Tercer día en Villa Ventana.
La noche anterior rogamos a todos los
dioses que el día estuviese lindo para poder hacer la actividad que teníamos
planeada para ese día: ascenso al hueco de la ventana del Cerro
Ventana.
Esta vez nos escucharon y amaneció,
un poco nublado, pero sin lluvia ni viento. Desayunamos rapidito, nos vestimos y
partimos nuevamente al Parque Provincial Ernesto Tornquist, pero esta vez
ingresamos por el sector "Base Cerro Ventana". Fuimos a la oficina de
guardaparques para registrarnos en el sendero "Hueco de la Ventana". El horario
límite para iniciar el ascenso era de las 11 hs, estábamos bien en tiempo porque
apenas eran pasadas las 9 de la mañana. Esperaban que el tiempo mejorase, así
que nos anotaron. Nos indicaron que fuésemos siguiendo los carteles numerados
del 1 al 10.
Tal vez por haber sido un día de fin
de semana o por la popularidad del lugar, nos fuimos cruzando en todo el camino
con unas cuantas personas, algunas menos normales que otras.
Salimos de la oficina, y enseguida
encontramos el cartel que indicaba el camino. Cruzamos un vadén, y avanzamos
unos metros por terreno plano, para proseguir un ascenso de unos cuantos metros
en un terreno pedregoso, con piedras pequeñas sueltas y raíces de árboles, hasta
llegar al pequeño bosque de pinos. Ascendimos tratando de pisar en las zonas
donde había menos piedras y la tierra estaba bien asentada. No se que distancia
habremos recorrido, pero por el esfuerzo físico que implicaba la pendiente se sintió como varios cientos de
metros. Llegamos al punto 1! Giramos a la derecha para alcanzar el punto 2,
ubicado a pocos metros; el recorrido no ofreció dificultades dado que era un
pastizal plano.
En este punto nos pasó una pareja que
iba muy apurada hacia arriba. No se si estaban entrenando o simplemente eran
unos dementes que querían batir su propio récord de tiempo.
Del punto 3 no tengo muchos recuerdos
así que no debe haber sido traumático.
Llegamos al 4, el último en el que
vimos bien la ventana. Ya nos lo habían advertido abajo, que no nos extrañásemos
cuando dejásemos de ver la ventana, ya que es lo que pasa cuando uno sigue el
camino correcto. Acá hicimos un pequeño stop y tomamos algunas
fotos.
A partir de este momento comenzamos a
ascender nuevamente. A medida que avanzábamos la cosa se iba complicando, sobretodo entre los puntos 5 y 7. Había zonas donde el camino
ya no estaba bien delimitado y uno tenía que ir encontrándolo o haciendo el
propio. Había muchas piedras, pero ya más grandes, separadas unas de otras por
pequeñas porciones de tierra y yuyos. Por un lado teníamos que tener cuidado de
no resbalarnos, pisar bien, y también evitar pisar los matorrales, no nos
olvidemos que es una región donde habita la yarara! En el camino hicimos unos
pequeños descansos para hidratarnos.
Finalmente llegamos al punto 8, la
cumbre del cerro! Entre el 8 y el 9 caminamos por el filo, un terreno plano con
algo de pasto, y alguna que otra piedra. En esta zona el viento se hacía sentir, ya no teníamos ninguna pared que nos protegiera. Fue un tramo
de descanso para las piernas para prepararnos para el tramo
final...
Entre el 9 y el 10 solo teníamos
piedras!!!! algunas de estas formaciones rocosas eran bastante grandes, y para llegar al hueco no le quedaba otra que trepar como sea. Con ayuda de las
manos, los pies, y cualquier otra parte del cuerpo que quisiese participar
fuimos subiendo. Como en otras oportunidades he dicho, no soy muy habilidosa
para estos asuntos, pero no tuve muchos problemas; mi mayor preocupación era
¿cómo voy a bajar esto?. Pero no me perturbó mucho, era algo que tendría que resolver después.
Peleando contra el viento y la adversidad del terreno, llegamos!!!! Siii!!! estábamos frente al hueco de la ventana, ese mismo, de unos 8 metros de alto y 5 de ancho que tan pequeñito se veía desde la ruta.
Peleando contra el viento y la adversidad del terreno, llegamos!!!! Siii!!! estábamos frente al hueco de la ventana, ese mismo, de unos 8 metros de alto y 5 de ancho que tan pequeñito se veía desde la ruta.
El hueco estaba congestionado, había
una grupo de personas sacándose fotos, que en pocos minutos se retiró y una
pareja que muy cómodamente estaba tomando mate, molestando un poco. La idea es
llegar, tomar alguna foto, descansar, y dejar lugar para que otros hagan lo
mismo, no hacer un picnic en el punto panorámico. Esquivándolos tomamos algunas
fotografías, nos sentamos unos minutos y tomamos agua. La gente siguió llegando
de a parejas o en pequeños grupitos de 3 o 4.
A través del hueco se veía el Cerro
Tres Picos, el más alto de la provincia de Buenos Aires con sus 1239
metros.
Emprendimos el regreso. El tramo 10 a
9, fue divertido, pese a mis preocupaciones, y que las rodillas no dijesen lo
mismo y comenzaran a quejarse! Cuando las piernas no me daban por el largo (por algo Seba dice que soy "pati-corti"), me ayudaba con la cola y la espalda, deslizándome
hacia abajo.
Antes de llegar al punto 7, en un lugar protegido del viento hicimos la parada de almuerzo. Nos sentamos en una piedra y comimos los sandwichs que habíamos llevado. En ese momento comencé a escuchar a mi celular, me entró un mensaje!!! Tenía señal en la cumbre del Cerro!!!!! En Villa Ventana no había señal, pero en una zona más alta del medio de la nada, sí!
Antes de llegar al punto 7, en un lugar protegido del viento hicimos la parada de almuerzo. Nos sentamos en una piedra y comimos los sandwichs que habíamos llevado. En ese momento comencé a escuchar a mi celular, me entró un mensaje!!! Tenía señal en la cumbre del Cerro!!!!! En Villa Ventana no había señal, pero en una zona más alta del medio de la nada, sí!
Con el estómago apenas distendido,
seguimos bajando con bastante cuidado, para evitar resbalarnos y caer.
Seguramente no íbamos a caer muy bajo, pero el golpe iba a ser importante por la
dureza e irregularidad del terreno. Fuimos siguiendo los números de manera
invertida, o sea, del 10 a 1.
Aparentemente esto que hicimos fue un
recorrido de 10,69 km, con un desnivel de 890 metros.
Cuando llegamos al punto 1, en lugar
de seguir descendiendo, nos desviamos hacia el sendero de los "Piletones
Naturales", que compartía el primer tramo de ascenso con el Hueco. Esta
descripta como una caminata de esfuerzo moderado que toma unas 2 horas.
El camino comienza con un descenso de
unos cuantos metros sobre una superficie cubierta con piedras pequeñas
y sueltas, que bajamos con cuidado. Ya en terreno plano, seguimos caminando por
rocas, en un camino que se iba encajonando, y en el que iba apareciendo un
pequeño curso de agua, bastante estática, o sea, los piletones.
Al regreso tuvimos que volver a subir
todo lo que habíamos descendido, para después volver a descender por el primer
tramo del sendero al Hueco. En los carteles informativos recomendaban realizar
el descenso en "zig zag" y no en forma recta para evitar caídas. Fue bastante
más fácil de lo esperado.
Tras tardar en total 5 horas volvimos
a la oficina de guardaparques a avisar que habíamos regresado.
En este momento, el día ya estaba
divino. Las nubes matutinas se habían disipado y brillaba el sol. Nos sentamos
en un tronco de árbol caído al sol y nos tomamos un helado Epa con chocolate y dulce de
leche, muy merecido!
Como era temprano y nos quedaba un
poco de energía, decidimos hacer la caminata a "Garganta Olvidada". El inicio del
camino estaba para el lado contrario al que habíamos ido a la mañana, con superficie plana de tierra firme, con algo de vegetación a los costados. Luego
se iba internando entre dos macizos rocosos, uno la ladera oriental del Cerro
Ventana y el otro que no que cerro era, que se utiliza para la práctica de
escalada (previa autorización y utilizando el equipo correspondiente),
haciéndose de a poco el camino rocoso. Uno va de roca en roca, al principio
plano y luego tiene que ir trepando, hasta llegar a la garganta olvidada, una
caída de agua, sobre la pared que se encuentra a la izquierda del camino. Por
ser un recorrido de "poca dificultad", cosa en la que difiero, porque trepar
piedras implica una dificultad y no lo puede hacer cualquiera, había bastante
gente, incluso niños. Había una señora que había encontrado en el lugar unmanantial de energía, y se encontraba sentada en una roca, con las piernas
cruzadas, ojos cerrados, en posición de meditación...
Me resultó mucho más atractiva la
vista que había desde el lugar encajonado hacia el lado por el que habíamos
venido caminando, que la caída de agua en si.
Volvimos haciendo equilibrio, y
cuando ya estábamos en las rocas planas, y como prueba de que un
sendero baja dificultad no está exento de riesgos, Seba se resbaló de una
manera que ni él logra entender y cayó. Por suerte fue solo un susto y no se
rompió ningún hueso, aunque quedó un poco dolorido en el cuello y rodilla
izquierda.
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