domingo, 30 de octubre de 2016

Un paseo por los arrozales

By Sole

15 de Octubre 2015

En algún horario de la madrugada comenzó a cantar el gallo recordándonos que estábamos a cientos de kilómetros de la urbe más cercana. Para las 6 de la mañana se sumó el ruido de unas pisadas que se detuvieron a corta distancia de donde estábamos. Desde la cama le dije a Seba “Creo que abajo están cargado un burro”. Al rato cuando nos levantamos y miramos por la ventana comprobamos que efectivamente había un burro con dos grandes bolsa encima, una de cada lado.




Apenas pasadas las 7 bajamos dispuestos a desayunar. Sorprendentemente seguía sin haber nadie en el front desk y alrededores. En todas las horas que llevábamos en el hotel tampoco nos habíamos cruzado con otros huéspedes… estamos casi seguros que éramos los únicos.

En los locales de los alrededores tampoco  había vida, así que decidimos caminar un poco hasta que encontrásemos un lugar abierto. Tranquilamente emprendimos la caminata pueblo arriba siguiendo uno de los senderos que conducía al otro mirador de la zona: “Seven stars and the moon”. Justamente la gran ventaja de pasar la noche en la villa es poder disfrutar de esas horas de la mañana en las que hay pocos turistas. Algunos lugareños comenzaban a preparar sus sopas para desayunar, otros barrían, mientras que otros ya se encaminaban a seguir con la cosecha. Alrededor de las 7:30 llegamos hasta un punto, que sin ser el mirador, proporcionaba una magnífica vista de los arrozales. Sacamos las fotos pertinentes y guiados por los estómagos que rugían como leones furiosos emprendimos el regreso teniendo en mente un lugar para desayunar que estaba por abrir cuando habíamos pasado a la ida.



Seven stars and the moon

Cuando llegamos a “Green Garden Café”, si bien no había comensales, ya estaba abierto. Nos sentamos en una de las mesas exteriores, desde donde la vista de los alrededores era inmejorable. Mientras esperábamos los desayunos continentales nos entretuvimos contemplando la lenta actividad matinal de Ping'an. Unos minutos después llegaron los vasos de té verde, las tostadas con mermelada y manteca, los huevos duros y las bananas. Sin mucho apuro disfrutamos de ese excelente desayuno. El detalle de color del local era el gran frasco de unos 5 litros que contenía una víbora en un extraño líquido ambar. Tras preguntar descubrimos que se trataba de "vino de serpiente". 

Vista del desayuno

En el corto recorrido hacia el hotel, en el que ya comenzaba a haber un poco más de gente, nos llamó la atención algo sumamente desagradable… en una parrillita de las que usan para cocinar el bamboo rice había apoyadas 2 ratas muertas. Sin entender mucho de que se trataba, si alguien las iba a cocinar o estaban ahí para cobrar dinero a los turistas que le sacaban fotos, pasamos raudamente por el lugar. Nuestro nivel de desconfianza seguía alto, no nos arriesgamos y foto no hay...

Ya en el hotel, agarramos las mochilas con algunas provisiones y alrededor de las 9 salimos. Sorprendentemente, nos encontramos con el  saloncito donde estaba el front desk iluminado y los hijos del hombre que nos había recibido el día previo. Aprovechamos ese momento para pagar las 2 nohes de alojamiento, ya que nunca habíamos hecho el check inA diferencia de otros hoteles, nunca nos preguntaron ni como nos llamábamos ni nos pidieron pasaportes; un lugar ideal para alguien que quiere vivir en el anonimato.

También utilizamos esta oportunidad para reservar el transfer para ir hacia Guilin. El muchacho hizo un llamado para confirmar la disponibilidad y hacer la reserva; pagamos los tickets ahí mismo. Cuando le consultamos sobre el sendero hacia Dazhai Village que pensábamos hacer ese día nos aseguró que estaba bien señalizada y que era difícil perderse… Buenísimo! Sin más pendientes, nos pusimos en movimiento dispuestos a disfrutar del día.

Iniciamos la caminata yendo hacia el mirador de “Nine dragons and five tigers”, que ya habíamos visitado la tarde anterior. En la parte superior de este había un cartel que indicaba que teníamos que girar y seguir hacia la izquierda. Tomamos un camino pavimentado de montaña zigzagueante que iba en esa dirección. A pesar de parecer una ruta, durante todo el trayecto no nos cruzamos con ningún vehículo. Luego de varios cientos de metros llegamos al final del pavimento. Como si fuese un libro “Elige tu propia aventura”, un cartel nos planteó dos opciones: Cemetery o ZhongLíu Village. Elegimos la segunda opción.

Ping'an desde el sendero

Elige tu propia aventura

De esta manera dejamos atrás “la civilización” con su pavimento, y nos internalizamos en un sendero de piedras muy bien delimitado, rodeado de vegetación silvestre con helechos, plumeritos y muchas otras plantas de zonas húmedas que no pude ni podría identificar dados mis limitados conocimientos botánicos. Si bien no habíamos optados por la opción cementerio, en esta primera parte del camino nos cruzamos con varias lápidas con flores y ofrendas.

Lápidas con ofrendas

Sin apuro pero sin pausa fuimos caminando por ese camino ondulante con ascensos y descensos leves, con diferente temperatura y humedad según la orientación y en consecuencia la exposición al sol de la ladera de la montaña que atravesásemos.



Un rato después llegamos a un gran espacio abierto con arrozales dispuestos en terrazas como los que habíamos visto en Ping'an. De igual manera había una combinación de sectores cosechados, algunos con gente abocada en la cosecha, y otros donde estaban quemando los restos de plantas transformadas en residuos tras el secado de las espiguitas y extracción de los granos de arroz. 



En todo ese trayecto apenas nos cruzamos con un par de sus occidentales con sus respectivos guías locales y algunas personas pequeñas que intentaron vendernos agua o fotos con ellas. Rechazamos todas las insistentes ofertas sin detenernos. Tras atravesar este sector de arrozales llegamos a un camino con algunos camiones y obreros que parecían estar extrayendo tierra de la montaña, y unos metros detrás divisamos un humilde pueblito. Estimamos que se trataba de ZhongLíu Village puesto que no nos cruzamos con ningún cartel que indicase donde estábamos; de hecho luego del cartel de la bifurcación del cementerio/ ZhongLíu Village no vimos ningún otro cartel. Mmm, camino bien señalizando…

Pasamos el camino y nos metimos en el pueblo. No sabíamos por donde seguía el sendero… Fuimos caminando por las angostas "calles" –de iguales características que Ping'an- entre gallinas y los típicos perros lobizones marroncitos de la región, preguntando a todos los que nos íbamos cruzando por dónde debíamos seguir. Si bien la mayoría de las manos indicaban hacia arriba, no todos los arriba eran en el mismo sentido… teníamos la sensación de estar caminando sin rumbo. No sabíamos si nos estaban indicando el camino correcto o el que nos conducía a algún restaurante, o peor aún si estaban intentando que nos perdiéramos para que contratásemos el “servicio de guía” de algún local.

ZhongLíu Village

De alguna manera fuimos avanzando, por momentos retrocediendo cuando teníamos la sensación de que no era el camino correcto y tomando la otra bifurcación, hasta llegar a un sendero que salía del pueblo y ascendía por la montaña. No sé si era el camino correcto o no, pero nos sacó del pueblo y nos condujo a otros arrozales, tras atravesar una zona con algunos arbolitos incluidos bambúes. Mientras ascendíamos, nos cruzamos con un hombre que venía bajando con el tronco de un árbol al hombro. Poderoso el chiquitín!!! 

Perro chino & bambú

Seguimos caminando largo rato, disfrutando del silencio pero con la expectativa de encontrar Dazhia. Sabíamos que tomaba 4 horas llegar a esa village, y otras 4 para volver; habíamos calculado caminar ese tiempo y llegar a Ping'an antes de que anocheciera. Pero como no sabíamos si estábamos en el sendero correcto y si íbamos a llegar a Dazhia, decidimos seguir adelante hasta que se hicieran las 12 del mediodía, y ahí reevaluar la situación.

El gran guía de montaña con su brújula

Así que seguimos caminando por el sendero viendo como “desgranaban” las espigas de arroz golpeándolas contra un receptáculo de madera y cargaban los burros con los sacos llenos de granos. Cruzamos un par más de mujeres que nos decían “water” y “long hair”. El “long hair” no era ningún cumplido, sino el ofrecimiento para mostrarnos sus largos cabellos y que nos tomésemos la correspondiente foto.



Hago una pausa para hacer un comentario sobre el tema del cabello de las mujeres del grupo Yao. Por lo que habíamos leído sólo cortan su pelo una vez en la vida cuando cumplen 18 años como un rito de iniciación a la vida adulta. Como es de imaginar tienen cabellos muy largos que llevan recogidos y los utilizan como una forma de ganar dinero en los “Long Hair Shows of Yao Women” o simplemente sacándose fotos con turistas.

Toda esta gente que nos fuimos cruzando por el camino ofreciendo “servicios” nos generó una sensación ambivalente. Por un lado parecían personas amables que saludaban cada vez que pasábamos. Pero cuando les respondíamos el saludo como haríamos con cualquier otro ser humano que saluda, ahí inmediatamente venía el mangazo intentando sacarnos dinero como fuese posible. De hecho llegamos a la conclusión que la falta de carteles indicativos estaba especialmente pensado para obligar a la gente a contratar el servicio de guía.

Cerca de las 12 divisamos a lo lejos, y con lejos me refiero varios kilómetros, un pueblito. Considerando que no estábamos tan perdidos decidimos avanzar un poco más, terminando luego de un rato en un mirador con otra vista espectacular. Si bien desde los miradores se suele tener una vista más panorámica, todo el recorrido ofrece imágenes preciosas dignas de cualquier guía de viajes que promocione la región.



Hicimos una parada para picar algo. Considerando que eran las 13 hs y que aún quedaban varios kilómetros hasta el caserío que a juzgar por el cable car debía ser Dazhai decidimos emprender el regreso. Para evitar perdernos volvimos sobre nuestros pasos, cruzándonos con un par de los turistas con guía que habíamos pasado a la ida –con esto ganó más peso la teoría de que no nos habíamos perdido y habíamos recorrido gran parte del camino que habíamos planificado en un primer momento-.

Probablemente Dazhai...

Para las 16 hs ya estábamos de nuevo en el mirador “Nine dragons and five tigers”. Luego de haber caminado durante 7 horas seguidas bajo el sol y agotado todas las reservas de agua de la mochila, estábamos deshidratados! En el mismísimo mirador, sin importar el posible sobreprecio, compramos el green tea con jazmín más refrescante del mundo!!! Nos sentamos un rato a descansar e hidratarnos. A diferencia del día previo apenas había turistas, lo que nos permitió seguir disfrutando de cierta tranquilidad; no hablo de una plena tranquilidad porque había tres mujeres de unos 40 años que con sus gritos y permanente parloteo contaban como un tour entero…

Mirador "Nine dragons and five tigers"

Una vez recuperados tomamos el sendero que comunicaba los dos miradores sin necesidad de tener que atravesar el pueblo. El camino discurría entre los arrozales, dándonos otra perspectiva del mismo paisaje. En este senderito nos cruzamos con varias personas más, incluyendo un par de turistas que estaban en plena transacción comercial para sacarse una foto con una mujer de cabellos largos. Esto no nos sorprendió tanto como sí lo hizo la pequeña serpiente de color verde que pasó raudamente camuflándose entre unas plantas que teníamos a nuestro lado… qué miedito! Obviamente que no nos amedrentó, pero si nos hizo caminar con un poco más de precaución prestando más de atención a lo que sucedía a nuestro alrededor.

Unos pocos minutos después habíamos llegado al mirador de “Seven stars with the moon” propiamente dicho, unos metros más arriba de donde habíamos estado a la mañana. Sin dudas se trataba del mirador “para turistas” por la cantidad de puestos de chucherías varias.

“Seven stars with the moon”  por la tarde

Sacamos un par de fotos y regresamos al pueblo, haciendo una parada para una Liquan natural beer bien fría a un precio irrisorio de 12 Yn la botella de 650 ml, y un té muy raro que aun nosé de que era. Después de la rehidratación, volvimos al hotel para ver el resultado del partido de Racing (victoria 3 a 1 vs Bosta Jrs), darnos una ducha, y finalmente salir a cenar. Mmm, creo que Seba metió mano en este párrafo...



Esa noche decidimos innovar y probar suerte en un restaurante muy bien puesto: “Live”. Nos sentamos en una mesa del primer piso, disfrutando de la soledad del salón. Mientras esperábamos a los elegido de la noche -fried noodles with veggies y un kung pao chicken (un salteado con trocitos de pollo, zanahoria, cebolla y maní)- nos entretuvimos viendo en una gran pantalla un torneo chino de saltos ornamentales. Disfrutamos de una deliciosa comida y mucha tranquilidad.

Kung pao chicken

Satisfechos volvimos al hotel donde como era de esperar no había nadie y sólo estaba abierta la puerta que conducía a las escaleras que llevaba a las habitaciones. A descansar!

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