sábado, 23 de diciembre de 2017

Rotorua lacustre: Rotorua, Green & Blue Lakes

3 de diciembre 2016

Gracias a la luz que entraba por la ventana antes de las 7 ya estábamos arriba. Aprovechamos para ducharnos en los baños comunitarios del hostel que a esa hora eran un desierto. Gran ventaja para los madrugadores!

Mientras desayunábamos evaluamos las ventajas y desventajas las dos opciones de actividades para el día:

1) Alquilar bicis para ir hasta Blue Lake pasado al regreso por Redwoods,

Pro: Ida y vuelta al lago aseguradas, actividad diferente a la que hacemos habitualmente.
Contra: Pagar $60 el alquiler de cada bici, mi incapacidad motriz para pedalear en terrenos irregulares o con pendientes.

2) Ir en taxi o un shuttle hasta Blue lake y volver caminando pasando por los Redwoods.

Pro: Caminar libremente sin tener que estar pensado donde dejar la bici.
Contra: Encontrar trasporte para ir hasta ahí (como en Internet no habíamos encontrado ningún bus hasta el lago estimamos un costo de traslado de $35-40), la distancia a caminar al regreso, al costado de la ruta, era de varios kilómetros; el lago estaba a unos 9 km de la ciudad. 

Terminamos quedándonos con la última.

Como en el front desk del hostel no tenían idea si había algún transporte público hasta Blue Lake, nos fuimos directamente al "i-site", la oficina de información que estaba junto a la terminal de buses. Tal como suponíamos no había ningún bus, pero podíamos tomar un taxi con un costo de $38 para dos personas (one way). Como estaba dentro de lo calculado, ahí mismo contratamos el servicio, pero el transporte recién iba a estar disponible en  45 minutos…


Terminal buses + i-site

Hicimos de ese tiempo libre una oportunidad para recorrer un sector del pueblo que no habíamos visitado el día previo. Fuimos caminando por Fenton Street, una de las calles principales sobre la que estaba la terminal de ómnibus, hasta prácticamente chocar con el lago. Este sector era muy diferente al que habíamos visto anteriormente, no había rastros de los pozos humeantes, pero sí aguas bastante claras con patos y cisnes negros nadando en sus aguas, y un sendero con bancos y faroles que lo bordeaba. Como detalle particular había un par de hidroaviones en el agua que apuesto que tenían utilidad turística como casi todo en el área. Nos resultó un lugar muy lindo para caminar y sentarse a descansar.

Fenton Street

Rotorua Lake I

Rotorua Lake II

Con tiempo suficiente volvimos al i-site. Al horario esperado apareció una camioneta con la inscripción “Gumpy”; era nuestro taxi. El chofer era muy amigable y conversador, y tras enterarse de que teníamos menos de 24 horas de llegados a Rotorua nos hizo un “mini recorrido” por la zona de Goverment Gardens; había más gente que la tarde anterior, e incluso estaban usando la cancha de croquet. Luego pasamos junto a los Redwoods, y ruta arriba llegamos en menos de 20 minutos al Blue Lake. No habíamos tenido en cuenta que se trataba de un día sábado y la gente local también aprovechaba para estar en contacto con la naturaleza y practicar deportes. Justamente esa mañana se estaba llevando a cabo una carrera de canotaje.

Bordeando el lago de aguas azules hay un sendero de unos 5 km que es una de sus principales atracciones, y justamente era lo que pensábamos hacer. Bajamos de la camioneta justo en el lugar de la competencia; había una pequeña playa parcialmente cubierta por algunas carpas y camionetas con trailers con tamaño suficiente para transportar 6 canoas largas, y entre estas muchos espectadores y participantes. Sin perder de vista nuestro objetivo, nos alejamos, caminando por la playa en sentido horario. A los pocos metros la arena quedó atrás y el camino se transformó en una especie de vereda que corría paralela a la ruta; a poca distancia surgía un desvío hacia un sendero “más salvaje” que tomamos instintivamente sin siquiera preguntárnoslo; si hubiésemos ido en bici hubiésemos tenido que seguir por la vereda o la ruta.

Nos encontramos con un camino muy interesante, oscilante que se internaba en una zona muy húmeda (se percibía con todos los sentidos, se olía, se sentía en la piel), en la que crecía una gran variedad de helechos incluidos los que formaban una especie de palmera (nos generaban la duda “son helechos o palmeras?”), y algunos árboles de tronco delgado totalmente recubiertos de musgos. Sin dudas un ambiente muy rico en especies vegetales. Para no aburrirnos, cada tanto había bajadas hacia el lago, y por momento suaves desniveles ascendentes que hacían que nos alejásemos del agua.

El sendero de "los helechos"

Playita desde un desvío del sendero

No éramos los único que estábamos caminando por ahí; durante el paseo nos cruzábamos con algunos corredores (lugar entretenido para correr pero con riesgo de lesiones por las irregularidades del suelo), con varias parejas que unos 50 o 60 años, y con grupitos de mujeres como los que se suelen ver caminando a las mañanas en las plazas. Sin excepción nos saludamos con un “Good morming” con cada uno; me sorprendió gratamente la cordialidad de la gente.



De un momento a otro la espesura de la naturaleza desapareció y desembocamos en una pequeña playa de arena de un color gris muy claro y bastante fina que se pegaba a la piel. Habíamos encontrado el lugar ideal para hacer la primera parada del día. Teniendo un lago enfrente Seba no pudo contener la tentación de “hacer su gracia”… se quitó las zapatillas y metió los pies en el agua que según comentó estaba bastante fría…

El señor "haciendo su gracia"

Mate frente al lago
Nos quedamos sentamos un rato, tomando unos mates. Tuvimos la sensación de estar frente a un lago de la Patagonia; tranquilamente podría haber sido San Martín de los Andes.



Al salir de la playa nos volvimos a meter en un sendero con abundante vegetación, pero sin tanta humedad. A los "helecho-palmeras" se le sumaban otros árboles más altos que uno esperaría encontrar en un bosque. Antes de que nos pudiéramos adaptar a este nuevo paisaje terminamos caminando por un estacionamiento donde había una escalinata de muy pocos escalones que iba a un mirador con vistas del Blue Lake por un lado y del Green Lake por el otro. Era muy fácil darse cuenta el porqué del nombre de cada lago. Este fue el único punto del recorrido en que nos cruzamos turistas orientales; casualmente estaban bajando de la combi para ir a sacar las fotos de rigor.

"Helecho-palmeras"

Green Lake

Blue Lake
Desde el estacionamiento partían dos caminos: uno hacia el Green Lake y otro que seguía bordeando el Blue Lake. Con curiosidad recorrimos varios metros del primero, que resultó estar muy poco transitados (en algunos sectores chocamos con las telarañas que se forman durante la noche y uno se las lleva puestas cuando es de los primeros en caminar por ahí), y con bastante desnivel; dimos media vuelta cuando llegamos cerca del agua.

Tras regresar al punto de partida tomamos el camino de la derecha para completar el loop al lago Azul. En este sector del sendero la mayoría de los arboles eran de gran porte formando un bosque, interrumpido por algunos desvíos hacia un par de pequeñas playas. 
Al salir del bosque nos encontramos nuevamente con la playa donde continuaban las carreras. 

Por el bosque

Bosque desde una playita

Cartel al final... o inicio del sendero

Sin dudas, fue una tranquila y hermosa caminata en contacto con la naturaleza, en la que pasamos por distintos ambientes. Muy recomendable!!!

En la zona de la playa cercana al final o inicio del sendero (según como uno lo mire) había un par de gradas que seguían el desnivel del terreno… hora de descansar!!! Nos sentamos a hidratarnos, picar algo y miramos un par de carreras.

Carrera de canoas
Nos llamó mucho la atención la presencia de parrillas públicas (no sé si eran eléctricas o a gas, pero definitivamente no usaban leña), en las que algunas familias estaban asado sus almuerzos. Completando las amenities del lugar había mesas con bancos, juegos de plaza para niños y baños públicos. Me encantó como estaba todo preparado para pasar un día al aire libre; creo que esa es una de las grandes ventajas de las que disfrutan los neozelandeses.

Concluido el descanso, alrededor de las 12 del mediodía, tomamos la ruta que iba hacia Rotorua. Cuando apenas habíamos caminado unos minutos, hacia nuestra derecha encontramos el sendero interpretativo "Tikitapu Nature Walk"; hacia ahí enfilamos. Este paseo formaba parte de un proyecto " “Okareka mistletoe Restoration originado en 2003 cuyo objetivo era eliminar las plantas y animales considerados pestes, protegiendo de esa manera la flora y fauna nativa del lugar que se encontraba en riesgo.



De aspecto similar al sendero húmedo que rodeaba el lago, se diferenciaba por la presencia de carteles junto a algunos ejemplares de los árboles más característicos como el ponga (Silver tree fern), el emblema nacional cuya rama forma parte de la camiseta de los All Black. Descubrimos que al menos había dos tipos árboles “helecho-palmera” (de hecho eran helechos), justamente el ponga era uno de estos; el otro era el wheki con una altura que iba de los 2 a los 6 metros. Quién hubiese imaginado un helecho tan alto??? 



Tronco tapizado de musgo

Unos 20 minutos después, estábamos nuevamente en la ruta bajos los intensos rayos del sol del mediodía; teníamos varios kilómetros de pavimento por delante hasta llegar a nuestro siguiente destino: los Redwoods!!!

"Buscando mi destino"


sábado, 16 de diciembre de 2017

Rotorua termal: el paraíso de Shrek

By Sole

Habiendo visitado Hobbiton Movie Set y hecho un almuerzo muy ligero en Matamata, nos subimos en el bus de Intercity rumbo a Rotorua.

Luego de unos 50 minutos de viaje, que incluyeron un chaparrón, a las 17:30 horas llegamos a destino. Ya no llovía y las nubes se habían disipado parcialmente dejando pasar algunos rayos de sol. Bajamos en la pequeña estación de buses y caminamos las dos cuadras y media que nos separaban del hostel Rock solid Backpackers.

Como siempre entregué el comprobante de la reserva de Booking, pero algo no estaba bien... La recepcionista buscó en la computadora, entre varios papeles de una carpeta, y la reserva no aparecía. Nos preguntó si de casualidad no la habíamos cancelado… Con nuestra obvia respuesta negativa a la pregunta continuó buscando y llamando por teléfono, llegando a la conclusión de que alguien del lugar la había cancelado!!! No podía ser que con nuestro nivel de previsión que casi roza la obsesión y habiendo “bookeado” el hostel con 3 meses de anticipación estuviésemos ahí sin habitación…

Nos entregó un par de claves de Internet y nos solicitó que esperásemos mientras hablaba con el manager. Para ese entonces ya estábamos haciendo una nueva búsqueda de alojamiento, teníamos que tener un plan B…. Al precio que esperábamos pagar por nuestra habitación doble con baño privado apenas encontramos una con baño compartido en un hostel vecino; el resto de los lugares duplicaban el precio o estaban muy alejados.

Luego de casi media hora sin noticias apareció una posible solución: una habitación doble con baño compartido (a U$150 en lugar de los U$180 que íbamos a pagar por las dos noches) + dos pases al “Polynesia spa” de compensación por las molestias. Como ya estábamos ahí y no íbamos a conseguir una oferta mejor en otro lugar aceptamos la propuesta y nos quedamos.

Parte del tiempo que pensábamos dedicar a caminar por Rotorua lo habíamos pasado en el hall del hostel esperando; más allá de la incertidumbre y la bronca, nos entretuvimos viendo a un grupo de chicos que estaban escalando una palestra en un local vecino (estaba separado del hospedaje por una gran pared de vidrio). A veces uno puede planificar, pero las circunstancias hacer que las cosas salgan de otra manera. Lo importante es poder adaptase y que eso no opaque las vacaciones como consta en nuestro decálogo de viajes.



Cuando la habitación estuvo lista, dejamos el equipaje y salimos. Rotorua nos esperaba!!! El plan era caminar por los alrededores del lago que le da el nombre al lugar, visitar el parque Kuirau, recorrer un poco el pueblo y terminar comprando víveres para los próximo días en el supermercado.

Comenzamos tomando Himenoa Street hasta donde terminaba, justo en una rotonda frente al Polynesia Spa. Luego de pispear un poco, enfilamos hacia el lago Rotorua. Teníamos pensado usar los pases al día siguiente.

Para ponerlos un poco en contexto, les cuento que la ciudad está en un área de actividad termal y por eso la presencia de este spa, y las “piletas” y lodazales burbujeantes que emanaban vapores y olor a sulfuro que estaban alrededor del lago. Carteles que anunciaban “Entry to sulphur point wildlife Sanctury is Prohibite”, trataban de resguardar la integridad física de los curiosos; con esa información nadie en su sano juicio se animaría a saltar la baranda para ir a sacarse una foto junto a un charco de barro con vida propia. En las zonas donde había más humo y ruido de borbotones (como cuando hierve el agua) mayor era el olor a sulfuro (para nosotros era similar al que desprende la yema de huevo duro, aunque hay quienes directamente lo califican de olor a podrido). Les aseguro que al menos en este sector no era muy fuerte, y ni siquiera me generó náuseas.

Sector del lago Rotorua con actividad termal



Lentamente fuimos caminando por el sendero que iba bordeando el lago a una distancia prudencial del agua y los pozos. Si bien el camino seguía por varios metros más, a la altura de Queens Drive decidimos regresar hacia la ciudad, desembocando justo en los “Government Gardens”. Me resultó admirable la prolijidad de todo el complejo que incluía el jardín de rosas “Klamath Falls Rose Garden”, varias esculturas maoríes, una cancha de croquet –un deporte absolutamente desconocido por mí- con el pasto tan perfectamente cortado que parecía una alfombra, y el museo de Rotorua dedicado a la cultura maorí.





En el edificio de estilo inglés (o Tudor según los expertos) donde se encuentra el museo, funcionó durante parte de la primera mitad del siglo 20 un spa con “aguas curativas” que atraía pacientes, médicos, fisioterapeutas y turistas de distintos lugares del mundo; de ahí su nombre Bath Building. Por suerte habíamos visitado el museo de Auckland, sino nos hubiésemos quedado con las ganas de conocer las costumbre y legados de los primeros pobladores de las islas… el recinto estaba momentáneamente cerrado (hasta fines de 2017) por los daños que había sufrido por el terremoto de Kaikoura (cerca de Christchurch) del 14 de noviembre de 2016.



Continuamos caminando por Arawa Street notando que la actividad en el pueblo había terminado; casi todos los locales cerraban antes de las 18 horas, y algunos incluso a las 16 hs… Acá ni siquiera hicimos el intento de encontrar un café abierto… íbamos a pasar directamente a la cena.



Tras cruzar Ranolf Street, la avenida por la que habíamos entrado con el micro al centro de la ciudad, llegamos al Kuirau Park cuya principal atracción eran los pozos termales. Además de los que emanaban gases con alto contenido de sulfuro estaban los de cloruros alcalinos con un olor desagradable que no pude asociar con nada conocido; justamente cuando pasamos junto a grandes nubes de esta sustancia llegué a sentir náuseas y quedar sin hambre por un buen rato. Nos pareció un lugar interesante por la diversidad tanto en la composición de los vapores, así como también el aspecto de las fuentes de las emanaciones que iban desde simples rajaduras del piso de las que salía humo, hoyos cuyo contenido no se veía pero sí se imaginaba por el sonido que emitían, y auténticas piletas de un barro gris burbujeante donde viviría feliz Shrek.






Para los visitantes osados había un par de piletas de material con aguas termales en las que los carteles invitaban a remojar los pies. El miedo al pie de atleta y la falta de toalla hicieron que siguiéramos de largo; igual voy a reconocer que mi curiosidad me llevó a meter una mano para comprobar la temperatura del agua que resultó ser tibia (aún tengo mi mano en buenas condiciones sin ninguna "peste").



Al regresar a las calles "céntricas" tuvimos la sensación de estar recorriendo un pueblo fantasma; salvo por algunas personas en el parque (incluida una familia de indios que hacían uso de los baños de pies) apenas nos cruzamos con otros seres vivientes hasta que llegamos al estacionamiento del supermercado… toda la gente parecía estar comprando en el “Pick’n Pack”.

Tras recorrer los pasillos delimitados por altas estanterías repletas de grandes packs, típicos de supermercados mayoristas, hicimos nuestra diminuta compra y regresamos al hostel a cenar y descansar. Estábamos agotados; había sido un día muy interesante y de bastante actividad.

Quedamos muy conformes con la excursión que habíamos contratado, ya que con ella habíamos cubierto el traslado entre Auckland y Rotorua, e incluido en el medio el increíble paseo por Hobbiton. El "tiempo muerto" de ir de una ciudad a la otra se había convertido en una actividad: optimización del tiempo + entretenimiento.

domingo, 10 de diciembre de 2017

En busca de aventuras... próximo destino: Hobbiton!!!

By Sole

2 de diciembre.

Viernes. 6:45 horas. Terminamos de acomodar el equipaje y nos fuimos arrastrando las valijas hasta la estación de buses que estaba a 100 metros del departamento (la gente "obse" que planifica todo con anticipación tiene en cuenta estas distancias a la hora de elegir alojamiento). Compramos unos cafés en el convenience store que estaba junto a la parada y nos subimos al micro con destino a Matamata. Tengan en cuenta que no todos los choferes dejan subir bebidas calientes y/o alimentos a los ómnibus, y en el interior suele haber carteles que avalan esa prohibición; en este caso no nos dijo nada y pudimos subir con los vasos.

Con puntualidad inglesa, partimos a las 8 de la mañana. Tomamos la autopista y pronto salimos de la ciudad comenzando a ver campos divididos en pequeñas parcelas, intercalados por pueblitos en los que ingresamos metódicamente para el ascenso y/o descenso de pasajeros. Con esto quedaba más que confirmado que los viajes de Intercity son 100% lecheros. Entre las paradas se incluyó una de 10 minutos en Hamilton para hacer uso de los toilettes –los micros no tienen baños-. Con tantas salidas de la autopista, no es de extrañar que llegásemos con algunos minutos de retraso a destino, pero aun así con el tiempo suficiente como para no perdernos la excursión a Hobbiton.

“I am looking for someone to share in an adventure” (JRR Tolkien)

Hobbiton??? Si!!! Leyeron bien!!! Estábamos a punto de visitar parte del set de filmación del Señor de los anillos y El Hobbit!!! Vale hacer una aclaración: un par de veces dudamos en incluir esta parada en el viaje, el tour no es particularmente económico, hay que ir especialmente hasta Matamata (unos 150 Km desde Auckland), y algunas críticas de viajeros eran bastante opuestas y nos generaban dudas sobre si valía o no la pena. Por mi parte, no soy fanática de ninguna de estas trilogías… Pero siguiendo el habitual decálogo de viajes, habiendo leído The hobbit, visto alguna de las películas y apenas pasar un par de centímetros del 1,50 de estatura, no podía dejar pasar la oportunidad de visitar la tierra de los Hobbits!!! El caso de Seba era un poco diferente, él estaba más motivado por el hecho de haber visto la dos trilogías y no por sentirse identificado con los pequeños personajes (con su más de 1,80 metros de altura no califica)… Finalmente, había pasado a formar parte de nuestro itinerario. Considerando el precio del viaje hasta ahí y la entrada, terminamos sacado un paquete a través de Intercity que incluía la excursión por Hobbiton y el translado Auckland- Matamata -Rotorua (nuestra siguiente parada).

Bajamos del micro en el “Matamata i-site”; ahí nos entregaron los tickets del tour y dejamos las valijas (cobraban $5 por el servicio de “luggage storage”). En el lugar también se vendía merchandising de las películas y souvenirs de Nueva Zelanda en general.


Tickets!!!

Tal como estaba estipulado, a las 11:45 horas subimos al transfer del “Hobbiton Movie Set”, donde la señora chofer nos dio la bienvenida y nos contó como Matamata, casi por azar, había pasado a formar parte de los itinerarios de turistas y curiosos. Varios años atrás, era apenas un pequeño poblado de unos 6000 habitantes, en el cual la agricultura y la cría de animales incluidos caballos de carrera eran las principales actividades económicas… hasta que en 1998 llegó Peter Jackson. Se cuenta que el director de cine sobrevoló en helicóptero parte del país buscando los lugares y paisajes que iban a formar parte de sus películas. Así fue que desde el aire imaginó a la comarca de los Hobbits en las verdes praderas de la zona, más precisamente en la granja del sr Alexander, a 6 km del pueblo. Decidido a ubicar a los hobbits en ese sitio se hizo presente en la granja con su propuesta, y firma de un acuerdo de confidencialidad mediante, luego de nueve meses de negociación cumplió su deseo. Así fue que el granjero que se dedicaba a criar ovejas de un momento a otro terminó convirtiéndose en un empresario con billetitos … cambió el verde pasto por verdes papeles… Supongo que pensando en el potencial beneficio económico para el país, la armada puso a disposición equipos para que se llevara a cabo la construcción de una carretera para acceder al lugar; no olvidemos que estaba prácticamente en el medio de la nada!

Volviendo al 2016... Durante el corto trayecto hasta el set de filmación nos pasaron un par de videos con imágenes de la película y su director hablando; era difícil decidir entre prestar atención a la pantalla o mirar por la ventana las pintorescas colinas cubiertas de pasto en el que pastaban apaciblemente las ovejas. No había dudas porque Sir Peter Jackson se había enamorado de ese lugar.


The chosen one!

La siguiente parada fue en el estacionamiento del movie set, donde se nos unió la guía que iba a acompañarnos durante la visita. Los que viajaban por su cuenta dejaban su autos ahí y cuando se conformaba un grupo subían a un micro para hacer el recorrido tal como lo íbamos a hacer nosotros; no existía la opción "voy por mi cuenta caminando entre las casitas de los hobbits".


Única manera de llegar al set

Cuanta energía y entusiasmo tenía nuestra guía Amanda! Sin dudas le agregaba un extra a la experiencia que estábamos por vivir. Tal como si fuese una fábrica en la que cada paso está minuciosamente concatenado con el siguiente, bajamos del bus justo en la entrada de la comarca. Lo primero que recuerdo es una huerta con un pequeño espantapájaros junto a un estanque en el que se oía el croar de los sapos. Todo parecía tan perfecto que me sentí en medio de un cuento. Ahí vino la primera explicación sobre esta fuente de agua que si bien fue construida artificialmente rápidamente se llenó de batracios. Como estos no formaban parte del plan del director durante la filmación tuvieron que ser transitoriamente trasladados a otro sitio. No faltaba mucho para ver el primer “hole”; si bien sabíamos que eran apenas fachadas no podíamos dejar de imaginar que esas puertitas en la tierra eran las casas de los pequeños habitantes del lugar. Queríamos ver y fotografíar todo, no queríamos perder ningún detalle.


Panorámica de Hobbiton

Entre fotos y explicaciones fuimos avanzando, sin perder detalle de las “casitas”; cada una tenía algo que la hacía especial. No sólo eran las puertas o las ventanas, sino los detalles como sus plantas, y objetos en sus entradas como equipos de jardinería, baldes, verduras y hortalizas entre otros. Que tiernas eran las pequeñas prendas de ropa colgadas al aire libre!!! Todo estaba tan cuidado y en perfecto estado, como si se estuviese filmando la película en ese mismísimo momento… Nos enamoramos de ese lugar!!!


Hole

Un detalle interesante sobre todo para los curiosos que se preguntan “y cómo hicieron…?” es el distinto tamaño de los hoyos. De varios existían dos versiones, una pequeña y otra grande para crear la perspectiva que un personaje era más alto o más bajo. Las escenas donde estaba Gandalf se filmaban junto a los hoyos más pequeños haciendo parecer que el mago era alto, mientras que para los Hobbits utilizaban los más grandes haciéndolos parecer pequeñitos. Más casero que lo que uno esperaría.


Puerta para parecer pequeño

Puerta para parecer grande

Casi a una velocidad de procesión fuimos avanzando hasta llegar a la casa del gran protagonista Bilbo Baggins, que estaba ubicada en la zona más alta de la comarca.






Al bajar pasamos por el parque “Party Field” con su gazebo de tela, juegos de plaza de madera, faroles y guirnaldas de colores. Un amor!!! Cada tanto Amanda tenía que prácticamente arrastrarnos –como si fuésemos bulldogs franceses empacados- para que sigamos avanzando… Ni siquiera la parada final en el bar de la aldea era estimulo suficiente para avanzar!!!





Lamentablemente ya nos estábamos acercando a la última parte del recorrido. Tras pasar por la casa del molino con su pequeño estanque y artículos de pesca, nos encontramos con el bar del pueblo, “The Green Dragon”, donde íbamos a hacer una parada para tomar algo. Con la entrada teníamos incluida una consumición, que podía ser una cerveza o una ginger beer.

Más allá de un hoyo que es más que una fachada y tiene un pequeño espacio en su interior desde donde uno puede sacarse foto asomándose a través de la puerta, este era la única edificación real con la que nos cruzábamos. No pudimos dejar de sorprendernos al ingresar… Todo era tan perfecto y pensado, el ambiente a media luz con música de fondo creando la sensación de estar en una taberna que se complementaba con las puertas redondeadas, las pequeñas ventanas y los muebles de madera… no podíamos estar en otro lado que no fuese en la comarca de los Hobbits! Aprovechamos todo el tiempo que nos dieron para sentarnos y degustar nuestras bebidas teniendo al menos por un rato la fantasía de estar dentro de un mundo de cuentos. Fanáticos o no de las pelis, es un lugar que merece una visita!!!


La barra

Cheers!!!

Desde The Green Dragon


Cumplido el tiempo, llegó la hora de enfrentar la realidad y volver al micro que nos llevó al parking del movie set, donde Amanda se despidió e hicimos una parada para visitar el gift shop y usar los baños.

Tal como estaba anunciado a las 14:45 horas regresamos a Matamata, muertos de hambre; el tour había sido justo al mediodía, en nuestro habitual horario de almuerzo. Así que ni bien bajamos del bus nos ubicamos en una mesa de pic nic que estaba en calle, más precisamente en la parte trasera del i-site, y comimos los sándwiches que habíamos llevado. Sencillos, pero ricos!!!


i-site

Concluido el almuerzo, caminamos algunas cuadras por el boulevard del pueblo, lo que sería su calle principal en la que se encontraban la mayor parte de los locales incluidos los gastronómicos, regalería (no pasamos por un pueblo que no tuviese uno de estos), la librería y hasta una agencia de turismo. 

Pasadas las 16 horas tomamos el micro que nos iba a llevar a Rotorua. A pocos minutos de comenzar el viaje comprobamos una vez más lo cambiante del clima de la zona. Durante la mañana habíamos tenido sol, nubes blancas, nubes negras y garúa, y tras subir al bus con un cielo parcialmente nublado experimentamos un copioso chaparrón. Un día meteorológicamente completito!!! 

domingo, 3 de diciembre de 2017

Day trip desde Auckland: Devonport

By Sole

1 de Diciembre 2016

Luego del desayuno rumbeamos hacia el “Ferry Building” donde compramos los tickets hacia Devonport ($12 return cada uno); como los servicios partían cada 30 minutos el tiempo de espera no fue demasiado (cuando la aguja larga del reloj pasaba por el 0 y el 30  salían desde Auckland, y cuando pasaba por el 15 y el 45 lo hacían desde Devonport). 


Esperando el ferry!!!

Si bien da la impresión que Devonport es una isla frente a la ciudad, se trata de una península (a la que también se puede llegar por vía terrestre) que alberga tres volcanes: Mount Victoria, North Head y Cambria. Actualmente solo sobreviven los dos primeros, ya que el tercero fue desapareciendo con la paulatina remoción de la escoria volcánica.  

Tras 15 minutos de viaje llegamos a destino. Ni bien salimos del puerto tomamos Victoria Road, la calle principal del barrio, donde están los principales locales comerciales, restaurantes y cafés. Tuvimos la sensación de estar caminando por un pueblo de cuentos al pasar frente a varias casas antiguas de estilo inglés que pertenecieron a los primeros pobladores.

Recién llegados a Devonport

Victoria Road

Al final de la calle encontramos el sendero vehicular y peatonal para llegar a la cima de Mount Victoria; imposible perderse. El ascenso entre pastizales nos resultó relativamente fácil y rápido. Sin dudas las vistas privilegiadas de los alrededores, la isla de Rangitoto por un lado y Auckland por otro, sitúan esta atracción en uno de los primeros puestos de los must de la zona. Entre la panorámica de la ciudad y el banco de madera que parecía estar esperándonos no pudimos resistir la tentación de sentarnos a descansar y comer una fruta.


Subiendo a piedi

North Head desde Mt Victoria

Rangitoto Island desde Mt Victoria

Señor descansando I
Para los que no pueden y/o quieren caminar cuesta arriba pueden llegar en auto hasta ahí y sacar buenas fotos. Eso sí, al ser tan accesible hay bastante gente y poca paz.

Siguiente destino:  North head! Volvimos por Victoria Road hasta la costa, donde giramos en King Edward Parade, disfrutando de una linda caminata por la costanera. Divisamos varios bancos, atinadamente ubicados en la sombra de los árboles, con vista a una postal marítima: pequeñísimas playas de arena, mar,  gaviotas, y varios veleros, algunos amarrados y otros navegando a pocos metros de la costa. Lamentamos no tener el equipo de mate en la mochila!

Costanera
Del otro lado de la calle había varias casas con grandes ventanales y balcones con vistas privilegiadas de la costa. Imaginamos lo lindo que debe ser desayunar ahí o hacer una picadita cuando comienza a caer el sol en las tardes de verano… Pero no me vemos viviendo ahí en invierno cuando sopla el frío viento del mar o en medio de una tormenta; me conformo con sólo soñar un rato.

King Edward Parade & casas con vista al mar

Al final del camino estaba en Navy Museum, que según los folletos era gratis. No les puedo confirmar el dato porque decidimos seguir de largo e ir directamente a North Head; si el día estaba lindo había que aprovecharlo haciendo actividades al aire libre! Giramos a la izquierda, y caminamos dos cuadras hasta llegar a Takarunga Road, la cual desembocaba directamente en el inicio del sendero peatonal.

Una de las cosas buenas que tiene viajar por Nueva Zelanda es que uno puede encontrar todo tipo de información en Internet, incluidos los folletos del departamento de conservación (DOC) con todos los detalles de los senderos. El único riesgo es que la data es tan abundante que si uno no tiene un objetivo claro puede terminar perdido (lo digo por experiencia propia). Habiendo considerado esta visita cuando organizamos el viaje en Buenos Aires, teníamos en el celular el pdf con la información, los posibles caminos a seguir y el mapa que era lo más parecido que puede existir al de un laberinto: los caminos se iban bifurcando y corrían paralelos entre sí pero a diferentes niveles. No nos íbamos a volver locos siguiendo alguno en particular, por lo que decidimos jugar al "Elige tu propia aventura"… el lugar no era tan grande como para perdernos y quedar varados ahí hasta la noche, de alguna manera nos íbamos a ubicar.

Ese volcán, gracias a su ubicación y su altura, fue un punto estratégico de defensa en un principio para los maoríes y posteriormente para los europeos que construyeron ahí una base militar con túneles, sectores para almacenar armamento, barracas y hasta cañones apuntando a los potenciales frentes de ataque. Sus años dorados fueron entre fines del 1800 y la segunda guerra mundial. Si bien hace mucho tiempo se abandonaron las actividades militares en la zona, aún quedan los remanentes que se pueden visitar libremente. El sendero laberíntico discurre justamente entre todas estas estructuras. A pesar de formar parte de las actividades propuestas por el DOC dista mucho de ser una actividad para los amantes de la aventura y la adrenalina que tienen una brújula en el bolsillo como principal aliada. Resultó ser un paseo apto todo público, que hasta me atrevería de calificar de urbano por la gente que cruzamos paseando perros y las casas con las que nos encontramos en los alrededores cuando intentábamos encontrar la salida para volver a la calle. Creo que me precipité un poco nombrando la salida sin haber dicho si quiera que habíamos ingresado…

North Head

Sin apuro fuimos caminando por la huella mantenida por el constante pisoteo de transeúntes, ascendiendo lentamente por gentiles pendientes. No pudimos dejar de parar junto a los cañones y sacarles fotos; creo que no hay viaje en que no le saquemos una foto a un cañón…el análisis de este tema sería un festín para un psicoanalista!!!

Cañón apuntando a Rangitoto Island

Unos metros más adelante encontramos la entrada a los túneles… esta vez Seba me abandonó justificándose en que no se iba a exponer gratuitamente a los bichos que pudieran estar ahí dentro. Así que él quedó afuera y yo me fui a explorar las galerías subterráneas que estaban parcialmente iluminadas por la luz natural que ingresaba por algunas aberturas... mientras se viera algo iba a seguir adelante. Recorrí el área iluminada, y pispeé los lugares más oscuros con la luz de la linterna del celular sin atreverme a poner un pie más allá… la valentía tiene sus límites!!! Viéndolos fríamente y sin jugar un poco con la imaginación eran simplemente una sucesión de pasillos vacíos que se iban ramificando conduciendo a pequeñas habitaciones.

Tal como si se tratase de un museo, llego un punto en que el "pequeño Seba" se cansó y no lo pude levantar del banco donde se había sentado. Como estaba muy cómodo a la sombra de un árbol lo dejé ahí y me fui a caminar un rato más por un paisaje bastante monótono compuesto principalmente de pastizales, varias estructuras de hormigón y construcciones que para los que no somos amantes de las guerras y estrategias militares generaba poco interés. Me quedé con la sensación de que lo que vendía el folleto era más prometedor que la realidad… lo que más me gustó fue la caminata al aire libre en sí y las vistas de los alrededores.

Señor descansando II

Volvimos a buscar un lugar para almorzar en Victoria Road, saliendo elegido el pequeño “Sierra Café” que tenía varias opciones de sandwiches, ensaladas, tartas, jugos y smoothies. Creo que aún no lo comenté, pero una de las cosas que me encanta de New Zealand es que se tome con naturalidad el hecho de tomar "agua de la canilla" (tap water), y que en casi todos los restaurantes y cafés que visitamos hubiese “complimentary water” para servirse sin tener que estar obligado a comprar agua mineral.

Sandwich, pie & smoothie

Ya en Auckland nos abocamos a la difícil tarea de encontrar un simple café abierto para merendar. Tal como nos había pasado los días previos varios ya estaban cerrados mientras que otros prometían hacerlo entre las 16 y 17 horas. Parecíamos extraterrestres tratando de tomar un café a las 4 de la tarde!!! Gracias a que estábamos en una zona con mucha oferta gastronómica, y que a algún empresario visionario se le habrá pasado por la cabeza “podemos diferenciarnos del resto si servimos café hasta las 19 horas”, encontramos lo que buscábamos. El Gloria Jean’s Café de Chancery Street fue nuestra salvación!

La empleada del mes

Muffin tostado

Hicimos el pedido a la única empleada de todo el local y nos ubicamos en una de las mesas altas que había junto a la ventana. Al igual que los choferes de micros y capitanes de barcos que habíamos cruzado, la encargada de este local era super eficiente, multitasking 100%. Tomaba los pedidos, cobraba, preparaba cafés y licuados, cortaba tortas, tostaba muffins, ponía y sacaba la vajilla del lavaplatos, y hasta acercaba lo solicitado a las mesas. No fue un error de tipeo el "tostaba muffins", en varios lugares vimos como los partían al medio y los tostaban como si fuesen pan, y luego los presentaban acompañados de manteca o mermelada. Tras haberlos probado de esta manera sigo prefiriendo acompañar mi cappuccino con un muffin sin partir y sin tostar.

Como era la última noche en la ciudad queríamos comer afuera, algo que siempre intentamos hacer. Luego de evaluar las ofertas de la zona elegimos “Depot”, un restaurante de moda que servía platos tan raros que ni quiera entendimos la carta que estaba en Internet; la idea era “dejarse sorprender por nuevos sabores y texturas”. No habiendo sido lo suficientemente previsores, cuando llegamos el lugar estaba lleno y el tiempo de espera era de una hora y media…

No estando dispuestos a esperar, los planes cambiaron drásticamente y terminamos en “Food Track Garage”, un gran espacio, parcialmente techado y decoración muy moderna. Como hacía calor nos sentamos en una de las mesas del exterior donde quedamos enamorados de un bulldog francés negro y gordito que estaba en la mesa de al lado... amor a primera vista!!! El pobre gordo miraba fijamente la hamburguesa que su dueño tenía en la mano, parecía hipnotizado… Terminó siendo un resto con muy lindo ambiente pero con una carta acotada y comida bastante mediocre.

In love 💕