Septiembre 2011
Iniciamos un nuevo viaje en Mar del Plata, para posteriormente seguir hacia Tandil.
Era la segunda vez que íbamos juntos. La primera había sido el año anterior en contexto del Congreso de Diabetes, donde la estadía había incluido un día en el Sheraton, disfrutando de su variado desayuno y gimnasio con vista al mar.
Esta vez la visita había sido un poco más modesta, pero incluyó un desayuno en la confitería Boston de la costa, la que está a dos cuadras de Torres de Manantiales. De hecho, creo que es lo único que recuerdo de ese viaje a la ciudad.
Mañana del domingo, café con leche con media lunas (inigualables), y Clarín del domingo con todos sus suplementos. Cuando hojeamos la sección de Turismo, nos llamó la atención una nota sobre el cuadrilátero de Bohemia. "Por qué no vamos ahí???", "pero si vamos ahí, pasamos por Praga, quiero ir al Cementerio Judío", "y si vamos a Europa, pasemos por Dubrovnik"... y ahí comenzamos a barajar la idea del próximo destino de vacaciones.
Al día siguiente emprendimos el viaje hacia Tandil.
Si tuviese que describir a Tandil en una palabra elegiría: deporte. Lo que más me llamó la atención del lugar desde que llegamos es la gran cantidad de gente haciendo actividad física en todo momento y todo lugar. La gente corre, camina, anda en bicicleta, hace remo, y la ciudad le facilita la actividad mediante sendas aeróbicas, puestos con distintos aparatos sencillos de gimnasia para ejercitar determinados músculos, sumado a los desniveles naturales del terreno. No es casualidad que en cualquier carrera de aventura nos pasen por encima!
Iniciamos un nuevo viaje en Mar del Plata, para posteriormente seguir hacia Tandil.
Era la segunda vez que íbamos juntos. La primera había sido el año anterior en contexto del Congreso de Diabetes, donde la estadía había incluido un día en el Sheraton, disfrutando de su variado desayuno y gimnasio con vista al mar.
Esta vez la visita había sido un poco más modesta, pero incluyó un desayuno en la confitería Boston de la costa, la que está a dos cuadras de Torres de Manantiales. De hecho, creo que es lo único que recuerdo de ese viaje a la ciudad.
Mañana del domingo, café con leche con media lunas (inigualables), y Clarín del domingo con todos sus suplementos. Cuando hojeamos la sección de Turismo, nos llamó la atención una nota sobre el cuadrilátero de Bohemia. "Por qué no vamos ahí???", "pero si vamos ahí, pasamos por Praga, quiero ir al Cementerio Judío", "y si vamos a Europa, pasemos por Dubrovnik"... y ahí comenzamos a barajar la idea del próximo destino de vacaciones.
Al día siguiente emprendimos el viaje hacia Tandil.
Si tuviese que describir a Tandil en una palabra elegiría: deporte. Lo que más me llamó la atención del lugar desde que llegamos es la gran cantidad de gente haciendo actividad física en todo momento y todo lugar. La gente corre, camina, anda en bicicleta, hace remo, y la ciudad le facilita la actividad mediante sendas aeróbicas, puestos con distintos aparatos sencillos de gimnasia para ejercitar determinados músculos, sumado a los desniveles naturales del terreno. No es casualidad que en cualquier carrera de aventura nos pasen por encima!
Acorde a esto los kioskos en lugar de
tener los tradicionales carteles de "Coca Cola", en sus marquesinas tenían la
publicidad de "Powerade".
Es una ciudad bastante tranquila, y
más grande de lo que imaginaba, hasta con edificios en la zona céntrica. Uno
puede alojarse en un hotel de esa zona, o en las cabañas ubicadas en zonas
aledañas a las rutas de ingreso a la ciudad en contacto con la naturaleza.
Nosotros habíamos reservado una cabaña en Casas de Campo La Candelaria. Era un complejo de 6 o
7 casitas amarillas, con una disposición que guardaba la privacidad de cada una.
Entre ellas un jardín con algunos árboles y el sendero para ingreso de autos.
Todos los detalles tanto del exterior como del interior de la casa estaban muy
cuidados. Teníamos un living comedor, integrado a la cocina, de la que estaba
separada por una especie de mesada que bien podría haberse utilizado de
desayunador. Contaba con un adecuado sistema de calefacción (estufa, salamandra
y aire frío/calor), cocina completa (con heladera/ microondas, cocina a gas,
vajilla para 3), un baño inmenso con hidromasaje, una parrilla individual con un
deck de madera con una mesa y un banco en el frente y un techito bajo el cual
guardar el auto en la parte trasera. Por la ubicación resultó un lugar muy
tranquilo y silencioso. (Actualización 2016: en su momento estuvimos muy conformes con el servicio brindado; la administración cambió en noviembre 2015 así que no puedo asegurar como es el servicio en la actualidad).
Lugares para
visitar:
Paseo de los pioneros- Cerro el
Mate
Es un paseo que cuenta con un sendero
de ripio vehicular y/o peatonal. Nosotros dejamos el auto estacionado en la
entrada del lugar y lo hicimos caminando. El ascenso es suave, sin dificultad.
En el medio del camino nos encontramos con mis queridas amigas: las vacas. Como
deja vú, de la pampita del sendero del Hielo Azul, las vacas estaban en el
camino! Al parecer ellas tenían aún más miedo que yo, y rápidamente se pusieron
a un lado, incluido un ternerito que seguía a las vacas más grandes.
Otros animales que vimos en la caminata, fueron cuises que atravesaban el
camino de lado a lado, escondiéndose en matorrales donde debían estar sus
madrigueras.
El camino, que a medida que
avanzábamos se iba haciendo más pedregoso, nos llevaba a un mirador de piedras,
desde el cual se podía ver la av. Don Bosco, el complejo de cabañas amarillas
que resaltaba a lo lejos por su color, y tras estas los cerros, entre los que
estaba el Cerro Animas.
Cuando nos desviamos del camino,
hacia el mirador del Cerro Balcón, vimos a unos metros un perro sarnoso, al que
no le generamos mucho interés y siguió con su vida. Volvimos al auto sin
problemas, bastante alerta con un bastón de trekking en la mano, esperando tener
que defenderme de una vaca o el perro del cerro.
Monumento de Don Quijote y Sancho
Panza
Emplazado en la cima de otro cerro
nos encontramos con un molino y dos estatuas de hierro de Don Quijote (4,6 mtrs de alto)
y Sancho Panza (3,5 mtrs de alto, vaya uno a saber cuanto tenía de ancho). Se puede llegar al mismo mediante auto en un camino
mix de ripio y pavimento destruido, o bien caminando. Si podemos caminar, para
qué exponer el auto??? El ascenso es espiralado, con algunas zonas más
pronunciadas.
Detrás de este monumento, encontramos
la gruta de la Virgen del Cerro. Más allá de las esculturas del lugar, vale la
pena subir por la vista nos ofrece. Podemos ver el lago del fuerte, el
hipódromo, la av. Don Bosco que vimos desde el Cerro el mate, pero desde el otro
lado. Hay varias piedras donde uno se puede sentar a apreciar el paisaje, a
descansar luego de la subida o tomar unos mates.
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