miércoles, 6 de junio de 2018

Cabildo abierto: todo el año!

By Sole

25 de Junio 2016 (comentarios 06 Junio 2018)

Mañana fría, bien de invierno. A las 10:50 hs ya estábamos en el Cabildo pagando el bono contribución de $15, con intensiones de realizar la visita guiada que comenzaba a las 11 hs.

En los siguientes minutos se fue juntando gente (incluidos varios niños), y puntualmente comenzó la visita que estuvo a cargo de Elena, una guía muy entusiasta con reminiscencias de maestra jardinera. Siendo el Cabildo uno de los edificios más antiguos de la ciudad y con un papel remarcable en la génesis del país, había que comenzar con la historia. En una de las paredes había varias fotos en las que se mostraban las modificaciones había ido sufriendo la construcción hasta llegar a ser lo que es hoy. Si bien el edificio inicial fue construido en el 1600, recién hay registros fotográficos de la edificación que lo sustituyó. De hecho, esa foto tomada en 1852, es la imagen colonial que recordamos de las figuritas y libros cuando estudiábamos la Revolución de Mayo en la escuela primaria: un cabildo más grande que el actual, con la torre central y 5 arcos por lados con techitos de tejas a dos aguas.

Allá por 1852 (foto de Wikipedia)

Llama mucho la atención la foto en que la torre “creció” unos 10 metros, época en que albergó al Poder Judicial. Varios años después la torre fue demolida por ser inestable y correr riesgo de derrumbe, y varios arcos laterales fueron eliminados para dar paso a las calles Avenida de Mayo y diagonal Julio Rocca o Sur. Para esa época ya no cumplía funciones oficiales, y había sido abandonado. Tras varias idas y vueltas, discusiones y protestas, se decidió reconstruir el Cabildo intentando recuperar su aspecto original –aunque con dimensiones menores por el espacio cedido a las calles circundantes-, resultando en el edificio actual que fue inaugurado en 1940.

La inestable torre (foto de "arcondebuenosaires.com.ar")

Tras ese interesante relato sobre la historia edilicia, pasamos a la sala contigua donde estaban expuestos varios objetos que formaron parte del mobiliario original como el arca de caudales y un gran baúl de madera (arca concejil que guardaba documentos y libros administrativos que debían quedar bajo llave), una silla y una escribanía, una antigua imprenta de la época del virrey Vertiz, el estandarte real (una especie de bandera) y el traje del último alférez real (representante del rey en ceremonias encargado de portar el estandarte). Del relato de Elena, rescato un hecho en el que nunca había pensado: el valor de la ropa en la época colonial. Lejos de la masiva producción de indumentaria actual, en esa época era considerada un objeto casi de lujo; sólo la gente de la alta sociedad podía acceder a un traje de una buena tela y con toda la pomposidad como los que vemos en los libros de historia. La plebe apenas podía conformarse con un chiripá y un poncho.

Continuamos por la sala destinada a objetos que pertenecieron a la cárcel, otra de las funciones que tuvo cuando era ayuntamiento. Ahí pudimos observar algunos grilletes de manos y pies, un cepo de 12 bocas de hierro y madera en la que se sujetaba al reo por las muñecas, tobillos o cuello, y un catre que como bien observo uno de los niños del grupo, no parecía para nada cómodo.

Volvimos a la sala prologal –el hall de ingreso- rumbo a la escalera para subir al primer piso, desembocando en una galería donde estaban expuestas un par de rejas y ventanas originales; las que actuales puertas y ventanas son réplicas.

Seguimos por una sala que tenía expuestos varios cuadros; la explicación de la guía fue fundamental para poder interpretarlos, y que no fuesen simplemente bonitas pinturas que adornaban las paredes. Una era la representación de la reconquista de Buenos Aires en 1806 tras la 1º Invasión Inglesa, que mostraba al General Beresford rindiéndose ante el Brigadier Santiago Liniers. Siguiendo la cronología, estaba el cuadro de la defensa de Buenos Aires durante la 2º Invasión Inglesa en 1807, con el General Whitelocke rindiéndose ante Liniers montado a caballo. Otro de los objetos remarcables era la lámina de Oruro confeccionada en plata y oro otorgada por el cabildo de esa ciudad con motivo de la victoria de 1807 frente a los ingleses, y un par de trofeos de guerra tomados de los “Highlanders” que incluían un catalejo y un banderín. Y por último el cuadro del cabildo abierto del 22 Mayo, donde los hombres ilustres de la ciudad incluyendo algunos representantes del clero y militares discutían sobre el rumbo que debían tomar al estar preso el rey de España Fernando VII.

Cabildo abierto del 22 de Mayo

Siguiendo con la revolución de Mayo, pasamos a la sala donde la Primera Junta tomó juramento y se firmó el petitorio del 25 de Mayo, y terminamos en el salón que da al famoso balcón. Antes de salir nos detuvimos a observar un par de originales de la Gaceta de Buenos Aires, el escritorio de Mariano Moreno, uno de sus títulos universitarios, y una prensa portátil.



La frutilla del postre fue el balcón, el mismísimo lugar donde tuvo lugar el Cabildo abierto del 22 de Mayo que previamente habíamos visto en la pintura. En lugar de los expectantes ciudadanos que aguardaban novedades, los carruajes y la recova que estaba en la mitad de la plaza –centro comercial de la época donde el pueblo se abastecía de víveres-, nos encontramos con un paisaje totalmente diferente: turistas que caminaban por la plaza ajenos a nuestra mirada curiosa, autos y colectivos, y la pirámide de Mayo con las calles Reconquista y Defensa sin rastros de la antigua construcción con arcos.

Desde el balcón

Luego de unos 50 minutos terminaba el interesante recorrido por el Cabildo de Buenos Aires. Antes de salir dimos una vueltita por el sector que se podía visitar del patio trasero donde se encontraba un antiguo aljibe y el edificio donde antaño estuvo la cárcel. El frío nos limitó el tiempo en este lugar obligándonos a ponernos en movimiento.



Justo a las 12 horas estábamos cruzamos la calle hacia la plaza de Mayo a sacar las últimas fotos de la fachada, cuando fuimos sorprendidos por una sucesión de campanadas. Tratando de localizar su procedencia descubrimos en la esquina de la diagonal sur y Bolivar al edificio Siemens con una curiosidad en su parte superior: un reloj y dos figuras de bronce que se movían en forma alternada golpeando la campana ubicada estaba entre ellas. Un espectáculo totalmente inesperado!!!

El Cabildo en la actualidad

Edificio Siemens

Qué podemos concluir de todo esto?

  • Si bien pueden visitar el Cabildo por su cuenta, la visita guiada nos parece una opción interesante que vale la pena.
  • Es una visita apta para todas las edades para hacer en familia. 
  • Si la organizan con tiempo pueden combinar esta visita con la de la Casa Rosada.

Les dejamos los horarios (rechequeen en la web porque pueden cambiar o estar cerrado en caso de manifestaciones en la plaza de Mayo)



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