domingo, 16 de septiembre de 2018

Isla Martín García: recorrido modo tour

By Sole

Sábado 9 de diciembre 2017

El reloj todavía no marcó las 8 AM y el termómetro ya llega a los 25°C. El catamarán de la excursión deja atrás el embarcadero de la Estación Fluvial de Tigre y toma el río Luján buscando su desembocadura en el río de la Plata rumbo a la isla Martín García.

Minutos antes de embarcar en Tigre

Pasamos junto a islas con pastos reverdecidos donde sobresalen casas que parecen arañas con patas largas: durante las crecidas, el agua no hace diferencia entre las humildes casitas de madera con botes en composé y las modernas casas de material con grandes ventanales y lanchas en sus muelles cual autos de alta gama.



Al tiempo que nos deslizamos apaciblemente sobre el agua, la guía de la excursión comenta que “Martín García es una isla de 1,80 km2 en el río de la Plata. Su basamento rocoso evidencia un origen diferente al de las vecinas islas sedimentarias que están en constante expansión como las que estamos viendo”. Al comprobar que había captado la atención del grupo compuesto principalmente por mujeres cincuentonas, continúa: “Al norte de Martín García está la isla uruguaya Timoteo Domínguez, que comenzó a formarse en los´60 por el depósito de sedimentos fluviales, y en 1980 terminó unida al islote argentino. Esta es la única frontera seca entre los dos países”. 

Mientas navegamos vemos en las márgenes del río una monótona sucesión de pajonales y selva. Las aguas color café con leche reflejan los rayos del sol y los pájaros crean un coro polifónico camuflado entre el follaje de los arbustos.

Luego de dos horas de navegación desembarcamos en una escollera de hormigón pasando debajo de un arco coronado por un cartel blanco que dice en letras azules “ISLA MARTIN GARCIA. PROVINCIA DE BUENOS AIRES. ARGENTINA”. La aclaración del letrero viene al caso ya que la soberanía siempre fue conflictiva: en la época colonial fue disputada por españoles, portugueses, franceses e ingleses, y en el siglo pasado reclamada por los vecinos uruguayos. Sobre un escritorio, Argentina y Uruguay firmaron en 1973 el Tratado del Río de la Plata, dejando en claro los límites fluviales; sin bien Martín García está en aguas uruguayas, permaneció como territorio argentino con la condición de que fuese desmilitarizada y transformada en reserva natural.

Bienvenidos a Martín García

El sol ya está próximo al cenit. Mientras buscamos la sombra de un árbol, se nos acerca una mujer de cincuenta y tantos años, tez trigueña, melena oscura que roza los hombros, y una amplia sonrisa: es María, la guía a cargo de la visita guiada.

Comenzamos la procesión turística en la plaza Guillermo Brown pasando junto al busto del almirante irlandés y una coqueta pérgola blanca. La atravesamos sin detenernos rumbo a lo que queda del antiguo penal donde parece que hubiese explotado una bomba que sólo dejó parte de las paredes exteriores color rosa con ventanas enrejadas. Más de cerca, veo que los anchos muros de ladrillo no son tan rosados y parecen la paleta de un pintor con manchones rosas, blancos, amarillos y negros: años de historia y humedad están plasmados en los paredones. En el interior no queda nada, todo es tierra, restos de ladrillos, yuyos y árboles; la naturaleza recuperó su lugar.

Lo que queda de la cárcel

Desde 1765 la cárcel funcionó como prisión naval militar para desertores. Luego, albergó a los delincuentes más peligrosos de Buenos Aires y Montevideo; las turbulentas aguas del río eran una barrera más para evitar que escaparan”, comenta María. “Los prisioneros trabajaban en las canteras extrayendo piedras para edificar en la isla y adoquinar calles del actual casco histórico de Buenos Aires”, agrega antes de que el grupo de mujeres se disperse entre las ruinas para sacar fotos.

Unos metros más adelante un edificio con un insólito diseño atrapa mi mirada: el teatro Urquiza. Su forma recuerda dos platos planos antiguos de porcelana blancos con un reborde de hojas amarillas vistos de frente; cada circunferencia está interrumpida por una puerta de madera verde. Entre ambos hay una columna en la que resalta una lira roja y un mascarón del color del sol.

Teatro Urquiza

Este teatro, salón de fiestas y reuniones populares, que en algún momento también fue un cine, desentona con las sencillas construcciones vecinas y el entorno agreste. Hoy no hay artistas, público, ni función, sólo queda el fantasma de lo que fue. Cuesta imaginar a la concurrencia emperifollada con sus atuendos de gala entrando al edificio una noche estrellada de principios del siglo pasado, tiempos en los que ir al teatro era el mayor evento social de la isla.

Unos pasos más adelante nos detenemos frente a una pequeña casa de una planta rodeada por un jardín, igual a cualquier otra de la isla. Con orgullo, María dice: “Mi casa, acá es donde vivo”. Es el lugar que le asignaron para vivir mientras trabaje aquí, situación que comparte con los 160 habitantes permanentes.

La calle muere frente a la sede de la Comisión Administradora del Río de la Plata, una construcción colonial rosa parcialmente cubierta por una enredadera y rodeada por un coqueto jardín con flores y césped que albergó al expresidente Arturo Frondizi durante su confinamiento en 1962. No fue el único presidente recluido en este Alcatraz del Río de la Plata que supo ser Martín García: la lista incluye a Hipólito Yrigoyen, Marcelo Torcuato de Alvear y Juan Domingo Perón.

Comisión Administradora del Río de la Plata

Si bien las arboledas con higuerones nos protegen del sol durante cada parada, el calor comienza a pesar; la marcha se va ralentizando y a los rezagados les cuesta cada vez más alcanzar al grupo.

Higuerones

Pasamos junto a una serie de casas anónimas donde el tiempo ha hecho estragos y nos detenemos frente al jardín de infantes Rubén Darío donde asiste un solo niño. A la vuelta están las escuelas primaria y secundaria de modalidad rural: “entre las dos no llegan a cuarenta estudiantes”, nos comenta María mientras saluda con la mano en alto a un hombre con ambo blanco y maletín. Es el médico que atiende en la isla saliendo del hospital, un edificio con paredes blancas manchadas y ventanas cerradas que se extiende a lo largo de una cuadra. Impresiona el tamaño de esta mole para tan pocos habitantes.

El hospital

Al girar nos encontramos con la escuela que resalta por su color mostaza. Una placa con un busto del General Perón recuerda que aquí estuvo el expresidente durante su breve detención en la isla.

La escuela

El calor del mediodía nos envuelve y aletarga, nos arrastramos como caracoles. Estoy fastidiada. Por más que quiera seguir prestando atención a la entusiasta guía, me evado y ya no me importan los presidentes, las batallas del almirante Brown ni quien vivió dónde. Solo quiero comer y salir a recorrer por mi cuenta el resto de la isla. Finalmente, María dice: “vamos a comer”, y mágicamente salimos de este letargo colectivo y enfilamos hacia el comedor.

Los mozos desfilan con tablas llenas de chorizo, morcilla y carne. Los comensales con la mejor ubicación en las mesas, que se extienden cual pasarelas a lo largo del salón, son los que se llevan las porciones más suculentas y jugosas de vacío. No faltan las conversaciones sobre cuántas calorías tiene un choripán, si las grasas del pollo son buenas o malas, y cuál es la mejor pastilla para bajar el colesterol. Me limito a escuchar sin opinar, y con ese silencio comienzo a apartarme del grupo. El postre marca el fin del almuerzo y el comienzo del paseo vespertino autoguiado: Martín García: recorrido a mi manera!



Comentario:
La empresa Cacciola Viajes realiza excursiones los martes, jueves, sábados y domingos que incluyen navegación, visita guiada y almuerzo. Si bien se puede contratar directamente con ellos, yo lo hice a través de RHM BUENOS AIRES que me incluían el traslado entre la Ciudad de Buenos Aires y Tigre ida y vuelta.


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