By Sole
Lunes
20 de octubre
A las
5:30 hs sonó por anteúltima vez “Hangover”; antes de las 6:00 ya estábamos
en el transfer yendo al aeropuerto. Despachamos la valija y nos fuimos a la
zona de embarque. Apenas habíamos recorrido un par de negocios y tomado unos
sorbos del café que auspiciaba de desayuno cuando nos llamaron para
embarcar –unos 30 minutos antes del horario que figuraba en el pasaje y 60 del
horario de salida. Café en mano caminamos por la pista hacia el avión por un
“camino” delimitado por empleados del aeropuerto. Seba tiene la teoría de que
embarcamos tan temprano porque 10 minutos después de nuestro vuelo salía uno
hacia Cape y necesitaban la misma puerta y el mismo “cordón humano” para
direccionar a los pasajeros del otro vuelo.
Esta
vez el avión era más grande, pero apenas estaban la mitad de las plazas
ocupadas. Fue un vuelo tranquilo y puntual; a las 10:00 hs ya estábamos en
Jo’burg. Rápidamente encontramos al chofer con un cartel con mi nombre en la
mano y fuimos hacia nuestro alojamiento “Outlook Guesthouse” en Benoni, un
barrio cerrado en las inmediaciones del aeropuerto, en las afueras de la
ciudad.
Estábamos
advertidos de que Johannesburgo es una de las ciudades más peligrosas del mundo
y que siempre debíamos movernos en taxi. Aún así nos llamó la atención el nivel
de medidas de seguridad en el barrio. Para ingresar tuvimos que atravesar una
barrera luego de que el chofer se diera a identificar con su huella digital; vigilando
había un hombre con una itaca. En el camino hacia la casa nos cruzamos con un
auto de la empresa de seguridad que daba vueltas, y notamos que las casas
tenían rejas y paredones coronados con alambres de púa o electrificados.
Ni bien
entramos en la guesthouse nos encontramos con un living con sillones y una gran
mesa ratona, un bar y al costado un área como cuatro mesas con sus respectivas
sillas. Enseguida vino a recibirnos Francois, nos informó que estaban
terminando de prepara nuestra habitación y quiso saber cuáles nuestros planes
para el resto del día y la cena. Teníamos dos opciones: ir al museo del
Apartheid o al shopping. La decisión fue fácil cuando nos informó que sólo el
transfer para ir al museo costada 800 R ya que había que atravesar toda la
ciudad. Optamos por el shopping ubicado a unos 15 minutos.
Cuando
entramos a la habitación encontramos la encontramos muy moderna, a tal punto que
tenía la ducha y bañera incorporadas en el mismo ambiente que la cama. Esta vez ni siquiera
estaba la pared de vidrio que habíamos visto en los hoteles asiáticos. Estaba
la cama, una pared que no llegaba al metro y medio de respaldar, y del otro
lado una bañera, una ducha y una mesada con dos piletitas. Desde la ducha se
podía ver la tele!!!
Cama con ducha de fondo |
Luego de acomodarnos partimos con el chofer hacia el shopping! A las
13 hs llegamos al East Rand Mall. Entre
los restaurantes de junk food optamos por el clásico de la región –presente
tanto en Sudáfrica como Namibia: Wimpy. Seba fue por la hamburguesa de
promoción –una bomba atómica con bacon y un huevo en su interior- acompañada
de papas fritas, y yo por un wrap de pollo que chorreaba mayonesa y salsa chili
dulce. Con eso tuvimos comida chatarra para cubrir la cuota anual.
La Big Deal Burger de Seba |
El
resto del tiempo recorrimos varios de los locales comprando un par de cosas con
precios convenientes; la verdad pasó rapidísimo. Cuando nos quisimos dar cuenta
eran las 4 de la tarde, hora en que nos teníamos que encontrar con Moses –parece que
todos los choferes se llaman igual en la región-. En pocos minutos estábamos en
el lodge donde pasamos el resto de la tarde leyendo, escribiendo y reacomodando
las cosas en las valijas para el viaje.
A las 19:30 hs bajamos a cenar. Como aún
faltaba para la comida nos sentamos en los sillones del living. Poco a poco
fueron llegando otros turistas, algunos habían regresado del Kruger y otros
partían hacia ahí el día siguiente. Descubrí ahí que el inglés de los australianos era
aún más inentendible que el de los sudáfricanos!!! Intercambiamos un par de
palabras con una pareja de honeymooners de ese país que recién habían llegado a
Sudáfrica –directo desde la fiesta de casamiento- y que tenían programado
Kruger, Victoria Falls, y safaris en Kenia y Tanzania. Costó pero algo les
entendimos…
Momentos
después estuvo lista la cena y nos acomodamos en las mesas. Fracois en persona
se había encargado de la cocina! El plato consistía en una hamburguesa casera
en pan con palta, tomate, cebolla salteada y queso brie; el sándwich era tan alto
que ni siquiera entraba en la boca! Venía acompañado de ensalada griega y papas
al horno. Una versión gourmet de un simple plato. De postre helado de vainilla
con obleas. Con el estómago feliz nos fuimos a dormir!
Martes
21 de octubre
Ya
estábamos tan acostumbrados a madrugar que nos despertamos antes de que sonara
el despertador. El canto de los pájaros ayudó un poco al desvelo.
A las
7:00 hs bajamos a desayunar. Ya le habíamos avisado a Fracois que no queríamos
huevos ni panceta; no queríamos que con gran entusiasmo preparara algo que no
íbamos a comer. Esta vez nos sorprendió con un bol con granola y frutas,
yogurt, queso untable y un par de rodajas de fiambres. A esto agregamos un café
con leche y una rebanada de pan negro. Fue un gran desayuno!
Yummy!!! |
Casi a
las 8:00 hs partimos hacia el aeropuerto donde aprovechamos las 2 horas que
teníamos antes del embarque para hacer las últimas compras. Sorprendentemente y
a diferencias de otros aeropuertos los locales tenían precios accesibles y en
algunos casos hasta menores que en la calle.
Cosas lindas! |
Nuestro avión |
El
viaje en avión fue un poco particular por los personajes que teníamos
alrededor. En medio de esa seguidilla de horas, cargadas de comida, películas y
una terrible confusión de horario vimos una de las cosas más extrañas que habíamos
presenciado en un viaje: un hombre durmiendo arrodillado en el piso apoyando su
tronco, brazos y cabeza en el asiento… Hemos volado en avión pero nunca
habíamos visto algo parecido; por la cara de uno de los miembros de la
tripulación que pasó por ahí creo que él tampoco podía creerlo…
Intentamos
no dormir durante el viaje para hacerlo cuando llegásemos a Buenos Aires; esto
hizo que el vuelo se hiciera eterno!!! Ya no teníamos posición para estar, y
los ojos estaban super cansados después de tantas horas de tele. Sólo recuerdo
haber visto “The secret life of Walter Mitty”, una película de la que nunca
había oído hablar pero que me resultó muy entretenida.
Cuando
llegamos a San Pablo descendimos del avión; teníamos que hacer combinación con
uno de Turkish (vuelo que provenía de Istanbul y terminaba en Buenos Aires con
escala en Brasil). Tras salir con retraso y recibir un servicio mediocre por
parte de esta última aerolínea llegamos a Buenos Aires a las 21:30 hs. Sólo
atinamos a tomar un taxi a casa e irnos a dormir… Seba durmió pero yo fui una
vez más víctima del Jet Lag… a las 3:30 AM estaba horneando pan en la cocina!
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