domingo, 26 de febrero de 2017

De regreso en Hanoi: hola caos!!!

By Sole

Un ratito antes de las 17 hs ya estábamos en el hotel de Hanoi. Esta vez no fuimos tan afortunados con la habitación y recibimos una más acorde a lo que habíamos pagado, más pequeña pero que cumplía con nuestro objetivo de dormir y bañarnos.

Como aún era de día nos fuimos a recorrer los alrededores; a diferencia de la vez anterior todos los negocios estaban aún abiertos. Pudimos observar que había calles que se especializaban en un rubro en particular, como habíamos visto en las inmediaciones del Grand Bazaar de Estambul. En este caso las dimensiones de los locales y la cantidad era un poco más acotada que en la meca de los comerciantes turcos. Claramente se identificaban:
  • souvenirs y ropa outdoor trucha por un lado –más orientada hacia los turistas-,
  • juguetes –parecía la gran barata de productos chinos de dudosa calidad-,
  • especias, cereales, semillas y frutos secos,
  • papel higiénico y pañales,
  • zapatos y zapatillas,
  • instrumentos musicales,
  • cuadros y marcos, 
  • librerías, etc.

Pañalera

Marcos, cuadros y espejos

Entre todos estos locales estaban intercaladas las pequeñas mesas y banquitos de plástico, junto a cocinas a carbón con grandes ollas con sopas, y recipientes con ingredientes que se podían agregar. En estos lugares siempre había gente bebiendo un té, una cerveza, o tomando sopa, ya fuese desayuno, almuerzo o tempranas cenas entre las 17 y 18 hs. Eventualmente la gente iba comiendo semillas de girasol cuyas cascarillas progresivamente tapizaban las veredas.



Tras caminar un rato decidimos que era hora de cenar. Lejos de ser una caminata relajante, después de estar un par de horas escuchando los bocinazos, estar subiendo y bajando de las veredas tratando de evitar que las motos o algún eventual coche nos atropellara, al menos yo terminé con una sensación bastante fea que podría resumirse en un “quiero irme de acá!!!”. Si bien uno tiende a borrar los recuerdos negativos y quedarse con lo positivo, aun puedo recordar que me esa tarde me estresé y la pasé mal. 





La primera noche en Hanoi habíamos ido a un restaurante (si es que se lo podría denominar de esa manera) bien popular, esta vez nos fuimos al otro extremo. De hecho, Madame Hien, era el otro lugar que nos había recomendado la chica “my hotel” para comer. El lugar era muy lindo, una especie de casona con varios patios y terrazas exteriores y salones internos devenida en un elegante restaurante. Nos ubicamos en una de las terrazas del primer piso que tenía una interesante vista de la cocina vidriada. Para que se imaginen la elegancia del lugar, la chica que nos acompañó hasta la mesa nos corrió las sillas para que nos sentásemos y nos colocó las servilletas sobre el regazo; una experiencia totalmente nueva, demasiado para lo que estoy acostumbrada.

Cocina vidriada

El menú era un tanto escueto a pesar de contar con opciones de entradas, platos principales; los acompañamientos e ingredientes utilizados no solían formar parte de mi alimentación habitual, lo que me recordó bastante a los de copetudos restos de Palermo, en Buenos Aires. Si bien los precios estaban por encima de los que habíamos visto en otros lugares de Hanoi, no llegaban a alcanzar a los que estamos habituados en Argentina. A la hora de elegir platos fuimos bastante conservadores: un mango smoothie, agua, salteado de pollo con castañas, y calamar salteado con  vegetales. Mientras esperábamos que llegase el pedido nos trajeron un té de lemograss frío (sorprendentemente rico), trocitos de pepino y unos snacks de consistencia de chizito pero con forma de papas fritas.

Los platos fueron aceptables, sin deslumbrar; tal vez un poco decepcionante para lo que uno espera de un lugar así. Mi salteado tenía algunos trozos de pollo sin abundar (incluyendo un par con piel y hasta cartílago) con cebolla, algunas castañas, hongos secos, zanahoria y trocitos de mini choclos. El plato de Seba tenía rollitos de calamar salteados con cebolla y pimientos entre los que camuflaban unos trocitos de chilli ultrapicantes. Acompañando los salteados venía una compotera con arroz blanco. No pedimos postre, pero nos trajeron un té de lemongrass, en esta oportunidad caliente, que estaba muy rico.



Antes de volver a dormir le dimos una oportunidad más a esas alocadas calles de Hanoi, y dimos una rápida pasada por el night market con su exceso de chucherías de pobre calidad. Nos limitamos a mirar sin comprar nada, aún teníamos un día por delante para gastar dinero.

A dormir!!!

No hay comentarios:

Publicar un comentario