domingo, 24 de agosto de 2014

Recorriendo la Bangkok imperial

By Sole

22 de febrero de 2014

Nos levantamos tempranito a desayunar! El breakfast incluía tostadas, manteca, mermelada, jugos, frutas, café, té, yogurt, medialunas, un par de platos calientes (escondido en misteriosas ollas tapadas) y huevos cocidos de diferente manera según el comensal lo pidiese. Rechazamos los huevos –cuando uno hace eso lo miran con cara de “cómo no vas a comer un huevo en el desayuno???”- y nos quedamos con el resto. Hasta nos atrevimos a tomar jugo!

Fuimos nuevamente a la estación Asok del Sky Train, donde sacamos pasaje hasta Saphan Taksin con combinación intermedia en Silom (43 Bht); ya eramos expertos en el tema!!! Los mapas que proporcionan en el aeropuerto son muy útiles para moverse sin problemas por la ciudad. Lo que aún no entiendo es cómo funciona la ineficiencia de las estaciones… hay ventanillas con empleados que se limitan a dar cambio en monedas, con las que después uno tiene que hacer otra fila para sacar el pasaje en máquina automáticas. A pesar de ser un sábado por la mañana parecía rush hour de un día laborable.

Aun estoy maravillada de cómo funcionan estos trenes!!! Tienen una excelente frecuencia –nunca esperamos más de 5 minutos- y hay pantallas que indican el tiempo que falta para que aparezca la siguiente formación. La gente va haciendo fila en los lugares demarcados con pintura en el piso, justo a los costados de las puertas para evitar bloquear la salida de los pasajeros que descienden.  Y cuando el tren finalmente llega a la estación queda parado exactamente donde corresponde!!!  Lamentablemente los argentinos estamos tan acostumbrados a la ineficiencia que nos asombramos cuando las cosas funcionan como corresponde…

Cuando llegamos a destino fuimos en búsqueda del pier Sathon donde paraba la lancha que nos iba a llevar a la zona de los templos y el palacio. Si bien nuestra idea era tomar el “Orange flag” pronunciado por los locales como “olang fla”, terminamos en un bote turístico, unos centavos más caro que era el siguiente en salir. Básicamente la diferencia entre uno y otro era la presencia de una tailandesita que con megáfono en mano adivinaría que iba describiendo las construcciones que iban apareciendo en las márgenes del río Chao Phraya. Aparentemente hablaba en inglés, pero en una versión ininteligible!!!  Lo único que le entendíamos era cuando decía “Pier number…” en un tono agudo y estridente.


El gordo y el flaco
Bajamos en Tha Tien, caminamos unos metros y nos chocamos con el Wat Pho, definitivamente uno de los must de Bangkok. Tras pagar 100 Bht y recibir una botella de agua mineral junto a la entrada ingresamos a este complejo de templos, el más viejo de Bangkok, que contiene al Buda Reclinado. Para ingresar al templo donde está esta magnífica escultura dorada de 46 metros de longitud y 15 metros de altura hay que quitarse el calzado –en el lugar prestan unas bolsas para colocarlo y llevarlo con uno- y cubrirse los hombres y piernas –en caso de necesidad había disponibles unas batas color verde. 

Buda reclinado

Realmente las dimensiones impresionan!!! En el mismo templo hay otras representaciones de Buda más pequeñas y decenas de recipientes metálicos siguiendo todo el perímetro del edificio donde los más creyentes iban depositando una monedita en cada uno a modo de ofrenda.

Una monedita por favor!!!
Más allá de esto que sería la atracción principal, el resto del complejo tiene varios templos muy bonitos, con minuciosos detalles en piedras de colores y cerámicas.  



Muy contentos con la visita seguimos viaje hacia el Palacio Real. Mientras caminábamos rechazando ofertas de tuk-tuk (más glamorosos que los de India) descubrimos lo poco amigables que eran las calles para los peatones. Había veredas, calles pavimentadas, autos, buses, taxis, pero escaseaban las sendas peatonales y los semáforos (y los que existían no funcionaban). Era como cruzar una calle de Roma…

Tras haber sobrevivido a varios cruces de calles llegamos a la cara norte del palacio donde estaba la entrada para turistas. Para ingresar nos tuvimos que tapar las piernas (re-armamos los pantalones desmontables que teníamos puestos) y en mi caso también los hombros. Los que no traían pantalones largos o abrigos formaban una larga fila que terminaba en un lugar donde “prestaban” pantalones y sacos. Cuando vimos el costo de la entrada se nos cayó la mandíbula: 500 Bht!!! Definitivamente UN ROBO!!! Ya estábamos ahí, en un sitio que seguramente no volveremos a visitar en nuestras vidas, así que seguimos adelante con el plan de visitar el lugar. El primer recuerdo que me viene a la mente es el CALOR!!! No les puedo describir el calor que sufrí caminando bajo los rayos del sol con el pantalón y la camperita!!!

Además del palacio que fue durante algún tiempo residencia del monarca había varias estatuas de guerreros y  templos siendo el más renombrado Wat Phra Kaew que contiene al Buda Esmeralda. Si mi primer recuerdo es el calor, el segundo es la DECEPCION!!! Un rato atrás habíamos visto al impactante Buda Reclinado, y ahora era el turno del Esmeralda. Nos quitamos los zapatos tal como indicaba el cartel  e ingresamos al recinto donde estaba prohibido hablar y tomar fotos (si hubiésemos visto una foto seguramente no hubiésemos ido…). Había varias personas sentadas en el suelo con las piernas plegadas de tal manera de no orientar los pies hacia el Buda; otras simplemente iban en una especie de procesión ingresando por una puerta y saliendo por la otra.  Volviendo al Buda más sagrado del país, no era más que una imagen verde de unos 60 centímetros de alto…

Sin palabras...
Un par de templos más de diferentes estilos, tamaños y colores completaban la atracción. 




Nos cruzamos con varios personajes que le dieron un poco de atractivo al lugar: un hombre que  se revolcaba por el piso para conseguir fotos de todos los ángulos de los guardias de seguridad, una japonesita con sobrepeso con el atuendo de Mary Poppins que fue bautizada como Mary Ponjis, y el mismísimo Seba que se coló en una foto de un tour japonés…


Say "cheese!!!"
Como pueden sospechar este lugar se ganó un “avoid it!” de mi parte.

De todas maneras Seba tiene su opinión: "el lugar esta bueno, es un poco caro y con mucha gente". Su sugerencia es: "si se dispone de poco tiempo y dinero la visita al Wat Poh reemplaza tranquilamente del palace, ya que es más barato, tiene una arquitectura similar y un buda lindo".

lunes, 18 de agosto de 2014

Tailandia: sonrisas asiáticas mirando hacia Occidente

By Seba

La llegada a Tailandia se emparenta con la llegada a cualquier país desarrollado de Europa: un aeropuerto enorme y moderno, un eficiente y veloz sistema de trenes que se conecta con el centro de la ciudad, enormes marquesinas y carteles publicitarios de marcas globales, altísimas torres y edificios de oficinas de las empresas líderes, gigantes malls con tiendas de las marcas más exclusivas…



Pero cuando uno desciende del tren y se adentra unos pocos metros en las calles aledañas a las grandes avenidas se da cuenta inmediatamente que está en un país más del sudeste asiático: la gente con ropas sencillas, las casas sin decoración sofisticada, los puestos callejeros de comidas extrañas, los olores no siempre agradables…



Si Asia es el continente de los contrastes, Tailandia es un fiel exponente de estos. Se desarrolla constantemente mirando a Occidente (sobre todo en los hábitos de consumo urbanos), al tiempo que mantiene con firmeza ciertos rasgos de su identidad (cómo el lenguaje escrito en los carteles, billetes, etc).

El antiguo reino de Siam hoy es una nación fervientemente budista que declara una enorme estima por su monarquía. Se siente orgullosa de no haber sido colonizada nunca por una potencia europea como si lo fueron sus naciones vecinas, mientras sus adolescentes lucen remeras con la imagen de la bandera británica caminando con sus vasos de Starbucks en la mano.

La adoración por la cultura inglesa merece un párrafo aparte; la frase “Mind the gap” que se repite en el Metro de Bangkok remite invariablemente al Underground londinense, mientras que la sección deportiva de los diarios rebosa de artículos sobre los equipos de fútbol de la Premier League, como el Chelsea, el Liverpool o el Manchester. Incluso marcas muy identificadas con el consumidor local, como las cervezas Chang y Singha, son main sponsors de equipos ingleses, como lo muestran las gigantografías que inundan la ciudad.



Muy temprano a la mañana la gente se vuelca a los transportes públicos de Bangkok para ir a sus lugares de trabajo; los hombres vestidos de manera muy similar a la que yo me visto para ir a la oficina, el 99% de ellos con la mirada absorta en sus smartphones. Mientras que dentro del silencioso tren el aire acondicionado nos hace tiritar, en las calurosas calles miles de manifestantes acampan, bloqueando las grandes avenidas, expresando su disconformidad con el gobierno.

Si bien Tailandia es el país más desarrollado de la región, ha sufrido innumerables golpes de estado en las últimas décadas, y ha experimentado enfrentamientos sangrientos, incluso en las semanas previas a nuestra corta estadía. La opulencia de un centro financiero global como Bangkok (con sus más de ocho millones de habitantes a cuesta) contrasta con la realidad de un país eminentemente rural, cuya segunda ciudad en importancia apenas supera los 150.000 habitantes… es como si en Argentina la ciudad más grande del país luego de Buenos Aires fuera Tandil… Los desequilibrios generados por estas asimetrías demográficas son notorios, y se reflejan en el panorama político (todo iba a desembocar en un golpe de estado algunas semanas después).

Khao San Road

Incluso Bangkok es un mundo en sí mismo, con barrios muy diferentes, alojando a varias colectividades. Desde el colorido Chinatown y sus mercados, hasta Khao San Road inundado de jóvenes anglosajones, pasando por las zonas rojas como Patpong o Soi Cowboy, cada sector de la ciudad tiene algo diferente para experimentar (aclaración importante, no experimentamos nada de la zona roja, sólo una pinta de Guinness).

Grand Palace

Más allá de las diferencias políticas y económicas, de su cultura milenaria, de los templos extravagantemente bellos de su cosmopolita capital, Tailandia exhibe una diversidad geográfica envidiable. El sur del país tiene vastas costas sobre el océano Índico, con playas increíbles: La selva cae desde abruptos acantilados a las cálidas aguas de diferentes tonos de turquesa; la arena blanca y las palmeras completan la imagen de tarjeta postal. Phuket, Krabi, Phi Phi y Samui son imanes para turista de todo el mundo, tanto los que buscan diversión, como para quienes quieren descanso o aventura. Hay tantos rincones inexplorados como espacios sobreexplotados, pero la tendencia va hacia la saturación, dejando cada vez menos zonas vírgenes.



Nosotros decidimos pasar unos días en Ko Samui, que nos ofrecía un buen balance entre infraestructura de transportes, hoteles y restaurantes, y la tranquilidad de las playas en un hermoso entorno natural.


Nos quedamos con las ganas de conocer más lugares, de probar más comidas, de hacer más trekking, más playa, más kayak, más templos, más masajes, más snorkel. Tailandia es muy grande como para recorrerla en una semana! Si dentro de un par de años decidimos volver es probable que encontremos un país más occidentalizado en sus centros turísticos, pero tal vez más auténtico en las selváticas colinas del norte. Lo que es seguro es que es un destino va a seguir ofreciendo muchas sonrisas y muchas opciones para todo tipo de visitante.

jueves, 14 de agosto de 2014

Back to the future: de Kathmandu a Bangkok

By Sole

21 de febrero de 2014

Ultimo desayuno en Nepal!!! Armamos las valijas y salimos a liquidar las rúpias nepalies que se resistían a abandonar nuestros bolsillos. No es que faltaran cosas para comprar, pero si había veces que tanto comprador como vendedor no aflojábamos en el precio y la venta terminaba fracasando lo que generaba cierto agotamiento y gran gasto de tiempo.
Con los bolsos llenos hicimos el check out y tomamos el último taxi de Nepal hacia el aeropuerto (500 RpN). Siempre cuesta menos ir de Thamel al aeropuerto que hacer el viaje inverso, una cuestión de oferta y demanda.

El aeropuerto de Kathmandu, el más importante del país, es paupérrimo, de una pobreza extrema!!! Cierro los ojos y veo un edificio pequeño, gris –sin colores- con un par de asientos con el aspecto de una terminal de micros.

No bien atravesamos la puerta de entrada, tuvimos que pasar las mochilas y valijas por un scanner de seguridad. Las valijas pasaron sin problemas, la mochila de Seba tenía un artículo dudoso por lo que fue sometida a una revisación manual más exhaustiva, culminando exitosamente este segundo examen.

Paso siguiente fuimos a hacer el check in al mostrador de la aerolíneas. Presentamos las fotocopias de las reservas, pasaportes y el empleado nos pidió la tarjeta de crédito con la que habíamos pagado los pasajes de Thai. Sin dubitaciones Seba le entregó la VISA, y el hombre se la devolvió diciéndolo que no era la correcta. Cri cri cri. Seba comenzó a revolver sus tarjetas pasándoselas una a una (tampoco eran tantas) pero tampoco era la requerida!!! Fue ahí que descubrió su error, había llevado la VISA equivocada, la que quería el señor era la que estaba en Buenos Aires…
En este caso comprobamos que tener ciertos rasgos obsesivos puede ser fundamental!!! Enseguida saqué de mi mochila una hoja con todas las tarjetas de crédito de Seba y mías escaneadas de ambos lados, incluyendo la VISA que nos faltaba!!! Gracias a todos los dioses hindúes se conformó con la fotocopia y pudimos respirar aliviados!!!
Compramos un Toblerone con las 300 RpN que nos quedaban e hicimos el último control de seguridad y migraciones sin problemas.

Apostaría a que el aeropuerto no tenía Duty Free Shop, porque no lo cruzamos en ningún momento. Terminamos sentados en el Gate 5, el último, donde había algunos asientos libres junto a un grupo de personas que olían a paan. Tal como sospechamos por el olor eran indios, que se pararon cuando anunciaron el vuelo de Air India con destino Delhi.






Permanecimos sentados ahí hasta que fue el horario de nuestro vuelo que justamente embarcaba en Gate 5. Sin siquiera tuvimos que pararnos para que nos chequearan el pasaje ya que los empleados fueron pasando por los asientos. Caminamos por la pista unos metros hasta el avión. El servicio fue mejor de lo esperado. Nos dieron maníes ni bien subimos, y luego el almuerzo: cordero con papas asadas o arroz con pollo. Pedimos unos y uno. Ya me sentía bien y me comí el arroz con muy buena tolerancia. Fue un viaje muy tranquilo!


El comandante anunció la llegada al Aeropuerto Internacional Suvarnabhumi, de Bangkok!!! Tan pronto bajamos del avión nos encontramos nuevamente con un aeropuerto con infraestructura del primer mundo.
Antes de hacer los trámites migratorios, por tener pasaporte Argentino, tuvimos que ir a la oficina de “Health Control”.  Por suerte éramos los únicos provenientes  del inframundo colmado de pestes, y no había nadie en el lugar. Llenamos un formulario donde preguntaba sin habíamos tenido en las últimas semanas una serie de síntomas como fiebre, vómitos, diarrea, dolor abdominal, etc,  respondiendo a todas las preguntas con un “no”. Con la planilla llena y la constancia de vacunación de fiebre amarilla nos dirigimos al mostrador donde nos colocaron un sello en la solicitud de ingreso al país.
Ya estaba el primer paso! Seguimos a migraciones donde presentamos todos los papeles y nos autorizaron la entrada a Tailandia! Ya podíamos buscar a Mr Chow y al monkey ("Hangover 2")!!!
Seba aún seguía preocupado por el tema de la tarjeta y estaba tan distraído que pensó que había perdido la billetera con las otras tarjetas… Falsa alarma, todo estaba en su lugar!!!

Siguiendo los carteles llegamos a la estación para tomar el City Train. Optamos por el que tardaba más (tiene varias paradas intermedias) pero era más económico. Pagamos los 40 bahts (Bht) –poco más de un dólar- hasta el final del recorrido: Phaya Thai Station. Allí hicimos combinación con el Sky Train para ir hasta la estación Asoke (34 Bht). Las fichas/ tarjetas para los trenes o subtes según corresponda hay que pasarlas al inicio y al final del recorrido (el precio varía según la distancia), así que no hay que perderlos en el trayecto.

Los trenes que tomamos eran impresionantes!!! Anchos, luminosos, limpios (estaba prohibido comer y beber en su interior) y con aire acondicionado. Tenían varias pantallas por las que iban pasando publicidades de distintos productos. Pocos pasajeros les prestaban atención, la mayoría iban absortos mirando sus celulares y tablets. Creo que había más aparatos electrónicos que personas!!! Hablando de las personas, una vez nos encontrábamos con una fisonomía diferente: todos tenían los ojitos achinados!!! De India, pasando por Nepal y llegando a Tailandia, se había ido progresivamente aclarando la piel y rasgándose los ojos.

Cuando bajamos del Sky Train nos encontramos con calles colmadas de manifestantes de clases sociales altas que estaban acampando. No faltaba nada!!! Había música, un escenario desde donde distintos hombres lanzaban discursos, aclamaciones y aplausos del público, carpas y muchos puestos callejeros que vendían comida y merchandising de la protesta. Esta misma escena se repetía en las intersecciones de las principales avenidas de la ciudad.

Shutdown

Aclaración de Seba: Habíamos caído durante el “shutdown” que grupos opositores organizaron a modo de protesta contra la presidenta, a la que veían como un títere de su millonario hermano y expresidente, exiliado por acusaciones de corrupción. El clima de inestabilidad política y cierta violencia iba a culminar con un golpe de estado de las fuerzas armadas pocos meses después de nuestra visita.

Siguiendo los mapas que habíamos impreso, caminamos unas 2 cuadras y llegamos al hotel City Point. Nos dieron una habitación que estaba muy bien por lo que habíamos pagado. Dejamos las cosas y nos fuimos a buscar un lugar para comer… Había sido un largo día entre aeropuertos, aviones y trenes.

Nuestra habitación

Cruzamos entre los manifestantes hasta llegar al otro lado de la avenida donde nos metimos en el primer shopping que vimos: Terminal 21. Creo que si un tailandés viene a cualquier shopping de Buenos Aires sale deprimido!!! Ese lugar era un mundo en sí mismo! Cada uno de los niveles estaba ambientado según el nombre de la ciudad o región que le daba nombre, ej. Tokio, Rome, Paris, Istambul, London, Caribbean, San Francisco y Los Angeles. Eran unos 8 o tal vez 9 pisos en los que se distribuían locales de comida y cualquier objeto que uno pueda imaginar. La oferta nos abrumó un poco, y terminamos en un Subway. Tengo que reconocer que era la primera vez que visitaba un local de esta cadena y no tenía la más mínima idea de cómo funcionaba!!!  Superando la barrera idiomática, conseguimos comprar un sandwich de pollo y otro de atún.

Bangkok me resultó bastante shockeante. Veníamos de varios días en lugares super tranquilos donde se respiraba paz y tranquilidad, y de repente me encontré con una ciudad repleta de constantes estímulos lumínicos y sonoros que incitaban al consumo. Me sentí como si estuviese entrado en un capítulo de Pokemon y que en cualquier momento se venía la convulsión!

Con el discurso del líder de la manifestación saliendo por los altoparlantes volvimos a dormir al hotel.

miércoles, 6 de agosto de 2014

Bhaktapur: un viaje en el tiempo

By Sole

20 de febrero de 2014

Mientras Seba seguía invicto y se animaba a un huevo revuelto, me tuve que conformar con un té negro y pan tostado. Qué tristeza!!! Me empastillé con todos los remedios que había llevado para la situación y salimos. Aunque me sintiera mal no me iba a quedar todo el día metida en el hotel…

Ese día teníamos pensado visitar Bhaktapur, la tercera ciudad- estado medieval del valle. Sabíamos que estaba a unos 45 minutos en taxi desde Thamel y que el precio rondaba las 800-1000 RpN, así que directamente pedimos un auto desde el hotel. El tránsito estuvo a nuestro favor y en unos 35 minutos habíamos llegado.

Pagamos la entrada de 1500 RpN o U$S 15; era la Durbar Square más cara del valle!!! Ni bien entramos fuimos literalmente asediados por los guías locales que ofrecían sus servicios en todos los idiomas, cada dos pasos teníamos uno que comenzaba con “hello” y seguía con un “good for you…”. No se conformaban con un “no” y pedían explicación de por qué era esa nuestra respuesta. Sin más le mostrábamos nuestra guía de viajes y seguíamos caminando.

A diferencia de las otras plazas Durbar que habíamos visitado esta era la que mejor se conservaba. De hecho todo el pueblo tenía el mismo estilo, tanto en diseño como en estado de deterioro. Teóricamente el dinero de la entrada que pagamos los extranjeros es utilizado para financiar la restauración y mantenimiento del lugar. Las calles eran de ladrillo, al igual que las paredes de casi todas las edificaciones cuyas ventanas y aleros eran de madera oscura tallada. Estos complejos de 2 o 3 pisos eran coronados con tejados confeccionados con pequeñas lajas amarronadas.




Básicamente eran varias plazas entrelazadas con callejuelas angostas, algunas de las cuales parecían haber sido abandonadas por el sol y sólo habitadas por una importante humedad que se percibía con todo el cuerpo.



Iniciamos el recorrido por el exterior de los templos cercanos al palacio. En general eran bastante similares a los que habíamos visto en Kathmandu y Patán, excepto por los tours de turistas orientales de chalecos fluor y aparatosos gorros que en un momento invadieron el lugar cual hormigas.



Cerca del mediodía nos cruzamos con un desfile conformado por estudiantes de todas las edades con sus uniformes del colegio (en muchos casos hombres y mujeres llevaban los mismos pantalones y sacos grises, con camisa blanca y mocasines negros) y gente con ropa típica que iban llevando carteles, tocando instrumentos de percusión y danzando. No entendimos bien de que se trataba si era una manifestación en honor a alguien o una protesta.



Cada patio tenía una particularidad. El que le seguía a Durbar Square, tenía uno de los edificios más altos del valle: el templo de Nyatapola. También estaba el patio de los alfareros donde los mismos exponían sus trabajos en arcilla.

Templo de Nyatapola

Los alfareros

Tras caminar un rato sin rumbo hicimos un stop en el Peacock Restaurant frente a otro patio que debía su nombre a una ventana en la que hay tallado un pavo real. Yo sólo tomé un té negro, no me atreví a comer nada, Seba se castigó con una pizza individual. Fue un almuerzo bastante entretenido ya que estábamos en un balcón frente al patio donde se desarrollaba un día cualquiera de la vida. Frente a nosotros había un aljibe donde las mujeres del lugar concurrían con sus bidones y jarros donde colocaban el agua que sacaban del pozo con ayuda de un bidón y una soga. Al lado jugaban los niños a la pelota y las niñas al elástico durante un recreo escolar. Dos cabras caminaban sin rumbo y un vendedor exponía sus vegetales sin éxito.


Recreo!!!
Hicimos un par de compras, una kurta para Seba y una lámina en acuarela con de los Himalayas, y nos dejamos perder por las calles. Fue muy interesante ver a la gente comprando y vendiendo frutas, verduras, pescado y peces (algunos aún estaban vivos) utilizando balanzas con pesitas, mujeres hilando lana y cosiendo con viejas máquinas a pedal, hombres preparando la pasta que posteriormente moldearían en forma de platos o jarrones, etc. Fue como viajar en el tiempo a un pasado en el que nunca habíamos vivido, pero que conocíamos a través de la lectura y relatos de abuelos.

Imágenes de la vida diaria I


Imágenes de la vida diaria II

Imágenes de la vida diaria III

Cada vez que nos acercábamos a las plazas comenzaban a incrementarse los comercios destinados a turistas incluidos unos que vendían cds y dvds que musicalizaban la zona con música bastante monótona que nos dio la impresión que eran mantras que repetían una y otra vez.

Cerca de las 15:00 fuimos hacia la parada de taxis donde nos había dejado el auto. Negociamos con uno la misma tarifa que habíamos pagado en la ida y regresamos al hotel.

Una vez más aceptamos las infusiones que acompañamos de galletitas. De a poco iba recuperando las ganas de comer, aunque cuando tomaba líquidos ya me sentía pesada y un poco nauseosa. Un poco más de ayuno y ya iba a estar bien!

Lo que quedaba de la tarde lo dedicamos a las compras. Teníamos que gastar las RpN que nos habían quedado, ya que iba a ser muy difícil reconvertirlas a dólares y había tantas cosas lindas para comprar…

Concluimos el día cenando en el hotel, la discreción marcó la elección de alimentos. Yo no tuve otra opción que un triste plain rice, mientras que Seba comió una suprema de pollo grillada con vegetales y papas, que acompaño con una cerveza y un plain chapati.

Había concluido nuestro último día en Kathmandu! Al día siguiente partiríamos a nuestro próximo destino...