sábado, 19 de noviembre de 2016

Bamboo rafting en el río Yulong!

By Sole

21 de Octubre 2015

Nos despertamos otra vez temprano, alrededor de las 6:30 am. Como aún era temprano para desayunar nos fuimos caminando hasta el río para ver el amanecer y el paisaje con las primeras luces del día. A pesar de lo temprano que era la gente del lugar ya estaba trabajando. Parece que están ahí de sol a sol. Admirable!

Amanecer desde la habitación

Nos encontramos con una imagen increíble! El sol que estaba saliendo se difuminaba en medio de la niebla. Las plantas estaban cubiertas por pequeñas gotas de rocío y telas de araña que no habíamos notado el día previo, y el río por una espesa bruma producto de la diferencia de temperatura entre el agua y el ambiente. En esas tempranas horas de la mañana algunos hombres aprovechaban para pescar mientras las mujeres fregaban la ropa en la orilla del río.

Amanecer en el campo

Amanecer en el río

Lavando la ropa en el río

Caminamos un rato disfrutando de este espectáculo matutino surrealista, por el que ya había valido la pena pasar la noche en esta village y madrugar. Cuando el “rugido” del estómago se hizo implacable rumbeamos hacia el hotel a desayunar!

Habiendo pasado las 7:30 hs, el servicio de desayuno ya había comenzado. Nos sentamos en una de las mesas exteriores junto a los ingleses a ver la carta mientras la camarera anotaba los numerosos pedidos de té con y sin leche, café, tostadas, tocino, queso, pancakes y huevos revueltos. Nuestro pedido no fue menos modesto e incluyó una tetera con green tea, yogurt con frutas, dos tostadas, scramble eggs, bacon y un café; variadito y lleno de energía, ideal para las actividades  que se avecinaban.

A las 9:30 elegimos las bicicletas que íbamos a usar ese día, y salimos pedaleando hacia el embarcadero más cercano acompañados de una mujer que iba a tramitar el viaje en balsa. Ni bien me subí a la bicicleta recordé mi ineptitud para conducir dicho vehículo. Habiendo aprendido a andar en bicicleta de grande, no tengo incorporado el hábito como algo natural y cuando el terreno no es plano y liso tengo la sensación de que me voy a caer de cabeza… y romperse la cabeza durante las vacaciones y  tan lejos de casa no está bueno. Teniendo en cuenta esto sabrán apreciar que mi visión está un tanto sesgada y no es la de una eximia ciclista.

Recorrer este primer kilómetro hasta donde estaban las balsas me generó cierta incertidumbre de cómo iba a ser el resto del día arriba de la bici. Varios sectores de este sendero tenían bastantes piedras dificultando mi circulación; confesaré que algunos metros los hice caminando llevando la bicicleta a mi lado. 

Con las dificultades mencionadas llegamos al embarcadero. Siguiendo las indicaciones de la chica que nos estaba guiando, aparcamos las bicis junto a otras, les pusimos la traba que nos habían dado en el hotel y fuimos hacia el sector donde estaban las balsas. Previsores, antes de embarcar nos sacamos las zapatillas y nos pusimos las ojotas; había altas chances de mojarse los pies en el viajecito por el río Yulong, un tributario del famoso río Li que aparece en los billetes de 20 Yuanes. Si bien los paseos más populares son por el río Li, partiendo desde Yangshuo, nosotros habíamos optado por esta otra opción que prometía aguas más limpias y más tranquilidad. Por lo que leímos el río Li está bastante contaminado y además de las tradicionales bamboo rafts, circulan por sus aguas barcos a motor de distinto tamaño incluidos ferries que hacen el recorrido Guilin- Yangshuo.

Nos ubicamos en los asientos de la balsa de bambú que resultaron ser más cómodos de lo que impresionaban a la distancia. Por detrás nuestro se ubicó el “balsero”, un hombre flaco de más de 50 años con la piel morena curtida por el sol, con una larga caña también de bambú que auspiciaba de remo. Si bien era temprano el sol ya estaba comenzando a sentirse, entendimos ahí porque estas precarias embarcaciones están equipadas con una sombrilla priorizando la funcionalidad sobre la estética. Habiéndonos puesto protector solar decidimos comenzar el paseo con la sombrilla cerrada. Afortunadamente había poca gente haciendo el paseo en ese momento, no sabemos si era por la hora o porque no habíamos partido de uno de los embarcaderos más populares.

Bamboo rafting


Paseando en balsa

A los pocos metros de salir nos encontramos con un desnivel en el río, un pequeño muro o breakwater construido para permitir el cruce de los animales de una orilla a otra. Estos se fueron repitiendo aproximadamente cada kilómetro a lo largo del río y en algunos pudimos ver cómo era utilizado por un hombre. Para favorecer el pasaje de las balsas por ese “escalón” había una especie de tobogán. Cuando la balsa pasó por el primero de estos de algún lado nos sacaron una foto. A pocos metros había un islote artificial donde vendían las fotografías. Hace falta aclarar que le dijimos a nuestro conductor que no queríamos comprar fotos?

Cruzando el río por el breakwater


Belleza, paz, tranquilidad, silencio son algunas de las palabras que se me vienen a la cabeza a la hora de describir esta maravillosa experiencia. El paisaje es realmente idílico. En las márgenes del río se apreciaban las grandes formaciones rocosas, y vegetación entre las que no faltaban grupos de bambúes, y flores de distintos colores. El agua tan clara y quieta nos permitía ver la vegetación subacuática y cardúmenes de pequeños pececitos; en algunos sectores había tan poca profundidad que se veía el fondo. Pero como saben, la perfección no existe y es justamente la presencia del hombre la que contribuía al a imperfección del paisaje con los cables de electricidad que cada tanto cruzaban el río, las edificaciones –incluyendo un hotel con una espectacular terraza-  en ambos lados del río, y los pequeños muros que lo atravesaban. Igual voy a reconocer que nos resultó muy divertido y refrescante bajar cada uno de esos desniveles que hacían que la parte delantera de la balsa se llenara de agua. Y teniendo en cuenta que estábamos en China, no podían faltar los chinos que con su característica incontinencia verbal, que iban gritando de una balsa a otra.

Desde la balsa



Con el sol aproximándose al zenit, no nos quedó otra que hacer uso de la sombrilla para no terminar carbonizados. El pobre balsero dejó de remar durante el par de minutos que dedicó -lucha mediante- a abrir la maltrecha sombrilla. Su trabajo parecía realmente agotador… la caña no tenía el mismo poder de propulsión que un remo normal, cosa que pudo comprobar Seba por sí mismo cuando pidió permiso para remar un ratito. El hombre ya acostumbrado a este tipo de pedidos le entregó sin problemas la caña y el habilidoso Seba demostró que no era tan fácil como parecía. Era todo un arte navegar una balsa de bamboo con ese adminículo tan poco apropiado.

Mi balsero

Luego de 1:15 hs llegamos al Gongnong bridge donde concluía nuestro paseo. Sin que el balsero lo pidiese le dimos una propina por haber hecho tanto trabajo bajo el sol. Si bien nosotros pagamos una buena suma de dinero por el paseo estamos casi seguros que este servicios está concesionado a un grupo de personas que ponen las balsas y la logística llevándose los billetes y pagándole una miseria a esta gente que pone literalmente su cuerpo en este trabajo.

Cuando bajamos nos encontramos con un lugar bastante bizarro. Más allá de los puestos que vendían comida, bebida, y las bicicletas que esperaban por sus dueños, recuerdo haber pasado junto a un par de monos encadenados, un blanco corcel y un camello… Raro. Desde ya que ni siquiera les prestamos atención, no queríamos ningún ofrecimiento de tocar los animales ni sacarnos fotos con ellos. Siempre que existe una situación como esta que podría terminar en un timo... lo mejor es mirar hacia el lado contrario ignorándola.

Merece una especial mención la logística que hay por detrás de estos recorridos en balsa. Por un lado los pasajeros suben a las balsas dejando sus bicicletas “estacionadas en el embarcadero” (desde ya que eso no aplica a los tours pasivos que se movilizan en bus). Mientras transcurre el paseo por el río, las bicis son transportadas en camioncitos reencontrándose con sus dueños cuando desembarcan.

Como nadie va a ir remando río arriba, hay un grupo de hombres que saca las balsas del agua, les desensambla los asientos, las sube a los camiones apilándolas una arriba de otra y por encima de estas los asientos. En otro vehículo suben los balseros, y de esta manera regresan con las balsas al embarcadero desde donde partieron.

Una vez que encontramos las bicis aprovechamos la sombra de un árbol para sentarnos a picar algo, y observar detenidamente el inicio del circuito terrestre de las bamboo rafts. Con un poquito más de energías nos subimos a las bicis y comenzamos a pedalear.

sábado, 12 de noviembre de 2016

Un lugar idílico en las afueras de Yangshuo

By Sole

Luego del bus devenido en auto, el bus lechero y el taxi regateado habíamos llegado a destino: Jima Village. Ahí estábamos parados precisamente en la dirección que teníamos del Hotel Yangshuo Outside Inn. Y la entrada? Tras mirar hacia un lado y otro, y caminar unos metros pronto descubrimos que la dirección correspondía a uno de los edificios que pertenecía al establecimiento, pero no el sector principal con el front desk. Para orientar a los huéspedes había un cartel con gráficos que indicaba que había que ir unos metros hacia la derecha hasta el árbol que estaba junto a un aro de básquet y juegos infantiles, y luego tomar una de las dos callecitas perpendiculares que partían desde ahí.

Fuimos siguiendo las indicaciones del cartel pero cuando tuvimos la opción de elegir entre una de las "dos callecitas", tomamos la equivocada. Avanzamos unos 50 metros sin ver ningún cartel; las dudas aumentaron cuando escuchamos el mugido de una vaca. "Dónde nos estamos metiendo?" Nos preguntamos. Antes de seguir avanzando con todo el equipaje decidimos que yo me quedase ahí parada con las valijas mientras Seba caminaba un poco más para ver si estábamos en el lugar indicado. Volvió en menos de un minuto con la grata noticia de que no estábamos perdidos; justo unos metros más adelante había una callejuela que conectaba con la calle correcta, la cual tomamos y rápidamente llegamos al hotel.

Mientras hacíamos el check in nos convidaron con jugo de mandarina, que sin importar su origen y si tenían o no hielo los aceptamos sin pensarlo dos veces. Con tanto viaje y calor nos resultaron deliciosamente refrescantes. No solo nos sorprendieron con esta cortesía sino con el hecho de que hablaran inglés y que hasta tuviesen mapas de la zona con los senderos de bicicleta marcados. El hotel además ofrecía algunas excursiones en la región y alquiler de bicicletas.

La habitación que habíamos contratado estaba a 200 metros de la recepción, en el mismísimo edificio que habíamos visto al bajar del taxi. Hacia ahí fuimos con nuestras valijitas, acompañados por una de las empleadas. Escalera de por medio llegamos a la habitación con la que quedamos muy conformes. Bastante espaciosa, moderna, y con una gran ventana con vista de los alrededores incluyendo las típicas montañas que habíamos venido viendo en el viaje.

Arreglamos la actividad para el día siguiente (bamboo rafting + bike 240 Yn cada uno), y nos fuimos a caminar hacia el río. Casi frente al hotel salía una calle que se metía entre campos sembrados con cultivos varios entre las que no podía faltar el arroz! Una vez más comprobamos que mientras hubiese luz natural había gente trabajando. Luego de unos 15 minutos de caminata llegamos al río Yulong.

Cosechando

Nos encontramos con un paisaje increíble! La imagen del río con un color verde intenso, bordeado por las grandes formaciones rocosas cubiertas de vegetación de un lado y por arbustos del otro, parecía salida de una película de ciencia ficción. Aumentando el misticismo del lugar había un par de hombres con los típicos sombreros cónicos de paja pescando. Fuimos caminando por un sendero de material en muy buen estado que corría paralelo al río, entre este y las plantaciones. Fue una caminata muy agradable hasta al final del camino nos encontramos con un parking de micros de tours y un embarcadero de balsas… la paz de había acabado! 

Río Yulong


El pescador

Aprovechamos unos bancos que había en ese sector para descansar y picar algo. Tras liberarnos de un par de vendedores de vinchas con flores y lanza agua de goma espuma y plástico, nos abocamos a observar lo que sucedía en el río. No quedaban rastros del idílico paisaje del que habíamos disfrutado; teníamos frente a nosotros un río sobrepoblado de balsas con sombrillas de colores, cargadas de chinos que se iban tirando agua de una a otra con los lanza aguas; había vendedores porque existían compradores… Parecía la playa Bristol en carnaval… Cuando bajaban de la balsa compraban las fotos que les habían tomado durante el trayecto. Sin palabras…

Playa Bristol made in China

Seguimos caminando en el mismo sentido, teniendo que salir a la calle para poder avanzar. No pude dejar de disminuir para ver los puestos que vendían carnes, ropa, bebidas y chucherías...Un mezcladito! Al final de la calle volvimos a encontrar un sendero paralelo al río pero más rústico, de tierra que discurría entre la vegetación y terminaba en un puente que cruzaba al otro lado del charco.

Carniceria y verduleria

En este punto dimos media vuelta y decidimos regresar por donde habíamos venido. En esta oportunidad nos cruzamos con algunos de los trabajadores que parecían haber terminado su faena del día; el más curioso de todos fue el hombre que iba con el perro, la vaca y el ternerito caminando por el sendero como si fuesen todas sus mascotas.



Justo durante la puesta del sol llegamos al punto en que había comenzando nuestra caminata paralela al río; en las inmediaciones había un área de menor profundidad identificada en el mapa como “swimming pool” donde algunos valientes se bañaban. No teníamos pensado tomar un baño, así que seguimos por el sendero que nos iba a llevar al hotel. Los últimos trabajadores de las plantaciones se estaban encargando de quemar los desechos de la cosecha del día, impregnando todo el lugar de olor a quemado.

Al llegar al hotel descubrimos que íbamos a estar bastante acompañados durante la cena y desayuno… un grupo de más de 20 ciclistas ingleses de alrededor de 50 años estaba haciendo el check in… Cuando volvimos al restaurante luego de bañarnos encontramos que el cycling team había decidido comer en el exterior, así  que no tuvimos problemas para elegir una mesa en el interior. Con una carta variada, el panorama de nuestra primera comida decente del día era prometedor! Pronto llegaron a la mesa los elegidos de la noche: vegetales de estación salteados, curry de pollo y arroz. Con tanta comida china estábamos abstinentes de comida india y no nos pudimos resistir a un delicioso curry!!!

Cuando terminamos de cenar estábamos tan cansados que nos fuimos directamente a dormir!!! Además teníamos que estar bien descansados para todas las actividades planeadas para el día siguiente.

sábado, 5 de noviembre de 2016

De Ping'an a Yangshuo, otra complicada travesía...

By Sole

20 de Octubre 2015

A las 6:30 am ya estábamos arriba. Tras terminar de acomodar las valijas dimos una pequeña vuelta por los alrededores buscando un lugar para desayunar, terminando una vez más Green garden café. Deja vú! Nos sentamos en la misma mesa con vista privilegiada y pedimos dos desayunos continentales.

Seba con su té verde

Tras tomar el segundo vaso de green tea –el refill de agua caliente estaba incluido en el precio- decidimos volver al hotel. En el camino tuvimos un encuentro cercano de tercer tipo con un duende… Una de las timadora del primer día nos reconoció y comenzó a seguirnos por el pueblo… pegadita, casi pisándonos los talones iba hablándonos; no entendimos que nos decía pero apuesto que estaba reclamando dinero... Cuando llegamos al hotel nos metimos raudamente cerrándole la puerta en la cara para evitar que nos siguiera hasta la habitación!

El bus que teníamos que tomar un rato después partía del “parking”, pero vaya problema: el pueblo tenía 2 parkings. En el hotel no había seres humanos a la vista, así que decidimos ir hacia el estacionamiento mças cercano, teniendo cierto grado de certeza de que no era el indicado.

Al salir… ahí seguía nuestra pesadilla que una vez más comenzó a seguirnos hasta que en un momento me di vuelta y de una manera poco polite le dijé “Stop following us!!!”. No sé si me entendió o no, pero luego de unos metros desapareció, dejándonos caminar en paz.

Subimos, pendiente arriba, pendiente abajo y finalmente llegamos al estacionamiento donde habitualmente paran los micros de los daily tours. Fuimos recorriéndolo, buscando algún cartel... nada! Nuestra certeza ya era mayor… pero queríamos que fuese del 100%, así que caminamos hasta donde terminaba y nos metimos en un hostel a preguntar. Confirmado! Nuestro bus partía del otro parking.

Ya más tranquilos volvimos al hotel a buscar el equipaje. Abandonamos el lugar sin cruzarnos con otro ser vivo. Como nunca hicimos el check in, tampoco fue necesario hacer el check out…

Del otro lado de la puerta nos encontramos con un grupito de porteadoras con sus “canastos mochilas” que “casualmente” estaban apostadas en ese lugar en ese preciso horario. Nos escabullimos con una incesante repetición de “no” y “pu” (no en chino)… íbamos a bajar del pueblo con las valijas a cuestas, sin pagar ni dejarnos engañar. 

Paso a paso, sin apuro, y teniendo la precaución de no sobrecargar la espalda fuimos bajando por escaleras y rampas. Si bien la mayor parte del trayecto era en bajada nos llevó un buen rato, y mucho esfuerzo.

Esta vez tuvimos un poco más de tiempo para chusmear los puestos que estaban entre el pueblo propiamente dicho y el parking. Había ropa, almohadones, adornos, artesanías en madera, y algo bastante desagradable que fue lo que más llamó nuestra atención: animales desecados y algunos carbonizados entre los que incluían ratas. Rápidamente se nos vino a la cabeza la imagen de las dos ratas de la parrilla del día previo que ese mismo día cuando pasamos a la noche estaban en el mismo lugar pero carbonizadas. Aun no sé quienes compran esos productos ni para que se utilizan… a pesar de lo asqueroso le tuvimos que sacar una foto.

Me parece haber visto una ratita...

Finalmente llegamos al parking donde reconocimos el bus que teníamos que tomar. En la tarjetita “pasaje” que teníamos estaba anotado el número que identificaba al micro. Cuando nos acercamos vimos que el chofer no estaba, algo esperable porque aún faltaba un rato para el horario de partida. Durante la espera apenas se acercaron dos pasajeras más, chinas ellas, que como era de esperar no hablaban inglés. Subieron al micro y se acomodaron con sus bultos.

Encontramos el micro!

La tranquilidad que teníamos por haber encontrado el parking y el micro se esfumó en pocos segundos cuando se nos acercó un chino que de alguna manera interpretamos que nos dijo que el micro no iba a Guillin, pero si su camioneta. Nuestra primera reacción fue desconfiar. Intentamos comunicarnos con las chinas del micro a las que les entendimos que también iban a Guillin, aumentando aún más nuestra desconfianza; el chofer del micro no aparecía y se estaba haciendo el horario de partida… Teníamos al chino persiguiéndonos y pidiéndonos el equipaje mientras aseveraba con la cabeza que los tickets eran para viajar en su coche. En medio de toda esa locura, Seba se iluminó y se acercó al puesto donde vendían las entradas al pueblo; ahí estaba la única posibilidad de encontrar alguien que hablara alguna mínima palabra de inglés. Aparentemente ambos vehículos se dirigían al mismo lugar…

Caminonetas sospechaosas

Vimos que venían dos parejas de chinos que con gran seguridad metieron su equipaje en la camioneta en cuestión. Eso sumado a lo que nos había dicho el vendedor de entradas y la falta de chofer en el bus nos hizo tomar la decisión de subir, sin tener la certeza hacia dónde íbamos y no entender qué asunto turbio había detrás. Con nosotros se completaban las 6 plazas del vehículo.

Ultima foto de Ping'an desde el parking

Apuesto que los asientos eran más cómodos y la temperatura más agradable que en el micro gracias al aire acondicionado… pero hubiese preferido viajar en el bus. Durante esas dos horas no la pasamos nada bien! Teníamos una insoportable sensación de desconfianza e incertidumbre, a lo que se sumaba una creciente intolerancia producto del permanente parloteo a viva voz en chino del resto de los ocupantes del rodado con música de fondo.
Tratamos de abstraernos lo más que pudimos de la situación tratando de prestar atención si estábamos yendo en la dirección correcta y disfrutar del paisaje. De hecho vimos varias cosas a las que no les habíamos prestado tanta atención a la ida donde toda nuestra atención estaba puesta en ver si chocábamos o no de frente con algún vehículo que venía en sentido contrario. Más allá de las pequeñas villages que sí habíamos registrado, descubrimos cultivos y varios puestos ruteros que vendían lápidas como las que habíamos cruzado en el hiking por los arrozales.

Unas dos horas después estábamos en Guillin. Lo poco que vimos nos dio la impresión de que se trataba de una ciudad mucho más grande que lo que planteaba la Lonely Planet. Los últimos kilómetros del viaje trascurrieron lentamente producto del intenso tránsito de motos y bicicletas.

Finalmente el vehículo se detuvo en una avenida cerca de la estación de tren, lugar al que teóricamente llegaba el minibús que debíamos haber tomado. Bajamos de la camioneta, sacamos nuestras valijas del baúl y nos despedimos del chofer sin tener que pagar nada extra. Afortunadamente habíamos llegado a donde queríamos sin que nos estafaran (al menos a nosotros, no sabemos que iba a hacer el chofer con nuestros tickets de bus).

El siguiente paso era encontrar la estación de micros que estaba en la zona. Tras preguntar a un par de transeúntes llegamos a una especie de estacionamiento/ parada de micros con un par de oficinas donde nos indicaron que el lugar que buscábamos estaba a un par de cuadras. Así que salimos con las valijitas a rastras esquivando gente. Cuando estábamos a punto de cruzar una de las calles vimos un micro que parecía venir de la estación con un cartel que decía “Yangshuo” en caracteres chinos… Seba que había estado memorizando esos “dibujitos” los reconoció. Ni bien nos detuvimos nos asechó una mujer que repetía "Yangshuo!! Yangshuo!!!" Dudamos, era el bus que teníamos que tomar??? Teníamos la referencia que el pasaje costaba 30 Yn por persona, y al preguntarle el precio a la mujer justamente nos escribió ese número en un papel.

A pesar de la incertidumbre y desconfianza que nos generó toda la situación tomamos el ómnibus junto a un chinito que subió sin dudarlo. Nos acomodamos en la parte trasera del con las valijas ocluyendo parcialmente el pasillo a falta de un lugar más adecuado para colocarlas. Tras girar en la avenida por la que habíamos estado caminando, el micro comenzó a parar cual colectivo recogiendo y dejando gente a lo largo de todo el recorrido. Nos habíamos tomado un micro lechero…. Nos tomó casi dos horas llegar a destino, gracias a la gran cantidad de paradas, el mal estado de la ruta que parecía tener más cráteres que la luna, y las obras de ampliación de la carretera.

Como si fuésemos chinos fuimos durante el viaje picando galletitas y trocitos de crocante de maní y semillas que habíamos comprado en Xi'an, mientras mirábamos por la ventana una extraña mezcla de urbanismo con las grandes formaciones rocosas cubiertas por vegetación características de la región de fondo.

El micro nos dejó a pocos metros de la estación norte de buses de Yangshuo. El viaje aún no había terminado… faltaban unos 4 km hacia el poblado vecino de Jima donde estaba nuestra hostería. Para este último trayecto teníamos que tomar un taxi. El primer taxista que abordamos nos pidió 120 Yn lo que era un precio exorbitante para la corta distancia a recorrer. Al ver que no agarramos viaje el precio comenzó a bajar. Rechazamos su oferta y seguimos caminando hacia el siguiente taxi con el primer tachero siguiéndonos e influenciando la respuesta que nos dieron los subsiguientes colegas… en ese recorrido de regateo habíamos llegado a 50 Yn. Seguimos caminando dejándolos a todos atrás, y siguimos la negociación con otro taxista que estaba en la siguiente cuadra. Calculadora de por medio llegamos 45 Yn. A simple vista parece haber sido un buen negocio, pero no lo fue… podríamos haber seguido hasta llegar a los 30 Yn que era el costo del viaje como descubrimos posteriormente. Pero cuando uno está con valijas y depende 100% de estos individuos el poder de negociación no es el mismo que en otra situación…

En menos de 15 minutos ya estábamos en Jima, más precisamente en la dirección que teníamos del Hotel Yangshuo Outside Inn. Travesía mediante habíamos llegado a destino!!!