sábado, 28 de julio de 2018

Puerto Iguazú, la ciudad detrás de las Cataratas

By Sole

21  de Mayo 2017

Habiendo agotado las provisiones nos fuimos a desayunar al “Árbol Real”, la confitería de referencia durante la estadía en Puerto Iguazú. Nos autoagasajamos con un par de cafés con leche, facturas y “chipitas” (nombre local para los chipás).

Entre la lluvia y cansancio de los días previos apenas habíamos recorrido las calles comerciales de la ciudad. El par de horas que teníamos antes del vuelo eran la última chance de hacerlo, así que sin importar la garúa nos fuimos a caminar. Aunque eran casi las 9 de la mañana las calles eran un páramo. Las pocas personas que cruzamos estaban en las inmediaciones de la iglesia; parecía que la única razón para salir de la cama esa desapacible mañana de domingo era cumplir con Dios.


La ciudad aún dormida

La única madrugadora: la iglesia
Como no teníamos pensado ir a misa, pasamos de largo la iglesia y giramos a la derecha bajando por una calle zigzagueante que conducía a la costanera. Descubrimos de camino el edificio de la Intendencia del parque diseñado por el mismísimo Bustillo; lejos de las características obras edilicias de este arquitecto en la Patagonia que combinan piedras, madera y techos a dos aguas de lajas negras, este nos recordó al cabildo de Buenos Aires por los arcos, la recova y el aljibe.

Intendencia del Parque Nacional Iguazú

Dejando de lado que los días de lluvia todo suele verse más lúgubre, viendo la costanera con la mayor objetividad posible nos llamó la atención el deterioro de los juegos de plaza infantiles, y de algunas barandas… habiendo pasado muy poco tiempo atrás la temporada alta de verano hubiésemos esperado que estuvieran más cuidados. Sacando ese detalle, de haber estado lindo seguramente nos hubiésemos sentado a tomar unos mates en uno de los tantos bancos que había.

La costanera

Al final del recorrido encontramos el “Hito 3 fronteras” desde donde se veían las tierras brasileras río Iguazú (de un tinte marrón anaranjado) de por medio, y Paraguay del otro lado del río Paraná (con aguas más oscuras). Era muy llamativa la confluencia de los dos ríos de distinta tonalidad y con sedimentos de diferente densidad que hacía que se dibujaran grandes gotas como cuando se intenta mezclar agua con aceite.

A la derecha Brasil (donde está la caseta), a la izquierda Paraguay

Paraguay
Del lado argentino había una explanada con bancos y un monolito pintado con los colores de la bandera nacional. Por lo que leímos, las noches sin lluvia (no nos tocó ninguna) había un show de luces y aguas danzantes. Debe ser un lindo espectáculo en verano cuando se pone el sol y comienza a soplar la brisa. En las inmediaciones, y aguardando la parada obligatoria de los micros de turistas, estaban los infaltables puestos de “artesanías en serie”.

Hito Tres Fronteras

Souvenirs
Tomamos las fotos de rigor y volvimos por la avenida 3 Fronteras hasta desembocar nuevamente en la iglesia, y de ahí hacia el departamento donde nos esperaba el remisses” (es una de las palabras que más varía en cada localidad del país) para ir hacia el aeropuerto. El simpático chofer, como si fuese un excelente artista de stand upnos entretuvo con su monólogo durante todo el trayecto, incluyendo en su repertorio sus fascinantes encuentros con el famoso puma que merodeaba por las cataratas y con un yaguareté -“el tigre” que le mostró las uñas-.

La niebla de la zona puso por un rato en dudas el horario de despegue, pero terminamos viajando sin problemas. Lo más lindo del vuelo fueron los minutos previos al aterrizada en el que sobrevolamos la ciudad de Buenos Aires y alrededores en medio de un cielo completamente despejado.

sábado, 21 de julio de 2018

Día libre en las Cataratas!!!

By Sole

20 Mayo 2017

Al mirar por la ventana constatamos que el cielo estaba nublado, con ese aspecto tan característico que precede a la lluvia. Sin mucho apuro desayunamos y nos fuimos a tomar el bus hacia las cataratas; el plan de esa jornada era volver a recorrer parte del parque sin apuro y sentarnos a tomar mate cuando tuviéramos ganas.

En primera instancia enfilamos hacia el Sendero Verde terminando en la entrada del Circuito Superior, mejor dicho, en la salida porque en un acto de completa rebeldía -y aprovechando que no había gente- decidimos recorrerlo en el sentido contrario al que estaba estipulado.

No habíamos puesto siquiera un pie en la senda que comenzó a garuar! Las chances de lluvia eran tan altas que las gotas no nos sorprendieron. Nos pusimos las capas de lluvia cubriendo parte del cuerpo y las mochilas, y emprendimos la caminata prestando mucha atención a cada paso que dábamos; el piso de la pasarela era metálico y sumamente resbaladizo.

Luego de avanzar unos metros sobre el lecho del río notamos que estaba más movido que el día previo, tuvimos la sensación de que el caudal era mayor. Cuando llegamos al Salto San Martín comprobamos que efectivamente había más agua que caía furiosamente.El paseo del día prometía ser diferente al que habíamos hecho 24 horas atrás.
A contracorriente continuamos hacia el Mbiguá, Bernabé Méndez, Adán, Eva, Ramírez y Bossetti; sobre todo en este último la diferencia era más que evidente. ¿Se debería a la lluvia o habrían abierto la compuerta de alguna represa río arriba? Según "Mr Google", en la actualidad el principal factor que determina el caudal de las cataratas son las represas que hay en Brasil.

Agua al por mayor!

Cuando estábamos concluyendo el Circuito Superior para empalmar con el Inferior nos cruzamos con  algunos coatíes que nos ignoraron completamente; me gustó esa actitud más salvaje.



Al mirar hacia la isla San Martín notamos con algo de sorpresa que la playita donde habíamos desembarcado el día previo había desaparecido, y el agua llegaba directamente a la escalera. De más está decir que el cruce estaba suspendido.

La imagen de los saltos se asemejaba un poco más a la de un gran abanico de agua como se suele ver en las panorámicas de las publicidades: cataratas en todo su esplendor. La cantidad de agua en el Bossetti era impresionante, era literalmente una ducha!!!



Recorrimos unos metros del camino que conectaba el Circuito Inferior con el embarcadero a Isla San Martín, uno de los mejores lugares sacar lindas fotos panorámicas, y seguimos viaje hacia el Salto Chico que de ser apenas un “hilo” de agua se había convertido en una caída de agua que justificaba su nombre de “Salto”.

Terminamos tomando unos mates frente al salto Dos hermanas. Las cascadas tenían más agua, y los vencejos brillaban por su ausencia. La naturaleza ofrece una experiencia única e irrepetible con imágenes que cambian minuto a minuto.



La garúa se había intensificado transformándose en una llovizna de las que requieren paraguas para no terminar empapado; en estas circunstancias descartamos la visita a la Garganta del Diablo ya que era una senda completamente abierta sin ningún tipo de protección contra las inclemencias climáticas. Protegiéndonos del agua fuimos al centro de visitantes del viejo hotel Cataratas, encontrándonos con una exposición muy interesante; de hecho, nos gustó más que el centro de visitantes. En un mix de infografías y vitrinas con objetos antiguos, nos informamos sobre la historia de la zona, la planificación y construcción del parque y el viejo hotel, etc. La foto que más nos llamó la atención fue la de las “cataratas” durante la sequía de 1978 en la que se las ve completamente secas!!!




Como había parado de llover, fuimos hasta la entrada del sendero Macuco viendo que el cartel de “CERRADO”.  Con nuestra característica imposibilidad de quedarnos quietos tomamos una vez más el sendero verde, pero al llegar a las vías del tren en lugar de girar a la derecha lo hicimos hacia la izquierda, caminando derecho hasta encontrar la salida hacia la ruta. “Mr mapa” tenía todo estudiado, conocía ese desvío y que el Macuco era atravesado por la ruta…

Luego de caminar unos metros por el costado de la ruta, efectivamente encontramos el inicio del sendero. La barrera que estaba junto al cartel de entrada estaba abierta. Ya no había nada que detuviera al intrépido corzo. 



Poniendo un pie en la tierra colorada, “vamos a caminar unos metros” sugirió Seba, y así iniciamos la caminata por la selva misionera. La senda discurría entre árboles con un sotobosque muy rico en diferentes especies vegetales que reflejaban la humedad y temperaturas habituales de la zona. En general el camino estaba bien, con apenas algunos sectores aislados en los que el terreno estaba más blando, llegando a formar en algunos casos pequeños charcos.



En medio de una mezcla de sensaciones encontradas, que incluía cierto temor por estar en un lugar "no habilitado", caminamos durante 30 minutos viendo apenas uno de los varios postes con número que teóricamente había en el trayecto. Los carteles informativos que mencionaba el folleto estaban ausentes… Si bien habían capturado y trasladado al puma que merodeaba por la zona un par de semanas antes, dudo que luego de eso hubiese sido abierto al público. Para nuestra tranquilidad, o al menos la mía, no nos cruzamos con ningún felino, y los únicos signos de vida animal fueron 2 grandes hormigas de un centímetro y medio. Nos hubiese gustado cruzarnos con algún pájaro o mono de los que suelen ser vistos ahí según los relatos habíamos leído antes de ir.

Cuando encontramos un gran charco que tapaba la senda dimos media vuelta; apuesto que podríamos haber pasado con cuidado por el costado, pero no íbamos a arriesgarnos a meter la zapatilla en medio del agua. Volvimos sobre nuestros pasos encontrando la salida 25 minutos después. Con esto dimos por terminadas las “exploraciones” por el parque, tomando por enésima vez el sendero verde para ir hacia la salida, y regresar al pueblo.

Un rato antes de las 5 de la tarde ya estábamos de en Puerto Iguazú listos para merendar y ver a dónde íbamos a cenar, siguiendo la tradición de ir salir a comer a fuera la última noche de las vacaciones. Luego de una exhaustiva investigación en tripadvisor nos decidimos por "La Dama Juana”. A pesar de que siempre evitamos ir a lugares con show, la presencia de un músico con su arpa paraguaya nos pareció un detalle interesante que contribuía positivamente a crear un ambiente especial. Mientras esperábamos el pedido disfrutamos de un amplio repertorio que incluyó boleros, tangos y folklore entre otros géneros. Esta deliciosa cena fue un gran cierre para la visita a Iguazú.

Ya sin lluvia volvimos al departamento a dormir.

Tips:
  • Visitar el centro de visitantes del viejo hotel Cataratas dentro del Parque Nacional Iguazú. La muestra de objetos e infografías es muy interesante, y al ser techada es un buen respiro del sol o la lluvia. Ver todo en detalle puede tomar unos 30 minutos.
  • Probar especialidades de la zona: puré de mandioca y sopa paraguaya. En "La Dama Juana" los ofrecen como guarniciones, son deliciosos!


sábado, 14 de julio de 2018

Las maravillosas Cataratas del Iguazú (parte II)

By Sole

Continuando con el recorrido por el Parque Nacional Iguazú...

Siendo las 11 de la mañana, habilitaron la bajada hacia el embarcadero del que partía la lancha hacia la isla San Martín.

Con cuidado fuimos bajando las escaleras de piedra que se encontraban mojadas. Avanzamos unos cuantos metros hasta llegar al desvío hacia el improvisado muelle. Nos pusieron los chalecos salvavidas y unos minutos después partimos junto a otra pareja hacia la isla; no parecía haber mucha gente interesada en actividades que se promocionaban como de “alta dificultad” y no recomendadas para niños pequeños ni personas de edad avanzada por la gran cantidad de escalinatas.




El cruce resultó mucho más rápido de lo esperado, en un abrir y cerrar de ojos estábamos desembarcando en una pequeña playa de arena. En la línea donde comenzaba la espesa vegetación divisamos el inicio del sendero, una escalera que iba ascendiendo siguiendo la pendiente natural del islote.



Sumado a lo resbaladizas que pueden ser las piedras mojadas había una capa de verdín que puso en varias oportunidades en juego todos nuestros reflejos, que no siempre fueron del todo efectivos; en dos oportunidades el señor terminó desparramado de forma poco elegante en el suelo. Las que no parecían tener problemas con las características del piso eran las lagartijas que corrían rápidamente a esconderse al costado del camino escapando de la suela de las zapatillas.



Comenzamos con el circuito circular de 500 metros que recorría casi toda la isla. Nos encontramos al principio con un sector selva misionera, tan húmeda y frondosa como la del resto del parque. Disfrutamos mucho del silencio del lugar que apenas fue interrumpido por el canto de algún pájaro; en un par de oportunidades nos sobresaltamos por el ruido que generaban estas aves cuando se escabullían entre la vegetación más baja. Respirábamos aliviados cuando comprobábamos el origen del sonido; no teníamos deseos de hacer contacto directo con roedores u otro tipo de alimañas del sotobosque.




Lo más impresionante vino cuando recorrimos la pasarela que se desprendía como un apéndice de aquel trayecto en forma de círculo. Dejamos atrás la espesura y nos adentramos en una zona de escasa vegetación parcheada con grandes charcas en las que nos entretuvimos buscando caracoles y pequeños peces. En realidad, la búsqueda de vida acuática tuvo lugar cuando caminamos la senda de regreso; a la ida estábamos hipnotizados con una de las vistas más impresionantes que tiene el parque de las cataratas. Es muy difícil describir lo que se siente al estar frente a semejante cantidad de agua cayendo desenfrenadamente. Ahí nos damos cuenta de lo pequeños que somos en este mundo, y lo afortunados de poder ver esas maravillas naturales que aún no han sido arrasadas por el hombre; lamentablemente no puedo decir “que no han sido modificadas por el hombre” ya que actualmente el caudal depende de la apertura o cierre de compuertas de represas río arriba.




La vista del Salto San Martín y Mbiguá no tiene precio, sin dudas lo más espectacular que habíamos visto en las últimas 24 horas. En ese momento la premisa de que el lado brasilero tiene mejor vista de las cataratas argentinas que el propio lado argentino quedó totalmente refutada. Después de haber visitado todo el parque podemos afirmar que es uno de los mejores miradores, y que vale la pena el esfuerzo que requiere subir cada escalón para llegar ahí.




Muy contentos por haber tenido la suerte de poder visitar ese sector del parque, volvimos a la playita y tomamos la lancha de regreso. Ya en tierra firma recorrimos los metros finales del Circuito Inferior encontrándonos de camino con un tucán grande en lo alto de un árbol. No podíamos pedir nada más por ese día!!!



Cuando pasamos por el área de quioscos y fast foods pudimos ver como un grupo de coatíes asediaban a los comensales; hay que tener mucho cuidado porque están muy entrenados en el robo de comida! Estos atrevidos animales estaban demasiado acostumbrados al contacto con los seres humanos y a conseguir alimentos fácilmente, algo que no debería pasar en un parque nacional… esperemos que todos los carteles que desalentaban arrojarles alimentos y la presencia de tachos de basura a los que no puedan acceder logre cambiar esta situación en el futuro.

No fueron estos justamente los habitantes del parque que más llamaron nuestra atención, sino que fueron las urracas. Si bien el nombre parece muy común, ellas no pasan desapercibidas con su pecho color manteca, el plumaje del resto del cuerpo negro-azulado, y una especie de ceja gruesa celeste. Muy llamativas e inquietas… imposible que posaran para una foto!!!

A medida que habían ido avanzando las horas se había incrementado la cantidad de visitantes, incluyendo varios tours. El horario de soledad había concluido, así que nos hicimos de paciencia y continuamos con el Circuito Superior, un camino de 1750 metros que justamente recorría la parte superior de las cataratas, en el mismísimo lugar donde se formaban. Sonaba prometedor!!!



Comenzamos con el salto Dos hermanas (el mismo frente al cual habíamos estado tomando mate a la mañana) constatando que la vista era muy limitada, a tal punto que ni siquiera valió la pena sacarle una foto. Siguieron los saltos Chico, Bosetti, Eva y Adán, la pasarela pasaba justo por encima del flujo de agua que se disponía a caer. A continuación, pasamos por el salto Guardaparques Bernabé Mendez (el pobre murió a mano de cazadores furtivos en la zona), Mbiguá y el San Martín, la gran estrella por su caudal de agua.







Tras pasar por esta última y majestuosa cascada, el camino cambiaba de dirección y discurría entre la selva y lengüetas del río del que se originaban los saltos que acabábamos de ver. Extrañamente esta fue la parte que más me gustó del circuito, tuve la sensación de estar en medio de una foresta tropical, bien húmeda con árboles, lianas, agua… sólo falto que cruzáramos algunos monos (la chance estaba, pero no tuvimos suerte).



Terminamos desembocando en la Estación Cataratas. Sólo nos quedaba por ver la Garganta del Diablo cuya senda comenzaba a 2 km de ahí. En lugar de tomar el tren que conducía al inicio de la pasarela decidimos ir caminando por un sendero vehicular/ peatonal que corría paralelo a las vías. Al menos en ese momento éramos los únicos caminantes por esos lares… estábamos otra vez en la nuestra!!!



Mientras disfrutábamos del silencio y soledad (sólo fueron brevemente interrumpidos por un tren y una camioneta que pasaron a nuestro lado), nos llamó la atención el canto de un pájaro. Enseguida hicimos un escaneo visual de los alrededores confirmando nuestras sospechas: una pareja de tucanes!!! Qué porte y qué colores!!!

Estábamos tan entretenidos que el tiempo pasó volando. La estación de tren, a la derecha, fue el anuncio de que habíamos llegado a destino. A pocos metros de ahí partía el sendero Garganta del Diablo, conformado por unos 1100 metros de pasarelas metálicas sobre el lecho del río. Mientras caminábamos notamos los vestigios del viejo entablado de madera destruido por algún temporal. Al verlo, no pudimos evitar pensar cómo lo habrían construido, considerando las dificultades para trabajar en ese lugar.



La Garganta del Diablo es la primera y la más grande de las cascadas del río Iguazú. No en vano tiene una pasarela propia!!! Cuando llegamos al mirador quedamos cautivados por el gran caudal de agua que caía incesantemente; quedamos varios minutos mirando fijamente esa escena. Con cuidado sacamos los celulares y tomamos algunas fotos; era una zona de gran humedad con miles de gotitas en suspensión en el aire. Como quien no quiere despedirse, dimos media vuelta y emprendimos el regreso.



A pocos metros de reiniciar la caminata notamos el movimiento un pez a poca distancia de la pasarela… habiendo visto un rato antes un cartel con las especies locales dijimos al unísono: “un moncholo???”. Con sus largos bigotes iba nadando tranquilamente como si desconociera que a pocos metros había una tremenda catarata!!! Lo más curioso de todo fue que mientras estábamos sacándole una foto apareció un grupo de orientales que enseguida sacaron sus cámaras mientras que con gran sorpresa y excitación exclamaban “GUAUUU”, sonido que fue repetido un par de veces alentado por un par de “GUAUUU” del propio Seba.

En medio de los chinos y el moncholo comenzó a chispear, chispeo que progresivamente fue aumentando de intensidad terminando en una franca lluvia cuando estábamos en el tren rumbo a la estación principal.



Cuando descendimos del ferrocarril digno de un parque de Disney, enfilamos hacia la entrada bajo la lluvia que no parecía tener intención de parar. De camino hicimos una parada en el centro de visitantes “Yvyráretá” donde nos resguardamos un rato del agua y vimos las infografías de la fauna local, los primeros habitantes, las misiones jesuíticas y los inmigrantes. En este caso la expectativa nos jugó en contra. Habíamos leído críticas muy buenas del centro de visitante, y teniendo el dato que tomaba al menos 30 minutos recorrerlo, nos habíamos hecho la idea de que era una muestra más grande y con otro tipo de material didáctico más allá de los grandes paneles de información.

En el mismo lugar donde habíamos bajado del micro a la mañana fuimos a tomar el que nos iba a regresar a la ciudad. Teníamos muchas ganas de volver al departamento a tomar unos mates calentitos con chipas.

Datos útiles (Mayo 2017):
  • Si van volver a visitar el parque, ni bien salen tienen que pasar por las ventanillas para que les pongan un sello en el ticket usado. De esa manera, presentándolo al día siguiente tienen asegurado un 50% de descuento en la entrada del segundo día.

sábado, 7 de julio de 2018

Las maravillosas Cataratas del Iguazú!!! (parte I)

By Sole

19 Mayo 2017

Durante la noche escuchamos el ruido de la lluvia que parecía ser bastante intensa. Cuando nos levantamos comprobamos que nuestros deseos se habían hecho realidad: había dejado de llover!!!

Ese día teníamos planificado visitar el Parque Nacional Iguazú, o sea, el lado argentino de las cataratas. Preparamos las mochilas y enfilamos hacia la terminal. Luego de unos 30 minutos de viaje estábamos bajando del micro, justo frente a las boleterías del parque.

A pocos metros de la entrada, hacia la derecha, estaba el centro de visitantes donde nos entregaron un mapa con los posibles recorridos. En ese momento, nos enteramos con gran decepción que el sendero Macuco se encontraba cerrado por tener sectores anegados y ramas caídas por las lluvias de los últimos días.

Voy a detenerme acá para contarles de qué se trata ese sendero y cuáles eran nuestras alternativas. Hay gente, como nosotros, que cuando planifica visitar un parque nacional lo primero que hace es fijarse si hay sendas y sus características. A pesar de su vasta extensión, este parque no ofrece demasiadas opciones para los amantes del hiking, salvo los 7 km en los que el Macuco se abre entre la selva. Durante varios meses había estado cerrado por la presencia de un puma en la zona, pero como el animal había sido capturado asumimos que todo había vuelto a la normalidad… 

Descartado el Macuco, íbamos a repartir el día en las tres atracciones principales del parque:

  • “Circuito Inferior” con vistas de las grandes caídas de agua desde abajo;
  • “Circuito Superior” con pasarelas que discurren por arriba, en la mismísima formación de los saltos, y
  • “Garganta del Diablo”, un salto tan espectacular que es una atracción en sí mismo.

Como bonus, no siempre incluido en los recurridos más populares, están los miradores de la isla San Martin a la que se accede tras un corto trayecto en lancha; por lo que habíamos leído había muchas variables que condicionaban el cruce.



Con el mapa en la mano, continuamos adelante encontrándonos con un área comercial donde nos sorprendió la presencia de un Freddo y un café Havanna; siendo las 9 de la mañana, al igual que locales vecinos de souvenirs, no habían abierto aún.

Seguimos unos metros más hallando a nuestra derecha el inicio del “Sendero Verde”, un camino de 600 metros que comunicaba con la plazoleta donde se iniciaban los circuitos Inferior y Superior. La otra opción para llegar ahí era tomar el trencito del parque; si hubiésemos seguido caminando derecho hubiésemos chocado con la estación de donde partían las formaciones cada 30 minutos.



Con las ganas que teníamos de caminar, no hace falta aclarar que optamos por elegir el camino de suelo de baldosones y alisado de cemento, apto todo público, que discurría entre un pequeño esbozo de selva misionera. La exuberante vegetación, que incluía un par de variedad de helechos, y la humedad ambiente que se sentía en la piel nos hicieron acordar a algunas sendas que habíamos recorrido meses atrás en Nueva Zelanda. A pesar de estar con todos los sentidos alertas, apenas identificamos el croar de unas ranas que no logramos ver. Estábamos tan absortos en la búsqueda que cuando nos quisimos dar cuenta ya habíamos llegado a las vías del tren, frente a la Estación Cataratas.

Sendero Verde

Como si estuviéramos sumergidos en un “Elige tu propia aventura” se nos presentaron dos opciones “ir a Circuito Inferior” vs “ir a Circuito Superior”. Decidimos comenzar por el inferior, sólo porque se nos antojó, sin ninguna razón en particular. Fuimos siguiendo una serie de carteles hasta encontrar la entrada que estaba a unos 600 metros de la plazoleta, a corta distancia de una simpática torre tanque con aspecto de faro.

Estación Cataratas. A dónde vamos?

La curiosa torre tanque

A pocos metros de ingresar en la sucesión de pasarelas que conforman un circuito circular de 1400 metros notamos que el suelo estaba mojado, a pesar de que en ese momento no llovía. Había que caminar con mucho cuidado para no caer, sobre todo en los sectores donde el piso estaba conformado por un enrejado metálico.

Cuidado!!!

Iniciamos el recorrido por el interior de la verde y exuberante selva misionera. En modo “game drive” fuimos avanzando lentamente, prestando atención a todos los estímulos visuales y auditivos, buscando animales o sus indicios. Con el día feo parecía que todos aún estaban acovachados en sus guaridas sin intención de interactuar con el mundo.



Tras atravesar la espesura, nos encontramos con las primeras cascadas: los saltos Lanusse y Alvar Nuñez. Habiendo visto el día previo las cataratas desde Brasil, no nos causaron gran impresión. Tuvimos la sensación de que no estaban en su momento de mayor esplendor; las “huellas” producto de la erosión hídrica en las piedras de los alrededores hacían suponer un caudal de agua mucho mayor al que estábamos presenciando. De todas maneras, les sacamos sus merecidas fotos, y seguimos adelante.

Salto Alvar Nuñez

De haber sido un teatro, podrían decir que terminamos frente a frente al gran escenario donde las cataratas eran las protagonistas estelares. Un par de miradores, marcaban la ubicación ideal para sacar las mejores fotos panorámicas. Tomamos la sugerencia de los que saben y aquí tienen las pruebas!

Impresionante, no???

Río mediante identificamos la Isla San Martín. La curiosidad y ese lado aventurero que todos tenemos dormido rápidamente se despertaron. Qué ganas de explorar ese lugar!!! En ese momento parecía estar deshabitada, tampoco se veía circulación de lanchas en las inmediaciones…



Lo que sí tenía vida, y mucha era el cielo!!! Una bandada de pájaros negros con aspecto de buitres revoloteaba en lo alto de las cascadas. Parecían estar sincronizados, ejecutando una coreografía aérea. Viendo los detalles de la fauna del lugar confirmamos que se trataban de jotes negros o buitres negros americanos. Mirándolos cada tanto de reojo, continuamos caminando.

Jotes negros

Habiendo fichado el próximo destino seguimos avanzando por la pasarela hasta llegar al punto más impactante del recorrido: el mirador del Salto Bossetti. Este entarimado circular estaba tan cerca de la cascada que casi se podía tocar el agua! De hecho, luego de estar unos minutos comenzamos a mojarnos con las gotas que el viento desviaba hacia nosotros. Tuvimos la suerte de compartir semejante espectáculo apenas con un par de personas (no había noticias de las hordas de turistas) por lo que pudimos tomarnos todo el tiempo que quisimos para mirar y posar para las fotitos que pueden apreciar acá.

Salto Bossetti

De un momento a otro, algunas nubes se disiparon y por primera vez pudimos ver unos manchones de cielo celeste con unos tímidos rayos de sol; algo totalmente inesperado y fuera de todo pronóstico. Para hacer el momento más idílico, apareció un arcoíris producto del reflejo del sol sobre las pequeñas partículas de agua en suspensión en la parte inferior de la caída de agua. Una belleza!!!

Siendo el mirador el extremo de un cul-de-sac (tengo cero francés pero se me vino a la cabeza esta palabra cuando pensé en este lugar), o fondo de saco, tuvimos que volver sobre nuestros pasos para retomar el circuito. Cuando pasamos por el desvío que conducía al embarcadero para cruzar a la isla notamos que estaba cerrado. No sabíamos si se debía al tiempo feo u otra razón en particular. Qué lástima!!! Decidimos seguir caminando hacia el Salto Dos Hermanas y regresar más tarde.

Por alguna razón, a pesar de que habían pasado más de 20 años, Seba tenía muy bien guardado en su memoria el recuerdo del Salto Dos Hermanas donde se había dado un chapuzón. Habiendo escuchado varias veces el relato, tenía que ir a conocer esa cascada… y hacia ahí fuimos!!!

Nos alejamos del río y volvimos a meternos en la selva. Previo desvío al Salto Chico, sin dudas el nombre hacía honor a su tamaño, encontramos las dos cascadas cuyas aguas confluían en una especie de lagunita. El tiempo había pasado y los chapuzones ya no estaban permitidos; de hecho había una pequeña reja delimitando el lugar y un cartel que prohibía el ingreso al agua.

Salto Dos Hermanas

Completando el espectáculo identificamos una bandada de pájaros que revoloteaba entre las mini cataratas que teníamos enfrente. Se trataba de los vencejos de cascada o acróbatas del aire, fue fácil identificarlos tras haberlos visto un tiempo atrás en un documental y haber leído una infografía que los describía a la perfección como “excelentes voladores, pasan gran parte del día en el aire, pero anidan y duermen en los paredones de basalto, aún detrás de las cortinas de agua”. Quedamos casi hipnotizados viendo como todo el grupo revoloteaba entre las grandes caídas de agua, a las que atravesaban de lado a lado como si fuesen un holograma.

Justo frente a este salto encontramos unos bancos, justo lo que necesitábamos para sentarnos a tomar unos mates y picar algo disfrutando el espectáculo que nos regalaba la naturaleza.

Concluido el descanso, en lugar de seguir hacia el final del circuito, decidimos regresar hacia el desvío a la isla San Martín. Nos encontramos con un par de personas que estaban ahí esperando; tenían la data que a las 11 de la mañana comenzaba el cruce de lanchas. Como apenas faltaban 5 minutos para esa hora nos unimos al grupo, y efectivamente tras una corta espera llegaron un par de empleados del parque habilitando la bajada hacia el embarcadero.

Allá vamossss!!!

Con cuidado fuimos bajando las escaleras de piedra que se encontraban mojadas. Avanzamos unos cuantos metros hasta llegar al desvío hacia el improvisado muelle del que partía la lancha. Nos pusieron los chalecos salvavidas y unos minutos después partimos junto a otra pareja hacia la isla; no parecía haber mucha gente interesada en actividades que se promocionaban como de “alta dificultad” y no recomendadas para niños pequeños ni personas de edad avanzada por la gran cantidad de escalinatas.



El cruce resultó mucho más rápido de lo esperado, en un abrir y cerrar de ojos estábamos desembarcando en una pequeña playa de arena.


Datos útiles (Información de Mayo 2017):
  • Para ir a las Cataratas desde Puerto Iguazú: Desde la terminal de ómnibus la empresa Río Uruguay tiene servicios que parten cada de 20 minutos (durante el día). Los pasajes nos costaron $150 ida y vuelta por cabeza, solo cash. 
Horarios bus a Cataratas lado argentino
  • Parque Nacional Iguazú: Para acreditar nacionalidad y pagar la tarifa diferencial para argentinos ($260 cada uno) tuvimos que presentar el DNI. Había una tarifa menor para residentes de Puerto Iguazú y Misiones, y otra mayor para extranjeros. La gran crítica: sólo aceptaban efectivo

Tip:
  • Ir hasta la Estación Cataratas por el "Sendero Verde" en lugar de tomar el tren. Es un trayecto corto, sin dificultad, y muy lindo. 
  • Hacer un descanso en los bancos frente al Salto Dos Hermanas. En las inmediaciones también hay tachos de basura y hasta una canilla con agua potable.