sábado, 27 de agosto de 2016

Redescubriendo Beijing: Dashilar & Tian anmen Square

By Sole

Era nuestro último día en Beijing, y se venía el fin de semana… sabiendo donde había un ICBC y cómo funcionaba decidimos interrumpir el paseo para hacer el último cambio de dinero de China y sacarnos esa preocupación por el resto de las vacaciones. Si bien el horario de atención es más extenso que en Argentina, de 9 a 17 hs, tienen una hora de almuerzo en el medio en el que no hay atención al público. Tras esperar los 5 minutos que faltaban para que terminara el horario de comida nos hicieron pasar a una caja que como la vez anterior tenía delante una silla. No sé si formaba parte de algún protocolo del banco o la cajera tenía un trastorno obsesivo compulsivo, pero contó en forma reiterada los escasos billetes que le entregamos tanto en forma manual como en una máquina. Otra vez nos fotocopiaron el pasaporte y la visa, firmamos varios formulario, y la cajera hasta se rió al ver el nombre del país –no sabemos si le pareció graciosa la palabra Argentina o se rió recordando los Yuanes que China les metió en una turbia negociación al Banco Central argentino. Este trámite lleno de burocracia y nada de practicidad nos consumió casi media hora de las vacaciones.

Compramos unas frutas para picar y volvimos por enésima vez al subte para ir hacia la plaza Tian anmen. No sé porque salida salimos, pero al emerger en la superficie nos encontramos con el Front Gate, también conocido como Zhengyangmen gate. Esta imponente puerta formaba parte de la ya inexistente muralla de Beijing. Tras un par de fotos, nos dirigimos hacia Dashilar, una zona comercial al sur de Tian anmen Square.

Zhengyangmen gate

En este lugar descubrimos otra faceta de esta ciudad. Nos encontramos con una calle peatonal con varios negocios, incluidos un Zara y un Swatch, casas de té y restaurantes cuya especialidad era el pato pekinés; el contraste con la China clásica con sus palacios y hutongs que habíamos recorrido los días previos era más que evidente. Me pareció un paseo muy lindo que combinaba los clásicos comercios occidentales con elementos locales como faroles y estatuas de figuras humanas de tamaño real y color bronce que representaban imágenes de la vida diaria.



Pato Pekinés

Al girar en una de las calles perpendiculares nos encontramos con otro tipo de negocios y bastante ruido o mejor dicho música proveniente de los locales. Finalmente nos encontramos con las baratijas tan características de chinas, esas que cuando las vemos en los negocios de cualquier parte del mundo enseguida las asociamos a ese país. Igual nos decepcionamos un poco porque esperábamos encontrar mucha más cantidad y variedad; será que ni ellos las quieren y las exportan todas? Dimos una vuelta por una galería llena de puestos con estos productos sin encontrar nada que nos llamara demasiado la atención, lo que en cierta manera fue un alivio porque recién estábamos comenzando el viaje y no queríamos acarrear peso extra en la valija por todo China.



Además de la galerías de chucherías, en esta calle abundaban unos locales muy grandes con muchas luces y música... la curiosidad nos llevó al interior de uno a ver de qué se trataba. Nos encontramos con galletitas y confituras –estas nos hicieron acordar a los turkish delights-, unos paquetes que parecían contener pato cocido y  muchos envases pequeños escritos en chino y sin dibujos que resultaron en un completo misterio. Fuese lo que fueran, nos parecieron demasiado caros como para comprar sin tener la menor idea de que se trataba; el bolsillo le puso límite a la curiosidad! Así que salimos con las manos vacías y seguimos caminando, encontrándonos con el primer Mc Donald's del viaje. Como no somos partidarios de este tipo de comida, nos dijimos “el capitalismo llegó a China”, y continuamos viaje.


Pedite un Big Mac!

También había perritos...

Como no habíamos almorzado y ya estábamos un poco cansados después de tanta caminata fuimos en busca de un lindo café… y lo encontramos! De hecho fue un gran descubrimiento, a tal punto que quedamos enamorados del “Pacific coffee” –un estilo Starbucks pero más tranquilo-. Pedimos un capuccino con tiramisú y nos sentamos en unos cómodos silloncitos junto a la ventana. El ambiente era muy agradable con música de Laura Paussini de fondo. Nos pareció muy interesante la presencia de un par de salas de estudio o de reuniones separadas del ambiente general, dando cierta privacidad y a la vez evitando molestar al resto de los clientes.



Con energías renovadas volvimos a Tian anmen. Tras dar varias vueltas encontramos el cruce peatonal para llegar hasta ahí ya que varias calles estaban valladas y no se podían cruzar. Pasamos el control de seguridad encontrándonos con una agradable sorpresa: poca gente! En esa gran explanada de cemento sin un mísero banco para sentarse sobresalía el Mausoleo de Mao que según el cartel de la puerta abría 2 veces a la semana por la mañana. Como no teníamos intensiones de visitarlo, respiramos aliviados al comprobar que no estábamos en un día y momento del día en que se podía visitar. No quiero imaginar lo que debe ser el lugar en un día de visita.

Mausoleo de Mao

Más allá del del monumento “A los héroes del pueblo” -una imponente torre de piedra-, una escultura con forma de muralla con plantas y una gran canasta con flores que recordaban los 66 años de la revolución, que ocupaban parte de la plaza, el Museo Nacional de China –hacia el este- y el Gran Palacio del pueblo –hacia el oeste- (ambos calles de por medio),  lo que más llamaba la atención eran los faroles repletos de cámaras de seguridad al mejor estilo Gran Hermano. Con cada paso que dábamos nos sentíamos más observados…

Monumento a los Héroes del pueblo



Gran hermano conoce todos tus movimientos...

Seguimos avanzando en dirección norte, encontrándonos con un grupo de personas sentadas frente a una bandera que estaba custodiada por varios guardias. Al mirar la hora nos dimos cuenta que aguardaban la ceremonia de arriado de la bandera que tiene lugar cuando el sol se pone. Por detrás estaba la famosa avenida donde se suelen realizar los desfiles militares, y del otro lado el edificio con la clásica imagen de Mao flanqueado por las gradas para que nadie pierda detalle. Enseguida se nos vinieron a la cabeza los videos que habíamos visto en el tren y el subte en los que mostraban a los soldados marchando por ese mismísimo lugar.


 
Como aún teníamos un poco de tiempo y la puesta del sol estaba cerca, nos unimos a la gente que estaba esperando. Vimos como venían más guardias con sus uniformes verdes con vivos amarillos, y se ubicaban estratégicamente rodeando la bandera. Una vez que se ubicaron, vino otro oficial que debía tener un puesto superior y reacomodó a algunos unos centímetros más adelante o atrás, o más a la derecha o izquierda de donde estaban originalmente. Nos resultó extraña la manera poco profesional y hasta errática en la que se llevó a cabo esta parte de la ceremonia sobre todo teniendo en cuenta que hacen lo mismo cada día.

Alistándose para la ceremonia de la bandera

Pasaban los minutos y nada sucedía. Los soldados seguían paraditos –algunos perdiendo su “posición de firme”-, los mandamás seguían dando vueltas y reacomodando soldaditos como si fuesen piezas de ajedrez. La ansiedad de gente parecía ir en aumento, y comenzaba a empujar, sobretodo algunos con niños pequeños en brazos que iban pateando a diestra y siniestra. En vista de esta situación, luego de 15 minutos de espera y recibir varios golpes, decidimos abandonar nuestro lugar y tomar el subte hacia el hostel para buscar las valijas.

Caminamos por última vez el callejón arreando las valijas y esquivando las bicicletas destartaladas... tras una cuidadosa observación descubrimos que no estaban ahí olvidadas y que como su aspecto sugería ya no cumplían la función para la que habían sido diseñadas. De hecho se encontraban ahí, unidas con una candado a un gancho en el suelo, reservando el lugar para que habitantes del lugar que tenían la posibilidad de tener uno pudieran estacionarlos en la puerta de sus casas.

Bici "guarda lugar"

Como no podía ser de otra fuimos a tomar el subte que como siempre venía casi lleno, pese a tener una ejemplar frecuencia de una formación cada 3 minutos! Fuimos con la línea 4 de Xisi hasta National Library donde combinamos con la línea 9 hasta West Railway Station. Las primeras estaciones no era muy amigables para los que íbamos con equipaje teniendo que cargar escaleras arriba y abajo las valijas. Por lo menos West Railway Station tenía escaleras mecánicas... alguien había pensado un poco en los viajeros!

Cuántas veces habremos pasado por ahí???


La salida del subte daba a una gran explanada donde estaba la entrada a la estación de trenes. A pesar de ser las 18 hs, ya era de noche. Las luces de neón de colores de los edificios de los alrededores contrastaban con el cielo azul oscuro, casi negro. Mirásemos para donde miráramos había algún cartel o una silueta de edificio iluminado de rojo, verde, amarillo, violeta, azul, etc. Muy impactante, una imagen que hubiésemos esperado de un lugar como Shanghai o Bangkok. Como podrán imaginar había gente por todos lados!!!

Beijingxi Railway Station o estación oeste

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