sábado, 28 de enero de 2017

Buenas noches Vietnam!!!

By Sole

Habiendo pagado el pasaje del pasajero que faltaba la combi arrancó y partimos hacia el centro de Hanoi.
Ya era de noche; de hecho ya era de noche cuando aterrizamos. De la primera parte del recorrido más allá de que cruzamos un río no puedo decir mucho, sólo se veía lo poco que estaba iluminado con luz artificial.

El panorama cambió completamente al ingresar a la ciudad con las miles de luces, las motos, las marquesinas con carteles de neón y la gran cantidad de gente. De repente todo el lugar cobró vida! Parecía que todo el mundo estaba cenando en la calle sus tazones de sopa y noodles sentados en pequeños banquitos o sillitas que le provocaron dolor de espaldas a Seba de tan solo mirarlos. Viendo eso y luego leyendo un poco rápidamente comprendimos porque había tanta gente comiendo en la calle: muchas de las casas no cuentas con un lugar para cocinar y comer por lo que suelen hacerlo en precarios puestos callejeros.


Restaurantes callejeros

Una hora después llegamos a la parada final del shuttle que era justamente donde teníamos que bajar. Al poner un pie en la calle tuvimos la primera muestra del caos vehicular. Intentamos caminar por la vereda los 400 o 500 metros que nos separaban de la agencia de viaje, lo que fue prácticamente imposible por la cantidad de motos que había estacionadas en el lugar que teóricamente era para peatones y la gente sentada en las puertas de sus casas y negocios… así que fuimos por la calle pegaditos al cordón donde a su vez teníamos que tener cuidado de que no nos atropellara algunas de las cientos de miles de motos que circulaban y que cada tanto nos tocaban bocina.

Casi eran las 20 hs cuando llegamos al callejón Ngo Huyen donde estaba Lily’s Travel Agency en el número 18 y varios metros más adelante nuestro hotel. Ahí nos recibieron dos chicas muy amables que enseguida nos entregaron dos botellas de agua mineral; no sé si fue parte de una cortesía habitual o por el aspecto deplorable que teníamos. Luego de chequear muchos e-mails antiguos  –habíamos contratado y pagado la excursión unas cuentas semanas antes del viaje- y un llamado telefónico nos fuimos con el voucher y confirmamos el punto de encuentro para la mañana siguiente. Valijas en mano seguimos caminando hasta el número 62 de Ngo Huyen donde estaba el Splendora Hotel. Fue de casualidad que los dos lugares estuviesen en la misma calle; la agencia nos la habían recomendado unos amigos que habían contratado la excursión ahí el año anterior, y el hotel resultó de una dificultosa búsqueda de Tripadvisor/ Booking. Por qué digo dificultosa búsqueda? Realmente la selección nos costó bastante porque había muchos hoteles que se veían muy bien, con muy buenas críticas a precios excelentes; era imposible basarse en el clásico análisis de pros y contras, la elección estuvo basada en las fotos que más nos gustaron.

Volvamos al relato… Con cuidado de no pisar a un grupo de niños que jugaban en la escalinata del hotel ingresamos al mismo, donde tuvimos que esquivar el mini altar con ofrendas de comida y bebidas que estaba junto a la entrada. Nos recordó mucho a los templos de los muertos de Tailandia; no queríamos tener a los dioses en contra por haber destruido el santuario con las valijas! Casi instantáneamente apareció la empleada del front desk que nos recibió una gran sonrisa y un “Welcome to my hotel”. Nos acomodamos en unos sillones mientras nos refrescábamos con un par de jugos de bienvenida y llenábamos la habitual planilla de check in. Tras haber sacado fotocopia de los pasaportes se sentó al lado nuestro y nos dio un mapa de la ciudad donde nos marcó algunos puntos de referencia, nos recomendó un par de lugares para comer y hasta nos explicó como cruzar la calle!!! Un rato más adelante comprobamos porque nos había hablado de ese tema.
Más allá de su amabilidad nos llamó la atención el sentido de pertenencia que tenía con el hotel en su discurso; en lugar de decir “el hotel ofrece…” como sería común escuchar en cualquier lado, siempre habló de “mi hotel ofrece…”. Sinceramente no creo que fuese la dueña del lugar.


Altar en la entrada del hotel

Además de la excelente recepción nos hicieron un upgrade! No le faltaba nada a la habitación familiar que contaba con dos camas grandes, televisor plano, notebook, complementary tea and coffee, agua mineral, productos de aseo y hasta un sector de ducha correctamente limitado (algo que había escaseado en los últimos días).


Una para cada uno!!!

Estábamos cansados y con hambre; aún no habíamos hecho una comida decente en todo el día. Optamos por uno de los dos restaurantes que nos había recomendado la chica de la recepción. No tuvimos que caminar demasiado, tan solo recorrimos los casi 200 metros que teníamos para salir del callejón y tras girar a la derecha unos 100 metros más, justo en la esquina, estaba “Pho 10”. Nos encontramos con un local muy sencillo, con unas 10 mesas sin manteles que como elemento especial al lado de cada una había un tachito para ir arrojando la basura. Los comensales eran bastante variados incluyendo locales, turistas y algunos hombres con aspecto musulmán. Si hay tanta gente local malo no debe ser, pensamos. Nos acomodamos en uno de los pocos lugares libres que había y rápidamente elegimos los platos de un muy escueto menú. Haciendo honor a su nombre, lo único que se vendía en el lugar era “pho”, o sea la típica sopa del lugar con noodles de arroz, carne (con distinto grado de cocción) y algunos vegetales. En menos de 5 minutos arribaron los dos platos de sopa que habíamos pedimos. En lugar de queso rallado había trocitos de lima para exprimirle, rodajitas de chile picante y ajo. Estuvo más que bien; una comida rápida, rica, simple y económica.


Tradicional Pho vietnamita

Terminado el plato, pagamos y nos fuimos a recorrer los alrededores. Las escasas calles que habíamos caminado previamente con las valijas eran una pequeña muestra del caos de la ciudad, que a medida que nos fuimos acercando al lago Hoan Kiem mostraba su mayor esplendor. Motos, motos y más motos en todas direcciones entre las que circulaban algunos autos y bicicletas. A esto se sumaba la casi ausencia de veredas que estaban plagadas de más motos estacionadas, personas comiendo en los improvisados “restaurantes callejeros”, vendedores varios y gente que simplemente estaba sentada disfrutando de una calurosa noche otoñal (con unos 29ºC) en la puerta de su casa. Y eso no era todo… casi no había semáforos!!! La combinación de todos estos factores hacía que fuese casi imposible caminar y más aún cruzar las calles. Sin dudas la explicación de cómo cruzarlas que habíamos leído en Internet y nos habían dado en el hotel cobraba sentido. La técnica de la India de ir frenando autos haciendo una seña con la mano no funcionaba. La idea era ir avanzando lentamente, en forma constante sin correr ni detenerse bruscamente, confiando en la habilidad para esquivar gente de los motoqueros. Los turistas teníamos que tomar bastante coraje antes de poner un pie en la calle; los locales lo hacían con una increíble naturalidad.


Aves asadas

Si bien eran pasadas las 9 de la noche, casi todos los negocios y puestos estaban abiertos. De hecho hasta había un par de calles cortadas para el tránsito donde estaba armado el night market, una feria con las más diversas chucherías chinas y ropa. Merecen especial mención los locales que vendían posters, la mayoría replicas de propagandas políticas la época de Ho Chi Minh con todo tipo de mensajes comunistas, muchos anti norteamericanos. Resultan atractivos como curiosidad y por lo coloridos; pero si uno piensa seriamente en el contenido de los mismos y en lo que vivieron muchos de los vietnamitas duda mucho en comprar o no una imagen del "tío Ho" rodeado de niños felices…

Otros de los negocios que abundaban eran los de café en granos y molido. La verdad es que desconocíamos totalmente el lugar que ocupa el café en la economía del país, y mucho menos aún sabíamos que es el segundo exportador mundial. Producto de nuestra ignorancia no compramos. Pero el destino quiso, aunque tal vez un poco tarde, que degustásemos este café que resulto tener un sabor agradable muy particular…

Luego de tomar valor cruzamos la avenida que nos separaba del lago; es un milagro que hayamos sobrevivido. Sin dudas uno de los momentos más estresantes de la noche! A pesar de las luces, no se apreciaba demasiado el Hoan Kiem, por lo que no le dedicamos demasiado tiempo. Apenas pispeamos un poco y volvimos a poner nuestras vidas en manos de los motoqueros.




Lago Hoan Kiem

Tras tener una idea general de las inmediaciones volvimos al hotel donde antes de ir a dormir nos pusimos al día con los e-mails de gmail, Facebook e Instagram. El que más sintió nuestra falta de conexión fue Facebook, que obsesivamente mientras estuvimos en China nos mandó una e-mail diario informándonos la cantidad de mensajes, notificaciones, invitaciones y sugerencias de amistad que teníamos pendientes. Finalmente esa noche le dimos el gusto y entramos a las respectivas cuentas tranquilizando los sentimientos de abandono de la red social.

No hay comentarios:

Publicar un comentario