sábado, 23 de julio de 2016

Visitando la Ciudad Prohibida del emperador

By Sole

13 de octubre 2015

Antes que sonara el despertador ya estábamos arriba! Ansiedad? Cambio de horario? O habernos acostado a las 9 de la noche? No importa, lo importante es que no nos había costado levantarnos. Ducha mediante, estábamos listos para desayunar.

Fuimos hacia la recepción donde nos encontramos con un cartel con 4 opciones de desayuno. Pedimos granola con fruta y té de jazmín, y nos sentamos en una de las mesas que formaba parte del espacio común del hostel dedicado a las artes a juzgar por los instrumentos musicales que había en el lugar. Enseguida nos trajeron una bandeja con varios potecitos con manzana, corn flakes, yogurt y maní picado (toque super especial para los adictos al maní). Quedamos muy satisfechos con este riquísimo desayuno.

A las 8 ya estábamos en la calle, caminando por nuestro hutong con rumbo al metro. Nos sorprendió la cantidad de gente que pasaba caminando con bolsas transparentes con alimentos en su interior incluyendo unos panes con aspecto húmedo y muy blancos, frutas e infusiones. En un par de locales vimos como cocinaban esos bollos de masa rellenos al vapor y como la gente se deleitaba al comerlos.

Fuimos a la estación de metro más cercana (Xisi), y tras hacer combinación con la línea 1 bajamos en ´Tian’ amen West’. No fue difícil elegir la salida, solo seguimos al malón y llegamos… a un caos! Otra vez, en menos de 24 horas, nos enfrentábamos a una caótica aglomeración de seres humanos de pobres modales. Para ingresar a la Ciudad Prohibida había que pasar un control estricto de seguridad que más allá del detector de metales y escaneo de mochilas, incluía la revisación de documentos –en nuestro caso de pasaportes-. Para acceder al puesto de control había un esbozo de 3 filas bastante informes, que apenas avanzaban porque muchos recién llegados sin respetar nada ni a nadie, pasaban empujando gente y se metían delante… Había que poner el cuerpo si uno quería respetar su lugar, sin importar los golpes!!! El descaro de esta gente para colarse era tan grande que me sorprendió, partamos de la base que estamos acostumbrados a ese tipo de “vivezas” en los argentinos, pero los chinos los superan ampliamente!!! Campeones mundiales!!!

Esperando el subte 

De alguna forma logramos avanzar y pasar el control, accediendo a la gran explanada donde está la foto de Mao. Apostaría a que lo más sorprendente no fue estar frente a frente a una de las imágenes más características de Beijing, sino ver la cantidad de gente que había en los alrededores a tan tempranas horas!!! Esperábamos que hubiese gente, pero la cantidad de grupos de tours de chinos superó todas las expectativas!!! Parecía que en un intento de no perderse, más allá de ir amalgamados con el guía, muchos iban con gorros, bolsos o algún otro accesorio de la empresa de turismo. En medio de toda esta muchedumbre apenas vislumbramos dos o tres occidentales de aspecto europeo. Vale hacer la aclaración que se trataba de un martes a la mañana de una semana cualquiera; no era feriado y ya habían pasado varios días del “national holiday” –la semana de vacaciones que tienen a principio de Octubre durante la que se recomienda evitar todas las atracciones en China justamente por gran cantidad de gente-.

La foto más famosa de Mao

Siguiendo nuestro decálogo de vacaciones y pensando en positivo, continuamos caminando en búsqueda de la boletería. Tras dar un par de vueltas la encontramos, guiados más por la cantidad de gente que por los carteles indicativos que eran bastante escasos. De hecho después de seguir de largo los carteles que decían “Palace Museum” nos dimos cuenta que era justamente hacia ahí donde teníamos que ir. Nos colocamos en una de las filas delimitadas por vallas metálicas y tras esperar unos minutos, presentar los pasaportes y pagar 60 Yn por cabeza conseguimos las entradas!

Ticket office

Si alguno vio la peli “El último emperador” podrá tener una idea del lugar que estábamos a punto de visitar. Ciudad prohibida, o “Forbidden City” fue el palacio imperial entre las dinastías Ming y Qing, aproximadamente entre 1420 y 1912. Esta ciudad, era el palacio donde vivía el emperador y su corte, donde se llevaban a cabo todas las ceremonias, y se tomaban todas las decisiones políticas del imperio sin que el pueblo pudiera ni siquiera acercarse. Es un lugar en el que se desarrolló casi 500 años de la historia del país, por lo que estimo que debe tener más allá de lo arquitectónico un valor muy importante para los chinos. Lo imagino como uno de los lugares que tienen que visitar antes de morir.

Para que tengan una idea de las dimensiones de esta ciudad, en dirección norte- sur tiene una longitud de casi 1 km y unos 700 y algo de metros en el otro sentido. Dentro de la muralla que rodea todo el lugar, nos encontramos con una sucesión de edificios muy ornamentados y muy bien mantenidos a tal punto que todos los detalles de los techos parecían recién pintados.



La procesión humana caminaba empujándose por el centro del complejo hacia el norte. Lo más curioso de todo era que si nos alejábamos un par de metros hacia los costados estaba casi vacío!!! De modo que fuimos recorriendo el lugar, caminando tranquilamente por fuera de la línea central. De esta forma pudimos disfrutar de los edificios, los patios, los techos recargados de detalles, las esculturas y todos los recovecos de esta fascinante "ciudad". Así que mi recomendación es que hagan lo mismo si quieren disfrutar del paseo y sacar fotos con pocos chinos (sin chinos creo que es imposible porque asomaban hasta por debajo de las baldosas).

Por el centro

Por el costado

Sin siquiera haberlo esperado nos encontramos con una de las figuras más icónica de la cultura china: los perros de Fu o leones de Buda. Esas esculturas de animales de raza incierta se suelen encontrar en parejas en los umbrales de templos y palacios a los cuales protegen. Es fácil identificar cual es el macho y cual la hembra: él tiene una esfera bajo su pata -una pelota según el pensamiento sesgado por el fútbol de Seba-, y ella una cría. 

Un perro-león machito

Un interesante momento fue cuando llegamos al Hall of Supreme Harmony donde está el trono del emperador. Si bien no se podía visitar el interior del edificio, si se podía ver el trono desde la entrada. Movida por la curiosidad intenté acercarme a mirar, pero mi escasa altura y la falta de ganas de salir lesionada en el primer día de vacaciones me hicieron desistir. Sin embargo no fue en vano el desvío, ya que ver a los chinos empujándose y golpeándose (incluidas algunas piñas) en el afán de llegar a la abertura para sacar una foto fue un espectáculo en sí mismo. Una muestra más de la falta de respeto hacia el prójimo.

Horda de turistas

Durante la recorrida no faltó tiempo para descansar. En un sector encontramos varios bancos, donde la gente aprovechaba para recuperar energías comiendo unos snacks. Nos unimos a ellos y degustamos una de las riquísimas barras de semillas que habíamos llevado -siempre hay que tener provisiones en las mochilas- mientras veíamos la gente pasar. Tengo que reconocer que los chinos son totalmente desprejuiciados en lo que respecta al aspecto físico y su vestimenta. En China todo vale! Pelo rojo, violeta, verde o del color que quieran. Toda prenda de vestir y todo color se puede combinar. Pollera con zapatillas de correr? Si! Jogging rosa aterciopelado con zapatos con taco? Si! Camiseta musculosa de algodón, pantalón de vestir y zapatillas? Si! Las combinaciones son infinitas, el único límite es la imaginación del usuario.

Pink panther style

No todos los recintos están incluidos en la entrada general y su ingreso requiere sacar otro ticket adicional. Decidimos limitarnos a ver lo que habíamos pagado que ya era bastante. Luego de recorrer una sucesión de halls llegamos a una parte muy bonita: Imperial Garden. Era nuestro primer contacto con un jardín chino en vivo y en directo; esperábamos ver muchos más cuando visitásemos Suzhou un par de semanas después. La combinación de caminitos, arbustos, cipreses, pasto y grandes piedras ornamentales creaban un ambiente muy armónico, agradable y sobretodo refrescante en los sectores con sombra.

Los jardines del palacio

No puedo dejar mencionar como parte del paseo la visita al baño! Luego de haber escuchado varios comentarios y haber visto videos de viajeros en Internet antes del viaje, el tema de los sanitarios me tenía un poco preocupada. El mayor miedo era encontrar con una gran habitación con una canaleta en el suelo sin ningún tipo de separación… La experiencia comenzó con una fila de más de una docena de mujeres, que sobresalía un par de metros de la puerta de ingreso –ninguna novedad, algo esperable en cualquier baño de mujer de cualquier parte del mundo-. Al traspasar la puerta pude comprobar que había cubículos con puertas como cualquier baño. Alivio! De no haber estado atenta y dispuesta a poner el cuerpo para respetar mi lugar en la fila se me hubiesen colado varias chinitas que tenía detrás. Literalmente tuve que abalanzarme hacia el baño y casi golpear a la que tenía detrás para que no se colara. En menos de 24 hs ya había descubierto las reglas de juego locales… a lo rugbier hice respetar mi lugar y gané el acceso a la letrina! Salvo en los aeropuertos, la mayoría de los lugares son “squat toilets” cuyo nombre hace referencia la posición “squat” o de cuclillas. No sé si por era por el tipo de artefacto sanitario, pero el olor a orina era tan intenso (tanto en este baño como en otro del mismo estilo) que a pesar de estar acostumbrada a olores desagradables cuando trabajaba en el hospital salí con nauseas…


Habiendo visto infinidad de edificios con llamativos techos ornamentados, esculturas y jardines, sacado fotos, descansando, comido, y vivido la primera “experiencia sanitario”, dimos por terminada la visita a Ciudad Prohibida. El camino nos fue llevando hacia la puerta norte donde estaba la salida. Ni bien traspasamos el dintel nos encontramos con una nube de humo que emanaba de los fumadores que habían contenido sus deseos de encender un cigarrillo desde el momento en que habían ingresado a Forbidden City. Dejando atrás a los adictos al tabaco nos encontramos con los choferes de tuk-tuk con sus carteles que decían “hutongs”. Entre un poco de indiferencia, algunos “no” y varios “pu” (una de las pocas palabras de chino básico que aprendimos) los esquivamos sin problemas. Por lo que habíamos leído hay que tener cuidado con estos individuos salvo que quieran ser víctimas de algún timo.

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