'an. Unos minutos después llegaron los vasos de té verde, las tostadas con mermelada y manteca, los huevos duros y las bananas. Sin mucho apuro disfrutamos de ese excelente desayuno. El detalle de color del local era el gran frasco de unos 5 litros que contenía una víbora en un extraño líquido ambar. Tras preguntar descubrimos que se trataba de "vino de serpiente". 

Vista del desayuno

En el corto recorrido hacia el hotel, en el que ya comenzaba a haber un poco más de gente, nos llamó la atención algo sumamente desagradable… en una parrillita de las que usan para cocinar el bamboo rice había apoyadas 2 ratas muertas. Sin entender mucho de que se trataba, si alguien las iba a cocinar o estaban ahí para cobrar dinero a los turistas que le sacaban fotos, pasamos raudamente por el lugar. Nuestro nivel de desconfianza seguía alto, no nos arriesgamos y foto no hay...

Ya en el hotel, agarramos las mochilas con algunas provisiones y alrededor de las 9 salimos. Sorprendentemente, nos encontramos con el  saloncito donde estaba el front desk iluminado y los hijos del hombre que nos había recibido el día previo. Aprovechamos ese momento para pagar las 2 nohes de alojamiento, ya que nunca habíamos hecho el check inA diferencia de otros hoteles, nunca nos preguntaron ni como nos llamábamos ni nos pidieron pasaportes; un lugar ideal para alguien que quiere vivir en el anonimato.

También utilizamos esta oportunidad para reservar el transfer para ir hacia Guilin. El muchacho hizo un llamado para confirmar la disponibilidad y hacer la reserva; pagamos los tickets ahí mismo. Cuando le consultamos sobre el sendero hacia Dazhai Village que pensábamos hacer ese día nos aseguró que estaba bien señalizada y que era difícil perderse… Buenísimo! Sin más pendientes, nos pusimos en movimiento dispuestos a disfrutar del día.

Iniciamos la caminata yendo hacia el mirador de “Nine dragons and five tigers”, que ya habíamos visitado la tarde anterior. En la parte superior de este había un cartel que indicaba que teníamos que girar y seguir hacia la izquierda. Tomamos un camino pavimentado de montaña zigzagueante que iba en esa dirección. A pesar de parecer una ruta, durante todo el trayecto no nos cruzamos con ningún vehículo. Luego de varios cientos de metros llegamos al final del pavimento. Como si fuese un libro “Elige tu propia aventura”, un cartel nos planteó dos opciones: Cemetery o ZhongLíu Village. Elegimos la segunda opción.

Ping'an desde el sendero

Elige tu propia aventura

De esta manera dejamos atrás “la civilización” con su pavimento, y nos internalizamos en un sendero de piedras muy bien delimitado, rodeado de vegetación silvestre con helechos, plumeritos y muchas otras plantas de zonas húmedas que no pude ni podría identificar dados mis limitados conocimientos botánicos. Si bien no habíamos optados por la opción cementerio, en esta primera parte del camino nos cruzamos con varias lápidas con flores y ofrendas.

Lápidas con ofrendas

Sin apuro pero sin pausa fuimos caminando por ese camino ondulante con ascensos y descensos leves, con diferente temperatura y humedad según la orientación y en consecuencia la exposición al sol de la ladera de la montaña que atravesásemos.



Un rato después llegamos a un gran espacio abierto con arrozales dispuestos en terrazas como los que habíamos visto en Ping'an. De igual manera había una combinación de sectores cosechados, algunos con gente abocada en la cosecha, y otros donde estaban quemando los restos de plantas transformadas en residuos tras el secado de las espiguitas y extracción de los granos de arroz. 



En todo ese trayecto apenas nos cruzamos con un par de sus occidentales con sus respectivos guías locales y algunas personas pequeñas que intentaron vendernos agua o fotos con ellas. Rechazamos todas las insistentes ofertas sin detenernos. Tras atravesar este sector de arrozales llegamos a un camino con algunos camiones y obreros que parecían estar extrayendo tierra de la montaña, y unos metros detrás divisamos un humilde pueblito. Estimamos que se trataba de ZhongLíu Village puesto que no nos cruzamos con ningún cartel que indicase donde estábamos; de hecho luego del cartel de la bifurcación del cementerio/ ZhongLíu Village no vimos ningún otro cartel. Mmm, camino bien señalizando…

Pasamos el camino y nos metimos en el pueblo. No sabíamos por donde seguía el sendero… Fuimos caminando por las angostas "calles" –de iguales características que Ping'an- entre gallinas y los típicos perros lobizones marroncitos de la región, preguntando a todos los que nos íbamos cruzando por dónde debíamos seguir. Si bien la mayoría de las manos indicaban hacia arriba, no todos los arriba eran en el mismo sentido… teníamos la sensación de estar caminando sin rumbo. No sabíamos si nos estaban indicando el camino correcto o el que nos conducía a algún restaurante, o peor aún si estaban intentando que nos perdiéramos para que contratásemos el “servicio de guía” de algún local.

ZhongLíu Village

De alguna manera fuimos avanzando, por momentos retrocediendo cuando teníamos la sensación de que no era el camino correcto y tomando la otra bifurcación, hasta llegar a un sendero que salía del pueblo y ascendía por la montaña. No sé si era el camino correcto o no, pero nos sacó del pueblo y nos condujo a otros arrozales, tras atravesar una zona con algunos arbolitos incluidos bambúes. Mientras ascendíamos, nos cruzamos con un hombre que venía bajando con el tronco de un árbol al hombro. Poderoso el chiquitín!!! 

Perro chino & bambú

Seguimos caminando largo rato, disfrutando del silencio pero con la expectativa de encontrar Dazhia. Sabíamos que tomaba 4 horas llegar a esa village, y otras 4 para volver; habíamos calculado caminar ese tiempo y llegar a Ping'an antes de que anocheciera. Pero como no sabíamos si estábamos en el sendero correcto y si íbamos a llegar a Dazhia, decidimos seguir adelante hasta que se hicieran las 12 del mediodía, y ahí reevaluar la situación.

El gran guía de montaña con su brújula

Así que seguimos caminando por el sendero viendo como “desgranaban” las espigas de arroz golpeándolas contra un receptáculo de madera y cargaban los burros con los sacos llenos de granos. Cruzamos un par más de mujeres que nos decían “water” y “long hair”. El “long hair” no era ningún cumplido, sino el ofrecimiento para mostrarnos sus largos cabellos y que nos tomésemos la correspondiente foto.



Hago una pausa para hacer un comentario sobre el tema del cabello de las mujeres del grupo Yao. Por lo que habíamos leído sólo cortan su pelo una vez en la vida cuando cumplen 18 años como un rito de iniciación a la vida adulta. Como es de imaginar tienen cabellos muy largos que llevan recogidos y los utilizan como una forma de ganar dinero en los “Long Hair Shows of Yao Women” o simplemente sacándose fotos con turistas.

Toda esta gente que nos fuimos cruzando por el camino ofreciendo “servicios” nos generó una sensación ambivalente. Por un lado parecían personas amables que saludaban cada vez que pasábamos. Pero cuando les respondíamos el saludo como haríamos con cualquier otro ser humano que saluda, ahí inmediatamente venía el mangazo intentando sacarnos dinero como fuese posible. De hecho llegamos a la conclusión que la falta de carteles indicativos estaba especialmente pensado para obligar a la gente a contratar el servicio de guía.

Cerca de las 12 divisamos a lo lejos, y con lejos me refiero varios kilómetros, un pueblito. Considerando que no estábamos tan perdidos decidimos avanzar un poco más, terminando luego de un rato en un mirador con otra vista espectacular. Si bien desde los miradores se suele tener una vista más panorámica, todo el recorrido ofrece imágenes preciosas dignas de cualquier guía de viajes que promocione la región.



Hicimos una parada para picar algo. Considerando que eran las 13 hs y que aún quedaban varios kilómetros hasta el caserío que a juzgar por el cable car debía ser Dazhai decidimos emprender el regreso. Para evitar perdernos volvimos sobre nuestros pasos, cruzándonos con un par de los turistas con guía que habíamos pasado a la ida –con esto ganó más peso la teoría de que no nos habíamos perdido y habíamos recorrido gran parte del camino que habíamos planificado en un primer momento-.

Probablemente Dazhai...

Para las 16 hs ya estábamos de nuevo en el mirador “Nine dragons and five tigers”. Luego de haber caminado durante 7 horas seguidas bajo el sol y agotado todas las reservas de agua de la mochila, estábamos deshidratados! En el mismísimo mirador, sin importar el posible sobreprecio, compramos el green tea con jazmín más refrescante del mundo!!! Nos sentamos un rato a descansar e hidratarnos. A diferencia del día previo apenas había turistas, lo que nos permitió seguir disfrutando de cierta tranquilidad; no hablo de una plena tranquilidad porque había tres mujeres de unos 40 años que con sus gritos y permanente parloteo contaban como un tour entero…

Mirador "Nine dragons and five tigers"

Una vez recuperados tomamos el sendero que comunicaba los dos miradores sin necesidad de tener que atravesar el pueblo. El camino discurría entre los arrozales, dándonos otra perspectiva del mismo paisaje. En este senderito nos cruzamos con varias personas más, incluyendo un par de turistas que estaban en plena transacción comercial para sacarse una foto con una mujer de cabellos largos. Esto no nos sorprendió tanto como sí lo hizo la pequeña serpiente de color verde que pasó raudamente camuflándose entre unas plantas que teníamos a nuestro lado… qué miedito! Obviamente que no nos amedrentó, pero si nos hizo caminar con un poco más de precaución prestando más de atención a lo que sucedía a nuestro alrededor.

Unos pocos minutos después habíamos llegado al mirador de “Seven stars with the moon” propiamente dicho, unos metros más arriba de donde habíamos estado a la mañana. Sin dudas se trataba del mirador “para turistas” por la cantidad de puestos de chucherías varias.

“Seven stars with the moon”  por la tarde

Sacamos un par de fotos y regresamos al pueblo, haciendo una parada para una Liquan natural beer bien fría a un precio irrisorio de 12 Yn la botella de 650 ml, y un té muy raro que aun nosé de que era. Después de la rehidratación, volvimos al hotel para ver el resultado del partido de Racing (victoria 3 a 1 vs Bosta Jrs), darnos una ducha, y finalmente salir a cenar. Mmm, creo que Seba metió mano en este párrafo...



Esa noche decidimos innovar y probar suerte en un restaurante muy bien puesto: “Live”. Nos sentamos en una mesa del primer piso, disfrutando de la soledad del salón. Mientras esperábamos a los elegido de la noche -fried noodles with veggies y un kung pao chicken (un salteado con trocitos de pollo, zanahoria, cebolla y maní)- nos entretuvimos viendo en una gran pantalla un torneo chino de saltos ornamentales. Disfrutamos de una deliciosa comida y mucha tranquilidad.

Kung pao chicken

Satisfechos volvimos al hotel donde como era de esperar no había nadie y sólo estaba abierta la puerta que conducía a las escaleras que llevaba a las habitaciones. A descansar!

domingo, 23 de octubre de 2016

Ping'an: pueblo de timos y arrozales

By Sole

Habiendo pagado lo acordado al taxista, estábamos en la entrada del pueblo con nuestras valijitas... ahora a buscar el hotel!

Cabe aclarar que mientras bajábamos las valijas del baúl del coche nos asediaron unas mujeres de escasa estatura, vestidas con pantalones y camisolas negras con guardas de colores en las mangas y botamangas, que llevaban unas grandes canastas a modo de mochila. Habíamos llegado a una aldea ubicada en la ladera de la montaña donde el ingreso y la circulación en el interior era a pie. Estas mujeres, de la etnia zhuang, eran las porteadoras que cobraban por subir el equipaje. Cuando le preguntamos cuanto cobraban por el acarreo nos dijeron en chino “sì” a la vez que hacían el gesto con la mano de “cuatro”. Así que acordamos que nos llevaran el equipaje por 8 Yn. Cada una se colocó una valija en la canasta; rechazamos el ofrecimiento de meter también las mochilas. Fuimos caminando en procesión por el pueblo, subiendo escalinatas y pendientes, hasta llegar a nuestro pequeño hotel ubicado justo frente a la escuela primaria de Ping'an –de hecho esa era la dirección que nos habían mandado con la reserva de Booking.com-.

Porteadoras

Camino al hotel

Cuando llegamos al Countryside Hotel nos encontramos con una casa de unos 4 pisos con sus puertas abiertas de par en par. El salón, con un par de mesas, un gran televisor de pantalla plana y un mostrador se encontraba a oscuras; no había signos de vida en el lugar. Llamamos, y apareció un hombre chino de unos 50 años que pronto descubrimos que no hablaba inglés.

Les entregamos a las mujeres el dinero que habíamos acordado en el parking, pero algo no estaba bien…  no solo que no se fueron, sino que en un muy rudimentario inglés nos dijeron “eighty” y apareció otro hombre de la comunidad uniéndose en el reclamo. Siguieron varios minutos de comunicación o mejor dicho de incomunicación en el que se mencionaron muchos números en inglés y varios, “yes”, “no”, “heavy”, “light”, que concluyeron con el pago de 40 Yn. Sabíamos que había chances que en algún momento del viaje nos timaran… de hecho uno de los puntos de nuestro decálogo de viaje era que un “momento timo” no tenía que arruinarnos el viaje. Dejamos atrás esta situación, pero cuando algunos de estos pequeños individuos de la región se nos acercaban nuestro nivel de alerta y desconfianza alcanzaban niveles elevados.

Cuando los zhuang se fueron, el dueño del hotel nos acompañó hasta nuestra habitación ubicada en el 4 piso de la casa. Esta vez decidimos llevar nosotros mismos las valijas escalera arriba. Sin mucho para decir, nos dejó ahí y se marchó. La gran habitación de techo, paredes y piso de madera, que crujía con cada paso, tenía varias ventanas con una idílica vista de los arrozales! Por lo que habíamos pagado no podíamos pedir más!

Vista desde la habitación

Escuela primaria desde la habitación

Como aún quedaban algunos rayos de sol, dejamos las valijas y salimos a recorrer el lugar antes de que anochezca. Cuando bajamos nos encontramos con un muchacho oriental –suponemos que era el hijo del hombre que nos había recibido- que afortunadamente hablaba inglés y nos orientó en cómo llegar a uno de los miradores del pueblo.

Salimos y giramos a la izquierda siguiendo sus instrucciones. No habíamos caminado 50 metros que nos encontramos frente a frente con un burro cargado con ladrillos que venía andando en sentido contrario. Seba no pudo contener la risa y hasta me sacó una foto con mi cara de horror cuando el animal me pasó a escasos centímetros… 

Chicken little...

El pueblo nos resultó sumamente pintoresco con sus constantes desniveles, angostos senderos, casas de madera, precarios puentecitos de igual material sobre el pequeño arroyo, gallinas sueltas, y ajíes, granos de arroz y mazorcas secándose al sol. Tras atravesarlo, en pocos minutos llegamos a los arrozales. En una forma de aprovechar mejor el terreno, el arroz está sembrado en terrazas en las laderas de la montaña. La imagen es tan estupenda que no parece real!

Fuimos siguiendo el sendero hacia el mirador “Nine dragons and five tigers”; alguien con mucha imaginación le puso ese nombre porque teóricamente la imagen que se tiene desde ahí representa a nueve dragones agachados bebiendo agua del río Jinsha, y cinco tigres que protegen el área. Tal vez el nombre surgió en la época en que era muy popular el opio…



Justo habíamos llegado en época de cosecha, pasando por áreas que ya habían sido cosechadas, otras donde había pequeñas personas cortando manualmente con una hoz las espigas de arroz, y otros sectores con plantas que esperaban su turno. Una vez que cortaban las espigas, las apilaban y las dejaban ahí esperando que se sequen para posteriormente extraer los granos de arroz golpeándolas contra un canasto.

Arrozales

La cosecha

En esta caminata nos cruzamos con bastantes turistas que poco a poco fueron desapareciendo. Muchos habían venido a pasar el día en la villa en una de las tantas excursiones de día de las que salen diariamente desde Guillin o Yangshuo; una buena opción si uno quiere visitar el área sin complicarse con toda la logística que se requiere para llegar hasta ahí.

Cuando llegamos a la parte superior, pudimos comprobar con nuestros propios ojos la sobresaliente vista que se tiene desde ese mirador de tres niveles. Bellísimo! Nos sentamos en el piso junto a las barandas ante la ausencia de bancos, y observamos el atardecer comiendo maní. Ese maní con cáscara que habíamos comprado en Xi'an merece una especial mención por la decepción que nos causó. Habitualmente cuando compramos maní con su cáscara externa (cocido, listo para comer) esperamos encontrar un producto natural, crocante, delicioso, sin conservantes ni adictivos. Pero… estábamos en China donde las cosas no pueden ser naturales. De alguna manera le habían metido sal en el interior a través de su aparentemente infranqueable cáscara externa. Aun me pregunto como hicieron para meter la sal ahí a pesar de que la cáscara parecía intacta. Desde ese momento comenzamos a leer la información nutricional de los envases aunque estuviese en chino guiándonos por las unidades que figuraban al lado de los números… el último valor en miligramos no podría representar otra cosas que el sodio.

Atardecer

Cuando el sol ya se había puesto emprendimos el regreso por el sendero; en algunos sectores aun había gente trabajando en la cosecha. Al acercarnos al pueblo tomamos negligentemente un camino diferente al de la ida terminando en un lugar que no identificábamos…"mmm creo que por acá no pasamos antes"… Rápidamente solucionamos el problema acercándonos a un albergue y sacando del bolsillo la tarjetita del hotel con inscripciones tanto en inglés como en chino. Fundamental guardarse un par de tarjetas con datos del alojamiento; cualquier persona que pueda leer el idioma local y que esté relativamente orientado puede indicar con un dedo la dirección en la que hay que ir.

Cuando llegamos a nuestro hotel el front desk era la desolación; otra vez no había signos de vida.  “Tal vez aparece alguien para la hora de la cena” nos dijimos y nos fuimos a la habitación a tomar un merecido –o mejor dicho necesario- baño. Ya que estamos en el tema ducha voy a hacer un comentario sobre el diseño poco práctico e higiénico de este lugar. Si bien el baño tenía un tamaño en el que podría haber cabido un receptáculo para ducha parece que nadie había pensado en colocar uno… Habían optado por poner un inodoro, un lavatorio, una ducha entre ellos y un “cubre piso” calado de goma en todo el ambiente. Así que cada vez que nos bañábamos teníamos que ponernos las ojotas para no pisar esa cubierta de goma –no queríamos traernos un hongo chino de souvenir en los pies-, y después hacer malabares para no mojar toda la habitación cuando salíamos del baño con las ojotas mojadas.



Cerca de una hora después, cuando volvimos a bajar, nada había cambiado. Habíamos pensado en cenar en el hotel que teóricamente tenía “restaurante”, pero ante la falta de gente y olor que indicase la presencia de comida nos fuimos a comer “Meiyou Café”, un resto que estaba a pocos metros. Siendo la primera comida decente del día elegimos varios platos para compartir. En primer lugar fuimos por lo que habíamos leído que era la especialidad del pueblo: Bamboo rice. No se trataba de arroz con bamboo como había pensado en un primer momento, sino que era arroz con vegetales cocido en el interior de una caña de bamboo en una parrillita. Acompañando al bamboo vinieron los infaltables salteados: noodles con vegetales, y una verdura de hoja –parecida a la espinaca- con hongos. Estaba todo tan rico que los platos quedaron casi limpios.

Bamboo rice, noodles & verdura salteada

Cansados volvimos al hotel y subimos a nuestra habitación sin cruzarnos con nadie.

sábado, 15 de octubre de 2016

Llegar a los arrozales, un chino!!!

By Sole

18 de octubre 2015

De Xi'an a Guilin...

Nos levantamos tempranito, agarramos la valijas y tomamos la línea 1 de subte hasta Wulu kou. Siguiendo las instrucciones que nos había escrito uno de los muchachos del front desk del hostel salimos por la salida A y en esa esquina giramos a la izquierda. A pocos metros encontramos parados frente a un hotel los micros que iban al aeropuerto. Cuando nos acercamos nos acecharon un par de chinos con aspecto de mafiosos que estaban junto a los buses, en un mix de chino- señas nos dijeron algo que interpretamos como que debíamos comprar los tickets en el interior del hotel. Nos generó muchísima desconfianza, pero no nos quedó otra que ir a averiguar. Efectivamente, en el sector derecho del hall del hotel había un mostrador donde vendían los boletos del transfer a 25 Yn cada uno.

Habiendo visto como se iba un micro frente a nuestros ojos ya nos veíamos esperando media hora al siguiente. Pero no, diez minutos después ya estábamos emprendiendo el viaje al aeropuerto, al que llegamos en poco menos de una hora tras un par de paradas; bajamos en la última, la terminal 3.

Habíamos llegado más temprano de lo planificado; somos demasiados precavidos y solemos salir con bastante tiempo de anticipación pero estaba vez resultó ser demasiado... ni siquiera estaba habilitado el check in para nuestro vuelo. Qué mejor opción que utilizar el tiempo desayunando? Ilusamente recorrimos toda la terminal en la que apenas encontramos un par de locales de comida donde la principal oferta eran las sopas… Entramos en uno que tenía la foto de una taza de café. Preguntamos por la carta a la chinita que estaba en la puerta "cazando clientes", nos hizo seña de que estaba adentro. Ahí nos atajó otra empleada que nos ubico en una mesa, y finalmente trajo el menú. Al abrirlo vimos que estaba en inglés… mmm, sospechoso. Comenzamos el escaneo visual buscando “coffee”. WTF? Más de 60 yn por un simple café??? Invadidos por una sensación de estar sentados con Capusotto en el restaurante “Nos rompieron el orto”, nos paramos y salimos corriendo antes de que nos cobraran por haber estado sentados 2 minutos… Con esto quedaba eliminada la posibilidad de desayunar en un bar.

Volvimos al hall con las valijas y fuimos por el plan B: comprar alguna bebida en los locales que vendían confituras, souvenirs y frutas. Había un par de estos negocios, cada uno con 3 o 4 empleadas y 0 clientes. Me acerqué al primero para ver que había en la heladera, solo gaseosas. Recorrí el segundo, con una empleada que fue recorriendo cada góndola detrás de mí como una molesta sombra. Una de las heladeras tenía un poco más de variedad de productos; uno parecía un yogurt de durazno. Ya que había una empleada tan servicial o paranoica viendo que no me robara nada, le pregunté en inglés si era yogurt. La barrera idiomática más su pésima predisposición hicieron que no nos comunicáramos (con su actitud sospecho que me vió más como una ladrona que como compradora y por eso me seguía). A pesar de la mala onda no me quedaban muchas opciones: compraba lo que a mí me parecía que era un yogurt en ese lugar, o no desayunábamos. Triunfaron el hambre y la osadía.

Esta vez la suerte estuvo de nuestro lado, y efectivamente resultó ser un yogurt de durazno y de hecho muy rico. Sacamos de la mochila unas galletas de té verde que habíamos comprado el día previo y con eso completamos el desayuno.

Cuando faltaban dos horas para el vuelo se inició el check in. Despachamos la valija más grande y nos quedamos con la más pequeña sin problemas. Seba quiso cargar las millas del vuelo en su cuenta de Aerolíneas Argentinas, ya que China Southern también formaba parte de Sky Team. La empleada agarró el papelito con el número y lo miró como si le hubiese pedido algo muy raro. Habló con su compañera del puesto de al lado, y unos minutos después nos devolvió el papel sin haber podido cargar las millas. Solo a Seba se le ocurre hacer esos pedidos en un aeropuerto de China donde los empleados manejan un par de palabras de inglés...

Pasamos el control de seguridad en el que si bien nos scannearon, no fue tan meticuloso como en otros lugares. Ya en la zona de embarque encontramos el tan deseado café! Ahí nos esperaba un Pacific Coffee donde compramos un cafe latte con un pan con semillas. Con tan poco estábamos en la gloria!!!

Con leve retraso partimos en un vuelo conformado por una mezcla de chinos y gringos rubios. Siendo un trayecto corto quedamos sorprendidos por la calidad del servicio de catering que incluyó arroz con pato.



De Guilin and Ping an...

A las 13:30 hs llegamos al aeropuerto Guilin. Desde ahí teníamos pensado ir hacia Ping'an, un pequeño pueblo con arrozales ubicado a unos 100 km de distancia. Luego de haber leído y buscado habíamos llegado a la conclusión de que existían dos opciones para llegar a destino con sus pros y contras; por el horario en que habíamos llegado no teníamos la posibilidad de tomar el trasfer que partía dos veces al día hacia el pueblo (a las 10 y 14 hs). La primera y más económica era tomar múltiples transportes que incluían el transfer del aeropuerto a la ciudad de Guillin, más precisamente a una estación de buses, pero no a la que teníamos que ir. Para ir a la otra parada de buses teníamos que tomar un taxi, y desde ahí el micro hacia Longsheng County donde partía la combi hacia Ping'an. De esta manera teníamos 4 horas de viaje por delante, siempre y cuando no nos perdiéramos, no tomásemos el vehículo equivocado y bajásemos en el lugar correcto. La segunda opción era más directa y costaba el doble: tomar un taxi y llegar en 2 horas.

Optamos por el taxi. Nos acercamos a la única parada de taxis del lugar para confirmar el precio; teníamos como referencia 400 y 600 yn. La tarifa que era fija y sin posibilidad de regateo terminó siendo de 500 Yn; decidimos tomarlo. Cuando el tachero que seguía en la fila se enteró del destino del próximo viaje no puso mucha cara de felicidad, pero nos subió. Apuesto que es lo peor que le puede pasar a un taxista del lugar.

Con la dirección del hotel impresa tanto en chino como en inglés subimos al taxi, ajustamos los cinturones de seguridad y emprendimos el viaje hacia los arrozales. Salimos del aeropuerto tranquilamente, tomamos una especie de ruta, pero en lugar de entrar a la ciudad tomamos la carretera hacia Longsheng. Hubo un llamado telefónico, y luego comenzó la música con melodías románticas que tranquilamente podrían haber pertenecido a un album de Enrique Iglesias -dejando de lado el detalle que estaban en chino-, para luego pasar al pop. Poco a poco fuimos tomando velocidad, como si estuviésemos corriendo una carrera en contra del tiempo. Pasamos junto a algunos puestos de unas frutas que parecían pomelos gigantes –parecía ser la fruta de la región como la granada lo era de Xi' an-. Anote en mi lista mental de pendientes probar uno.

Luego la ruta se convirtió en un camino de montaña, zigzagueante con curvas y contracurvas que fuimos recorriendo a toda velocidad haciendo caso omiso a varias reglas de tránsito… iba pasando autos y camiones como un loco; no se cómo sobrevivimos!

En un momento del trayecto se estacionó en una estación de servicio, y nos dijo algo que no entendimos. Sospechamos que nos estaba dejando abandonados en medio del camino. Qué mal pensados! Sólo estaba haciendo una parada para ir al baño, comprar una bebida y fumar un cigarrillo. Seba bajó a estirar las piernas, yo me quedé en el interior del auto; no fuese a ser que el tachero huyera con las valijas y nos dejara ahí!

Seguimos sobrepasando autos y camiones casi sin ver si venían vehículos del otro lado hasta llegar al parking del lugar donde se sacaba la entrada para ingresar a Longji area. En muchos pueblo de China hay que pagar un ticket para ingresar a la zona, y esta región al ser un lugar con gran atractivo turístico no era la excepción. Una vez más me volví a quedar en el auto con el equipaje –nunca pensamos en la posibilidad de que el chino me secuestrara- y Seba bajó a comprar las entradas. Cuando Seba volvía al auto, el chofer hizo un gesto como que habíamos llegado... una vez más sacamos el papelito y le señalamos una vez más la dirección a la que íbamos.

De mala gana continuamos viaje hacia Ping'an, pasando por pequeños caseríos ubicados en la margen de un río que posteriormente cruzamos metiéndonos en un camino de cornisa de un solo carril en constante sentido ascendente. Fue un gran alivio ver el parking de Ping'an al final del camino. Temíamos una situación complicada al momento de pagar; sospechábamos que nos iba a pedir más dinero. Por suerte nos equivocamos, agarró sus 500 Yn como pago y se fue sin pedir más.


Entrada al pueblo

Si bien habíamos llegado a la "entrada" del pueblo, nos faltaba llegar al hotel... sólo había un pequeño detalle: las calles no tenían nombre, y al ser un caserío en la montaña había que ir caminando en pendiente ascendente con las valijas...

sábado, 8 de octubre de 2016

Ultima tarde en Xi'an, la despedida.

By Sole

Tras recorrer el complejo donde estaban los Guerreros de Terracota y comprar una granada, ya estábamos sentados en el micro que nos iba a retornar a Xi'an.

"Podemos comer la granada, no?" Nunca habíamos comido una, y no sabíamos ni como abrirla… cuchillo no teníamos. Rápidamente resolvimos el problema dándolo un golpe contra el filo de la ventana! Valiéndonos de una bolsa como plato, y unas servilletas para limpiarnos los dedos empezamos a comer la fruta “granito a granito”.
Subieron un par de personas más, incluyendo dos chinitas que se sentaron a escasa distancia, y el micro arrancó.

Granada explotada!!!

Cuando vino la cobradora de pasajes, nos indicó con un gesto de directora de escuela que no podíamos comer nuestra preciada fruta en el vehículo. Así que obedientemente cerré la bolsa frente a sus ojos; cuando ya estuvo en la parte delantera del bus, con la mejor cara de “no entendo” la volví a abrir y seguimos comiendo. Las chinitas que sí entendían chino también estaban comiendo como si no existiera ninguna regla que lo prohibiera. Mientras una también comía una granada, la otra le entraba a la comida chatarra. Se podría decir que era una escena habitual de cualquier viaje de China hasta que uno sacó un paraguas y lo abrió para protegerse del sol que ingresaba por la ventanilla. Una imagen 100% made in China!

Goteras? No! Mucho sol!!!

Si bien esperábamos un largo viaje de regreso, confieso que se nos pasó bastante rápido ya que nos entretuvimos mirando por la ventana y viendo los personajes que iban ingresando al bus. En una de las paradas subieron varias mujeres cargadas con valijas, bolsas y cajas con granadas -parecía que las llevaban de regalo como si fuesen alfajores marplatenses-. No hace falta que describa el lío que hicieron todas esas mujeres juntas…
Poco más de 60 minutos después estábamos otra vez en la estación de tren de Xi'an. Ahí emprendimos la difícil tarea de encontrar un colectivo que nos llevase hacia una zona más céntrica... Caminamos varias cuadras siguiendo la calle de la estación sin éxito; regresamos sobre nuestros pasos y enfilamos hacia la muralla, caminando varios minutos más tras traspasarla. Cuando ya estábamos perdiendo las esperanzas, en algún lugar incierto encontramos la parada del bus 103 que nos iba a alcanzar hasta la zona del hostel, donde pensábamos tomar el metro hacia la “Small Goose Pagode”. Si habíamos visitado la Pagoda del Ganso Grande, también íbamos a visitar la de Ganso Chico... Pagamos el boleto poniendo el dinero en la "alcancía de la honestidad" -una vez más nadie controló lo que tiramos ahí adentro-, y en pocos minutos estábamos en la estación de metro más cercana al hostel. 

Bus con la "alcancía de la honestidad".

Nos sorprendió que en el subte hubiera tanta gente como cualquier día de semana pese a ser sábado. Luego de salir del metro, caminamos unos 300 metros desde la estación encontrando nuestro destino sin problemas. No sé si porque era sábado o porque ya era bastante tarde, cuando quisimos sacar la entrada nos la dieron sin pagar nada a cambio.

Cerca del ingreso estaba la pagodita, que sinceramente no decía demasiado por lo que le sacamos una foto y la pasamos de largo; queríamos encontrar un banco para sentarnos a merendar mientras quedasen vestigios del sol.

Pagoda del Ganso Pequeño

No tardamos mucho en encontrar una pequeña puerta a la derecha de la pagoda que daba a otro parque con mucho verde, pasto y hasta un lago artificial con carpas de distintos tamaños y colores nadando. A lo lejos divisamos un banco justo frente al lago, felicidad! Mientras descansábamos, fuimos mucho más felices comiendo una “nata de coco”, una especie de yogurt muy rico, y unas obleas tubito rellenas de chocolate. Cero en calidad nutricional, 10 en sabor!!!

Vista desde donde estábamos sentados.

Cuando comenzó a oscurecer emprendimos el regreso. Caminamos varias cuadras y como Seba tenía algunas molestias en la espalda continuamos en subway hasta el hotel. Nos acicalamos un poco y nos fuimos a cenar hacia el barrio musulmán.

Voy a confesar que en el camino no pude resistir mi tentación y entramos a un supermercado que resultó ser el más grande y con mayor variedad de los que habíamos visitado hasta el momento. Increíbles las góndolas de fideos, arroz, salsa de soja y bebidas. No compramos nada, aunque ganas no faltaron.

Una vez más en Beiyuanmen Street la actividad era tan intensa como el día previo. Terminamos sentándonos a comer en uno de los pequeños y precarios restaurantes musulmanes. En este lugar el inglés era nulo tanto en el reducido menú como en los dos empleados. Guiándonos por unas imágenes que había expuestas en las paredes y nuestro glosario de comida elegimos 2 platos, fue como una ruleta rusa…menos mal que la pistola no estaba cargada porque me hubiese tocado la bala…

Primero llegó mi plato que resultó ser fideos cuadrados largos con trocitos de pepino y una escasísima salsa –a los sumo una cucharada- que parecía tener ají molido. Sin mucho entusiasmo agarré los palitos con mi “excelente técnica” y los probé. Gran decepción! Eran fideos fríos y la salsa de ají molido con un dejo de sabor a maní era picante…

Seba tuvo un poco más de suerte y recibió un plato de noodles –fideos cintas- con vegetales y unos trocitos de cordero, caliente. Estaban bien, aunque la cantidad de carne y vegetales no se comparaba a la del día previo. Fuimos picando un poco de comida de cada plato, principalmente del de Seba, hasta que ví una cucarachita caminando por la pared y no me pareció para nada seguro seguir comiendo un plato frío…  Era tan trucho el lugar que ni siquiera tenía nombre para ponerle una crítica negativa en tripadvisor; eso sí fue una cena muy barata.

Un tanto decepcionados por la última cena en Xi'an, volvimos al hotel a preparar la valija. Al día siguiente teníamos que salir temprano hacia el aeropuerto. El viaje continuaba...

domingo, 2 de octubre de 2016

Visitamos los famosísimos guerreros de terracota!!!

By Sole

17 de Octubre 2015

A las 7 ya estábamos levantados. Habíamos dormido muy bien, de un tirón sin despertarnos durante la noche. Luego de una revitalizante ducha nos fuimos a desayunar al bar del hostel. Había varias opciones de desayuno con un par que estaban en “promoción” entre las que se incluía el “Swiss breakfast” (16 Yn). Pedimos dos desayunos suizos y un capuccino, obteniendo una cantidad generosa de comida; más de lo que estábamos acostumbrados a comer. Comimos los huevos fritos con tostadas, queso, manteca, mermelada y yogurt con avena, pasas y trocitos de frutas. Estaba tan rico que nos comimos todo!

Qué ricor!!!

Esa mañana de sábado teníamos pensado visitar el complejo de “Los guerreros de terracota”. Si bien esta es la gran atracción de Xi'an, están ubicados a una hora de micro de la ciudad. El bus que nos iba a llevar hacia ellos partía de un estacionamiento al este de la estación de de trenes -en la que habíamos estado el día previo-. Para llegar hasta ahí teníamos dos opciones, el colectivo 9 o caminar. Dado que nunca encontramos la parada, terminamos caminando las 15 cuadras que nos separaban del lugar. Caminamos algunas cuadras, cruzando con algo de dificultad las primeras calles –los autos venían de todos los lados a pesar de los semáforos-, hasta que pasamos por debajo de la muralla a la cual fuimos bordeando sin necesidad de cruzar más calles. Del lado externo de la muralla había una sucesión de parques en los que la gente hacía actividad física, desde caminar, correr, hacer tai chi hasta jugar al ping-pong y al bádminton.  Por lo que vimos la gente mayor suele ser muy activa y adepta a la participación grupal de estas actividades en lugares públicos.

El ambiente fue cambiando hasta terminar en el clásico de estación china: poli rubros donde predominaban los alimentos y gente por todos lados, mucha sentada en el piso con sus grandes bultos. No fue difícil encontrar la parada del bus 5 (306) puesto que la única y kilométrica fila que había en el lugar partía de ahí. No podíamos creer el largo de esa cola y el tiempo que íbamos a estar ahí esperando para subir a un micro; ya nos veíamos toda la mañana parados ahí. Resignados, iniciamos la espera que para nuestra sorpresa fue avanzando mucho más rápido de lo que habíamos imaginado. Unos 40 minutos después ya estábamos al frente de la fila donde había una china que controlaba estrictamente que nadie se colara.

El bus 306

A las 10:00 hs partimos. Mientras recorríamos las primeras cuadras pasó una chica cobrando los pasajes, que considerando la distancia eran muy accesibles –apenas 7 Yn-. Fuimos recorriendo los alrededores de la estación con sus negocios y sucuchos de mala muerte, y un poco más en la periferia los barrios con casas sencillas en las que nos sorprendió las sogas de tender la ropa que tenían en las veredas. A decir verdad no era lo único que vimos en las veredas; en algunas había arroz, mazorcas y pequeños ajíes secándose al sol. A quién se le ocurriría colgar las remeras, pantalones, ropa interior, sábanas y toallas en la vereda? O dejar alimentos de esa manera? Hacemos eso en Buenos Aires y en menos de 5 minutos ya no tenemos ropa ni comida! Acá la gente parecía ser muy respetuosa de la propiedad ajena.

Un poco más alejado de la ciudad aparecieron las fábricas y los grandes complejos de más de 20 torres de unos 30 pisos de alto recientemente construidas o aún en construcción. Nos resultó sorprendente la cantidad de edificios que están construyendo, y el hecho de que la mayoría se veía vacíos. No sé quién está detrás de todos estos emprendimientos ni a quiénes están destinados estos departamentos ubicados en lugares que parecían alejados de los medios de transportes, negocios y rodeados por descuidados descampados.
A medida que nos fuimos acercando a destino apareció una seguidilla de puestos al costado de la ruta que vendían granadas. La mayoría estaban sueltas, pero también parecía estar la opción de comprarlas en cajas como si fuesen una docena de huevos o alfajores. En algunas paradas de buses nos sorprendieron las propagandas de vino de esa fruta.

Granadas para todos!

Por lo que habíamos leído el bus tenía 12 paradas, siendo la nuestra la última. Habían pasado más de 45 minutos y no nos habíamos detenido; teníamos bien presente que había una parada en una tumba donde mucha gente se confundía y bajaba creyendo haber llegado a los guerreros. Cuando nos aproximamos a algo que parecía un parque el micro se detuvo y casi todo el pasaje se puso de pié. Dudamos. Demasiada gente se había parado. Siendo prácticamente imposible preguntar algo porque todos eran chinos nos quedamos en nuestros asientos. Hasta que no nos bajaran del micro no nos íbamos a mover.

Unos minutos después el micro siguió viaje. Recién después de ver bajar toda esa gente en ese lugar hicimos la asociación de que era un lindo sábado de otoño y la gran fila que habíamos tenido que hacer para tomar el bus. Los chinitos no estaban tan interesado en los guerreros como en el parque de diversiones... Apuesto que un día de semana la espera para viajar debe ser menor.

Hizo un par de paradas más que de ninguna manera fueron 12, hasta que paró en un estacionamiento. Como no nos movíamos de nuestros asientos nos hicieron señas de que teníamos que bajar. Sin saber si habíamos llegado a destino o si nos estaban dejando tirados en cualquier lado bajamos...

Nos encontramos con un estacionamiento tan grande no podía corresponder a otra cosa que no fuesen los “Terracotta Warriors”. Caminamos unos metros entre el estacionamiento y los números puestos de granadas –acá también abundaban- en busca de algún cartel, confirmando rápidamente que estábamos en el lugar correcto cuando vimos la boletería. Compramos los tickets que no eran para nada económicos, 150 Yn/ cada uno; el precio era el mismo tanto para los locales como para los turistas extranjeros. A diferencia de Beijing acá había algunos gringos más, con una proporción chino/ no chino de 90/10.

Estos famosos guerreros poco tienen que ver con la guerra. Se trata de una colección de esculturas cuya construcción fue ordenada por el primer emperador de China, Qin Shi Huang, para que al momento de su muerte fuesen enterrados con él brindándole protección en su vida en el más allá. Al menos se quiso enterrar con figuras de guerreros de terracota y no mató a un ejército de hombres de verdad para que lo acompañen en su viaje post-mortem… La idea me hizo acordar a los faraones egipcios que eran enterrados con todas las estatuillas de arcilla.

Todo este gran ejército conformado por figuras que representaban soldados de diferente jerarquía y carros con caballos fue descubierto por casualidad cuando en 1974 un grupo de granjeros locales estaban cavando pozos para buscar agua. Ni siquiera imaginaban que a 1,6 Km del mausoleo del emperador Qin podría existir semejante tesoro.
Por lo que leí, se estima que hay más de 8000 soldados, 130 carros y unos 600 caballos; no todos han sido aun desenterrados. Parece que hay mucho más de lo que se puede ver en los 3 pozos que existen en la actualidad.

Ahora que sabemos hacia dónde vamos, vayamos hacia ahí! Para acceder a las excavaciones tuvimos que caminar unos 10 minutos por un parque muy bien cuidado. Para los que no tenían ganas de caminar había un carrito que por unos yuanes más hacia el recorrido.

Parados frente al mapa decidimos ir en contra de lo que hace todo el mundo. Raro en nosotros, no? Creo que nos estamos volviendo muy previsibles… Así que iniciamos el recorrido con el pozo 3 -el último- en lugar del 1.

El pit o pozo 3 es el que menos tenía para ver; de hecho era el más pequeño, la mayor parte no estaba excavada, y los sectores excavados estaban casi en estado natural sin guerreros reconstruidos. Recordemos que estábamos en China y todo tiene que ser reconstruido… En unos de los laterales había algunas figuras restauradas dentro de vitrinas con carteles informativos del rango que ocupaban en el ejército y las características en la vestimenta que los identificaban como tales. De esta forma uno tenía una idea de quienes podían ser guerreros arrodillados (kneeling warriors), oficiales de rango intermedio y superior, los soldados de caballería  y los arqueros. Información interesante que afortunadamente alguien había tenido la brillante idea de ponerla tanto en chino como en inglés –cosa que no sucedía en otras áreas del complejo-.

Pit o pozo 3


Guerreros reconstruidos I

Guerreros reconstruidos II

Todos los visitantes estaban ubicados alrededor de estos guerreros, peleando por conseguir un buen lugar para sacar fotos. No faltaban los tours de chinitos con guías de voz bien aguda que resultaban irritantes al oído.

Del pit 3 pasamos al 2. En este, el sector excavado era mayor, con varias figuras reconstruidas y reubicadas en el lugar que habían ocupado originalmente. Con esto ya comenzamos a tener una idea un poco más real de lo que había sido ese gran ejército funerario y porque son tan renombrados. Nos detuvimos un rato, tratando de sacar alguna buena foto pese a la pobre iluminación que hacía difícil la tarea.

Pit o pozo 2

Lo mejor había quedado para el final: el pit 1! Este es el más grande y la imagen más difundida en todo el mundo. Impresionante! Ahí estaba el ejército de guerreros formado de acuerdo a su rango. Sobre todo en los laterales se podían apreciar en detalle las caras y vestimentas, pudiendo constatar que estas figuras hechas artesanalmente eran (y siguen siendo) todas distintas. Los había más flacos -con o sin pancita- y más gorditos, más altos y más bajos, con bigote, chivita y afeitados. Lo único que les faltaba para ser iguales a los originales era la mano de pintura final. Fuimos bordeando el gran pozo, parándonos en varias oportunidades para ver algunos detalles o simplemente sacar fotos.

El gran pit o pozo 1



Marchen!!!

Guerreros en detalle I

Guerreros en detalle II

Guerreros en detalle III

Creemos que la mejor manera de recorrer el complejo es de la manera en que lo hicimos: comenzar con el pit más pequeño y con menos figuras, y terminar en el más grande y más reconstruido. Apuesto que hacer el camino inverso puede resultar decepcionante.

Antes de continuar recorriendo un par de edificios accesorios y menos interesantes que nos faltaban decidimos sentarnos un rato a descansar bajo el sol y picar unas galletitas Tuc de paprika (las habíamos comprado porque nos recordaban a Hungría). Mientras comíamos pudimos comprobar con nuestros propios ojos y oídos una situación de lo más normal para los chinos pero bastante desagradable para los occidentales. Delante nuestro pasó un pequeño grupo de turistas chinos –parecía un tour privado- con una guía que iba explicándole algo a un hombre que sin ningún pudor iba eliminando sus gases intestinales en un prolongado “pruuuuuuuuuuuu”. Con Seba nos miramos preguntándonos “vos escuchaste lo mismo?”. No fue la primera ni la última vez que vivenciamos algo así, pero tal vez sí la situación más sonora.

Cuando nos cansamos de descansar fuimos hacia el “Exhibition hall”. Más allá de la reconstrucción en miniatura de una carroza, el resto del lugar no tenía mucho atractivo, más que nada porque toda la información estaba en chino… Fue una visita muy rápida.

Para concluir el recorrido fuimos al cine 360º, un gran espacio circular con pantallas que rodeaban todo el lugar. La idea estaba buena, pero el estado de mantenimiento y la calidad de la película que mostraba toda la historia de los guerreros no estaban a la altura del lugar y del precio de la entrada. Como dato interesante, en la parte que vimos del film se recreaba la construcción de los warriors donde se los veía con los colores que alguna vez tuvieron, su traslado a destino  y la triste destrucción de la gran tumba. En este caso, el relato en una voz en off estaba sólo en inglés. Algunos chinos entraban hablando entre ellos e incluso por teléfono sin respetar a los que estábamos tratando de escuchar.

Justo al costado del edificio que contenía el cine y un gift shop con precios suuuuper inflados del que salimos apabullados al comprobar que las estatuillas de guerreros costaban 10 veces más que en ciudad, descubrimos un lindo lugar con bancos y árboles –plátanos- que ofrecían una linda sombra, ideal para descansar lejos de los rayos del sol. En las inmediaciones también había sanitarios que al estar más alejados de las grandes atracciones estaban vacíos.

Un hallazgo en el exterior

Con esto concluimos nuestra visita al lugar… o eso creíamos. El camino que llevaba a la salida resultó ser diferente al que habíamos tomado para entrar. Nos dio la impresión de estar caminando por un centro comercial con puestos de souvenirs, peleterías, locales de comida rápida incluyendo un Mc Donald´s y hasta un parque con nieve artificial! Al final nos volvimos a encontrar con los puestos de granadas… que me terminaron tentando. No podíamos abandonar el lugar sin comprar una! En el primer lugar nos pidieron 5 Yn por una fruta; no sabíamos cual era el precio real, pero nos pareció demasiado. Seguimos caminando y fuimos a probar suerte en otro puesto, donde terminamos regateo mediante pagando 1 Yn. Increíble! Hay que regatear hasta para comprar una fruta!!!

Terminamos desembocando en el parking donde encontramos el micro sin dificultad. Aun había mucho lugar libre, así que pudimos elegir un asiento junto a una ventana que se abría. El calor del mediodía se hacía sentir tanto dentro como fuera del micro; esperábamos que entrara algo de vientito durante el viaje mientras comíamos nuestra granada...