sábado, 4 de febrero de 2017

Halong Bay allá vamos!

By Sole

24 Octubre 2016

Finalmente llegó el día del cruise, excursión que había motivado nuestro viaje a Vietnam!
Una hora antes de que sonara el despertador ya estábamos despiertos escuchando el canto un tanto ronco de un gallo. Si bien estábamos en una ciudad, capital del país, en las inmediaciones del hotel alguien tenía aves de corral…

Una vez más tuvimos esperando ansiosamente que abriera el desayunador; por suerte la apertura era a las 6:30. Ni bien las sonrientes vietnamitas terminaron de acomodar el comedor, nos ubicamos en una mesa para disfrutar del gran desayuno buffet digno de un hotel 5 estrellas. Realmente la oferta era tan variada para satisfacer hasta los más quisquillosos críticos de Tripadvisor. No faltaban deliciosas frutas como melón, papaya y sandía, pan, bollerías (personalmente no me llamaron la atención), yogurt, cereales, leche, jugos (aspecto artificial), mermelada, manteca, queso, café, té y huevos cocidos de diversas formas con o sin bacon y pancakes a pedido. Como no teníamos demasiado tiempo solo comimos lo que ofrecía el buffet, los huevos iban a quedar pendientes para otro día.



Juntamos gran parte de la ropa sucia que habíamos ido acumulando los días previos en China, y la dejamos para el laundry (2 U$S por kg) para recogerla limpia al día siguiente cuando regresáramos de Halong Bay. Todo estaba perfectamente planificado desde el momento en que habíamos hecho la lista de ropa para llevar al viaje; una manifestación más de nuestros marcados rasgos obsesivos.

Otra de las ventajas de volver al mismo hotel post excursión era la posibilidad de dejar una de las valijas en el depósito para no tener que estar llevándola de un lugar a otro. Hicimos el check out, y unos minutos antes de las 8 ya estábamos en la calle caminando hacia el local de Lily’s.

El paisaje era algo diferente al que habíamos visto a la noche. Los pequeños locales de agencias de turismo aun estaban cerrados y las calles había sido “tomadas” por vendedores ambulantes. Íbamos tan entretenidos observando la sucesión de mantas y canastos con pollos, pescados, mariscos, frutas y hortalizas que no nos dimos cuenta que habíamos pasado delante de la agencia. Retrocedimos prestando atención a las marquesinas, terminando parados junto a la carnicería ambulante con trozos de pollo y carne de un color que parecía cerdo. Los productos de la pescadería eran tan frescos que algunos aún se movían. Además de los manteros estaban los vendedores de batatas, mandiocas y nabos, que llevaban los tubérculos en dos canastitas que colgaban en ambos extremos de un palo ubicado sobre los hombros. Esta imagen sumada a la gran cantidad de cables y carteles que colgaban de las fachadas, y los hoteles con aires de sofisticación nos generó la sensación de estar en un lugar que era un mix de Tailandia y Nepal.

Pescaderia callejera

Tailandia + Nepal= Vietnam

No éramos los únicos turistas esperando, también en la puerta de Lily’s había un muchacho que iba a Halong Bay pero en otro crucero. Por el callejón iban pasando los guías de los distintos barcos con un listado en sus manos buscando a sus clientes.

A las 8:05 nos encontramos con Jack, nuestro guía por las siguientes 36 horas, que nos condujo hacia un minibús que estaba estacionado en la calle perperdicular; en los callejones como en donde estaba nuestro hotel solo ingresaban bicicletas y motos. Aun faltaba un rato para salir de la ciudad… había varios lugares libre en el micro que esperaban ocupantes. En general cuando uno inicia una excursión está lleno de energías y entusiasmo, y el recorrido por las calles de la ciudad pasando por los hoteles hasta puede resultar interesante; este caso no fue la excepción. Dejando de lado el detalle del tránsito ultralento de las calles que ni una tonelada de Activia podría solucionar, disfrutamos de una interesante visión de las actividades matutinas de un día sábado.

Los vietnamitas degustaban sus desayunos –principalmente sopas de noodles- en los mismos locales que la noche anterior habían cenado las mismas sopas. Se podría decir que al igual que los chinos comían sopa a toda hora. También nos cruzamos con un grupo de corredores que participaban de una carrera que pasaba por la avenida que bordeaba al lago.

Otra de las cosas que captaron nuestra atención fueron los locales que vendían santuarios como el que estaba en la entrada del hotel, lápidas y grandes jarrones. Los negocios que habíamos visto la noche anterior ya estaban abiertos en su mayoría exponiendo cafés, tés, frutos secos, especias, y muchas más cosas. De alguna manera gran parte de las cosas nos parecían nuevas y captaban la atención de todos nuestros sentidos.

Local de santuarios

Panadería callejera

Durante este recorrido Jack nos fue contando un poco de las costumbres locales y porque había tantas motos. No he podido comprobar que todo lo dicho sea cierto, pero aún si fue un cuento me resultó interesante. En gran parte de Asia los autos son un bien de lujo a los que la mayor parte de la población no puede acceder, en cambio las motos son más accesibles, sobre todo en los últimos años por haberse incorporado a la oferta ejemplares usados importados de China que se venden a muy bajo precio. Consecuencia de la gran cantidad de estos vehículos motorizados, el caos del tránsito que pudimos apreciar personalmente, el poco respeto y control de las leyes de tránsito, sumado a los que conducen alcoholizados hacen que mucha gente muera por día en accidentes. Como en la mayoría de los países subdesarrollados, las estadísticas tienden a ser poco creíbles y es difícil dar a ciencia cierta un número.

Una vez que dejamos atrás la zona céntrica de la ciudad y nos fuimos internando en la periferia, rápidamente aparecieron diversas plantaciones en las que había gente trabajando manualmente. Estas extensiones de tierra estaban intercaladas por caseríos con casas muy curiosas por sus dimensiones: muy angostas y de varios pisos… todo tiene una explicación! Desde tiempos remotos, los impuestos que se pagaban por una propiedad estaban determinados por el ancho de la misma; si uno quiere ahorrar en impuestos tiene que adaptarse a vivir en una “tube house” o casa tubo. La razón por la que tienen varios pisos es que en una casa tan estrecha hay que acomodar a todas las generaciones de la familia; es costumbre que todos vivan juntos bajo el mismo techo. En su mayoría al menos la parte delantera de la planta baja parecía estar destinada a locales comerciales.

Detrás de la moto se ve la gente trabajando

Entre estas casas cada tanto había algún hotel rutero, dudosos locales con carteles de neón que ofrecían “masajes y karaoke” y pequeños cementerios budistas con varias decenas de tumbas. En ningún momento vimos grandes extensiones de campos, sino más bien un mix urbano- rural.

Uno de los tantos cementerios

A mitad del camino hicimos una parada para comer algo y utilizar los sanitarios. Cuando descendimos del micro nos encontramos con un gran local poli-rubro que vendía muebles de madera tallada de unas dimensiones exorbitantes (no sé si cabían en esas casitas tan angostas), esculturas, ropa de marca (no podría asegurar que los ejemplares de The North Face y Tommy Hilfiger fuesen verdaderos), libros, souvenirs y snacks a precios excesivos. Nos limitamos a recorrer el lugar sin gastar dinero.

Tras media hora, a las 11 hs seguimos viaje hacia Halong Bay. Una vez más me voy a detener para contarles sobre la leyenda que le da nombre a la bahía. La historia cuenta que en tiempos remotos cuando se formó el país, sus habitantes tenían que defender constantemente su territorio de los invasores que llegaban por el mar. Durante una de estas invasiones, apenado por la situación, el emperador de Jade envió a la tierra a una madre dragón con sus hijos para ayudar a los vietnamitas a defender su tierra. Estos monstruos mitológicos descendieron de los cielos eliminando a los enemigos con su fuego divino y una lluvia de esmeraldas gigantes. Algunas de estas piedras preciosas cayeron en el mar formando una barrera defensivas, que con el tiempo terminaron formando las islas e islotes de distinto tamaño y forma que vemos actualmente en la bahía.

Con esta historia nos entretuvo Jack durante un rato. A medida que iban pasando los minutos cada vez estábamos más ansiosos por llegar. Ya se estaban haciendo las 12 del mediodía, teníamos un par de horas en el micro y el hambre estaba anunciando su llegada; una combinación complicada. Lamentamos no tener un buen stock de snacks para hacer frente a la situación.

Justo cuando comenzábamos a inquietarnos divisamos a lo lejos un conglomerado de edificaciones, ya estábamos llegando! Unos minutos después llegamos al puerto donde estaban amarradas las lanchas esperando para transportar a los pasajeros a los respectivos cruceros. El río no tenía la profundidad suficiente para que estos últimos se acercaran al muelle sin quedar encallados. Descendimos del micro y fuimos con el equipaje hasta la lancha que estaba identificada con la inscripción “Legacy”. Una vez abordo nos hicieron colocar los chalecos salvavidas –una medida de seguridad obligatoria cada vez que subiéramos a la lancha de transbordo-.

En búsqueda del Legacy Cruise

Con gran expectativa íbamos buscando nuestro barco. “será este?” nos preguntamos al ver uno muy bonito. Al acercarnos comprobamos que no. Y así nos sucedió con algunos, mientras que con otros el pensamiento era “espero que sea este”. Cuando habíamos hecho la búsqueda de excursiones a Halong Bay habíamos notado que el rango de precios era muy amplio, desde algunos sospechosamente económicos en un extremo hasta otros con costos prohibitivos en el otro. Si bien la mayoría brindaban el mismo servicio básico de tranfer en bus desde Hanoi, una noche a bordo del barco y comidas, los que variaba era la calidad de la embarcación, los camarotes y la comida. Por recomendación de unos amigos que habían hecho el viaje el año anterior habíamos optado por “Legacy”, con un costo intermedio que nos pareció razonable.

Minutos después estuvimos frente a frente con nuestro barco...

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