sábado, 13 de enero de 2018

En micro lechero a National Park...un pueblo fantasma?

By Sole

Domingo 4 de diciembre 2016

A las 7:10 ya estábamos en la calle arrastrando las valijas. A esa hora el pueblo estaba más desierto aún que durante las tardes y apenas encontramos un local abierto (Lotus Café & Bakery) para comprar el desayuno.

Cuando llegamos a la terminal el micro ya estaba cargando pasajeros pero... el chofer recién nos dejó subir cuando terminamos de tomar el café y tiramos los vasos. Si bien la empresa de buses era siempre la misma parecía que las reglas iban cambiando o se hacía cumplir en mayor o menor medida dependiendo de quien estuviese a cargo del vehículo. Luego nos enteramos de que la restricción no sólo incluía bebidas calientes, sino también helados y comidas con olor fuerte; ya me imagino un indio comiéndose un curry o un chino con una pata de pollo o sopa perfumando todo! El hombre también era estricto respecto al uso de cinturones de seguridad (hasta ahora nunca los habíamos usado y ni siquiera estoy segura de que todos los micros los tuviesen). Antes de arrancar hizo todo varios anuncios por el altavoz incluyendo la amenaza de tener que pagar una multa si nos paraba la policía y no teníamos los cinturones abrochados…

Puntualmente a las 7:45 horas partimos rumbo a Hamilton donde teníamos que bajar para hacer un transbordo. Durante el corto trayecto pasamos por un par de pueblos pequeños tan iguales a todos por los que habíamos pasado en otros viajes. Minutos antes de las 9:20 llegamos a destino.

Curiosa edificación en un pueblito (ni idea el nombre)

Teníamos dos horas por delante hasta la salida del siguiente micro en este contexto: domingo por la mañana, temperatura alrededor de 10ºC y equipaje a cuestas. Quedaban descartados el shopping (abría después de las 10 horas) y la caminata a la vera del río (no era la mejor opción con las valijas). La mejor idea fue ir a buscar un lugar calientito donde sentarnos y recargar cafeína: Starbucks!

Siendo el único café abierto en los alrededores, cuando entramos apenas quedaban un par de mesas libres. Nos sentamos en un rincón, reparados del viento que entraba por la puerta,… y sacamos unas “Gingernut biscuits” para acompañar el capuchino que compramos. Estas galletas típicas de Nueva Zelanda, Australia y su madre Reino Unido no eran más que galletitas con sabor a jengibre… no sé a qué se debe el “nut” porque no tienen ninguna fruta seca entre sus ingredientes. Al dar el primer bocado notamos que eran bastante duras… mientras rogábamos que no se nos rompiera ningún diente continuamos con la cata cuya conclusión fue que de sabor estaban bien pero no eran lo que esperábamos. Varios días después, cuando terminamos el paquete y se me dio por leerlo, descubrimos que eran para mojar en leche o infusiones; la consistencia dura tenía una explicación.

Café + diario de viaje + valija

Alrededor de las 11 horas regresamos a la terminal a esperar el micro que había partido un par de horas antes desde Auckland. A las 11:25, con apenas unos minutos de retraso, logramos subir y encontrar dos asientos libres. Hamilton fue uno de los últimos pueblos en los que subió gente, prácticamente de ahí en adelante la mayor parte de las paradas fue para el descenso de pasajeros. No puedo ni siquiera estimar en cuantos pueblitos y caseríos paramos; parecía un micro rojo de los “Hop on- hop off”.

Para hacer el viaje más movido, al llegar a Taumarunui tuvimos que bajar del micro; había que cambiar de chofer y el que tenía que "tomar la posta" aún no había llegado. Pasada la media hora, y ya habiendo recorrido de punta a punta la minúscula estación de buses y usado los toilettes (y en nuestro caso también haber caminado varias cuadras por la calle principal) la ansiedad del pasaje iba en ascenso. Cuando apareció el chofer y abrió la puerta del micro, todos subimos a velocidad récord y pocos minutos después partimos.

Calle principal de Taumarunui

En el último tramo del viaje, además de los verdes campos ondulados con ovejas y vacas, se sumaban a lo lejos algunas montañas con sus cubres nevadas, una imagen que tranquilamente podría haber sido de Suiza o de la Patagonia.

Tras parar en un par de pueblos más, a las 15 horas llegamos a National Park, una pequeña village que apenas tenía unas 10 manzanas. Ante la ausencia de terminal de buses la parada de referencia era “Ski Haus”, un local en Carroll Street que parecía abandonado (por el nombre tal vez abre en la temporada invernal). Bajamos junto a otras 3 personas que se dispersaron en distintas direcciones. Nosotros tomamos esa misma calle en dirección a la ruta; tuvimos que regresar unos 250 metros de los 400 que el micro había recorrido del pueblo.

Si Rotorua nos había parecido un pueblo fantasma, este ni siquiera tenía fantasmas! Pasamos frente a varios negocios cerrados incluido un gimnasio que sólo abría en invierno, un par de alojamientos en los que no había nada de movimiento y la escuela que al ser domingo tampoco tenía actividad. Las veredas estaban desiertas y por las calles tampoco circulaban autos…

Pocos minutos después llegamos al Plateau Lodge que resultó ser más grande de lo que habíamos imaginado. Tenía una zona para casas rodantes con fuentes de energía, área de acampe, un sector de habitaciones compartidas y privadas, y apartamentos. Su bien habíamos reservado una habitación con baño privado nos hicieron un upgrade a un departamento. Las energías del universo se volvían a equilibrar… de la habitación sin baño de los días previos pasamos a tener living, dos habitaciones, cocina y baño; más ambientes que nuestra propia casa! Estábamos como queríamos!!! Y encima en el costo de la habitación estaban incluidos 30 minutos gratis en el “hot tub”. Lo que sí tenía un costo adicional era el uso de Internet ($5 cada 24 horas con 10 GB de navegación). Aprovechamos el check in para contratar los transfers a Whakapapa village para el lunes y el Tongariro Alpine Crossing para el martes que era el día en que las chances de lluvia eran menores (el pronóstico para los siguientes días no era para nada prometedor... lluvia, nubes y más lluvia). Nos costó $35 cada ticket con retorno.

Nuestro departamento

A pesar de estar pronosticada lluvia para esa tarde, apenas estaba nublado –eso sí algunas nubes eran bastante negras-, así que rápidamente acomodamos las cosas que traíamos y nos fuimos al supermercado a comprar provisiones para los siguientes días.

Rumbo al super

En la caminata hasta el minimercado, que estaba junto a la estación de servicio, notamos que había un poco más de vida en ese sector del pueblo. No necesariamente me refiero a que había gente, pero si al menos había un par bares o restaurantes que parecían estar abiertos. Al menos no íbamos a morir de hambre! Como todo caserío neozelandés este también tenía una escultura de un animal: un gran kiwi.



Hechas las compras, dejamos las bolsas del super en el hotel, agarramos las mochilas con y nos fuimos a buscar un sendero de hiking que comenzaba cerca del pueblo. Tomamos Carroll Street en dirección a donde nos había dejado el micro hasta chocar con las vías del tren. Tras cruzarlas y girar a la izquierda encontramos el inicio de Fisher Road claramente señalizado con un cartel. Se trataba de un camino de ripio algo irregular, tapizado por pequeñas piedras sueltas, por el que podían circular peatones, caballos, bicis y autos.



Bajo un cielo con nubes de todos los colores que dejaban pasar algunos rayos de sol aislados fuimos avanzando sin tener mucha certeza a que distancia hallaba el inicio del sendero a Tupapakurua Falls; sólo sabíamos que estaba a unos 30 minutos de caminata. Si bien esos tiempos suelen ser simplemente orientativos, en este caso se cumplió al pie de la letra. Basado en eso estimamos que habíamos caminado unos 2 km. En todo ese trayecto no nos cruzamos con nadie; el canto de algunos pájaros eran los únicos signos de vida.

Fisher Road

Al final de Fisher Road nos encontramos con un pequeño parking, que en ese momento tenía un auto estacionado, y a la izquierda el cartel de la senda. Teníamos pensado hacer sólo la primera parte, hasta el Taranaki Lookout; llegar a las falls requería un par de horas y habíamos leído que era un camino difícil y no bien demarcado. Con apenas dar un par de pasos ingresamos a los ya conocidos bosques húmedos, esos que dan la sensación de estar caminando por la selva. No faltaban los helechos de varios tipos, incluidos el ponga con forma de árbol y algunas subespecies que no habíamos visto antes (es increíble pero siempre terminábamos identificando alguno nuevo), líquenes en abundancia, hongos y plantas que crecían en los delgados troncos de árboles.

Tupapakurua Falls I

Tupapakurua Falls II

Tupapakurua Falls III



Luego de caminar unos 20 minutos por un terreno con muy poco desnivel y sin dificultades técnicas llegamos al lookuotJusto cuando llegamos un par de personas estaban yéndose; aunque cueste creer el sendero fue el lugar más populoso en el estuvimos esa tarde!

El mirador consistía en una estructura de madera desde la cual teóricamente se podía ver a unos 100 km de distancia el Monte Taranaki. Si bien sobre nuestra cabeza había algunos rayos de sol, el horizonte estaba cubierto de nubes que nos limitaban la visión. Como ya era habitual, dependiendo hacia dónde mirásemos podíamos encontrar cielo despejado con sol, celeste con nubes blancas inocentes o totalmente tapado por nubes blancas y grises oscuras. La zona parecer ser todo un desafío para la meteorología!!!

Vista desde el mirador

A pesar de no ver nada, nos sentamos un rato en uno de los bancos a descansar y hacer una mini merienda con banana y unas galletitas crackers de "10 granos" que fueron un gran hallazgo (buenísimas en cuanto sabor, consistencia y calidad nutricional). La falta de vista fue totalmente compensada por lo tranquilo y lindo del sendero; realmente había valido la pena ir hasta ahí.

Con energías renovadas emprendimos el regreso, caminando sobre nuestros pasos. A pesar de no haber hecho ningún mal movimiento súbitamente reapareció la molestia en la rodilla derecha, la misma que había tenido en Rangitoto. Al menos no era con todos los movimientos y ni siquiera llegaba a ser un dolor que me impidiera caminar... de todas maneras agregué en mi lista mental de cosas para hacer "tomar un ibuprofeno". Si el tiempo lo permitía teníamos 2 días con muchos kilómetros de caminata por delante.

Una hora después estábamos de regreso en el hotel dispuesto a descansar y preparar las mochilas para el hiking del día siguiente mientras se cocinaba la cena.


Conclusiones del día:
  • Se puede llegar prácticamente a cualquier lado con Intercity, pero hay que estar dispuesto a entrar y parar en todo pueblo habido y por haber.
  • National Park es un pueblo muy tranquilo y solitario, en el que mucha gente (incluídos nosotros) se queda un par de noches por estar a pocos kilómetros del punto de partida del Tongariro Alpine Crossing.
  • Tupapakurua Falls es un sendero muy lindo y tranquilo de baja dificultad que está walking distance de National Park. Nos encantó! 


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