By Sole
20 de Octubre 2015
A las 6:30 am ya estábamos arriba. Tras terminar de acomodar las valijas dimos una pequeña vuelta por los alrededores buscando un lugar para desayunar, terminando una vez más Green garden café. Deja vú! Nos sentamos en la misma mesa con vista privilegiada y pedimos dos desayunos continentales.
Seba con su té verde |
Tras tomar el segundo vaso de green tea –el refill de agua caliente estaba incluido en el precio- decidimos volver al hotel. En el camino tuvimos un encuentro cercano de tercer tipo con un duende… Una de las timadora del primer día nos reconoció y comenzó a seguirnos por el pueblo… pegadita, casi pisándonos los talones iba hablándonos; no entendimos que nos decía pero apuesto que estaba reclamando dinero... Cuando llegamos al hotel nos metimos raudamente cerrándole la puerta en la cara para evitar que nos siguiera hasta la habitación!
El bus que teníamos que tomar un rato después partía del “parking”, pero vaya problema: el pueblo tenía 2 parkings. En el hotel no había seres humanos a la vista, así que decidimos ir hacia el estacionamiento mças cercano, teniendo cierto grado de certeza de que no era el indicado.
Al salir… ahí seguía nuestra pesadilla que una vez más comenzó a seguirnos hasta que en un momento me di vuelta y de una manera poco polite le dijé “Stop following us!!!”. No sé si me entendió o no, pero luego de unos metros desapareció, dejándonos caminar en paz.
Subimos, pendiente arriba, pendiente abajo y finalmente llegamos al estacionamiento donde habitualmente paran los micros de los daily tours. Fuimos recorriéndolo, buscando algún cartel... nada! Nuestra certeza ya era mayor… pero queríamos que fuese del 100%, así que caminamos hasta donde terminaba y nos metimos en un hostel a preguntar. Confirmado! Nuestro bus partía del otro parking.
Ya más tranquilos volvimos al hotel a buscar el equipaje. Abandonamos el lugar sin cruzarnos con otro ser vivo. Como nunca hicimos el check in, tampoco fue necesario hacer el check out…
Del otro lado de la puerta nos encontramos con un grupito de porteadoras con sus “canastos mochilas” que “casualmente” estaban apostadas en ese lugar en ese preciso horario. Nos escabullimos con una incesante repetición de “no” y “pu” (no en chino)… íbamos a bajar del pueblo con las valijas a cuestas, sin pagar ni dejarnos engañar.
Paso a paso, sin apuro, y teniendo la precaución de no sobrecargar la espalda fuimos bajando por escaleras y rampas. Si bien la mayor parte del trayecto era en bajada nos llevó un buen rato, y mucho esfuerzo.
Esta vez tuvimos un poco más de tiempo para chusmear los puestos que estaban entre el pueblo propiamente dicho y el parking. Había ropa, almohadones, adornos, artesanías en madera, y algo bastante desagradable que fue lo que más llamó nuestra atención: animales desecados y algunos carbonizados entre los que incluían ratas. Rápidamente se nos vino a la cabeza la imagen de las dos ratas de la parrilla del día previo que ese mismo día cuando pasamos a la noche estaban en el mismo lugar pero carbonizadas. Aun no sé quienes compran esos productos ni para que se utilizan… a pesar de lo asqueroso le tuvimos que sacar una foto.
Me parece haber visto una ratita... |
Finalmente llegamos al parking donde reconocimos el bus que teníamos que tomar. En la tarjetita “pasaje” que teníamos estaba anotado el número que identificaba al micro. Cuando nos acercamos vimos que el chofer no estaba, algo esperable porque aún faltaba un rato para el horario de partida. Durante la espera apenas se acercaron dos pasajeras más, chinas ellas, que como era de esperar no hablaban inglés. Subieron al micro y se acomodaron con sus bultos.
Encontramos el micro! |
La tranquilidad que teníamos por haber encontrado el parking y el micro se esfumó en pocos segundos cuando se nos acercó un chino que de alguna manera interpretamos que nos dijo que el micro no iba a Guillin, pero si su camioneta. Nuestra primera reacción fue desconfiar. Intentamos comunicarnos con las chinas del micro a las que les entendimos que también iban a Guillin, aumentando aún más nuestra desconfianza; el chofer del micro no aparecía y se estaba haciendo el horario de partida… Teníamos al chino persiguiéndonos y pidiéndonos el equipaje mientras aseveraba con la cabeza que los tickets eran para viajar en su coche. En medio de toda esa locura, Seba se iluminó y se acercó al puesto donde vendían las entradas al pueblo; ahí estaba la única posibilidad de encontrar alguien que hablara alguna mínima palabra de inglés. Aparentemente ambos vehículos se dirigían al mismo lugar…
Caminonetas sospechaosas |
Vimos que venían dos parejas de chinos que con gran seguridad metieron su equipaje en la camioneta en cuestión. Eso sumado a lo que nos había dicho el vendedor de entradas y la falta de chofer en el bus nos hizo tomar la decisión de subir, sin tener la certeza hacia dónde íbamos y no entender qué asunto turbio había detrás. Con nosotros se completaban las 6 plazas del vehículo.
Ultima foto de Ping'an desde el parking |
Apuesto que los asientos eran más cómodos y la temperatura más agradable que en el micro gracias al aire acondicionado… pero hubiese preferido viajar en el bus. Durante esas dos horas no la pasamos nada bien! Teníamos una insoportable sensación de desconfianza e incertidumbre, a lo que se sumaba una creciente intolerancia producto del permanente parloteo a viva voz en chino del resto de los ocupantes del rodado con música de fondo.
Tratamos de abstraernos lo más que pudimos de la situación tratando de prestar atención si estábamos yendo en la dirección correcta y disfrutar del paisaje. De hecho vimos varias cosas a las que no les habíamos prestado tanta atención a la ida donde toda nuestra atención estaba puesta en ver si chocábamos o no de frente con algún vehículo que venía en sentido contrario. Más allá de las pequeñas villages que sí habíamos registrado, descubrimos cultivos y varios puestos ruteros que vendían lápidas como las que habíamos cruzado en el hiking por los arrozales.
Unas dos horas después estábamos en Guillin. Lo poco que vimos nos dio la impresión de que se trataba de una ciudad mucho más grande que lo que planteaba la Lonely Planet. Los últimos kilómetros del viaje trascurrieron lentamente producto del intenso tránsito de motos y bicicletas.
Finalmente el vehículo se detuvo en una avenida cerca de la estación de tren, lugar al que teóricamente llegaba el minibús que debíamos haber tomado. Bajamos de la camioneta, sacamos nuestras valijas del baúl y nos despedimos del chofer sin tener que pagar nada extra. Afortunadamente habíamos llegado a donde queríamos sin que nos estafaran (al menos a nosotros, no sabemos que iba a hacer el chofer con nuestros tickets de bus).
El siguiente paso era encontrar la estación de micros que estaba en la zona. Tras preguntar a un par de transeúntes llegamos a una especie de estacionamiento/ parada de micros con un par de oficinas donde nos indicaron que el lugar que buscábamos estaba a un par de cuadras. Así que salimos con las valijitas a rastras esquivando gente. Cuando estábamos a punto de cruzar una de las calles vimos un micro que parecía venir de la estación con un cartel que decía “Yangshuo” en caracteres chinos… Seba que había estado memorizando esos “dibujitos” los reconoció. Ni bien nos detuvimos nos asechó una mujer que repetía "Yangshuo!! Yangshuo!!!" Dudamos, era el bus que teníamos que tomar??? Teníamos la referencia que el pasaje costaba 30 Yn por persona, y al preguntarle el precio a la mujer justamente nos escribió ese número en un papel.
A pesar de la incertidumbre y desconfianza que nos generó toda la situación tomamos el ómnibus junto a un chinito que subió sin dudarlo. Nos acomodamos en la parte trasera del con las valijas ocluyendo parcialmente el pasillo a falta de un lugar más adecuado para colocarlas. Tras girar en la avenida por la que habíamos estado caminando, el micro comenzó a parar cual colectivo recogiendo y dejando gente a lo largo de todo el recorrido. Nos habíamos tomado un micro lechero…. Nos tomó casi dos horas llegar a destino, gracias a la gran cantidad de paradas, el mal estado de la ruta que parecía tener más cráteres que la luna, y las obras de ampliación de la carretera.
Como si fuésemos chinos fuimos durante el viaje picando galletitas y trocitos de crocante de maní y semillas que habíamos comprado en Xi'an, mientras mirábamos por la ventana una extraña mezcla de urbanismo con las grandes formaciones rocosas cubiertas por vegetación características de la región de fondo.
El micro nos dejó a pocos metros de la estación norte de buses de Yangshuo. El viaje aún no había terminado… faltaban unos 4 km hacia el poblado vecino de Jima donde estaba nuestra hostería. Para este último trayecto teníamos que tomar un taxi. El primer taxista que abordamos nos pidió 120 Yn lo que era un precio exorbitante para la corta distancia a recorrer. Al ver que no agarramos viaje el precio comenzó a bajar. Rechazamos su oferta y seguimos caminando hacia el siguiente taxi con el primer tachero siguiéndonos e influenciando la respuesta que nos dieron los subsiguientes colegas… en ese recorrido de regateo habíamos llegado a 50 Yn. Seguimos caminando dejándolos a todos atrás, y siguimos la negociación con otro taxista que estaba en la siguiente cuadra. Calculadora de por medio llegamos 45 Yn. A simple vista parece haber sido un buen negocio, pero no lo fue… podríamos haber seguido hasta llegar a los 30 Yn que era el costo del viaje como descubrimos posteriormente. Pero cuando uno está con valijas y depende 100% de estos individuos el poder de negociación no es el mismo que en otra situación…
En menos de 15 minutos ya estábamos en Jima, más precisamente en la dirección que teníamos del Hotel Yangshuo Outside Inn. Travesía mediante habíamos llegado a destino!!!
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