jueves, 15 de agosto de 2013

Villa la Angostura - Miradores de Península de Quetrihue

By Sole y Seba

Nos levantamos con la idea de ir al Cerro O’Connor, plan que fue frustrado porque me sentía mal! Villa La Angostura se estaba convirtiendo en sinónimo de gastroenteritis para mí. Iba a regresar de las vacaciones con menos peso con el que había partido con tanta dieta!
Cuando estaba un poco mejor, ya medicada, fuimos a desayunar. Otra vez el tecito negro y unos bocados de tostaditas blancas. Seba hizo un desayuno normal. Decidimos quedarnos esa mañana en la hostería leyendo porque cada tanto volvían las nauseas y el dolor de panza.
Cuando vimos que los síntomas fueron cediendo, caminamos algunas cuadras hasta el supermercado. Bastaron unos 700 metros para que Seba perdiera una lente de contacto. Entre los 2 no hacíamos 1!!! Compramos pan, queso y Gatorade® en La Anónima, y volvimos a la hostería ya que Seba no veía nada!!! No bien llegamos se puso un par nuevo de lentes, y preparamos los “sanguchitos” astringentes, que él engulló rápidamente.
No queríamos arriesgarnos a hacer ninguna caminata muy larga, así que decidimos ir a los miradores que estaban al inicio del sendero a bosque de Arrayanes. Salimos con el termo con agua caliente y el mate para Seba, y un sándwich con Gatorade® para mí. Como estaba lindo caminamos los 2 km que nos separaban del puerto. Resultó una caminata agradable, tranquila, bordeando el camino que habíamos hecho algunos días atrás en taxi. Hicimos una parada intermedia en una pequeña iglesia diseñada por el arquitecto Alejandro Bustillo que parecía salida de un cuento.




Pocos minutos después llegamos a la angostura propiamente dicha, el istmo de Quetrihue, que separa la Bahía Brava y Mansa. Al contrario de lo que ocurre habitualmente, ese día había bastante viento sudeste lo que provocaba que las aguas de la Mansa estuviesen bastante movidas
Como habíamos visto previamente en la Bahía Mansa alquilaban kayaks individuales y dobles. Seba había querido ir a dar una vuelta en uno de estos desde el momento en que los había visto. Yo le había dicho que lo iba a acompañar, pero considerando las circunstancias del día: viento y nauseas, más mi cinetosis habitual, decidimos que lo mejor era que fuese él solo. Así que se dio el gusto de remar durante 30 minutos. Fue navegando paralelo a la península de Quetrihué alejándose bastante de la costa, según mi punto de vista; apenas unos 300 metros según él.  Rápidamente se cumplió el tiempo y regresó a la orilla.


El deportista de la familia

Luego de esto, nos dirigimos hacia el sendero del bosque de Arrayanes, pero sólo para ir hasta los miradores. En primera instancia fuimos al mirador que estaba pasando unos metros el kilómetro 1, donde había un deck con un largo banco de madera con vista a parte de la Bahía Mansa, Bahía Manzano, Cerro Belvedere, Inacayal y O’Connor. A pesar de estar lindo, a la sombra estaba fresco, y tuvimos que cambiarnos varias veces de lugar siguiendo los escasos rayos de sol que llegaban ahí. Seba tomó su mate y yo mi Gatorade® diluido al 50% con agua para que no sea tan empalagoso. En ese tiempo pasaron varias personas, diría que la mitad en bicicleta, provenientes del lado del bosque de Arrayanes.
Cuando nos dio frío, decidimos pararnos e ir hacia los miradores, así que volvimos sobre nuestros pasos hasta la trifurcación: Miradores/ VLA/ Bosque de Arrayanes. Comenzamos por el mirador de Bahía la Mansa, el que para mi tenía la vista más bonita, que incluía la playa y el muelle de Bahía Mansa por un lado, el istmo, y del otro lado la Brava con su muelle más largo.


Para los que se preguntaban "Por qué Villa la Angostura?"
Luego de estar un rato en este volvimos a la bifurcación de miradores: Bahía Mansa/ Brazo norte, para seguir camino hacia este último.
Este, a diferencia de lo anterior estaba completamente soleado y con una temperatura que permitía estar en remera; descansamos un rato bajo los rayos acogedores del sol.




Cuando faltaban unos 40 minutos para el horario de partida del colectivo hacia “villa” (19:25 hs), emprendimos el descenso, que fue bastante rápido e incluyó la visualización de un pequeño roedor! Parecía un ratoncito peludo con un cuerpo de unos 5 cm de largo, y una longitud similar de cola. Voy a hacer un comentario respecto a este tema. Cuando fuimos al “museo” de la ex intendencia del parque nacional en SMA, vimos fotos de la flora y fauna de la región. Entre los animalitos había un par de roedores, de los cuales la información decía que uno tenía hábitos diurnos, cosa que le hice notar a Seba. “Qué horror!!! Mirá si nos encontramos con un ratón!!!”. El tranquilizándome me había dicho “Cuántos trekkings hicimos y nunca vimos uno???”. Dicho esto, en los últimos metros del último “trekking” (si se lo puede considerar como tal), en el que yo iba encabezando la caminata (cosa que casi nunca sucedía), el roedor hizo su aparición!!! Como era pequeñito no me dio tanto asco y no me puse a gritar como en los dibujos animados; simplemente me hice a un lado para que pasara y no pisarlo, además de hacerle notar a Seba, que venía atrás mío la presencia del animal.
Cuando llegamos a la oficina del guardaparques, que para ese entonces estaba cerrada Seba manifestó que tampoco se sentía bien. De más está decir que la mochila era una farmacia y venía equipada con crema de bismuto, Sertal® y Reliverán®. Sorteando este inconveniente, fuimos a esperar el colectivo.
Pasaron las 19:25 hs, y no había noticias del colectivo; las especulaciones eran varias. Habrían suspendido el servicio por haber terminado la temporada??? El servicio de las 20 y algo, que aparentemente ponen en el verano, ya estaba tachado en las planillas de horarios. Ya, a punto de comenzar a caminar, con más de 10 minutos de retraso llegó un colectivo viejo, trompudo y cortito, como los que había en Buenos Aires hace más de 20 años, con el asiento del chofer hecho con un entramado de plástico, y la palanca de cambio con una bocha en el extremo. Un flashback! Partimos con el colectivo lleno. Ramal Puerto- Villa (pasaje $4).
En menos de 15 minutos estábamos en el centro. Teníamos que hacer unos 30 minutos de tiempo antes de ir a cenar. Así que primero pasamos por la chocolatería, donde el día anterior habíamos tomado el helado, para comprar chocolates. Cuando entramos sólo teníamos una persona delante comprando, así que dijimos “Qué bueno, sólo una persona!!”. Grave error!!! Esta persona era una señora de unos 40 y algo de años, bronceada y con una minifalda, junto a un niño de unos 10 años vistiendo una camiseta de Independiente; tenían pensado llevarse medio negocio. Ante la primera queja de Seba, que estaba furioso, lo mandé a sentarse a un rincón, mientras yo hacía la fila. “Soy un desgraciado” masculló antes de sentarse. Sobre el mostrador había más de media docena de cajas, de varios gramajes, que estos dos individuos fueron llenando una a una, seleccionando cada uno de los chocolates según destinatario!!! Cada tanto hacían un conteo digital de cajas “para nosotros, para comer ahora, para Lucía, para Nacho, para Tomy, mmm, pero a Tomy llevémosle una grande”, y así se seguían sumando las cajas.
Cuando comenzó a formarse una fila de personas con cara de traste, y en vista que la compra no tenía fin, apareció una 2º empleada que en menos de 5 minutos nos sirvió lo que queríamos. Pagamos, nos fuimos, y la concheta con su hijo seguieron eligiendo chocolates!!!
Luego pasamos por la librería Dulcinea donde Seba compró un libro con los senderos de trekking de VLA y alrededores, el último día de las vacaciones. No sé si tendrá intensiones de volver para realizarlos…
Ya eran las 20:30 hs, así que nos dirigimos hacia el restaurante que habíamos seleccionado especialmente para esa noche: Nicoletto. Era el restaurante número 1 del ranking de tripadvisor, donde parecía que vendían excelentes pastas. No pudimos comprobarlo porque cuando llegamos notamos con mucha decepción que la puerta estaba cerrada y no parecía haber vida en el interior del local. Sólo había un cartel con horario que decía que abrían de 20 a 23 hs. En ningún lugar informaba que los lunes estaba cerrado o que terminada la temporada de verano cerraba. Con una seguidilla de insultos y otro “qué desgraciado” fuimos nuevamente a la avenida Arrayanes para ver a dónde íbamos. Prácticamente sin rumbo, terminamos en un lugar que habíamos esquivado los días previos, no dando 2 pesos por el mismo: “Gran Nevada”. Era un local de minutas que en la vidriera decía “pizzas y pastas caseras”. Era un gran ambiente, con decoración pobre, muchas mesas con mantelitos individuales de papel y algunos reservados cuyos asientos estaban “tapizados” o tal vez “forrados” con alfombra azul. Digamos, un lugar sencillo sin grandes pretensiones. De iguales características era la carta, con varias opciones de pizzas, 4 pastas con diferentes salsas, milanesas con papas fritas y puré de verdad, ensaladas y algo de parrilla. Nos atendieron super rápido. Pedimos 2 platos de spaghetti, uno con salsa napolitana y otros blancos con aceite. Había que hacer algo de dieta, si queríamos sobrevivir y tomar el avión el día siguiente! A nuestro lado pasaban grandes platos con buena pinta incluidas grandes milanesas con papas fritas a caballo, que bautizamos “milanesa a la Javier”. Pastas ricas y baratas, de hecho fue la noche más económica de las vacaciones.


En la puerta del restaurante descubrimos una parada de taxi, donde en menos de 1’ apareció uno, que tomamos hacia la hostería.

Al día siguiente, desayunamos, terminamos de armar las valijas y nos tomamos un taxi hacia la terminal. Teníamos pasajes para las 10:30 hs, Albus con destino Bariloche. No nos podemos quejar de la puntualidad del micro que salió justo a horario. Fue un viaje tranquilo, que fue bordeando el lago Nahuel Huapi. Seba con el mapa incorporado en la cabeza fue identificando cada uno de los brazos del lago, así como los cerros que iban apareciendo a nuestro paso.
A las 11:45 hs llegamos a la terminal de Bariloche. Pocos minutos después ya estábamos camino al aeropuerto, llegando temprano, como siempre.
Cuando fuimos a despachar las valijas nos informaron que el vuelo estaba retrasado 50 minutos. Que HDP!!! Los días previos nos habían mandado varios mail confirmando el horario del viaje e incluso Seba había entrado en la página de LAN esa misma mañana para ver si había algún cambio! Así que sin ninguna explicación sumamos unos 50’ más a la casi 1:30 hs que habíamos previsto.
El viaje fue tranquilo. En Buenos Aires nos reencontramos con nuestro equipaje intacto, así que salvo el retraso podría decirse que todo estuvo OK.
Fin de las vacaciones!!! A programar las siguientes!!!!

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