By Sole y Seba
Una vez más nos levantamos y vimos que el cielo estaba nuboso, “ojala que sea nuevamente la niebla”. Y así fue, luego de un rato se despejó.
Una vez más nos levantamos y vimos que el cielo estaba nuboso, “ojala que sea nuevamente la niebla”. Y así fue, luego de un rato se despejó.
Después de desayunar, alrededor de la 9:15 hs fuimos a retirar el auto que habíamos
alquilado. Nos habían asignado un Chevrolet Celta blanco de unos 2 años de
edad. Seba se sentó detrás del volante y condujo hacia la salida de SMA. Tomamos
la ruta nacional 40 (ex 234), hasta el desvío de la ruta 23, que tras cruzar el
arroyo o tal vez río Malleo se transformó en RP 60. Nos adentramos en un camino
con curvas, contracurvas y algo de desnivel, pero por lo menos pavimentado.
Unos kilómetros más adelante volvimos a cruzar el río Malleo por un puente que
decía “en reparación”, que sólo tenía las tablas transversales y le faltaba las
longitudinales, por donde suelen ir las ruedas del auto, como si estuviese
avanzando por el foso del mecánico. Ante la ausencia de las tablas
longitudinales, con cada giro de rueda se escuchaban una infinidad de ruidos
provenientes de las maderas que pisábamos.
A
medida que avanzábamos fuimos identificando unos macizos rocosos que habíamos
visto en nuestra visita anterior al Parque Nacional Lanín, que por su forma
recibían el nombre de “la mesa”, “la virgen” y “la muela”. De fondo el Lanín, que nos
acompañó gran parte del camino y nos fue atrayendo como un gran imán.
A
poco de cruzar el río Malleo por segunda vez encontramos el portal del Parque
Nacional, a partir del cual desapareció el pavimento y el camino se hizo de
ripio, con bastante serrucho. Avanzamos primero entre un bosque de
araucarias, donde cada tanto había lugares para detenerse y descansar, donde
sólo estaba autorizada la permanencia diurna y no se podía acampar. Luego de 10 km llegamos a la seccional
del guardaparques Tromen. Ahí aparcamos el carro, como diría un venezolano.
Habíamos recorrido un total de 107
km desde SMA.
El
guardaparques nos informó los senderos que podíamos hacer, cosa que obviamente
Seba ya había estudiado y sabía de antemano. Qué estudioso que es y cómo le
gustan los mapas!!!!
Bosque de araucarias con el Lanín de fondo con sus caras norte y sur de perfil. |
Decidimos comenzar con la caminata por el sendero al Mirador del lago Tromen. El cartel de
informes estimaba un tiempo de 2:30 hs entre ida y vuelta, con una dificultad media/alta.
Así que pensamos tardar 1 hora y algo para subir, almorzar arriba y luego
bajar, para posteriormente ir a la base del Lanín.
Luego
de unos metros de pastizal y arbustos bajos llegamos a un gran lecho de arena
oscura, casi negra, algo húmeda en algunos sectores, que culminaba en un puente
de troncos sobre un pequeño flujo de agua, el arroyo Turbio.
Pasado
esto, la vegetación fue haciéndose más espesa con muchas cañas colihues y
sotobosque de flores y helechos. No me gustó que hubiese tantas cañas, porque
en general donde hay este tipo plantas suele haber roedores. Salvo algunas decenas de lagartijas y algunos
pajaritos, no vimos otros seres vivientes en nuestro camino. Todo este
trayecto fue en sentido francamente ascendente; la parte más dura del sendero.
Luego de estos 15 minutos de ascenso más pronunciado el camino se fue
aplanando, con un desnivel más leve para culminar en una gran estructura rocosa
que era el mirador, que se anunciaba con un cartel que decía “Mirador sin barandas”. Al no ir con niños no
hubo ningún riesgo, pero algún curioso podría caer fácilmente al vacío. Nos
llamó la atención cuando llegamos, porque apenas habían pasado 25 minutos de caminata, “ya llegamos???”, nos preguntamos cuando
vimos que el sendero se acababa.
A
nuestro frente estaba el lago Tromen de un color por momentos azulado, por
momentos turquesa, muy bonito.
Por detrás, el gran amor de Seba… el Lanín!!!
Luego de la correspondiente sesión de fotos, nos sentamos en unas piedras a
almorzar, mirando el volcán y dándole la espalda al lago. Comimos los
sándwiches de lomito y queso que habíamos llevado. Hasta hubo tiempo de mirar
el Lanín en detalle con los binoculares, identificando los refugios, la espina
de pescado y glaciares, casi insignificantes si uno los comprara con los de la
cara sur. No lo aclaré, pero nuestra vista era la de la cara norte, por la que
usualmente se hace el ascenso al volcán.
Lago Tromen desde el Mirador |
Volcán Lanín desde el Mirador. |
Rápidamente
descendimos, en 15 minutos. En fin, tardamos muchísimo menos de lo que indicaba
el cartel, 40 minutos (sin contar el almuerzo) en lugar de 2:30 hs.
Seguimos
por el sendero que conducía a la base del volcán, que según el guardaparques se
hacía en un tiempo estimado de 40 minutos. La primera mitad de la senda era
compartida por peatones y vehículos autorizados, según informaba un cartel que
prohibía el ingreso a otro tipo de automóviles. De todas maneras, apenas nos
cruzamos con un par de personas que venían caminando. Parte de los árboles de
este sector estaban secos, consecuencia de un incendio ocurrido en el año 2009.
Muchos árboles quemados, una gran tristeza. |
La segunda parte, transcurría entre un bosque de lengas medianas, de fácil circulación. A los costados del camino varios carteles instaban a no arrojas basura y a disfrutar la experiencia. También recomendaban nos avanzar en la ascensión si el estado físico o del tiempo no eran óptimos: “la montaña siempre va a estar ahí esperando”.
A los
30 minutos salimos de la línea del bosque; ahí terminaba el trekking a la base
y se iniciaba el ascenso propiamente dicho, a una altura de 1220 msnm. Seguimos
avanzando unos 5 minutos siguiendo la huella. Estacas amarillas de poco más de
medio metro marcaban el sendero imaginario por entre la arena y la roca
volcánica, de color gris oscuro a rojizo. Luego de la 2º marca, las estacas
comenzaban a estar numeradas y tenían una caña de colihue seco con un plástico
que oficiaba de banderín, facilitando la visibilidad de las mismas.
El
sol golpeaba fuerte al igual que el viento oeste, que dificultaba el avance y
cargaba la cumbre de nubes que no podían superar el escollo de 3776 metros que encontraba
en su camino hacia el este.
Luego
de 15 minutos de caminata fuera del bosque, nos sentamos sobre unas piedras cerca de la estaca número 4, mirando hacia el inicio de la espina de
pescado. Tratamos de seguir con la mirada la senda que ascendía a los refugios.
Seba había hecho este camino en enero de 2006, en un intento de ascenso que se
truncó antes de llegar a los refugios por una fuerte tormenta.
Dos pasiones: Racing y el Lanín. |
Tras hidratarnos, comer frutas secas y ver como bajaban de la montaña un grupo de militares, nos sacamos más fotos y emprendimos el camino de regreso, girando el cuello para dar una (ante) última mirada al volcán. En el trayecto nos cruzamos con una pareja que estaba filmando a un pájaro carpintero que golpeaba con su pico rítmicamente el tronco de un árbol. En poco más de 30 minutos estábamos en el estacionamiento, listos para subir al autito e ir a la costa del lago Tromen.
El
lago estaba a 3 km
por camino de ripio en bastante mal estado, con un arroyo en el medio que tuvimos que vadear, y sectores estrechos donde prácticamente no pasaban 2 autos a la
vez. Tras sortear todos esos obstáculos, como pasar a milímetros de otro auto
que venía en sentido contrario en el sector más estrecho, estacionamos a
escasos metros del lago. Cuando bajamos y nos acercamos al mismo el fuerte
viento nos hizo regresar raudamente al auto; no era un buen lugar para unos
mates.
Un
rato más tarde volvimos a subir al auto para regresar a SMA. Seba se despidió
múltiples veces de su volcán, aminorando la marcha a cada ratito para “una última mirada”, hasta que lo perdimos de
vista. En el viaje de regreso nos cruzamos con muchas camionetas, de todo tipo,
una más grande que otra, y casi en su mayoría con patente chilena.
Esa
noche cenamos en Pulgarcito. Esta vez en lugar de pastas, elegimos una
milanesa a la napolitana con papas fritas y un filete de merluza a la
romana con puré, con una ensalada de frutas de postres.
Síntesis
de los trekkings en el sector Tromen:
Mirador Tromen: exigente pero corto ascenso constante por bosque y cañaveral, en 30 minutos o menos se llega arriba y se tienen excelentes vistas del Lago Tromen y Volcán Lanín.
Senda al inicio del ascenso a cara Norte del Lanín: desde el estacionamiento sobre la ruta son unos 25-30 minutos bastante planos. Cuando se sale del bosque puede seguirse el camino por terreno de roca volcánica hasta el inicio de la “espina de pescado”. Ideal para la familia y para sentir la experiencia de tocar el volcán.
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Mirador Tromen: exigente pero corto ascenso constante por bosque y cañaveral, en 30 minutos o menos se llega arriba y se tienen excelentes vistas del Lago Tromen y Volcán Lanín.
Senda al inicio del ascenso a cara Norte del Lanín: desde el estacionamiento sobre la ruta son unos 25-30 minutos bastante planos. Cuando se sale del bosque puede seguirse el camino por terreno de roca volcánica hasta el inicio de la “espina de pescado”. Ideal para la familia y para sentir la experiencia de tocar el volcán.
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