sábado, 30 de junio de 2018

As maravilhosas Cataratas do Iguaçu!

By Sole

Jueves 18 de Mayo 2017 (continuación)

Siendo las 12 del mediodía y bajo un chaparrón, cruzamos a la terminal de buses para tomar el micro hacia las Cataratas del lado brasilero.
Compramos los pasajes de ida y vuelta en la empresa “Crucero del Norte” ($80 ida y vuelta cada uno), y esperamos hasta el siguiente micro que partía 12:20 horas.




Un jueves con lluvia no parecía ser un día muy tentador para ir a las cataratas… resultamos ser los únicos 2 pasajeros del micro. Cuando el reloj marcó la hora de partida, el chofer, con el infaltable termo y mate en un costado, puso el vehículo en marcha y arrancó. Tras recorrer algunas cuadras abandonamos la zona “urbana” y pocos minutos después estábamos haciendo migraciones en el límite Argentina- Brasil. Bajamos los 3 con DNI en mano para hacer el trámite que no nos tomó más de 1 minuto, y regresamos raudamente al micro, ingresando oficialmente a Brasil luego de cruzar el río Iguazú .

Unos 25 minutos después de haber partido llegamos al estacionamiento del “Parque Nacional do Iguaçu”. El día seguía feo pero ya no llovía. Aunque el lugar estaba prácticamente vacío, a juzgar por la cantidad de boleterías y máquinas expendedoras de tickets autoservicio debe ser un lugar con mucho aflujo de turistas.




Fuimos directamente a las ventanillas donde tuvimos que presentar el DNI para constatar "origen Mercosur" y poder acceder a una tarifa levemente menor a la general (R 51,30 cada uno). No hacía falta tener Reales para pagar ya que aceptaban tarjeta de crédito.

Cuando vi las fajas organizadoras de filas y el gran gift shop tuve la sensación de estar en una atracción de Disneyworld. Desde la entrada partía un micro que terminaba en las Cataratas propiamente dichas; en el camino hacía algunas paradas intermedias para acceder a senderos donde, pago de un extra mediante, se podía hacer diferentes actividades (caminata, paseo en jeep por la selva, kayak).


La solitaria espera del bus 

Justo a las 13 horas tomamos el micro que partía cada 10 minutos; cuatro personas más completaban el pasaje. Paramos en Trilha do Poço Preto y Macuco Safari, donde no subió ni bajó nadie; todos descendimos en Trihla das Cataratas. El micro continuó vacío rumbo Espaço Porto Canoas, la última parada.


Mapa del parque
Tras caminar apenas unos pocos metros ya nos encontramos con la primera imagen de las cataratas. Con la emoción inicial sacamos el selfie stick con tanta mala suerte que nuestra primera foto coincidió con las primeras gotas de un chaparrón. Nos sentimos tan desgraciados como la Pantera Rosa con una nube personal en la cabeza... Rápidamente guardamos los electrónicos y nos pusimos las poco discretas capas de lluvia con el logo de “Universal Studios” que nos habían prestado previendo la lluvia de esos días.






Puedo asegurarles que el inicio del camino, un sector que se encontraba pintado de verde, era sumamente resbaladizo al mojarse; el raspón que me llevé en la rodilla es la prueba de lo que sucede cuando uno no está prevenido de esta situación… Luego de ese aterrizaje fuimos caminando con mucho cuidado, encontrándonos con una senda de material, de casi unos 1200 metros de extensión, parcialmente cubierta por una frondosa vegetación que nos protegió del chaparrón.

Con el día tan feo ni siquiera estaban los coatíes; apenas cruzamos 3 o 4 que rápidamente se escabulleron entre las plantas. Voy a detenerme un momentito para hacer un comentario sobre estos pequeños mamíferos que parecen estar demasiado acostumbrados al contacto con los humanos, y podrían no ser tan dulces e inofensivos como aparentan (sobre todo cuando no se respetan ciertos límites). Vimos varios carteles que anunciaban la prohibición de alimentarlos y exponían los riegos tanto para el ser humano (mordidas, rasguños, contagio de rabia) así como también para los animales (obesidad por la mala alimentación) y el ecosistema (los alimentos que les da el hombre desplazan a pequeños roedores, insectos y ofidios de su dieta).

Volviendo a la senda que estábamos recorriendo, cada tantos metros había miradores con lindas vistas de algunos saltos ubicados del lado argentino. Al no ser el punto de mayor atracción del parque el público era escaso y resultaban ideales para tomar fotos sin que se interpusiera ninguna persona. Lo negativo? La falta de carteles que indicaran que salto estábamos viendo del otro lado del río.




Cuando nos acercamos a los últimos metros del camino el mismo se adentra en la parte superior de una catarata y se transforma en una pasarela metálica. Sin dudas este fue el lugar más espectacular de toda la visita, me sentí minúscula entre tantos galones de agua corriendo incesantemente por todos lados. La vista, que incluía dos cascadas del lado brasilero y la Garganta del Diablo con sus 90 metros de altura, era insuperable.


Pasarela en medio de las cataratas

Si bien en ese momento no llovía, la cercanía a las caídas de agua hacía que las pasarelas estuvieran inmersas en una gran nube de pequeñas gotitas en suspensión que mojaban tanto como si estuviera garuando. Si quieren disfrutar de un espectáculo único sin mojarse las capas de lluvia son muy recomendables (ni hablar si van con chicos!!!).




Como era de esperar ese sector del parque concentraba la mayor cantidad de turistas. Más allá de acceder caminando por el sendero, se podía llegar directamente bajando del micro en Porto Canoas y tomando un ascensor… apto para todo tipo de público.




Con nuestra característica reticencia a utilizar cualquier medio de elevación cuando existe la posibilidad de hacerlo caminando, retrocedimos algunos metros por el mismo camino que nos había conducido hacia ahí hasta encontrar el desvío hacia Puerto Canoas, y suave cuesta arriba de por medio llegamos al mirador desde donde partía el ascensor. Desde ahí tuvimos una interesante vista con una perspectiva diferente de los saltos.




Esquivamos un pequeño grupito de coatíes que estaban en las inmediaciones de un kiosco (una cantidad mínima comparado con mi recuerdo del viaje anterior donde los intrépidos animales se colgaban de las carteras de las damas buscando comida) y recorrimos los metros que nos separaban de un local de souvenirs, del sector de fast foods y del restaurante donde sin mucho esfuerzo pude imaginar a los contingentes de turistas bulliciosos devorando los grandes platos rebosantes de comida típicos de los tenedores libres.

Como no íbamos a llegar a tomar el bus que volvía a Puerto Iguazú a las 14:50, bajamos un poco el ritmo, y aprovechamos para descansar un rato mientras comíamos una barra de semillas (próximamente vamos a salir volando si seguimos con este tipo de alimentación!) sentados en un de las mesas de uso público que había en una terracita que ofrecía una interesante vista de los alrededores.


La quietud de las aguas antes de la turbulenta caída

Luego de un rato tomamos el bus interno hacia la Estación Centro de Visitantes, la de la entrada, y como nos seguía sobrando tiempo recorrimos la exposición “Memoria das Cataratas” (basado en fotografías y objetos aportados por los descendientes de los primeros pobladores de la región), y hasta nos sentamos a ver el video que contaba el origen del parque fundado en 1939, su progresivo desarrollo, y como se llevó a cabo el proyecto que culminó en la exhibición que estábamos viendo. Nos pareció muy interesante y nos hizo volar un poco la imaginación pensando cómo habrán sido esos primeros años abriéndose camino entre la selva para acceder hacia las grandes cascadas de agua, cómo habrán tomado algunas de las fotos que parecían bastante arriesgadas con gente posando a poca distancia de las cataratas, y la sorpresa de Alvar Nuñez Cabeza de Vaca cuando se topó con esta maravilla de la naturaleza del mundo por primera vez.

Cuando salimos constatamos que seguía sin llover, pero la temperatura había bajado. Con algo de frío esperamos la llegada del micro de las 17:00 horas. A las 16:45 cuando hizo su “triunfal aparición”, prácticamente nos abalanzamos al interior del ómnibus. Esta vez no éramos 2, sino 3 pasajeros; ya había una señora que venía hablando con el chofer como si fuese una habitué del recorrido.

En 25 minutos estábamos de regreso. Cuando bajamos del micro no tuvimos la más mínima duda que la ubicación del departamento era insuperable!!! Apenas cruzamos la calle y ya estábamos preparando unos mates calentitos para merendar.

Aprovechando que no llovía, post merienda salimos a dar una vuelta por el centro donde nos sorprendió la gran cantidad de locales de comida de diferentes categorías, algunos muy bien puestos y otros más humildes con mesas y sillas de plástico, y las tiendas de souvenirs y chucherías varias. Cómo nos decepcionó encontrar que vendían máscaras muy parecidas a las que habíamos comprado en Australia… no importa a donde vayas la China se ocupa de aprovisionar las estanterías de objetos que cada país se atribuye como “típicos”. Lo que sí parecía más auténtico, y sin el toque chino, era la gran variedad de yerbas, mates y mermeladas de guayaba y mamón.

Con las pocas energías que nos quedaban volvimos al departamento a descansar y cenar mientras escuchábamos el ruido de la lluvia que había regresado para cumplir con el pronóstico al pie de la letra.

Cataratas lado argentino

No hay comentarios:

Publicar un comentario