By Sole
En el
camino de regreso a Jaipur paramos frente al Palacio del agua o Jal Mahal para tomarle
una foto. Este edificio, ubicado en el
medio del lago artificial de Man Sagar, tiene 5 pisos pero por la altura del
agua sólo pudimos ver dos. Se dice que cuando el lago se seca es posible verlo
en su totalidad. Mientras nos sacábamos la foto aparecieron los vendedores y
hasta un mago, que fueron ahuyentados rápidamente. Del otro lado de la calle se
veían un par de camellos para alquilar y dar una vuelta por la zona.
Jal Mahal |
Creo que si uno va por su cuenta no entiende absolutamente nada, y se limita a ver un grupo de figuras sin sentido. Por suerte teníamos a nuestro guía que nos explicó el funcionamiento de algunas de estas estructuras, que cuando había sol, permitían calcular la hora en la ciudad (unos 40 minutos más que la hora oficial de la India).
La
segunda visita dentro del casco histórico de Jaipur fue al City Palace. Para
ingresar tuvimos que pagar una entrada aparte de 300 Rp; no estaba incluida en
el combo que compramos en Amber. Es el palacio donde vive el maharajá de
Jaipur, que en forma lucrativa ha convertido parte de los edificios que lo
integra en salón de fiesta, museo y escuela de arte, con sus respectivos gift
shops.
City Palace |
Se
pueden visitar el museo de indumentaria con trajes que pertenecieron a
diferentes generaciones de maharajás, obviamente que eran sumamente
ornamentados con bordados en hilos de seda. Llama la atención el gran pantalón
pijama que perteneció a Jai Singh II. Un detalle que había olvidado comentar es
que el hombre medía casi 2 metros de alto y pesaba más de 250 kg. En un momento
que me distraje, el guía se acercó a Seba y le contó al oído (conversación
exclusiva de hombres) que el maharaja era tan gordo que cuando mantenía
relaciones se quedaba tumbado en la cama y las mujeres tenían que ir arriba…
La
recorrida por el City Palace continuó con la sala de armas, que incluía una
interesante colección de armas blancas y de fuego de todo tipo y de lo más
originales. De ahí fuimos a la escuela de arte, donde una vez más tuvimos que
seguir el juego del guía que mientras nos invitaba a sentarnos delante de un
pintor nos dijo: “él les va a explicar la técnica de pintura con pincel de pelo
de ardilla sobre papel de arroz”. Nos sentamos en unas banquetitas y comenzó la
explicación de cómo había heredado la profesión (su padre y abuelo hacían las
mismas pinturas) y los elementos que usaba al tiempo que iba dibujando. El
hombre hacía un trabajo precioso, con tan pocas cosas lograba verdaderas obras
de arte. Miramos las láminas que tenía a la venta, pero al ver los precios de
las que nos gustaban (aunque no eran excesivamente caros) desistimos de
comprar.
No
dejamos de visitar el salón que se alquila para fiestas de bodas al módico
precio de U$S 40000, sin contar comida, animación, etc, etc, etc. Lo único
destacable del lugar son los dos jarrones de plata de 345 kg y capacidad de
9000 litros, que utilizó el maharajá de turno en 1902 para llevar agua del río
Ganges a Inglaterra para realizar baños purificadores durante su viaje a dicho país. Son tan
grandes que figuran en el libro Guinness de los Records como los objetos de
plata más grandes del mundo.
A tener en cuenta los que se están por casar... |
En las
inmediaciones de este salón visitamos un patio con cuatro puertas alrededor de
las cuales había pinturas con diferentes motivos, muy pero muy lindas. Me gustó
mucho una con pavos reales, las aves nacionales de India.
Concluimos
la recorrida pasando por una gran sala donde se llevan a cabo las coronaciones y
eventos importantes. En las paredes hay retratos de todos los maharajás que
impusieron su poder desde ese palacio. La mayoría fueron retratados con
rosarios hindúes en sus manos, otra demostración más de la importancia de la
religión en el pueblo indio.
Nos
llamó la atención que el guía hablaba con mucha admiración y respeto de estos
hombres e incluso justificaba su bondad en el hecho de que había donado algún
edificio para hacer escuelas. A pesar de estos comentarios nos llevamos la
sensación de que eran una elite que vivió y continúa viviendo en la opulencia
rodeada de pobres que viven en la indigencia, a los que muy cada tanto en
alguna celebración popular les da algo de comida y tan sólo con eso mantienen
la idolatría.
A modo
de balance del City Palace, si bien es un lugar muy pintoresco no lo voy a
poner entre los must de Jaipur, sobre todo si no sobra el tiempo y el dinero.
A esta
altura del día estábamos muertos de hambre así que fuimos a comer al restaurante escogido por Ravi y el guía. Caímos en un lugar llamado “DURG (the fort)”, una
especie de carpa en un gran patio en las que estaban dispuestas mesas de
diferentes tamaños (algunas largas preparadas para tours) y otras más pequeñas
alrededor de una tarima central donde se desarrollaba el show. Nooo!!!! Había
show!!!! La mayoría de las mesas estaban ocupadas por grupos de turistas
clásicos que comían mientras observaban como un hombre y un niño disfrazados
tocaban instrumentos de percusión y cuerda. En la parte delantera había otra
carpa más pequeña en la que comían los choferes y guías como comisión.
Luego
de una larga espera llegó nuestro pedido: bhuna gosht (trocitos de cordero con
jengibre y cilantro en gravy), el clásico vegetable biryani (especias,
verduras al curry y arroz basmati cocido en horno de barro) y agua. La comida
estuvo bien, sin demasiado picante lo que era esperable por ser un lugar 100%
preparado para el turismo. Y siempre donde hay turistas hay posibilidad de
pedir tip por todo… en el baño del lugar también estaba el hombre que reclamaba
propina!
A pesar
de sutiles intenciones de llevarnos de compras, aprovechamos el ticket
combinado que pagamos en el Amber Fort para visitar el Hawa Mahal o Palacio de
los vientos.
Hawa Mahal |
El edificio, construido en 1799, es básicamente una fachada con
365 ventanas que eran utilizadas por las mujeres para observar lo que sucedía
en la calle sin ser vistas. Subiendo a lo alto del mismo se tiene una vista muy
bonita de la ciudad, incluyendo el City Palace y el Jantar Mantar. Ahi van algunas fotos, imposible no ponerlas...
Por una de las ventanas del Hawa Mahal |
Vista panorámica desde el Hawa Mahal I |
Vista panorámica desde Hawa Mahal II |
Viendo
que no teníamos mucho espíritu de compradores para meternos en algún emporio de
piedras o telas, el guía nos llevó a recorrer las calles de los alrededores del
Hawa Mahal que estaban repletas de locales comerciales. Pasamos por un sector
de vendía todo tipo de latas y cacharros de acero, un mercado callejero de
frutas, verduras y flores, y varios locales de fideos sueltos y aceite
(muchísimas variedades desconocidas para nosotros).
Sólo paramos en un negocio
de especias “recomendado” donde vendían lo mismo que en el Spice market de
Old Delhi. La venta infructuosa incluyó hasta una demostración de cómo comer
las semillas de anís con azúcar post-comida; tuve que comer el mix que el
vendedor había depositado en mi mano, siguiendo las instrucciones del guía.
“Espero no intoxicarme con esto” fue lo que pensé mientras masticaba el anís
azucarado. Sobreviví!!!.
Terminamos
el recorrido cerca de un templo hindú donde fuimos a comprar más malas;
teniendo un precio de referencia conseguimos un mejor trato que en Old Delhi.
Con esto concluyó el servicio del guía, de quien nos despedimos y seguimos
viaje con Ravi, a quién le pedimos que nos lleve a un autoservicio. En el
pequeño supermercado predominaban los arroces y una amplísima variedad de
legumbres y productos importados (golosinas y galletitas). Con algunos víveres y algunos condimentos
para llevar a casa regresamos al hotel donde pasamos el resto de la tarde
leyendo un poco sobre lo que haríamos al día siguiente.
Como
queríamos probar otra opción para la cena (diferente al restaurante del hotel) hicimos una búsqueda por tripadvisor descubriendo un lugar llamado “Krishna
Palace Rooftop”. El lugar tenía buenas críticas y estaba justo a la vuelta de
Shahpura House. Llegada la hora de la cena, hacia allí fuimos!
Sin
muchas dificultades encontramos el edificio, exteriormente era igualito al que
habíamos visto en las fotos. Ingresamos al jardín donde estaba el cartel que
confirmaba que estábamos en el lugar correcto, terminando en un lugar raro:
un porche con una máquina de expendio de cigarrillos y gaseosas, una mesa alta
que parecía un mostrador, un pasillo y una escalera al frente, y una puerta que
daba a un dormitorio en el que había un colchón en el suelo y se divisaba el reflejo de la tele. No se veía
a nadie por ningún lado!!! Cuando estábamos por gritar “Hello!” salió de la
habitación una pareja de fisonomía india y edad incierta, tal vez 60 o 70 años.
Ni bien comencé a hablar el hombre nos dijo que esperáramos, y en forma casi
simultánea apareció del fondo una chica que nos indicó que debíamos subir la
escalera para llegar al restaurante.
Ni bien
comenzamos a subir tuvimos la impresión de que se trataba de un lugar sucio sin
nada del glamour que reflejaba la fachada. Nos recordó a la película “The Best
Exotic Marigold Hotel”, que habíamos visto antes de viajar. En el tercer piso
encontramos el rooftop con un par de mesas en el exterior (estaba fresco como
para sentarnos ahí) y un espacio techado con unas 6 o 7 mesas más. Dudamos
entre quedarnos o salir corriendo al ver la soledad y el aspecto de fonda!!! Apenas se veían 3 hombres jóvenes desalineados que parecían ser los
encargados del lugar. Ya que habíamos llegado hasta ahí, le dimos una oportunidad!
Elegimos
dos diet Coke, un plain chapatti, un Kashmiri Dum Alu (Potatoes stuffed with
cottage cheese in an onion and tomato gravy) y un Dal Fry (lentis in sauce);
los precios eran bajos comparados con lo que habíamos venido pagando. Luego de
una espera de unos 20 minutos, en la que
permanecí atenta viendo si aparecía una laucha por alguna parte, llegó el
pedido. A esta altura ya no estábamos solos en el salón, había dos comensales
más y afortunadamente ningún roedor. Qué nos había tocado en suerte??? Una papa
en una salsa con el mismo olor de siempre y una sopa en la que flotaba una capa
de aceite, unos vegetalitos y unas pocas lentejas. Eso sí, lo que no le faltaba
era picor!!! Comimos un poco temerosos, sin saber si al día siguiente
estaríamos vivos…
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