sábado, 29 de agosto de 2015

Swakopmund, en la otra orilla del Atlántico!

By Sole

Al final del camino estaba el mar... y la ruta pavimentada!!!!

Cuando llegamos al pavimento giramos a la izquierda tomando dirección sur. El primer pueblo que atravesamos fue Henties Bay, una pequeña localidad vacacional con menos de 5000 habitantes. Debe su nombre a Hendrik "Henty" Stefanus van der Merwe quien descubrió el lugar en 1929 cuando llegó buscando agua. La historia cuenta que este hombre estaba cazando rinocerontes para vender el esqueleto a un museo. Tras haber cumplido con la tarea, la expedición se quedó sin agua… caminaron hacia el Atlántico y luego fueron en la búsqueda de la desembocadura del río Omaruru, encontrando este valle de arena a poca distancia. Como le gustó el lugar, tras entregar el esqueleto, regresó y construyó su cabaña de madera ahí.

Luego pasamos por un pueblo más diminuto que el anterior que era básicamente un pequeño conglomerado de pintorescas casitas de colores. Su impronunciable nombre era Wlotzka’s Baken.

Antes de llegar a Swakopmund, nuestro destino final del día, hicimos una parada en una playa frente a un barco encallado del cual no recuerdo el nombre. Cuando descendimos del camión notamos que la temperatura había bajado considerablemente y había viento, brrr. Agradecí tener la camperita en la mochila y no tener que enfrentar este momento en remera!!! Al poner un pie en la arena fuimos abordados por vendedores de piedras que aguardaban agazapados detrás de pequeños médanos, donde supongo que estarían protegiéndose del viento entre asedio y asedio a potenciales compradores. Sacamos la foto de rigor y seguimos viaje; sólo faltaban unos pocos kilómetros para llegar.

Barco encallado

Fueron tantas las horas que perdí la cuenta de cuánto tiempo estuvimos viajando; cuando llegamos a Swakopmund estábamos felices de poder caminar un poco! Esta es una ciudad costera que en sus orígenes fue una colonia alemana cuyo estilo de arquitectura aún perdura; actualmente hay un mix de edificaciones coloniales que llaman mucho la atención, con construcciones modernas que le quitan parte del encanto. Para fomentar el turismo, este poblado de 40000 habitantes que estaba perdiendo su estilo, se reinventó a sí misma como la “ciudad de los deportes de aventura” ofreciendo la posibilidad de alquilar cuatriciclos en los médanos, hacer sandboard o viajes en globos aerostáticos.

Ni bien llegamos hicimos el check in en el modesto hotel La Mer y nos fuimos a recorrer la ciudad! Teníamos lo que quedaba de esa tarde y la mañana siguiente libres. El día estaba soleado, bastante despejado, y al sol la temperatura era muy agradable… salvo que nos acercáramos al mar con su vientito costero.

Entre caminata y caminata decidimos tomar un café en los tantos locales que había. Nos resultó particularmente atractivo uno que formaba parte de una librería - Die Muschel Coffee Shop- y tenía mesas en una terraza exterior que como estaba dentro de una galería comercial daba algo de privacidad a la vez que permitía ver lo que sucedía en los alrededores. Nos sentamos en una de las mesas al sol donde degustamos un café con un muffin de banana y zanahoria. Un lugar muy agradable con buen servicio y rica comida.

Cafeciiiito!

Además de confiterías había varios restaurantes y negocios de souvenires con precios de los más variados; a medida que nos acercábamos a la costa cada vez nos espantábamos más por el incremento de los mismos! Una simple mascarita para colgar en la pared que habíamos pagado 25R en Cape Town la llegamos a ver a 200R!!!! Exactamente la misma!!! Lejos de lo esperado Namibia en ese sentido era más caro que South Africa.

Junto a la costa estaba el faro y un par de edificios de aspecto alemán que si bien nunca tuve idea que eran me gustaron y le sacamos fotos. Por la época del año –primavera- las plantas estaban florecidas alegrando el camino que discurre paralelo a la playa separado de esta misma por algunas casas con vistas privilegiadas.

Sendero costero

A pesar del viento marítimo visitamos el muelle de pescadores; había un sector delimitado para los que realmente iban a pescar y otro para curiosos. Caminamos unos metros hasta que el frío nos hizo regresar. De todas maneras bastó ese tiempito para sacar un par de fotos.

Sector de curiosos del muelle de pescadores

Tuvimos la impresión que era una ciudad que estaba en expansión por todos los complejos con el formato de “countries” que estaban en construcción publicitados en las vidrieras de las inmobiliarias, y la infaltable zona con aspecto de villa de emergencia localizados en la periferia.

Para la noche teníamos dos opciones: ir a comer con el grupo o hacerlo por nuestra cuenta. Con nuestro característico ostracismo terminamos cenando solos en la pescadería “The fish Deli”. Aunque era temprano -18:30 hs- ya era de noche, y el lugar poco a poco se fue llenando. Pedimos un “Kingklip” –sin saber que tipo de pescado era- con hierbas y limón con papa horneada, y rabas con papas fritas. Ambos platos venían acompañados de una ensaladita. Comimos super bien en un lugar para nada pretencioso, aunque tal vez si el precio era pretencioso para ser el de una simple pescadería.

Yummy!!!

Cuando volvimos al hotel, salvo los restaurantes, todos los negocios estaban cerrados aún no siendo las ocho de la noche; la mayoría de los locales habían cerrado entre las 17:30 y 18:00 hs. Parece ser un lugar de vida diurna... y siendo gente de vida diurna, nos fuimos a dormir tempranito. 

Luego de una excelente noche de descanso post-carpa y sucesión de madrugones, a las 5 y algo ya estábamos despiertos; teníamos el reloj biológico alterado! No nos quedó otra que hacer fiaca un buen rato ya que recién comenzaban a servir el desayuno a las 7:00 hs. El día había amanecido fresco y nuboso –aunque para Seba era sólo neblina matinal-; fuesen nubes o niebla no había rastros del sol.

En el desayunador, una “abuelita alemana” nos preguntó como queríamos los huevos; para su sorpresa rechazamos la oferta. De a poco fue apareciendo el resto del grupo y a cada uno le preguntó con un tono un tanto autoritario cuántos huevos querían, cómo los querían y si deseaban algún acompañamiento. Un rato después la mesa estuvo llena con huevos preparados de las más diversas formas.

Luego del desayuno nos volvimos a separar del tour. Casi todos tenían reservados los cuatriciclos para esa mañana; nosotros éramos los únicos que habíamos decidido recorrer la ciudad.

Había muy poca gente por las calles, tal vez era demasiado temprano y el resto del mundo estaba esperando que subiera un poco la temperatura para salir. A medida que fuimos caminando reconocimos varios de los edificios que figuraban en la guía Lonely Planet que habíamos llevado.

Altes Amstsgericht, un edificio de 1908 planeado originalmente como colegio. Dado que durante la construcción se acabó el dinero, el estado terminó haciéndose cargo del mismo y funcionando como tribunal de justicia.

Tribunal de justicia

Alte Kaserne, una fortaleza de 1906, antiguo cuartel.

Antiguo cuartel

State House o de manera impronunciable Kaiserliches Bezirksgericht, la casa de verano del presidente.

State house con el faro de fondo

Iglesia Evangélica Luterana, de estilo neo-barroco de 1911, declarada monumento nacional en 1978.



La estación de trenes que antaño conectaba Swakopmund con Windhoek; actualmente alberga a un hotel muy lujoso del que pudimos ingresar a ver las áreas comunes.

Antigua estación de trenes

Haus Hohenzollern, construido en 1909 como hotel, fácilmente identificable por la estatua de Atlas sosteniendo al mundo.

Haus... más fácil: el edificio de Atlas

Alte Gefängnis, la cárcel del pueblo. No se puede fotografía pero…

The jail

El paseo concluyó en la playa, sentados en un banco frente al mar hasta que se hizo el horario de partir.

Vista desde el banquito

sábado, 15 de agosto de 2015

Dejamos atrás Etosha y nos vamos a Swakopmund!

By Sole

Jueves 16 de octubre

Acomodamos lo poco que habíamos sacado de la valija el día anterior y a las 5:55 estábamos en el punto de encuentro en el patio de la tent del guía y choferes. No había sido una noche de descanso para la mayoría entre los ruidos, los baños externos y las pesadillas... Improvisamos un muy necesario desayuno mientras amanecía; fue un bello sunrise. 

Otro bello amanecer africano

Subimos al truck que ya había sido reparado por Moses, quien manejó los primeros kilómetros para chequear que todo estuviese bien. Esta primera parte, con dirección sur hacia Outjo, fue por una ruta pavimentada que no iba a durar mucho más. Confirmado el correcto funcionamiento del vehículo nos despedimos de nuestro chofer que debía regresar a Windhoek y continuamos viaje con Phillip al volante.

Luego giramos hacia el oeste y continuamos por una ruta de ripio que estaba mejor de lo que esperábamos. A los lados del camino nos llamaron la atención los carteles de advertencia con el dibujo de un elefante; lamentablemente no nos cruzamos con ninguno. En general era una carretera solitaria con pocos autos y con apenas un par de pueblos o asentamientos en los alrededores. La regla eran las grandes extensiones de territorio deshabitadas. Fue muy atinado el comentario que en referencia a esto hizo Abel, “para qué queremos tantas ciudades si apenas somos 2.000.000 de personas???”.

Cuidado! Elefante suelto!
En la zona de sabana –el paisaje predominante durante la primera parte del viaje- aún había asentamientos aislados de pueblos originarios, muchos de los cuales viven del turismo. Pasamos por un par de pequeños poblados con casetas bastante precarias con algunas cabritas, alguna que otra vaca flaca y algunos burros unidos a carros. Gente que aún conserva sus costumbres y parece ajena al paso del tiempo.

La primera parada fue en los puestitos improvisados al costado del camino de las mujeres herero. Este grupo étnico que se distribuye entre Botsuana, Angola y Namibia es fácilmente identificado por sus vestimentas. Como consecuencia de la influencia de los colonizadores alemanes las mujeres adoptaron como indumentaria habitual vestidos de estilo Victoriano. Ellas mismas diseñan y visten aún hoy largos vestidos coloridos, coronados con un gorro cuya forma rememora la cabeza de una vaca. Cuesta entender por qué adoptaron esta costumbre vinculada a gente que exterminó parte del pueblo, y a su vez tan inapropiada para las altas temperaturas del día.

Mujer herero con su típica vestimenta
Junto a los puestitos, donde se exponían almohadones y muñecas de tela con la clásica vestimenta herero, estaban sentadas algunas mujeres en pequeños banquitos junto a sus máquinas de coser Singer y retazos de telas. Cuando nos acercamos apenas nos dijeron “Hello” o “Good morning” dejándonos mirar tranquilamente los productos ofrecidos. Quedamos encantados con las muñequitas, así que sin dudarlo compramos una por 40 R. Me arrepiento de no haber comprado más!!!

Herramientas de trabajo

Los precarios puestos hereros

Tras un corto recorrido apareció a nuestra derecha la montaña Brandberg que con sus 2573 metros es la más alta de Namibia.



Minutos después hicimos la segunda parada, esta vez para almorzar. El lugar no fue elegido al azar; estaba junto a un árbol que daba sombra y a unos 10 metros de un grupo de vendedores de pulseras y collares artesanales. Rápidamente armamos el pic nic: banquetas y mesa plegable y hasta un recipiente con agua para lavarse las manos y otro para lavar vegetales. Entre todo cortamos los pepinos, tomates, abrimos las latas, y en minutos la pasta salad estuvo lista. Pobre Seba, con lo que odia la ensalada de fideos fríos…

Preparando el almuerzo

Almuerzo listo!

Todos los alimentos y frutas que sobraron fueron entregados a las mujeres con pequeños niños que estaban junto a las artesanías. Sin mostrarse sorprendidas dijeron gracias y recibieron las bolsas; sospecho que esto ya era una costumbre de esto tipos de tours. 

Entre todos acomodamos lo que habíamos utilizado y volvimos al camión; aún quedaban varias horas por delante, no había tiempo que perder! La próxima parada era en los puestos de la comunidad Himba. Este grupo étnico, ligado en sus orígenes a los hereros, es el único que conserva su estilo de vida original; podría decir que casi original porque cuando llegamos a sus puestos de venta una de las mujeres estaba tomando Coca Cola del pico de una botella.

Chozas himba

El contraste con el grupo anterior era enorme. Por un lado apenas vestían un taparrabos y el resto del cuerpo sólo estaba cubierto por una pasta amarronada que hacen a base de ocre, manteca e hierbas que aparentemente les serviría para perfumarse -según dicen nunca se bañan-  y protegerse de los mosquitos y el sol. El cabello era indescriptible, tenía unas pseudo-rastas recubiertas de algo con  aspecto de plastilina marrón, que podría ser lo mismo de la piel.

Himbas en sus puestos

Más allá del aspecto físico y la indumentaria, su actitud era completamente diferente. En lugar de la pasividad que habíamos experimentado con las mujeres que cosían, estas tenían una actitud más agresiva que francamente me resultó tan chocante que hizo que me apartara de sus puestos. Casi todo el grupo hizo lo mismo excepto dos compañeras que se acercaron y terminaron cada una con una pulsera de hilo y semillas en su brazo colocadas de manera casi compulsiva y pagando por ellas. Si bien las vendedoras pertenecían a la misma tribu se intentaban “robar” los clientes entre sí. Todo este grupo de mujeres estaban junto a un hombre y un par de niños que levantaban en brazos para dar lástima al tiempo que pedían insistentemente que les compraran sus pulseras. Con la mayor discreción posible les tomamos una foto; de haberse dado cuenta hubiésemos tenido que pagar por la misma ya que cobran por posar.

Todo esto que describo es la sensación que me provocaron; reconozco que tengo una actitud evasiva ante vendedores insistentes –cuánto más me presionas, menos compro-. Seguramente haya gente que se haya llevado otra impresión de la tribu...

De ahí seguimos hacia el pueblo fantasma de Uis. Originalmente fue un asentamiento de mineros que se mudaban a la zona para trabajar en la mina de estaño la cual cerró hace más de 20 años y aún se puede ver junto al pueblo como el recuerdo de un pasado floreciente. Actualmente los habitantes que quedaron se dedican al turismo: hay un par de campings y Guest Houses, un restaurante y una estación de servicio donde le cobran a los turistas por usar el baño (2R).

En este punto podría decir que estábamos en la transición de la sabana al desierto. La vegetación se fue haciendo más escasa quedando en algunos sectores un parcheado de pasto duro hasta desaparecer completamente y quedar sólo arena. Por varios kilómetros las monótonas extensiones de arena grisácea sólo fueron interrumpidas por las consecuencias del paso del hombre. Por un lado, cada tanto había algunos ranchos aislados; en general había una casilla solitaria (alejada de la ruta) asociada un puesto que exponía –y supongo que vendía- piedras (junto a la ruta); lo que no se veía era gente…

Con ustedes: el desierto!

Y lo que más nos llamó la atención fueron los “esqueletos” de dos autos completamente desmantelados –sólo quedaba la carrocería metálica- y los cientos de botellas de cerveza vacías que tapizaban los alrededores de la carretera.


En un momento me pareció ver agua al final del camino. Recordando los espejismos del desierto de los dibujos animales le dije a Seba “Puede ser que haya agua al final del camino?”. Estábamos llegando al mar!!! Lo que se veía al final de la ruta era el océano Atlántico, pero esta vez lo íbamos a conocer desde el otro lado del charco.

sábado, 8 de agosto de 2015

Una noche en la casa de Tarzán!

By Sole

Del game drive que siguió sólo recuerdo el viento caliente golpeando contra las zonas descubiertas del cuerpo incluido mi pelo con el flequillo. Apenas vimos algunas cebras, steenboks, springbooks y un par de elefantes en un water hole; no era el mejor momento del día para avistar animales. Además el chofer que nos había tocado en suerte parecía bastante apurado y apuesto que en algunos tramos fue a una velocidad mayor de la permitida.

Cuando llegamos a Okaukuejo, otro de los camps del parque hicimos una parada para hidratarnos y visitar el toilette donde pude ver el estado de mi cabello: estaba todo enmarañado, duro y polvoriento –parecía paja. Este camp tiene la proveeduría con la cajera más ineficiente del mundo!!! Al entrar a comprar un agua recordamos nuestra visita el día anterior donde salimos con las manos vacías luego de estar esperando unos 10 minutos a que atendieran a la persona que estaba delante nuestro. Pensamos en comprar un helado pero de seguro que iba a estar derretido antes de salir del local…

No sé por qué razón nuestra estadía en este sitio se prolongó… tuvimos tiempo suficiente para subir a una torre de un par de pisos que ofrece una vista panorámica de la zona y para visitar el water hole. Mientras caminábamos entre las cabañas y áreas comunes del camp tuvimos la impresión de que eran de una categoría superior al que habíamos estado previamente, incluso había un par de cabañitas con vista al watering hole.

Vista desde la torre

En el rato que estuvimos pudimos ver lo que nos faltaba: una jirafa tomando agua en primer plano. Es increíble la maniobra que tienen que hacer con sus piernas para agacharse y de esa manera llegar con la cabeza al suelo. Tienen las patas tan delgadas que parece que se les van a quebrar en medio del proceso. Sin dudas esto fue lo mejor de la tarde!

Jirafa en water hole tomando agua

Jirafa en primer plano

Un ratito antes de las 17:00 hs retomamos viaje hacia Taleni Etosha Village, al cual llegamos unos pocos minutos después de atravesar la puerta del parque… la visita al Etosha National Park oficialmente había culminado.

Este lugar era un gran predio con “permanent tents” o carpas permanentes. Habíamos visto algunos lugares como este en fotos por lo que teníamos una idea de lo que podíamos esperar… sin embargo recorrer nuestra propia tent fue toda una experiencia…

Permanent tent

Cuando nos acercamos a nuestra carpa lo primero que vimos fue la terraza exterior con una mesa de camping y una parrilla. Para resguardar el lugar del sol había una especie de enrejado de madera con plantas a modo de techo. En un costado nos llamó la atención  la presencia de una mesada con una pileta y la heladera. Extraño!!!

La curiosa heladera en el patio

Con curiosidad atravesamos la apertura que estaba entre la mesada y la carpa propiamente dicha. Giramos a la izquierda encontrándonos con el baño que incluía la ducha con una cortina de plástico y un cubículo con una precaria puerta de madera donde había un inodoro… Tanto desde la ducha como desde el inodoro se podían ver los árboles y el cielo; las ramas que hacían de pared parecían estar bien colocadas de modo de guardar algo de privacidad. Al ver todo esto lo primero que se me pasó por la cabeza fue el pensamiento “espero no tener ganas de hacer pis a la noche!”; no había nada que separara el “sector baño” del exterior.

Jungle shower
Jungle toilet

Ocupado!!!

A la derecha había una puerta con cerradura, tras abrirla ingresamos a la carpa que tenía el tamaño de una habitación estándar de hotel y estaba ubicada sobre una plataforma de material. Para que tengan una idea de las dimensiones, en el interior había una cama de dos plazas, un sofá, y un escritorio con silla; era tan pro que hasta tenía aire acondicionado! Lo único que tenía de carpa eran las paredes de lona con aperturas de igual material.

El interior de la carpa

Aprovechando que aún hacía calor hice uso de la jungle shower. Mientras me bañaba mirando el cielo imaginaba que estaba en la casa de Tarzán. Fue una experiencia muy refrescante al final de una jornada de calor agobiante!!!

Ya limpios y frescos nos fuimos a cenar; esa noche la cena era en el restaurant self service del complejo. Como es habitual en los tenedores libres había un sector de parrilla donde uno pedía lo que quería comer. Las carnes eran de lo más variadas: beef, pork, lamb, eland, steenbok y red hartebeest (estos tres últimos eran antílopes). También había un cocinero que se encargaba de saltear vegetales y fideos de arroz.

Me dieron lástima los ciervitos por lo que me limite a la carne de vaca. De lo contrario, Seba con su espíritu innovador no le hizo asco a los antílopes con los que llenó su plato. Terminada la cena fuimos hacia la zona de recepción, el único lugar donde había wifi. Llevábamos más de 36 horas sin conectarnos con el mundo. Cuando saqué la vista de mi viejo iPod descubrí que todo el grupo estaba repartido en los sillones, cada uno concentrado en su celular, tablet o notebook. La patética imagen de la “conexión” que “desconecta” gente entre sí.

Chequeados los mails y Facebook regresamos a nuestra carpa alumbrando el camino con una linterna. Venía tranquila hasta que a lo lejos vimos un pequeño animalito– sospecho que era un zorrito- que al quedar en medio del foco de luz se apartó del camino y no lo volvimos a ver. Si bien estábamos fuera del parque algunos animales no conocen límites y están por todos lados…

Ya en la tent fuimos juntos hacia el “sector baño” y tras cerrar la puerta con llave nos dispusimos a dormir. Fue una noche un tanto larga llena de ruidos! Todo hacía ruido y el silencio esperable del lugar por el simple hecho de estar apartado de la civilización no era tal. El viento hacía que las paredes de lona de la carpa se agitaran, las maderas del baño externo y del piso crujieran –como si alguien estuviese caminando- al igual que alguna estructura metálica que estaba en el patio y las ramas de los árboles se movieran; entre todos parecían una orquesta sin director.

Luego de un rato de estar alerta a cada sonido intentando identificar su procedencia pude conciliar el sueño, pero no duró mucho… En medio de la madrugada aparecieron las temibles ganas de hacer pis que luchaban con mi cobardía que me impedía salir de la carpa. Cuando la situación se hizo insostenible no me quedó otra que… levantarme e ir al baño??? No!!! No apareció ni una sombra de valentía; sólo atiné a despertar a Seba para que me acompañara afuera. No lo tomó por sorpresa porque el “Operativo baño nocturno” ya había sido planificado previamente. El salió primero y encendió la luz, y luego salí yo; qué frío que hacía!!! La temperatura había bajando varios grados desde que nos habíamos acostado.

Otra vez en la cama, volvimos a intentar dormir, cosa que hicimos por un rato hasta que a las 5 y algo escuchamos “I have a hangover, I’ve been drinking..”, la melodía de nuestros despertador de vacaciones.


domingo, 2 de agosto de 2015

Seguimos recorriendo Etosha!!!!

By Sole

Miércoles 15 de Octubre

Una vez más madrugamos, a esta altura ya estábamos acostumbrados a abandonar la cama antes de la salida del sol. A las 5:40 hs ya estábamos arriba preparándonos para el Game Drive matutino ya que a las 6:30 hs, momento en que abrían los portones del parque, teníamos que estar en el camión. Como nadie se quería perder la actividad a las 6:20 hs ya estábamos todos listos! Como mencioné previamente, entre el atardecer y el amanecer es el momento más propicio para observar animales porque es cuando más actividad hay!

Bello amanecer africano!
Valió la pena levantarse tempranito… En primer lugar voy a nombrar a los que se encuentran al “por mayor” y luego de varias horas de safari ya no llaman la atención; es como pasar por el Jardín Botánico de Buenos Aires y decir “un gato”. Incluyo en este grupo cebras, wildebeests, springboks y steenboks.

Entre cebras y cervatillos

En el grupo de los que a estas alturas llamaban más o menos la atención: los elefantes. 

No es muy tierno el elefante pequeño?

Y por último los que nos dejaban con la boca abierta: leones, hienas, rhino, bat-eared fox, y jackal.

Siii!!! Otra vez leones!!! Esta vez eran tres, dos hembras y un macho. Nos llamó la atención que este último tenía una mancha verde en el lomo; luego descubrimos que era el león que habíamos visto copulando el día previo, con un collar rastreador alrededor del cuello, y que le habían tirado un dardo tranquilizante (por eso la mancha verde) para sacárselo. El trío parecía estar descansando.

Los machos escasean en todas las especies...


Las hienas eran cuatro, pero… estaban a muchos metros de distancia. Por lo que pudimos vislumbrar entre el zoom de la cámara y los binoculares, parecían estar comiendo algo, seguramente haciendo honor a su hábito carroñero.

Hienas a lo lejos (lo que vería el ojo humano)

Hienas con zoom

El rhino cruzo el camino aprovechando que nuestro vehículo ya había pasado. Acaso está posando para la foto?

Rinoceronte!

El bat-eared fox como su nombre lo indica era un pequeño zorrito con orejas de murciélago. Sería la versión de bulldog francés en zorro…

Esta vez pudimos ver un jackal en acción! Si bien no lo vimos hincándole el diente a ningún animalito más pequeño, si lo vimos persiguiendo a un par de steenboks que corrían a toda prisa. Pasó tan rápido que no hubo tiempo para fotos!

Y para completar la mañana sólo faltaba… el desayuno!!! Luego de un par de horas, pasadas las nueve de la mañana volvimos al camp a desayunar. Siempre terminábamos siendo los más discretos a la hora de comer ya que evitábamos los infaltables huevos revueltos con salchichas y bacon de los platos de nuestros compañeros.

Con el estómago feliz hicimos el check out y nos reunimos junto al camión descubriendo que había un inconveniente: el vehículo estaba averiado. Moses, quien además de chofer era mecánico, pronto descubrió el problema, pero para solucionarlo precisaba una pieza que debían enviarle desde Windhoek… 

Pronto, dinero de la empresa de por medio, apareció un camión de Safari del parque nacional para que podamos realizar el siguiente game drive, que incluía la visita al Etosha Pan. Además de las cebras, elefantes y jirafas, cruzamos un órix, con sus largos cuernos, un avestruz y un black rhino. Tras haberlo leído y escuchado la explicación del guía sobre la diferencia entre los rinocerontes blancos y negros –que nada tiene que ver con el color de su pelaje- me es imposible diferenciar uno de otro!!! Los negros predominan en Etosha y teóricamente tienen la boca más estrecha que los blancos que se encuentran en Sudáfrica. Otro dato curioso que agregó Abel, y que no sé si es cierto, es que unos caminan delante de las crías y otros detrás. Y para que recordáramos la diferencia hizo un paralelismo entre los padres humanos y rinocerontes y sus pequeños: “White people carry their babies in the front whereas black people carry their babies in the back”.

Orix

Finalmente llegamos al gran salar de Etosha, que cubre unos 4800 Km2. Por su falta de agua y vegetación no suele haber animales en sus cercanías, siendo el único lugar del parque donde está permitido descender de los vehículos. El calor en el lugar era intenso; estábamos comprobando la amplitud térmica característica de estos lares. Parada para fotos! 

Etosha Pan

Camión de safari del parque

Del pan regresamos rápidamente al camp, donde aún estaba todo nuestro equipaje. A pesar de los inconvenientes el plan no se había modificado, luego de los dos game drives de la mañana teníamos planificado almorzar en Halali y a media tarde partir hace el tercer safari del día terminando en un hospedaje fuera del parque.

Nos ubicamos en el mismo lugar donde habíamos cenado la noche anterior -una especie de quincho abierto con techo para resguardarnos del sol- y entre todos preparamos el almuerzo: algunos cortamos tomates y pepinos, otros abrieron las latas de de atún, choclo y porotos, y otros pusieron la mesa. Trabajando en equipo todo era más rápido. Luego de comer las ensaladas lavamos los platos y acomodamos todo en el camión.

Dimos un último paseo por el water hole donde no estaba ni Dios. Con el calor, todos los animales debían estar durmiendo la siesta a la sombra de un árbol. Nosotros deberíamos haber hecho lo mismo…

Nuestro vehículo continuaba con el embrague averiado a la espera del repuesto. Si bien podían arrancarlo no iba a tolerar todas las paradas de un recorrido de safari, así que Moses se fue con el camión hasta el lugar donde íbamos a pernoctar (y donde se iba a encontrar con el repuesto) y nosotros continuamos en el vehículo rentado.