sábado, 15 de octubre de 2016

Llegar a los arrozales, un chino!!!

By Sole

18 de octubre 2015

De Xi'an a Guilin...

Nos levantamos tempranito, agarramos la valijas y tomamos la línea 1 de subte hasta Wulu kou. Siguiendo las instrucciones que nos había escrito uno de los muchachos del front desk del hostel salimos por la salida A y en esa esquina giramos a la izquierda. A pocos metros encontramos parados frente a un hotel los micros que iban al aeropuerto. Cuando nos acercamos nos acecharon un par de chinos con aspecto de mafiosos que estaban junto a los buses, en un mix de chino- señas nos dijeron algo que interpretamos como que debíamos comprar los tickets en el interior del hotel. Nos generó muchísima desconfianza, pero no nos quedó otra que ir a averiguar. Efectivamente, en el sector derecho del hall del hotel había un mostrador donde vendían los boletos del transfer a 25 Yn cada uno.

Habiendo visto como se iba un micro frente a nuestros ojos ya nos veíamos esperando media hora al siguiente. Pero no, diez minutos después ya estábamos emprendiendo el viaje al aeropuerto, al que llegamos en poco menos de una hora tras un par de paradas; bajamos en la última, la terminal 3.

Habíamos llegado más temprano de lo planificado; somos demasiados precavidos y solemos salir con bastante tiempo de anticipación pero estaba vez resultó ser demasiado... ni siquiera estaba habilitado el check in para nuestro vuelo. Qué mejor opción que utilizar el tiempo desayunando? Ilusamente recorrimos toda la terminal en la que apenas encontramos un par de locales de comida donde la principal oferta eran las sopas… Entramos en uno que tenía la foto de una taza de café. Preguntamos por la carta a la chinita que estaba en la puerta "cazando clientes", nos hizo seña de que estaba adentro. Ahí nos atajó otra empleada que nos ubico en una mesa, y finalmente trajo el menú. Al abrirlo vimos que estaba en inglés… mmm, sospechoso. Comenzamos el escaneo visual buscando “coffee”. WTF? Más de 60 yn por un simple café??? Invadidos por una sensación de estar sentados con Capusotto en el restaurante “Nos rompieron el orto”, nos paramos y salimos corriendo antes de que nos cobraran por haber estado sentados 2 minutos… Con esto quedaba eliminada la posibilidad de desayunar en un bar.

Volvimos al hall con las valijas y fuimos por el plan B: comprar alguna bebida en los locales que vendían confituras, souvenirs y frutas. Había un par de estos negocios, cada uno con 3 o 4 empleadas y 0 clientes. Me acerqué al primero para ver que había en la heladera, solo gaseosas. Recorrí el segundo, con una empleada que fue recorriendo cada góndola detrás de mí como una molesta sombra. Una de las heladeras tenía un poco más de variedad de productos; uno parecía un yogurt de durazno. Ya que había una empleada tan servicial o paranoica viendo que no me robara nada, le pregunté en inglés si era yogurt. La barrera idiomática más su pésima predisposición hicieron que no nos comunicáramos (con su actitud sospecho que me vió más como una ladrona que como compradora y por eso me seguía). A pesar de la mala onda no me quedaban muchas opciones: compraba lo que a mí me parecía que era un yogurt en ese lugar, o no desayunábamos. Triunfaron el hambre y la osadía.

Esta vez la suerte estuvo de nuestro lado, y efectivamente resultó ser un yogurt de durazno y de hecho muy rico. Sacamos de la mochila unas galletas de té verde que habíamos comprado el día previo y con eso completamos el desayuno.

Cuando faltaban dos horas para el vuelo se inició el check in. Despachamos la valija más grande y nos quedamos con la más pequeña sin problemas. Seba quiso cargar las millas del vuelo en su cuenta de Aerolíneas Argentinas, ya que China Southern también formaba parte de Sky Team. La empleada agarró el papelito con el número y lo miró como si le hubiese pedido algo muy raro. Habló con su compañera del puesto de al lado, y unos minutos después nos devolvió el papel sin haber podido cargar las millas. Solo a Seba se le ocurre hacer esos pedidos en un aeropuerto de China donde los empleados manejan un par de palabras de inglés...

Pasamos el control de seguridad en el que si bien nos scannearon, no fue tan meticuloso como en otros lugares. Ya en la zona de embarque encontramos el tan deseado café! Ahí nos esperaba un Pacific Coffee donde compramos un cafe latte con un pan con semillas. Con tan poco estábamos en la gloria!!!

Con leve retraso partimos en un vuelo conformado por una mezcla de chinos y gringos rubios. Siendo un trayecto corto quedamos sorprendidos por la calidad del servicio de catering que incluyó arroz con pato.



De Guilin and Ping an...

A las 13:30 hs llegamos al aeropuerto Guilin. Desde ahí teníamos pensado ir hacia Ping'an, un pequeño pueblo con arrozales ubicado a unos 100 km de distancia. Luego de haber leído y buscado habíamos llegado a la conclusión de que existían dos opciones para llegar a destino con sus pros y contras; por el horario en que habíamos llegado no teníamos la posibilidad de tomar el trasfer que partía dos veces al día hacia el pueblo (a las 10 y 14 hs). La primera y más económica era tomar múltiples transportes que incluían el transfer del aeropuerto a la ciudad de Guillin, más precisamente a una estación de buses, pero no a la que teníamos que ir. Para ir a la otra parada de buses teníamos que tomar un taxi, y desde ahí el micro hacia Longsheng County donde partía la combi hacia Ping'an. De esta manera teníamos 4 horas de viaje por delante, siempre y cuando no nos perdiéramos, no tomásemos el vehículo equivocado y bajásemos en el lugar correcto. La segunda opción era más directa y costaba el doble: tomar un taxi y llegar en 2 horas.

Optamos por el taxi. Nos acercamos a la única parada de taxis del lugar para confirmar el precio; teníamos como referencia 400 y 600 yn. La tarifa que era fija y sin posibilidad de regateo terminó siendo de 500 Yn; decidimos tomarlo. Cuando el tachero que seguía en la fila se enteró del destino del próximo viaje no puso mucha cara de felicidad, pero nos subió. Apuesto que es lo peor que le puede pasar a un taxista del lugar.

Con la dirección del hotel impresa tanto en chino como en inglés subimos al taxi, ajustamos los cinturones de seguridad y emprendimos el viaje hacia los arrozales. Salimos del aeropuerto tranquilamente, tomamos una especie de ruta, pero en lugar de entrar a la ciudad tomamos la carretera hacia Longsheng. Hubo un llamado telefónico, y luego comenzó la música con melodías románticas que tranquilamente podrían haber pertenecido a un album de Enrique Iglesias -dejando de lado el detalle que estaban en chino-, para luego pasar al pop. Poco a poco fuimos tomando velocidad, como si estuviésemos corriendo una carrera en contra del tiempo. Pasamos junto a algunos puestos de unas frutas que parecían pomelos gigantes –parecía ser la fruta de la región como la granada lo era de Xi' an-. Anote en mi lista mental de pendientes probar uno.

Luego la ruta se convirtió en un camino de montaña, zigzagueante con curvas y contracurvas que fuimos recorriendo a toda velocidad haciendo caso omiso a varias reglas de tránsito… iba pasando autos y camiones como un loco; no se cómo sobrevivimos!

En un momento del trayecto se estacionó en una estación de servicio, y nos dijo algo que no entendimos. Sospechamos que nos estaba dejando abandonados en medio del camino. Qué mal pensados! Sólo estaba haciendo una parada para ir al baño, comprar una bebida y fumar un cigarrillo. Seba bajó a estirar las piernas, yo me quedé en el interior del auto; no fuese a ser que el tachero huyera con las valijas y nos dejara ahí!

Seguimos sobrepasando autos y camiones casi sin ver si venían vehículos del otro lado hasta llegar al parking del lugar donde se sacaba la entrada para ingresar a Longji area. En muchos pueblo de China hay que pagar un ticket para ingresar a la zona, y esta región al ser un lugar con gran atractivo turístico no era la excepción. Una vez más me volví a quedar en el auto con el equipaje –nunca pensamos en la posibilidad de que el chino me secuestrara- y Seba bajó a comprar las entradas. Cuando Seba volvía al auto, el chofer hizo un gesto como que habíamos llegado... una vez más sacamos el papelito y le señalamos una vez más la dirección a la que íbamos.

De mala gana continuamos viaje hacia Ping'an, pasando por pequeños caseríos ubicados en la margen de un río que posteriormente cruzamos metiéndonos en un camino de cornisa de un solo carril en constante sentido ascendente. Fue un gran alivio ver el parking de Ping'an al final del camino. Temíamos una situación complicada al momento de pagar; sospechábamos que nos iba a pedir más dinero. Por suerte nos equivocamos, agarró sus 500 Yn como pago y se fue sin pedir más.


Entrada al pueblo

Si bien habíamos llegado a la "entrada" del pueblo, nos faltaba llegar al hotel... sólo había un pequeño detalle: las calles no tenían nombre, y al ser un caserío en la montaña había que ir caminando en pendiente ascendente con las valijas...

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