sábado, 20 de agosto de 2016

Summer Palace: un lugar donde convive el caos y la tranquilidad

By Sole

15 de Octubre 2015

Esta vez dormimos hasta las 4 de la mañana, cuando los vecinos nos despertaron con sus voces y música. Sin embargo, el cansancio era tan grande que pudimos seguir durmiendo hasta las 7.
Tras desayunar, con el estómago feliz, acomodamos las cosas en las valijas, hicimos el check out y nos fuimos a pasear dejando el equipaje en el hostel.

Una vez más tomamos el subte, esta vez rumbo al Summer Palace –la residencia de verano del emperador-. Desde 1998 es considerado por la Unesco Patrimonio de la humanidad… si la Unesco le dio tal mención había que visitarlo!

Otra vez nos encontramos con el gran aluvión de chinos en tours o grupitos de familiares que parecía que iban a pasar el día por el tamaño de las bolsas con alimentos que llevaban –algunos iban incluso acompañados del changuito de las compras-. Luego de hacer una pequeña fila compramos la entrada de 30 Yn que nos iban a permitir ingresar a los espacios abierto del complejo de casi 300 hectáreas; para entrar a cada uno de los templos y construcciones del interior había que optar por la de 60 Yn. Hasta ahora no nos hemos arrepentido de la decisión.

A comprar la entrada!!!

El palacio es un gran parque que tiene varias construcciones y un lago artificial por el que se pueden hacer paseos en botes. El lugar que se visita actualmente no es el palacio original construido en 1750 que fuera destruido en 1860, sino la reconstrucción que utilizó como residencia temporal de verano la emperatriz Cixi (la de la película el último emperador) a partir de 1901.

Al entrar nos encontramos con un grupo de vendedores que insistentemente (no tanto como los indios) intentaban vendernos selfy-sticks y unas narices de plásticos con anteojos de lo más ridículas que hasta dudaría de usarlas en un carnaval carioca con varios daiquiris encima.

Vendedor de chucherías

Del lado izquierdo, Suzhou Market street –teóricamente imitando una calle comercial a orillas del río de esa ciudad-. A la derecha, un jardincito donde un grupo de mujeres bailaban. En el centro, la masa de turistas chinos que avanzaba en procesión. Recordando Forbidden City nos desviamos por uno de los caminos laterales terminando en un parque donde reinaba el silencio y la quietud; parecía un milagro habiendo tanta gente en el predio!!!

Suzhou Market Street




Camino secundario! Añorado silencio y tranquilidad!

Así fuimos caminando por un camino con desnivel en el que las piernas pasaron factura por el esfuerzo del día previo haciendo que cada paso ascendente o descendente fuera un tanto doloroso. A pesar de esto disfrutamos mucho de esa caminata sin gente.

Igual la paz no duró demasiado porque al llegar al centro del palacio nos reencontramos con todos los tours, repitiéndose todas las escenas habituales de empujones, gritos, fotos a todo lo que se mueve y a lo que no. También había grupos de chicos con uniformes de colegios, personajes de los más bizarros y mucha gente mayor con niños pequeños; apuesto que eran abuelos que tenían a cargo a sus nietos mientras la generación del medio trabajaba. Un sociólogo se hace un festín en un lugar como este.

Todos fotografiando a la misma persona???

Usuaria de hebillas de brotes...

Sin dudas, uno de los grandes atractivos del lugar es su lago central, que hasta tiene una pequeña isla y puente propio. No faltaban los barquitos, lanchas y botes a pedal para ver el palacio desde otra perspectiva. Decidimos no explorar esta alternativa y nos sentamos a descansar un rato y a comer una barra de semillas mientras mirábamos la gente pasar.

Lago con barquitos

Tower of Buddhist Incense
Otras de las construcciones destacadas son un gran barco de mármol y el Gran Corredor, un pasillo techado de más de 750 metros de longitud cuyo techo está decorado con pinturas sobre la historia de China. Obviamente que el interior del corredor estaba atestado de gente tanto caminando –parecía que todos querían pisar el mismo suelo que había pisado antaño la emperatriz- como sentada en sus bajas paredes laterales mientras que en los alrededores se podía caminar tranquilamente.

Barco de mármol


En un sector más despejado del corredor

En el interior del complejo había muchas más construcciones que apenas vimos de afuera, y no podría decir algo sobre ellas. Nuestra visita de casi 2 horas y media se limitó a los espacios abiertos que a medida que iba avanzando la hora se iban cargando de personas dispuestas a almorzar con una gran variedad de alimentos que incluían frutas –sobre todo la gente mayor-, salchichas, otros embutidos y encurtidos envasados al vacío, snacks salados, panes, choclos, y huevos.

"Pequeño emperador"

Como resumen de este paseo matinal podríamos decir que es un lugar que combina bellas obras arquitectónicas -atestadas de gente- con un lindo parque que invita a sentarse a descansar, leer un libro, comer algo o hasta disfrutar de una gran preciada tranquilidad en los sectores más periféricos.

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