sábado, 30 de septiembre de 2017

Tome avión Buenos Aires- Santiago- Auckland. Tome bus Auckland- Pahia... recalculando!!!

By Sole

23 de Noviembre de 2016

Ese miércoles por la tarde, luego de haber trabajado toda la mañana, emprendimos nuestra aventura por la lejana Oceanía.

A diferencia de los viajes anteriores partimos de Aeroparque, un verdadero placer para quienes lo tenemos a menos de 30 minutos de casa. Hicimos todos los trámites de rigor y a las 20:20 horas partimos hacia Santiago de Chile, donde teníamos una escala. Dos horas más tarde, tras un vuelo tranquilo en el que recibimos la “cajita feliz LAN” (la ya clásica medialuna con jamón y queso + 1 bon o bon), estábamos del otro lado de la Cordillera. Bajamos del avión dirigiéndonos al sector de transbordo del aeropuerto donde volvimos a pasar por el scanner de seguridad terminando en el área de embarque. Como estábamos de tránsito no tuvimos que hacer migraciones ni retirar el equipaje.

Pasadas las 23:20 horas comenzamos a abordar formando parte de un pasaje variado que incluía un mix de chilenos, brasileños, algún que otro argentino, australianos y neozelandeses. Como no habíamos podido hacer el web check in con anticipación (imposibilidad del sistema por el tipo de vuelo) nos tuvimos que conformar con los asientos disponibles terminamos sentados separado, con un hombre y pasillo de por medio.

Queríamos ajustar el horario de sueño al del lugar de destino… el plan era cenar, mantenernos despiertos hasta que fuesen las 22 o 23 horas de Nueva Zelanda, dormir, desayunar y comenzar el día como si nada. La parte de la cena la cumplimos al pie de la letra. Con algo de hambre y cansancio recibimos las bandejas con ensalada, el guiso de pollo con arroz blanco, y un “mousse” por no decir bodoque de chocolate. Un servicio de catering bastante mediocre como caracteriza a la compañía. Por más que lo intentamos apenas dormimos por ratos, no llegando a las 2 horas en todo el vuelo; lamentablemente no pertenecemos al grupo de gente que sube a la avión y duerme profundamente en forma ininterrumpida durante todo el viaje. En esas 10 horas de vigilia utilizamos el servicio de entretenimiento a bordo a full!!! Por mi parte aproveché para ver dos películas (Me before you y Captain Fantastic), jugar, escuchar música y dar un par de paseos por el avión –regresando al asiento cada vez que la tripulación nos mandaba a todos los inquietos a sentarnos-. Entre estar tantas horas mirando una pantalla y la sequedad del ambiente teníamos los ojos a la miseria; con mis ojos mucho más secos de lo habitual casi me termino el frasco de lágrimas artificiales…

Cuánto falta???

Cuando la tripulación lo decidió se hizo la mañana y llegó el desayuno… significaba que el viaje ya estaba por terminar!!! Esta vez nos tocó una bandejita con unos trocitos de fruta, pan, manteca y mermelada, un muffin y un insulso omelete con champiñones (rechazando el sándwich de jamón y queso calentado al microondas… a quién se le ocurre meter eso en el microondas sabiendo que el pan queda asquerosamente húmedo y gomoso???).

Antes de aterrizar nos dieron un formulario que teníamos que presentar para ingresar a Nueva Zelanda con muchas preguntas sobre lo que llevábamos en el equipaje (frutas, verduras, lácteos y derivados, condimentos, zapatillas o equipo outdoor sucio, etc) a la vez que pasaron un video sobre el tema que advertía sobre el riesgo de multas de hasta $400* si se mentía en esa declaración jurada. Como teníamos dudas sobre algunos alimentos que estábamos llevando (yerba, chocolate y Mantecol®), optamos por marcar el “yes” y consultar.

*Mientras estemos en Nueva Zelanda cada vez que hablemos de "$" nos vamos a estar refiriendo a dólares neozelandeses (NZD).


25 de Noviembre 2016

Habiendo quedado el 24 de noviembre perdido en todos los husos horarios que habíamos atravesado, el 25 a las 5:40 aterrizamos.

Hicimos el trámite de migraciones sin problemas; un empleado muy agradable y sonriente apenas nos hizo algunas preguntas sobre donde nos íbamos a alojar y selló los pasaportes aprobando la entrada con una permanencia en el país por tres meses. Luego presentamos la declaración jurada donde nos preguntaron qué alimentos teníamos en la valija, teniendo especial cuidado en decir “mate infusion” en lugar de “yerba” para evitar confusiones idiomáticas. No parecieron interesado en ninguno de esos productos, así que pasamos sin problemas tras el escaneado habitual de equipaje. Nos dio la impresión que estaban más interesados en vegetales, carnes, lácteos y suciedad en los equipos deportivos. Cuando regresamos del viaje una amiga nos contó que cuando entro declaró tener las zapatillas con barro, y en el mismísimo aeropuerto se las limpiaron antes de permitirle el ingreso. Son muy cuidadosos en el tema de control de plagas para proteger su ecosistema… durante nuestro recorrido veríamos el porqué de tanto cuidado.

Bienvenidos a NZ!!!

Estando ya oficialmente dentro de Nueva Zelanda salimos del aeropuerto; apenas cruzando la calle nos encontramos con la taquilla de “Sky Bus”, el micro rojo que va a la ciudad. Compramos dos tickets con retorno; como tenían fecha abierta aprovechamos el descuento que había respecto a sacar cada tramo por separado ($16 cada tramo sacando el “return ticket” vs $18 cada tramo por separado). Se pueden pagar tanto con efectivo como con tarjeta de crédito, no siendo necesario cambiar dinero en las usureras casas de cambio del aeropuerto.

Nos encontramos con un micro limpio, con un sector especial para las valijas y hasta wifi que funcionaba; estábamos en el primer mundo!!! Mientras manejaba la señora chofer iba hablando por micrófono indicando las paradas.

En el bus

Tal como el servicio meteorológico había pronosticado, estaba nublado con garúa intermitente. Nos entretuvimos durante el viaje viendo los alrededores de la ciudad donde predominaban las casas de aspecto inglés, y una sorprendente cantidad de restaurantes y negocios chinos e indios. En 40 minutos estábamos frente a la icónica torre de Auckland, la Sky City tower (posiblemente la duración del viaje sea mayor en otro horario; nosotros lo habíamos tomado 6:50 AM).

Sky City Tower

Eran las 7:30, teníamos tres horas de espera hasta la salida del bus hacia Paihia. Entre el cansancio y el tempranero desayuno, nada mejor que buscar un café!!! Luego de pasar por una cafetería indio que largaba olor a curry (me encanta el curry, pero a esa hora sinceramente me genera nauseas), terminamos en “Right Café”, frente al Ministry of Justice, y a dos cuadras de la estación de buses y del departamento donde nos íbamos a alojar unos días más tardes cuando regresáramos a Auckland. Pedimos un cappuccino, un latte, un scon de queso y un muffin de frutos rojos ($12) y nos sentamos en una de las mesas libres con todo nuestro equipaje –ocupamos medio local-. Hubo tiempo suficiente para reponer energías, chequear Internet y hasta para leer el diario local.

Second breakfast!!!

Unos 20 minutos antes del horario de partida estábamos en Hobston St 102 esperando para subir al micro. Con la previsión que nos caracteriza habíamos sacado los pasajes por Internet con más de un mes de anticipación; supongo que también se podían sacar en el momento pero con el riesgo de que no hubiese lugar disponible. A diferencia de las listas de papel con los nombres de los pasajeros que solemos ver en Argentina, el chofer tenía una aplicación en el celular con los nombres de los pasajeros, siendo suficiente mostrarle el nombre y código de reserva. Para evitar gastos innecesarios en personal el mismo hombre hacia a la vez de maletero, y posteriormente comentaría el plan de viaje por los altavoces del bus antes de partir.

Nos ubicamos junto a unos pocos pasajeros más, y con una envidiable puntualidad inglesa encendió el motor iniciándose el viaje. Pronto abandonamos las calles del downtown tomando el Auckland Harbour Bridge desde donde se tuvimos una interesante vista panorámica de la ciudad. A los pocos kilómetros hicimos la primera parada para recoger más pasajeros en Albany, descubriendo que los buses de Intercity eran auténticos lecheros que paraban en todos los pueblos.



Fuimos siguiendo la ruta 1 hacia el norte. El camino nos sorprendió gratamente con campos con colinas cubiertas de pasto verde donde pastaba el ganado, principalmente ovino, intercaladas con alguna granja y árboles aislados; por momentos tuvimos la sensación de estar mirando la comarca de los hobbits a través de la ventana. Para hacer el recorrido más entretenido, en algunos tramos la ruta se acercaba a la costa dejando ver en forma intermitente el mar.



Pasamos por una incontable cantidad de poblados que iban desde pequeños caseríos hasta ciudades como el caso de Whangarei. Todos tenían como factor común:
  • la ausencia de edificios, predominando las casas independientes (esas que no comparten medianeras con las vecinas y recuerdo haber estudiado en las clases de inglés como detached houses) con pequeños jardines o patios,
  • al menos un restaurant fast food (podía ser un Mc Donald’s, KFC, Subway),
  • una inmobiliaria (Ray White o Hooker),
  • un War Memorial,
  • una escultura de algún animal o insecto,
  • y la regalería con chucherías navideñas.
En mitad del camino hicimos una parada en Kaiwaka, más precisamente en el parador rutero “The Coffepot” que vendía sándwiches, algunas bollerías, frutas, infusiones y gaseosas. Después de comer tanto pan y bollerías en las horas previas nos conformamos con una banana y una Coca Zero –era fundamental una dosis de cafeína- ($4,25). Nos sentamos a comer la fruta en una mesa de picnic en el exterior, aprovechando a tomar algo de aire. Quince minutos después continuamos viajes.


Destino 1: Paihia

Esta localidad es el principal centro turístico de Bay of Islands, con una población estable que no llega a los 2000 habitantes. Por qué la elegimos? Desde su puerto parten ferries a las islas de la bahía, y tiene un par de senderos de trekking incluyendo uno costero.

A las 14:30 horas finalmente llegamos a Paihia. Bajamos del micro en el puerto que hacia a la vez de estación de buses. Valijas en mano caminamos los 200 metros que nos separaban del Motel Austria. Rápidamente hicimos el check in y subimos a nuestra habitación que estaba en el primer piso por escalera –tarea nada fácil cuando uno tiene una valija de 20 kg-. Quedamos muy conformes con lo que encontramos, sobre todo con el balcón con mesa y sillas.

El puerto de Paihia

Dejamos el equipaje y nos fuimos al “Countdown”, el minimercado que estaba a una cuadra. Entre la escasa variedad de productos elegimos lo básico para armar los desayunos y un par de cenas. Cuando volvíamos comenzó a garuar, convirtiéndose un rato después en una lluvia más intensa que nos impidió salir a merendar; optamos por unos mates con galletitas y pan con queso crema en el hotel. Aprovechamos también ese rato para bañarnos y reevaluar las actividades del día siguiente.

Recalculando: Gran parte de las actividades que habíamos pensado en un principio tuvieron que ser reprogramadas.

Hiking en Urupukapuka Island: Inicialmente esta caminata de unos 7 km era uno de nuestros grandes planes. Cuando comenzamos a averiguar cómo llegar descubrimos que la lancha colectivo que hacía el return trip por $35 recién comenzaba a circular a partir del 1 de diciembre. La única alternativa era tomar un water taxi con capacidad para 6 personas con un costo de $150 cada tramo (siendo apenas 2, nos iba a costar $300 ir y volver; bastante más que los $70 que pensábamos pagar).

Kayaking: queríamos remar un rato por el mar llegando a Muturua Island, una de las 144 islas de la bahía. Entre la lluvia con la que nos habíamos encontrado, y chances de que se repitieran en los días siguientes según el pronóstico, y los fuertes vientos que comprobamos en mar abierto –cuando uno salía del resguardo de la bahía- hicieron que la idea también quedara desechada.

Como un GPS en pleno recorrido hicimos un “recalculando”, y tras analizar varias actividades terminamos decidiéndonos por la excursión en catamarán “Hole in the rock with dolphin seeker” de $105 cada uno (recorría Bay of Island hasta una formación rocosa con un agujero con parada en Urupukapuka island, y aseguraba que hasta en un 90% de las veces se veían delfines), y visitar Russell, una pequeña ciudad vecina que fuera la primera capital de Nueva Zelanda.

Cuando la lluvia amainó un poco fuimos a contratar la excursión para el día siguiente en la compañía Great Sights, y caminamos un rato bajo la garúa por la costanera llegando al puente que cruzaba el Waitangi River. A pesar del sueño teníamos que mantenernos despiertos para cenar a un horario “normal” y no acostarnos tan temprano; si o si teníamos que adaptarnos al horario local.

Al regresar al hotel hicimos una “picadita” pre cena con maní y una sidra de frutilla y lima. Como en varios lugares del mundo, la sidra parece ser una opción más de aperitivo como la cerveza y los tragos. Aprovechando que teníamos una cocina y cero ganas de salir, preparamos con una ensalada, y alrededor de las 22 horas nos fuimos a dormir.

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sábado, 23 de septiembre de 2017

América, Europa, Asia, África...y si sumamos Oceanía???

By Sole

Y en el 2016 nos fuimos a... Nueva Zelanda & Australia!!!

Cómo se originó la idea del viaje?

Cuando pienso en cómo surgió el viaje se me vienen a la cabeza imágenes de El Chaltén, más precisamente del sendero que vuelve de Laguna Capri al pueblo. Recuerdo que mientras caminábamos fantaseábamos sobre posibles destinos y lo lindo que sería recibir el siguiente año en un lugar como Australia o Nueva Zelanda. Además, cuando pensábamos en los lugares que habíamos conocido sentíamos que nuestro mapa estaba incompleto si no pintábamos Oceanía.

Cuando planteamos como destino un continente tan lejano y desconocido, o un país tan grande como Australia (el 6° más grande del mundo), o un territorio tan diverso como Nueva Zelanda la elección de los lugares a visitar se hizo más que difícil. La información disponible era tanta que a medida que más buscábamos e investigábamos, más nos perdíamos. El gran desafío era ubicar todo lo que queríamos hacer en las 3 semanas que teníamos de vacaciones, lo que complicaba más aún las cosas.

En la idea original además de esos dos países se barajó la idea de incluir un destino con playa como Fiji e incluso ir más lejos, a Indonesia, y visitar la siempre pendiente Bali. La logística, el precio de los resorts y el tiempo limitado hicieron que quedaran descartadas.



Nueva Zelanda

Los principales dudas que nos planteó este país fue qué hikings elegir y como movernos. Sin dudas, NZ es la tierra de los senderos, son tantos que no creo que alguien alguna vez los haya contado. Notamos que algunos partían de lugares de fácil acceso, y que otros requerían una logística más compleja que por más que fuesen espectaculares los dejamos de lado. Con trabajo fuimos tachando postulantes, quedándonos con una pequeña lista que cubría distintos paisajes (playa, montaña, área volcánica).

Al leer blogs de viajes vimos que era muy común realizar el viaje en motorhome haciendo paradas intermedias en pueblos y pequeñas ciudades. Descubrimos así que existía una gran variedad de empresas que las alquilaban, modelos de casas rodantes (para 2 a 6 personas, con cocina, baño y ducha, o sin ellos, camas fijas o que se plegaban transformándose en asientos, totalmente equipadas o con lo básico requiriendo pagar extra por lo faltante) y precios. Solicitamos presupuestos a varias compañías, recibiendo cotizaciones variables pero todas las respuestas coincidían en que el tiempo mínimo de alquiler era de una semana. Nos hubiera gustado probar la experiencia de dormir y movernos por nuestra cuenta durante unos 3 días por la isla norte, pero una semana nos parecía demasiado... Además cuando uno comienza a calcular el precio de alquiler + combustible + wifi + GPS + aparcamientos con electricidad/ ducha para las noches + transfers en algunos senderos que no son circulares… el número crece rápidamente. Finalmente dejamos la idea de lado y decidimos movernos con los buses de InterCity y dormir en hostels, departamentos u hosterías.


Australia

Es una país con distancias tan grandes que merece un viaje para él solito. En primer lugar anotamos a Sydney, que para mi sorpresa e ignorancia inicial resultó no ser la capital del país, descubriendo luego que la misma es Canberra. Como segundo destino elegimos la pequeña Katoomba, en el corazón de las Blue Mountains, que ofrecía interesantes senderos de hiking con un paisaje totalmente diferente a los de NZ. Lamentablemente, el tiempo no alcanzaba para más…


Cómo llegar?

Sin dudas desde Buenos Aires lo más directo es ir cruzando el Océano Pacífico, aunque también estaba la opción de las grandes compañías aéreas de Oriente Medio (vía Atlántico, con escala en Dubai o Doha, y miles de horas de vuelo). Por tiempos y precio, nos quedamos con las dos aerolíneas que iban por el Pacífico: LAN y Air New Zealand. Cada una tenía sus ventajas y desventajas…

Air New Zealand:
  • Pro:  Vuelos directos Buenos Aires- Auckland
  • Contra: Partía y llegaba al Aeropuerto Internacional de Ezeiza, mayor costo en remis.

 LAN:
  • Pro: Tenía la opción de tomar vuelos que partían y lleguaban a Aeroparque (mucho más cómodo para los que vivimos en la zona norte de la ciudad de Buenos Aires), menor costo (cuando analizamos qué pasaje comprar).
  • Contra: Escala en Santiago. Habiendo vuelto de viaje sumo el factor demoras (sin disculpas ni compensación por parte de la compañía) y servicio de catering mediocre.

A pesar de que odio los despegues y aterrizajes, compramos los pasajes en LAN priorizando la comodidad de tomar el vuelo en aeroparque (menos de 30 minutos de viaje, $120-150 costo de taxi vs más de 60 minutos de viaje, $500-600 costo de taxi). Cada minuto de translado al aeropuerto y horario de salida del vuelo cuenta cuando uno va a trabajar el mismo día en que se va de vacaciones...


Cuándo ir?

Para mí la respuesta es cualquier momento excepto invierno, salvo que se vayan a practicar deportes invernales como esquí. Cada lugar dependiendo su ubicación en latitud, vientos, y vaya a saber cuántos otros factores tiene temperaturas y precipitaciones muy variadas siendo imprescindible darse una vuelta por las páginas webs que dan información sobre temperaturas y días de lluvia promedios, mínimos y máximos. Con toda esa info se puede tener una idea de qué momento es el más conveniente en función de lo que uno piense hacer.

Durante el viaje experimentamos todas las condiciones climáticas –esquivamos por poco una nevada-, y nos pusimos desde el traje de baño hasta camperas, gorro de lana y guantes…


Otros aspectos a tener en cuenta:

Salud

Al ser un destino de primer mundo que no tiene ningún requerimiento especial de vacunas esta vez no hicimos nuestra habitual consulta a medicina del viajero. Llevamos el botiquín de viaje con medicación para el dolor, alergia, resfrío, vómitos, mareos y diarrea. También armamos uno más pequeño de primeros auxilios para los días de hiking con desinfectante, gasas, vendas y cinta adhesiva por eventuales accidentes.

Los seguros de viajero que ofrecen las tarjetas de crédito son suficientes salvo que vayan a realizar actividades de riesgo como escalada o deportes extremos que requieren coberturas especiales.


Visas

NZ no requiere visa de entrada.
Como íbamos a entrar a Australia con pasaporte argentino tuvimos que tramitar con anticipación en forma virtual la visa electrónica. Se completa un formulario, se hace el pago por Internet, y en aproximadamente una semana está la aprobación. Todo queda registrado en el sistema sin necesidad de presentar ninguna constancia de la visa cuando se ingresa al país. De más está decir que los obsesivos llevamos impresa la información de Internet donde decía que estaba aprobada, aunque muy amablemente el agente de inmigraciones que me atendió cuando llame a la embajada me dijo que no era necesario.

Luego de leer mucho, ver fotos y por poco hacer un análisis FODA (como si estuviéramos haciendo un plan de Marketing) terminamos en el siguiente itinerario:

NZ:
ISLA NORTE
25- 28 Noviembre 2016: Paihia
28 Noviembre- 2 Diciembre 2016: Auckland
2 Diciembre: Matamata -Hobbiton
2- 4 Diciembre: Rotorua
4- 7 Diciembre: National Park
ISLA SUR
8- 12 Diciembre: Queenstown

AUSTRALIA
12- 14 Diciembre: Katoomba
14- 19 Diciembre: Sydney 

Valija lista!!!



Nos vemos en Nueva Zelanda!!! o sino en Australia!!!!

domingo, 17 de septiembre de 2017

El Palacio del Agua: ese llamativo edificio en la avenida Córdoba

By Sole

6 Julio 2016

Haciendo malabares con el horario de trabajo, me presenté a las 11 horas en el primer piso del Palacio del Agua, ese edificio ubicado en Av. Córdoba y Riobamba que seguramente alguna vez se preguntaron qué era. Desde la primera vez que lo ví, muchísimo años atrás, me llamó la atención por su imponencia, sus escudos y más que nada por el comentario que me habían hecho “lo trajeron en piezas desde Europa y lo armaron acá”. Amante de los “Mis ladrillos” y más aún de los rompecabezas había quedado fascinada imaginando como lo habrían transportado y armado de una manera tan perfecta.




Un par de turistas colombianas y tres paulistas completan el grupo; enseguida se nos unió el director del museo, el arquitecto Jorge Tartatini, quien iba a estar a cargo de la visita. Comenzamos observando una maqueta de Buenos Aires en la que estaban marcados los arroyos –hoy entubados- y las ondulaciones del terreno un tanto exageradas con el objeto de poner en evidencia que estábamos parados en unos de los puntos más altos de la ciudad, a 35 metros sobre el nivel del río. El edificio fue estratégicamente ubicado en ese lugar con la intención de facilitar la distribución de agua por gravedad a las viviendas de los alrededores que conformaban la city de ese entonces.

Para entender bien la historia tenemos que ir unos años para atrás… más precisamente alrededor del año 1870 momento en que las epidemias de cólera y fiebre amarilla –viejas conocidas para los habitantes- una vez más azotaban la ciudad. Domingo Faustino Sarmiento, presidente de ese entonces, decidió que era hora de tomar medidas en el asunto para frenar el problema; el saneamiento de las aguas era un punto fundamental. En 1871 contrató al ingeniero John Bateman para que se hiciera cargo del proyecto de provisión de agua, desagües y cloacas de la ciudad.

El plan incluía una planta purificadora y el gran depósito distribuidor. Este último estaba planificado que fuese un edificio ejemplar que pusiera en evidencia la importancia que Argentina le daba a un tema tan relevante como el manejo de las aguas. Para estar a la altura de las circunstancias se encargo a Bélgica la construcción de los tanques y caños –la gran estructura metálica, esqueleto del edificio que estaba visitando-, y a Inglaterra las piezas de terracota que iban a conformar una fachada digna de un palacio.

Tiempo después fueron llegando los barcos con el preciado cargamento. Como si fuese un “Mecano” comenzaron ensamblando las piezas provenientes de Bélgica, formando la gran estructura metálica con 12 tanques distribuidos en 3 niveles. Posteriormente, llegaron las piezas de terracota cocida que fueron colocadas siguiendo las indicaciones del plano que las acompañaba. Mientras el arquitecto nos contaba eso, pudimos ver de cerca alguno de esos bloques y uno de los planos ingleses de la fachada lleno de números y letras; ese código alfanumérico venía grabado en cada pieza para facilitar su ubicación. Se podría decir que era un gran “Lego” con instrucciones de armado. A pesar de haber sido edificado de esa manera, no se trata de un edificio “desarmable”.


Los planos

Las piezas

En 1894 finalmente fue habilitado el gran depósito, entrando en funcionamiento el sistema. El agua proveniente del río entraba en la planta purificadora ubicada donde actualmente está el Museo de Bellas Artes. Tras pasar unos días ahí, mediante la energía de máquinas a vapor, era transportada hacia los tanques del Palacio del agua que tenían capacidad para albergar 72.000.000 de litros de agua. Desde ahí gracias a la fuerza de gravedad era distribuida a las canillas de los usuarios. Los aljibes, pozos y aguateros fueron reemplazados progresivamente por ese sistema de agua corriente, al menos en las zonas más céntricas de la ciudad.

En forma horaria los empleados del edificio controlaban el nivel de agua en cada tanque dejando registro en grandes libros que aún se conservan en el Museo. Cada tanque tenía un área diferente de distribución; si notaban que en alguno el nivel había bajado demasiado abrían compuertas redistribuyendo el agua evitando el desabastecimiento. Siendo 7 de Julio, el arquitecto abrió uno de los grandes libros mostrándonos que había sucedido ese mismo día de 1930… fue muy interesante ver como los niveles disminuían luego de las 17 horas, horario de regreso a casa, volviendo a ascender luego de las 22 horas cuando la gente comenzaba a irse a dormir.

Bajo la supervisión de nuestro guía accedimos al sector “metálico” del edificio con sus columnas, tanques y grandes caños corriendo longitudinal y transversalmente. Debió ser una gran obra de ingeniería en su época.


Tanques & cañerías

Además de proveer agua segura, otras de las funciones de obra sanitarias era la aprobación de la instalación sanitaria en las viviendas así como también dar el visto bueno a los caños, artefactos de baño y grifería que se comercializaba en el país. Cada trámite tenía sus requisitos… Para lo primero, los interesados debían presentar un plano que posteriormente quedaba archivado en el lugar. Con los años imaginarán que se habrán ido acumulando muchos… 

Lo que resulta más curioso es el tema de los artefactos de baño. Cuando alguien quería comercializar un inodoro en el país –al principio eran encargados a Europa luego de elegirlos de catálogos- tenían que presentar 3 ejemplares del mismo. Más allá de su aspecto exterior era importante ver el funcionamiento del sifón para lo que una de las piezas era partida al medio con una sierra especial; de aprobarse la segunda quedaba de muestra en Obras Sanitarias y la tercera era devuelta con el sello de aprobación.


Inodoros partidos al medio

Aun se conservan en el museo una interesante colección de inodoros, algunos con particularidades que llaman la atención. Están los ornamentados –uno con motivos florales y otro con una trompa de elefante-, los carcelarios que traían incorporados un lavatorio, jabonera, toallero y portarrollos, infantiles, modelos económicos para casas más humildes, letrinas y hasta uno que traía la taza dividida en dos cumpliendo la función dual de inodoro y bidet; este último no habría sido aprobado por ser considerado antihigiénico.


Más inodoros que en la casa de sanitarios!!!

Floral & elefante

Inodoro + lavatorio + accesorios: todo en 1

Bidet portatil


Completando la vasta muestra de inodoros, también había mingitorios, un bidet portátil, vaciaderos –slop sink-, canillas –enteras y partidas al medio permitiendo ver el mecanismo-, caños de terracota importados de Inglaterra y planos.




En la época de gloria del edificio existían sectores destinados a la confección de artículos de papelería incluidos los libros de registro que vimos, y talleres de carpintería encargados de confeccionar el mobiliario –por ejemplo, escritorios, sillas, armarios, ficheros, percheros- tanto para uso propio así como también de las delegaciones del interior del país. Los muebles en exposición eran dignos de cualquier biblioteca o edificio de categoría, demasiado sofisticados para lo que uno esperaría encontrar en un edificio público.


Mobiliario original

Con la llegada de la electricidad y la construcción de edificios con varios pisos, este gran tanque fue quedando obsoleto siendo progresivamente reemplazado por la planta potabilizadora Gral San Martín de Palermo –inaugurada en 1913-, hasta dejar de funcionar en forma definitiva en 1978. Unos años después, el edificio fue declarado Monumento Histórico Nacional, y en la actualidad podemos encontrar en su interior las oficinas de Aysa –Aguas y Saneamientos Argentinos S.A-, el Museo del Agua e Historia Sanitaria, una biblioteca y el Archivo de Planos domiciliarios ubicado en los mismísimos tanques haciendo una optima utilización del espacio.

Fue una visita guiada que me sorprendió gratamente y resultó mucho más de interesante de lo que había imaginado. Les dejo el link del Palacio del Agua para que confirmen días y horario y organicen su propia visita. Los sumo a los must de exploración urbana de Buenos Aires!



domingo, 10 de septiembre de 2017

Palacio Barolo: un viaje del infierno al cielo purgando el pecado de la ignorancia

By Sole

Sábado 3 de Septiembre 2016

Qué tire la primera piedra quien no caminó avenida de Mayo sin saber que estaba pasando por el Palacio Barolo? Este emblemático edificio es otro de los tesoros de la época floreciente de Buenos Aires que merece una visita.

Hace un tiempo vimos en la tele parte de un programa de Mario Markic en el que justamente visitaba este edificio; quedamos maravillados con su diseño y toda la simbología incluida en su diseño, a tal punto que dijimos “tenemos que ir”.




Tras haber averiguado el horario de las visitas en la página web (http://www.palaciobarolotours.com) y realizado la reserva, finalmente esa promesa al aire se concretó. Afortunadamente para los que trabajamos en la semana está la opción de realizar la visita diurna los sábados. Estas visitas tienen un costo preferencial para argentinos presentando el DNI.

En el contexto de un día que se pronosticaba frío y con eventuales chaparrones vespertinos, opté por la visita de las 10 de la mañana; coincidí en tiempo y lugar con una pareja de jubilados con los que terminamos conformando el minoritario grupo de las 10 horas. Pronto se nos unió Analía quien nos iba a guiar por este recorrido casi surrealista.

Siempre existió, existe y existirá gente con mucho dinero e ideas… ese era el caso del empresario italiano Luis Barolo quien soñó con un edificio de oficinas con un diseño inspirado nada más y nada menos que en “La divina comedia” de Dante Alighieri. En vistas de las guerras que se avecinaban en Europa, su plan incluía el traslado y resguardo de las cenizas del poeta en el mismísimo edificio. Para hacer su sueño realidad contrató al arquitecto Mario Palanti, también italiano, para concretar su faraónico proyecto. Pronto el plan se puso en marcha, inaugurándose este magnífico edificio cuatro años después, en 1923.

En primer lugar tuvieron que pedir permiso al intendente de la ciudad en esa época, José Cantilo, ya que estaba proyectado que el palacio tuviese 100 metros de altura –siendo lo máximo permitido en esa época 25 metros-; de esto pueden deducir que fue el edificio más alto en su momento (hasta 1935, momento en que el Kavanagh tomó ese lugar).

Nuestra visita comienza en la planta baja, nivel que representa el infierno. Originalmente el actual hall era una galería abierta que conectaba la Avenida de Mayo con Hipólito Yrigoyen; hace algunos años se pusieron las puertas vidriadas para una mejor conservación del edificio –y supongo que también por un tema de seguridad-.

Esta representación del infierno tiene 9 cúpulas –una central, 3 hacia Avenida de Mayo, 3 hacia Yrigoyen y 1 hacia cada lateral-, siendo 9 los círculos del infierno. Si lo viéramos desde arriba comprobaríamos que forman una cruz; no tiene nada de casualidad una cruz en el infierno si uno tiene en cuenta la relación de Dante con la iglesia católica. Las bóvedas contienen frases en latín de 9 obras distintas, incluida la Biblia. En el suelo resaltan unos rosetones en bronce –simbolizan el fuego del infierno- y en las paredes esculturas de serpientes, cóndores y dragones que sostienen las luminarias. Debajo de la cúpula central hay un “mausoleo” –sin las deseadas cenizas- con una escultura de un águila elevando el cuerpo de Dante hacia el paraíso.


Desde el infierno

Desde el infierno II

Desde el infierno III
Pronto dejamos atrás el infierno y comenzamos el recorrido hacia el purgatorio representado por los 14 pisos que siguen. Antes de tomar el ascensor vemos que a la simbología de la “Divina Comedia” se suman elementos masónicos. El piso cuadriculado blanco y negro (la dualidad), la “A” de ascensor con el símbolo de la escuadra y el compás, y la flor de lis en el indicador de los pisos.




Tomamos el ascensor hasta el purgatorio, donde están representados los 7 pecados capitales que hay que ir limpiando a medida que vamos ascendiendo al paraíso. Como los pecados son 7 y los pisos 14, tenernos un pecado cada 2 pisos. Vamos observando que a medida que subimos van disminuyendo las ornamentaciones en las paredes, y va aumentando la luz.


Mirando el infierno desde el purgatorio
Este edificio, de estilo ecléctico, actualmente sigue teniendo la misma funcionalidad para la que fue pensado –excepto la parte de ser mausoleo de Dante-. Como el diseño original incluía baños compartidos cada determinada cantidad de oficinas, no fue posible transformarlo en departamentos habitacionales. Actualmente cada oficina tiene dueños privados, donde atienden abogados, contadores, profesores de idiomas y hasta algunos psicólogos –me pregunto si habrá alguna asociación entre lo que se habla en esas sesiones y el purgatorio en el que tienen lugar-.


El purgatorio

Cada paso que damos, cada piso que recorremos nos vamos enterando que tiene un porqué, y no fue producto de la casualidad. Los 3 colores presentes en todo el edificio –rojo, verde y blanco- concuerdan con los de la bandera italiana, los 100 metros de altura del edificio se relacionan con los 100 cantos de la obra de Dante, las 22 pisos del edificio al dividirlo por 7 que es la cantidad de ascensores da 3,14 aproximándose al número Pi, lo que a su vez tiene que ver con la constante presencia de círculos –símbolo masón de la perfección-. Como los lotes con la numeración en la que nació y murió Dante ya estaban vendidos, no quedó otra que conformarse con el “1370”, que sumados dan 11 - un número importante para la logia masónica-; tampoco es casualidad que el edificio tenga 22 pisos, y que el 22 sea múltiplo de 11. No puedo menos que asombrarme al escuchar estos datos.

Combinando ascensor y escaleras, finalmente llegamos al piso 14; estamos a metros de entrar al paraíso. En este piso las ornamentaciones son inexistentes, el perímetro del edificio es menor y lo que más resalta es la luminosidad natural. El tercer nivel está representado por la cúpula, que si la miramos desde afuera tiene un característico estilo hindú que recuerda a los templos de la India, más precisamente al Raja Rani en Bhubaneshvar y al Palacio de los Vientos de Jaipur. Cuantos recuerdos!!!

Subimos 6 pisos por una angosta escalera –no apta para gente con movilidad reducida-, terminando en un mirador, con 8 pequeños balcones, desde donde se tiene una vista panorámica de la ciudad. Debe haber sido impactante la imagen desde este lugar varias décadas atrás cuando casi todas las edificaciones de Buenos Aires apenas contaban con un par de plantas. En la actualidad se llega a ver el río de la Plata hacia el norte y el este entre -los huecos que dejan los edificios-, la torre del antiguo Parque de la Ciudad a lo lejos, el edificio del Ministerio de Salud con la imagen de Evita, y a un par de cientos de metros el Congreso de la Nación. Sin dudas, esto último junto a la plaza de los dos Congresos es lo que mejor se ve. Tras 15 minutos para mirar, sacar fotos y descansar un ratito luego de tanta escalera, seguimos la recorrida… aún se puede subir un poco más!!!


Desde el cielo

Desde el cielo II

Desde el cielo III

Dos niveles más arriba por una escalera aún más angosta que la anterior y en la que Seba sin dudas se golpearía la cabeza con el techo, llegamos a un espacio vidriado con una vista 360º de la ciudad en el que está instalado el faro que representa el empíreo, el más alto de los cielos. Este faro giratorio se enciende cada noche iluminando aproximadamente 10 cuadras a la redonda. Si bien por el horario del día no lo vemos encendido –cosa que si es posible en las visitas nocturnas- si podemos observar como gira 360º.


El ojo de Dios???


Aunque hayamos llegado al paraíso, aún la visita no ha concluido. En el descenso hacemos una parada en una terraza desde la que se observa la cúpula que termina en una aguja con forma de cruz de lis, que durante algunos días de junio a las 19:45 queda alineada con la constelación de la Cruz del Sur. Me impresiona tanta precisión en cada detalle!!!




Por último, visitamos una oficina ambientada en los años 30, en la que se puede ver el tamaño original que tenían –actualmente algunas se fusionaron creando ambientes más funcionales- y lo que cabía en las mismas. Este viaje en el tiempo es como ingresar en una película blanco y negro.


Oficina modelo

Cuando me quiero dar cuenta, ya son las 11:30 de la mañana y estamos de nuevo en el hall desde donde partimos. Aunque confieso que nunca he leído la Divina Comedia y no sé si algún día lo haré, me resultó muy interesante descubrir los paralelismos entre el edificio y esta obra literaria, y comprobar que hubo una mente brillante que pudo concretar semejante proyecto.

De más está decir que me encantó la visita, y la agrego a la lista de los must a visitar en la ciudad de Buenos Aires.

sábado, 2 de septiembre de 2017

Ultimos día... te vamos a extrañar Chaltén!!!

By Sole

5 de enero

Ultimo desayuno!!! Como todo se recicla, esa mañana tuvimos también un poco de budín de pan de despedida. Acomodamos las valijas, hicimos el check out y dejamos el equipaje en el depósito. Ya que teníamos un par de horas libres antes de que pasara el transfer para ir al aeropuerto, el plan era caminar unos kilómetros y sentarnos a tomar mate. Ya teníamos en mente un lugar específico del sendero al Torre… hacia ahí fuimos.




El día estaba parcialmente nublado, pero el Fitz Roy y el Torre estaban despejados como si con su magnificencia hubiese espantado las nubes. Tras pasar el Mirador de la cascada Margarita encontramos las piedras que habíamos ido a buscar. Como aún era temprano y el tiempo estaba muy agradable decidimos caminar un poco más hasta el cartel del kilómetro 2. Cuando dimos media vuelta para volver a nuestro "mirador personal" notamos que progresivamente iba aumentando la cantidad de caminantes.


Qué gana de seguir caminando!!!

Con tiempo de sobra nos sentamos a tomar unos mates y comer una barrita de semillas de girasol, mientras mirábamos la excelente vista de los cerros estrella de la zona, y el vuelo lejano de varios cóndores. Todos los ejemplares que no habíamos visto en el mirador de los Cóndores estaban ahí, planeando en lo alto solos o en parejas. Quedamos extasiados mirando el vuelo casi coreográfico de estas inmensas aves.



Se les ocurre un lugar mejor para tomar mate???

A las 11:00 horas tuvimos que regresar a la realidad, y emprendimos el regreso hacia el hostel. No sé cómo no terminamos con una tortícolis… mientras íbamos caminando no podíamos evitar la tentación de girar y levantar la cabeza para volver a buscar a los planeadores vivientes que parecían estar disfrutando del hermoso día. A pesar de las distracciones llegamos bastante rápido; era casi todo con pendiente descendente.

Como quien no quiere irse sin haberse despedido de todo y de todos pasamos por última vez por “Qué rika”. Esta vez nos sorprendió con panes de queso (una locura de ricos) y empanadas de carne y verdura, que se convirtieron en nuestro almuerzo!!!




A las 13:10 horas nos pasó a buscar el minibús de “Las lengas” para ir al aeropuerto de El Calafate. Como corresponde hicimos una parada en “La leona”, donde permanecimos 10 minutos. Nos entretuvimos mirando una escena bastante bizarra entre un asustado perro de un viajante, uno local que delimitaba su territorio, y entre los dos un chivo que movía la cola como si también fuese un can más.

Alrededor de las 16:15 horas llegamos al aeropuerto. Embarcamos a horario en un avión con bastantes extranjeros, y varios argentos conchetos y ruidosos que no parecían percibir que estaban en un vuelo de línea y no en uno privado. Finalmente a las 17:49 horas despegamos en medio de fuertes ráfagas de viento, mientras Seba con gran cara de felicidad sacaba fotos por la ventanilla y yo levantaba plegarias a todos los dioses. Un par de horas después estábamos en Buenos Aires listos para recomenzar las actividades en un nuevo año!